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A veces, cuando la brisa cálida de la tarde acaricia el rostro de Roier, cierra los ojos y se deja llevar por el sonido del viento entre los árboles. El mundo sigue girando, pero en ese pequeño rincón de México, finalmente ha encontrado su lugar.
La vida que siempre soñó, la vida tranquila, la vida que merecían... ahora la tiene.
Recuerda el día en que Cellbit y él lograron encontrar a Richarlysson, después de todo lo que sucedió, después de todo lo que perdieron. Lo trajeron con ellos, a ese pueblo que vio crecer a Roier, donde las calles están llenas de historias y recuerdos, pero donde también se puede empezar de nuevo.
Nadie allí los juzga, nadie tiene más que ofrecer que su simple existencia, y eso es todo lo que necesitaban.
Y la panadería... ese lugar se ha convertido en su hogar, más allá de los panes que hornean todos los días. Es su obra, su salvación, su refugio. Cellbit y Roier trabajan codo a codo, entre risas, harina y café.
Cuando Roier lo mira, aún le cuesta creer que todo lo que vivió, todo lo que sufrió, lo haya traído hasta aquí, a este pequeño mundo donde finalmente son felices, donde no tienen que temer por lo que hicieron o dejaron de hacer.
El dinero que Cellbit robó de Spreen les dio la estabilidad que, aunque nacida de algo oscuro, les permitió levantar algo bueno. No tenía idea de que, al final, esa acción terminaría siendo el sostén de su nueva vida.
Y ahí están, juntos, creando lo que siempre soñaron: un futuro sin miedos, sin ataduras.
El sol comienza a ocultarse, y ahí, en ese porche que mira hacia el valle, Bobby juega con la masa en la mesa. Es un niño curioso y lleno de vida, el que siempre quiso Roier, el que siempre soñó.
Lo adoptaron no solo por amor, sino porque necesitaban darle un hogar, un lugar donde crecer. Y eso es lo que han hecho: construir un hogar para él, para ellos, para todos.
—¿Te imaginas? —pregunta Roier a Cellbit mientras llega a su lado, cargando una cesta con panes recién horneados—. Todo lo que queríamos, lo tenemos. Un lugar para vivir, una familia... y cada día junto a ti.
Cellbit lo mira con esos ojos llenos de amor, esos ojos que ya no se apagan por nada. Lo toma de la mano y sonríe, como si la pregunta de Roier no necesitara respuesta.
—Lo logramos, Roier. Al fin, logramos lo que siempre soñamos.
Es cierto. Lo lograron. Sin tener que huir de nada, sin tener que esconderse. Al final, encontraron lo que tanto buscaban: paz. La paz que Roier había perdido tanto tiempo atrás, que creyó imposible de encontrar.
La paz que solo existe cuando dejas ir las sombras y te entregas al amor de quienes realmente importan.
Las voces en su cabeza, esas que lo torturaron durante tanto tiempo, ya no están. Han desaparecido, como si nunca hubieran existido. Y aunque le cuesta creerlo, sabe que es verdad.
La tranquilidad que siente es real, como si finalmente el universo hubiera hecho las paces con él.
Pero hay algo que sigue en la mente de Roier: Luzu. La noticia de su encarcelamiento, por haber formado parte indirecta del plan de Wilbur y Quackity, lo había dejado con una sensación amarga.
Luzu, su amigo, su doctor, ahora tras las rejas. ¿Qué habría sido de él si hubiera tomado otro camino? No había respuestas, solo una tristeza que se sumaba al pasado que intentaba dejar atrás.
Su panadería es ahora el corazón de ese lugar, un símbolo de su reconstrucción, de su fuerza para seguir adelante. La gente de allí viene, los conoce, los acepta, y se lleva algo más que pan: llevan una parte de ellos.
Mientras el tiempo sigue su curso, mientras siguen en su rutina, Roier no puede evitar sonreír. Porque sabe que, al fin, son una familia. No la que esperaban, pero sí la que necesitaban. Y
cada vez que se siente junto a Cellbit, mirando a Bobby jugar con Richarlysson, siente que el pasado, aunque doloroso, fue necesario para llegar hasta allí.
Un día, mirando el horizonte, pensó que tal vez esta es la última batalla que ha librado, la última guerra que ha tenido que ganar. Porque lo que más importa, lo que finalmente encontró, no es el amor en sí mismo, ni la justicia que alguna vez buscó.
Es la paz. Y esa paz está ahí, con ellos.
Con su familia.
Y esa es la victoria que nunca supo que necesitaba.
El fin.
Alamadre, tengo un buen de sentimientos encontrados. Estuvo fuerte llegar hasta acá la verdad.
Les agradezco todo este año donde me acompañaron a lo largo de esta historia, ¡feliz navidad a todxs! Este es mi regalo de navidad para ustedes, el por fin concluir esta historia.
Creo que ningún cabo suelto se me va, y sí si, pues ya lo aclararé en mi nota final que ando escribiendo.
Para mí, terminar "Secreto de un matrimonio", representa algo más que un fanfic. Representa el darle un buen final a una historia que yo creé, donde mis personajes sintieron, sufrieron y se hicieron participes para formar una de mis mejores historias hasta la fecha. La neta hasta yo misma sufrí escribiendo esta historia jaja.
Estoy feliz de poder compartir con ustedes este pedazo de mi vida, porque si, mis historias son parte de mi. Les agradezco con el corazón cada idea que me dieron, cada comentario y cada voto, porque sin ustedes, nada de esto hubiera tenido sentido.
Parte de mi identidad representa el crear historias fumadas como esta, escuchar canciones de mis bandas favoritas para cocinar los episodios y emocionarme por cada vez que una historia mía crece en la plataforma.
Y bueno, ya llegamos al final por fin, incluso cuando creí que jamás terminaría esta historia.
Uffff, que fuerte wey.
Pero bueno, solo me queda una cosa más que decirles.
¡Nos vemos en la siguiente!
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