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Two: "Estúpida Fantasía" 🌙

Yoo Chaeyoung abrió la puerta el sábado por la noche, cuando la omega se decidió al fin, cuando tocó la puerta de la casa de al lado. 

—¡Nayeon unnie! 

—¡Hola Chaenguie! —Nayeon sonrió de inmediato, no podía evitarlo. Adoraba a esa niña. 

—¿No viene Mina unnie? —preguntó con clara decepción al notar la ausencia de la misma.

Nayeon le miró con ansiedad recibiendo aquel suave y discreto aroma, ya que aún no se había presentado su género, al igual que la pequeña Dahyunnie, ¿A donde estaría esa traviesa? 

—Oh no, ella... se fue a una fiesta hoy, le había dado permiso de ir hace algún tiempo, no podía decirle que no. —Musitó, algo apenada la omega. 

—Ah, cosa de chicas grandes —Musitó proporcionando un tierno puchero que hizo sonreír a su mayor. —Pasa unnie, por favor. —Se hizo a un lado de la puerta al fin y la castaña ingresó de inmediato. 

—Bonito conjunto —Señaló la mayor con una sonrisa en sus labios. 

La niña llevaba una falda de mezclilla tan corta que apenas se asomaba por debajo de la camisa de chándal color rosa pálido, que era de una talla demasiado grande, como mandaba la moda, y las mangas le cubrían los dedos. Unos calcetines blancos finos en torno a las rodillas y un pañuelo turquesa vaporoso que colgaba de su coleta, completaba el atuendo. 

—Gracias unnie, sabía que a ti sí te gustaría —Respondió Chaeyoung con una sonrisa resplandeciente y bastante intencional. 

Los trece años, se recordó Nayeon, no eran una edad para entender sarcasmos, se dijo la omega mientras sonreían ante la inocencia de la muchachita. 

—¿A alguien no le gustó? —preguntó con curiosidad, pues podía imaginar que cierta alfa no estaría muy conforme con el outfit. 

—Mamá dice que la falda es demasiado corta, pero sólo es una alfa gruñona, ¿sabes? 

—Entiendo... —Comentó la omega conteniéndose para no reír ante la escena. 

—¿Tú qué crees unnie? ¿Es demasiado corta? —Preguntó de pronto la jovencita, dejando a Nayeon sin palabras, a la vez que inclinó la cabeza para observarla con más atención. 

—Creo que está bien para los trece cariño. Pero si tuvieras catorce o dieciséis, seguramente estaría de acuerdo con tu madre... —Señaló con determinación. 

—¿Lo dices en serio? —preguntó la jovencita, desencantada con su respuesta. 

—Mira, estás estupenda, sobre todo porque tienes las mismas piernas largas de tu madre. Pero cuando seas un poco mayor, te presentes y personas más grandes empiezan a fijarse en ti, harás bien en tener más cuidado en cuánto les enseñas. 

Chaeyoung se quedó pensativa un momento. 

—Te refieres a que no debería llevar ropa que pudiera revelar demasiado. 

—Justamente —Respondió Nayeon reprimiendo una risa de sorpresa. 

Un movimiento detrás de la niña le hizo alzar la vista para descubrir a Jeongyeon que las observaba con una expresión peculiar, no parecía enfadada, sino arrepentida, casi como Dahyunnie cuando comía demasiados dulces antes de cenar. La expresión desapareció antes de que pudiera darle una interpretación más precisa. 

—Gracias —Murmuró la alfa cuando estuvo junto a ella —He tratado de explicarle mis preocupaciones, pero viniendo de una "alfa gruñona", no es lo mismo, al parecer. 

Para sorpresa de Nayeon, la bonita cara de Chaeyoung se distorsionó en una mueca petulante. 

—Mamá odia todo lo que me pongo. 

La omega no supo qué decir. Sin embargo, era obvio que aquella conversación no era la más oportuna para ese momento. 

—Las madres siempre se preocupan por sus niñas, cariño. A veces, no aciertan a explicar las cosas que les preocupan correctamente, pero créeme que ese siempre será el fin. 

Chaeng levantó la nariz e hizo que su coleta se balanceara. 

—Si eso es verdad, mamá debe ser la reina de los preocupados. Mami Momo no me hubiera sermoneado tanto con la ropa, habría dejado que me pusiera lo que quisiera. 

Jeongyeon replicó pero mantuvo el tono de voz tranquilo. 

—No actúes como si tuvieras veinte años, Chaeyoung y si lo que quieres es pelear conmigo, resérvalo para cuando no tengamos visitas, por favor. —El rostro de la niña se sonrojó intensamente, luego dió media vuelta y comenzó a subir la escalera. 

—Odio que me trates como si fuera una bebé. —Desapareció en el piso de arriba. Al instante, se oyó un fuerte portazo. 

Nayeon se quedó mirando la escalera con la boca abierta. Nunca había visto a Chaeyoung comportarse de ese modo. Jeongyeon silbó por lo bajo y después se rehízo para mirar a Nayeon. El arrepentimiento brillaba en sus ojos. 

—Vamos, pasa. No tienes que actuar como si fueras una visita, ya que has presenciado uno de nuestros enfrentamientos cotidianos. ¿Y Mina? —preguntó ansiosa por distraerla de lo recién sucedido. 

—Manari salió a una fiesta con un grupo de amigos de la escuela. Y Jeongyeon-ah, no envidio ni un segundo de los años que te esperan. Recuerdo demasiado bien los primeros años de la adolescencia de Mina, los chicos y chicas no se creen niños y niñas pero tampoco son grandes. Y nosotras las madres estamos en la disyuntiva en cómo deberíamos tratarlos y en cómo debemos tratarlos. 

—¿Quieres decir que los jóvenes se portan igual cuando están creciendo? —Cuestionó la alfa mientras entraban en la cocina. La omega pensó que lo mejor sería cambiar de tema. 

—A propósito. ¿Dónde está Dahyunnie? —Preguntó con verdaderas ansias de ver a la pequeña. 

—En casa de las Bae, una vecina de la otra calle, ella la llevó a la práctica de danza. Su hija, Sana, está en el mismo grupo de Dahyun. 

—Las conozco, son buena gente. 

Jeongyeon pareció tranquilizarse. 

—Bien. A propósito, ¿sabes algo de la familia de Park Chaeyoung? Ha invitado un par de veces a Dahyun para que vaya a su casa y si no la he dejado, es porque no sé nada de sus padres. Era algo que quería preguntarte porque me imagino que les conocerás de la escuela. 

Nayeon recogió una pila de platos y de servilletas que había sobre el mostrador y los llevó a la mesa. 

—La pequeña de los Park es un tormento en la escuela, lo que no quiere decir necesariamente que no sea una buena niña. Sin embargo, he oído algunas cosas sobre su familia que me preocuparían si Dahyunnie fuera mi cachorra. Quizá pudieras invitar tú a Chaeyoung en vez de que Dahyun vaya a su casa. 

Jeongyeon no respondió de inmediato y la omega se inclinó para verle la cara. Miraba los armarios de la cocina mientras se sujetaba del mostrador como si se hubiera mareado. Tenía la frente apoyada contra una de las puertas y los ojos fuertemente cerrados. 

—¿Qué te sucede? —preguntó ella alarmada, cuando la alfa dejó escapar un largo suspiro. 

—Ser madre soltera es agotador. 

Aunque estaban hablando de Dahyun, Nayeon sabía que los pensamientos de Jeongyeon estaban centrados en su hija mayor.

Chaeyoung estaba en su habitación, pero su resentimiento se respiraba en toda la casa.

Nayeon estaba más afectada por la escena que había presenciado de lo que le hubiera gustado admitir y, por supuesto, más de lo que estaba dispuesto a que la alfa supiera. 

—Imagino que ser la única que mantenga la disciplina te hará pasar momentos de tensión con Chaeng. Procura recordar que son cosas de la edad y que pasarán pronto. 

—Chaeng era una chiquilla feliz, ¿sabes? —recordó agarrándose con más fuerza al mostrador para ocultar el temblor de sus manos —Pero se ha convertido en una extraña y ya no sé cómo hablar con ella. 

Parecía completamente derrotada y aunque no quería implicarse en sus problemas domésticos, la omega se acercó y le dio unas palmaditas en la mano con la intención de reconfortarla. El chisporroteo casi audible que produjo aquel gesto inocente hizo que retirara la mano como si se hubiera quemado y tuvo que hacer un esfuerzo para seguir la conversación. 

—Es una etapa en la que la mayoría de las adolescentes... 

—¡Pero ni siquiera es una adolescente Nayeon! —Gruñó sin dar señales de que el contacto con la mano de la omega le hubiera afectado —Aún no cumple catorce años y ya tenemos peleas porque quiere llevar minifaldas y maquillarse. Estoy segura de que la única razón por la que no me ha pedido un sujetador es porque le da pena... ¿Puedes imaginarme enseñándole a depilarse las piernas o cosas así? Ella ni siquiera se ha presentado y se comporta como cuando tenía veinte años... 

Jeongyeon le lanzó una mirada en la que se burlaba de sí misma pero, muy a pesar de que su ironía ocultaba una preocupación seria, la omega no pudo evitar sonreír. 

—¿Por qué no dejas que te eche una mano con eso? Me encantaría salir de compras con ella, orientarla un poco y si dejas que pase alguna noche conmigo, intentaré enseñarle lo que tiene que depilar y cómo debe de hacerlo sin hacerse daño. 

Nayeon se dio cuenta de que la alfa ya no la miraba a los ojos, su mirada estaba fija en sus labios. No pudo hablar bajo la intensidad tórrida de aquella mirada y de repente, la conversación parecía haberse desviado a un tema demasiado íntimo. ¿En qué estaba pensando Jeongyeon? La omega se aclaró la garganta. 

—Será mejor que aliste la mesa. Huele como si la comida ya estuviera lista. —Musitó la omega con la voz demasiado baja.

Jeongyeon parpadeó, aclarando su mirada, mientras seguía con los ojos sobre ella. La alfa se dio cuenta de que se sentía incómoda con la intimidad que acababan de compartir. 

—Deja eso, deja que Chaeng se encargue de poner la mesa. 

—La verdad, es que no me importa... 

Pero Jeongyeon ya se había acercado al pie de la escalera. 

—¡Chaeyoung! Baja y prepara la mesa, por favor. 

La alfa volvió a la cocina, metódicamente, sacó los ingredientes de una ensalada y comenzó a cortar espinacas sobre una tabla acrílica. Al cabo de un rato, Chaeyoung reapareció, le sonrió a Nayeon e ignoró con toda intención a su madre mientras que hacía todo el ruido posible al sacar la vajilla. 

Nayeon se agarró de aquella sonrisa como una náufraga a su tabla pues, no había nada que le resultara más odioso que la ira, lo sabía por experiencia con su propia hija Mina. Cuando le negaba alguna salida con sus amigas, los estallidos de ira de esa pequeña alfa, aún cuando no le afectaran directamente, la ponían nerviosa y la hacían sentir fuera de lugar. 

—¿Qué te parece la escuela este año, Chaeng? Me agradó ver que tenías a la señorita Son por maestra. 

La cola del cabello de Chaeyoung le azotaba las mejillas mientras rodeaba la mesa. 

—La escuela está bien, pero el señor Oh es desagradable. ¡Lleva esa corbata todos los días! Me alegro de que no sea nuestro profesor este año. 

Nayeon contuvo la risa ante el juicio que la niña tenía sobre el profesor de matemáticas de sexto curso Oh Sehun. Sin embargo, sonrió con todo el tacto del que se sintió capaz. 

—¿Sigues con las lecciones de piano? Me gustaría oírte tocar otra vez... —Musitó con genuina intención, pero de nuevo, la cara de la niña se distorsionó en una mueca de disgusto. 

—Sí, sigo con las clases de piano. Ojalá no las siguiera. El piano es... una estupidez, ¿sabes? —Musitó tan despectivamente como pudo y a Nayeon no se le escapó el modo en que Chaeyoung había mirado a su madre al decirlo. 

—Cuando yo estaba en el instituto, mi mejor amiga acompañaba con el piano al coro y tenía todas las citas que quería a diario. Por supuesto, siempre deseé haber tomado clases de piano. —Musitó como una anécdota y Chaeyoung alzó las cejas con interés, aunque en voz alta procuró disimularlo. 

—Bueno, te cambio el sitio cuando quieras. 

En ese momento y como caída del cielo, la puerta se abrió de golpe y Dahyun entró a la carrera con toda esa energía limpia y alegre de pequeña despreocupada. 

—¡Hola unnie! —Saltó a sus brazos, la cual la omega sostuvo con fuerza y emoción. —¿Y Minari? —preguntó ansiosa y Nayeon no pudo evitar sonreír. 

—Hola, Dahyunnie. Mina no pudo venir, salió con sus amigos hoy, pero la próxima será sin pretextos. —Le guiñó la mayor, recibiendo otro abrazo cálido de la pequeña. 

Para Dahyun, Mina era su adoración pues, le gustaba compartir y jugar con ella en el playstation, a la vez que hablaban de lo que tanto las apasionaba, el baile. 

—¿Te quedas a cenar? —preguntó la pequeña curiosa y festejó alzando sus pequeños brazos, una vez la omega asintió. 

—Claro que sí preciosa, ¿Qué tal te fue? —preguntó agradeciendo la interrupción pues, ya empezaba a arrepentirse de haber aceptado cenar con las Yoo. 

—Bien, Sana y yo tuvimos práctica de baile. La profesora hoy nos enseñó a hacer nuestro primer giro.

La omega abrió exageradamente los ojos, aunque si sintió su emoción. 

—Estás creciendo muy deprisa, ¿verdad pequeña? —Musitó dejando una caricia incesante en sus mejillas regordetas. 

Yoo Dahyun asintió con toda la seguridad de sus seis años y sonrió dejando ver la mella de un diente que acababa de perder. Sostuvo en alto las zapatillas de baile que llevaba en la mano. 

—No he fallado ni una sola de mis acrobacias hoy... ——Musitó con orgullo. 

—¡Ni que fuera la gran cosa! —Se burló Chaeng —Cualquiera puede hacer una medialuna estúpida, con apoyo para no perder el equilibrio... —Musitó la adolescente con expresión despectiva. 

—¡M-mentira! Unnie no es cierto... —Se ofendió Dahyun en tono de reclamo.

—Estoy de acuerdo contigo, Dahyunnie —Intervino la omega acomodando el pelo de la pequeña mientras le guiñaba un ojo a Chaeyoung con la esperanza de que se creyera tratada como una persona adulta. —Yo bailo fatal. Nunca acertaría a una sola de las acrobacias que tu puedes hacer. 

Para su alivio, Chaeyoung le devolvió el guiño con aire conspirador y el ambiente se relajó hasta que Jeongyeon se acercó a la mesa con la ensaladera en las manos.

Entre ella y la adolescente acabaron de servir la mesa. La comida no era lo más elaborado, pero Jeongyeon había hecho un buen trabajo con el guiso de pollo y la ensalada de espinacas. 

—¡Guau! ¿Dónde has aprendido a cocinar? —preguntó la omega con curiosidad, pues sabía bastante bien. La alfa la miró con seriedad desde el otro lado de la mesa. 

—Sé leer y hay libros de cocina en la casa. —Musitó con la boca llena, mientras alzaba los hombros. 

—¡Yah! —Se quejó Chaeng —Hace casi un año que le dije a mamá que yo cocinaría si me dejaba, pero jamás tuve una respuesta... 

—Nos estábamos poniendo mal de tanto hot dog... —Añadió la pequeña con la misma expresión que la alfa, haciéndola sonreír mientras le limpiaba los labios con una servilleta solo para apretarle las mejillas. La pequeña sonrió entrecerrando sus ojos como luna creciente. 

—Pues a mí me gustan... —Se recordó Nayeon de responder. 

—A nosotras también... —Musitó la adolescente con cierta ironía, moviendo su mano como si fuera un caso perdido. 

—Pero no todos los días, unnie... —Reclamó sobándose el estómago con desaprobación. 

Tras la cena, Nayeon engatusó a las niñas para que ayudaran a su madre a fregar los platos. Después jugaron a un juego de mesa que Chaeyoung ganó para enorme disgusto de Dahyun, entonces tuvieron que cambiar el tablero por un juego de cartas que era el preferido de la pequeña. Cuando Dahyun les ganó habilidosamente y se hubo jactado lo suficiente, Jeongyeon las mandó a prepararse para meterse en la cama, aunque Nayeon deseaba que no tuvieran que acostarse, ya que hacían de colchón entre la alfa y ella, ya que en su presencia se evitaba toda discusión seria. 

Sabía que pronto le preguntaría qué decisión había tomado respecto a su oferta, pero también sabía que no le iba a gustar su respuesta. Nayeon dio vueltas por el salón mientras Jeongyeon le deseaba buenas noches a sus hijas, se entretuvo detallando los libros de los estantes y las revistas que estaban esparcidos por todas partes, cuando la voz de la alfa sonó a su espalda. 

—¿Has tomado una decisión? 

Nayeon asintió sin darse la vuelta. 

—Sí, pero... 

—Se comportan bien la mayoría de las veces, tal parece que Chaeyoung reserva para mí sus momentos de hostilidad, no te darán problemas y yo me sentiré mucho mejor dejándolas en manos de alguien en quien puedo confiar. 

Nayeon se sintió muy mal, quería hacerlo todo a un tiempo, tranquilizar su conciencia por la promesa que le había hecho a Momo y calmar a Jeongyeon para ayudarle en la primera vez que optaba por pedirle un favor, pero simplemente le era imposible. 

—Jeongyeon-ah, no puedo... —Dijo volviéndose para mirarle a los ojos —Ojalá pudiera, sabes que me encantaría pasar más tiempo con ellas, pero no puede ser. 

—¿Por qué no? —Insistió y había un gesto agresivo en su boca.

Nayeon supo que no se había dado por vencida tan fácilmente, suspiró. Tendría que contárselo todo o no la dejaría ir. 

—Necesito un segundo trabajo. 

—Perfecto. Entonces déjame... 

—No, no lo entiendes. Necesito encontrar una ocupación para las tardes y los fines de semana, porque necesito más dinero del que ganaría cuidando a las niñas. 

Jeongyeon se mantuvo callada mucho tiempo, tanto que Nayeon comenzó a agobiarse porque podía oír el reloj de la chimenea en medio del silencio. 

—¿Por qué necesitas tanto ese dinero? —preguntó al fin, mientras le miraba aún analítica.

Nayeon entrelaza las manos y Jeongyeon notó que tuvo que apartar la vista para hablar. 

—Hace tres años que mi madre tuvo que ingresar en un refugio. Padece una artritis que ha empeorado en los últimos tiempos y ya no puede valerse por sí misma. 

—¿No disponía de ahorros? ¿Algún dinero, el producto de haber vendido su casa o algo parecido? —Jeongyeon siempre era lógica y analítica, veía los problemas desde un aspecto práctico. 

—Sí, las dos cosas, pero no era demasiado y está a punto de agotar todos sus recursos... —Musitó bastante apenada, ¿Cuando habían llegado a esas instancias? ¿Porque siempre terminaba hablando un tema demasiado íntimo con Yoo Jeongyeon? 

—Y tú pretendes encargarte de los gastos. —Concluyó. 

—Exacto. 

—Tiene que haber alternativas más económicas, Nayeon. ¿Has comparado precios? Quizá, si te informaras con más... 

—No podría hacerle una cosa así... —Le cortó ella impaciente —El refugio está muy bien, es un sitio limpio, no huele mal como otros muchos lugares que hemos visitado, y tiene la compañía de otra gente de su misma edad. A-además, no quiero ni pensar cómo le afectaría otro cambio. Fue terriblemente duro para ella separarse de nuestra antigua casa y de todas sus... cosas. —Terminó la omega en un tartamudeo nervioso. 

—¿Y su seguro médico no cubre los gastos? —La alfa no se rendía, aquel gesto de su boca todavía delataba su determinación que a la omega comenzaba a incomodarle, sobre todo con su mirada severa y prejuiciosa. 

—Los cubre parcialmente y siempre hay que pagar un alto deducible. —Musitó, corriendo la mirada pues ya no podía verle a los ojos, ella comenzaba a intimidarla. 

—¿Has pensado en traerla? La verdad es que hay sitio de sobra en tu casa. 

Nayeon se preguntó si no sería censura lo que detectaba en su tono, pues la idea de que la juzgara cuando no sabía absolutamente nada de aquella historia, no le sentó nada bien. 

—Mi madre y yo hemos tenido algunas diferencias en el pasado. No creo que sea feliz dejando el refugio y, sinceramente, yo tampoco me sentiría muy a gusto con ella. 

Jeongyeon volvió a quedarse callada, sobre todo cuando su dulce aroma se percibió en el aire, intenso, era ira mezclado con aquel cítrico limón que la hizo arrugar un poco la nariz. El ambiente de la habitación se hizo de repente opresivo, acusatorio, más no pronunció palabra, pero su expresión lo decía todo. 

Nayeon no estaba acostumbrada a tener que explicarse ante nadie. Sin embargo, la desaprobación de Jeongyeon le dolía, ¿por qué le preocupaba tanto lo que esa alfa pudiera pensar? Su incomodidad aumentó hasta que acabó estallando. 

—No te atrevas a juzgarme Yoo, no tienes ni idea de lo que era mi vida con ella. Como si no hubiera sido suficiente con que Taehyung destrozara mi autoestima, la confianza en mí misma y mi amor. Ni siquiera cuando su segundo matrimonio fracasó el año pasado, mi madre estuvo dispuesta a cambiar de opinión, pues cuando voy a visitarla siempre encuentra lo más mínimo para sermonearme con mis fallos en mi ma­trimonio. —Se vieron por un instante que Nayeon no supo cuánto fue, hasta que con un gesto de amargura se dio la vuelta. Sentía un ardor peligroso en los ojos, no quería llorar. No podía llorar delante de ella. 

Entonces sintió las manos de Jeongyeon sobre sus hombros y se sobresaltó. No le había oído acercarse. 

—Nayeonnie... —dijo con voz ronca, obligándola a mirarla directamente a sus ojos otra vez. 

Nayeon era tan consciente de su cuerpo y del calor que fluía desde sus manos, que apenas pudo escuchar lo que decía. 

—Lo siento. No quería darte la impresión de que pienso que estás obligada a traerla a tu casa. Momo me contó lo que sucedió en tu matrimonio, hiciste muy bien en marcharte, ¿de acuerdo? —Las manos de la alfa se deslizaron por sus brazos, para acabar entrelazándose con sus dedos.

El corazón de Nayeon latía con fuerza y se preguntó por qué tenía que afectarle tanto que ella la tocara. Sus ojos marrones eran tan oscuros e intensos que no pudo mantener la mirada y bajó la vista al suelo. Fue un error porque quedaba muy poco espacio de suelo visible entre sus cuerpos, un espacio tan pequeño que se podía cruzar sin esfuerzo. 

—No volveré a presionarte con lo de las niñas ¿de acuerdo? —Habló por encima de su cabeza —Entiendo que necesites encontrar otro trabajo en el que ganes más. 

Nayeon liberó sus manos, si permitía que siguiera tocándola perdería el control de sus actos. 

—Gracias —Respondió la omega, esforzándose por encontrar su voz —Pero tengo que pedirte un favor. —Musitó, bastante apenada. 

Jeongyeon arqueó una ceja en una pregunta silenciosa, al presentir como su incesante limón se endulzaba con la suave rosa de un modo igual de intenso, ahora se sentía avergonzada.

—¿Te ofrecerías a darme referencias? —Preguntó al fin —Tu me conoces más que nadie en esta zona y voy a necesitarlas para buscar el empleo. 

—Siempre estaré dispuesta y encantada de ayudarte, cuenta conmigo —La voz de Jeongyeon fue más grave de lo habitual cuando decidió mirarla con otros ojos.

No era una sonrisa exactamente lo que expresó con su mirada, sino una sensación cálida que le produjo escalofríos de inquietud por todo el cuerpo y que exaltó completamente a su omega. 

—¿Jeongyeon-ah? ¿Qué-qué sucede? 

—Nada —Musitó con un brillo plateado en sus ojos —¿Tu... recuerdas la noche en que te besé? 

La sangre hirvió en sus venas. Estaba asombrada, no había esperado que ella se refiriera alguna vez a ese episodio y hasta creía que moriría en su mente. 

—Yo estuve pensando en ese beso durante un largo tiempo... —Admitió en voz baja —Me parece que voy a tener que averiguar si somos tan buenas juntas, como yo lo recuerdo. 

Automáticamente, ella abrió la boca para protestar y pedirle que repitiera lo que acababa de decir, pero antes de que pudiera salir de su estupor, Jeongyeon la abrazó con un movimiento lento, cerrando el pequeño espacio con el que ella había fantaseado sólo unos segundos antes.

Nayeon se quedó sin aliento al sentirla alta y firme contra ella, mientras llevaba la boca a sus labios para tomarlos. Por un instante, se quedó inmóvil, los labios inertes, incapaz de responder a sus demandas, pero instantes después de salir de su ensimismado asombro, sintió el beso con la intensidad de una descarga eléctrica, la posesión de su boca amable, la suavidad de sus mejillas, sus pechos contra ella, la hebilla de su cinturón clavándose en su vientre. 

Aquello no era un beso apresurado del que se hubiera arrepentido antes de empezar, sino todas las fantasías que había soñado desde el primer beso furtivo, todos los pensamientos eróticos que le habían cruzado por la cabeza antes de que se hubiera recordado que era la alfa de su mejor amiga.

Unos relámpagos ardientes se adueñaron de cada célula de su cuerpo y cuando el aroma intenso de menta y excitación se mezcló con el de las rosas dulces, la omega se rindió al deseo urgente de conocer a su alfa por completo y se dejó caer contra ella mientras le echaba los brazos al cuello, enredando sus dedos en su cabello rubio. 

Presintiendo su rendición, Jeongyeon la inclinó y un brazo la sujetó mientras que la otra mano bajaba hasta abarcar sus nalgas, presionando para conseguir un contacto más íntimo con ella.

Nayeon pudo sentir su erección, imposible, dura, apretada contra su vientre y su propia excitación se desbocó agresiva en un intercambio de besos anhelantes, uniéndose con abandono, como si se hubieran conocido a diario, como si hubieran compartido mucho más que un único beso aquella noche de luna llena. Le acarició la nuca, sorprendiéndose de su tacto sedoso y de su perfume a coco cremoso. 

Jeongyeon gimió contra sus tiernas caricias y una mano ansiosa que la sujetaba, se deslizó por debajo del jersey, la otra siguió su camino hacia abajo hasta acariciarle la parte trasera de los muslos.

De una manera confusa, Nayeon se dio cuenta de que le estaba levantando la pierna para llevársela a la cadera, en torno a su cintura como una enredadera que caería al suelo sin sostén en cualquier momento, enarcó la pierna a su alrededor permitiéndole presionar contra su sexo. La seducción descarada de su beso se hizo más apremiante, todo su cuerpo la empujó mientras la mecía hacia delante y atrás sin aflojar la presión. 

A Nayeon ni se le pasó por la mente rechazarla. Durante años había acumulado anhelos y fantasías sobre Jeongyeon, la alfa perfecta, aunque conscientemente se había negado a reconocer lo mucho que la había provocado con ese primer beso. 

Desde aquel momento, se había dicho que no era más que una alfa muy atractiva que estaba casada con una persona muy querida para ella, pero su omega había arañado por dentro con cada mirada, con cada sonrisa, con cada palabra de cortesía, que había hecho acrecentar las expectativas. 

Nayeon fue arrancada de la nube sensual en la que se encontraba, cuando sintió una caricia inadvertida en su seno. Las nubes de pasión se aclararon momentáneamente y se dio cuenta de que la mano de Jeongyeon navegaba bajo el jersey y había sacado un seno de la escasa protección del cómodo sujetador de algodón.

A pesar de los chispazos de puro placer que sacudían su cuerpo, las alarmas empezaron a sonar en su cabeza acabando con todo el instante. 

—Para, ¡Para Jeongyeon, por favor! ¿Qué estaba haciendo? Frenética, bajó la pierna que ceñía su cadera y se apartó de ella, mientras le cogía de las muñecas para que apartara las manos de su cuerpo. —Oye, tienes que parar. 

—¿Por qué? —Jadeó junto a su oído haciéndola voltear la cabeza para evitar el contacto con su boca ardiente, pero la alfa no aceptó su retirada y se limitó a coger entre sus labios el lóbulo de su oreja para mordisquearlo y acariciarlo con la lengua.

Nayeon la agarró del cabello y estiró hasta que consiguió establecer una distancia segura entre ambas. 

—Porque lo que hacemos no es correcto. —Determinó. 

Por desgracia, al tener ella las dos manos ocupadas, las de Jeongyeon quedaron libres e inmediatamente se las puso en la espalda y volvió a apretarla contra ella. Las dos se quedaron sin aliento ante la excitación de un contacto tan revelador e íntimo. Jeongyeon dejó escapar una carcajada breve y dura. 

—A mí me parece que es lo más correcto que he hecho en mucho tiempo. —admitió con tal seguridad que hizo jadear a Nayeon. 

—Sabes de sobra a qué me refiero —Insistió la omega, aunque se sentía completamente desnuda mirándole a los ojos.

Una parte muy recóndita de ella notó que sus iris no eran del todo marrones como parecían desde lejos, sino que había trazos de oro, bronce y negro entre el marrón. Jeongyeon contempló sus labios sin aparente deseo de cambiar de vista. 

—¿Por qué perdemos el tiempo hablando, Nayeonnie? Bésame otra vez. —Aunque el sonido de su nombre en los labios de la alfa le produjo escalofríos, hizo un gesto negativo con la cabeza, intentando librarse de la atracción hipnótica que ejercía sobre ella. 

—No. Sería una locura que nos enamoráramos. —Supuso que aquellas palabras hacían vibrar una cuerda sensible en su interior, pues hizo a la alfa alzar la vista para luego mirarla. 

—Entonces, ¿quieres decir sin sentimientos, pero también sin riesgos? Vaya, ese sería un acuerdo perfecto. —Su voz era persuasiva y hablaba mientras sonreía con picardía, sin embargo, no dejaba de observar atentamente sus ojos.

Jeongyeon bajó la cabeza para besarla con toda su habilidad, pero había roto el encanto del momento y Nayeon no respondió a sus caricias, pues sus palabras habían abierto una herida bastante profunda, aún en la vida de la omega quien no había sentido amor desde que salió del matrimonio con el orgullo hecho trizas. 

Todo ese tiempo había procurado mantenerse ocupada lo máximo posible para no tener que plantearse el futuro. Pero que Jeongyeon lo planteara con aquella crudeza lo convertía en un asunto insoslayable cuando no era así.

Ella necesitaba amar, y para amar tenía que entregar su corazón, tenía que volver a creer en alguien y ya no se sentía capaz de eso. No podría sobrevivir si destrozaran sus sueños por segunda vez, sería demasiado y nada que involucrara a la alfa que la había hecho sentir mariposas en el vientre por primera vez, sería bueno.

Al final, sí había algo mal en Jeongyeon, que lo que pudiera tener con ella claramente no parecía ser digno de prosperar. 

Cuando contempló el paisaje extenso y vacío que era su futuro, su corazón se estremeció de dolor al pensar que nunca tendría una familia junto a su hija Mina, sñolo le quedaba envejecer sola, enfrentarse a la tristeza de las vacaciones sin compañía de una pareja por el resto de su vida.

No, no podía decir con toda sinceridad que quisiera vivir sin pareja y quizá existiera alguien como ella, alguien que no quisiera entregar su corazón, que se contentara con la amistad, el afecto, y con un sexo cálido y reconfortante. 

Un alfa con el que no corriera peligro de enamorarse y con una claridad terrible se dio cuenta de lo vulnerable que era ante Jeongyeon, aún. Era capaz de despertar en ella sentimientos que era mejor olvidar. Yoo Jeongyeon era muy capaz de llegar hasta su corazón, para así destruirlo de un puñado. 

Con ese pensamiento arraigado en su mente, la omega se apartó de Jeongyeon con un último esfuerzo y anduvo algunos pasos por el salón antes de darse la vuelta. 

—No, Yoo, no sería un acuerdo perfecto. Al menos no para mí. —Girando sobre sus talones, atravesó la cocina a oscuras y recogió su abrigo del recibidor. 

Esa noche Jeongyeon no fue detrás de ella y Nayeon suprimió de su mente una estúpida fantasía en la que ella le suplicaba que se quedara, venciendo su débil resistencia con una ternura arrolladora que nunca ocurrió.

Buenas madrugadas, sabes que me aparezco porque si 😊

¿Cómo ves el fict? ¿Te va gustando la historia? Déjamelo saber aquí...

Buenas noches, dulces sueños, tu JazUnnie 🌻

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