Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11

Miércoles, 3 de marzo

Washington D. C era un barrizal. La nieve derretida había dejado a su paso un frío líquido que mezclado con los residuos del suelo había dado lugar a un sucio y pastoso lodo. Pero, gracias a Dios, la calidez de la primavera se había apoderado de la capital de la nación y había, finalmente, acabado con todas las señales de lo que había sido un invierno brutal. Jennie dirigió su cabeza hacia la ventana, oyendo el suave cantar de un petirrojo. Oh, sí. Estaba preparada para la primavera.

La escritora sonrió ante el jarrón de rosas amarillas recién cortadas que
iluminaban su escritorio. Cada noche, cuando volvía a su habitación, un ramo de flores frescas le daba la bienvenida. Al principio, pensó que esos ramos se encontraban en todas las habitaciones de la residencia. Después se dio cuenta de que no había en ningún otro sitio a parte de en su habitación. Le había preguntado a Lisa sobre ello, y la mujer se encogió de hombros sin contestar a su pregunta.

Esta mañana soleada, la Presidenta estaba en una reunión con su Consejero de Seguridad Nacional, y Jennie se tomó ese tiempo para empezar a investigar un tema que le había intrigado durante semanas. Pensó que Roseanne podía hablarle de ello, pero las veces que había salido el tema, Roseanne parecía tensa, enfadada quizás. Incapaz de soportar la sombra de dolor en los ojos de Roseanne, Jennie llevaba la conversación hacia otros derroteros, a pesar de que Roseanne parecía querer seguir adelante. Gracias a Dios, esta parte de la vida de la Presidenta había sido muy publicada.

Con una serie de rápidos comandos, Jennie encendió su ordenador y conectó.

—Buenos días, Srta. Kim —la suave voz del ordenador le dio la bienvenida.

—Buenos días —le respondió. Siempre contestaba a los salidos, incluso a los de una máquina. De alguna manera le parecía maleducado no hacerlo— Buscar archivos. Park, Roseanne.

—Buscando. Archivos localizados. ¿Directorio?

Jennie se reclinó sobre su sillón y se quitó las gafas, masajeándose el puente de la nariz mientras mordía una de las patillas.

—Sub-directorio: Park, Hyeri. Campo de búsqueda: todos.

—Buscando. Archivos localizados. ¿Directorio?

—Abrir todos los archivos. Los más recientes primero. Directorio actual.

—Nombre del documento: Vista de Sentencia. Harris, Theodore, 17/05/2017.

Una imagen de video tridimensional apareció y Jennie se puso las gafas
mientras alejaba un poco la silla para dar mayor resolución al holograma. Roseanne estaba en un tribunal y la mera visión de la Presidenta le causó un gran estremecimiento. La mujer de pelo rubio estaba en una tarima. En su cara, muy marcada y cansada, se podían apreciar unas sombras negras rodeando unos ojos tristes. Parece que esté viviendo un infierno.

—Si el Tribunal me permite —Roseanne se detuvo y tomó un trago de agua— Estoy aquí delante de todos ustedes, no como Gobernadora del estado de Ohio, sino como víctima. Me presento ante ustedes como una esposa que llora la pérdida de... De... Mi mujer.

Los ojos de Roseanne se iluminaron, y Jennie pudo apreciar en ellos una mezcla de rabia contenida y una profunda tristeza. Ambos sentimientos suplicaban ser liberados.

—He pasado cerca de 15 años con Hyeri y pretendía pasar muchos más —su penetrante mirada recorrió toda la sala, su cara se había endurecido— Sin embargo, ese hombre —apuntó a un hombre desaliñado, de treinta y pocos— Decidió subirse a un coche después de haber estado bebiendo toda la noche. Como ha sido probado, iba a mucha velocidad y en estado de embriaguez cuando colisionó con el coche que Hyeri estaba conduciendo. Además, su coche estaba equipado con piloto automático, y si lo hubiera usado habría prevenido el accidente. ¡Habría evitado esto con tan solo haberse preocupado en activarlo!

Jennie se inclinó hacia adelante, viendo a Roseanne detenerse otra vez para luchar por mantener sus emociones. Sintió como algo le oprimía el pecho, la tensión que estaba soportando Roseanne, le estaba poniendo difícil una cosa tan sencilla como respirar.

—El acusado salió del accidente con un par de arañazos. Mientras Hyeri Park yacía atrapada en el coche, San... Sang... Sangrando y medio muerta, él abandonó el accidente y siguió su camino hacia la tienda de licores para comprar más bebida.

La imagen rápidamente se centró en el acusado, el cual se sujetaba la cabeza con las manos, para volver a centrarse en Roseanne acto seguido. Jennie reconoció a Miyeon en la galería.

—Al departamento de bomberos le llevó casi una hora retirar el coche y sacarla. Y por ese entonces Hyeri ya estaba... —la voz de Roseanne terminó la oración susurrando— ya estaba muerta.

La mandíbula de Roseanne tembló por un momento, y acto seguido retrocedió un poco en el púlpito. Sus ojos bajaron para mirar las notas que tenía desparramadas delante de ellas. Estaban arrugadas y destrozadas, y Roseanne de repente las retiró de la mesa, como si hubiera decidido no usarlas al final.

Jennie miró a Roseanne. Eran demasiado personales para leerlas a toda la sala, ¿verdad?

—Hyeri dejó atrás tres hermosos niños —una pequeña sonrisa se asomó a sus labios, y Jennie sonrió también tristemente. No importaba el momento en que fuera, Roseanne siempre sonreía cuando mencionaba a sus hijos— Nuestra hija de tres años, Somi, a la cual Hyeri adoptó nada más nacer. Nuestro hijo Félix, de un año. Él... mm... Dio sus primeros pasos un día después de la muerte de Hyeri. Y nuestro bebe, Soobin, el cual no tenía ni siquiera cuatro semanas cuando la mataron.

La compostura de Roseanne empezó a tambalearse, y unas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, empapando los papeles que tenía delante. Jennie cerró los ojos dolorosamente, su estómago estaba hecho un nudo. No quería ver más, pero sabía que tenía que hacerlo.

—Estos tres maravillosos niños nunca conocerán el amor de esta mujer que tanto los quería, a causa de su irresponsabilidad, su indiferencia y su falta de respeto hacia los seres humanos... —Roseanne continuó— Porque debido a su rechazo a ponerse en tratamiento después de sus dos anteriores accidentes, he perdido a mi compañera y mejor amiga. Ha destrozado mi familia —Roseanne paró, incapaz de continuar.

Ni si quiera va a decir su nombre, pensó Jennie.

Roseanne respiró hondo y detuvo sus temblorosas manos, hacienda contacto visual con el juez.

—Pido a este tribunal que aplique a este hombre el justo castigo de pasar en prisión el máximo tiempo permitido en el estado de Ohio para crímenes de los que se ha huido. Nunca recuperaré a Hyeri. Nuestros hijos han perdido una parte irremplazable de sus vidas. La comunidad ha perdido a un gran miembro. Él —apuntó con su cabeza al imputado— Debería perder tanto como hemos perdido nosotros... —Roseanne cuadró sus hombros— Pero eso no es posible. Por eso su libertad es lo mínimo que puede darnos...

De repente, Lisa entró en imagen rodeando con un fuerte brazo la cintura de Roseanne cuando, por un segundo, pareció que se iba a desmayar.

—Detén la imagen —Jennie se levantó las gafas para retirarse unas lágrimas que habían empezado a salir de sus ojos. Había tenido suficiente— Ordenador, busca la sentencia de un tal —miró hacia abajo y leyó un nombre que había escrito en sus anotaciones— Teddy o Theodore E. Harris. Arrestado por asesinato temerario al volante en Ohio, 14/05/2017.

—Buscando. Archivo encontrado. No visual.

La escritora miró la imagen congelada de la pantalla. Mirando directamente la cara pálida de Roseanne, ordenó.

—Abrir.

—Harris, Theodore, número de caso 12843CR17, sentenciado el día 18/05/2017 a dos años de cárcel en la Prisión Estatal de Lebanon...

La mandíbula de Jennie cayó hasta el suelo.

—¿Dos años? —movió con la
cabeza asombrada— ¡Dos miserables años!

El ordenador continuó.

—Puesto en libertad el 19/05/2018, después de cumplir 12 meses de prisión.

—Dios mío —susurró Jennie. Se quitó las gafas y, enfadada, las tiró sobre el
escritorio. Acto seguido se secó los ojos, los cuales estaban llenos de lágrimas debido a todo lo anterior.

El teléfono de su escritorio la sacó de sus pensamientos.

—Apagar ordenador —se volvió a secar los ojos, que se habían llenado nuevamente de lágrimas, y aceptó la videoconferencia. Sonrió inmediatamente al ver la cara sonriente de Roseanne.

—Hola.

La Presidenta se reclinó sobre su sillón. Jennie pudo adivinar por el fondo de la imagen que Roseanne estaba en el Despacho Oval...

—¿Qué tal la reunión?

—Top secret —Roseanne sonrió y arrugó la nariz de una forma que a Jennie le
pareció imposible no adorar.

Sería bonito ver como el tiempo formaba arrugas debido a la risa alrededor de esos preciosos ojos chocolate. Seguro que Hyeri esperaba presenciar eso.

—Claro. Lo siento.

—No te preocupes. Escucha. Tengo libre la hora de la comida. Si te apetece y no te importa comer en mi despacho, puedo firmar documentos, hablar contigo y comer al mismo tiempo —la sonrisa se borró de la cara de Roseanne y miró preocupada a Jennie— ¿Estás bien? Pareces un poco triste.

Jennie sonrió suavemente e hizo un esfuerzo para eliminar su tristeza.

—Estoy bien. ¿Y puedes hacer todas esas cosas a la vez? —su voz era juguetona— Dios eres la mujer multitalentos.

Silencio, Roseanne. Pero no podía borrar una encantadora sonrisa de su cara.

—Años de experiencia. ¿Qué dices, aceptas?

—No lo sé —bromeaba la castaña— Déjame que consulte mi agenda y vea si el Primer Ministro de Gran Bretaña ha...

—Muy graciosa.

Jennie se río.

—Bajaré enseguida.

***

—¡Y una mierda! —Roseanne golpeó con los puños el escritorio.

Jennie, al entrar en el despacho, oyó como el revuelo crecía de intensidad y tranquilamente cerró la puerta. No era necesario que todo el personal de la Casa Blanca oyera esto. Cuando se giró Roseanne estaba de pie, con el teléfono pegado a la oreja.

—¿Qué quieres decir con que han cambiado de idea? ¡Solamente se les permite hacer eso cuando están en desacuerdo con... Conmigo! ¡Recupera esos votos! ¡No voy a perder esto porque unos cuantos lameculos Demócratas deciden cambiarse de bando!

La biógrafa no pudo resistirlo. Sacó la cámara y empezó a sacar varias fotografías. Oh, Roseanne, tienes temperamento, ¿eh? Jennie sonrió. Esa vena que se te ha marcado en la frente podría dar lugar a una impresionante portada de libro.

—¡Encuéntralos! Y no me vuelvas a llamar hasta que lo hayas hecho —colgó el teléfono y apretó el intercomunicador. Respiró hondo para calmarse un poco
antes de hablar— Miyeon...

—El Jefe de Personal está de camino, Sra Presidenta. Estaba en una reunión en Hill, pero ya viene. Le llamé tan pronto como el Jefe de Personal en funciones la telefoneó.

—Dios te bendiga, Miyeon —Roseanne se recostó sobre su escritorio— Gracias —suspiró.

—¿Te lo estás pasando bien aun siendo Presidenta? —Miyeon se río— Uh huh... Y de nada.

La Presidenta apagó el intercomunicador y miró a Jennie.

—¡Aguanta ahí un momento! —le ordenó Jennie mientras cambiaba el ángulo de la foto y enfocaba la lente.

Roseanne sacudió la cabeza y estalló en carcajadas. Rodeó el pupitre y se sentó sobre el borde, cruzando los brazos sobre el pecho.

—De pronto me siento como una modelo —hizo una pose, causando las risas de Jennie.

—Podrías haberlo sido, ya sabes... Modelo. La cámara te quiere. ¿Puedo saber por qué estás tan enfadada?

Roseanne apretó los labios.

—Ah, mi legislación para el Registro de ADN se ha encontrado con un impedimento de última hora muy inesperado.

—Sabía que eso iba a pasar —dijo Jennie un poco ausente mientras se ocupaba de las lentes de su cámara.

Un par de ojos se abrieron de par en par. Jennie prosiguió.

—Durante la reunión de la semana pasada, bueno, digamos que no parecían muy convencidos. No les creí cuando dijeron que te iban a
apoyar. Han sido esos Yankees de Nueva Yersey los que se han echado atrás ¿verdad? Creo que sólo vinieron por la comida gratis...

—Bien, pues la próxima vez siéntete con toda libertad para avisarme ¿vale? —bromeó Roseanne— Hablando de comida, parece que hoy me la voy a saltar. Hay un par de traseros chaqueteros que necesitan ser pateados. Por una vez el Partido de Emancipación parecía de acuerdo en un mismo tema. No ha sido una buena idea apuñalarme así por la espalda, chicos.

—No te preocupes —Jennie se llevó la cámara al oído para escuchar cómo se rebobinaba el carrete. Había formas más fáciles de sacar fotos, pero ella adoraba esta vieja cámara— ¿Quieres una espectadora? Ha pasado... Déjame pensar... Ohhh, hace una semana que no veo un pateo de trasero a un chaquetero. Necesito mi dosis —sonrió la escritora.

—Será todo un honor, Señorita —la Presidenta se dirigió hacia ella y le hizo una ligera reverencia antes de coger su abrigo— Incluso seré su escolta —Roseanne paró de hablar por un momento y miró fijamente a Jennie— ¿Votarías "sí" a mi propuesta? Has escuchado más que suficiente sobre ella para tomar una decisión bien fundamentada.

Jennie suspiró resignada. ¿Por qué Roseanne hacía siempre esto?

—Bueno... Yo...

—Jennie —la voz impaciente de Roseanne cayó una octava.

—No.

—¿No? —Roseanne salió disparada hacia la otra mujer.

Jennie giró la cabeza firmemente y adoptó una postura más firme mientras Roseanne se acercaba.

—No.

—¿No?

—Nope.

—Estás bromeando.

La mujer más joven no se movió. Roseanne agitó las manos.

—Pero ¿por qué? He rechazado la propuesta de los Republicanos de obligar a que se registre el ADN de cada persona que nazca.

Jennie levantó una ceja, haciendo saber a Roseanne cómo se sentía exactamente ante la pequeña sugerencia hecha por el Portavoz del Parlamento.

—Mi propuesta consiste en registrar sólo a la gente que es arrestada. ¿Es que no hay ni un Demócrata que lo entienda?

—Aparentemente no. Ah, y hay gente inocente arrestada todos los días —dijo Jennie razonablemente mientras abría la puerta del despacho de Roseanne— Es una medida invasiva y espeluznante. Es como el Gran Hermano, o algo así.

Roseanne gesticulaba con las manos mientras andaban. Estaba en su papel persuasivo.

—Pero si ya cogemos las huellas dactilares de las personas cuando son arrestadas. Y esto, al final, salvará vidas y ayudará a solucionar crímenes...

La mujer joven se detuvo.

—Las huellas dactilares no son... —Jennie hizo una mueca de repulsa y dijo la siguiente palabra con tanto asco que Roseanne tuvo que contener la risa— Sangre. No puedes clonar a gente a partir de sus huellas dactilares. ¿Y qué pasa si alguien decide hacer algo de ese tipo con todas esas muestras? —de acuerdo, había exagerado un poco con esto último. Pero sabía que Roseanne picaría el anzuelo.

—¡Arrrrghhhhh! ¡Yo no quiero clonar a nadie! ¡Dios! —Roseanne entornó los ojos mientras doblaban una esquina y enfilaban el pasillo que llevaba hasta la Habitación Verde— ¿Todavía están pasando "Expediente X" en la televisión?

Unos ojos chocolate la miraron con la más pura inocencia mientras las dos mujeres continuaban su camino.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro