28
—Prefiero pudrirme toda mi vida en prisión antes de separarme de Roier.
Aquella respuesta no le gustó para nada a Quackity. Observó como frunció sus labios en señal de disgusto.
—Eres un puto egoísta de mierda.—le insultó el abogado.— ¿Quieres estar con él a pesar de lo que le hiciste? Terminó en el hospital por tu culpa.
Abrió ligeramente sus ojos con sorpresa.
¿De qué carajos estaba hablando?
—¿No lo sabías?—preguntó con provocación el pelinegro ante su reacción.— Tuvo un ataque muy fuerte de paranoia, hablaba solo, perdió el sentido de la realidad y no dejaba de llorar mencionando tu nombre... Casi se mata él mismo, Luzu tuvo que ir de emergencia a la casa.
El abogado lo tomó de la camisa, jalando hasta acercalo más, cara a cara. Podía observar la furia en sus ojos.
Pero aún no terminaba de comprender.
¿Por qué se enojaba tanto si después de todo él parecía odiar a Roier?
—Roier no te importa ni una mierda.
—Parece que a ti menos.
—¡Eres un-!
La puerta de la oficina se abrió. Ambos se quedaron helados.
Roier había hecho acto de presencia.
—¿Se puede saber de qué mierda hablan?
Sus ojos por necesidad buscaron los oscuros ojos de su esposo. Fue algo tan mínimo y pequeño, pero suficiente para calmar su agitado corazón.
Tener el privilegio de mirar al mexicano era suficiente para acabar con cualquier problema.
No importaba si eran cinco segundos o una hora; aquello siempre lo haría sentir mejor. A pesar de que su esposo se miraba tan mal, no podía evitar pensar que en todas sus facetas era hermoso...
¿Por qué el maldito bastardo de Quackity tenía que arruinar todo?
No bastaba con Spreen, ahora su maldito perro faldero estaba detrás.
—¡Roier!—lo llamó con angustia Quackity.— ¡Lo intenté detener de buscarte!
Sus cejas se fruncieron con molestia cuando el pelinegro apretó con más fuerza su camisa.
Era una advertencia.
Sus ojos volvieron a observar al abogado.
—¿Quién te pidió eso?—preguntó el castaño tajante.
El más bajo se quedó estupefacto.
No pudo evitar sonreír ligeramente por la respuesta.
—Para empezar quitale las manos de encima.—pidió Roier mientras se tallaba los ojos con frustración. Estaban tan hinchados y rojos qué era muy difícil no notar que estuvo llorando.— Necesito hablar con él.
De mala gana Quackity apartó las manos de su camisa.
Tan rápido como pudo se apartó de él, dirigiéndose con rapidez a Roier. Sin embargo, antes de poder entrar a la oficina, el contrario lo detuvo.
Él le dio una rápida mirada sin decir nada como si lo estuviera analizando. Aquello lo hizo cuestionarse si algo más estaba pasando.
—A solas.—mencionó el mexicano en voz alta.— Necesito hablar a solas.
Los ojos oscuros de su esposo se movieron a su rabillo, mirando la oficina.
Y como si fuera magia Luzu se hizo notar.
—¿Estás seguro?—fue lo único que preguntó Luzu.
El castaño asintió y su doctor le dio una mirada insegura.
—Sí.—breve respondió antes de guiar a su esposo a la oficina.
Una vez ambos terminaron dentro, pensó un millón de cosas que tenía que decirle y aun así nada salía de sus labios. Se había quedado tenso en su lugar cuando Roier lo miraba de esa forma tan... Fría.
—Ellos ya lo saben.—el primero en romper el hielo fue el mexicano.
Suspiró con frustración, escuchando atento a lo que tuviera que decir.
—¿Qué harás al respecto?—le preguntó.
—¿Yo? Mejor dicho nosotros.—corrigió.— Estamos juntos, Roier.
—No.—murmuró el mexicano.— Estás tú solo en esto.
Esa simple oración bastó para experimentar el mismo dolor de hace semanas atrás.
Todo le cayó como un balde de agua helada.
—Roier.—lo llamó en una súplica lastimera.
—Estoy harto qué todos me usen como su marioneta.—le interrumpió el mexicano.— Luzu, Quackity y tú. Todos quieren que yo tome una postura como si fuera el culpable.
Permaneció callado.
—Voy a estar contigo en el juicio.—prosiguió.— Pero sé que a mí no me harán nada, me lo ha dejado bien en claro Luzu.
Sorprendido se acercó nuevamente a Roier. Intentó tomarlo de los hombros, pero él se alejó.
—¿Luzu? ¿Qué te ha dicho?—le cuestionó con confusión.
—Él...—desvió la mirada mientras buscaba las palabras.— Él me dijo que tienen pruebas suficientes para encarcelarte, qué ellos saben que yo soy una víctima más tuya y que me ayudarán a ser libre de ti.
Sus manos temblaron.
—No.
Intentó volver a tomar a su esposo de los hombros. Sin embargo, él seguía alejándose más y más.
Llegó un punto donde no pudo evitar comenzar a reír por lo absurdo de la situación.
Al inicio creyó que era una broma y siguió riendo, pero, pronto las risas se convirtieron en lágrimas.
—¡Roier! ¡¿Qué fue lo que en verdad te dijo ese desgraciado?!—demandó.— ¡¿Qué metió a tu cerebro?!
No hubo respuesta.
—¡Respondeme!—exclamó con desesperación.— ¡¿Qué carajos te dijo para que hayas dejado de amarme de un día para otro?!
Otra fría mirada fue lo que recibió.
Simplemente no podía creer la reacción de su esposo ante sus demandas.
No pudo soportarlo más.
Su cuerpo se derrumbó en el suelo con lentitud.
—¿Fue por mí? ¿Hice algo?—volvió a insistir sin éxito. Cuando no hubo respuesta nuevamente siguió llorando.— Roier, respondeme...
Le rogó y suplicó en el suelo. Pronto comenzó a arrastrarse hacia él.
Al llegar frente a los pies de su amado, se inclinó lo suficiente para que su frente terminará sobre los zapatos ajenos. No obstante, no hubo un movimiento por parte de Roier.
El silencio reinaba la habitación, al menos, por parte del mexicano.
Los lamentos de Cellbit se hacían más fuertes.
—Tú sabes bien lo que hiciste, Cellbit.—fue la única respuesta que recibió de su esposo.
De la desesperación había pasado al llanto, y del llanto, a la rabia.
Se impulsó con sus manos del suelo. Con agresividad tomó los hombros del mexicano y apretó, agitando su cuerpo.
—¡DIME COMO ARREGLARLO!—le gritó con su voz rota.
Sin embargo, observó algo que temía.
Un sentimiento bien conocido dentro de los ojos contrarios.
Miedo.
El mismo miedo que él experimentó al estar en prisión.
No era ese miedo del inicio. Sabía bien que ese miedo inicial se apagó una vez volvió a recuperar su confianza.
Pero, esta vez, parecía haber roto algo más fuerte que la confianza.
Algo tan profundo qué ni siquiera podría explicarse con palabras.
—¡Es que eres igual que él!—exclamó el mexicano.
Con todas sus fuerzas lo empujó para atrás, y, cuando tuvo suficiente espacio señaló a una esquina de la habitación. Con ese nuevo miedo instalado en su ser, Roier se abrazó a sí mismo, comenzando a llorar.
Pegó su espalda a la pared hasta tocar suelo.
—Eres igual, eres igual, eres igual...—susurró repetidas veces sin dejar de llorar.
Con rapidez observó por el rabillo del ojo lo que estaba señalando Roier.
Nada.
No había absolutamente nada.
La angustia no dejaba su pecho, dificultando el poder respirar.
—¿Por qué insistes con lo mismo?—preguntó tratando de calmarse.
Nuevamente no hubo respuesta.
Y no podía evitarlo, sus emociones lo carcomían por dentro. Ver a su esposo de esa manera no lo ayudaba en nada.
Escuchaba a Roier llorar.
E intentaba comprenderlo. Observaba atento su rostro para intentar saber qué decir, sin muchas ideas.
—Déjame en paz.—dijo Roier.
Apretó sus propios puños. Tal vez de más porque comenzó a sangrar.
—No me iré hasta que no me respondas.
El castaño talló su cara con fuerza, representando de inmediato su frustración.
—Estás... Estás obsesionado conmigo al igual que él.—murmuró el mexicano limpiando sus lágrimas en vano.— Todo iba bien al inicio y después terminábamos en esto.
—¿Esto? ¿Qué hay con esto?
—¡ESTO, CELLBIT!—le gritó su esposo con furia.— ¡LAS AMENAZAS, LOS GOLPES Y LAS MANIPULACIONES!
Por mera impulsividad su pierna terminó impactando el escritorio del doctor, resonando un sonido metálico muy fuerte. Fue lo suficiente para hacer reaccionar a Roier.
Por fin recibió una mirada de él.
Sus propios ojos seguían nublados por las lágrimas y la furia. Pero no le importaba en lo más mínimo que él pudiera verlo en ese estado.
—Todo lo que he hecho, Roier, ha sido por y para ti.—habló con el enojo en su voz, prosiguiendo a pesar del rompimiento en su voz.— ¿Estoy obsesionado? Esta es la única forma de amor que yo conozco.
Se inclinó ligeramente para obligarlo a pararse. Ni siquiera le tomó importancia a los arañazos en sus manos.
—Yo no puedo amarte de otra forma.—continuó a pesar de los forcejeos.— Todos los que he amado han terminado muertos...
Apretó con fuerza las ropas de su esposo.
De su Roier.
Percibió los temblores en el cuerpo ajeno e intentó permanecer tranquilo. Pero era imposible cuando las lágrimas no paraban.
—No pude permitir que eso te pase a ti, por eso hice todo lo que hice, ¡¿por qué no lo entiendes?!—le reclamó.— Hice lo que tenía que hacer, te alejé de él y así estás mejor.
—¡Nunca te lo pedí!—apretó con fuerza las manos del brasileño.— ¡Esa nunca fue la manera!
—¡¿Entonces de que otra manera?! ¡¿DE QUÉ OTRA PUTA MANERA, EH?!—lo volvió a sacudir con rabia.— ¡Hice cosas malas, pero él, él te ha dañado más de lo que yo jamás podría hacer! ¡Tú también estás obsesionado con un cadáver!
—¡Bueno, si tal vez alguien jamás se hubiera metido en una relación que no le incumbía, yo no estaría así!—intentó volver a empujar a Cellbit.— Si tú- ¡Si jamás te hubiera conocido todo sería mejor!
No hubo respuesta de su parte esa vez.
Miró a los ojos a su esposo en silencio.
—Lo sigues amando, ¿verdad?
El más bajo abrió los ojos con sorpresa.
Fue lo único que necesitó ver.
No necesitó una respuesta verbal por parte de Roier.
—Lo amas de la misma manera en como yo te amo a ti.
Con frialdad soltó su agarre.
Observó una última lágrima caer del ojo izquierdo de su esposo.
—Si es así.—tomó la mano ajena sin delicadeza. Y, justo donde estaba el anillo qué los unía hasta la muerte, se lo arrebató.— Te voy a liberar de este pesar.
Sin esperar respuesta, dio la media vuelta y caminó directo a la salida, sin hablar o mirar atrás.
Porque si miraba atrás... Sería más difícil tratar de hacerle entender a su corazón que esta sería la última vez que vería al amor de su vida.
Caminó y caminó hasta que su mano tomó la perilla de la puerta. Ahí, se detuvo por breves segundos, dudando.
—Si en verdad vas a seguir amándolo con todos sus errores, es necesario que sepas esto.—apretó la perilla, manchándola con sangre.— Él no solo asesinó a Forever y mandó a desaparecer a mi sobrino. Él también me violó, hasta incluso decidió humillarme, trayendo a más de sus hombres a verlo.
La habitación sucumbió en un silencio muy pesado.
Cuando Cellbit no recibió respuesta fue que abandonó la oficina.
A lo lejos observó a Quackity, esperándolo atento.
No había reacción alguna en su rostro, al igual que en el suyo. Pronto, se acercó.
—Tenías razón, lo he dañado.—dijo Cellbit.
Quackity, sin embargo, no dijo nada. Estaba esperando a que terminará con su drama.
—Pero no más que Spreen.—prosiguió.— Lo único que hice yo fue rematarlo.
—¿Y bien?
—Le daré el divorcio.
El juicio transcurrió sin mucho problema.
Quackity había cumplido su palabra. Incluso si eso significaba la sorpresa y la incredulidad de todos.
Nadie creía como el juez había determinado faltas de pruebas para el caso.
Era libre.
Libre de sus pecados, de su matrimonio, de ese horrible pueblo y de su sufrimiento.
Y, aun así, libre... No lo disfrutaba para nada.
Roier estuvo en todo momento ahí, sin dirigirle la palabra, sin inmutarse al juicio. Y él ni siquiera se esforzó en interactuar.
Mucho menos en observarlo cuando Quackity le tendió los papales de divorcio. Así como fue de fácil como extender esos papeles, también lo fue para firmarlos.
—Cellbit.—lo llamó Roier.
No le respondió.
Su mirada seguía en el suelo.
Quackity seguía entre ellos, atento a que la situación no se tornará agresiva.
—Cellbit...—volvió a llamarlo.
De nuevo sin respuesta.
Entonces, el mexicano intentó algo diferente.
—Gatinho.
Aquello lo hizo reaccionar de inmediato.
Para mal.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y, decidido vio por última vez a Roier.
Estuvo a punto de responderle, de decirle algo, de poder hablar. Pero prefirió no hacerlo.
Deseaba qué ese momento se arrumbe en el fondo de su mente como una caja polvorienta. Porque desde el principio todos sus recuerdos con Roier les debieron de suceder lo mismo.
El castaño y él estaban de acuerdo en una cosa: hubiera sido mejor si nunca se hubieran conocido.
Todo hubiera estado tan bien si no se acercaba a conversar con Roier.
Tan bien sí... Tan bien si tal vez hubiera planeado bien las cosas.
No podía reprimirlo.
Su boca comenzó a hablar por él.
—Meu deus.—murmuró comenzando a reírse sin gracia.
Risas invadían su garganta al igual que lágrimas sus ojos.
—Te detesto tanto, Roier.
La reacción qué obtuvo no fue nada positiva. Pero para ese punto menos le podría importar.
¡Nada importaba! Absolutamente nada.
Todos obtuvieron lo que deseaban, ¿no es así?
Puede ser que algunos afortunados hayan sido bendecidos con más. Sin embargo, estaba contento de terminar este juego de ajedrez de una vez por todas.
Su matrimonio con Roier había culminado.
Nota antigua:
Ustedes no saben la satisfacción qué me da cuando me agarra la inspiración y comienzo a escribir tan fluido como la primera parte de este capítulo. ¡Es una verdadera lastima que haya dejado de ser fluido en la parte del "juicio"! Tuve que hacer ese recorte a mi conveniencia.
Pero igual no se preocupen, para la perspectiva de Roier si va a estar ese juicio completo, y con mucho más drama.
Pero, ajá, ¿saben qué me da más satisfacción?
Verlxs entrar en pánico con sus comentarios, ¡es mi cosa favorita! Sigan haciendo eso, me alimentan.
AH, SI-
Antes que lo olvide: hay gente por aquí qué me ha estado pidiendo mi cuenta bancaria para depositarme. Más que nada porque les hago la broma de: "smn, puedo escribir los capítulos en chinga, pero depositame $50 para unos tacos".
Y SI, ES BROMA, OK??? Nunca les digo esto en serio. Aunque, buenoooo, si hay alguien aquí qué me quiera depositarrr... 021180064940020603.
JAJAJA, YA, ¡PERDÓN! Es pura broma, no me depositen nada.
Yo escribo todos mis fanfics con cariño y sin cobrar absolutamente nada. Con observar todo el apoyo recibido me basta y sobra.
Solo quería decir eso.
Estamos a 4 capítulos del final y aún sigo pensando como chingados le voy a hacer para abarcar tanto en tan poco- Auxilio.
En fin, ¡nos vemos en la siguiente!
Pd: una última cosa que decirles.
Esperen mucho más de esto. Mucho, mucho, mucho más porque no tienen ni idea de lo que estoy a punto de escribir en los próximos capítulos.
Nota editada:
Nmms, no recordaba tan intenso este fanfic wey. Me mame la neta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro