Capítulo 16
Viernes, 9 de abril.
Roseanne suspiró al enfilar el pasillo. Miró a su agente del Servicio Secreto, el cual apartó la silla y se levantó en el momento en que ella salió de su habitación.
— Supongo que usted no podría dispararme ahora ¿verdad?
El hombre palideció un poco.
— ¿Sra. Presidenta?
—¿Has hecho algo alguna vez que no querías hacer sólo para mantener a tus amigos felices?
Él empezó a relajarse y le dirigió a Roseanne una sonrisa cómplice.
— ¿Una cita a ciegas, Sra. Presidenta?
—Casi. No la he visto desde la Universidad. —suspiró Roseanne— Bueno, al menos le dejé claro a mi Jefa de Personal que ella y su mujer venían también —su cabeza se elevó rápidamente cuando la puerta de Jennie se abrió varios metros más allá. Oh, mierda. Está genial. ¿Por qué tiene que estar tan guapa? Si no la conociera bien, aseguraría que está intentando volverme loca.
Se acercaron la una a la otra muy lentamente. Jennie deslizó su bolso sobre un hombro mientras se dirigía hacia Roseanne.
—¿Así que ya estás preparada para tu gran noche? — le había oído a Jihyo lo de la cita a ciegas de Roseanne, y la idea no la hizo nada feliz. Roseanne parecía cansada estos últimos días. Sólo tiene libres diez minutos a la semana. Debería gastarlos relajándose, o viendo la tele, o leyendo mi libro, o como sea. Pensó Jennie orgullosamente, No complicándose más la vida. ¿Y qué siesta pollita es una gran doctora de Harvard? No me impresiona. ¡La Universidad de Tennesse es una gran escuela!
Roseanne asintió y trató de sonar positiva.
— Sí, será agradable volver a ver a Tali...ehh... Talia... um, Dra. Ryder, de nuevo —una pequeña arruga apareció en la frente de Jennie, y Roseanne paró de hablar.
—Bueno, debería irme. Tzuyu me pidió acompañarla a ella y a su novio. Umm... Un pariente suyo va a estar allí. Y... bueno...
—¿De verdad? No sabía nada —dijo Roseanne, esperando que ningún ser divino llevara la cuenta de sus mentirijillas inofensivas, especialmente cuando estas tenían que ver con Jennie. Si llevaban la cuenta, estaba en grandes problemas.
Jennie se colocó las gafas, incómoda. Sintió una inexplicable urgencia por justificarse ante Roseanne.
— Estaba volviéndome un poco loca últimamente. Hace seis meses que no salgo a ningún sitio. Y ella... Tzuyu, me lo pidió. Necesitaba una cuarta persona para que su familiar no se sintiera incómodo —¿Por qué me siento como si la estuviera traicionando? ¡No somos pareja!
—Oh, lo entiendo completamente —voy a ir derecha al infierno— Nunca sabes cuando puedes conocer a Don Perfecto.
Jennie sonrió débilmente y se encogió de hombros. Por alguna razón no esperaba conocer a Don Perfecto esa noche. — O Doña Perfecta
— ¿Huh? — Roseanne prácticamente gritó
— ¿Candice Delaney? — Aclaró Jennie, sorprendida por la reacción de Roseanne. — ¿Tu cita de esta noche? — Sus mejillas se enrojecieron por la vergüenza. — Um...Jihyo la mencionó un par de días atrás. Por eso sé su nombre.
— Y no he sido capaz de pensar en otra cosa desde entonces.
— Oh, sí — Roseanne intentó no parecer muy abatida. Dirigió la cabeza en dirección contraria a la dirección que tenía que tomar Jennie. — De hecho, iba de camino hacia allí.
Jennie ojeó el traje de Roseanne. Perversamente deseaba que esa tal Dra. Delaney no fuera del tipo "falda y tacón".
— Ya me he dado cuenta. Bonito traje.
— Gracias — Una pequeña sonrisa de dibujó en la cara de Roseanne. — Lo mismo digo — Tímidamente, se metió las manos en los bolsillos y se golpeó los tacones. — Bueno, te veo luego — Pero no hizo ningún esfuerzo por moverse.
Jennie suspiró, ya se arrepentía de haber aceptado la propuesta de cita doble de Tzuyu. Ordenó a sus pies firmemente que se movieran, cuando lo que más deseaba era quedarse aquí con Roseanne. Ugh, excepto por el hecho de que Roseanne iba a pasar la noche con la Sra. Harvard. Ella me ve todos los días. Estoy segura que soy la última persona con la que quiere pasar más tiempo. — Sí, te veo luego.
Cuando el taxi de Jennie la dejó frente al Been Gi Palace, un sentimiento de vacío se apoderó de ella. Miró hacia el cartel del restaurante y arrugó la nariz. ¿Por qué accedí a comida coreana? Odio no estar segura de lo que estoy pidiendo. ¡Soy de Tennesse, maldita sea! Soy feliz al saber que la C de KFC significa chicken(pollo) no cat (gato). El molesto pensamiento la hizo temblar.
— Esto es lo que consigo por querer tener una vida — murmuró para sí misma mientras ponía derechos sus hombros y abría la pesada puerta de madera del restaurante. Al entrar un fuerte aroma a comida coreana la rodeó.
Una sonriente camarera se dirigió inmediatamente a recibirla. Jennie se quitó su abrigo y se lo colgó sobre un brazo.
—Hola, hola —la joven mujer la saludó, inclinando la cabeza varias veces. Parecía extremadamente contenta de ver a Jennie.
—Hola — Jennie empezó a inclinar su cabeza también, hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Paró y sonrió a la pequeña mujer— Vengo con el grupo Dennis.
—¿Un grupo de una? —preguntó la camarera. Su acento era tan cerrado que Jennie se tenía que inclinar para escuchar atentamente.
—No
La camarera parecía confundida.
— ¿No quieres comida?
—No... quiero decir, sí. He quedado aquí con unos amigos. El grupo de los Dennis —intentó explicar de nuevo Jennie.
—Si no quiere comida, ¡váyase! Esto no es un chiste —la joven mujer empezó a empujar a Jennie hacia la puerta.
—No... sí quiero. Quiero comida —aunque no está comida. El olor la estaba poniendo un poco enferma. Jennie exhaló impacientemente y recorrió con la vista la sala.
El restaurante estaba oscuro, iluminado sólo por velas depositadas en las mesas y por unos pequeños focos amarillos que colgaban sobre la barra. Entrecerró los ojos mientras estos continuaban ajustándose a la tenue luz. Tzuyu no estaba en ningún lugar a la vista, por eso empezó a buscar a Talia, lo cual no era una tarea fácil ya que no tenía ni idea de cómo era. Un hombre guapo, de pelo negro y ropa cómoda estaba sentado al final de la barra tomando un trago. Los asientos que había a su lado estaban vacíos.
Jennie decidió arriesgarse. Se dirigió hacia él, dejando atrás a la camarera, y le saludó desde lejos. A pesar de la oscuridad, el hombre divisó a Jennie y levantó la cara. Sonrió abiertamente, devolviéndole el saludo. Jennie suspiró aliviado. Tzuyu y su novio se deben haber retrasado
Se giró hacia la confusa camarera, que se había puesto justo detrás de ella, aparentemente preparada para bloquearle el camino si fuera necesario.
—Encontré a mi grupo, ¿ve? —Jennie apuntó hacia el hombre, el cual levantó la bebida asintiendo.
La camarera asintió furiosa, finalmente entendiendo que Jennie había quedado con el hombre de la barra.
—Adelante entonces —dijo felizmente— Prepararé su mesa, y un camarero le entregará los menús.
Jennie la miró, no había entendido ni una palabra.
—¡Vaya! —la camarera finalmente se enfurruñó— Turistas estúpidos —murmuró mientras volvía hacia la puerta, saludando alegremente a una pareja que acababa de entrar.
Jennie cogió al toro por los cuernos y se acercó al hombre. Este se levantó y le ofreció un asiento a su lado.
Estrecharon las manos y Jennie se disculpó — Siento haber llegado tarde — Ocupó el asiento libre al lado del hombre. — Soy Cami...
— No pasa nada, bombón — La interrumpió. Sus ojos intentaron enfocar, pero esta era la quinta bebida y las cosas estaban un poco turbias para él. Aún así, veía lo suficiente como para saber que este era el día más afortunado de su vida. — Ha merecido la pena la espera — sonrió triunfante. Y sus amigos intentaban decirle que ahogar las penas detrás de una botella no le iba a traer nada bueno, ¡JA!
Los ojos de Jennie se entrecerraron, y se detuvo a contemplar al hombre por primera vez, notando así su camiseta destartalada y su corbata suelta. — ¿Cómo te llamas?
El hombre de pronto se dio cuenta de la importancia que tenía esta pregunta y se detuvo a reflexionar. — ¿John? Jennie entornó los ojos. — Querrás decir, "idiota" — Se alejó de la barra.
— ¿Bill? — Intentó de nuevo — ¿David? ¿Sam? ¿Rick? ¿Steve? ¿Bob? ¿David?
— Ese ya lo has dicho.
— ¿Entonces es que he acertado?
— Lo siento, amigo. Ninguno de esos nombres se acerca lo más mínimo a Soyeon— Gracias a Dios.
Una mujer sentada dos asientos más allá, que había estado escuchando la conversación medio asombrada, de repente dio un brinco. — ¿Jennie?
Los ojos de Jennie se dirigieron hacia la mujer castaña. — ¿Sí?
— Me alegro de conocerte finalmente. Soy la prima de Tzuyu, Soyeon Dennis. — Le extendió la mano y Jennie levantó las suyas en señal sorpresa. — Tu cita — Añadió Soyeon cuando Jennie seguía pálida mirándola. La mano de la escritora estaba tan floja como un spaghetti.
—Eres una mujer —dijo Jennie innecesariamente. Su boca se abrió ligeramente. ¿Es que parezco totalmente gay o qué?
Dos cejas se arquearon.
—¡Sííí! La última vez que miré lo era. Creía que lo sabías. Quiero decir... Tzuyu dijo que... —se detuvo, notando que Jennie estaba un poco pálida— Hey, ¿estás bien?
Jennie se rascó la barbilla.
—Vaya, esa es una buena pregunta —la idea no es nueva para ti, Jennie, y lo sabes. Has pensando sobre esto antes. Sobre todo, últimamente. Así que no actúes ahora como una idiota.
A lo largo de los años había estado medianamente interesada por varias mujeres. Jennie se había preguntado si, dada la oportunidad, podrían haber dado lugar a relaciones que no fueran solo de amistad. Pero la vida seguía su curso, y la oportunidad nunca se presentó. Su matrimonio con Jongin había sido un largo estudio del que ninguno había salido satisfecho. ¿Era hora de abrir horizontes? Se lo había estado planteando durante años. Jennie había tenido que admitir que no era la falta de interés en las mujeres lo que la retenía. Era más una falta de atracción. O al menos un sentimiento de atracción que no fuera fugaz.
Atracción debería ser... Su mente inmediatamente encontró la respuesta, y Jennie suspiró resignada... Como lo que siento por Roseanne. Pretender decir que lo que sentía por Roseanne era simple atracción era mentir, y ella lo sabía. Estaba más enganchada a ella que un mosquito a una bombilla. Jennie intentó no pensar que Roseanne estaría probablemente besando a la Dra. Ryder en ese preciso momento.
La escritora escapó de sus pensamientos y observó a Soyeon, la cual era, todo había que decirlo, una mujer bonita. Se concentró en ella durante un segundo, conteniendo la respiración y mirando profundamente los ojos marrones de Soyeon. Nada. Ni un ápice de interés. Ni una gota de deseo. Nada de atracción. No había nada de lo que sentía con Roseanne, incluso desde la primera vez que se vieron. Jennie exhaló. ¡Es que ella no es Roseanne, así que para de hacer eso!
—Lo siento, y estoy bien —contestó finalmente, dándose cuenta de que la mujer la estaba mirando— Lo que quería decir antes es que eres una mujer que me resulta muy familiar. ¿Nos conocíamos? —de acuerdo, esto es patético. Pero Soyeon pareció creerse su excusa
—No, seguro que te recordaría —Soyeon la dirigió a la mesa vacía que las esperaba preparada.
—¿Dónde está Tzuyu? —Jennie esperaba que la pregunta hubiera sonado casual, dejando de lado el hecho de que estaba empezando a estar un poco preocupada.
—Oh, llamó hace unos minutes. Algo ha pasado en la Casa Blanca, y por eso no nos van a poder acompañar esta noche —Soyeon sonrió y se sentó en su silla, colocando el menú en un espacio libre que había a su lado— ¡Sólo seremos tú y yo toda la noche!
Las pestañas de Jennie se arquearon tanto que se escondieron bajo el flequillo.
—Ummm... wow. ¿Toda la noche? —¿Qué hora es? Luchó contra la necesidad de mirarse el reloj. Dale una oportunidad a la chica. Si Roseanne estuviera interesada en ti, no habría quedado con otra ¿Verdad?— Genial —dijo Jennie con tanto entusiasmo como pudo fingir. Toda la noche.
[🗽]
En el comedor de la residencia, Lalisa y Jisoo hablaban con Talia, mientras Roseanne intentaba no parecer totalmente miserable. Sonreía por todo en los momentos justos y fingía poner interés en lo que se decía a la vez que esparcía la pasta de su plato.
Había perdido el apetito mucho antes de que la comida hubiera llegado a la mesa. Lo peor de la cena llegó entre la sopa y la ensalada; Roseanne casi se disloca la rodilla al golpearla contra la mesa cuando sintió la mano de Talia depositarse en su muslo
Una vez que consiguió que la insistente mano de Talia se apartara de su pierna, levantó la vista para encontrar a la mujer mirándola fijamente. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien la miraba como si fuera el menú de la noche. Pero viniendo de Talia, esa sensación era todo menos placentera. De hecho, hizo que se le revolviera el estómago. Talia Ryder, respetada Dra. durante el día, super putón por la noche. Algunas cosas nunca cambian. Roseanne sacudió la cabeza.
Se imaginó a Jennie mirándola de esa forma, con unos lujuriosos ojos avellanas, y sus mejillas empezaron a tomar un color escarlata muy brillante. Oh, dios. Un involuntario gemido salió desde lo más hondo de su garganta.
La conversación de repente se detuvo, y todo el mundo la miró
De acuerdo, eso no fue una buena idea.
—Me he quemado con la pasta —explicó Roseanne llanamente.
Con el postre, las cosas fueron de mal en peor. Mientras Lalisa y Jisoo se perdían en su propia conversación, Talia susurraba obscenas sugerencias a Roseanne, explicando cómo le gustaría usar la mermelada de cereza cuando estuvieran solas. Roseanne sintió vergüenza de sólo pensarlo. Sus hombros se desplomaron, y dejó caer la servilleta sobre la mesa. ¿Cómo voy a sobrevivir a esto? Me pregunto cómo le irá a Jennie, Nada puede ser peor que esto.
[🗽]
La cabeza de Jennie se inclinó dudosa mientras empujaba el tenedor alrededor del plato, apenas escuchando la interminable charla de Soyeon, pero fascinada con los 188186 trozos de algo conglomerados que le habían puesto delante. ¿Eso son patas? Tragó saliva. ¿O tentáculos? No pedí nada que tuviera patas. Creo.
—Y así es como me convertí en técnica médica de la morgue.
Jennie soltó el tenedor. Sus ojos se abrieron como platos.
— ¿Qué eres qué?
—Empleada de la morgue —dijo Soyeon entusiasmada. Se sentía halagada de vera Jennie tan impresionada sobre lo que acababa de decir. Quizás la escritora no era tan idiota como parecía— ¡Es un trabajo muy interesante! Una vez, después de que una multitud...
La biógrafa sintió como palidecía. No me va a hablar sobre esto, ¿verdad? ¡Oh, Dios!
— Bueno, ¿y cuál es tu libro favorito? —Jennie cambió de tema tan rápido como pudo. Las patas mezcladas con lo que parecían ser fideos en su plato, ya era suficiente para hacerla vomitar. Oír historias sobre cadáveres sólo lo empeoraría todo.
—¿Sabes? La gente siempre hace preguntas así. Realmente no tengo libro favorito. Siempre he preferido las películas —nombró por lo menos media docena de títulos, ninguno de los cuales había oído nunca Jennie— ¿No son geniales? Esas son mis favoritas.
—Um... Lo siento, no he visto ninguna.
—Oh —Soyeon parecía sentirse mortalmente herida, y Jennie no estaba segura de si debía sentirse mal o aliviada. Quizás podría acabar pronto.
Ambas mujeres permanecieron en silencio durante unos momentos.
— ¿Y qué me dices de viajar? —Jennie cortó el hielo— ¿Has estado en algún sitio interesante? ¿Hay algún sitio que te gustaría visitar?
—No, no especialmente. Más silencio incómodo.
—Oh.
Soyeon dio un largo trago de cerveza coreana.
—La Astrología es uno de mis hobbies. Soy Virgo. ¿Cuál es tu signo?
—Capricornio.
Soyeon de pronto encontró muy interesante el contenido de su vaso. Jennie inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Oh, ¿qué? ¿Es malo o algo?
—No, no realmente. Bueno, sólo que los Capricornio no son muy compatibles con los Virgo —se encogió de hombros levemente— Eso es todo.
No me digas, Sherlock. Jennie disimuladamente miró el reloj. ¿Quién diría que dos horas se pudieran hacer tan largas?
—¿Te vas a comer eso? Sin esperar a que Jennie contestara, Soyeon metió los dedos en la comida de Jennie, cogiendo algo verde y viscoso que inmediatamente se llevó a la boca.
Los ojos de Jennie se volvieron cortantes, y consideró apuñalar a Soyeon con el tenedor. Si eso hubiera sido una patata frita, Soyeon llevaría varias marcas detenedor en su mano en esos momentos. Pero, de todas maneras, realmente no le importaba perder un trozo de algo viscoso.
—Ummm... —Soyeon masticó feliz— Gracias, me encantan. No puedo creer que no te los comas. Yo nunca puedo esperar. Oooo... ¿Te he hablado de lo mucho que me gusta la música sinfónica? ¿Has oído nuestra sinfónica local?
Jennie sacudió la cabeza.
—He oído que son maravillosos, pero no soy realmente una gran fan de la música sinfónica. De modo que no he ido a verlos. Pero me gusta la Ópera —intentó esperanzada.
La cara de Soyeon se arrugó disgustada y agregó.
—Odio la ópera.
Jennie miró su plato desesperanzada. Pincho un gran trozo, con patas y todo, y se lo llevó a la boca. Pensó que así, probablemente, tendría que visitar urgencias pronto, y quizás podría escapar de esta maldita cita. O también se podía morir. Cualquiera de las dos cosas le servía.
La cara de Soyeon de repente se iluminó.
—Pues uno de los cuerpos que recibimos en la morgue la semana pasada se parecía a uno de eso gordos de la ópera.
Jennie ni siquiera levantó la vista para mirarla. Simplemente se tomó otro trozo de lo que fuera aquello.
—Estaba pálido e hinchado. Creo que pescaron el cuerpo en el río, cerca del Aeropuerto Dulles. Pero eso no es lo peor que he visto. ¡Ni siquiera de lejos! Lo peor fue...
[🗽]
Roseanne consideraba muy seriamente herir a Lalisa, justo se excusaron para irse después de una insufrible cena, pero sugirieron que la Presidenta llevara a Talia de excursión por el edificio. Le cogió del brazo cuando se iba.
—¡Te haré pagar esto! — gruñó, sabiendo que sólo Lalisa estaba lo suficiente cerca como para oírla
—Bueno, ya sabes lo que dice la vieja canción, —le contestó— Si no puedes estar con la persona que amas, ama a la persona con quien estés.
—Ni en sueños, Lisa.
—Buenas noches, Sra. Presidenta —se inclinó y habló muy despacio en el oído de Roseanne — No la recordaba tan "agresiva" Roseanne. Fue un pequeño fallo de cálculo, Roseanne. Lo siento.
¿Pequeño?
— Buenas noches, ex-Jefa de Personal.
Lalisa y Jisoo salieron precipitadamente, y Roseanne se giró para afrontar la realidad. ¿Por qué no paro de oír "Little Red Corvette" sonando en mi mente? Querido Dios, te prometo que haré algo bueno por el medio ambiente si me sacas de esto.
—Bueno —gesticuló la Presidenta nerviosa— Vamos a ver que podemos encontrar para enseñarte por aquí.
—Oh, vamos Roseanne —la mujer se acercó más y Roseanne retrocedió un paso— No muerdo —sonrió— No muerdo, a menos que me lo pidas educadamente. ¿Qué te parece una excursión hacia el Dormitorio Presidencial?
—Dicen que la habitación de Lincoln está encantada —Roseanne caminó alrededor de Talia y notó como esta le pellizcaba el culo.
[🗽]
—Gracias por traerme, Soyeon —a lo que tú insististe.
—No te preocupes. Tenía que venir aquí a ver a Tzuyu de todos modos. — Las dos mujeres se dirigieron hacia una de las entradas del personal. Justo en ese momento el teléfono de Soyeon sonó. Era Tzuyu— Bueno, ¿Y qué estás haciendo allí? —preguntó asombrada— ¡Acabamos de salir de allí! —puso la mano sobre el auricular y se giró hacia Jennie, la cual estaba buscando su ID requerida antes de poder registrarte y entrar a la Casa Blanca, a pesar de que el guarda de la puerta sabía perfectamente quién era y que vivía allí.
Dios, si algún día pierdo esto, estoy perdida. Jennie finalmente la sacó y firmó en la lista, justo antes de girarse y dirigirle una aburrida y frustrada mirada a su compañera.
—Déjame adivinar —suspiró Jennie— Está en Been Gi.
Por favor, no me digas que esto significa que tengo que pasar más tiempo contigo.
—Sip. Y quiere saber si me podrías guiar tú la excursión por la Casa Blanca —Soyeon le dirigió una esperanzada mirada— No quiere tener que volver hasta aquí. Vive en la dirección contraria.
Jennie extendió una mano impaciente.
—Déjame hablar con Tzuyu.
—De acuerdo —Soyeon se llevó el teléfono a la boca un momento para decir adiós, pero después no se lo pasó a Jennie— Tzuyu dice que no es necesario que se lo agradezcas, que puedes hacerlo el lunes. Y, mmm... Ha colgado.
[🗽]
Roseanne se preguntó si podría ser Presidenta todavía si su cerebro explotaba finalmente en su cráneo. Pensó que, si Ford pudo hacerlo, ella sería capaz también. Roseanne decidió que, si tenía que quitar la mano de Talia de alguna parte de su cuerpo una vez más, iba a tener que tirar la educación por la ventana y simplemente darle una patada en el culo a esa mujer.
—La... ummm... Habitación China está por aquí —la dirigió otra vez Roseanne.
Cuando la pareja entró, por un lado, Roseanne se sintió más que aliviada al ver a Jennie entrar por la otra puerta. El hecho de que estaba acompañada de una mujer lo percibió justo un milisegundo después. ¿Qué demonios? ¿Una mujer? ¿Soyeon es una mujer?
—Jennie estás en casa —esas palabras fueron pronunciadas antes de que Roseanne consiguiera que sus labios y su cerebro se sincronizaran. En la única cosa que su mente y sus labios estaban de acuerdo era en sonreír a Jennie. Lo cual hizo, bastante abiertamente, a pesar del hecho de que se sentía herida.
Estaba claro que a Jennie le gustaban las mujeres. Pero no ella. Quien haya sido la responsable de que ese reporte del FBI no me llegará, el lunes estará buscando trabajo.
—Hola, Roseanne —sonrió cálidamente a la Presidenta, pero dirigió una sólida y fría mirada a la atractiva mujer que había a su lado— Creo que no me has presentado a tu amiga.
—Ahh, sí —¿Y qué tiene esa Soyeon que yo no tenga, Jennie Kim?— Uh, Jennie te presento a la Dra. Talia Ryder. Dra. Ryder, esta es la Srta Jennie Kim, la talentosa mujer que está escribiendo mi biografía.
Talia deslizó una mano posesiva a través de la de Roseanne, solo para ver como la alta mujer se apartaba. Miró decepcionada a la Presidenta, y entonces ofreció su mano y una inocente sonrisa a Jennie, percibiendo en seguida a Jennie como su competidora.
—Encantada de conocerla Srta. Kim. Tengo grandes historias de Roseanne en la universidad —su voz era condescendiente— Si las necesita.
El acento bostoniano de Talia acentuó aún más en el nerviosismo de Jennie.
—Encantada de conocerla también. Y veo a Roseanne todos los días. No necesito ninguna vieja historia. Ella es perfectamente capaz de decirme todo lo que necesito saber.
Roseanne se río por lo bajo, pero intentó disimular fingiendo que tosía. Acto seguido miró a la mujer que acompañaba a Jennie, la cual no le estaba haciendo pasar un momento muy agradable. Se dio cuenta que los ojos de Soyeon estaban clavados en Talia como si fuera... bueno, como si fuera un caramelo.
—Uh, Jennie. No nos has presentado a tu amiga —Roseanne miraba sin parar a las dos mujeres, deseando que Jennie se diera cuenta de cómo se miraban.
Pero Jennie estaba demasiado ocupada mentalmente, catalogando cada razón por la que Talia Ryder no era lo suficientemente buena para Roseanne, para notarlo. Jennie no reaccionó hasta que Roseanne le repitió la frase, a lo que contestó.
—Sra. Presidenta, permítame presentarle a Soyeon Dennis, la sobrina de Tzuyu.
Soyeon completamente ignoró a Roseanne y continuó mirando lujuriosamente a Talia.
—Por favor, dime que tú no eres la Dra. Talia Ryder —dijo asombrada— Leí tu artículo sobre los cangrejos el año pasado, y no he sido capaz de orinar en un servicio público desde entonces —los ojos marrones de Soyeon se abrieron aún más y su voz tembló— Eres... Quiero decir, fue maravilloso.
Una enorme sonrisa se dibujó en la cara de Ryder, y evaluó descaradamente a la acompañante de Jennie.
—Oh, muchas gracias, Srta. Chou. Dime, ¿eres colega? —Talia se adelantó dejando atrás a Roseanne y ofreció su mano a Soyeon.
—¡Oh, sí! —Jennie dijo, casi tan alto— Soyeon tiene un fascinante trabajo, y adora hablar y hablar sobre él. Soyeon asintió entusiasmada.
—Sería un honor hablar sobre mi pasión con alguien tan consagrado como tú.
Jennie volcó todo su encanto sureño sobre Soyeon por primera vez esa noche.
—Soyeon, querida, quizás podrías acompañar a la Dra. Ryder de vuelta a su hotel?
—Me encantaría —Soyeon sonrió tontamente.
—Bien —Roseanne juntó las manos con verdadera alegría— Me alegro de que todo esté arreglado. ¡Jack! Un joven agente del Servicio Secreto entró en la habitación.
—¿Sí, Sra. Presidenta?
—¿Podría acompañar a la Srta. Chou y a la Dra. Ryder hasta la salida?
—Pero...
—No te preocupes, Jack. Yo voy de vuelta a la residencia, y dudo que la Srta. Kim me vaya a atacar.
—Sí, Sra. Por aquí señoritas —el joven les mostró el camino, y las dos mujeres estaban tan atrapadas en su conversación que prácticamente murmuraron unas buenas noches a sus originales citas.
Jennie y Roseanne contuvieron la respiración hasta que ambas mujeres desaparecieron. Después de unos cuantos segundos, suspiraron a la vez.
—Gracias Dios —murmuró Roseanne.
—Lo mismo digo —añadió Jennie.
—¿En qué trabaja Soyeon?
—Empleada de la morgue.
Roseanne de repente se separó un paso de Jennie.
—Oh, eeeeeeeewwwwwww —se burló.
Ambas mujeres se dispusieron a volver a la residencia. Roseanne se miraba los pies mientras caminaba. Odiaba que ver a Jennie con otra mujer le hiciera daño. Pero se lo hacía. Y mucho. También sentía enojo. Un enojo que no tenía ningún derecho a sentir. Jennie no había hecho nada malo. Pero era obvio que estaba interesada en Roseanne sólo como amiga. Ese es mi problema no el suyo. Roseanne intentó sacarse del corazón la decepción que se le había clavado en él. Se aclaró la garganta, determinada a intentar salvar un poco de la noche, pasándola con su...amiga.
—Ummm, ¿Nini?
—¿Hmm? —Jennie se detuvo y miró a Roseanne. Miró sus ojos plagados de tristeza y...algo más. Sintió una punzada en su pecho— ¿Estás bien?
—Sí — sonrió suavemente— Yo, ummm, bueno no he comido mucho esta noche. Supongo que no querrás venir a la residencia conmigo. Podríamos pedir un par de sándwiches de ternera y quizás ver una peli o... O... Algo —Así me puedo torturar durante toda la noche con algo que nunca tendré.
Jennie sintió como una sincera e incomparable sonrisa se dibujaba en sus labios por primera vez esa noche.
— Me encantaría —esa respuesta se ganó otra sonrisa por parte de Roseanne y las dos mujeres emprendieron su camino hacia la residencia— ¡Roseanne, no puedo creer que Soyeon me haya rechazado!
—Lo siento, ¿te gustaba realmente? —retuerce más el cuchillo Roseanne.
—Por favor — Jennie dijo indignada— Dame un poco más de crédito.
Roseanne suspiró aliviada. Aunque Jennie no se interesara por ella del modo que ella quería, no deseaba ver dolida a su amiga.
—Sí. Bueno. ¿Te puedes imaginar cómo me siento yo? —bromeó— La mayor idiota que he conocido nunca, me acaba de desechar...
—A la Presidenta de los Estados Unidos —añadió Jennie para dar más efecto a lo anterior. Estaba encantada de que Roseanne se estuviera tomando esto con tranquilidad.
Una oscura ceja ser arqueó y Roseanne continuó.
—... por una empleada de la morgue. No es una buena noche para mi ego.
Jennie se río.
— No. Supongo que no —la mano de Roseanne rozó la suya mientras caminaban y se preguntó, por un momento, que pasaría si la cogiera.
— ¿Puedo preguntarte algo? —dijo en voz baja.
Roseanne sonrió, y colocó su mano en la parte baja de la espalda de Jennie mientras subían un corto tramo de escaleras.
— ¿Por qué lo preguntas ahora? Sabes que puedes preguntarme lo que sea.
— No pareciste muy sorprendida de que Soyeon fuera una mujer. ¿Lo estabas? — Sonrió tímidamente. Porque yo sí.
Por un momento Roseanne no supo qué decir. De algún modo, pensaba que no era una buena idea decirle a Jennie que prácticamente había tenido que morderse la lengua para no decir nada.
—Bueno... Por supuesto que estaba sorprendida —las palabras le salían nerviosamente— ¿Pero que se suponía que debía decir? "Dios Jennie, no me había dado cuenta que te habías vuelto gay".
Jennie se quitó las gafas y las metió en el bolsillo de su blusa.
—Yo tampoco me había dado cuenta —contuvo la respiración, esperando la reacción de Roseanne.
—Ves, ahí lo tienes. Habría sido un poco grosero de mi parte sacarte eso enfrente de tu cita —¿Qué significa que no te habías dado cuenta tampoco?
Jennie se río.
—Sí, supongo que lo habría sido.
—Entonces, ¿esta era tu primera cita con una mujer? —por favor, que no haya malinterpretado esta conversación. Jennie asintió mientras Roseanne abría la puerta de la sala de estar y la invitaba a entrar.
Unos ojos chocolate se abrieron sorprendidos.
—Wow.
—Sí, wow. Creo que había algo ahí —aclaró Jennie queriendo ser sincera— Esta ha sido la primera cita que no ha tenido que ver con un hombre —podía notar que Roseanne estaba un poco decaída por algo, y no estaba segura de si ese "algo" era ella.
Roseanne hizo un sonido de satisfacción al ver la tenue iluminación de la sala y la chimenea todavía encendida. Se mordió el interior del labio y se dirigió hacia el teléfono. Deseaba escuchar más de lo que le estaba contando Jennie, pero le parecía demasiado personal. Roseanne se quitó los zapatos y después la chaqueta.
—Sí, manden dos sándwiches ternera con toda la guarnición clásica —se detuvo y miró a Jennie— ¿Qué quieres de beber?
—Beer. Y como estoy siendo atrevida y te estoy preguntando sin miedo, ¿te molesta que me gusten las mujeres? Algo te molesto. Siempre te muerdes el labio así cuando estás disgustada
Roseanne suspiró profundamente.
—Mande un cubo con hielo lleno de cervezas —lo voy a necesitar. Colgó el teléfono y colocó las manos en la cintura— ¿Por qué tendría que importarme? A mí me gustan las mujeres también, por si no lo habías notado.
Jennie se encogió de hombros, mostrando su inseguridad.
—No lo sé, Roseanne. Somos amigas, ¿verdad? —levantó la mirada hacia la mujer más mayor con una expresión que era casi dolorosa por la intensidad que encerraba.
Roseanne suspiró y se sentó en el sofá al lado de Jennie.
—Me encantaría pensar que lo somos. Yo... Um... Te tengo mucho cariño —lo que realmente quería era coger a la mujer en sus brazos y abrazarla hasta que ambas se sintieran mejor— Siempre me lo paso bien cuando estamos juntas. Y, Dios, era tan desgraciada esta noche. Entonces, cuando te vi, quería... — besarte desesperadamente, se detuvo. Por supuesto, seguro que me daría un ataque al corazón antes de tener las agallas de intentarlo. Pero sigue siendo un bonito pensamiento— Bueno, digamos que estoy verdaderamente contenta de que estemos aquí las dos, ahora.
Jennie dejó escapar un suspiro de alivio y sintió como toda la tensión de su cuerpo empezaba a desaparecer.
—Yo me siento así también Roseanne. Sólo quería estar segura de que nada cambiaría entre nosotras después de lo que habías visto con Soyeon —Jennie se quitó los zapatos y subió las piernas al sofá sentándose al estilo indio.
—¿Quieres que te cuente mi horrenda cita? ¿O prefieres empezar tú? —se reclinó sobre el sofá. Eres muy estúpida, Jennie. Aquí es donde tendrías que haber estado toda la noche.
***
basta no me había dado cuenta de que la última actualización fue en enero, una semana más y acabo la u
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