Capítulo 3
Lunes, 9 de noviembre
—¿No? ¿Qué significa "no"? —Roseanne firmó un documento y se lo entregó a un ayudante mientras otra estaba alrededor recordándole sus tres próximas citas
Kim Taehyung sacudió la cabeza, deseando poder decir a la Presidenta electa Park lo que Jennie le había dicho el día anterior.
—Ella no acepta la oferta, Roseanne, es tan simple como eso.
Roseanne lo miró fríamente.
—Nada es nunca "tan simple como eso". Y tú lo sabes —Roseanne asintió a su secretaria, la cual estaba en el despacho anotando las peticiones de café de los empleados— ¿Por qué no la acepta? No... —le dijo a la secretaria— Ese día no ¿Podemos pasarlo al 21?
Taehyung tomó asiento al lado de la alta mujer.
—Kim me dio unas razones poco convincentes, pero creo que lo importante es que ella no está interesada en escribir tu biografía.
—Entonces tenemos que conseguir que se interese.
—Roseanne, ¿Qué importa eso? Podemos conseguir a otra. Alguien mejor. Sé que adoras su trabajo, pero esa mujer ni siquiera te votó, ¡por el amor de Dios!
Eso llamó la atención de Roseanne y levantó la mirada de su agenda electrónica
Su sonrisa desapareció de la cara.
—¿Qué quiere decir que no me votó? ¿Por qué no?
Taehyung dio las gracias cuando le pusieron una taza de café delante. Hizo espacio en la mesa para depositar una pila de papeles.
—¿No te has leído su reporte? —preguntó mientras le acercaba a Roseanne su taza y él daba un sorbo de la suya.
—Lo ojeé —dijo Roseanne mientras fruncía el ceño— Vale, de acuerdo, sólo miré sus fotos. Mierda...
—¿Miyeon? —unos ojos verdes escasearon la habitación.
—Aquí, Roseanne —Miyeon, la secretaria personal de esta, le entregó una carpeta.
Sus ojos se abrieron de par en par.
—A veces me asustas, Miyeon. Lo sabes ¿verdad?
La mujer sonrió y le guiñó un ojo.
—Después de 15 años, te conozco mejor que tú misma, Roseanne Park —su sonrisa aumentó—¡Y no puedo esperar más para ser la Presidenta de los Estados Unidos!
La habitación estalló en carcajadas. Roseanne se unió al chiste.
—Y serás una maravillosa Presidenta. Y por favor, dame un puñetazo si me interpongo en tu camino.
Roseanne tomó un trago de café y cogió una tartaleta de mora de una bandeja. Abrió el archivo. ¿Quién eres, Jennie Kim? ¿Y por qué me rechazaste? La habitación pareció desaparecer mientras ella se concentraba en las palabras del reporte.
Sujeto: Jennie Ruby Jane Kim
Fecha de nacimiento: 16/01/1993
Altura: 1,63 Peso: 50 kg Ojos: Marrones Pelo: castaño
Roseanne siguió empapándose la información. No hay nada importante en el historial médico, ningún historial criminal...
Estado civil: Divorciada (duración del matrimonio 24/01/2016 — 16/10/2018
Familia: ningún hijo, ningún hermano, nada significativo. Padres: viven.
Sus pensamientos se detuvieron durante un momento. Parece muy sola.
Estudios: Licenciada en Historia, Máster en Literatura Inglesa, Universidad de Tennesse. Magna Cum Laude. Fecha de graduación: 05/05/2015
Roseanne sonrió cuando leyó sobre sus 11 multas de aparcamiento sin pagar en la ciudad de Nashville. Su mirada volvió a la foto que le había llamado la atención la noche anterior y sonrió de nuevo. Se pregunto cuál será el nombre de ese perro feo.
Cogió las últimas hojas del reporte para observar la información suplementaria que ella sabía que estaba ahí. Rápidamente observó la foto del ex—marido de Jennie, Kim Jongin. Un arquitecto que vivía en Chicago y se había vuelto a casar dos meses después de su divorcio. Ahora tenía un niño de dos años y medio. Roseanne sacó cuentas y soltó una maldición. Asquerosa rata, bastardo. Decidió que se desharía de la fotografía más tarde.
Se extrañó cuando no encontró ninguna foto de los padres de Jennie, pero un detallado reporte indicaba que Taeyang Kim era un fontanero retirado. Había sido miembro y fundador durante 45 años de la Union Steward. Procedencia demócrata. Nunca lo habría imaginado. Interesante. Hyorin Min era ama de casa. Había sido hospitalizada por depresión varias veces en los últimos diez años.
Cuando Roseanne apartó la vista de su lectura, diez minutos después, estaba sola en la sala de conferencias. Había tazas de café vacías por todos los sitios, platos de plástico por toda la habitación y, de pronto, notó un pitido intermitente que había sido programado para recordarle su primera cita. Su café se había quedado frío y apartó la taza con cara de asco. Roseanne volvió a la primera página del reporte y descolgó el teléfono mientras daba un gran bocado a su tartaleta.
[ 🗽 ]
Jennie empezó a escarbar en su bolso hasta que finalmente encontró el pequeño espejo.
—Encender conducción automática. Destino número 12.4213 —Jennie apartó las manos del volante y empujó su asiento para atrás. Miró su reloj y vio que llegaba tarde— Aumento de velocidad de 15 km/h. 4213 —esperó el pitido de aviso— Aprobado el sobrepaso de velocidad obligatoria. 4213.
Levantando un pequeño espejo, empezó a pintarse los labios de un color muy suave. De repente su teléfono sonó asustándola y haciendo que se pintara la mejilla con el pintalabios.
—Uyy —cogió una toallita y empezó a limpiarse la cara. Mientras el teléfono seguía sonando. Al quinto tono contestó— Hola.
—Hola —era una voz femenina, fuerte y decidida— ¿Es usted Jennie Kim?
Jennie sostuvo el teléfono un poco alejado de su cara y se quedó mirándolo como si fuera la primera vez que lo viera. Conozco esa voz.
—¿Hola? ¿Srta. Kim?
Jennie volvió a pegarse el teléfono a la oreja, impresionada, a pesar de que no quería estarlo.
—Sí... Soy Jennie Kim.
Roseanne sonrió, se dio cuenta de la sorpresa que había causado en la joven mujer, y en un instante empezó a adorar su dulce acento sureño...
—Me alegro de poder hablar con usted personalmente. Ah, disculpe. Soy...
—La Presidenta de los Estados Unidos —interrumpió Jennie totalmente impresionada. ¡Dios mío! ¿Me está llamando para lo de su biografía? ¿Ella, personalmente?
—Presidenta electa, todavía —Roseanne puso los pies encima de la mesa, deseando que su hambriento equipo no se hubieran comido todas las tartaletas. En estos momentos le apetecía una— Habló con mi ayudante, Kim Taehyung, ayer.
Jennie asintió.
—Sí —su sorpresa empezó a disolverse al recordar su enfado del día anterior— Y no me gusta mucho ser intimidada —añadió en un tono que se tornó frío.
Roseanne se incorporó sobre su asiento.
—¿Qué quiere decir con "intimidada"? ¡¿Qué hiciste Taehyung?!
—Oh me refiero al Sr. Kim y su compañero Big JK Junior.
¿Big JK Junior? Roseanne cerró los ojos. Oh, Dios, dime que no se llevó a Jungkook.
—¿Se refiere a Jeon Jungkook? ¿El serio y desafortunado agente del Servicio Secreto cuya cabeza parece nacer directamente de sus hombros?
A Jennie se le escapó una carcajada, e inmediatamente intentó contenerla tapándose la boca con la mano. ¿Un político con sentido del humor? ¡Está nevando en el infierno!
—Sí, ese nombre me es familiar —contestó rápidamente sin intentar disimular la sonrisa de su cara
—Entonces por favor permítame que me disculpe inmediatamente. Estoy segura que la presencia de Jungkook no pretendía intimidarla —por favor no me preguntes para qué estaba allí.
Jennie volvió a apartar el teléfono para mirarlo, deseando poder ver la cara de Roseanne. Sonaba muy sincera.
—Quizás lo malinterpreté —se oyó a sí misma decir.
—Srta. Kim, su trabajo es a la vez inteligente y profundo. Soy una gran fan
Jennie estaba sorprendida otra vez por el halago entusiasta de Roseanne y notó como sus mejillas empezaron a ponerse rojas.
—Gra... Gracias —lo que no sabía es que Roseanne estaba intentando sofocar un sofoco similar al otro lado del teléfono.
La Presidenta electa se sermoneó mentalmente por sonar como una quinceañera impresionada por su ídolo.
—Necesito tu ayuda. Estoy en una posición única, Srta. Kim. Una que necesita ser habilidosa y, aún más importante, detalladamente registrada —la alarma de Roseanne sonó y ella la apagó irritada.
—No podría estar más de acuerdo.
Unas oscuras cejas se arquearon en señal de sorpresa.
—¿Entonces lo hará? —la gente empezó a llenar la sala de conferencias.
—Yo no he dicho eso.
Roseanne suspiró frustrada.
—Por favor, Srta. Kim, ayúdeme en esto. Tengo una reunión en dos minutos. Dígame que tengo que hacer para que acepte.
El coche de Jennie paró delante de la biblioteca pública y esperó a que ella le diera el comando de "apagar motor".
—No creo que tenga que hacer nada —repitió sinceramente—Me siento halagada, en serio... —e intrigada a más no poder— Pero no quiero que me tengan copiando lo que escribe el Grupo de Emancipación del Presidente. Ese no es el tipo de trabajo que hago. Me encantaría poder recomendarle a alguien...
—¿De qué está usted hablando?
Jennie notó el asombro en la voz de Roseanne.
—Eso no es lo que quiero —¿Qué le dijo Taehyung?
La escritora soltó un suspiro, queriendo creer a la otra mujer, pero sabiendo que no era verdad.
—Usted dice eso ahora. Pero...
—¡Pero nada! Yo no quiero un "sí señora". El partido le va a pagar porque yo no quería que los contribuyentes pagaran esto, y si le pago yo de mi bolsillo, pondría su profesionalismo en cuestión ¿No?
Jennie se inclinó, escuchando atentamente.
—Sí, tiene razón
—Yo necesito a alguien con honestidad, integridad y talento. La necesito a usted, Srta. Kim. Tiene mi permiso para escribir lo que usted vea y piense... —Roseanne saludó a la mujer que quería que fuese la próxima Ministra de Salud y Asuntos sociales. Maldiciendo al tiempo, añadió rápidamente— Le estoy dando acceso total a todo y el completo control editorial del contenido. Su única atadura consistirá en trabajar dentro de los márgenes de la Seguridad Nacional.
Jennie se quedó mirando el teléfono por tercera vez sin creerse lo que estaba escuchando.
Roseanne levantó un dedo para indicarle a la gente de la sala que estaría con ellos en un minuto. Cuando la última persona entró en la habitación y se sentó, Miyeon cerró la puerta de la sala de conferencias.
—¿Era eso lo que necesitaba escuchar, Srta. Kim?
Jennie asintió torpemente. ¿Total acceso? ¿Control editorial? ¿Y un "sujeto" que está haciendo historia con cada cosa que hace?
—Sí —suspiró— Eso era lo que necesitaba oír.
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