Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝑪𝒂𝒏𝒊𝒃𝒂𝒍𝒊𝒔𝒎𝒐

Advertencias: Violencia típica del anime/manga.

Me voy a saltar todo lo de death apple, porque mucho texto (pero si se hace una leve mención posteriormente). Dato curioso, la verdadera Jane Austen padeció la enfermera de Addison.

De aquí ya valió reverenda verga, el primer capítulo de este fic es un fragmento de este capítulo.

Uno de los secretos profundos de la vida es que todo lo que realmente vale la pena hacer es lo que hacemos por los demás.
-Lewis Carrol

~•~

—Bueno, Bélgica resultó un buen escondite, pero estoy segura que la mayoría del crédito es para los perros— prácticamente devoraba su helado sentada viendo la vista desde su cuarto. Jane había decidido que lo mejor era alejarse del bajo mundo, claro con sus precauciones, se deshizo de muchas armas para evitar dejar siquiera el rastro de su existencia. Solo dos semanas pasaron pero su misión estaba en curso, estaba pendiente de cada movimiento de aquellos soldados, siendo honesta consigo misma, disfruto el enfrentamiento, le devolvió a un momento específico en la vida “Los recuerdos viven fuera del tiempo, no tienen ni principio, ni fin” palabras de Keiko, que en su momento le parecieron vagas, pero ese día tenían todo el sentido del mundo.

Llamaron a la puerta, era el servicio a la habitación, se hospedaba bajo un nombre falso, pues constantemente cambiaba de identidad, y le gustaba utilizar nombres lindos. Elinor, le costaba no reírse cuando alguien la llamaba así, era mejor que no escuchar nada, en sus ratos libres disfrutaba de postres, comidas y bebidas como cualquier turista, claro, me olvide que Jane seguía siendo una joven que disfrutaba del romance, quizá, ella misma se olvidó de eso. No sonreía como solía hacerlo, ponía esa expresión que utilizaba en las negociaciones con empresas fachada.

La última sonrisa sincera que plasmó en sus labios fue aquella noche en su departamento. 

Abrió la puerta y recibió el carrito de postres, posiblemente sería su última noche tranquila, o eso pensaba, si los cuatro perros la cazaban, quedaría sin escapatoria, lo verdaderamente preocupante era el infiltrado que mencionó Jōnō, ciertamente podría haber sido un engaño, pero si estaba tan decidido a matarla, seguramente no mentía—. Esto está muy mal…bueno, el siguiente paso es ir al Reino Unido, tal vez encuentre algo que me de otra pista.

La respuesta fue un silencio absoluto, mientras ella metía otro pastelillo a sus boca, de reojo fijó su mirada en cierto punto de la habitación—, ¿Que haría Dazai?, sus planes son buenos, aunque sea un maldito...ni hablar, soy una mala persona pero hasta para mí es difícil ser un demonio.

.
.
.

Al otro lado del mundo, cierto albino logró “capturar” a Fyodor, él mismo se ofreció para torturarlo, y descifrar sus planes después del incidente con Shibusawa, pero como bien se sabía, Ace siempre buscaba su beneficio, por sobre todas las cosas, el valor, amor, principios, eran cosas que no entraban en su vida diaria. Tan rápido como se enteró de los poderes que “poseía” el demonio, pensó que no estaría nada mal convertirlo en su guardaespaldas personal. Era un apostador empedernido, y siempre apostaría por su suerte.

Duró poco su alegría de ser superior a un demonio, pues nunca lo fue, sólo era una medio para llegar al verdadero objetivo, la lista de poderes que poseía la mafia. Fyodor tenía una mente retorcida, y difícil de explicar, pero siendo honesto, él mismo sintió pena de la página donde estaba anotado el poder de cierta muchacha de ojos color esmeralda, todas las cosas que se leían, sus planes, ideas cortas de Ace para someter a la chica, robándole todo, siendo otro peón. El demonio sonrió, eso le daba algunas ideas para usar a la jovencita, que claramente no estaba en Japón, pues de hacerlo, lo habría matado enseguida, o se hubieran conocido y sería mucho más difícil lograr su cometido.

—¿Te quieren esconder de mí?, El pequeño lirio de agua está jugando a las escondidas— sonrió mordiendo su uña, mientras uno de sus peones llegaba al barco para sacarlo—. Liberemos está tierra del pecado, comenzamos derramando la sangre de aquellos pecadores.

~•~

—No estoy de buen humor, veamos que tienen sobre los sabuesos— abrió la gran caja con informes clasificados, pasó de querer hacer las cosas sin lastimar a terceros, a solo querer hacerlo rápido, sin importar a quienes dañará. Eran daños colaterales que estaba dispuesta a pagar el día del juicio.

Revisó aquellos documentos, deteniéndose en uno que otro llamativo, memorizando palabra tras palabra, siempre fue menos astuta que Dazai, pero si podía seguirle el paso, y lo haría con una solución lista. La mejor arma de Jane que le faltaba al castaño, era ser una mujer, al ser siempre tan subestimada le garantizaba pasar desaparecida, y podría cometer un crimen tras otro sin ser siquiera señalada, ¿Cómo ocupaba su ventaja? Haciendo lo posible por ayudar a quienes amaba, porque en el fondo buscaba el perdón.

—Bueno, al menos tengo algo de dónde podrían estar —murmuró regresando las hojas a su lugar.

Salió del edificio quitándose el disfraz en un callejón cercano, necesitaba conseguir transporte sin documentación, así que caminó hasta el barrio más prometedor respecto a "pecadores". Le indicaron ir a cierta vivienda de F. D, quien presumían era el mejor contacto con algún transportista sucio. Al llegar vió de reojo a dos niñas jugando, parecían estar entre los nueve y doce años, les sonrió falsamente para que le regresaran el gesto.

—Pequeñas mierdas, esa perra me debe dinero— un tipo grande las llamó desde unos pasos atrás de la azabache—. Ustedes serán mis muñecas hasta que me regresé mi dinero...serán perras.

La joven de ojos verdes evitaba todo contacto con los niños, pero algo la hizo sentir la necesidad de mínimo noquear al tipo, y lo consiguió sin mucho esfuerzo—. No deberían jugar en la calle, largo.

Ambas niñas entraron a la casa donde Jane planeaba tocar, hizo una mueca y siguió su camino hasta la vivienda mejor arreglada de la zona. Al tocar fue atendida por una mujer, un poco más grande que ella, pero igualmente joven.

—¿Les ayudaste? —preguntó la mujer revisando de reojo a las menores.

—Digamos que tengo un hermano, odiaría que alguien lo intimidara— obviamente llevaba en cabello bajo una gorra y usaba lentes negros, que solo incomodaron más a la contraria. No usaba su collar para evitar el mal rato de ser robada.

—Pues gracias, la mayoría quiere joderte antes de que los robes —la otra alzó los brazos.

—Lo entiendo, si tus hijas no son rápidas, al menos que no se queden quietas, diles que griten si hace falta —buscó con la mirada a las menores dándoles una tímida sonrisa.

—Son mis hermanas, vamos, no me veo tan grande, ¿cierto? —su risa era una necesitada.

Necesito salir antes de esta semana, de preferencia a Filipinas— ignoró su pregunta, Jane no tenía tiempo que perder.

—¿No estás un poco lejos?— sirvió dos tazas de té bajo la mirada filosa de Austen—. Eso tardará semanas, y te harás un buen tiempo, ¿eres de Asia?. 

—Cuando me hablaron de ti, creí que de verdad eras una persona seria. Veo que solo se trata de otra persona que se esconde tras una gran reputación— se dió la vuelta, pero frente a ella apareció el hombre que había noqueado minutos atrás, él espectro sostenía un cuchillo.

—Tengo una jodida habilidad— sonrió ante la falta de asombro de Jane—. Ten cuidado, te matará.

—Es una ilusión, no es perfecta, pero es buena— clavó su vista en el suelo—. La sombra va en la dirección contraría.

—Oh, mierda— apretó sus puños por la vergüenza y así hizo desaparecer al cuerpo—. Se ve que eres jodidamente buena en esto, ¿tienes una?, claro, por algo buscas servicios del bajo mundo…

—No, no tengo una habilidad, pero conozco a gente que sí. El transporte más rápido es el que pagaré mejor.

—Vamos chica, siéntate mientras busco algo para ti— acomodó una silla mientras sus hermanos corrían por las escaleras al piso de arriba.

—¿Tienes más hermanos?— desvió la mirada en algunos cuadros donde había por lo menos siete niñas bien vestidas.

Somos diez, siete niñas y tres hombres. Lamentablemente una de mis hermanas murió por la enfermedad de Addison, y mis hermanos mayores, bueno, no eran las personas más honestas, por eso me hago cargo cómo puedo. Las mayores se casaron, otras están lejos de aquí…

—Tu familia siempre ha estado metida en cosas turbias —concluyó la inglesa—. Vendré en cuatro días, necesito que sea lo más rápido posible.

—¿Por qué tanta prisa?.

Estoy jugando a las escondidas.

~•~

Dos días pasaron y la mujer de ojos verdes aún se planteaba qué cosas encontraría en Filipinas, verdaderamente tenía miedo, no por morir, para ella estaba bien morir por las necesidades de su familia, pero no podía hacerlo, si un infiltrado estaba en Yokohama era su deber matarlo. Decidió dormir, con una extraña mueca en su cara, estaba tan perdida, y tuvo una pesadilla horrible, dónde alguien especial le decía lo mucho que la odiaba, pero no era del todo verdad ¿Cierto?, Quizá era el reflejo de su propia imagen de sí misma.

La azabache se levantó de un brinco, sudando. Se alistó como de costumbre para seguir con su viaje por Inglaterra, tal vez intentaría buscar algo más personal. No recordaba en qué momento se alejó tanto de casa. Jane guardó una hoja en su su mochila y preparó un té para desayunar.

Meditó sus siguientes movimientos, de escapar sola tendría a la torre del reloj tras sus pasos, en el pasado descubrió eran los villanos más falsos, y sospechaba que eran jodidamente entrometidos, debía esperar ayuda de un tercero, pero no significaba que estuviera más tranquila. El ruido de un teléfono la sacó de sus pensamientos, abrió los ojos y se dió una palmada suave para saber que estaba despierta. "Este teléfono sonará solo si es una situación de vida, o muerte"

Con tintes de miedo en su cara sacó el dispositivo de su mochila —¿Qué ocurre?— tragó en seco al escuchar otra voz.

—Señorita— era Hirotsu—. El demonio atacó la ciudad.

—¿Dónde está Mori-san?— rápidamente juntó sus cosas para ir al baño.

—El jefe está siendo trasladado a la bóveda de la mafia— al igual que ella era un manojo de nervios—. Fue envenenado por una habilidad, al igual que Fukuzawa-dono.

—Mierda— apretó los dientes mientras abría la ventana del baño—. Regresaré, pero puede que tarde unos días.

—La agencia de detectives está peleando, si matan al jefe su líder se salvará— suspiró frustrado—. Hacemos lo posible para protegerlo, pero debemos estar preparados para todo.

La joven saltó al callejón de enfrente haciendo uso de su habilidad para salir ilesa. Probablemente su vida estaba en peligro. Tocaba la joya en su cuello, trataba de pasar desapercibida entre la multitud—. No morirá.

—Si lo hace, usted es la segunda al mando— por un poco de interferencia le costó entender lo que decía—. ¿Cuáles serán sus órdenes si eso pasa?.

La menor estiró la mano a un taxi, al estar dentro pudo dedicarle más atención—. Que tontería, no soy la segunda al mando. Pero si llegara a pasar,  no destruyan la ciudad que tanto ama, pero no será necesario, todo depende de la forma en la que muera. Si la agencia tiene algo que ver, cazarlos será la orden del día.

—Señorita— volvió a insistir—. La organización puede disolverse después de hoy.

—Tengo un plan— dejó de jugar con su collar—. Sigue mis instrucciones. Consigue una sardina seca, y busca a un gato de manchas, Natsume-sensei no es capaz de abandonar Yokohama.

—No es momento de bromas— el anciano estaba verdaderamente asustado—. Un gato no salvará a la mafia.

—Es muy listo, parece que nos entiende— miró la ventana y como se alejaba del edificio donde antes estaba durmiendo—. Dile que Jane Austen le pide un favor.

—¿De verdad?— parecía poco convencido—. El ejecutivo Nakahara Chuuya hace todo lo que puede para contener la situación, pero no parece que...

—Al igual que Natsume-sensei no puede dejar Yokohama, yo no puedo dejar a Chuuya —soltó un gemido lamentable—. Haz lo que te digo, matar a Fukuzawa-san es una opción, pero si es una condición solo beneficia a el enemigo. Habla con el gato, y házle saber que la ciudad se quemará si no interviene. Tratalo con respeto, por favor.

El sonido de una explosión la hizo girar, el lote de edificios cercanos al hotel donde se hospedaba se derrumbaron, uno tras otro caía y con eso muchas personas morían. Sus ojos perdieron el brillo mientras el taxi frenaba, toda la nación estaba consternada.

—¿Podría tomar un atajo?— preguntó tapando la bocina del celular por un breve momento—. Hirotsu, estoy segura que sabes lo peligroso que es respirar ahora, pase lo que pase, no dejes que Nakahara use la corrupción, de ser posible, que él cuide el puesto del jefe por ahora.

—Si algo le pasa a usted…no podríamos con tantas tragedias.

—No, por el momento no hablemos de eso, solo quiero volver a ustedes —lo interrumpió rápidamente.

—Una cosa más, Dazai-san está hospitalizado.

—¿Qué?— su cara se puso roja, y empezó a sudar—. ¡¿Dónde está?!

—Con los detectives, él pertenece a la agencia.

Suspiró tratando de regular su respiración—. Estamos seguros que él ideara un plan, de momento, protege a Mori-san. Si quiere morir, que lo haga lejos de ustedes. No puedo creer que esté en la agencia, lo golpeare tan duro que preferirá estar bajo tierra —colgó y le pidió al taxista que se detuviera cerca de un callejón—. ¿Cuánto te pagaron por tratar de matarme?.

—¿Cómo dice?— el hombre apretó el volante.

—Los taxis no se detienen por arte de magia, no es una película, eres estúpido por no fingir sorpresa cuando explotaron los edificios.

—Tengo una hija…por favor, yo no quería— el sonido de una bala atravesó su sien, Jane se estiró para poner la pistola en su oreja.

—No puedo fiarme de nadie— salió del vehículo fingiendo que se trató de un asalto, corrió lo más rápido que pudo para llegar con su única opción de momento.

La puerta estaba entreabierta, se asomó encontrando al hombre que noqueó días atrás, la niña más alta trataba de golpearlo, pero fácilmente fue patada, al ver mejor sus manos, estaba ahorcando a la chica F.D, la azabache no tenía mucho tiempo que perder. Se acercó lentamente hasta el más alto planeaba cortar su cuello, pero las niñas seguían llorando.

—Tapen sus ojos, no vayan a ver por ningún motivo— sonrió mientras su oponente soltaba a la mujer para tratar de patearla, pero se detuvo centímetros antes.

—¿Qué demonios?— la castaña vió todo en cámara lenta, como la mano de Jane se acercaba a su abdomen, y este se deformaba hasta quedar como recortes de carne.

—Llevalas al baño— sentenció mientras acomodaba su collar—. Yo sacaré el cuerpo...

—¡Niñas, corran arriba!— se acercó a la barra buscando un cuchillo y cuando lo encontró le apuntó a Jane—. ¡Ahora, y no salgan!.

—¿Qué?— Jane no entendía lo que pasaba.

—¿Tú eres el zafiro de la mafia?— se aseguró de que sus hermanas corrieran sin mirar atrás.

—¿Cómo me llamaste?— frunció el ceño.

—Mis hermanos…ellos fueron asesinados por una mujer cómo tú, con un zafiro, y ese poder— apretó el mango del arma apunto de llorar—. Por favor, no seas ella…

—Con razón me parecías parecida. Las serpientes era la organización de tus hermanos ¿Verdad?.

Los ojos chocolates se abrieron aún más, de un momento a otro ya estaba en el suelo, buscando respirar otra vez—. Ellos…Lew…

—Skeffington…claro, tus hermanos eran los gangsters de Hirosaki— sus palmas se pusieron rojas mientras esperaba el primer golpe—. Tienes derecho a tratar de matarme.

—¿Por qué?— dudo en preguntar—. ¿Por qué lo hiciste?.

—Amenazaron a mi familia, no tenía opción, Lewis tenía intenciones de torturarme—se justificó.

—¿Entonces fue por eso?— las lágrimas parecían no tener fin—. Los mataste por el cariño de tu familia.

—No me arrepiento de hacerlo por mis seres amados, pero tampoco puedo olvidar sus muertes, de nadie en realidad. Lewis era extraño, pero Skeffington no fue tan malo conmigo…debo admitir que no eran santos, pero no busco tu comprensión, ni perdón.

—Ahora que salvaste a mis hermanas, es más difícil odiarte, dame algo para hacerlo, por favor— negó mientras se arrastraba—. Dime qué fue personal, por un capricho.

—No, solo una vez maté por venganza, tus hermanos están fuera de eso. Si te sirve, no tenía idea que eran familiares, de hacerlo, jamás las habría visitado.

—No lo hace, pero tengo derecho a odiarte ¿Cierto? —sollozó la mayor.

—Si, puedes odiarme— caminó hasta ella, le arrebató el cuchillo, una vez estuvo más tranquila le ayudó a ponerse de pie—. Entonces hasta luego.

Ahora que sabía la verdad, no era tan fácil matarla, simplemente la dejaría noqueada para buscar un nuevo transporte, quizá se arriesgaría a ser vista por la torre del reloj.

—Mi contacto tiene listo tu transporte, te dejará un poco cerca, va para China— limpió sus lágrimas y señaló unos documentos en la mesa—. Quiero mi pago.

—¿Segura?— buscó en su mochila un poco de dinero—. No tienes que hacerlo.

—Yo no mato, ni venganza, nunca lo he hecho, y no lo haré, mis hermanos querían que fuera feliz. No soy una mierda como tú, somos mejores, por más que asesines, no mereces amor de nadie. No eres una persona con corazón que pueda amar.

La azabache no podía responder, no tenía autoridad, sólo asintió y salió por la puerta—. Cuida de tus hermanas, no dejes que idiotas cómo estos las lastimen —se detuvo un segundo—. Diles que hagan lo que quieran, no lo que los hombres les permitan.

Revisó la dirección en la página, si era una trampa no importaba, de todas formas, ya estaba jodida y siendo buscada por las ratas. Solo podía hacer algo antes de irse. Encontró a un niño no mayor de diez años, y le dió un poco de dinero junto a un explosivo—. Diles que te los dió un hombre de trenza, vestido de payaso, y tira eso enfrente de una plaza. Haz que las personas te vean, grita muy fuerte...y después de hacerlo no mires atrás, compra comida y ropa.

—¿Por qué?— asintió dudoso.

Jane se inclinó y le dió un abrazo—. Hazlo por mí, somos amigos —una vez lo alejó puso su dedo índice en la nariz pecosa—. Cuídate mucho y vive feliz.

—Está bien, señora— más alegre que antes siguió su camino.

Jane era eso, una manipuladora, sabía que un poco de afecto en el momento correcto podría volver dóciles a las personas, no estaba orgullosa, pero al menos comprobaría su teoría. Caminó hasta el puerto, dónde ya estaba listo un bote, este sería solo el medio a otro, y después tenían pensado usar una avioneta—. Vas para China ¿cierto?

—Vaya, el maldito de Mark estará celoso al enterarse de la belleza que transporto— se lamió los labios—. Te dejaré cerca de Manila.

—No, hay un cambio de planes, ¿Puedes acercarme a Japón?— descaradamente pasó su mano por debajo de su pecho fingiendo molestia.

—No, cielito, pero puedo conectarme con alguien— sonrió mientras la ayudaba a subirse al bote—. Tómalo como un favor.

—No existe algo así, te pagaré, con dinero— sonrió abrazando su maleta—. Soy alguien débil, pero no trates de violarme, o te mataré si lo intentas.

—Jamás lo haría— subió junto a ella.

—Ya lo pensaste, si quieres mantener tu cabeza, saca esas ideas.

Estás precioso, hijo de la guayaba.

Fragmento perdido.

Por favor, la señorita Jane solicita su ayudase inclinó con una sardina frente a un gato de manchas naranjas, grises con algunas blancas—. Se lo ruego.

El minino sostuvo lo que le dió, y se alejó caminando tranquilamente, mientras el hombre sacaba más sardinas para alimentar a los gatos antes de volver a la bóveda, para enterarse que Mori Ōgai había dejado las instalaciones. Aquel gato de manchas curiosas visitó a la persona que cuidaba desde hace unos minutos, lo hizo meter la memoria dentro de la sardina, y avanzó camino al hospital dónde salía de una cirugía cierto castaño.

—¿Qué haría él?— miró a la ventana encontrando al gato de ojos juzgones sostener la sardina, casi suelta una risa ahí mismo—. ¿Una sardina?, Jane, eres simplemente maravillosa.

.
.
.

—¡De dónde salen tantos!— gritó el pelinaranja pateando a otro oponente, su gravedad no servía.

Bueno, esto no debe ser difícil para mí, pero esperaré un poco, no quiero ser tan presumido— el de ojos verdes cruzó las manos por detrás de su nuca—. Debo cuidar que tardes más tiempo en salir.

—Cuando acabe con esta basura, sigues tú— señaló al de vestimentas cafés, seguido de eso, pateó a la persona con el cuchillo.

Eres tonto, hasta un niño ya sabría quiénes son los culpables. Con razón no le puedes ganar a Dazai.

Tomó el cuchillo de su atacante, y giró a verlo—. Tienes mucha prisa por morir.

—No eres tan intimidante— se giró para seguir su camino por el mundo del libro ~Bueno, la señorita mafia ya está al tanto~.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro