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Sixteen: "Luna de Miel" 🌙

Eran vacaciones de verano, por lo que ya no había clases a diario y la alfa se había tomado vacaciones de su trabajo, unas tan largas como las de su omega. 

Nayeon y Jeongyeon aún dormían, de la mucha acción que habían tenido la noche anterior, hasta que la rubia comienza a despertar y notar que ya eran las diez de la mañana, por lo que dejó un pequeño beso en la frente de su esposa, se puso algo de ropa y bajó a la cocina para sorprender a su familia con el desayuno. 

La alfa comenzó con el café, cuando Chaeyoung se levantó al percibir buen aroma y algunos ruidos desde la cocina.

—¡Vaya! Que milagro tú preparando un gran desayuno, mami... —Se burló la joven omega.

—Buenos Días, Mamá. ¡Oh Buenos Días, Chaeng! Milagro el que te hayas levantado tan temprano tu sola. ¿Sabes?, me estropeaste la sorpresa que quería hacerles, asique ya que estas aquí, ¿me ayudas? 

—Claro mami, ¿qué necesitas? —Habló aunque muy divertida, ya que su madre solía quemar duro las tostadas.

—¿Preparas la mesa en lo que acabo? Y luego despierta a todos. —Musitó para sorpresa la joven omega, quien asintió.

Aunque no muy segura, Chaeyoung suponía que debía darle el beneficio de la duda a su madre, quizás, mami Nayeon le hubiera enseñado. Con aquellos pensamientos en mente, se dirigió a lo que se disponía.

Una vez preparada la mesa con el desayuno, Jeongyeon fue a su habitación, para despertar a Nayeon. Cuando entró por la puerta, no la encontró en la cama como esperaba, pero oyó correr el agua de la regadera y, sin dudarlo un solo segundo, entró al baño para observar la silueta de su omega al bañarse. Poco tardó en tomar la decisión de entrar para sorprenderla. 

—Me encanta comenzar así el día, junto a ti. Buenos días, mi amor —Musitó desplegando una hilera de besos por su hombro y espalda. Sonriendo debajo del shampoo, Nayeon correspondió a su presencia.

—Buenos Días —Encontrando sus labios para besarlos —Jeongyeon-ah, casi me matas de un infarto, te hacía en la cocina con Chaeng. Las oí hace un momento.

—Vine a buscarte, pero me encontré con esta maravillosa sorpresa... Me encanta compartir la regadera contigo. —Admitió contra su nuca y desplegó otra hilera de besos sobre la profunda marca que adornaba el cuello de su omega. 

—Pues vamos que las chicas ya deben estar esperándonos. 

—Pero si no hay prisa, omega... —Respondió aprisionado la cintura de Nayeon y atrayéndola hacia ella. La castaña no tardó en corresponder al beso profundo que inició la rubia. 

—Mi amor... si seguimos así, vamos a tener a las niñas en menos de cinco minutos intentando tirar la puerta. —Musitó entre risas. 

—Solo porque siempre tienes razón, me detendré. Pero a la noche no te me escaparás, ¿Lo sabes? 

—Mejor, bajemos... 

Bajaron bastante alegres, hallando ya a las chicas, quienes estaban esperándolas. 

—Buenos Días —Musitaron en unísono y Mina alzó las cejas ante tanto entusiasmo a primera hora de la mañana.

—Buenos Días, Mami Nayeon, ¿sabes que mamá hizo el desayuno ella sola? Yo solo ayudé a alistar la mesa. —Habló Chaeng, bastante asombrada de que nada se hubiera quemado allí.

—Si, estoy ansiosa por probarlo todo... 

—Mami, ¿estás bien? Anoche oí que te quejabas un poco... —Musitó la más pequeña, con un poco de curiosidad.

Chaeyoung se embutió algún postre y Mina carcajeó, ante la pregunta de Dahyun, más Nayeon y Jeongyeon se limitaron a regañar a las chicas mayores. 

—Cielo no sucedió nada, simplemente... am, choqué con-con la esquina de la mesa de noche. 

—Fue cuando apagué la luz... —Agregó la alfa —Ella tropezó torpemente, pequeña. Pero ya pasó, tu mami está bien. 

—Bueno, será mejor que pongamos nuestra atención en el desayuno. Oye, esto se ve muy bien... —admitió Nayeon viendo a su esposa quien sonrió orgullosa.

—Mina, tu madre me comentó que en las vacaciones de verano, quieres asistir a un campamento de baile en Miami. —La alfa abrió una conversación. Nayeon miró a su esposa con los ojos muy abiertos y Mina bajó la mirada apenada.

—Si, me encantaría, pero es algo costoso y prefiero no enloquecer a mamá con eso, unnie... —Musitó la joven alfa con una sonrisa triste. 

—Si tu madre está de acuerdo, deseo hacerte ese regalo. Has cerrado el año con excelentes calificaciones y has sido una buena unnie. —Señaló la mayor con una sonrisa repleta de ilusión. 

—Unnie yo... ¿estás hablando en serio? —Jadeó la pregunta de la emoción y pronto dió un salto de la mesa para acercarse a ella —¿Estás diciendo que puedo ir? Mamá, por favor, dime que me vas a dar permiso... —Suplicó la jovencita, aún rodeando el cuello de la rubia y le miró con un puchero que Jeongyeon no tardó en imitar a la más joven, haciendo carcajear a Nayeon. Aquel par sabía cómo lograr lo que querían.

—Ahg, encima de gruñonas, manipuladoras —Señaló la omega, haciendo reír a las pequeñas que seguían desayunando. —Está bien. P-pero será raro dejarte ir, nunca has ido tan lejos. Sé cuanto deseas ir y Jeongyeon tiene razón, has sido una buena chica, no puedo decir no. —Terminó al fin, haciendo que Mina festeje no sabiendo a quién agradecer primero. Ambas fueron rodeadas por los delgados brazos de la pequeña Kim. 

Mina se cansó de agradecerle a ambas por esa oportunidad. Aunque muy en el fondo, Jeongyeon pudo notar la tristeza de Dahyun y Chaeng, sabía que, sobre todo a esta última, la ausencia de la pequeña alfa sería algo nuevo pues, se habían acostumbrado mucho a su presencia. 

—Pero no estén tristes niñas... —Musitó tomando la mano de Nayeon y viendo en dirección de sus niñas —Nosotras cuatro aprovecharemos el viaje y el campamento de Mina, para ir de vacaciones, ¿que dices Dahyunie? ¿Quieres conocer Disney world? —Cuestionó la alfa, rodeando el cuello de su hija mayor, esperando que la pequeña hablara con todo entusiasmo. 

—¿Me llevarás Disney? ¡Iremos a Disney! ¡Chaeng iremos a Disney! —Exclamó con emoción y Jeongyeon se colmó de más ilusiones al ver la reacción de su pequeña hija. Rayos, ¿Cuándo había sido la última vez que las había llevado de vacaciones? Ni siquiera ella lo recordaba. 

—Por supuesto que sí princesa, ¿eso es lo que quieres?

La niña se apresuró a asentir una vez saltaba en los brazos de Nayeon, quien no tardó en tomarla contra su cuerpo como a un pequeño koala.

—Yo creo que eres la mejor del mundo... —Señaló la pequeña omega, haciendo bailar el corazón de su madre quien le dejó un beso sobre la frente pues, estaba a su lado.

—Todos se dan amor y a mi me dejaron afuera —Musitó Mina, una vez su madre carcajeó y le extendió una mano. Mina se apresuró a abrazarse a ella y Dahyun estaba feliz de ser el relleno de ese sándwich. 

—Me alegra saber que vamos a pasar las vacaciones de verano todas juntas. —Señaló Jeongyeon con emoción. 

Ese viernes lo pasaron en familia, pero luego de un rato de que Mina se hubiera ido con su padre, Jeongyeon se despareció con las niñas sin dar muchas explicaciones a su omega, hasta que regresó sin ellas.

—Mi amor, como que tu estrategia de que las chicas duerman fuera de casa es bastante extraña...

—Eso es parte del plan, omega...

—Y me puedes decir, Abogada Yoo ¿cuál es el plan? Es que, no lo has compartido conmigo... —Musitó con una sonrisa regañona.

—Tenemos... —Ve el reloj en su muñeca —Exactamente dos horas. 

—Pero, dime alfa, no me dejes con la intriga, ¿dos horas para qué? —Reclamó la castaña, rodeando su cuello con sus brazos.

—Es una sorpresa, solo prepara un pequeño bolso para dos noches e incluye traje de baño y ropa de playa. 

—¿Vamos a la playa? —Habló asombrada.

—Solo puedo decirte que te amo con locura, ¿te parece suficiente? —preguntó acariciando sus labios con los suyos. Nayeon meció la cabeza.

—P-pero... 

Ya estaba atardeciendo cuando Nayeon y Jeongyeon llegaron al puerto de la Bahía pues, la urbanización en donde vivían no estaba muy apartada de allí. Ambas se dirigieron hacia un yate que se encontraba en uno de los muelles, en la espera de su tripulación. 

—¿Hacia dónde vamos? —Preguntó la omega, realmente sorprendida luego de los cuarenta minutos de viaje en silencio.

—Vamos a aquel yate. —Señaló Jeongyeon, indicando a Nayeon el gran yate blanco con grandes letras azul turquesa en la parte de atrás que leían el nombre de la firma en la que era socia principal.

—Jeongyeon pero, ¿es tuyo ese barco? 

—Es nuestro, lo adquirí tan solo dos meses antes de casarnos.  

—¿Y cuántos viajes hiciste en él? 

—Siento algo de celos en esa pregunta... —Habló la alfa con humor.

—¿Celos? No lo creo...

—Nayeonnie, admítelo, sientes celos. Piensas que estuve aquí con otras omegas.

—Bueno está bien lo acepto, confieso que me da algo de celos, no me quiero imaginar que lo hayas compartido con otra omega que no sea yo. 

—Mi amor la única vez que lo usé fue en compañía de mis hijas, hoy será la segunda vez que pasee en él, por lo que tú —La abraza y la acerca a ella, mirándola a sus ojos —Serás la primera y única que yo quiero que me acompañe siempre. 

—Te tomo la palabra —Habló buscando algún indicio de broma, pero sólo encontró sus cálidos ojos alegres y brillantes de emoción. 

—Estoy segura de que lo vamos a utilizar frecuentemente como nuestro refugio ¿Te gusta? —preguntó rodeando a Nayeon, para que pudiera admirar nuevamente la vista frente a ella.

—Bueno de aquí afuera se ve muy bien... —Musitó ladeando la cabeza ante el gran barco.

—La idea Nayeonnie, la idea de usarlo como… —Carcajea ante las palabras de su omega.

—¡Ahhh! —Carcajea con rubor —También suena es-pec-ta-cu-lar esa idea... —Pronunció sensualmente haciendo reír nuevamente a la rubia. 

—Te va a encantar. Vamos a embarcar que pronto vamos a salir a navegar por la costa. 

Ya dentro del barco, Jeongyeon la llevó para que viera la parte baja donde los tres camarotes, preparados para diez pasajeros, cocina, sala, comedor y dos baños lo componían. Dejaron sus pertenencias en el cuarto principal, donde predominaba una amplia cama matrimonial.  

—Cariño vamos arriba, no quiero que te pierdas el atardecer que se ve de este lado de la costa. 

Con entusiasmo, subieron a la parte alta del barco y Nayeon halló una mesa románticamente vestida con un mantel color bordó y vajilla para dos al lado de un gran jacuzzi. Vaya, hallar uno parecía ser cierta broma privada entre ambas, pensó la omega al ver la seductora sonrisa de su alfa.

—Vaya... Que hermoso se ve desde aquí —Admiró ignorando esa mirada que parecía querer devorarla.

—Tú eres hermosa Nayeon, pero cuando salgamos vas a ver la más exquisita de las vistas de la bahía.

—Jeongyeon, cariño, ¿estamos solas o alguien más nos va acompañar? 

—Solo nos van a atender durante la cena y a partir de ahí solo seremos tú y yo. Quiero que tengamos toda la libertad que nos ofrece la intimidad de nuestra verdadera luna de miel. —Suspiró al notar la confusión de la castaña, al oír sus palabras —Nayeonnie te debía una verdadera luna de miel y lo sabes... —Se acercó a tomar sus manos —Quiero mimarte y amarte. Quiero poder hacer feliz a mi omega por el resto de mi vida, así me cueste un maldito dineral... —Gruñó ante la confusión de la castaña frente a ella.

—Pero, cariño ya soy la omega más feliz del mundo junto a ti y a nuestras hijas, tu me haces muy feliz Yoo Jeongyeon y no necesité nada de esto... 

—No imaginas cuánto lo soy también, a tu lado Nayeon, junto a ti... —Un movimiento en la flota las interrumpe y Jeongyeon sonríe ante la expresión de asombro de Nayeon.

—¿Se está moviendo? —consultó tomándose de su hombro con más presión de la que esperaba.

—Ya estamos zarpando. Ven vamos a cenar, me muero de hambre. —Besó su mejilla y la dirigió hacia la mesa.

Cenaron a la luz de un par de velas sobre la mesa y las luces que provenían de la bahía. El barco aún no había salido a mar abierto, por lo que la brisa del mar las envolvía en un ambiente muy romántico. 

—Todavía no lo creo... —Musitó, sin apartarse del agarre de su mano. Por alguna extraña razón que la alfa no entendía, Nayeon no podía dejar de tomarla.

—¿Qué es lo que no puedes creer, cariño? 

—Estar así contigo. Mi corazón late tan deprisa. Siéntelo...

Nayeon atrae la mano de Jeongyeon y la coloca sobre su corazón y de ese modo sienta los rápidos latidos de la castaña quien sonrió al notar la sonrisa de su alfa florecer con más intensidad. Su aroma fresco la abordó y todo pareció ser maravillosamente perfecto.  

—En un momento dado, pensé en colgar la toalla y dejar de luchar por tu amor, llegué a creer que tu jamás podrías verme de otro modo que no fuese en una sencilla amistad...

—Fue después de la discusión, cuando me salí de control, ¿verdad?

—Si. Pensé que nunca ibas a renunciar desde aquí —Tocando ahora el corazón de la alfa —A todo el dolor que ocultabas por la muerte de Momo. Pero cuando fuiste por mi tu misma, y vi tu semblante, había algo en tu rostro que me decía que algo en ti había cambiado completamente...

—Y no te equivocaste. Después de que saliste por la puerta de la casa, mi corazón se estremeció tanto y me notificó que sin ti, no podría vivir nunca más. Entonces me di cuenta que el profundo amor que siento por ti siempre estuvo aquí, pero que ese sentimiento de rencor que guardé por tantos años, no me dejaba ver... 

—Me alegro que esa discusión haya provocado un final feliz entre tu y yo. 

—¿Cuál final? Ese fue el inicio de nuestra relación, un comienzo lleno de muchas oportunidades nuevas, de alegrías, de amor y de muchos cachorros más... 

—Ya tenemos tres... —Advirtió la omega con humor, aunque la sola idea aún provocaba que se retuerza.

—¿Tú no quieres tener más? —Consultó la rubia, hundiendo el entrecejo de pronto.

—No.

—¿No quieres que tengamos más cachorros? —Jadeó la alfa con algo de tristeza reflejada en su rostro. 

—Uno no, quiero tener dos o tres más, junto a ti. Me encantan las familias grandes y como dijiste alguna vez, quiero que nuestra familia sea grande, eso sería muy hermoso ¿no lo crees? —Musitó la omega, con una gran sonrisa. 

Ante las palabras de Nayeon, a Jeongyeon le volvió el alma al cuerpo. 

—Me encantaría tener dos o tres hijos más. De hecho, quiero una familia grande, muy grande... 

—Me encantan los niños, pero muy grande suena a... muy grande —Habló Nayeon con los ojos muy abiertos.

—De acuerdo, solo será grande. —Sonrió Jeongyeon, enternecida con su negativa —Entonces, ¿qué le parece a mí hermosa esposa, ya que estamos completamente solas con la luna como única testigo de este amor, que empecemos a construir esa gran familia que soñamos? 

El viento arrastraba una servilleta de tela sobre cubierta, el sol descendía ya casi por completo en el horizonte, trazando pinceladas de color rojizo en las nubes plateadas. La vista era impresionante. 

La brisa del exterior les revolvió el cabello a ambas. Jeongyeon tomó de la mano a Nayeon y se dirigieron hacia la proa, para admirar el atardecer.

Al caminar por la cubierta del yate, Nayeon notó que hacía fresco y la carne se le erizó por completo, pero en lugar de prestar atención a la temperatura, se concentró en las luces de la ciudad y en el cielo que se oscurecía poco a poco, dando protagonismo a la luz de la luna.

Jeongyeon se quitó la chaqueta y cuidadosamente se la puso sobre los hombros a su omega, para luego abrazarla por detrás.   

—¿Te gustó? —Murmuró detrás de la castaña, antes de girarla para que quedara frente a ella. 

—Claro mi amor, se vio precioso desde aquí —Murmuró, rodeando su cintura con sus brazos. 

La alfa rodeó sus mejillas frías y la buscó en un beso que comenzó muy suave y tierno, pero que fue cambiando su intensidad a una más entusiasta, que tanto Nayeon como Jeongyeon sentían la adrenalina recorrerles todo el cuerpo. 

—Estás preciosa Nayeonnie. Este vestido azul te sienta tan bien y expone tanto aquí para mí... —Murmuró, delineando el escote del vestido —Me incita a desnudarte poco a poco y descubrir todos y cada uno de tus secretos —Bajó uno de los tirantes, haciendo que cayera la chaqueta al piso, mientras iba recorriendo el hombro que había desnudado, con sedosos besos pacientes, en hilera en dirección a su cuello.

Jeongyeon le alcanzó el valle entre los senos y los pezones de la omega se endurecieron de inmediato. Su piel era demasiado suave, su aliento era demasiado cálido y la pasión de sus ojos se parecía demasiado a la que sentía ella misma en su interior.

Cuando no intentaba seducirla, la alfa le parecía sumamente irresistible, pero cuando intentaba hacerlo, le parecía directamente ilegal. Al sentir el roce de sus dedos en la parte superior de los pechos, Nayeon dejó escapar un gemido.

—Oye ¿qué haces traviesa? —Acertó a decir la castaña, con voz ronca. La boca se le había quedado seca y su respiración se había acelerado. 

—¿Traviesa, yo? —La besó otra vez por el hombro. 

—Tu... —De repente a Nayeon le costaba pensar y articular palabra alguna, sus terminaciones nerviosas se encendieron como una marquesina de Las Vegas, su entrepierna estaba tan húmeda, tan caliente y tan necesitada que su cerebro había decidido que ya no era necesario hablar hasta un momento más propicio. 

Para Nayeon ahora sólo existía la lengua y el roce de los dientes de Jeongyeon en su piel, que le enviaban descargas eléctricas por todo el cuerpo, como en una especie de terremoto. Al final, soltó un suspiro e intentó razonar. 

—Jeongyeon, cariño, estamos en... 

La alfa la besó en el cuello y ella inclinó la cabeza para facilitarle la labor. Jeongyeon le acarició los senos y sus pezones se tensaron todavía más. Ese contacto fue el preludio de una romántica y sensual noche. 

Nayeon gimió, cerró los ojos y se concentró en lo que sucedía, estaba muy apretada contra su cuerpo y notaba su erección. Ahora una de sus manos le acariciaba los pechos y la otra el cuello y la espalda; la estaba abrumando con unas cuantas caricias, provocando un cortocircuito deliciosamente seductor en su mente. 

Nayeon tomó aire y abrió los ojos. Jeongyeon respondió con una mirada increíblemente intensa, una mirada que la omega no había visto en ella hasta entonces y que echó más leña al fuego de su pasión. 

La rubia descendió por su espalda y empezó a acariciarle el trasero, después, se inclinó otra vez sobre ella y le lamió el labio inferior, luego le bajó la otra tira del vestido y los senos de Nayeon quedaron expuestos a su mirada de hambre. La omega se estremeció, pero no por la brisa fresca, sino por la excitación que sentía y, tras ponerle las manos en los pechos e inclinarse para succionarle un pezón, Nayeon gimió y se aferró a sus hombros como sí ella fuera el único punto estable del universo, lo único que la podía sostener. No deseaba otra cosa que sentir su boca, no quería que se apartara nunca de su piel. 

Jeongyeon miró a su alrededor como si acabara de darse cuenta de que estaban en la proa del barco. 

—Cielos, será mejor que vayamos adentro Nayeonnie... —Habló en ese tono sensual. —Se percibe una fría ventolera marítima, no quiero que te enfermes, cariño... —Murmuró recogiendo su chaqueta, colocándosela a Nayeon sobre sus hombros y entraron rápidamente al interior del barco.   

Un rato después, Jeongyeon se dirigió al área de control, apagó los motores y bajó los anclas e inmediatamente se dirigió hacia Nayeon que se encontraba en medio de la sala del barco. 

Era una sala larga y enorme, decorada con muy buen gusto. Tres sofás blancos de piel, formaban un círculo alrededor de una mesa instalada en el centro. De una de las paredes colgaba una pantalla de televisión. En el extremo contrario había un bar tan grande como todo lo demás. Las paredes en madera estaban decoradas con cuadros marítimos, irradiaba elegancia. 

Cuando Jeongyeon se acercó a Nayeon por la espalda abrazándola y mordiendo el lóbulo de la oreja, la oyó jadear. 

—Cielo tu sabes a mar, hueles… tan maravillosamente, eres tan sensual Nayeon tu... tu vives para seducirme a todas horas, incluso cuando estoy junto a ti, te pienso... 

Nayeon volvió a excitarse de nuevo. Se apoyó en la pared y se ofreció para que Jeongyeon le succionara un pezón y luego, otro. Ella la atormentó con su boca, con su lengua, con sus dientes, derribando todas sus defensas con sutil determinación, y cuando ya casi no podía tenerse en píe, Jeongyeon la besó. 

El beso alimentó el deseo de Nayeon hasta tal punto que ya sólo quería tenerla en su interior. Podía sentir su erección contra su cuerpo, lo cual demostraba que la excitación era recíproca. 

Jeongyeon le puso una mano en la nuca y le lamió el cuello lentamente, descendiendo poco a poco. Nayeon tenía la impresión de que no podía respirar, pero no le preocupaba; quería más, necesitaba más, deseaba sentir su piel contra sus manos, tocarla como ella la tocaba por todas partes, que sintiera lo que le hacía sentir. 

A raíz de ello, la omega comenzó a desabrocharle los botones de la blusa a Jeongyeon y no se detuvo hasta terminar con el último, de hecho, lo hizo de forma tan descuidada que le arrancó unos cuantos. A continuación, llevó las manos a sus pechos sensibles y le acarició los pezones. 

Jeongyeon gimió contra su cabello y la besó más apasionadamente que antes. Sus alientos se mezclaron mientras sus lenguas bailaban la música que sus cuerpos querían bailar. 

—Te deseo y te quiero ahora, Nayeonnie —Apenas pudo decir, cuando levantó la falda de su vestido y le bajó las bragas. 

Nayeon respiró profundo y se arqueó, cuando la alfa introdujo un primer dedo y luego dos, entre sus piernas. La castaña se sintió desfallecer y su aroma la delató de inmediato invadiendo a su alfa con flores y cítricos intensos.  

Jeongyeon la acariciaba sin dejar de besarla un momento, causándole emociones tan intensas que le costaba mantener el equilibrio y seguir en pie. Pero la rubia siguió adelante de todas formas, una y otra vez, acariciándola, entrando y saliendo de su sexo, insistiendo, como si no deseara más cosa que provocarle placer, que la sintiera allí y en todo su cuerpo. 

Increíble. Nayeon nunca había tenido una experiencia similar y quería seguir adelante, quería más. Así que llevó las manos a su cintura, le desabrochó el cinturón de los pantalones y le bajó la cremallera mientras admiraba su vientre y el frío color de su piel, ella era perfecta, sublime, sensible y maravillosa en cada toque, en cada movimiento, sentía su amor en cada trazo que daba sobre su cuerpo. 

Jeongyeon dejó de besarla, la miró a los ojos y pronunció su nombre, cuando notó que ella no dejaba de admirarla. 

—Nayeonnie... —Reprochó que se haya detenido a pensar. 

—Mi amor, quiero que sientas lo que yo siento... —Susurró, ansiosa. 

Al distinguir la pasión en sus ojos, Nayeon pensó que ella también podría distinguirla en los suyos, la omega estaba muy excitada y lo podría percibir a kilómetros. La deseaba, deseaba a su alfa con toda su alma, como si no hubiera nada más importante en el mundo. 

Nayeon introdujo las manos dentro de los pantalones de la alfa y comenzó a acariciarla lentamente, sintiendo la maravillosa y suave dureza de su sexo. Jeongyeon se quedó quieta durante casi un minuto y no se podía oír otra cosa que sus respiraciones aceleradas y gemidos roncos. 

Cuando Nayeon se puso de rodillas frente a ella, enredó sus dedos alrededor de su boxer y la miró con esa expresión de picardía, Jeongyeon no pudo pensar en una respuesta. No habían compartido ese tipo de intimidad antes, pero porque jamás llegaban a tanto juego previo, Nayeon siempre estaba ansiosa de recibirla en su interior y ella estaba ansiosa de fundirse en su cuerpo a todas horas. 

La omega, descubrió de toda tela lo que buscaba, y admiró su obra. La alfa corrió la mirada, no pudiendo sobrellevar la expectativa del momento, ansioA y quizás, hasta apenada. Nayeon admiró cuando ella cerraba los ojos una vez rodeaba su falo con sus dedos y apoyó la cabeza contra la pared que estaba justo detrás de ella, para darse un soporte para lo que vendría, pues, sabía que ya no había vuelta atrás, su omega había tomado el mando.

La aguda y retumbante sensación que la recorrió cuando su hermosa omega rodeó la cumbre de su miembro con sus suaves labios la hizo perder la razón y provocó que ella deseara poner atención a su labor, y poner sus ojos en su hazaña no hizo más que excitarla peor.

—Mhm N-nayeon... —Jadeó con dificultad cuando la omega la iba cubriendo con sus labios cada vez un poco más, hurgando, explorando el terreno que conquistaba. —Cariño... 

—Esto es muy bueno, se siente muy bien... —Jadeó la omega presionando el agarre y volviendo a enfundar su longitud con su boca húmeda. La alfa gimió alto cuando ella no detuvo el ímpetu de la felación. —Vaya cariño, ¿esto es lo que sientes cuando tiemblo alrededor de ti? Eres sumamente hermosa Jeongyeon, oh Luna, esto es tan erótico... —Murmuró ronca, admirando el intenso rubor cubriendo todo su rostro, el modo en el que los músculos de su cuello se tensaron y su pecho ascendía y descendía apresuradamente. Todo era un signo de incitación a más, a todo. 

—N-Nayeonnie... Nayeonnie, no... —Le intentó detener.

—Déjame admirarte cuando te vengas, siempre estás sobre mí o detrás de mí, déjame verte, alfa... —Jadeó retomando el aire para seguir.

Jeongyeon se remojó los labios antes de asentir, no podía resistirse a algo tan bueno, ni aunque quisiera. 

La omega fue acelerando sus absorbentes succiones, con ímpetu, con ahínco y pronto Jeongyeon apretujó su hombro, indicándole con unas palabras trémulas que estaba cerca. El resultado de la excelente disposición de la omega, fue un insostenible orgasmo. Jeongyeon alargó un gemido alto y agudo y soltó su hombro al ver cómo había regado demasiado de ella sobre la tierna boca de su omega. 

—Oh diablos... —Jadeó apresurándose a sacarse la blusa desabotonada de los hombros, para limpiar la boca y la cara de su omega. —Pero Nayeon... —Saliva al ver cómo ella se metía un dedo en la boca. Parecía una pequeña traviesa luego de comer los dulces que no debía, con esa sonrisa socarrona y ese brillo iluminando sus oscuros ojos tiernos. —Diablos... —Jadeó nuevamente sintiendo que se reponía demasiado pronto ante la falta de pena de su omega. —Eres un peligro, omega... 

—Tu eres deliciosa de todos los modos alfa, mucho... —Murmuró junto a su boca y Jeongyeon admiró sus labios húmedos con una sonrisa algo dudosa. —Bésame... —Señaló haciendo a la alfa sonreír ante su duda —Ha salido de ti... —Le recordó haciéndola reír. 

Nayeon gruñó ante su negativa y la tomó de las mejillas para unir sus labios. Jeongyeon correspondió de inmediato y sin toda esa duda que había fingido instantes antes. Percibir su sabor en la boca de su omega, solo le recordaba cuan unidas estaban una con la otra, sea del modo que sea siempre serían una. 

Pocos instantes después de haber iniciado un nuevo beso arrollador, Jeongyeon llevó las manos a su cintura y la pegó contra su cuerpo desnudo. 

—Mi amor, levanta tus piernas —Ordenó, sabiendo que a su omega la ponía, cuando hacía uso de autoridad. 

Nayeon no preguntó para qué, ni siquiera se le pasó la idea de cuestionarla, no era necesario, sabía lo que vendría. Saltó un poco, cerró los muslos alrededor de las caderas de la rubia y ella la apoyó en la pared y llevó las manos a su trasero para sostenerla. Jeongyeon unió un cálido y necesitado pezón con su lengua optimista y, un segundo después, la penetró sin más. 

—Oh, Jeongyeon... 

Gimió a la par de la alfa y esta empezó a moverse contra su cuerpo. Primero despacio, luego,con más prisa. Sus cuerpos chocaban y se separaban una y otra vez, mientras la tensión iba en aumento y parecía que nunca dejaría de crecer. 

Nayeon sintió que el orgasmo se avecinaba, casi podía tocarlo, era muy evidente. Una descarga deliciosa creció dentro de su bajo vientre hasta hacerse casi insoportable, Jeongyeon siguió moviéndose contra ella y ella se movía a su par. No querían ni podían detenerse, estaban dominadas por un juego maravilloso de fricción que aceleraba el deseo que sentían. 

Cuando sintió las primeras explosiones en su interior, Nayeon abrió los ojos. Quería mirar a Jeongyeon, admirarla, sentir su mirada hambrienta y cálida sobre ella mientras sucumbía ante el orgasmo, como tanto le gustaba hacer con ella a su alfa. 

—Sigue... sigue viéndome —Jadeó la alfa, confirmándole a Nayeon que aquello le gustaba tanto como ella lo disfrutaba. 

Jeongyeon siguió moviéndose, el placer se estaba volviendo cada vez más insoportable e insostenible, quería escapar. 

—Jeongyeon... —Se aferró a ella con más fuerza y cerró los muslos sobre su cintura con más determinación. 

La enorme ola del orgasmo rompió contra su orilla y luego sintió otras olas más pequeñas, restos que se desvanecieron poco a poco, una vez Jeongyeon gritó su nombre y se vació en su interior viéndola a los ojos. 

Nayeon apoyó la cabeza en su hombro, pero Jeongyeon la alzó lo suficiente y la besó. 

—No te duermas omega, aún no he terminado contigo... —Habló una vez más repuesta, sin apartarse un solo centímetro de ella. 

—Yo tampoco terminé de explorarte... —Correspondió ganándose un beso repleto de entusiasmo que la hizo reír entre sus labios. 

Jeongyeon la deseaba más que nunca, mucho más que cuando creía que la deseaba, porque nada se comparaba con tenerla entre sus brazos. Sin separarse de ella, sin salir de su interior, la alfa caminó hasta el camarote y se tumbaron sobre la amplia cama matrimonial. El fuego entre ellas seguía encendido y la luz de las llamas jugueteaban de forma extraña que añadía tanta magia a ese encuentro. 

Jeongyeon se ocupó de quitarse la poca ropa que aún llevaba y ayudó a Nayeon a liberarse del vestido. Ahora estaban totalmente desnudas. La alfa recorrió las curvas y las esquinas de su omega, haciéndola removerse con una sonrisa complacida. 

—Jeongyeon-ah, hazme el amor otra vez... —Susurró contra su hombro, abrazándola con fuerza y no necesitó que se lo pidiera dos veces. 

Se situó sobre ella, apoyándose en los brazos, y la besó otra vez. Sus bocas se fundieron cuando Jeongyeon reinició las acometidas con una determinación y tranquilidad que estaban muy lejos de sus deseos reales. Su instinto animal le pedía que aumentara la velocidad, que la tomara rápidamente y con fuerza; pero su mente se resistía y convertía el proceso en una caricia más lenta y placentera, convirtiendo cada roce en un pequeño paraíso, el paraíso que Nayeon ocultaba para ella entre sus piernas. 

—Alfa, te necesito... 

—Y yo a ti, omega.

Cada vez que Nayeon se movía contra ella, debilitaba su voluntad y su capacidad de control. Aquello no fue una sorpresa para la rubia, quien siempre imaginaba que establecerían una conexión tan apasionada, pero ahora no se podía imaginar un despertar sin su omega. 

Sintió que el interior de Nayeon se tensaba alrededor de su longitud, y supo que había alcanzado el orgasmo. Sólo entonces, se dejó llevar y se arrojó a la profundidad de sus ojos marrones y al calor del cuerpo de su esposa, la omega a la que amaba, su omega predestinada, su amor. 

Nayeon se dejó llevar por la maravillosa sensación de estar entre los brazos de Jeongyeon, era muy feliz oculta en el pecho de su alfa. Jeongyeon la atrajo contra su cuerpo, se acomodaron, se arroparon con la sábana y se quedaron completamente dormidas. 

A la mañana siguiente, Jeongyeon giró la cabeza y la miró. La castaña que yacía dormida a su lado era preciosa, demasiado. Luego de un rato de admirarla, se levantó para prepararle un delicioso desayuno a su amada omega, pensando que no podía dedicarle menos por la maravillosa experiencia de la noche anterior. 

Mientras en el camarote Nayeon despertó con una omega animada, ansiosa y revoltosa, y un cuerpo pesado y fatigado, pero se sentía completamente saciada y feliz. Tenía unas pequeñas ojeras maravillosas a las cuales amó al encontrar en el gran espejo que cubría la pared frente a ella y dedicó un par de segundos a estirarse y a recordar lo sucedido durante la noche anterior.

Jeongyeon entre sus brazos, mientras le daba placer, mientras la amaba con todo su cuerpo, la magia entre ellas, una experiencia única sin lugar a duda. Durante esos dos segundos, Nayeon se permitió pensar que su matrimonio era real, que no era un tonto acuerdo de negocios vacío y que habían hallado algo único al darse la oportunidad de amarse una a la otra.

Nayeon se levantó de la cama y buscó una bata para ponerse, pero no había ninguna. Así que se encogió de hombros, alcanzó la sábana, se la puso alrededor del cuerpo y se dirigió al salón del yate. 

Jeongyeon, que ya estaba terminando de cocinar el desayuno para las dos, notó la presencia de su esposa, ese aroma, ese calor, esa incesante sensación de felicidad que parecía replicarse en su pecho, sabía que había despertado incluso cuando no estaba allí. De inmediato se giró, para que fuera evidente que sabía que estaba allí mismo, y dedicó un instante para admirar su figura envuelta en la fina sábana blanca. 

—¿No quieres casarte conmigo otra vez? —preguntó dedicándole una sonrisa seductora —Qué te haga una maldita fiesta tan grande que... —Rió cuando Nayeon tapó sus labios con algunos dedos. 

—Ya estamos casadas, alfa... 

—Sabes a lo que me refiero, eso es una mierda, tu mereces todo lo que te pueda dfr... —Nuevamente sus palabras se detuvieron en aquellos suaves dedos contra sus labios. 

—No más regalos —Murmuró reemplazando sus dedos con sus labios. 

—Buenos días, mi amor, no te pregunto cómo te encuentras, porque te ves maravillosa... —admitió  la rubia, arrancándole el labio inferior y haciéndola sonreír. 

—Buen días, mi amor y tú también te ves mrvll... —Sus palabras se vieron interrumpidas por los suaves y cálidos labios de la alfa contra los suyos, firmes y exigentes, como lo era en todo sentido. —Tu no eres legal Yoo... —Repitió sus pensamientos pasados, cuando la dejó con la respiración forzosa, la expresión abrumada y los miembros de su cuerpo más lánguidos de lo que ya los traía. 

—Ven vamos a desayunar... —Determinó, ignorando sus dulces palabras. 

—Estoy hambrienta, además, tenemos que recuperar la energía, no pienso dejar que te apartes de mi tu, rubia... —Musitó contra su cuello sin poder apartarse de su agarre. La alfa rió. 

—Hicimos mucho ejercicio anoche, ¿Y aún quieres más? —Preguntó, jugueteando contra su cuello y dándole pequeños besos en sus hombros para poder oír su dulce risa alegre y un asentimiento desvergonzado.

Definitivamente este capítulo no fue una adaptación, este fue mi capítulo y lo hice especialmente para ti. 

Una vez más, respeté la ambientación, y el curso de la historia original, pero se siente mi inspiración en este capítulo, los diálogos y demás me pertenecen.

No lo sé, me estoy tirando algunas rosas pero es que me quedó muy bien, lo disfruté muchísimo. ¿No lo crees así? Creo que poco a poco voy mejorando para ti...

Buenas madrugadas, dulces sueños, tu JazUnnie🌻

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