10
El motor del auto resonaba en un ambiente cargado de tensión. Roier miró de reojo a Cellbit, quien mantenía su atención en el camino, con los nudillos blancos por la fuerza con la que sostenía el volante. El silencio era denso, pero no más que la sensación que lo embargaba cada vez que estaban solos.
Sabía que Cellbit lo observaba incluso cuando dormía. Sabía que no pasaba una sola noche sin que el brasileño verificara las puertas, las ventanas, todo cerraba con llave. Él mismo lo había descubierto más de una vez en la madrugada, revisando los seguros como si fuera un guardián paranoico.
Pero lo que más lo atormentaba era la idea de que Cellbit escuchaba incluso lo que él creía que nadie podía oír.
—Roier.—rompió el silencio el brasileño, su voz baja pero cargada de intención.— ¿Qué planeas?
El mexicano lo miró, confundido.
—¿Planeo? No estoy planeando nada.
Cellbit soltó una risa seca y sin humor, apartando la mirada de la carretera un segundo para mirarlo con esos ojos azules que parecían verlo todo.
—¿Crees que no lo sé? Que no he notado cómo te levantas en la madrugada para intentar abrir alguna puerta. La casa siempre está cerrada, Roier. Yo me encargo de eso.
El corazón de Roier se aceleró, pero intentó mantener la calma.
—Eso no significa nada. Tal vez solo quería salir a tomar aire fresco.
—¿A las tres de la mañana?—replicó Cellbit con una ceja alzada.— No me tomes por idiota.
Roier desvió la mirada hacia el parabrisas, observando cómo las luces del supermercado se hacían cada vez más distantes. El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero esta vez era diferente, más pesado.
—¿Qué le dijiste al médico?—preguntó Cellbit de repente, cambiando el tema con la misma precisión que usaba para cerrar todas las puertas a su alrededor.
Roier tragó saliva, su mente trabajando rápido para encontrar una respuesta.
—Nada importante. Sólo revisó mi estado de salud.
—¿Revisó tu estado de salud?—Cellbit rió de nuevo, una risa cargada de escepticismo.— Qué curioso, porque parecían tener una conversación más seria que eso.
Roier respiró profundo, reuniendo valor para hablar. Si había un momento para intentar abrirse con Cellbit, era este.
—Ya lo sabías, ¿verdad? Que estoy en tratamiento.
La pregunta detuvo a Cellbit por un instante. Bajó la velocidad del auto, como si las palabras lo hubieran alcanzado de lleno.
—Lo imaginé.—admitió con frialdad.— Pero nunca dijiste nada.
—Porque tú no preguntas, solo asumes.—replicó Roier, su voz temblorosa pero firme.
Cellbit no respondió, así que Roier continuó.
—Luzu me citó para ver cómo estaba. Dice que tengo que seguir el tratamiento, pero también... me dio otra opción.
El brasileño lo miró de reojo, desconfiado.
—¿Otra opción?
Roier asintió lentamente.
—Sí. Una oportunidad de salir de aquí, de escapar, como tú temes que haga.
La tensión en el aire se intensificó. Cellbit frunció el ceño, sus manos volviendo a apretar el volante.
—¿Eso es lo que quieres? ¿Irte?
Roier negó con la cabeza, aunque el miedo en su rostro no ayudaba a transmitir confianza.
—Quiero una prueba de confianza, Cellbit. Déjame ir a esa cita sin que me vigiles, sin que cierres la casa como si fuera una prisión. Si vuelvo, sabrás que puedes confiar en mí.
Cellbit no dijo nada por unos segundos, sus ojos fijos en el camino mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Finalmente, suspiró, pero no miró a Roier.
—Es un riesgo.
—Lo sé.—admitió Roier.— Pero si no me dejas intentarlo, nunca sabremos si esto puede funcionar.
El auto se detuvo en un semáforo en rojo. Cellbit giró la cabeza hacia él, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa.
—¿Y si decides no volver?
—Entonces habrás tenido razón todo este tiempo.—respondió Roier, enfrentándolo.— Pero no lo haré.
El semáforo cambió a verde, pero Cellbit no avanzó de inmediato. En cambio, mantuvo su mirada fija en Roier, evaluándolo, tratando de decidir si podía permitirse confiar en él. Finalmente, apretó los labios y pisó el acelerador.
—Está bien. Tendrás tu prueba de confianza. Pero no me decepciones, Roier.
El mexicano asintió, aunque su corazón seguía latiendo con fuerza. No sabía si realmente había ganado algo o si solo había pospuesto lo inevitable.
Entonces, antes de que el silencio volviera a instalarse, Cellbit se movió de repente. Con una mano, atrapó a Roier por el cuello, forzándolo a mirar hacia él. Roier no tuvo tiempo de reaccionar; la presión fue suficiente para enviarlo hacia atrás en su asiento, mientras Cellbit se inclinaba, obligándolo a inclinar la cabeza de manera sumisa.
—Esto es un juego peligroso que estás jugando.—murmuró Cellbit, su respiración caliente contra la piel de Roier. Su otra mano se deslizaba ahora por la pierna del mexicano, subiendo con una insistencia que no dejaba lugar a dudas sobre las intenciones del brasileño.
Roier gimió levemente, atrapado entre el miedo que había transformado su cuerpo en una tensión cruda y el deseo que lo abrasaba sin remisión.
—No puedes fingir que no sientes esto.—susurró Cellbit, presionando más fuerte contra él. Los ojos de Roier se cerraron involuntariamente, una mezcla de dolor y deseo punzante atravesándolo.
Finalmente, Cellbit se separó, su mirada aún fija en Roier, ahora más fría que antes.
—Si alguna vez decides huir, Roier, te juro que cuando te encuentre, te cortaré los talones. No quiero que vuelvas a caminar.
El mexicano quedó paralizado por un momento, la amenaza golpeándole con la misma intensidad que sus palabras. Cellbit ya estaba mirando hacia adelante, como si nada hubiera pasado, pero la gravedad de lo dicho se asentaba en el aire.
El teléfono de Roier vibró en su bolsillo, interrumpiendo el tenso silencio. Cellbit extendió la mano sin decir una palabra, y Roier le entregó el celular, aún sintiendo la presión de la amenaza sobre él.
Miró la pantalla y vio el nombre de Wilbur.
—Es Wilbur.—murmuró, con la voz tensada por la situación. Cellbit observó la llamada, su mirada fijada en Roier, pero sin añadir nada más. El teléfono seguía sonando, como si el destino no quisiera que este momento tan cargado de tensión se desvaneciera sin más.
Nota editada:
TE AMO CHATGPTTTT. Si ven que la narración es algo diferente a la mía, es porque me ayudó chatgpt en este capítulo. El capítulo original acontecía en el carro y este también, solo que este dice unas cosas muy diferentes.
Recuerden que Cellbit es un loquito y que cuando se enoja, su personalidad es completamente diferente a la habitual donde solo quiere proteger a Roier. Esa era mi intención original al reescribir este fanfic, recordarles que tanto Roier como Cellbit están locos.
¿Quién está más loco? Posiblemente y como spoiler, Roier. Ya lo sabrán más adelante.
En fin, ¡nos vemos en la siguiente!
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