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Capítulo 6

Martes, 26 de enero

La reunión de cada mañana con el personal estaba a punto de finalizar cuando Roseanne recordó algo muy importante.

—Se me olvidaba. Ayer por la tarde conocí a Jennie Kim, y de ahora en adelante ella asistirá a estas reuniones. Para aquellos que no lo saben aún... —todas las personas de la sala miraron al suelo disimulando y Roseanne suspiró medio decepcionada, pero no sorprendida— De acuerdo, son unos cotillas y ya lo sabían, pero se los voy a explicar de todos modos. La Srta. Kim va a escribir todo lo que suceda aquí y además se va a mudar a la residencia hoy mismo. ¿Verdad Taehyung? —Roseanne arqueó desafiante mente la ceja en dirección a Kim Taehyung, el cual afirmó resignadamente.

Él había intentado disuadir a la Presidenta, pero esa mujer cabezota no estaba por la labor. Había algo en Jennie Kim que no le gustaba. No sólo había declinado arrogantemente su oferta en Tenesse, sino que le había dicho algo a Roseanne que había hecho que la Presidenta pusiera en cuestión sus procedimientos. A parte, lo que fuera que le dijo, había enfadado tanto a Roseanne que había hecho que transfirieran al agente del Servicio Secreto

Roseanne tomó un último trago de su café y depositó la taza en su platillo de
porcelana

—La Srta. Kim empezará su trabajo hoy mismo. Cuenta con todos los privilegios y total acceso. Por favor, trátenla bien —la última parte del discurso fue pronunciada medio en broma, pero nadie de la habitación dudaba de la sinceridad de su petición. La Presidenta miró a su equipo—¿Algo más?

El jefe de personal observó varias caras de la sala. Algunas eran nuevas tanto para él como para Roseanne, en cambio otros eran amigos leales.

—Deberíamos anunciar que la Srta. Kim ha sido contratada para escribir sus memorias —anunció firmemente la Secretaria de Prensa, Kang Seulgi, mientras abría su cuaderno y anotaba unas cuantas ideas. El hecho de que no pareciera muy contenta no se le escapó a Roseanne. No era debido a que Jennie no estuviera cualificada. Es verdad que era muy joven, pero, a pesar de eso, su trabajo era muy respetado. Su desacuerdo se debía al hecho de que tuviera que vivir en la residencia. La Secretaria de Prensa Kang empezó a sentirse mareada por un sinfín de horribles situaciones que le venían a la cabeza. Alguien un poco más mayor y más gordo habría sido una elección más segura.

—Ooo... Tengo 32 años, no 82. Y esto me hace sentir tan vieja como las
montañas —Roseanne se hundió en el sillón, arrepintiéndose de haber elegido una falda en lugar de pantalones— Y el hecho de que vayan a escribir una biografía es una señal de ello —le dirigió a la Secretaria de Prensa una mirada suplicante.

La habitación se llenó de risas, y Miyeon, que estaba apoyada sobre la pared
sacudió la cabeza. Roseanne, a veces, era como un grano en el trasero. Que Dios la bendiga

—Vamos a llamarlo biografía y no memorias, Seulgi. No estoy preparada para tener canas todavía.

Todos se levantaron cuando la Presidenta empezó a desfilar por la sala, dispuesta a empezar su atareado día. La puerta se cerró, dejando atrás a Roseanne, Tzuyu y la Jefa de Personal. Lisa miró a la joven mujer y silenciosamente le pidió un momento a solas con la jefa

Lisa sonrió cuando ella consultó el reloj. Roseanne tenía un desayuno con varios miembros de los partidos Demócrata y Republicano, incluido el ultraconservador Portavoz de la Casa. Casi sentía pena por ella. Tendría el gran placer de reunirse con dos grupos que la criticaban y desconfiaban de ella. Roseanne siempre había pensado que la vida habría sido más fácil si ella hubiera permanecido en el partido Demócrata.

Tzuyu salió del despacho tranquilamente.

—Señora Presidenta —empezó Lisa— Tengo que decirte que creo que tener a la Srta. Kim viviendo en la residencia va a causarte problemas, Roseanne. Una vez la prensa se entere de eso, la van a convertir en algo más que una empleada contratada para escribir un libro.

—Hablas igual que Taehyung. Y no tengo intención de comunicar a la prensa que está viviendo en la residencia. Pero si eso se convierte en un inconveniente, ya lo solucionaremos cuando venga.

Lisa entornó los ojos.

—A la prensa sólo le llevará dos días descubrirlo. Y confía en mí, eso va a ser un problema. Una Presidenta soltera y lesbiana se enamora de una atractiva y soltera escritora...

—Te olvidaste de decir "muy hetero", soltera y muy respetada biógrafa.

Lisa se puso las manos en la cintura.

—¿Y cómo sabes que es hetero? ¿Se lo has preguntado?

—Uhh... Pee... Ahh —Roseanne intentaba hablar pero no le salían las palabras— ¡¿Qué?!

—Porque he leído el reporte, Roseanne. Y no recuerdo ninguna información haciendo referencia a su orientación sexual.

—¡Pero estaba casada con un hombre! —exclamó Roseanne una milésima de segundo antes de cubrirse los ojos con las manos. Roseanne sacudió la cabeza furiosamente— Dios, no me puedo creer que haya dicho eso.

Lisa se río.

—Roseanne el hecho de que la Srta. Kim, en la actualidad, sea hetero o gay no es el problema. La gente va a pensar lo que quiera, y las dos son solteras. Roseanne, tienes tres hijos, y sabes lo que los conservadores harán cuando...

—¡Que se jodan los conservadores! —exclamó muy enfadada. Ella se había cansado hacía mucho tiempo de oír como era pintada como la peor madre desde Joan Crawford—Sabes que me importa una mierda lo que digan o piensen.

—Pero debería importarte —insistió Lisa. Ella perdía casi siempre que discutían, pero nunca dejaba de intentarlo— Están ahí fuera, y no se van a ir a ninguna parte.

Roseanne se inclinó sobre el borde de la mesa.

—Además, quizás soy soltera, pero todavía estoy superando la muerte de mi mujer...

Los ojos de Lisa se suavizaron.

—Lo sé, Roseanne. Pero estamos hablando sobre la fantasía de la gente, no sobre realidad —suspiró, preguntándose si debía ir más allá— Ummm... Sabes que Hyeri no querría que la estuvieras llorando para siempre.

La voz de Roseanne se tornó un angustiado susurro.

—Lo sé.

Lisa se dirigió hacia la alta mujer y se sentó con ella.

—Mira, no quiero discutir. Sé que es importante para ti que ese libro se haga bien... Pero cuando esto se vuelva contra ti y te pegue una pata en el trasero... Y lo hará, yo voy a estar justo aquí para decirte "te lo dije".

—Como siempre —bromeó ella.

—Exactamente —le golpeó en el muslo y se sorprendió de tocar carne. ¿Por qué lleva falda? Ella odia las faldas.

—Bueno si trasladar a Kim a la residencia para que pueda trabajar, es lo peor que se va a volver contra mí, consideraré este como un mes muy afortunado.

—No va a hacer falta un mes.

Roseanne ignoró el pesimismo de Lisa y se dio la vuelta, cogiendo un par de documentos que Tzuyu le había entregado antes. Ella buscó en sus bolsillos, y Lisa, amablemente, le alcanzó un brillante bolígrafo de metal.

—Estamos hablando sobre prensa importante. El Inquisidor y las otras revistas de escándalos no cuentan...

—La prensa importante se hará eco de ello si es lo bastante jugoso. Y las dos sabemos que, si tres de esas revistas de escándalos recogen a la vez la historia de Kim viviendo en la residencia, lo será. Es una ley... Como la de la gravedad, o la de Murphy.

Roseanne se río para sí misma guardándose el boli de Lisa en su bolsillo.

—Es verdad, Miss Sabelotodo. Intentaré recordarlo.

[🗽]

Jennie se sentó en la cama nueva de su nueva habitación, en su nueva casa... La Casa Blanca.

—Wow —movió la cabeza sorprendida, permitiéndose disfrutar de donde estaba y lo que iba a hacer.

Desde noviembre había vivido en un continuo ir y venir para publicitar su última biografía. Eso la había dejado sin tiempo para saber o conocer algo de Roseanne Park. Eso hacía que se sintiera insegura, desconcertada, como un estudiante que no había estudiado mucho para un examen y ahora se tenía que enfrentar a las consecuencias.

Jennie se río de sí misma por sus preocupaciones. Tampoco es que no conozcas nada de ella... Su cara y esos impresionantes ojos chocolate han estado apareciendo en tu tele continuamente desde hace seis meses. Pero la escritora tenía que admitir que la Presidenta era mucho más agradable de lo que parecía. Vale, de acuerdo, mucho más que agradable. Divertida, simpática.

Jennie estaba por fin a solas, lo que le dio tiempo para ordenar las fotografías mentales que había sacado desde que conoció a Roseanne. No obstante, esperaba poder tomarlas también con su cámara.

La emoción de estar en ese sitio, era la misma que había sentido cuando le fue permitido entrar en las más privadas y sagradas zonas del Vaticano mientras hacía la biografía del Kim Namjoon. Su estómago se revolvió debido a los nervios y la excitación. Pero su tour por el Vaticano había consistido en una visita guiada. Ahora iba a vivir aquí. Al menos por un tiempo. Jennie no pensaba que su necesidad de privacidad le permitiera estar ahí mucho tiempo, pero iba a intentar aguantar el máximo posible.

Su mirada se dirigió hacia unos brillantes muebles de madera de cerezo al Estilo Colonial. La habitación era casi tan grande como todo su apartamento. Aunque no tenía cocina o cuarto de lavandería, tenía más cosas de las que un dormitorio precisaba. Un bar bien aprovisionado, una zona para sentarse con dos sofás separados por una pequeña mesa de café.

La cama era tan alta que Jennie no llegaba al suelo cuando se sentaba en el borde del colchón. Era una cama de dosel, hecha con la misma madera de cerezo que los demás muebles de la habitación. La madera brillaba tanto que Jennie podía ver su reflejo cuando la miraba. Acto seguido la recorrió con un dedo sintiendo la misma satisfacción que siente un niño al dejar sus pisadas en un manto de nieve virgen.

Un esbelto vestidor a juego, una mesilla de noche y un gran armario flanqueaban la cama. En la mesilla de noche, en un bonito jarrón de cristal, reposaban dos docenas de rosas amarillas. Su suave fragancia llenaba la habitación mezclada con el olor a madera pulida. Unas largas cortinas de color crema, que hacían juego con toda la habitación, estaban abiertas y atadas a los lados con un lazo dorado, permitiendo que la luz de la tarde entrara por las ventanas.

Unas cuantas de sus cajas habían sido desempacadas por los criados de la Casa Blanca, después, por supuesto, de que todo hubiera sido propiamente inspeccionado, radiografiado, olido y escaneado... Y eso incluía también a su perro, Kuma, el cual estaba a los pies de Jennie intentando subir encima de la alta cama.

—Debo estar soñando, Kuku —pero, mira, hablando de presión— Espero hacerlo bien —Jennie resopló levantando un poco de pelo castaño de su flequillo. Una risa incrédula le salió de dentro—Esto es totalmente surrealista —los dedos de una mano acariciaban el satín de la colcha de su cama mientras se inclinaba sobre Kuma para acariciarle detrás de las orejas.

Unos ojos marrones se abrieron asombrados cuando observaron el reloj y se dieron cuenta que ya era la hora a la que había quedado con Roseanne para conocer a sus hijos. Se preguntaba si estarían todos alineados como los de la familia Von Trapp esperando inspección del Comandante en Jefe. Ewww... Espero que no. Además, yo no sé cantar.

Estaba un poco nerviosa. Ella como hija única no estaba preparada para tratar con niños. Además, tener siempre las narices metidas en un libro cuando era una niña no la había ayudado precisamente a ser Miss Popularidad. Era guapa, pero nunca habría hecho algo vergonzoso como levantarse la camiseta y enseñar las tetas a cambio de dos chocolatinas y el asiento de ventanilla del autobús. Una sonrisa se cruzó en sus labios, por supuesto eso habría dependido de quién se lo hubiera pedido y lo buena que fuera la recompensa.

La escritora se levantó y se abrochó el cinturón, despidiéndose casi de los
vaqueros porque no creía que fuera a usarlos mucho durante los próximos cuatro años. Después, lo vio de refilón. ¿Debería? pensó por un momento, después asintió. —Creo que tenemos un minuto, Kuku, Vamos a llamarlo... —Jennie bromeó— Esperemos que con esto no le dé a Mino el ataque al corazón del que lleva preocupado cinco años. Porque seguro que se va a quedar muerto cuando le diga donde estoy viviendo.

La segunda leja de la mesilla de noche se deslizó hacia afuera, formando una pequeña mesa y haciendo accesible el teléfono desde la cama.

La mujer castaña se disponía a dar el comando de voz.

—Telefonear —pero se paró cuando echó un vistazo a la elegante máquina. No tenía un registrador de voz— Huh, debe ser un teléfono antiguo —lo descolgó y se quedó mirando el cordón, estirando de él unas cuantas veces— Vaya asco de... Vale puedo hacerlo de la forma más complicada —volvió a descolgar y se dirigió a pulsar la almohadilla, pero no tenía. De hecho, no había manera visible de llamar a nadie.

De repente una sonrisa iluminó la cara de Jennie.

—Maldita sea, Kuma —el perro finalmente cogió carrerilla y pudo subir a la cama. Movía rápidamente la cola en señal de victoria y sus ojos se fijaron en la mano de su ama— Esto es el Bati Teléfono.

Un ligero ruido sonó haciendo la atención de Jennie y Kuma se dirigiera hacia la puerta.

—Hora de ir a conocer a esos humanos en miniatura. Deséame suerte, chico —lo acarició— No... tú no puedes venir. Y ten cuidado —le rogó estirando la almohada que había aplastado— Marta Washington o alguien así hizo eso probablemente. Y no quiero tener que sacar un préstamo para remplazarlo.

El perro se acercó al borde de la cama para seguirla, pero se lo pensó mejor cuando miró hacia el suelo.

—Ajá. Ahora estás atrapado, ¿eh? —se río Jennie mientras se dirigía a la puerta—Te está bien merecido.

Abrió la puerta y encontró a Kim Taehyung allí plantado. Jennie se sintió un poco decepcionada. ¿Por qué estaría esperando a Roseanne? Miró por encima de los hombros del hombre negro.

—¿Qué? ¿No hay refuerzos esta vez?

Taehyung dejó pasar su alusión a la visita a Nashville.

—El agente del Servicio Secreto asignado a este pasillo está en su puesto, Srta Kim. Se lo aseguro. No he encontrado ningún motivo para traerlo hasta la puerta —se ajustó la corbata— Por lo que veo está preparada.

—Sí... Errr... No... Sólo un minuto —Jennie se dirigió hacia el escritorio situado contra la pared que había enfrente de la cama. Buscando en una mochila, sacó la cámara de fotos y rápidamente le puso un carrete. Esperó a cerrar la tapa de la cámara y añadió— Ahora sí que estoy preparada.

—No puede... —apuntó hacia la cámara— Eso no está... —empezó a decir.

Jennie arqueó una ceja.

—Acceso total, Sr. Kim. Esto es para documentación, no para publicación. Y ya tengo el permiso de Lalisa Manoban. ¿Tiene usted más poder que ella?

—Ehh... Por supuesto que no... Pero...

—Se acabó —volvió a mirar al reloj— Vamos a llegar tarde. ¿Tenemos que seguir aquí discutiendo esto? —Jennie era consciente de lo mucho que estaba enfadado al ayudante, pero estaba disfrutando cada momento.

Él le dirigió una fría sonrisa. Zorra.

—Vamos —extendió una mano y Jennie siguió de largo, cerrando la puerta tras ella. Todavía no había dado dos pasos cuando un sorprendente ruido, seguido de un ladrido, se escuchó en su habitación.

Unos ojos marrones se cerraron. ¡Ahora no, Kuma! Jennie se mordió el labio y se giró hacia Taehyung, el cual parecía mortificado.

—Lo siento —se disculpó sinceramente— No está acostumbrado a esto todavía. Permítame calmarlo. ¿O lo puedo llevar conmigo? Sólo vamos a ir unas cuantas puertas más allá a ver a los niños ¿no?

—Pediré inmediatamente una jaula y un bozal.

Jennie se quedó parada y clavó sus ojos en el hombre bien vestido.

—Puede pedirlo si quiere. Pero no serán para Kuma...

—No puede seguir ladrando de esa manera.

Jennie colocó sus manos sobre sus caderas.

—Pues lo está haciendo.

—Eso es inaceptable —gruñó el hombre.

—Estoy de acuerdo. Debería ir a por él.

—No —respondió Taehyung inmutable

Jennie suspiró. ¡Dios, ya estaba harta de él y sólo llevaba tres horas viviendo allí!

—El apartamento que había alquilado antes de cambiar mis planes permitía mascotas. Kuma lo está haciendo lo mejor que puede...

—Esto no es un complejo de apartamentos.

—No, no lo es. Y no tengo ningún problema con volver a llamar al dueño del apartamento y ver si aún está disponible —le contestó— Mire, Sr. Kim, tenemos dos opciones. O lo dejo solo y ladra; o lo llevo conmigo y se calla; o... Me quedo un rato en la habitación con él hasta que se tranquilice —Jennie cruzó los brazos sobre su pecho— Usted elige.

—¡¿Espera que esa... Esa cosa se recorra la Casa Blanca de un lado a otro?! —Taehyung estaba casi gritando.

—No —respondió Jennie tranquilamente— Él se va a calmar. Está acostumbrado a viajar, pero sólo lleva aquí un par de horas. Kuma ha sido registrado, escaneado, vacunado, por no hablarle de ese líquido verde y brillante que le han hecho beber. ¡Lo han radiografiado varias veces, como si hubiera pensando en esconder una bomba nuclear en ese Dog Chow! Es sólo un animal. No se puede esperar que después de haber sido sometido a todo eso no reaccione —y con eso volvió a la habitación y se sentó al lado de Kuma.

—Creía que teníamos una cita —Roseanne asomó la cabeza, actuando como si no hubiera oído las voces de enfado. Había estado esperando impaciente a Jennie y finalmente había decidido ir a buscarla. Taehyung se apartó cuando vio a Roseanne.

Jennie se sobresaltó.

—La teníamos... Lo... Lo siento.

—Tranquila —dijo casualmente la mujer, sintiéndose un poco culpable por su impaciencia infantil. Pero todo el día había estado pensando en la cita de esa noche. ¡Y bien, la noche había llegado! Apuntó con la cabeza hacia la habitación y preguntó— ¿Podemos entrar?

Jennie asintió asombrada mientras Somi, Félix y Soobin corrieron delante de su madre sin dirigirle ni una mirada a la escritora. Se dirigieron directamente hacia el perro, el cual bajó al suelo sin problema y empezó a jugar con ellos.

—Farsante — le murmuró la mujer.

—¡Te dije que había oído un perro, Som! —exclamó Soobin excitado. Sus manos luchaban con las de los otros niños mientras Kuma se acostaba patas arriba para disfrutar de las caricias que le provocaban un placer fantástico

—Espero que no te haya molestado —le dijo Jennie a Roseanne, aliviada de que la Presidenta no pareciera enfadada— Sólo lleva aquí un par de horas y no le gustaba la idea de que lo dejara solo tan pronto.

Roseanne sonrió a sus hijos y contestó a Jennie sin girar la cabeza.

—¿Por qué no te lo trajiste contigo entonces? Dios, sé que ahora van a querer tener un perro. Quizás soy la peor madre del mundo.

Jennie casi soltó una carcajada. Miró más allá de Roseanne, clavando sus ojos sobre Taehyung, el cual estaba todavía plantado en la puerta.

—Vaya, que gran idea.

Taehyung se giró sobre sus talones y se fue murmurando, pero nadie le estaba prestando atención.

—Parece que ya te has instalado —comentó Roseanne. La habitación parecía la misma de siempre, excepto por unas cuantas cajas sobre el escritorio.

Jennie miró alrededor de la habitación y asintió.

—Sí —extendió el brazo hacia el sofá— ¿Quieres sentarte?

—Por supuesto —Roseanne sonrió a Jennie— Sabes lo que me gusta el relax, pero creo que antes debo hacer unas presentaciones —ambas mujeres miraron a los niños que estaban sentados en el suelo con el perro, riendo mientras este les lamía los dedos.

Sin pensarlo, Jennie cogió su cámara y los enfocó, sacando varias fotos.

—Lo siento —le dijo Roseanne— Se suponía que tenían que esperar a mi lado y ser presentados.

—Por favor, no te disculpe —Jennie movió una mano para quitarle importancia y después depositó la cámara sobre la mesa— Si yo fuera ellos, también estaría más interesada en Kuma.

—Oh, yo no podría afirmar eso. A mí me pareces muy interesante —Roseanne río— Niños — Roseanne levantó la voz y tres pares de pequeños ojos la miraron inmediatamente.

—Oh oh —murmuró Somi, levantándose. Félix y Soobin la imitaron rápidamente, a pesar de que la atención del más pequeño estaba dividida entre el perro y su madre.

—Nos olvidamos de esperar en la puerta, mamá —admitió Somi honestamente mientras giraba el pie sobre la alfombra.

—Ya lo sé. Hablaremos sobre eso más tarde —prometió Roseanne, pero sus palabras fueron suavizadas por una sonrisa indulgente— Niños esta es Jennie Kim. La Srta. Kim va a escribir un libro sobre mi presidencia. Ya hemos hablado sobre que iba a estar viviendo con nosotros durante un tiempo.

—Encantada de conocerla, Srta. Kim —dijo Somi educadamente, esperando poder arreglar su error anterior. Sus hermanos asintieron.

Jennie sonrió.

—Yo también estoy encantada de conocerlos —Somi es una copia de su madre, incluso por los ojos chocolate. Apuntó hacia el suelo— Y ya han conocido a Kuma.

Félix sonreía tan abiertamente que Roseanne temió que se rompiera la mandíbula. Inconscientemente tocó las patillas de sus gafas, al observar que Jennie también llevaba.

Jennie se dio cuenta de su contenta mirada y se río gentilmente mientras caminaba hacia ellos.

—Las tuyas son iguales que las mías —le dijo a Félix.

Félix asintió hipnotizado.

Jennie soltó una carcajada y alborotó el pelo del muchacho que era del mismo color que el de ella.

La cara del niño pequeño se enrojeció y corrió hacia Roseanne, escondiendo la cabeza entre sus piernas.

Jennie se sorprendió.

—¿Qué he...?

—Es que es un poco tímido —Roseanne palmeó cariñosamente la espalda del niño— No te preocupes —le dijo, sorprendida por la perpleja mirada de Jennie. Ella no ha estado con niños. Oh, esto va a ser muy interesante.

Soobin se dirigió hacia Jennie y le estiró del pantalón. Jennie se agachó para estar al mismo nivel que el niño de ojos miel.

—Quiero hacerte una pregunta muy importante.

Jennie tragó saliva, un poco asustada...

— ¿Sí?

El asintió solemnemente.

—¿Podemos volver a jugar con el perro?

Jennie estalló en carcajadas.

—Umm... —aún no había acabado de decir que sí cuando los niños, incluido Félix, se tiraron al suelo para seguir jugando con Kuma. Asombrada, la mujer miró a su mascota. Le sacó la lengua al perro— Mimado.

—Pagaría mucho dinero a cualquier empresa para que me acogiera de esa manera —comentó Roseanne.

—Desde luego.

Roseanne se arrodilló delante de Jennie. Estiró una mano hacia el perro.

—¡Hey, Hola... Dios! —apartó la mano corriendo cuando Kuma le ladró inesperadamente, enseñando dos arqueados y afilados colmillos.

—No. Ese nombre ya estaba cogido —bromeó Jennie.

Acto seguido, como si no hubiera pasado nada, Kuma bostezó. Su boca se cerró, inocentemente, siguió jugando con los niños.

La voz de Jennie se volvió seria y se dirigió hacia su amigo de cuatro patas.

— ¡Kuma! —te has metido en problemas, pequeño perro—Lo siento mucho, Sra. Presidenta

—Roseanne ¿recuerdas?

Jennie asintió.

—Es verdad. Pero lo siento mucho. Es muy extraño —frunció el ceño— Kuma quiere a todo el mundo... —viendo la reacción de Roseanne, se dio cuenta de cómo debía haber sonado eso—Pero ha tenido un día muy estresado. Te aseguro que es 100% inofensivo, lo juro. Si normalmente tiene miedo hasta de su propia sombra.

Roseanne repentinamente le ladró al perro y este pegó un salto y corrió a esconderse debajo de la cama tan rápidamente como sus piernas le permitieron.

—Vale, me lo creo —dijo Roseanne amistosamente. Nota mental: consultar a Lisa sobre la mejor manera de sobornar a un perro, más gallina que perro, que obviamente me odia.

Roseanne se levantó del suelo. Había sido un día muy largo y necesitaba algo de relax. Se dirigió hacia los niños —creo que ya es hora de devolverle a la Srta. Jennie su privacidad.

—No se vayan —se oyó a sí misma decir, bastante sorprendida por la urgencia de su voz. Podía sentir como sus mejillas empezaban a arder.

—De acuerdo —contestó rápidamente Roseanne a la vez que se le formaba una sonrisa—¿Quieres que hablemos mientras los niños juegan?

Jennie asintió y las mujeres se sentaron en los sofás. La mujer joven se sentó primero. Roseanne luchó contra la necesidad de acomodarse a su lado y se dirigió hacia el sofá de enfrente.

—Es una falda muy bonita —los ojos de Jennie recorrieron las piernas de Roseanne. Debería llevarlas más a menudo. Que piernas más fantásticas.

La voz de Roseanne la devolvió a la realidad. Era el turno de Roseanne para sofocarse y esta estiró nerviosamente de la tela.

—Gracias —Roseanne se metió una mano en el bolsillo y estuvo buscando algo hasta que la sacó sosteniendo un envoltorio de aluminio. La escritora percibió un aroma suave.

—¿Quieres la mitad de mi chocolate? —Roseanne le pasó un trozo de chocolate.

—¡Claro! —Jennie lo cogió felizmente. ¿Una chocolate? Gracias a Dios que no estamos en un autobús.    

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