Capítulo- 32
Analizándolo bien desde que los Miller han aparecido en mi círculo de vida de alguna manera poco a poco he empezado a mejorar, aunque me niego a aceptarlo en voz alta. Las constantes pesadillas que no me dejaban descansar y en consecuencia surgiendo el insomnio, dejaron de frecuentar.
Mis ataques de melancolía abrumando mis días y noches han ido disminuyendo considerablemente, al igual que mis pesamientos desagradables y en ocasiones incluso suicidas. Siendo entendible teniendo dos chicos como lo son August y Asher, ellos se han convertido en ese tipo de persona que aún sin ellos intentarlo, y yo sin querer aceptarlos, se han convertido en mi escape, haciendo que sólo pueda consentrarme sólo en ellos y de alguna forma olvidar todo aquello que en su tiempo hacia de mis días grises.
Luego está Aila. Una chica en la cual me siento extrañamente reflejada a pesar de ser casos distintos y que me hace querer esforzarme al máximo para poder ser por lo menos un poco de impulso en su vida. Aunque Apenas la conosco siento la necesidad de protejerla ante cualquier adversidad que la vida pretenda poner en su camino. También la señora Miller se ha portado muy linda conmigo desde aquella vez que vine y aunque no he compartido mucho con ella he logrado sentir su amabilidad de cerca.
—Así que esta es tu habitación—hablo a la vez que entro despacio dentro de la habitación, ya que luego de que se presentó e hizo un escándalo en la habitación de Aila, me ha arrastrado en contra de mi voluntad hasta su habitación, con la excusa de que ya habíamos pasado toda la tarde juntas y que ahora era su turno de estar conmigo. Ignoré el hecho de que estaba tomando deciciones por sí mismo, sin mi permiso. No lo golpearía o haría un escándalo aquí, después de todo es su casa—al contrario de lo que imaginé es muy ordenada.
Tenía la completa razón, todo estaba perfectamente ordenado. La cama tendida sin una sóla arruga, no hay ningún rastro de desarreglo por toda la habitación, ni un calcetín o calzón, nada. Incluso los cuadros y fotos colgados en la blanca pared estaba alineados sin error, como si todo fuera parte de una película, nadie podría mantener todo ordenado de esta manera, a menos que fuera algo irreal. En los pocos casos de ser así y no ser irreal, es debido a que tiene algo que esconder. Como la escena de algún asesino que hace todo de manera que no sea sospechoso a simple vista, pero debajo de toda esa capa de amabilidad y orden esconden los secretos más perturbadores.
—De casualidad no tienea un cadáver escondido por aquí ¿verdad?—murmuro sólo lo suficiente alto para que el me escuche.
No es que esté dudando ni nada, sé que Asher no mataría ni un insecto.
—¿Cómo sabes?—costesto. Su voz sale lenta y ronca a la vez, como si se hubiese acabado de levantar de una larga siesta.
Sus palabras no consiguen inmutarme, permaneciendo en mi lugar giro a verlo con seriedad y añado:
—No es gracioso Asher.
Él suaviza su rostro y saca la lengua burlonamente como un niño pequeño.
—Tú y Aila estuvieron viendo muchas series, por eso estás así—comenta acercándoce, sus manos introducidas dentro de los bolsillos de su pantalón deportivo—ahora, ¿qué hacemos para pasar el tiempo?
—¿y quién te dijo que haríamos algo?—alzo un de mis cejas desafiante.
—Yo lo decidí, y así se hará—dijo con arrogancia, sonriendo con amplitud—además aún te queda tiempo para cenar—añadió.
Bueno siendo sincera no tenia nada mejor que hacer. Entonces sus últimas palabras llamaron mi atención.
—¿cenar?—pregunto sin comprender nada.
Él hace un extraño movimiento sin importancia, a la vez que busca algo entre sus cajones.
—Sí, mamá está preparando pasta italiana, es un plato exquisto y no es por alardear ni nada, pero le quedan riquísimos—relamió sus labios con detenimiento y sin evitarlo mi mirada calló en ellos, rápidamente levanté mi mirada y la centré en su cara.
—¿La señora Lea?—indago asombrada.
—Sí—Asher pasa por mi lado y toma asiento en su cama, tendida perfectamente con sábanas color azul—¿porqué te asombras? Te lo había comentado, sobre que ella te esperaba. Incluso estuvo todo el día hablando sobre eso, es así cuando se emociona—levantó su dedo señaládome de forma acusadora—Jamás, jamás, jamás de los jamases deja de hablar cuando está emocionada por algo.
También soy de esa manera cuando algo me causa emoción. Pero al contrario de la señora Lea, en mi caso son latidos indetenibles y constantes que amenazan con romper mi pecho de tantos, los nervios que avanzan conforme avanza el tiempo y mis pensamientos de dejar todo con tal de conservar la paz.
—Somos bastante semejantes en eso.
Sin intensión alguna, ya las palabras se encontraban deslizándose por mis labios con ligereza.
—No te imagino estando emocionado por algo, es más ¿¡siquiera te emocionas!?—alzó sus manos en el aire y luego las dejó caer con drama.
Ignoré sus palabras y volteé mis ojos con fastidio.
Las fotos colgadas en la pared llaman mi atención, desde la distancia que estoy no puedo verlas con nitidez, así que me acerco bajo la penetrante mirada de Asher. El se había paseado con más que libertad en mi habitación, no ha de haber problema con que de igual manera lo haga y de haberlo no ha de importarme menos. Los retratos fotográficos están alineados muy delicadamente en forma vertical de derecha a izquierda.
¡Primer año escolar, Felicidades!
Leo las siglas pertenecientes a lo que parece ser la primera graduación de Asher, en el cual se aprecia un niño con no más de siete años sonriendo con alegría, vestido con su respectivo uniforme escolar. Un pequeño broche dorado posa sobre su pequeña y azul camisa, con el nombre "Asher Miller" escrito él.
Así que su sonrisa de tonto ha estado ahí desde que era un simple mocoso que no sabia atarse ni las agujetas.
La foto tomada desde un ángulo complejo dándole mayor luminidad. Luego sigue otra foto de un niño un poco más alto, con el mismo broche, las mismas siglas, tomada en el mismo lugar y mismo ángulo que la anterior. Así continúa hasta llegar el sexto de primaria, donde hay una alteración en el orden y no hay más fotos tomadas hasta cuando ya el chiquillo tierno se vuelve la espiga desnutrida de Asher, estando en tercer año de secundaria.
—¿Porqué no hay fotos desde Sexto y vuelves aparecer estando ya en secundaria?—rompo el cómodo silencio que se había establecido entre nosotros al preguntar.
No pude evitar que mi curiosidad saliera a flote.
Curiosidad, curiosidad ¿curiosidad? Había olvidado la última vez que había sentido curiosidad o interés por algo y que implicara a un chico menos. Y es que me había convertido en un peso muerto que sólo respira desde que mamá murió, sólo me encerraba en mi habitación desde que llegaba a la casa, hacia mis deberes y sólo salía si era necesario comer, porque de no sentir hambre y mi estómago me pidiera a gritos que le diese calorías para poder seguir con vida, tampoco lo hacía sino que me quedaba encerrada hasta que tuviera la necesidad de comer.
Asher permaneció en silencio, por lo que lo encare en busca de respuestas.
Su cara seria, sin mostrar una pizca de diversión me recibió. Sus ojos se instalaron en los míos mirándome fríamente, un aura extraña se expandió por toda la habitación volviéndo pesado el respirar derrepente, como la sensación de estar en la montaña más alta en tiempo de invierno y la sensación de frío se instala en todo tu cuerpo haciendo casi imposible cada calada de aire. Siento que no estaba supuesta hacer dicha pregunta y al hacerlo, he cometido el peor de los pecados.
Sus labios se elevaron empleando una sonrisa, sentí alivio al pensar que sólo se trataba de una broma, sin embargo sus labios hicieron un movimiento extraño quedando sólo una de la comisura de ellos elevada. Pareciera que la estaba forzando y no lo conseguía, ya que su sonrisa se volvió una clase de tic nervioso, a tal punto de parecer macabro.
Realmente estaba aterrada, todo era demaciado extraño.
—No quiero hablar sobre eso—su tono fue neutro y frio, siendo complementado por un extraño sonido ronco, oscuro. Las venas de sus brazos se hicieron notar, al parecer ejercía fuerza en sus puños. Al igual que la vena de su cuello sobresale.
Su fría mirada no se apartaba de mí. Siento como mi pulso empieza a acelerarse por temor y mi respiración se vuelve lenta.
Juro que moriré si se sigue comportando así.
—¡Chicos a cenar!—la voz de la señora Lea se hizo precente anunciando y doy un respingo en mi lugar por lo repentino que resultó—si no bajan en cinco minutos, traeré un balde de agua. ¡están advertidos!
Dicho esto, sus pisadas resonaron desde el pasillo hasta ya no escucharse.
Por otro lado me acerqué a Asher y le tome de la mano, las cuales están igual o más frías que la otra vez. Cualquier pensamiento que hiciera el intento de detenerme, resonando que no debería hacerlo o que estoy siendo sensible otra vez, los disipe. Por alguna razón mi corazón se estrujó al verlo así, se veía tan afectado, tan débil, mi, para mi inofensiva pregunta pareció afectarle y aunque no se la razón trato de calmarlo.
—Tranquilo ¿sí?—dije casi susurrando, volviendo mi voz en un tono suave, ese que usaba cuando quería conseguir algo de papá. Su mano se aferra a la mía envolviéndola completamente con sus, a comparación de las mías, enormes manos. Su contacto es frío y firme—si no quieres decirlo, no hay ningún problema.
Ante mis palabras su rostro se suavisó, como si hubiese despertado de algún trance y derrepente lo comprendiera todo. Un suspiro abandonó sus labios, calmado, ligero y sonoro.
Pasó la mano que tenía libre por su cabello, peinándolo hacia atrás, cerrando sus ojos ante el contacto.
Al abrirlos ya no tenían ese destello de frialdad en ellos, había vuelto por completo en sí, o eso me obligo a creer.
Salimos de la habitación en silencio hasta que llegamos a la mesa para comer. Todo estaba acomodado de manera reluciente, los utensilios brillan ante la luz de lo limpio que están, un mantel celeste adorna toda de la mesa. El olor a pasta inundó mis fosas nasales desde el pasillo, ahora siendo más gratificante y certero, sin embargo ese olor estaba mezclado con otro rico aroma que sin duda disfrutaba, era lasaña y lo confirmo al verlo todo bien colocado sobre la mesa. La señora Lea se encuentra levemente inclinada hacia delante depositando un ultimo envase que no consigo identificar, guantes de cocina adornan en sus manos, los cuales se los retira al instante de colocar lo que sostenía en sus manos.
—¡Hola nena!—exclama en el presiso momento que sus ojos se posan en mí—he preparado pasta italiana, acompañada de una lasaña, espero que te guste. De casualidad no eres alérgica a nada de esto ¿cierto?—pregunta señalando lo que está en la mesa.
—No, Señora Lea.
Ella arrugó sus cejas.
—Por favor llámame Lea, nada de honoríficos. Y veo que están más unidos ustedes dos—Lea guiña su ojo derecho con picardía, posando su mirada entre Asher y yo.
Sin comprender su cambio, sigo su dirección encontrándome con nuestras manos entrelazadas, no me percaté en el hecho de que en ningún momento Asher y yo habíamos separado nuestras manos, lo había pasado por alto.
En un arrebato suelto su mano con velocidad, sintiendo vergüenza derepente.
—No le hagas caso Tía, ellos son una pareja de tórtolos enamorados, sólo que la femenina aún no lo quiere aceptar—intervino August, el cuál está sentado en una de las sillas de la mesa comiendo una manzana—aunque tarde o temprano terminará aceptándolo sin duda—concluye como si fuese un hecho dándole una gran mordida a la manzana que reposa entre sus dedos.
Traté de articular palabras en negación, pero mis cuerdas vocales se negaban a darme paso para hablar. Mi mente era un mar de aguas inentendibles, sentí mis mejillas colorecer, y ser recorridas por un minimalista sonrojo. Mi corazón se saltó un latido diferente a los demás, golpeando con fuerza mi pecho.
—Claro, tarde o temprano terminará callendo por mis encantos—Asher se posicionó frente a mí, con una amplia sonrisa mostrando sus dientes.
—Creo que aparte de una nueva amiga, pronto también tendré una cuñada—añade Aila uniéndoce a la conversación.
—Yo ya la considero una hija, desde que Asher no dejaba de contarnos sobre ella—gritó Lea sacando la cabeza desde la cocina.
—¡Mamá!—se alarmó Asher moviendo sus manos en el aire con desesperación.
El lugar fue llenado de risas incesantes de todos los presentes, a exepción de la mía, sus caras rojas de tando reír a tal punto de el oxígeno empezar a faltarles. De alguna forma todos tratan de emparejarme con Asher, y aseguran que tarde o temprano terminaré sintiendo algo por él, de una forma u otra.
Lo peor es que creo que ya está empezando a suceder.
Gracias por leer.
××CHOI××
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