Capítulo- 34
Asher.
Eso había estado cerca. Un poco más y habría hecho algo de lo cual, lo más probable me hubiese arrepentido luego. No por el hecho de que no lo quisiera, si no por ella, porque conociendo a Mikaela hubiese reaccionado de una manera para nada racional, me hubiese propinado una bofetada dejando marcados sus dedos en mi cara y seguido me hubiese mandado a la mierda millares de veces y tal vez con sus razones. Con lo pegajoso, parlanchín y molesto que soy con ella, es ligeramente entendible.
Ella se ha convertido en la persona más importante para mí, sin hacer mucho esfuerzo. Confieso que de un principio al verla tan lejana de la realidad, con gruesas lágrimas inundando sus ojos, mientras que luchaba por no derramarlas al frente de todo el público, quise protejerla y ser un apoyo para ella. Siendo nuestras situación bastante similares sólo aumentaba más el sentimiento de compresión hacia ella en mí. Y aunque parezca egoísta me alegra que seamos de alguna manera igual.
Aunque he intentando ser una fortaleza para ella y tratar de ayudarla a salir de la oscuridad que la abruma, ella ha hecho más por mí, sin intentarlo, que yo por ella. Mis días han dejado de ser sin color pasando a ser tan coloridos como un arcoiris, he dejado de ser sólo lamentos y quejas. He pasado de ser un árbol perdiendo sus hojas detenidamente en otoño, a florecer en la primavera.
Mi mamá siempre decía "un día sin esperarlo, llegará una persona a tu vida que parecerá ser tu destino, una persona que con sólo verla te haga bien, tan similar y a la vez tan diferente,... no la dejes ir."
Eso es algo que sin duda no haré, no hasta que dicho día llegue.
—Hace tiempo que no escuchaba ese apodo de tu parte Asher. ¿Porqué no se han ido?
Luego de casi sucumbir a mis impulsos y tratar de depositar un tierno beso en los labios de Mikaela, aquellos delgados y rosados labios que a la vista se ven tan delicados y bien delineados, los mismos que ahora se han convertido en mi absoluta perdición y que constatemente se hace presente la tentación de tomarlos. Ambos nos caímos de bruces contra el piso, siendo encontrados en una extraña situación, que podría ser fácilmente malinterpretada.
—Ya nos íbamos—respondió Mikaela con cierta rudeza en su voz.
—Ah, luego de que acabasen lo que estaban haciendo ¿no?
Inquiere Leo adoptando el mismo tono y tomando una expresión que a lo mejor para él sea intimidante al alzar sus cejas.
—No estamos haciendo nada, sólo nos caímos por la torpeza de Asher—sus ojos se posan sobre mí, y juro que si las miradas mataran yo estaría cien metros bajo tierra.
Su rudeza se ha convertido en su lado más encantador, y no, no soy un masoquista.
Dejo escapar una risa nerviosa, pasando mi mano hasta atrás y rascar mi nuca—Es cierto que nos caímos, pero yo no soy el único torpe aquí, eso es seguro.
Mikaela resopla y paso lento se acerca a mi oído con sigilo, como desistiendo con tal de no hacer de esto más largo.
—¿Quién es él?—susurra contra mi oído, su voz siendo teñida de curiosidad.
Las cosas por las que ella suele tener curiosidad son escasas y rara vez lo muestra. Todo esto ha cambiado poco a poco, siendo más abierta y sincera con sus emociones. Ha costado bastante, pero puedo decir a boca llena que nuestra relación ha avanzado bastante. Ya no tenemos que obligarla a salir con nosotros, o hablar. Se ha vuelto más común visitarnos unos a otros y pasar tiempo fuera de la escuela juntos, cosa que antes no sucedía seguido.
—Es el director de la escuela, el cual nadie ha visto la cara.
Desde hace cierto año en el cual hubo cambios de director, se ha formado un rumor, en el cual hablan, teóricamente, que el director es una celebridad y por eso no muestra su cara, otros afirman que tiene cara de cerdo y debido a eso se esconde. Todo esto surge porque el susodicho no ha dado a mostrar su cara a los estudiantes y sólo el personal autorizado puede pasar a su oficina, siendo esos sólo la subdirectora, ni siquiera los profesores saben como se ve. Y su nombre por igual lo mantiene en anonimato.
Ella me mira como diciendo "¿estás bromeando?" A lo que niego en respuesta.
Sus ojos se abren en asombro por mi afirmación. Quizás los peores situaciones pasando por su mente.
—¿Qué tanto murmuran y no se largan Asher?
—Sólo le estaba aclarando el hecho de que eres el director Leo. Deja de ser tan amargado siempre, por esa razón es que tienes tan avanzado tu caída de pelo, pronto quedarás completamente pelón y no sólo las partes inferiores de tu cabeza.
—¿enserio es usted el director?—Mikaela reacciona girándoce hacia Leo, usando honoríficos, su voz sonando más calmada.
Leo asiente.
—¿Entonces también es el profesor Leo?
Leo abre sus ojos, para luego asentir nuevamente.
—Lo de que era una celebridad queda descartado, quizás lo otro le quede—añade con cierta decepción, Leo abre los ojos sorprendido y yo no hago más que soltar una catcajada por la forma tan genuina en que lo dice—¿y cómo demonios lo conoces? Se supone que nadie ha visto su rostro, a exepción de la subdirectora—Mikaela se cruza de brazos, haciendo énfasis en la palabra "nadie"
—Es mi tío—digo sin más.
—¿Porque estoy rodeada de tantos Miller?—suelta de manera automática, como si fuese un tipo de autoreflejo.
—Porque somos geniales—expreso con entusiasmo—si te das cuenta es el gemelo de mi mamá, y son todo lo contrario.
—Fue una pregunta retórica, idiota—escupió con fastidio—entonces por eso el nombre, Leo y Lea, tienes razón son completamente distintos, Lea sí es guapa.
Asumo por su actitud que a ella no le ha caído del todo bien Leo, y es entendible porque él es un tipo bastante pesimista.
—Muy lindo y todo, pero olvidan que estoy aquí—dijo Leo, apoyado en el marco de la puerta, con sus brazos cruzados sobre su pecho, arrugando su extraño traje por su acción. Su expresión parecía que esperaba algo.
Ambos nos giramos acorde hacia él.
—¿Importa?—expresamos al mismo tiempo, lo cual me tomó por sorpresa. Esas cosas no sucedían entre nosotros y el que fuese tan brusca con alguien mayor no era normal en ella.
—¡Soy el director!—exclamó con enojo, su cara parece que explotaría de la furia y lo roja que estaba. Él es propenso a tomarse las cosas demaciado enserio, por coincidente se enoja por cualquier cosa, por muy minimalista que sea. Tiró de su corbata con brusquedad aflojando el agarre en su cuello, que parecía molestarle—¡y tu tío!
Me señaló con la mano que estaba libre.
—Sí, sí. Director, tío, eso. ¿Mikaela nos vamos?—me arriesgo a tomar su mano, la cual probablemente no tarde en separar.
Al contrario de mis pensamientos, aferro su mano a la mía y caminamos juntos hasta la puerta.
Nos detuvimos frente a Leo.
—Por cierto me gusta su corbata, Leo.
Eso hizo que inconscientemente una sonrisa se abriera paso en mi rostro. Sin duda alguna amo todo lo que hace o sale de ésta chica.
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Espeso sudor recorre toda mi frente y mi cuerpo, haciendo que todo se sintiera húmedo y pegajoso, mi respiración siendo bastante agitada.
Había ocurrido de nuevo.
Aquel sueño que me ha estado atormentado desde hace años, robando mis ganas de dormir y con ello mi tranquilidad cada vez que sucede. Es como una ruleta de la suerte maldita, no sabes dónde parará, pero el final es inevitable y doloroso. Lo peor de todo es que temo que se hará realidad y por mucho que lo intente, luche o me niego a aceptarlo, al final todo será en vano, ya que así lo ha desidido el destino y nadie puede ir en contra de ello. Y mi sudconsciente sólo trata de recordarmelo a través de los sueños.
Me incorporo sobre la cama. Las sábanas están empapadas de mi sudor, luego tendría que cambiarlas. La luz del día se filtra por la ventana haciendo la habitación más lumínica y dando a notar que ya es de día. Me tumbo de nuevo en la cama con rudeza, cerrando los ojos y hacerme el dormido, al sentir como pasos se aproximan y se detienen tras la puerta.
—Asher—August se introduce a la habitación y toma asiento en el borde de la cama sin nada de consideración de que supuestamente estoy dormido—Asher...—arrastra las últimas sílabas tal cual una persona ebria.
Permanezco en silencio.
—Ya sé que no estás dormido Asher—él suspira, tal vez cerrando sus ojos con cansancio—deja de hacerte el dormido, es hora de tu medicación.
Hago oído sordos a sus palabras, sin emitir ningún movimiento en mi cuerpo. No estoy para nada de buen humor.
—¡Asher!—exclama sacudiendome por los hombros, consiguiendo mover toda la cama con ello—¡tu medicación!
Puede que lo éste haciendo porque me quiere, y lo entiendo de alguna manera. Cuando sentimos aprecio por alguien queremos lo mejor para esa persona, más si ese sentimiento pronto será cortado de un lado, buscamos desesperadamente una solución. La anhelamos con todo nuestro ser y tratamos de hacer todo lo que esté a nuestro alcance con tal de no dejarlo ir. Pero sensillemente no me sentía yo, y me importaba un carajo todo eso.
Así que no medí mis actos.
—¡A joderse larva, a joderse!—grité apartando sus manos de mi cuerpo con brusquedad.
August se estremeció por mi reacción repetina.
—Pero... tu medicación...
—La tomaré más tarde ¿satisfecho?—le miro a la cara y el hace lo mismo. Sus ojos se centran en los míos, transmitiendo ese sentimiento que tanto detesto... lástima—ahora largo de mi habitación.
Esa mirada que todos me daban, donde quiera que fuese las personas que conosco me miran con esos ojos, reflejando la lástima que sienten. La misma que se ha convertido en lo que más me desagrada.
Aprieto mis labios con fuerza.
—Sí, lo haré... pero tu...
Le interrumpo—¡que la tomaré más tarde! ¿acaso estás sordo idiota?
—Ni modo, tú lo pediste...—murmura—¡Tía, está así de nuevo!—se levanta de la cama, deteniéndose en la puerta. Haciendo una pausa de varios segundos para después añadir—¡y está diciendo groserías de nuevo!
—No hagas tanto ruido, inútil—apoyo mi mano sobre mi cabeza, empezando a temer un a leve jaqueca.
—Eres tan molesto. Pareces un hermitaño malhumorado, tu cara ahora mismo es igual a la de un matón que no se limitaría a repartir golpes.
Dice con desánimo.
—¿un matón? ¿enserio, un matón?—pregunto sin tomarlo muy enserio. Él asiente—no soy un jodido matón larva.
Tenía la razón, no soy de los que golpean o se la toma contra alguien cuando está descompuesto.
—no estoy muy seguro—chasquea su lengua, emitiendo un sonido seco de su boca.
—Largo—gruño, colocando una almohada sobre mi cara y ahogar un grito de frustración.
Ahora entiendo por todo lo que Mikaela tiene que pasar al estar con nosotros. Una sonrisa hace amague de salir, al imaginarme su cara de desagrado por cada idiotez que salga de nuestras bocas o que hagamos. Ella se ha convertido en mi gravedad, no puedo evitar necesitarla. Augus no responde. Pero sé que está ahí, parado junto a la puerta sólo odservando todo lo que hago, como siempre.
No es hasta que siento como un peso se desploma encima de mí, haciendo que pierda el aliento por un momento y mire de inmediato para saber lo que ha causado eso.
—Vamos Asher, de prisa que hoy es día de ¡video-juegos!—Aila salta como niña sobre mí, aplastandome por completo. Hago que se detenga, tomándola por los hombros y tirarla al lado de la cama.
Ella ríe en respuesta.
—¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso?—pregunto con serenidad, masajeando el puente de mi nariz con cuidado—¡me aplastas, Aila!
La habitación fue llenada por las carcajadas de August y Aila, por mi reciente comentario. Este tipo de comportamiento entre nosotros era común. Yo y mi mañanero mal humor, August y su modificado buenos días, y luego está Aila y sus saltos mata personas, pesa más que toneladas de hierro, pareciera que carga con rocas dentro de su estómago.
No tardo en también unirme a ellos.
—Pero ya encerio, hoy es día de video-juegos—repite Aila sentándose a mi lado.
—Yo me uno.
—A ti nadie te invitó larva.
August lleva su mano hasta su pecho, fingiendo dolor dramáticamente—Me hieres—comenta y me encojo de hombros.
—¡Tienes que invitar alguna vez a Mika!—grita Aila con entusiasmo, golpeando sus manos al aplaudir.
—¿Quién es Mika?—pregunto sin comprender.
—La que te roba las sonrisas Asher—contesta subiendo sus cejas de arriba hacia abajo repetidas y guiñar (más bien parece tuerta) un ojo.
—Aún no entiendo nada.
—Mikaela, Asher.
—Aah... Sí, otro día la invitamos.
Ese día no hicimos más que jugar durante todo el día... y también la noche.
Gracias por leer.
××CHOI××
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