15
Roier llegó a casa casi sin fuerzas, como si cada paso le costara un esfuerzo titánico.
La lenta puesta del sol para tornarse en la oscuridad de la luna no hacía más que intensificar la confusión que sentía por dentro.
Su mente estaba en caos total, y no podía entender bien qué estaba pasando. Había algo dentro de él que lo estaba asfixiando, algo que le pesaba en el pecho y que no lograba disipar, aunque lo intentara con todas sus fuerzas.
Entró a la casa sin hacer ruido, como si esperara que alguien pudiera escuchar sus pensamientos desordenados. Cuando vio a Cellbit en la sala, su primera reacción fue quedarse quieto.
No quería que lo viera así.
No quería que Cellbit lo viera vulnerable, roto, como un niño asustado. Aunque había empezado a confiar en él, Roier aún no estaba listo para mostrar toda su verdad.
Cellbit levantó la vista al escuchar la puerta, y sus ojos se encontraron con los de Roier, notando al instante algo diferente en su actitud.
Algo estaba mal, y Cellbit lo sabía.
—Roier.—dijo Cellbit, levantándose y acercándose a él con cautela.— ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Roier no pudo encontrar una respuesta. Su garganta estaba cerrada, y lo único que quería hacer era escapar de todo.
—Sí.—respondió, pero su voz no sonó creíble ni siquiera para él mismo.
Cellbit lo miró de cerca, frunciendo el ceño. Algo en el tono de Roier le decía que algo no estaba bien.
—No me mientas, Roier. Sabes que no tengo problema en que no quieras hablar de ello, pero no me hagas esto. Yo estoy aquí para ti.
Roier cerró los ojos y suspiró, queriendo decir algo, pero la tensión lo mantenía atrapado en su propio silencio. No quería hablar de lo que sentía por lo qué acababa de descubrir en la mañana.
No quería mostrarle a Cellbit la tormenta que rugía dentro de él. Lo último que quería era que Cellbit lo viera como un caos emocional, como alguien incapaz de manejar su propia vida, incluso sí él ya había visto sus peores facetas anteriormente.
—Roier.—insistió Cellbit, acercándose aún más, sin forzar nada, pero con la claridad de que no lo dejaría ir tan fácilmente.
Finalmente, Roier cedió. No pudo más con la presión. Sin pensarlo, dio un paso hacia Cellbit, sintiendo como si sus piernas fueran a ceder bajo él. Cuando Cellbit lo rodeó con los brazos, un suspiro de alivio escapó de Roier. Era extraño, pero esa cercanía, esa calidez, era lo único que lo mantenía anclado en algo que se sentía real.
—¿Qué pasa?—preguntó Cellbit, suavemente, mientras mantenía su abrazo, entendiendo que Roier necesitaba un momento para calmarse.
Roier se quedó en silencio por un largo rato.
Sus pensamientos estaban tan agitados que ni siquiera podía articular lo que sentía. Su mente no dejaba de bombear ideas y emociones desbordadas, y en medio de esa marea, Cellbit seguía abrazándolo, dándole espacio para respirar.
—Es solo... no sé cómo manejar esto.—murmuró Roier, su voz apenas audible.— No quiero que me veas así. No quiero que pienses que soy débil.
Cellbit no dijo nada al principio. Sabía que Roier tenía miedo de abrirse completamente, de dejar que alguien viera su lado más vulnerable. Aun así, Cellbit lo abrazó con más fuerza, transmitiéndole la seguridad de que no había nada de débil en él, nada de lo que tener miedo.
—Roier, no me importa que te sientas vulnerable.—dijo Cellbit, su tono firme pero lleno de comprensión.— Lo que me importa es que te sientas a salvo. Conmigo. Aquí, no tienes que esconderte. No tienes que ser perfecto. Yo estoy aquí, ¿de acuerdo?
Roier respiró hondo, cerrando los ojos con la cabeza apoyada contra el pecho de Cellbit. Fue en ese momento que la verdad comenzó a escapar de su boca, como si una barrera se rompiera por fin.
—A veces... tengo crisis. Crisis como esta. No sé cómo llamarlas. Solo siento que me voy a desmoronar y no sé cómo detenerlo.
Cellbit lo miró sin interrumpirlo, procesando lo que Roier acababa de compartir. La vulnerabilidad de Roier lo tocó profundamente, pero también sabía que estaba ante un momento crucial. Quería que Roier supiera lo que significaba para él, no solo como alguien con quien compartía la cama, sino como alguien que lo amaba con todo lo que era, incluyendo sus miedos y sus sombras.
—Mi mente... no está bien.—continuó Roier, su voz temblorosa.— Y siempre pienso que la gente se va a cansar de mí. Que me van a dejar porque no soy suficiente. No soy como los demás. No soy... normal.
Cellbit lo miró de cerca, notando cómo la tensión en su cuerpo parecía aumentar. El miedo que Roier había estado escondiendo por tanto tiempo estaba saliendo a la luz, y Cellbit podía sentir el peso de esas palabras.
—Y, además...—Roier vaciló un momento antes de continuar, su tono más bajo y casi inaudible.— Tengo miedo de perderte. Aunque esto que tenemos entre nosotros sea raro, aunque haya días en que no sepamos cómo estamos, es lo único que tengo. Es lo único que Quackity no puede quitarme. No quiero que se lleve eso también. No quiero acabar solo... no quiero acabar en un manicomio o en la cárcel, como me han dicho alguna vez. No quiero perderte a ti.
Cellbit se quedó en silencio, su corazón latiendo con fuerza. Las palabras de Roier lo habían golpeado con una intensidad que no esperaba, y algo dentro de él se quebró al ver cuán profundo era el miedo que Roier llevaba dentro. Cellbit lo abrazó con más fuerza, como si pudiera transmitirle toda la seguridad que necesitaba.
—Roier, yo te amo. Te amo por lo que eres, con todo y tus miedos, tus dudas, y lo que sea que estés pasando. No te estoy pidiendo que cambies. No tienes que ser perfecto, ni sanar todo de inmediato. Yo te amo, todo lo que eres.
Roier miró a Cellbit, con los ojos llenos de sorpresa. Nunca había escuchado algo así. Nunca había imaginado que alguien podría amarlo por completo, incluso con sus demonios y debilidades.
Cellbit lo miró fijamente, con una intensidad que no dejaba lugar a dudas.
—Y si Quackity intenta separarnos... si trata de destruir lo que tenemos, no va a poder. Porque lo único que podría separarnos... es la muerte. Y si él intenta matarnos, te lo prometo, yo me voy a encargar de llevarlo conmigo al infierno. No voy a dejar que nadie, ni siquiera él, nos destruya.
Roier lo miró, atónito, sus ojos brillando con una mezcla de asombro y temor. La sinceridad en los ojos de Cellbit lo hizo sentir algo que no esperaba: seguridad. Por primera vez, sintió que alguien estaba dispuesto a luchar por él, a pelear hasta el final, sin importar los riesgos.
Cellbit lo abrazó más fuerte, como si no quisiera dejarlo ir jamás. Roier, a pesar de todo lo que sentía, se dejó llevar por ese abrazo, sabiendo que, tal vez, por primera vez en su vida, alguien lo amaba de una manera tan completa que no importaba lo que el futuro trajera.
Este capítulo si es completamente diferente al original. En el original tenían ya una relación como de novios y hasta se besaron, pero creo que es aún pronto para que estos dos se besen.
Ya confían en el otro, pero quiero un detonante para que ellos se besen y tengan esa cercanía tan especial.
En fin, ¡nos vemos en la siguiente!
pd: si la redacción es diferente es porque chatgpt me ayudó de nuevo, jjjj.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro