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Three: "Retribucion de cuidados" 🌙

La había visto, a menudo salía a dar un paseo después de cenar.

Desde aquel fin de semana, cuando el deseo se les había vuelto a escapar de las manos, Jeongyeon se había dedicado a vigilar su casa como una criminal acechante de una mala película de terror. Sabía que ella desconfiaría después de lo que había pasado entre ambas, pero estaba decidida a volver a establecer contacto.

La alfa siempre se guiaba por su instinto cuando estaba muy metida en un caso y tenía un presentimiento similar con Nayeon. Sin embargo, no quería examinar muy a fondo los motivos que le impulsan a hacerlo. 

El jueves siguiente a la noche fatídica, Chaeyoung y Dahyun se habían marchado a casa de sus respectivos amigos para pasar la noche y como por casualidad, Jeongyeon salió a pasear por el césped cuando la vio aparecer vestida con ropa y tenis deportivos. Conforme se acercaba, vio que la omega se paraba en seco y que una expresión de pánico y perplejidad cruzaba por sus ojos marrones antes de que pudiera obligarse a sonreír. 

—Buenas noches, Jeongyeon-ah... 

—Hola, Nayeon. ¿Te importa si te acompaño? He visto que salías y se me ha ocurrido que a mí también me sentaría bien un poco de ejercicio. 

—No, no me importa —Respondió sin mirarle de regreso directamente a sus ojos —Creía que hacías ejercicio por las mañanas. 

Jeongyeon maldijo para sus adentros, pretender que necesitaba ejercicio había sido una estupidez pues, Nayeon la conocía demasiado bien. 

—Todavía lo hago. Me sienta bien levantarme temprano y dedicar una hora a cuidarme antes de que comience el ajetreo de cada día. Hemos cenado mucho esta noche y necesito bajar un poco la comida. 

Nayeon estaba de pie, mirándola con una sonrisa enigmática. Al final, para que echara a andar, la alfa la tomó del brazo y la llevó hasta la acera. Sin perder un segundo, Nayeon puso un paso de distancia entre las dos. 

Anduvieron a buen ritmo para quemar unas cuantas calorías.

A Jeongyeon no le extrañó que la hubiera sentido tan firme bajo sus manos, ya sabía por sus observaciones, que sus paseos solían durar una hora. La miró de reojo y quedó cautivada por el modo en que sus senos se movían bajo la sudadera azul y negro, se balanceaban suaves, dulcemente, siguiendo la cadencia de sus pasos. Reconstruye una imagen mental de Nayeon levantándose del baño caliente y tuvo que reconocer que un sujetador deportivo oprimiría demasiado aquellos encantadores senos.

A pesar del ejercicio vigoroso, se dio cuenta de que su cuerpo y su aroma empezaba a reaccionar con sus fantasías, por lo que sería mejor que ocupara su mente en otra cosa antes de que la omega se diera cuenta de que se estaba babeando ante su sola compañía. 

—¿Recuerdas que me recomendaste invitar a Park Chaeyoung a que pasara una noche con Dahyunnie? —Preguntó de pronto y Nayeon alzó una ceja. 

—No recuerdo que lo dijera con esas mismas palabras. Lo que dije fue que podrías invitarla, antes de dejar a Dahyun que fuera a su casa. ¿La has invitado? —Buscó su expresión y halló a Jeongyeon asintiendo mientras sonreía sarcásticamente. 

—Justamente, la pequeña Chaeyoung es… como una dinamita, ¿verdad? 

—Algo parecido... —Admitió riendo —¿Te ha destrozado la casa? 

—Las mandé a jugar al sótano. —La alfa se alegró de que Nayeon volviera a relajarse en su compañía. —Cuando oí unos ruidos verdaderamente alarmantes, bajé a ver qué ocurría —Continuó contándole su experiencia con la amiguita de Dahyun —Habían amontonado todos los bloques en el centro del cuarto de juegos. Dahyun y Chaeyoung eran paracaidistas. Habían vaciado todas las estanterías y se lanzaban desde ellas con fundas de almohadas como paracaídas. 

—¿Y qué hiciste? —preguntó abriendo mucho los ojos. 

—Chaeyoung recibió una lección sobre limpieza doméstica antes de irse a casa —Contestó la alfa sin dejar de sonreír —Pero eso no fue todo, cuando bañé a Dahyunnie, estaba jugando con un patito de plástico, haciéndole hablar en el agua, le oí un vocabulario de lo más expresivo —Ironizó hasta con su rostro. 

—¿Como por ejemplo? —Cuestionó preocupada y la alfa le confesó las groserías que aprendió su hija más pequeña. 

—Estás de broma... —Murmuró Nayeon bastante asombrada. 

—En absoluto, la misma Dahyun admitió que Chaeyoung empleaba esas palabras. 

—¿Dónde crees que ha podido aprenderlas? 

—Tiemblo de pensar cómo debe ser la crianza de esa niña. 

—¿Qué le dijiste a Dubu? 

—Que las niñas hermosas no necesitaban usar esa clase de palabras para ser una princesa, que era algo más propio de gente desagradable, no sé qué historia le inventé, pero funcionó... —Alzó los hombros como respuesta.

—Un enfoque muy interesante, debo admitir... —Sonrió sin disimular su aprobación. 

—Luego le advertí de que le pondría el trasero como un tomate si volvía a oírla decir algo parecido. 

Nayeon soltó una risilla. Jeongyeon se dio cuenta de que disfrutaba hablando con ella, le encantaba la atmósfera de confianza y se le ocurrió que podía tomar ventaja de aquellos paseos nocturnos y hacerlos una costumbre, aunque si ella conseguía trabajo no estaba segura de que pudiera seguir saliendo por las noches. 

—¿Has encontrado otro trabajo ya?

De inmediato se arrepintió de haberlo preguntado. Nayeon puso una cara seria y sus hombros se hundieron visiblemente. 

—Sí. Empiezo en el Emporio Marisquero este fin de semana. 

—¿De camarera? —preguntó algo asombrada.

—De momento no. Trabajaré como ayudante unos cuantos meses y luego me enseñarán a servir las mesas. Lo que yo espero porque el negocio marcha viento en popa y algunas de las chicas me han dicho que las propinas son sustanciosas. 

—Vas a andar muy escasa de tiempo libre con dos empleos. Si deseas, Mina puede quedarse en casa en lo que tu llegas del trabajo. —La alfa se esforzó por que no notara el horror que le producía, verdaderamente Nayeon iba a quedar exhausta. 

—Lo sé. Pero no tengo más remedio que hacerlo. Y gracias por ofrecerte para que Mina pueda quedarse en tu casa, lo cierto es que a ella no le gusta mucho la idea de mi otro trabajo y la comprendo... 

Trotaron unos minutos en silencio y luego de un rato Nayeon le preguntó sobre los casos que llevaba entre manos. Jeongyeon le habló sobre el caso de dos hermanas que se habían presentado en su firma la semana anterior para discutir la repartición de los bienes de su madre. 

—La madre es clienta mía y me sorprendió un poco pensar que no había tenido noticias de su muerte, pero cabía dentro de lo posible. Al expresarles mis condolencias, la mayor dijo, «Oh no, Abogada Yoo, mamá no ha muerto aún, solo queremos asegurarnos de que todo está bien repartido para cuando ella muera». 

—Espero que le hayas aconsejado a la pobre mujer que deje todo su dinero a la Sociedad Protectora de Ballenas Jorobadas o algo parecido. Esas dos arpías no se merecen ni un céntimo. —Expresó la omega algo asqueada y Jeongyeon sonrió de lado. 

—Es una idea bastante tentadora... —Musitó mientras los recuerdos llegaban a ella. —Momo solía archivar mis documentos cuando empecé. Leía todo lo que tenía que archivar y más de una vez tuve que detenerla porque pretendía presentarse en casa de alguien que había abandonado a su mujer y a sus cachorros, para leerle la cartilla. Al final tuve que prohibirle que fuera al bufete. —Sonrió con cierto matiz de tristeza. 

—Oh, sí me lo creo. Siempre tuvo muchas energías. Recuerdo ese año en que era, al mismo tiempo, presidenta de la Asociación de Padres y Profesores, gerente de la campaña de recogida de fondos para la iglesia y coordinadora del grupo de juegos de Chaeyoung. Solía decirme que se sentía como un juglar que mantenía las pelotas en el aire sin apenas tocarlas. 

—Le encantaba estar ocupada, vivir al borde de la locura organizativa, ella era muy hábil. —Jeongyeon estaba un poco sorprendida de notar que, sin hacer ningún esfuerzo especial, podía soportar hablar de su omega con Nayeon. 

—Yo misma fui a uno de sus proyectos no oficiales cuando nos conocimos —Admitió Nayeon un tanto divertida —Había decidido sacarme del aislamiento en el que me había encerrado tras mi divorcio. 

—Lo intentó con todas sus fuerzas —Corroboró la alfa —¿Te acuerdas de la fiesta que organizó para presentarte a ese tipo que vive con nueve gatos? Nunca olvidaré la cara que pusiste mientras él te contaba los problemas capilares de su gata preferida y lo mucho que se gastaba para solucionar el problema de incontinencia del gato. 

—Sí, ¿Oíste toda la historia? —Una risilla se le escapó al verla asentir —Recuerdo que fuiste tú quién me rescató. Le dijiste que era alérgica a la caspa de los gatos. 

—Sí, el pobre hombre te vio horrorizado como si la rara fueras tu... —Repuso la alfa súbitamente seria, cambiando el tema —No sé lo que hubiera hecho sin ti cuando Momo se puso enferma. Cuidaste de las niñas y de las tareas de la casa, también te encargabas de entretener a Momori cuando yo ya estaba tan cansada de la situación misma, que ni siquiera podía pensar. 

—Yo no... 

—Tú sí. Nos ayudaste sin preocuparte de ti misma. Momo no hubiera podido encontrar nunca una amiga mejor que tú. Ni yo tampoco. 

Parecía que no quedaba gran cosa por decir después de aquello. Regresaron en silencio y Nayeon se apresuró a meterse en su casa sin apenas despedirse y dejando una suave estela de su delicioso aroma cítrico floral que la embriagaba.

Jeongyeon deseó pedirle que volviera, que saliera con ella una noche, pero sabía que la omega se negaría. Había sido una torpeza utilizar el atractivo físico para derribar sus defensas y ahora se encontraba en el punto de partida. 

Habían pasado dos meses cuando Nayeon recogió los exámenes de sus estudiantes, que se había llevado a casa para corregir y los metió en la cartera que usaba para ir a la escuela.

Era la hora de presentarse a su segundo trabajo y si se daba prisa, todavía podía hacerse un emparedado y comérselo mientras se ponía el uniforme para luego llevar a Mina a la casa de su hermana Jihyo. 

Bah, demasiadas molestias. En realidad, no tenía hambre.

Subió las escaleras pensando en que lo único bueno de tener dos trabajos era la pérdida de apetito pues siempre estaba demasiado ocupada como para comer. Había perdido más de cuatro kilos en las últimas semanas y su figura había salido ganando, usaba una talla menos que antes. Le agradaba. ¿A quién le preocupaba que sus compañeros de trabajo le hubieran dicho que estaba demasiado delgada? 

Su uniforme olía a mariscos por mucho que lo lavara a mano cada una de las cuatro noches que trabajaba durante la semana. Se miró en el espejo, el azul aqua del uniforme le sentaba como anillo al dedo a su color de piel. El administrador del restaurante había escogido esos uniformes unas semanas antes de que la contrataran y todo el personal estaba obligado a llevarlos. Se dijo que no tenía porque tomárselo tan a pecho, al fin y al cabo no había nadie a quien impresionar. 

—¡Minari, baja ya por favor, tengo el tiempo justo para llevarte a casa de tu tía! 

—Pero ma, ¿no será posible que me quede en casa de Jeongyeon unnie y así no sea tan complicado llegar a tu trabajo? Además sabes que me llevo bien con Hyun y, am Chaeng. Unnie dijo que yo no era un problema para ella, que era una señorita muy bien portada, y sí, lo dijo con esas palabras. —Admitió con aquella sonrisa encantadora que hizo a su madre suspirar. 

—D-de acuerdo, déjame llamar a tu unnie... —Nayeon vio la hora en su muñeca mientras timbraba. 

—Hola vecina —Musitó de un modo muy alegre, pues le había hecho sonreír al ver su nombre en la pantalla. 

—Hola Jeongyeon-ah, te llamaba para saber si Minari puede quedarse en tu casa hoy hasta que llegue... 

—Nayeonnie te dije que siempre puedes contar conmigo para lo que necesites y mucho más si se trata de Mina. 

—Genial, Muchas Gracias por eso. En unos momentos Mina irá a tu casa entonces. 

—De acuerdo, que tengas buena jornada. —Le saludó, haciendo sonreír a la omega. 

—Puedes quedarte en casa de Jeongyeon. Ya sabes cómo comportarte, ¿de acuerdo? 

—Ma, ya no soy una bebé, tengo dieciséis años. —Rezongó mientras salía por la terraza de la casa hacia la de las Yoo. 

—Te veo luego pequeña gruñona. —Musitó con diversión, haciendo gruñir a su pequeña hija. 

Kim Mina caminaba por el césped mientras se preguntaba a sí misma ¿era buena idea tener una amistad con una pequeña que ni siquiera se había presentado aún? ¡Bah!, se dijo, ella también era joven aún y no tenía nada malo que fuera amiga de Chaeyoung ¿O sí?. "Cuando te conviene eres joven" la alfa volteó los ojos ante la ironía de esa loba traicionera, una vez estaba frente al umbral de la casa de sus vecinas y tocaba el timbre. 

La rubia alta y bastante imponente a simple vista, le abrió la puerta esa tarde y al instante su semblante cambió a una sonrisa maternal que muy poco dejaba ver, tan poco, que para la propia Mina fue raro de presenciar. 

—Buenas tardes señorita, ¿Y tu madre? —preguntó abriéndose paso para que la chica ingrese a la casa y no pudo evitar sentir la estela impregnando la sala de café y chocolate que traía aquella jovencita de cabellos oscuros como la noche. 

—Am, ella debe de estar dándose un baño. Apenas y tiene tiempo de hacer algo antes de ir a ese segundo empleo que tiene... —Mina hubiera querido no sonar con tanto reproche, pero, no lo había podido evitar. Estaba tan acostumbrada a tener a su madre en casa y de pronto hallarse sola no era algo que hubiera esperado.

—Oh, creí que pasaría a saludar —torció los labios, pero sabía muy bien que gran parte era su culpa, Nayeon evitaba tener cualquier tipo de contacto y no podía culparla.

—¿Y Chaeng? ¿....y Hyun? —Se acordó de preguntar por ambas y Jeongyeon le miró con una ceja alta y curiosa antes de señalar hacia escaleras arriba. 

—Se están matando allí en esos juegos tontos. Aunque personalmente me alegra de que hayas venido, sueles traer una armonía entre ellas que me hace desear traerte siempre a casa. —Musitó la alfa mayor con una sonrisa. 

—Unnie, ¿tiene unas galletas? Es que-em... —Tragó y el rubor se intensificó en sus mejillas —Mamá jamás olvida nada, pero hoy estaba tan apurada... y suelo merendar en casa de tía Jihyo... —Musitó con aquella expresión adorable de niña buena que tanto utilizaba y que tan bien le sentaba.

—Oh cariño, claro que sí. —Asintió Jeongyeon con aquella sonrisa tierna y tomó a la joven de los hombros para llevarla a la cocina. 

—Unnie... —Habló la muchachita otra vez, haciendo a su mayor mirarle mientras le dejaba una bandeja con un vaso de leche y algunas galletas de chocolate frente a ella. —¿Sabe porque mamá insiste en tener otro empleo? 

—¿Ella no habló sobre eso contigo? 

—M-m... —Meció la cabeza mientras masticaba —Ella jamás dice nada y se excusa mucho. Dijo algo de no querer interferir en mi estabilidad emocional y que prefiere que no me preocupe con cosas que son de su entera responsabilidad... o algo así —Musitó la chica arrugando la nariz en desacuerdo. 

—Oye, ¿y qué sabes de tu abuela? 

—¿La mamá de mi papá? No la conozco, ellos no querían a mamá y mi papá pues yo supongo que por eso estaba tan molesto con mamá todo el tiempo. Supongo que no haber sido la omega perfecta para él la hacía una mala omega. Papá es un imbécil cuando quiere, supongo que por eso no siempre deseo verlo... —Suspiró la pequeña alfa. Jeongyeon admiraba la honestidad de la jovencita —Y la mamá de mi mamá... —Otra vez esa mueca que ya había visto en la omega, la hizo sonreír —Ella está verdaderamente malita. La última vez que la fuimos a ver, se la pasó quejándose y haciendo sentir a mamá realmente mal. Ella la culpa sobre absolutamente todo, si pudiera culparla sobre la contaminación ambiental, estoy segura de que lo haría... —Jeongyeon no pudo evitar sonreír ante su comentario. 

—Entiendo... —Asintió —Creo que deberías preguntarle a tu madre que es lo que sucede. No voy a decirte que no lo sé, porque no soy partidaria de decir mentiras, pero si ella no lo dijo... 

—Entiendo, tiene razón, le voy a preguntar yo misma. Es que a veces se ve tan cansada que no la quiero agobiar con cosas sin sentido ¿sabe? Ella se ve muy delgada y ni siquiera se da cuenta de eso. —Musitó con verdadera preocupación alertando, sin querer, todas las alarmas en Jeongyeon. 

La alfa había notado a simple vista que la omega había perdido peso, pero ante su admiración, no quiso verse exagerada o metiche, aunque ahora que Mina lo decía, sentía que fácilmente la razón la tomaba. Debía hablar con la omega y pronto. 

—¿Ya llegó Mina unnie? —preguntó aquella fina y chillona vez que hizo a las alfas alzar la mirada. 

—¡Aquí! —Le llamó Mina con entusiasmo. 

—¡Unnie! —Festejaron ambas antes de echarse en un abrazo sobre la alfa quien rió. 

—Hola chicas, ¿vamos a jugar hoy? —preguntó con gran entusiasmo y la mayor observó como la jovencita dejaba de lado lo que tenía sobre la mesa y tomaba a una en cada mano para subir. 

Aunque tuviera muy en claro que ya era una niña grande, Jeongyeon era testigo del gran entusiasmo y dulzura que la hacían llenar esos ojillos oscuros de ilusiones que la deslumbraban pues, aunque Mina ya fuera una alfa adolescente, su inocencia seguía intacta y eso era un gran mérito para su madre quien la orientaba con tanto amor y respeto. 

—Unnie, ¿podemos jugar un turno cada una? —Preguntó la pequeña con ansiedad mientras ingresaban las tres en la habitación de Chaeyoung.

—Claro que si Hyun, tú siéntate y juega primero. 

—¡Primero deben jugar las visitas Dahyun! —Le reprendió su hermana mayor y la pequeña le miró con pesar. 

—Si, lo siento unnie. —Extendió el mando a su mayor, pero Mina se lo entregó de regreso. 

—Te cedo mi lugar Hyun, juega tu primero —Musitó con amabilidad y la niña festejó de emoción. 

—Gracias Mina unnie —Aceptó y pronto estuvo absorta. 

—Jugaré luego, yo quiero jugar contigo. Dahyun solo sabe perder y perder... —Se quejó y la pequeña largó un pequeño gruñido de reproche, haciendo reír a la mayor. 

—Es pequeña aún, pero ya va a aprender... —Señaló la mayor, mientras se sentaba al borde de la cama de Chaeng. 

—Unnie, el próximo año iremos a la misma escuela... —Comentó la menor, tomando un lugar a su lado —¿Tú me cuidarás? 

—Sabes que sí Chaenguie... —Sonrió hacia ella —¿Ya te presentaste? —Preguntó algo asombrada de percibir cierto aroma en ella.

—Aún no, pero lo sabremos pronto, mamá dijo que ya estoy oliendo diferente... 

—Hueles dulce, aunque aún no sé a qué, pero me es muy conocido, huele a omega... 

—Lo sé... —Admitió con una sonrisa baja.

Mina deslizó aquel mechón inquieto que se escurrió en el rostro de Chaeng, para acomodarlo con un pequeño clip de mariposa que tenía la pequeña sobre un costado de su frente, perdiéndose en el color avellana de sus ojos. 

—¡Te toca unnie! —Señaló la pequeña Dahyun, llamando la atención de ambas.

Mina salió de aquel ensimismamiento y se puso en pie para tomar un lugar en el puffer frente a la pantalla y comenzar a jugar contra la máquina. 

Nayeon salía de la cocina del restaurante con una bandeja de gambas sobre hielo que puso en un envase de cristal. Se masajeó las sienes con gesto distraído tratando de recordar qué debía hacer a continuación, a pesar del intenso dolor de cabeza y esa molestia que sentía en la garganta que le advertían que probablemente se había resfriado, pero no tenía tiempo para preocuparse por eso. 

La omega echó un vistazo rápido al salón del restaurante y se aseguró de que no había clientes que sentar o que atender, ansiosa porque ya estaba llegando la hora de salida y se dedicó a quitar mesas y a cambiar la mantelería y los cubiertos.

Estaba haciendo una cuenta para entregar cuando entraron nuevos clientes y alzó la cabeza con una sonrisa automática que se le heló en los labios al ver a Jeongyeon delante de ella, junto a sus hijas y a Mina. 

—Hola, Jeongyeon-ah ¿Qué hacen aquí? 

—Queríamos darte una sorpresa... —Con una sexy sonrisa —Y bueno, también invitarte a comer un rico helado ¿que dices? 

—Gracias por la invitación, estaré con ustedes dentro de un momento —Les dijo antes de prestar atención a dos señoras mayores que esperaban su cambio. Aunque su cabeza y su cuerpo se negaban a obedecerla, podía sentir que se sonrojaba por oleadas y maldijo fieramente su suerte. 

No había visto a Jeongyeon desde la noche en que habían trotado juntas, e ir a comer helado como una familia feliz no tuvo un final muy feliz que digamos, a excepción de unas pocas ocasiones en las que una de las dos subía o bajaba de su coche.

Sin embargo, había soñado varias veces con ella, sueños eróticos de los que se levantaba sintiéndose sola e insatisfecha y, para ser sincera, sexualmente frustrada. Volvió a maldecirla por destruir la poca tranquilidad que quedaba en su vida pues, antes de que volviera a besarla, había llegado a convencerse de que no quería, más bien, de que no necesitaba a otro alfa en su vida, pero ahora era otro cantar. 

Nayeon no dejaba de pensar en la conversación que sostuvieron en la heladería mientras las chicas se fueron a divertir a las maquinitas de juegos. 

*Flash

Acabó con la cuenta de las señoras y salió del mostrador de recepción, cogiendo su bolsa con gesto seguro mientras se despedía de sus compañeros de trabajo, cuando se acercó a Jeongyeon con una sonrisa firme en el rostro y el temblor de sus manos cuidadosamente oculto. 

—Ya estoy libre, nos podemos ir. 

—Si quieres vamos caminando a la heladería. 

—Sí y de ese modo un poco de ejercicio no nos viene mal. —Nayeon le dedicó una amplia sonrisa aunque evitando el contacto visual con ella. 

Al llegar a la heladería, las niñas no tardaron en irse a jugar a las máquinas dejándolas solas, para incomodidad de Nayeon. 

Jeongyeon, como toda alfa posesiva se dio la vuelta y tomó del brazo a Nayeon para dirigirla a su silla. Gesto que la omega no pasó desapercibido porque el calor de sus dedos le quemaba la piel a través de la blusa, reforzando la excitación súbita que se esforzaba por dominar. Intentó soltarse y hablar en voz baja para no llamar la atención, pero ella no se lo permitió y comprendió que no podría librarse de ella a no ser que se enredaran en una especie de discusión. 

—Nayeon, vamos, esto es ridículo... 

—¿Qué tiene de ridículo? 

Una de las camareras les lanzó una mirada interrogante al pasar por su lado y la alfa tomó con delicadeza su mano. 

—Tu segundo trabajo, eso es lo ridículo. 

—Yo creo que es un trabajo muy decente, en absoluto ridículo. —Evitó seguir hablando del tema al coger el menú para ordenar, pero Jeongyeon no le permitió que continuara leyendo el menú, sacándoselo de entre las manos y entrelazando las suyas en su lugar. 

—La estupidez no va contigo, has perdido mucho peso y ya tienes ojeras permanentes. Debes estar exhausta, no puedes seguir así, debes detenerte. —Sus palabras se oían con preocupación y Nayeon pensaba lo mismo, pero su barbilla se alzó ante el tono autoritario de su voz e hizo un gesto negativo con la cabeza. 

—Tampoco considero que cuidar de mi familia sea una estupidez. 

—Deja que te preste dinero con un interés de amigos. 

—¿Y cuánto duraría? Necesito ingresos permanentes Jeongyeon. Además, no tengo otra opción y lo sabes. —Miró por encima del hombro para verificar que las niñas se encontraban en la zona de juegos aún. 

—Sólo quiero ayudarte. Tú nos ayudaste cuando más lo necesitábamos. ¿Por qué no dejas que te ayude ahora? 

Nayeon comprendió al fin aquel sentimiento de retribución. De manera que se trataba de eso. Jeongyeon intentaba retribuirle los cuidados abnegados con que había tratado a Momo durante su enfermedad. ¿Por qué, entonces le parecía tan deprimente aquella idea? 

—No quiero tu ayuda —Rechazó la omega con más dureza de la que pretendía —Todo lo que hice por Momo, lo hice porque la quería y lo último que aceptaría es una recompensa de ti. 

Las palabras flotaron en el aire un momento. Los ojos de la alfa se ensombrecieron pero la soltó al fin y cuando habló, su voz fue tan profunda y helada que ella comprendió que había cruzado una línea invisible para ofenderle mortalmente. 

—Ha sido un error por mi parte. Considera retirada la oferta. 

Back* 

La omega no conseguía quitarse de la cabeza el recuerdo de su último encuentro con Jeongyeon, pero en el transcurso de la semana, el resfriado se transformó en una enfermedad que la dejó sin fuerzas para seguir luchando. 

El jueves siguiente, Nayeon salió como pudo de la escuela y se dejó caer sobre el sofá al llegar a su casa. Ya que Taehyung había recogido a Mina al colegio porque la llevaría a un especial de el cisne negro en vayaasaberque lujoso teatro, como regalo de cumpleaños. La bolsa estaba llena de trabajos sin calificar, ella sabía muy bien que debía hacerlo, pero la esperaban en el restaurante en una hora y media, y se sentía tan mal que pensó que lo mejor sería echarse una pequeña siesta antes de ir a trabajar. 

Subió la escalera con lentitud en los pies, le dolía la cabeza y tenía la garganta inflamada, había pasado toda la tarde sufriendo períodos alternos de frío y calor. Buscó en el botiquín una medicina para el resfriado y se metió bajo las mantas después de poner el despertador para que sonara a las cuatro y media. Aquello le dejaba media hora para vestirse y llegar al restaurante, tenía tiempo de sobra. 

Cuando despertó, lo primero que notó fue que la habitación estaba a oscuras. ¿A oscuras? Una sensación de pánico la invadió mientras apartaba las mantas, pero al ponerse de pie el cuarto empezó a girar a su alrededor.

Gimió y alargó un brazo para encontrar la madera de la cabecera de la cama suave y fría, y así ayudarse a sentarse, hasta que el mareo cedió. Abrió los ojos cautelosamente y miró el reloj digital de su cuarto marcando las ocho y veintidós. 

—¡Oh, no! —Jadeó con preocupación. —Tenía que haber entrado a trabajar a las cinco. Frenética, se puso el uniforme y se lavó la cara. 

Aún le dolía la cabeza y una extraña desorientación la obligaba a caminar apoyándose con una mano en la pared, pero sólo pensaba en llegar a su trabajo.

Aunque en algún rincón de su mente se daba cuenta de que aquella idea era muy poco racional, sus pensamientos eran demasiado caóticos como para que pudiera verlo con claridad. Se sintió aliviada cuando consiguió entrar en el coche, sentarse le ayudaba a disipar nuevamente un poco la sensación de mareo.

Cuando detuvo el coche en el estacionamiento del restaurante unos minutos más tarde, se echó a correr hacia la entrada de personal. Tuvo que detenerse y buscar apoyo en la pared hasta que el mundo cesó de girar enloquecidamente, para llenar de aire sus pulmones y abrir la puerta de una vez. 

Todo se arreglaría ahora que ya estaba en el trabajo. Mientras dejaba el abrigo en una percha y el bolso en su taquilla, una de las camareras entró corriendo en la cocina con un pedido y se quedó viéndola con la boca abierta. 

—¿Dónde demonios te habías metido? —Gruñó moviéndose sin pausa.

—Me he quedado dormida. —Para su sorpresa, su voz salió en un graznido. No intentaba hablar desde que había salido de la escuela y al parecer tenía la garganta tan inflamada que apenas podía arrancarle un sonido. 

—Cuidado con el jefe, está que echa chispas contigo. —Advirtió cuando levantó una bandeja de aperitivos por encima de su cabeza y se apresuró a volver al comedor. 

Nayeon hizo un mohín repleta de cansancio y pesar. Si podía aguantar aquella noche, le pediría al jefe que la sustituyese para el día siguiente. Tendría que llamar a la escuela para decir que estaba enferma, pero al fin lograría quedarse en la cama un día entero, era algo que necesitaba urgentemente. 

Sin apartar la mano de la pared, anduvo hacia el mostrador de recepción, pero antes de llegar a la puerta, ésta se abrió y, el dueño y administrador, entró hecho una furia en la cocina. 

—¿Qué crees que estás haciendo? —Preguntó, plantándose delante de ella y bloqueándole el paso con su gran cuerpo. 

—Yo... Señor, lo siento —Gimió bajando la cabeza —He estado enferma y me he quedado dormida... 

—¿Te has quedado dormida? —Preguntó él alfa con el rostro rojo de ira en sus pupilas, en su intenso aroma y en su horrible expresión —Las camareras no dan abasto porque tienen que cambiar ellas mismas sus mesas, la cocina lleva cuarenta minutos de retraso en las órdenes porque yo he tenido que recibir a los clientes y hacerles la cuenta. ¿Y todo porque tú te has quedado dormida, Im? 

—Lo siento mucho. No volverá a suceder. 

—¡Maldita sea! ¡Por supuesto que no volverá a suceder! —Exclamó él como si escupiera las palabras —¡Necesito gente de la que pueda fiarme! Estás despedida, ya puedes irte a casa. —Señaló inquebrantable. 

—¡Señor! Espere por favor, necesito el empleo. De verdad que lo siento mucho. No se repetirá. —Pero el administrador ya le había dado la espalda a la omega. 

—Tengo mucho trabajo. Entrega el uniforme mañana y encontrarás tu liquidación esperándote, adiós. —Sin más, volvió al comedor dejando a la castaña inmóvil e incapaz de creer lo que había oído. 

Poco a poco, la verdad comenzó a penetrar en el cerebro enfebrecido de Nayeon. ¡La habían despedido! ¿Qué iba a hacer ahora? Cruzó la cocina para salir pero tuvo que apoyarse contra el metal frío de la puerta ante una nueva oleada de mareos. 

—¡Eh, Nayeon! No olvides tu abrigo —Señaló el chef con una expresión amistosa —Ese tipo es una rata miserable, jamás le da a nadie una segunda oportunidad y al menor error te encuentras en la calle. —Los brazos fuertes del jefe de cocina la ayudaron a ponerse el abrigo y después le pasó la correa del bolso por la cabeza. —Chica, tienes muy mala cara. Mejor ve a casa y ponte bien, no necesitas este maldito empleo.

—Pero sí que lo necesito —Murmuró ella mientras cruzaba el estacionamiento. 

Necesitaba ese empleo. Lloraba al poner el auto en marcha. Tenía que pagar el plazo de su hipoteca y había contado con el dinero del fin de semana para hacerlo. El recibo del teléfono estaba a punto de vencer y para colmo, tenía que empezar a ahorrar para pagar los impuestos. Gracias al cielo que acababa de enviar un cheque jugoso a la clínica de su madre. 

La cuestión era ¿de dónde sacaría el dinero para el siguiente mes? Las lágrimas corrieron a ríos y sus hombros empezaron a sacudirse. Unos sollozos profundos y angustiados desgarraron su garganta. Casi que no veía las líneas de la carretera mientras salía de la ciudad camino a su casa y le extrañó, pero echó la culpa al llanto. Con un gran esfuerzo, consiguió llegar a su casa y dejó el coche en el camino de acceso.

Pobre Nayeonnie, está enfermita 🥺

Oye, ¿soy la única que no da más de la ansiedad por ver ese M/V? 

Mood: Ansiosa incesante, but i'm fine 🙃

Tenía que publicar uno más, nos leemos luego, que tengas bonito día, tu JazUnnie 🌻

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