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Twelve: "Celo P.1" 🌙

Una vez terminaron de cenar, cada una de las chicas ya estaban descansando en su habitación, las mayores jugando con sus teléfonos y Dahyun viendo dibujos animados por tv. Nayeon y Jeongyeon estaban terminando de recoger la mesa, cocina y sala. 

—Nayeonnie, ¿podemos salir a dar un paseo cuando las niñas se hayan dormido? Así podremos hablar un poco... 

—¿Hablar? ¿Sobre qué? —preguntó la castaña un tanto perpleja. 

—De lo que tú quieras. Me acabo de dar cuenta de que casi no conozco nada de ti y acabamos de casarnos omega, yo debo saberlo todo sobre ti... —Al instante se dio cuenta de lo feliz que la había hecho y la evidencia se vio reflejada en su cálido rubor y en sus ojos resplandecientes de felicidad. 

—¿No te daría lo mismo si hablamos en el jacuzzi? —propuso ella con un tono incitante. 

Jeongyeon se echó a reír y la agarró por la cintura para estrecharla contra su cuerpo. 

—Si me meto en el jacuzzi contigo se me va a hacer muy difícil seguir la conversación, cariño.

—Por eso lo decía... —Susurró, poniéndose de puntillas para besarla en la boca.

Jeongyeon adoró la instante y decidió que le gustaba más la proposición de Nayeon.

Definitivamente, que su omega la amara era una bonificación que no había esperado al casarse con ella, pero era una sorpresa que la llenaba de mucha satisfacción no sólo a sí misma, sino que también a su loba emocionada.

Unas horas después, cuando la casa había quedado en silencio, Jeongyeon y Nayeon habían hecho el amor intensamente en el jacuzzi, y en mitad de la noche, subieron a su cuarto.

La omega se encontró una caja de regalo sobre la cama matrimonial, apenas habían puesto un pie dentro de su habitación.

—¡Ábrelo! Espero de verdad que te guste, porque apenas lo vi, inmediatamente tuve fantasías de cómo te lo quitaba en medio de la noche... —Susurró contra su mejilla. Nayeon sonrió ante la sola idea.

—Alfa, ahora me da curiosidad. —Abrió la caja y halló un conjunto de pijama de seda color negro con una puntilla tan delicada y sensual, que le hacía resaltar tanto su color de piel como sus cabellos castaños. 

—Me encanta, se ve tan cómodo... no sabía que tuvieras un gusto exquisito para comprar lencería. —Musitó la omega, observando que había un delicado conjunto que al parecer era del mismo juego, de bra con arco pero apenas una fina  y  amable tela y unas pequeñas bragas que hacía juego. Nayeon se ruborizó al instante. 

—Sé que no te gustan los pijamas sexys, pude notar, pero cuando lo vi y te imaginé sensualmente vestida así para dormir en la misma cama. Cielos Nayeonnie, tú solo debes vestir cosas bonitas que resalten más tu hermoso cuerpo... 

—¿Quieres que lo modele ahora para ti? —preguntó tomándose el labio inferior.

Jeongyeon sonrió de lado ante esa irresistible y deliciosa sonrisa que adoraba devorar, cuando meció la cabeza.

—¿Por qué no me sorprendes en otro momento? Honestamente no veo el instante de estar dentro de ti, otra vez... —Jadeó atrayéndola hacia su cadera, comenzando un ritual de caricias y besos que descendieron por su cuerpo sin límite. 

Jeongyeon yacía tumbada en la cama, gozando de la gratificación de una satisfacción completa. Bajo su brazo, Nayeon se mantenía serena y la rubia acarició su rostro antes de pensárselo mejor, para no despertarla, pero fracasó en el intento. Jeongyeon gruñó de satisfacción y rodó sobre sí misma hasta que la tuvo sobre su pecho y pudo sentir la sonrisa en el cuello. 

—¿Sabes algo? 

—¿Aún estás despierta? —Preguntó sarcásticamente —Dime. 

—Cambiaste mi vida completamente y para mejor... 

—¿Me vas a perdonar si considero que eso suena bastante sospechoso, después de lo que acabamos de hacer en la cama, omega?

—Y en el jacuzzi. —agregó con una sonrisa de puros dientes, buscando su mirada con picardía.

—Oh sí, y en el jacuzzi, creo que no puedes ser muy objetiva que digamos —Le dijo jocosamente, mostrándole una sexy sonrisa. 

—Me gusta —Dijo la omega, delineando su mandíbula con uno de sus dedos.

—¿Qué te gusta? —Cuando cerró los ojos para sentir su caricia.

—Tu sonrisa, me gusta.

—Y a mí me gustas tú Nayeon, me gusta todo de ti... 

Nayeon sonríe y se queda sin palabras hasta que la alfa la deposita sobre las sábanas y se incorpora sobre un codo para mirarla a los ojos. 

—Hablo en serio. Te confieso que tenerte en mi cama ha hecho realidad muchas de mis fantasías, pero tenerte en mi vida ha sido algo demasiado positivo para todos. Jamás podré terminar de agradecerte por ayudarme esta noche a hablar con Chaeng. Tengo que empezar a confiar en ella, tengo que darme cuenta de que está madurando y que necesita cierta independencia. ¿Por qué no lo había visto antes? 

—Quizá ya tenías bastante con tratar de que sus vidas fueran lo más normales posibles, para ver que necesitabas hacer algunos cambios. 

—Probablemente, será la verdad. Ahora entiendo por qué me casé contigo —Bromeó la rubia, con una sonrisa.

—Ya lo sabía. Nos complementamos muy bien en la cama y te echo una mano con las niñas. —Respondió, sin poder evitar oírse con decepción ante las palabras de la alfa y se soltó de sus brazos para darle la espalda, fingiendo que ahuecaba la almohada. No podía mirarla a la cara. 

A Jeongyeon la tomó tan desprevenida que, por un momento, no supo realmente que hacer o decir. Estaban compartiendo un momento de conversación relajado después de haber hecho el amor, y al momento siguiente, ella le daba la espalda. ¿De verdad creía que ella iba a aceptar que durmiera toda la noche en aquella postura? Demonios, había dormido entre sus brazos todas las noches desde que se habían casado y no quería cambiar ese pequeño hábito.

La alfa meditó sus últimas palabras. ¿De verdad creía que se había casado con ella sólo porque su relación sexual era fantástica y porque ella se llevaba muy bien con las niñas? Y entonces cayó en la cuenta de que lo creía de verdad. Además, era cierto que en un principio ellas se habían casado precisamente por esas razones. ¿A quién quería engañar? Se sintió muy incómoda. 

Le desagradaba verse obligada a examinar sus actos, pero tenía que ser sincera con ella y consigo misma. Se había casado con ella porque... porque debía haberse dado cuenta inconscientemente de que ella la amaba y eso enloquecía a su loba de satisfacción. Debía haber reconocido su amor porque la necesitaba en su vida.

Necesitaba que la amara para curar sus heridas abiertas, para calmarle de las tensiones del trabajo diario y para estimular su cuerpo hasta la saciedad por las noches, la necesitaba porque su loba la anhelaba con todas las fuerzas que no sabía en donde le cabían en su interior, porque no podría soportar la insólita idea de que se fuera de su lado.

Jeongyeon le puso las manos en los hombros y la inmovilizó mientras la cubría con su cuerpo. A la luz de la luna, se dio cuenta de que ella no quería mirarla a los ojos. 

—¡Jeongyeon-ah! Necesito dormir. Tengo que trabajar mañana... —Se excusó, evitando su mirada.

—Yo también, pero no podría dormir sin solucionar este malentendido entre nosotras. —Le puso una mano en la mejilla para poder verla a los ojos y se preguntó si no era dolor lo que apreciaba en su mirada.

La alfa besó con toda la ternura que le inspiraba su hermosa mirada, hasta que ella se despojó y respondió a sus besos. 

—¿Me amas de verdad? —preguntó junto a su boca. 

Nayeon se quedó inmóvil un momento antes de ponerse tensa otra vez. 

—Pero ¿qué...? 

—Por favor, di que me amas, Nayeonnie... —Y con aquellas palabras volvió a besarla, esta vez con mucha pasión, mientras le acariciaba los pechos redondos. No supo si su gemido fue de protesta o de excitación, sin embargo, ya no podía detenerse a averiguarlo. —Omega, quiero oírtelo decir. Quiero que añadas a la lista de razones por las que me he casado contigo, que necesito de tu amor. Te prometo que lo cuidaré siempre. 

Lentamente, sintió que ella se relajaba bajo su cuerpo. Jeongyeon se apartó un momento y ella le tomó el rostro entre sus manos para mirarla directamente a los ojos. 

—Te amo, Yoo Jeongyeon. Hace mucho tiempo que te amo. 

Jeongyeon sintió que el júbilo explotaba en su corazón y llenaba de euforia a su loba. Tuvo que aclararse la garganta para poder hablar, mientras la abrazaba con fuerza. Realmente no sabía qué responder, estaba embriagada. Si de algo estaba segura, era que sentía una alegría a través de todo su cuerpo que no sabía explicar. 

—Lo presentía, mi omega... —Abrazándola contra su pecho para sentir su delicioso aroma que tanta calma le hacía sentir. —¿Tienes idea de lo mucho que te necesito? 

Nayeon le había confesado a Jeongyeon que la amaba y había blanqueado sus sentimientos ante ella, pero en cambio ella no le había hablado de amor.

Aún cuando sabía que no debía, su corazón se sentía tan a gusto de haberse liberado, aún magullado por no obtener una respuesta, estaba feliz de haber liberado esa verdad.

Varios meses habían pasado. 

El doctor Jeon convenció a la Señora Im para que se hiciera las pruebas. Le prescribió otro tratamiento y Nayeon se quedó asombrada ante el cambio que se produjo en ella. La agresividad de la mujer disminuyó notablemente. Jeongyeon la acompañaba a visitarla todas las semanas y la omega la observaba como fácilmente la manejaba con una resignación divertida. Nayeon sabía por experiencia propia que nadie podía resistirse a una dosis concentrada del célebre encanto Yoo. 

A los cuatro meses de la boda, sus vidas habían vuelto a la normalidad. Nunca había imaginado que el matrimonio con Jeongyeon podía hacerla tan feliz. Ella se lo demostraba día a día, le llevaba flores y le hacía regalos cada dos por tres. Se tomaba en serio sus opiniones sobre las niñas, le pedía consejos y hasta había empezado a escucharla. Además, se empeñaba en ayudarla con las tareas domésticas y Nayeon no sentía las presiones que habían acabado con su autoestima durante su primer matrimonio.

La vida de Jeongyeon giraba en torno a su familia, y la manía de la limpieza y el orden no se encontraba entre sus prioridades, aunque fuera muy perfeccionista. 

Y luego estaba su forma de hacer el amor. Era evidente que le había agradado oírla decir que la amaba. La noche en que la había obligado a confesarlo, había marcado un giro en su relación. Ahora que se sentía libre para expresar su amor, lo hacía cada vez que se le presentaba una oportunidad.

No le importaba lo más mínimo que ella no le correspondiera. Había dejado de preocuparse por eso. Jeongyeon se preocupaba por ella, de eso sí estaba segura. No pasaba nada si todavía no podía pronunciar aquellas palabras que anhelaba con toda su alma o que aún no la hubiera marcado por poner excusas. Aún había mucho tiempo para llegar a aquello. 

Y, sin embargo, sólo vivía para eso, aquella espera era lo que le daba fuerzas para enfrentarse a cada día. Nayeon se había convertido en su compañera y albergaba la esperanza de que algún día pudiera decir adiós a Momo en su corazón. O por lo menos que consiguiera hacerla a un lado lo suficiente como para permitir que ella entrara allí. 

La omega salió de su ensueño cuando sus alumnos volvieron del recreo de la tarde, era difícil abstraerse de sus risas y de su charla alborotada cuando el sol de verano empezaba a entrar por las ventanas y en el aire había una fragancia de primavera. El invierno se había ido muy rápido y con los días, una nueva oportunidad de florecer se acercaba. 

Nayeon le pidió a sus alumnos que sacaran sus cuadernos de ciencias, pero mientras se movía por la clase preguntando sobre el tema de la fotosíntesis, notó que el director de la escuela, Kim Namjoon, entró al salón. 

—Profesora Im, la necesitan en la sala de maestros. Yo me encargaré de su clase. 

—¿Sucedió algo grave? 

—Chaeyoung se encerró en el baño y no quiere salir. Solo llama por ti. 

En cuanto le aclaró lo que estaba haciendo con sus estudiantes y le pasó una lista de los proyectos de investigación científica que estaban revisando, Nayeon se dirigió a la sala de maestros a paso rápido. 

La secretaria la esperaba en la puerta y la abordó antes de que pudiera entrar. Solar cumplía y ayudaba en muchas funciones cuando los consejeros y las enfermeras no se encontraban en la escuela. Aparentemente, había sido ella la que se había encargado de Chaeyoung. 

—¿Puedo hablar contigo antes de que veas a Chaeng? —Habló sospechosamente seria.

—Si claro, dime, ¿le sucede algo? 

Solar la llevó a la secretaría y cerró la puerta. 

—Estuve hablando con ella, pero te llamé porque no pude sacar nada en claro. —Comentó dudosa.

—¿Por qué? ¿Está enferma? —Si era así, debería llamar a Jeongyeon y pronto la tendría allí con esa expresión pálida de horror y desconcierto. La sola idea hizo gemir a Nayeon.

—¡No! —Le detuvo Solar, con un gesto enérgico —Ese es el problema exactamente. Chaeng ha comenzado su celo, ella se presentó mientras estaba en el examen. Es omega. 

Nayeon se quedó en blanco sin saber qué decir. Ella se preguntó si alguien se había ocupado de preparar a la joven para los cambios que su cuerpo iba a experimentar ante la presentación de su lobo. Aunque Jeongyeon no lo hubiera previsto, sabía que en sexto se daban dos seminarios respecto al primer celo y la presentación con sus cambios. Estaba segura de que Chaeyoung había asistido. 

—¿Ella entiende lo que le sucede? ¿Cómo lo tomó? —Se preocupó al instante.

—Naturalmente —Alzó los hombros —Como todas las niñas, al principio estaba un poco preocupada, pero sabía perfectamente lo que debía esperar. Le di un supresor como lo indica el reglamento, ya que sus días de celo ella debería de estar en casa. Su aroma abarcó toda la sala, están en época, hoy hay luna llena... —Señaló la omega hacia la ventana.

Nayeon asintió, estaba segura que era el momento indicado debido a que Chaeyoung estaba pronta a cumplir sus catorce años. 

—Bueno, entonces no consigo entender cuál es el problema. 

Solar se pasó una mano por el pelo como si tuviera miedo de explicarse. 

—El problema, es tu alfa, Nayeon-ah... 

—¿Jeongyeon? ¿Y eso por qué? 

—No sé cómo decírtelo. Desde que murió su primera esposa, la Señora Yoo se ha mostrado bastante obsesionada con la salud de sus hijas. No sé si te habrás percatado que basta un estornudo para que las lleve corriendo al médico. 

Nayeon estuvo a punto de sonreír pero se contuvo. 

—Sí, la pobre padece una especie de fobia a las enfermedades. ¿Y qué tiene que ver eso con que Chaeyoung se haya presentado? 

—El director Kim sabía que tú tienes que dar dos entrevistas después de clase y pensó que quizá el horario de tu esposa sería más flexible. Pero cuando le comenté a Chaeyoung que iba a llamar a su madre, casi le da un ataque de histeria. Nos suplicó que no la llamáramos y se fue poniendo peor hasta el punto de que ahora sólo quiere hablar contigo. 

—Comprendo. —En realidad, no lo comprendía. Lo principal era que Chaeyoung la necesitaba, después averiguaría el resto de la historia. 

—¿Puedo hablar con ella en privado? 

Solar suspiró aliviada y le abrió la puerta de la oficina. Nayeon se acercó a la otra habitación y abrió la puerta cautelosamente. 

—¿Chaeyounguie? Cariño, soy Nayeon, ¿puedo pasar? —preguntó la omega con la voz sumamente suave.

Chaeyoung jadeó de alivio al oírla y al instante se oyó como abría la puerta 

—¡Mami Nayeon! —Hipó la jovencita que tenía el rostro húmedo de lágrimas y los ojos enrojecidos, cuando se arrojó a los brazos de Nayeon y lloró como si le hubieran destrozado el corazón.

Pensando en los días turbulentos de su propia presentación, Nayeon se imaginó que aquello era lo que más necesitaba, desahogarse. 

A Chae le había llegado la hora del cambio, pero la pubertad podía magnificar la pena que Chaeyoung sentía aún por la falta de su madre omega y hacerle ver montañas donde sólo había granos de arena. La omega acarició su ponytail y le dio unas palmaditas en la espalda para reconfortarla y tranquilizarla. 

—Hermosa y pequeña omega... —Murmuró la mayor, contra su mejilla con suavidad maternal.

La niña se acomodaba como un gatito contra su pecho, al oírla. Nayeon procuró hablar suave para no agobiar a su loba pues, comprendía que ella debía sentirse muy sensible en ese preciso instante

—Hueles maravilloso, a fruta, como tu madre —Compartió con la voz amable y la niña sollozó con más fuerza. —Relájate cielo, todo está bien... ¿crees que te sentirás mejor si me cuentas que sientes? —Consultó, intentando no asfixiarla. La joven alzó la cabeza de su hombro y meció la cabeza. 

—Por favor unnie, no dejes que llamen a mamá.

La súplica era tan ferviente que Nayeon se la quedó viendo, sorprendida. 

—Ahora estoy yo aquí... —Musitó contra su cabello, sin querer prometerle nada hasta que no supiera cuál era la situación. —Dime qué te pasa. Solar dijo que te has presentado en clases. Lamento que haya tenido que ser así, ya estábamos acostumbradas a sentir tu aroma...

Chaeyoung ahogó un sollozo y asintió. 

—No soy la primera de mi clase, dos compañeras más se presentaron hoy. —dijo Chae mirándola a la cara —Sus madres se las llevaron a casa. Solar dijo que se las llevan a casa para enseñarles a ocuparse del celo. Bueno, ya sabes lo que quiero decir. —Musitó con las mejillas sonrojadas y Nayeon sonrió de lado, pero al final la pequeña continuó. 

—Pero tú ya conoces a mamá. Si ella viene a recogerme, ya sabes lo que hará, me obligará a ir al médico. Nadie más tiene que ir al médico, solo conseguirá avergonzarme delante de todo el mundo como hace siempre. Y yo no quiero ir al médico, quiero ir a casa... —Sollozó volviendo a esconder su nariz junto a su cuello.

Nayeon pudo sentir su aroma ponerse suavemente agrio y su corazón palpitó con prisa. Esa pequeña omega necesitaba ir a casa, beber un té y descansar por si comenzaban los cólicos. 

A Nayeon le hubiera gustado defender a Jeongyeon, pero sabía que Chae no se equivocaba pues, no le cabía la menor duda de que la alfa la llevaría a rastras a que la examinara un médico. Desesperada, hizo un esfuerzo por mostrarse diplomática. 

—Chaeng, tienes que darte cuenta de que no es una mala idea ir al médico cuando comienza el primer celo. La mayoría de los padres llevan a sus hijos al médico después de la presentación, eso es más normal de lo que crees. 

—Sí, pero no diez minutos después. Por favor, Mami Nayeon, no llames a mamá, llévame a casa... yo quiero ir a casa y dormir. —Musitó respirando el aroma de su mayor.

Nayeon sonrió mitad enternecida y mitad preocupada por esa situación. Suponía que su aroma la hacía sentir segura entre tantos extraños y eso la hizo sentir tan a gusto con la jovencita que se había aferrado a su cuello sentada sobre su regazo.

—No la llamaré, cielo... —Aseguró, aunque seguía pensando que no era una idea razonable —Pero tienes que prometerme que se lo diremos esta misma noche, de todos modos ella se dará cuenta apenas cruce la puerta de la casa. —Tragó, sabiendo que, si su alfa era tan irracional al respecto de su fobia, probablemente estaba en graves problemas. 

—Claro que sí, lo prometo. —Señaló contra su cuello y Nayeon acarició su cabello tratando de hacerla sentir mimada y acompañada. —Quiero ir a la cama, a dormir. —Murmuró y su dulce aroma se intensificó nuevamente, los supresores estaban tardando en hacer efecto. 

—Bien. ¿Necesitas algo? Me refiero a que si necesitas que te ayude a sentirte cómoda con todo lo que tienes que aprender sobre tu cuerpo, sobre tu loba, ¿te sientes conectada con ella? —De pronto buscó su mirada, y la niña asintió de inmediato. Los ojos de Chaeyoung volvieron a llenarse de lágrimas. 

—Ella está muy bien, pero quiero irme a casa. Quiero hacer un nido, ¿puedo hacer un nido? —preguntó con la voz mermada y Nayeon asintió de inmediato, aún enternecida de como se rascaba el ojo con su nudillo derecho y sin más la volvió a abrazar, para darle una muestra de su apoyo y compresión. 

—No te preocupes pequeña, solo deja que organice mi clase con el director Kim, que busque a Dahyunnie y luego te llevaré a casa. De camino te compraré unos supresores para que no sientas dolor ¿de acuerdo? —Preguntó dejándose una caricia por el mentón y para su alivio, Chaeng le sonrió entre lágrimas. —Estupendo. Regreso muy pronto. 

Nayeon la acompañó fuera del baño, la dejó sentada junto a la mesa del salón con un poco de agua fresca y le alisó el pelo por última vez. 

—Quédate descansando aquí cielo, yo traeré las cosas de tu clase así podremos ir a casa. No me tardo. 

Una hora después Nayeon llegaba a casa junto a Chaeng y Dahyun. Ya se había encargado de avisar a Minari que la esperarían en casa esa tarde.

Mientras Dahyun hacía sus deberes escolares, Nayeon le enseñó a Chaeng cómo sobrellevar los sofocos y las necesidades físicas, le enseñó a ahuecar su primer nido y le puso una bolsita caliente sobre el vientre para aminorar los dolores, para que pudiera descansar un rato. Sin embargo, Nayeon se daba cuenta de que debía mantener una charla con Chaeng para averiguar con exactitud qué sabía y qué necesitaba comprender de un celo.

Tenía la impresión de que era demasiado joven para empezar a hablarle de sexo, tenía que manejar aquel asunto con mucho cuidado.

Buenas, ¿qué me das por el que sigue? 

Me encanta ver tus respuestas a esa pregunta Jajaja

Te quiero, tu JazUnnie🌻

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