3
Quería pensar por lo menos que se encontraba en su hogar y que estaba seguro. Se mentía a sí mismo diciéndose que esta era su nueva casa, que si no se sentía cómodo podía salir en cualquier momento y distraerse, aún cuando realmente no era así.
Había pasado un poco de tiempo luego de la disputa que tuvo con Cellbit en el carro, sin embargo, el sentimiento de terror seguía constantemente con él. Sabía bien que ese sentir no iría a ninguna parte en el futuro cercano, mucho menos cuando constantemente le tocaba convivir con el brasileño, inclusive teniendo qué dormir a su lado.
Para su mala fortuna eso sería el resto de su vida... Si es que seguía vivo para ese momento.
Ya no sabía ni qué esperar del loco que se hacía llamar su esposo al pasar de esos días, tras fingir una luna de miel, involucrarse en un matrimonio falso y oír historias que no sabía si creer.
En el transcurso de esos días lo único que sabía y que tenía realmente claro de Cellbit era el odio profundo que le predicaba a Spreen. ¿El por qué de ese odio? Bueno, por lo que quiere seguir creyendo, tal parece ser que Spreen también estuvo en la misma prisión que Cellbit.
Fue realmente sorprendente el enterarse de esa noticia, ya qué, su exnovio jamás le había comentado ni de cerca nada de esa faceta o de sus crímenes. Era como conocer a alguien de nuevo, el romper la imagen que ya tenías de esa persona y enterarte de sucios secretos que preferirías no haber escuchado.
La peor parte de aquello es no saber si creerle a la persona que te cuenta todos esos secretos.
¿Cómo podía creerle a alguien que ya ni siquiera conocía?
Pero, aún cuando estaba dudoso de él, estaba dispuesto a escuchar desde que Spreen había asesinado al mejor amigo de Cellbit hasta que Spreen traicionó al brasileño cuando más lo necesitaba... No sonaba a algo que la persona que solía ser su novio pudiera hacer, sin embargo, tras observar ligeramente las profundas cicatrices sobre la piel de Cellbit, comenzó a dudar todo lo que ya conocía.
Para ser honesto, Spreen tenía algunas cosas malas, sin embargo, no era tan malo como para cometer todo lo que escuchó. Al menos, eso quería creer, no importaba si Cellbit le dijera que era un ciego por no darse cuenta.
Así fuera quinientas veces que lo repitiera, no podía terminar de creerle.
¿Spreen? ¿Un criminal y una mala persona? No.
Él no podía ser la horrible persona que tantas veces su esposo le decía hasta el cansancio. Puede ser que en el pasado, cuando estaba en una mala racha con el pelinegro, este lo haya golpeado accidentalmente y hablado un poco mal, pero eventualmente siempre volvían a la normalidad porque era natural pelearte con tu novio.
Todos esos golpes, gritos y peleas que se mantenían en su memoria de vez en cuando, no significaban nada comparado con el temor que le había hecho sentir el brasileño. Quién, a pesar de no haberlo golpeado ninguna vez, no lo convertía en alguien mejor.
Así que esto solo podía ser de una forma; la palabra de Cellbit contra la suya.
—Guapito.
La suave voz del castaño le habló desde el marco de la puerta haciendo que brinque del susto. Fue tan repentino que su corazón se alocó a pesar de no haber hecho nada malo ni haber dicho nada.
Simplemente estaba ahí, existiendo, debatiendo consigo mismo.
—Ven, te hace falta un baño.—mencionó el brasileño, tratando de ocultar sus risas y fingir normalidad ante el susto.
—Me puedo bañar solo.—seco y directo le respondió.
—... Si, lo sé.—aquella respuesta apagó el aparente buen humor de Cellbit.— Pero te preparé el baño justo ahora.
Un suspiro salió discretamente del mexicano antes de que decidiera ponerse de pie y caminar muy lentamente en dirección del más alto. No sé sentía ni con el ánimo de bañarse o hablar, no obstante, no tenía muchas opciones dentro de ese confinamiento que no incluyeran toparse con el brasileño.
Así, ambos se dirigieron al baño con un extraño silencio y un incómodo sentir.
Roier apenas volteó a ver al de orbes azules, le pidió en silencio que saliera del baño para poder desvestirse, pero, aquello parece que no fue captado por el contrario.
—¿Qué? Ya te he visto antes así.—respondió el más alto.
—Cuando eramos amigos.—reclamó Roier más disgustado que antes.— Ahora ni siquiera sé quién eres y ya planeas que tenga otra vez la confianza que solía tener contigo.
Tenía algunos sentimientos mezclados en ese momento, todos apretados en su pecho, juntando ligeras lágrimas sobre los extremos de sus ojos. Por más que sintiera esa repulsión, ese enojo, esa incomodidad y ese pavor por el ajeno, no podía evitar recordar los buenos momentos que ambos habían vivido.
Entre más lo recordaba, más mal le hacía pensar como habían llegado a ese punto.
Cuando veía los cambios de humor del ajeno, la forma en cómo se molestaba con él por no hacer lo que le ordenaba, o la manera en que le amenazaba al provocarlo, a veces, su mente le volvía a jugar en contra. Viera por donde fuera, sabía que estaba viendo a Cellbit, ese amigo que solía conocer, qué no ha cambiado, o en su defecto, qué él sigue siendo la misma "buena" persona que le estaba haciendo todo eso.
¿Cómo podía borrar recuerdos de todo un año?
—No hagas esto más difícil, Roier.
De mala gana comenzó a desvestirse frente al ajeno, quitando prenda por prenda hasta que la humedad del ambiente acarició su piel y el agua lo abrazó por completo tras meterse en la tina. Ninguno mencionó nada por breves momentos, solo hasta que Cellbit volvió a hablarle.
—Eres precioso.
Sus propios brazos por instinto lo abrazaron, buscando protegerse, cubrir inútilmente la piel que desde hace un tiempo el contrario había observado. Ese comentario anteriormente lo hubiera hecho sonrojar, pero, ahora solo lo hace sentirse completamente asqueroso.
—No eres él.—respondió bruscamente el castaño.
—No necesito ser él para decirlo.—respondió el más alto mientras se acercaba a la tina.— De todas formas, él jamás te dijo algo así.
—¡Cállate!—le gritó el de baja estatura, apretando más su propia piel, reprimiendo el llanto que estaba a punto de salir.— ¡¿Tú que mierda vas a saber?!
La mano ajena tocó ligeramente su hombro, buscando tomarlo de una forma en la que él no permitía, rápidamente proporcionando unos buenos golpes para alejar a Cellbit lejos de él y de la tina. Ambos forcejearon por unos instantes, mismos que parecieron una eternidad, culminando en la derrota del mexicano ante su visión nublada debido a las lágrimas.
—Sé lo que tú sabes.—le habló su esposo tratando de relajarlo, de querer abrazarlo en el proceso.— ¿Es acaso qué no recuerdas todas esas veces donde llegaste a mi con heridas? Él no te amaba, Roier.
Pensar lo que le decía el brasileño era una cosa, sin embargo, escucharlo sin ningún tipo de tapujo era más que eso. Era volver a abrir una cicatriz, una qué en realidad, jamás había cerrado por completo.
Dolía aceptar algo que siempre supo desde el inicio.
—Él nunca se preocupó por las lágrimas, la sangre y esas conversaciones que tuvimos en la madrugada.—mencionó Cellbit.— Yo sé que nos escuchaba, sé que lo hacía, e incluso así, jamás hizo nada al respecto.
—No... N-No es cierto.—la voz del mexicano se rompía entre más se esforzaba por callar los hipidos.— Él hubiera hecho algo si nos hubiera oído, ¡yo lo sé!
Cellbit tomó su rostro entre sus manos, acariciando sus mejillas con suavidad, limpiando sus lágrimas. Se sentía sumamente frágil, pudiendo romperse en cualquier segundo y aún así el contrario no lo soltaba.
Nunca lo había soltado.
No importaba qué tan roto estuviera. Ni cuántas cicatrices hubieran en su piel al día siguiente, ni el llanto en la madrugada, ni que tantos abrazos quisiera, él siempre había estado ahí.
—Él nos escuchó en la cabaña.—le confirmó su esposo.
A pesar de la cálida agua acariciando su piel, ésta no era suficiente para hacerlo sentir cómodo sobre esa bañera, ni siquiera para ayudarlo a desentumecer las articulaciones qué reaccionaban tras la noticia.
Los momentos, las palabras y el confort pasaron a segundo plano en su mente. Podría responder, rezongar o protestar, no obstante, se hallaba paralizado; no solo por las emociones en conjunto, si no, por las luces policíacas qué se asomaban por la ventana del baño.
"él no te amó como yo lo hago" casi le pongo, KKWNNWN. Nambre, mendigo Cellbit manipulador y ventajoso.
Espero que no hayan problemas con los guiones, AAAA-
No ando actualizando desde la compu. Ya me di cuenta que en la compu si se guardan los guiones largos, pipipi...
PERO HEY, OIGAN.
¿De dónde salió tanta gente? De la nada salieron como 300 personas a leer, luego algunas a comentarme y otras a votar. Hasta me dio miedo meterme a Wattpad, Y PUUUM, más gente aquí metida en el fanfic.
Aunque me alegra, ¿les está gustando cómo va todo? De poco a poco les voy explicando todo y así. Analicen todo lo que hay en los caps pq son recursos qué utilizaré más tarde.
Como tal solo recuerden esto: Roier y Cellbit tienen un año de conocerse, ambos fueron amigos. Tanto Cellbit como Roier estuvieron en la misma cabaña qué Spreen antes, durante y después de su muerte, esto debido a que esos tres eran "amigos", por lo cuál esto hace más sentido cuando Cellbit dice que Spreen los escuchó teniendo una conversación.
Eso último era muy habitual, ahí nomas para que lo tengan en cuenta.
¡En fin! Nos vemos después.
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