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24

Capítulo centrado en el pasado de Cellbit.

Advertencia: Mención de secuestro, violencia, mención de asesinato.

Su cuerpo temblaba, no por el frío, más bien por el miedo que sentía.

Estar en prisión no era precisamente el lugar más agradable para estar. Menos aún cuando no tenía abogado alguno para que lo sacara de prisión.

La mitad de sus ahorros se fueron pagándole a Wilbur. Y no planeaba gastar más en otra cosa.

¿Cómo iba a sobrevivir en prisión? No tenía ni la más mínima idea.

Había escuchado que pedir un préstamo a alguien podría ser una buena idea, solo si tenías el dinero para pagarle a la persona o estabas dispuesto a convertirte en su esclavo.

Nada podía ser peor a estas alturas.

Compartía celda con un completo desconocido, durmiendo en un lugar extraño y oscuro. La comida por supuesto había sido totalmente insípida e intolerable.

Aunque, todavía esa no era la peor parte.

La peor parte era cuando todos los vieron como carne fresca e intentaron desde golpearlo hasta violarlo.

Vaya primer día.

Un mes recién cumplido dentro de esa prisión.

No tenía amigos, claro estaba. Porque no existían amigos en la cárcel.

Solo existían aliados o subordinados a los cuales mandar.

Logró sobrevivir un mes porque se vio obligado a recurrir a su dinero. Por lo menos tenía una cantidad de dinero decente como para comprar cosas con las que defenderse y ganar un nombre dentro de los idiotas qué lo rodeaban.

Aún no había ascendido a la categoría de los más respetados de la prisión.

Pero lo haría.

Fue de gran ayuda qué todos se enteraron de que mató a un policía como para ya no meterse con él.

El problema ahora era resolver como seguir pagándole a Wilbur... El dinero no sería eterno.

Ahora varias cicatrices adornaban su cuerpo y rostro.

En algún momento dentro de la prisión, dejo de ser tan bromista y sonriente como antes. Se había vuelto agresivo, grosero e intimidante.

Seis meses dentro de una jaula llena de animales lo había cambiado bastante.

El primer día que llegó temblaba, y, ahora provocaba qué los presos temblaran debido al miedo que le sentían.

Y no era por menos.

En un arranque de irá le había arrancado los ojos a alguien con un tenedor de plástico.

—Me debes dinero.


—No tengo más ahorros.

—¿Y qué harás?

—¿Qué harás tú?

Se quedaron callados.

Cellbit sin interés y Wilbur por la creciente rabia que sentía ante la indiferencia del castaño.

—Tu sobrino, Richarlysson.—mencionó el británico.— Sería una pena que le pasara algo.

Aquello atrajo la atención de Cellbit, como una llamarada de fuego ardiendo. Y si las miradas mataran, Wilbur estaría en completa agonía.

—Ten cuidado por como me amenazas.—advirtió el brasileño.— Te metes en terreno peligroso.

—No puedes hacer nada estando encerrado aquí.—se burló Wilbur.

—¿Ah, si?—preguntó el brasileño con una sonrisa sardónica.— Estoy encerrado, pero estás justo enfrente de mí y tengo el suficiente tiempo para matarte antes que los guardias me detengan.

Ambos se vieron fijamente sin decir nada, analizando la nueva situación.

—Inténtalo.

No necesitó más antes de abalanzarse sobre el detective y resbalar el cuchillo escondido en su zapato directamente a su mano.

Después de la pelea con el idiota de Wilbur, decidió terminar sus absurdos pedidos de dinero de una vez por todas.

Aunque lo hirió, mostró misericordia y le dijo que le iba a dar un último pago para mantenerlo tranquilo. Una vez pagado, dejaría de pagar y esperaría no recibir malas noticias con respecto a Forever o a Richarlysson.

Porque si no encontraría la manera de matarlo.

Un largo año había pasado.

Y ya tenía el suficiente reconocimiento para pedir un pequeño préstamo.

Había escuchado de cierta persona en la prisión qué podría ayudarlo con dinero, pero, raramente se dejaba ver en los pasillos de la prisión.

Era de esperarse.

El mencionado había pagado por una habitación especial dentro de la cárcel.

Tenía tanto dinero como quisiera para evitar a la bola de animales.

No fue nada fácil dar con el hombre llamado Spreen.

Wilbur inclusive tuvo que ayudarlo a crear una reunión entre los dos.

¿Cómo lo conocía? No tenía ni la más mínima idea. Pero el detective parecía tan impaciente por recibir dinero, qué no dudó en sugerir qué el mencionado Spreen podría darle algo de dinero.

Aunque había un muy pequeño detalle.

No tenía forma de pagarle de regreso a Spreen.

¿Cómo resolvería la situación? No tenía ni la más mínima idea, pero algo se le ocurriría.

Más pronto de lo que se lo imaginó, la reunión había sucedido y Spreen había dejado muy en claro sus términos: de no pagar, tomaría algo que ame a cambio.

A decir verdad, aquel hombre era de pocas palabras.

Parecía ser alguien muy... impaciente. Desafortunadamente se le autorizó entrar a la habitación cuando el pelinegro se encontraba follando con un chico muy esbelto.

Sin embargo, ser visto por alguien más no pareció molestarle a Spreen.

La conversación fue sumamente rápida y pudo salir de ahí más rápido de lo que su cerebro logró suplicarle.

Dios mío, lo que tenía que hacer por algo dinero.

A veces se preguntaba porque Spreen estaba dentro de la prisión.


No se veía precisamente como un criminal peligroso o algo similar.

Algunos meses de convivencia había pasado al lado de aquel hombre, más de los que realmente le hubiera gustado. No obstante, estar tan cerca del criminal más respetado de la prisión le había dado un lugar un tanto privilegiado.

Por fin había ascendido hasta donde quería y nada podría perturbarlo.

Hasta que lo hizo.

El día límite para pagar había llegado. Y él no tenía ni un solo centavo en el pantalón.

En realidad no quiso darle demasiadas vueltas al asunto.

Hoy tenía una visita de Forever.

Emocionado esperó y esperó, pero él no llegaba... ¿Dónde se había metido? Forever jamás era impuntual.

Comenzaba a preocuparse, observando a las personas venir e irse al terminar sus visitas. Todos charlaban animados, incluso ahí estaba Spreen en una de las esquinas del patio, hablando animadamente con un chico que reconocía con anterioridad.

Era el mismo chico con el que lo vio follando la primera vez que lo conoció.

¿Eran novios o algo por el estilo? Siempre los veía juntos a menudo.

Y a pesar de no saber el nombre del chico esbelto, había algo en él que le daba una terrible mala espina.

"¡0035! ¡Llamada para ti!", la voz de unos de los oficiales lo sacó de su ensoñación.

Se levantó con lentitud de su asiento y se encaminó hasta uno de aquellos teléfonos públicos arrinconados en las paredes del patio.

Sin ánimos pegó el teléfono a su oído.

—¿Bueno?—preguntó para la persona detrás de la línea.

—Tio Cellbit? É você?—contestó la persona detrás de la línea.

Lo reconoció de inmediato.

Era Richarlysson.

Aquello no solo fue sumamente extraño, sino que le dejó un mal sabor de boca, como si algo estuviera sumamente mal.

Su sobrino no debería tener una forma de comunicarse a la prisión.

—Richar? Como você conseguiu esse número?—le cuestionó más preocupado qué al inicio.— Você está bem?

—Estou bem, só um pouco preocupado porque papai não volta e algumas pessoas vieram me procurar.—contestó el niño.— As pessoas me falaram para falar com você para perguntar onde está meu pai.

Sintió su columna vertebral entumecerse y sus huesos congelarse.

—Pessoas procurando por você?—repitió incrédulo.— Que pessoas?

—Não sei quem são, mas sei que não são policiais... Eles não se parecem com o policial que veio buscar meu pai anos atrás na casa.—explicó Richarlysson, comenzando a preocuparse por la forma en como Cellbit le preguntaba, más no le respondía la pregunta central:— Tio, cadê meu pai? Essas pessoas começam a me assustar um pouco...

Su respiración comenzó a agitarse con desesperación.

No pudo evitar voltear.

En silencio, sin lograr sacar palabras de su boca para responderle a su sobrino, se dedicó a buscar con la mirada a Spreen.

Él seguía sentado ahí con su acompañante.

Sus miradas se cruzaron.

Y Spreen le sonrió con bastante tranquilidad.

—Tio!—fue lo último que escuchó del teléfono. Lo siguiente qué sus oídos lograron procesar fueron los gritos aterrados de su sobrino viajar lejos del teléfono, como si alguien lo estuviera arrastrando lejos de la llamada.

Hasta que la línea se colgó.

Se quedó completamente estático en su lugar aún con el teléfono en la mano y su mirada sin retirarse de Spreen.

El pelinegro apenas dio un parpadeo antes de regresar su completa atención al chico con quien hablaba.

Fueron pocos los segundos donde pudo reaccionar adecuadamente.

La conversación entre Spreen y su acompañante pareció acabar más pronto de lo previsto. Ambos se levantaron de su asiento, Spreen regresó dentro de la prisión mientras aquel chico esbelto salía por donde entró, apenas dedicándole una mirada.

La indiferencia recibida por aquella mirada azabache lo había angustiado más que la sonrisa que recibió del criminal.

¿Cómo aquel chico lo podía mirar así? El malnacido de Spreen acababa de hacer desaparecer a un niño en los segundos de aquella conversación.

Se atrevía a decir que le aterraba el poder del contrario sin necesidad de decirle nada.

Una simple sonrisa se necesitó para hacerlo desmoronar.

Corrió desesperado detrás de Spreen.

El miedo se había convertido en rabia, y la rabia en agresividad.

No dudó en tomarlo de la camisa para hacerlo voltear, propinándole un fuerte golpe a la cara en la primera oportunidad.

Así, comenzaron a pelear como animales arrastrándose en el piso, golpeando, mordiendo y sangrando sin necesidad de una razón.

Cellbit no necesitaba una razón.

Simplemente se había dejado llevar por la rabia en su interior y dejo escapar todo el maldito odio que sentía por las personas de ese lugar, y por el lugar en sí. Le repugnaba como es que alguien podía ser tan jodidamente cruel como para sonreírle luego de hacerle algo como eso.

Eran tantas emociones que experimentaba, qué su conmoción se convirtió en un dolor ubicado por debajo de su costilla.

Se detuvo brevemente para observar el daño hecho.

Un cuchillo lo había apuñalado.

—Te lo advertí.—murmuró Spreen empujando su cuerpo para que se quitara de encima. Con dolor, la espalda de Cellbit se impactó en el frío suelo y el pelinegro aprovechó para levantarse.— Te quité algo que amas, ese era el precio final.

La sangre manchando su ropa y el suelo anunciaba lo inevitable.

Spreen no le había mentido en ningún momento. Él cumplió su promesa.

Sin embargo, aquello no le daba el derecho de burlarse de su dolor.

—¿Dónde está?—se atrevió a preguntar, colocando una mano sobre su herida sangrante con dolor, tratando de aguantar lo mejor posible.— ¡¿Qué hiciste con él?!

—¿A cuál de los dos te refieres?—cuestionó Spreen con una nueva sonrisa burlona.

Semanas habían pasado de ese... Incidente.

Sobrevivió a la apuñalada de Spreen y ahora tenía una cicatriz qué lo acompañaría el resto de su vida.

El coraje, el dolor y el arrepentimiento no lo dejaban dormir. Pero no podía hacer nada en contra de eso, porque todo fue su culpa.

Forever había muerto a manos de Spreen y Richarlysson había desaparecido de la faz de la tierra. Y ni siquiera iba a tener la oportunidad de recuperar el cuerpo de alguno de los dos.

—Aquí estás.—una voz muy bien conocida lo llamaba desde la entrada de la celda.— Te llevaba buscando.

Era Spreen.

Su garganta se bloqueó y su vientre se calentó en un sentimiento sumamente desagradable.

Era más fuerte que la repulsión.

No sabía por qué Spreen lo estaba buscando. Pero sabía que no podía ser nada bueno.

Y no se había equivocado.

Varios hombres entraron detrás de Spreen.

Se negaba a recordar o a hablar de los traumáticos hechos sucedidos con Spreen.


Meses habían pasado. Mismos que no eran suficiente para curar su resentimiento por él.

Había pasado todo este tiempo desarrollando algún plan para regresar todo el año, sin embargo, era imposible tocar un solo cabello del pelinegro.

Desaparecía como el humo y nunca dejaba rastro de donde estaba.

Ni siquiera tuvo una oportunidad real de acercarse a pesar de ir acompañado por Wilbur.

Intentó todas las maneras habidas y por haber.

Acercándose con Wilbur, tratando de usar como carnada al chico esbelto con el que Spreen se revolcaba, tratando de envenenar la comida del pelinegro, golpeando a los subordinados del malnacido, etc.

Estaba a punto de darse por vencido. Pensó por un momento en descansar de tanta mierda y terminar de asumir la culpa en su mente.

Pero el destino tenía otros planes para él.

Fue cuestión de tiempo para que apareciera otra persona capaz de acercarse a Spreen.

Un misterioso chico con cabello y ojos castaños comenzó a aparecer de la nada dentro de la prisión, visitando al pelinegro, pasando tiempo con él e incluso logrando robar toda la atención del criminal por encima del chico esbelto qué siempre estaba pegado como chicle a Spreen.

En ese momento supo que aquel nuevo chico era su boleto dorado.

No tardó en investigar todo lo posible sobre el castaño.

Roier.

Al parecer el nombre del chico era Roier.

Si no se equivocaba, era el novio de Spreen.

Era más que obvio darse cuenta de aquel hecho tan solo observando el tiempo que pasaban juntos, las visitas tan recurrentes y las miradas que se lanzaban.

"Pobre idiota" era lo que pensaba sobre el castaño.

Apostaba qué aquel chico ni siquiera se imaginaba que Spreen se revolcaba con media prisión. No obstante, aquello no le podía importar menos porque no era algo de su incumbencia.

Si Roier era tan estúpido como parecía, bueno... Tal vez podría aprovecharse de eso.

Usaría a Roier para acercarse a Spreen, y si bien iba, podría matarlo. 

Ese era su plan.


Nota antigua:

Primeramente que nada, le doy un agradecimiento a: -la_ch0na-, Croquetadeperr0, DianaVirgen y a _M0onny_74 por las ideas en el cap 16 sobre a lo que Spreen podría dedicarse. Tomé algunas de esas ideas para este cap y para otro que está próximo a publicarse.

OIGAN, PUES-

MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TANTO APOYO. YA 25K DE LECTURA, AAAAAA.

Aprecio un montón la paciencia, el amor y el apoyo que me han otorgado para escribir este fanfic. Estoy dando mi 100% por darles la mejor historia que se pueden imaginar y espero no deufradar con el rumbo de esta historia.

Cambiando el tema.

¿Qué opinan de todo el desmadre entre Spreen y Cellbit? Si, no es nada muy enrededado. Cellbit le pidió dinero, no pagó y Spreen tomó medidas. Eso si, lo de meter hombres y luego meterse él a la celda de Cellbit ya estaba de más.

En mi cabeza tengo una idea en concreto sobre lo que le hicieron a Cellbit, pero lo dejo a su imaginación sobre lo que le hicieron para que se niegue a hablar de eso o a siquiera recordarlo.

Pero bueno, ahora que saben eso, ya pueden entender un poco mejor porque al inicio Cellbit se muestra volátil, agresivo y queriendo controlar. Pero si quieren algo más en especifico:

1.-Transtorno explosivo intermitente: supone episodios repentinos y repetidos de conductas impulsivas, agresivas y violentas, o arrebatos verbales agresivos en los que reaccionas con demasiada exageración para la situación.
2.-Transtorno de personalidad antisocial: afección mental por la cual una persona tiene un patrón prolongado de manipulación, explotación o violación de los derechos de otros sin ningún remordimiento.

Esos son los trastornos de Cellbit.

TAMBIÉN, ANTES DE QUE SE ME OLVIDE.

Si, el chico esbelto es Quackity. Aunque creo que eso era bien obvio.

Sé que quedan más dudas que resolver, pero tranqui. En el siguiente cap se centran las memorias de Roier con Spreen, el inicio de toda su relación con Cellbit y algunos detallitos más.

Bueno, si no se me olvida nada massss....

En fin, ¡nos vemos en la siguiente!

Pd: Ya ni les conté, pero, se me estrelló la pantalla del celular, akwkwnnw.

Alguien depositome para arreglarla y así seguir escribiendo los caps en el cel.

Aaaa, mentira, no se crean. Así madreado y todo yo sigo escribiendo. 💪

Nota editada:

¿Ustedes creen qué Spreen ya sabía sobre que mataron a su hermano y por eso le hizo tantas cosas a Cellbit? Ay, quien sabe.

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