Six: "Dos semanas" 🌙
Chaeyoung estaba dispuesta a ser una magnífica enfermera. Su madre le explicó lo que debía hacer y fue ella la que le subió una merienda de media tarde a la omega.
Luego, más de tarde, la hermana de Nayeon se ofreció a cuidarla unas cuantas horas, lo que a Yoo le vino de maravilla ya que tenía que llevar a Dahyunnie a su clase de baile.
—¡Nayeon-ah! —Exclamó con su alta voz y la nombrada sonrió al oírle llegar como huracán.
—¡Jihyo-yah! —Correspondió al recibirla entre sus brazos cuando la muchacha de cabello corto se sentó a su lado. —¿Dónde está Minari? —preguntó ansiosa por ver a su pequeña alfa.
—¡Aquí! —Habló llegando antes de tirarse junto a la cama y Nayeon la besó reiteradas veces haciéndola reír.
—¿Acaso no extrañabas a tu madre, cachorra? —preguntó la omega, fingiendo sentirse ofendida y la chica la abrazó, dejando besos apretados sobre su mejilla.
—Si te extrañaba mucho más, ¿te sientes un poco mejor ya? —Preguntó, checándola minuciosamente y Nayeon notó que ambas le veían preocupadas.
—Estoy bien, no se preocupen por mi. Hoy ya no tuve temperatura, al parecer la medicación está haciendo buen efecto. —Comentó sosteniendo la sonrisa.
—Estuve muy preocupada por ti, cuando unnie dijo que no podía venir a verte, pensé que tenías algo más grave... —Musitó la pequeña alfa, abrazándose nuevamente a su madre.
—Oh mi cachorra, estoy bien, no te preocupes por favor. —Respondió dejando un beso sobre su mejilla y sintiendo su fuerte aroma a café y dulce chocolate, cuánto había extrañado a esa pequeña sabia.
—Iré a darle las gracias a unnie por haber cuidado tan bien de ti... —Expresó Mina con entusiasmo y salió de allí sin que Nayeon pudiera refutar al respecto.
—¿Enserio estas bien Nayeon-ah? —Preguntó Jihyo acostándose junto a su hermana mayor y la misma asintió con una sonrisa tranquila.
—Estoy muy bien Hyo, estaré repuesta muy pronto. Gracias por cuidar de Minari, Jeongyeon me dijo que tú no dudaste en ir por ella a la escuela, al día siguiente de que pasara la noche con su padre.
—Bueno, sabes que los niños disfrutan mucho de jugar con su prima grande —Musitó con una sonrisa —Mina lo hace todo muy fácil la verdad, ella ayuda en el quehacer, y me lleva la bolsa, es una niña muy buena. —Habló viendo a su hermana de un modo insistente, como si quisiera leer en su mirada.
Nayeon conocía esa mirada, sabía que el interrogatorio comenzaría cuando menos se lo esperara.
—Lo sé... —Sonrió Nayeon sin despegar la mirada del techo.
—La rubia está siendo muy buena, ¿no crees? —Comentó la omega, viéndola de reojo y Nayeon asintió.
—Lo sé...
—Cuando llamó, casi se me cae el teléfono de la mano y creí que estaba siguendo ordenes de algún tipo de general o algo así, ¿ella es tan seria como se oye? —Preguntó tan curiosa por naturaleza y Nayeon meció la cabeza.
—La mayoría de las veces es muy amable... —Sonrió de lado, ante las palabras de su hermana.
—¿Ustedes tienen algo? —Preguntó directamente, tomando por sorpresa a Nayeon.
—No hay nada que decir Hyo... —Canceló la mayor, meciendo la cabeza.
—Casi tuve que pedirle permiso para poder venir a verte hoy, me dijo que le vendría muy bien, que debía llevar a su hija a no sé donde... bueno, que tenía que salir. Ella prácticamente está acomodando su vida en torno a ti, ¿y me dices que no hay nada que decir? ¿Crees que soy idiota Nayeon? Vaya... —Musitó entre dientes, disconforme.
—Lo siento pequeña, pero no hay nada que decir. —Se tapó los labios haciendo a su hermana bufar con desagrado.
—Ya vendrás suplicando querer hablar Nayeon-ah, estoy más que segura de ello... —Le señaló, mientras volvía a apoyar au cabeza sobre la almohada junto a su hermana, quien reía meciendo la cabeza.
Mina caminó por el césped con aquella sonrisa despreocupada, mientras se acercaba a la casa de las Yoo y, una vez allí, llamaba con el timbre. Nuevamente vio abrirse la gran puerta de la casa de sus vecinas, pero no fue su unnie quien abrió esa vez.
—Oh... —Jadeó Chaeyoung algo asombrada de verla justo ahí.
Mina no tardó en verla de arriba abajo con aquel pijama de fresas color rosita claro y recordó cuanto le gustaban las fresas, pues siempre le recordaban a Chaeyoung de hecho. Su cabello estaba en un moño disparejo y su rostro limpio de maquillaje.
Mientras la analizaba, el aroma llegó a ella como una droga, era a fresa, aunque muy suave y breve, era ese su aroma. Pronto la puerta le fue cerrada en sus narices haciéndola gruñir. La chiquilla le había cerrado la puerta en el rostro sin más.
—¡Chaeng! —Exclamó la alfa como reclamo y la chica del otro lado gimió apenada mientras se apoyaba contra la puerta.
—¡Mi mamá no está! —Respondió, preocupada por lo que había hecho y cerró los ojos mientras se desamarraba el moño y lo acomodaba más prolijamente.
—¡Abre la puerta! ¡Casi me dejas sin nariz! —Le reclamó la joven alfa, con la voz demasiado demandante.
La menor presionó la mandíbula al oír la orden y se negó abrir.
—Mamá se molestará si ve que abrí la puerta sin que ella esté en la casa. —Replanteó y la alfa gruñó nuevamente como respuesta.
—Ella no se molestará si soy yo quien está aquí esperando Chaeyoung, abre la puerta, por favor. —Exigió con la voz demasiado molesta y Chaeyoung se removió inquieta.
—¿Qué hago, qué hago, qué hago? —Se preguntó mientras se tomaba las uñas entre los dientes, nerviosa.
No pasaron muchos minutos hasta que la pequeña abrió la puerta, encontrándose con la alfa demasiado seria.
—¿Por qué rayos hiciste eso? —Reclamó ingresando en la casa sin que ella le invitara a pasar. Chaeyoung se ruborizó al instante sin poder verla a los ojos.
—Lo-lo siento, Mina unnie, me asusté un momento pues... —Tragó —No debía abrir la puerta, mamá se molestará si lo sabe. —Insistió y Mina le miró alzando una ceja.
La recorrió nuevamente y le generó una ternura tan profunda ver su pijama de fresitas kawaii. Al final la alfa se sonrió regresando a su tranquilidad casi de inmediato y se acercó para tomar sus hombros
—Hueles a fresas... —Musitó de pronto y Chaeyoung se puso como fresa al notar que la alfa era le segunda en notarlo, la primera había sido su madre, por supuesto. —¿Hace mucho se fue unnie? —Preguntó creyendo que era mejor dejar el tema hasta ahí. Chaeyoung agradeció el cambio de conversación, pues podría haberse desarmado allí mismo de la pena.
—Ya... ya regresará pronto, llevó a Dahyun a su tonta clase de... —Presionó los labios al ver la zapatilla de baile plateada que colgaba en el pecho de la alfa y se ruborizó más intenso. —No tarda en llegar... —Terminó sin poder mirarle.
—Está bien, entiendo que el baile no es para es todos. —Alzó los hombros y se apartó de la chica mientras le dedicaba una sonrisa antes de dirigirse a la puerta dispuesta a dejar a la menor. —Linda pijama Chaeyounguie... —Musitó dejandole un guiñó. Chaeyoung sonrió y ese bonito hoyuelo se marcó en su mejilla.
Como si la hubieran invocado, Jeongyeon abrió la puerta y se sorprendió de ver a Mina allí en medio de la sala frente a una Chaeyoung en pijamas.
—Hola Minari, ¿ya viste a tu madre? —Preguntó algo asombrada de encontrarla allí y la misma asintió antes de acercarse a la alfa mayor y abrazarla sin más.
—Gracias por cuidarla unnie, si no hubiera tenido que ir a la escuela la hubiera cuidado yo misma. —Musitó la jovencita y se apartó para hacer una reverencia de agradecimiento a su mayor. Jeongyeon sonrió de inmediato y le dejó un beso en la mejilla.
—Lo sé, y no tienes nada que agradecer cielo, tu madre y tu son muy importantes para esta familia. Ahora ve y pasa el tiempo con ella, que no ha dejado de preguntar por ti. —Señaló con una sonrisa.
—Puedo imaginarlo. —Sonrió pudiendo imaginar cuan emocional se habría puesto su madre en su ausencia.
—¡Minari! —Festejó Dahyun, llegando con su gran mochila en su espalda y saltando para abrazarla. —¿Vamos a jugar hoy? —Preguntó ansiosa, cuando la misma le daba un beso apretado a su mejilla pálida.
—No Dahyunnie, Mina debe ir a pasar tiempo con su mamá, porque no se ven hace algunos días... —Respondió la rubia y la niña asintió comprensiva aunque con un mohín entre sus labios al ver a su mayor irse a casa.
Jeongyeon volteó a ver a su hija mayor y la misma halló su mirada y salió corriendo escaleras arriba sin una sola palabra de por medio.
…
Nayeon durmió toda la noche de un tirón y Jeongyeon subió a verla un momento antes de dormirse, pero no se había quedado mucho tiempo.
La alfa había estado actuando de una manera muy extraña desde que le había propuesto matrimonio el día anterior. Quizá se había arrepentido y no sabía cómo dar marcha atrás dignamente, imaginó Nayeon.
La realidad estaba en que la omega no estaba segura de si eso supondría un alivio o un desengaño para ella. La había dejado de una pieza con su propuesta, y si bien era una gran locura, ella estaba loca por detenerse a considerarla seriamente. Pero mientras ella hablaba, y en las horas de inmovilidad había tenido tiempo para pensarlo, se había dado cuenta de que no era una idea tan descabellada, aunque tenía que considerar que es lo que Mina pensaba al respecto.
Jeongyeon tenía razón. Sería la solución perfecta para sus problemas financieros, pero no podía aprovecharse de ella de esa manera, la sola idea la hacía sentirse como una bruja avara y hasta le generaba náuseas.
Sin embargo, ni siquiera tenía en claro que eso fuera aprovecharse pues, conocía la tensión a la que la alfa estaba sometida por intentar ser madre e individuo a la vez. Quizá ella no fuera el ama de casa perfecta, pero estaba segura de que podía lograr que su vida fuera más sencilla y contaba con la ventaja de que ya quería mucho a sus niñas, como también Mina se llevaba muy bien con Jeongyeon, pues esta la había visto crecer desde sus años más conscientes de niñez.
Jeongyeon le había asegurado que no buscaba un ama de casa, de ese modo los fallos que tanto había denigrado Taehyung sobre ella, no tendrían importancia en aquel supuesto matrimonio. Entraba en él con los ojos bien abiertos, saber que Jeongyeon no la amaba sería útil y ella tampoco estaba dispuesta a permitir que su corazón albergara fantasías estúpidas acerca del amor. Ninguna de las dos se llamaría al engaño y sabrían qué terreno pisaban al andar.
También contaba con la ventaja de haber visto a Jeongyeon con Momo en su primer matrimonio. Siempre había tratado a su omega con consideración y respeto, y lo más importante, era lo que había dicho respecto a tener más hijos.
Para Nayeon haber visto desvanecerse la oportunidad de formar una nueva familia había sido uno de los tragos más amargos a los que había tenido que enfrentarse tras el divorcio con el padre de su cachorra. Deseaba tener una linda y gran familia junto a Minari. Era imposible que Jeongyeon lo supiera, sin embargo había acertado en su punto más débil.
Después de haberlo meditado un día y medio, estaba decidida e iba a decir sí, a la propuesta de casarse con Yoo Jeongyeon.
La rubia le había dejado muy claro que, si aceptaba, sería un matrimonio con todas las de la ley, nada sería a medias tintas entre ellas. Pero para la omega, el solo pensar en compartir la intimidad de una cama con esa alfa la hacía temblar.
¿Y si la desilusionaba?
Taehyung no había conseguido otra cosa que excitarla tibiamente, ni una sola vez le había hecho sentir los revoloteos que la mera presencia de esa rubia de extremidades largas y mirada profunda le provocaba, la excitación que sentía al más mínimo contacto con ella era sobrenatural y si sus respuestas a sus caricias significaban algo, no tenía motivos para preocuparse.
Cuando Jeongyeon la besaba se sentía como una hoguera sobre la que vertían gasolina continuamente. Sin embargo, pensar en todo lo que significaba el matrimonio la ponía bastante nerviosa. Pero aún junto con los nervios, sentía una curiosidad insaciable que le impedía arrepentirse de su decisión. Y al final, había decidido casarse, si ella no cambiaba de parecer.
El domingo, Nayeon se sintió lo bastante restablecida como para moverse por la casa por sí misma.
Jeongyeon no la dejaba mover un dedo ni para cargar su propia taza de té y se sentía bastante culpable, aunque el simple acto de bajar las escaleras la agotaba.
La alfa apareció a la hora de la cena, luego de haberse ausentado un buen rato, trayendo consigo una cesta de la que salían unos aromas deliciosos, aunque ninguno se comparaba con el que ella impregnaba en todo su ambiente cuando la invadía con su deliciosa presencia.
—Es lasagna, pan italiano, ensalada y tarta de cerezas —Le informó la rubia, cuando ella levantó la cubierta para curiosear el interior.
—Eres toda una chef, Yoo. Me pondré gorda sí sigues alimentándome así. —Al microinstante en el que musitó ese comentario, se ganó un chequeo profundo de la alfa, quien contempló su figura atentamente.
—Eso se oye perfecto. Necesitas comer más para recuperar las libras que perdiste. —Reprochó con un mohín entre sus labios. Nayeon le miró con desagrado, antes de mecer la cabeza horrorizada.
—¡Oh claro que no! —Exclamó ella ruborizándose —No quiero recuperar las libras que he perdido. Nunca hubiera escogido ese método de adelgazamiento, pero me gusta el resultado.
—Pero a mí me gusta la antigua Nayeon. —Determinó —Asique, bon apettite.
Nayeon se encontró bastante obediente al disponerse a comer. Por eso la sorprendió, cuando estaba a punto de levantarse y la obligó a caer sobre su asiento nuevamente.
—¿Qué sucede? —Preguntó la alfa, prestándole nuevamente su atención.
—Quiero que te quedes sentada y callada hasta que termine —Respondió poniéndole el índice en el hombro. —Y luego de comer, quiero que hablemos sobre lo que me dijiste el otro día.
—Muy bien. —Respiró escandalosamente —Solo quería que estuvieras recuperada para tomar una decisión definitiva al respecto —Admitió, tomándole la mano y besando la punta de aquel dedo acusador —En cuanto empezaste a actuar con tu independencia habitual, supe que estabas mucho más recuperada.
Nayeon se le quedó mirando un rato como respuesta. Jeongyeon tenía una sonrisa capaz de dejar paralizadas todas las neuronas de su cerebro y hubiera preferido devolverle un comentario ácido, pero todavía no había recuperado la agudeza necesaria para lograrlo. Ademas no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera la sonrisa pícara de esa alfa al besarle el dedo.
Finalmente, se acomodó en la silla y atacó la cena que le había preparado. Chaeyoung y Dahyun llegaron cuando Nayeon devoraba los últimos bocados de la tarta y la chica dejó un gran sobre en el mostrador de la cocina.
—¡Ohm! Unnie, casi olvido darte esto... —Musitó con una sonrisa de disculpa —Es de tu clase. Lo traje el viernes, pero lo he encontrado hoy en mi mochila cuando iba a hacer los deberes.
Jeongyeon miró severamente a su hija y está solo alzó los hombros como respuesta.
—Chaeyoung, me habías dicho que no tenías nada que hacer... —Le regañó con el entrecejo fruncido.
—Se me olvidó. —Respondió a la defensiva —Además, sólo son unos cuantos problemas de matemáticas. Nada del otro mundo.
—Para ti puede que no, pero para mí es importante que estés al día con tus estudios. Si no has acabado con las matemáticas, haz el favor de decirle buenas noches a unnie y vete a estudiar. —Señaló hacía la puerta con el mentón.
Nayeon observó la escena y la tensión que latía entre la alfa y su cachorra.
—Hasta pronto unnie. Vamos Hyun —Dijo la chica con cara de pocos amigos y Nayeon le tomó la mano cuando pasó a su lado.
—Gracias por haberme cuidado durante el fin de semana, Chaenguie. No sé lo que hubiera hecho sin unas amigas tan maravillosas como tu madre, tú y Dahyunnie. Tampoco me olvido de tus dibujos, princesa... —Señaló dejando una breve caricia en el hombro de la pequeña sonriente.
Chaeng se relajó un poco y Dahyun se acercó y abrazó fuerte a la omega.
—No fue nada unnie. Me alegro de que te sientas mucho mejor. —Musitó la más pequeña, mediante el abrazo.
—Bueno, será mejor que vaya a ver esas tareas. Vendré mañana por aquí, ¿de acuerdo? —Prometió la mayor de las niñas con aquella sonrisa servicial que le había acompañado con tanto cariño.
—No te olvides, por favor. Buenas noches a ambas. —Depositaron un beso a Nayeon antes de dejar la habitación.
Nayeon abrió el sobre mientras Jeongyeon se encargaba de levantar lo que había utilizado para comer y se ocupaba de dejar todo limpio y en su lugar de nueva cuenta.
La sustituta que se había encargado de su clase, había hecho tarjetas para ella. Mientras leía los mensajes que le enviaban sus pequeños alumnos, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Oye, oye! ¿Qué sucede, huh? —Murmuró dejando el paño de cocina y acercándose para tomarle las mejillas entre sus manos —¿A qué vienen esas lágrimas? —Preguntó la alfa preocupada.
—No te preocupes por favor, solo son de pura emoción —Respondió la castaña mediante el sollozo y una sonrisa tierna.
La omega se levantó y Jeongyeon la acompañó al salón, donde se sentaron en el sofá.
—¿Sabes? Odio pensar que he perdido una semana entera de clase. Solo dispongo de ciento ochenta días al año y de ésos, nada más que cinco horas diarias son aprovechables. A veces creo que jamás es suficiente para enseñarles todo lo que deben aprender antes de pasar al siguiente nivel... —Sollozó bajando la mirada, sintiéndose algo apenada pues, no tenía planeado llorar en ese instante.
Jeongyeon le tomó una mano y le acarició los nudillos con las yemas de la suya.
—La enseñanza significa mucho para ti, ¿verdad? —Preguntó la rubia, corriendo alguna lágrima cargada.
—La mente de los niños son algo muy especial, y también muy vulnerable. Creo que es de vital importancia plantearles desafíos, al mismo tiempo que se les da un límite y se les brinda todo el apoyo que necesiten.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —Rezongó —Y lo he descubierto por experiencia propia. Nada agradable, por cierto. —Un breve silencio se extendió y cuando Nayeon le buscó con su mirada ella decidió hablar —Nayeon-ah, ¿has considerado aceptar mi propuesta en algún momento?
Consciente de que todo su futuro dependía de lo que fuera a suceder a continuación entre ellas, la omega asintió lentamente.
—Sí, pero tengo que preguntarte si aún la mantienes todavía... —Una expresión extraña cruzó por la cara de la rubia y Nayeon quiso saber que significaba.
—Por supuesto que sí. —Pronunció de inmediato.
—Creí que habías cambiado de opinión y esperabas que yo te no te acepte... —Admitió sin poder sostener su mirada, su alfa lograba imponerla cuando la veía de ese modo tan profundo.
—Claro que no Nayeon, quiero que seas mi esposa, lo sostengo completamente. —Susurró y presionó su mandíbula mientras miraba sus manos entrelazadas. Nayeon se dio cuenta entonces de la fuerza con que le sujetaba la mano. —Entonces, ¿te casarás conmigo, sí o no?
—He pensado en todo lo que dijiste y para mí sería un honor casarme contigo. Prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para hacer que nuestra familia sea siempre felíz. —Nayeon solo quiso saber porque estaba hablando entre bajos susurros. Nadie parecía tener fuerza para alzar la voz una sola décima y eso la inquietó por un instante.
—Te prometo que cuidaré de ti y de Mina, como si se tratase de mi propia vida. —Musitó Jeongyeon y le soltó la mano para mirarla a los ojos.
Algún instante que decidió regresar de aquel magnetismo en que se sumergía cuando se hallaba en su mirada, se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó un estuche pequeño mientras sonreía maliciosamente.
—Sabes, me sentía optimista, debo admitir... —Aceptó con esa sonrisa pícara en los labios.
—¡Oh vaya! —Jadeó la omega y se había quedado sin habla.
Aunque aquello fuera esencialmente un acuerdo de negocios entre las dos, nunca había esperado que Jeongyeon le ofreciera un anillo. Nayeon tomó el estuche con manos trémulas y se quedó con la boca abierta al descubrir el brillo de un diamante engarzado en una antigua filigrana de oro.
—Es el anillo más bonito que he visto en toda mi vida. —Jadeó con una ternura que le inflamó el corazón a la alfa.
Jeongyeon disfrutaba de percibir en su dulce aroma, en el cálido semblante y en su iluminada mirada inocente, su felicidad. Con cuidado y sin prisa, le quitó el estuche de las manos y extrajo el anillo para posicionarlo en su dedo anular.
—Era de mi abuela. Momori quiso uno nuevo, de modo que nunca se lo puso. Si tu prefieres algo más, tampoco tienes que llevarlo... —Sonrió, al ver a Nayeon negar con la cabeza, haciendo un esfuerzo por encontrar la voz debajo del nudo que tenía en la garganta.
—No te atrevas a sugerirlo. Quiero éste, es perfecto. —Respondió y halló la sonrisa de la alfa, mientras acariciaba las palma con sus dedos.
—Entonces es tuyo, eres bienvenida a esta familia Nayeon-ah.
Una lágrima rodó por la mejilla la omega, quien intentaba no derretirse completamente ante sus suaves y breves palabras.
—Gracias Jeongyeon-ah, convertir esto en algo tan especial, tu sabes que no tenías por qué hacerlo, yo... —Ella se detuvo cuando Jeongyeon la alzó en vilo para sentarla sobre su regazo y propiciar una suave caricia sobre su esponjosa mejilla.
—Claro que tenía que hacerlo, eres muy especial para mí, Nayeon. Tengo mucha suerte de que hayas aceptado ser mi esposa ahora mismo.
La omega le echó los brazos al cuello, mientras la alfa buscaba sus labios sin prisa. A Nayeon ni siquiera se le ocurrió resistirse y la besó con toda la pasión que despertaba en su interior, abriendo la boca para permitir la dulce intrusión de su lengua, mientras le acariciaba la espalda con manos sedientas.
Pero no pasó demasiado tiempo cuando la alfa comenzó a devorar sus labios con demasiado entusiasmo. Nayeon sentía un deseo que nunca le habían provocado antes y cuando le acarició suavemente alrededor del cuello, suspiró sin que sus labios se apartaran.
La parte racional del cerebro de la omega no estaba cortocircuitada desde las primeras caricias que alcanzaron sus pechos, le recordaba insistentemente que el sexo no tenía nada que ver con el amor. "No confundas las dos cosas, Nayeon", se decía una y otra vez hasta que se olvidó de pensar.
Jeongyeon siguió estimulándola lentamente, sin llegar a tocar nunca la cúspide de sus senos, regando sus caricias sutiles y calidas por sus costillas.
La omega empezó a impacientarse en su regazo, mientras que sacudidas de tensión convertían sus pezones en capullos duros y anhelantes. ¿Por qué no la tocaba de una vez? ¿A qué estaba jugando?
Jeongyeon seguía con un asalto meticuloso a su boca, encendiendo un fuego rugiente en sus entrañas. Nayeon jadeó de frustración, entonces la rubia dejó caer la mano sobre toda la superficie esférica de su pecho y acarició el pezón consiguiendo que se destacara bajo la tela de la camiseta que llevaba, y cuando dedicó su atención al otro, Nayeon gimió de placer, a lo que le respondió con un gruñido de satisfacción.
—¿Te gusta, eh? —Se animó a preguntar, mientras una mano se introdujo bajo la camiseta de la omega. Debido a que no llevaba sujetador, no tardó en encontrar la piel desnuda. —Es mejor así, ¿no lo crees cariño?
—Sí, sí —Asintió ella en el susurro, mientras apoyaba la cabeza en su hombro y enterraba los dedos de una mano en la espesura de su pelo sedoso y aromatizado que tanto le gustaba y la otra se sostenía de su muslo.
Jeongyeon se inclinó sobre ella para que pudiera sintir su cálido aliento en los senos, un momento antes de que su pezón se viera rodeado por la succión lubricada y ardiente de sus labios y su lengua trabajando al mismo tiempo, sorbiendo con una presión creciente.
Nayeon casi saltó de desesperación ante la intensidad de aquella sensación nueva. Se levantó la camiseta para permitirle más accesibilidad y la alfa se sonrió sin dejar de chupar.
La omega le sentía presionar contra sus muslos, restregándose contra ella mientras acariciaba sus senos con la presión exacta para enloquecerla. Con la mano libre le acariciaba la espalda hasta la cintura del pantalón. En uno de aquellos movimientos, traspasó la cintura para acariciarle las nalgas.
De repente, Nayeon la sintió y su impetuosa mano se deslizaba entre el elástico de sus bragas, acariciando entre sus muslos para llegar aún más allá.
Sintió la necesidad de frotarse contra aquellos dedos largos y suaves. Pero su semblante decayó al notar que la húmedad le mojaba las bragas intenso y abundante. La omega escondió el rostro en su hombro, avergonzada al darse cuenta de que la alfa también lo había notado, pero esta alzó la cabeza y, para su mortificación, inspeccionó su rostro caliente con su ruborizada expresión de satisfacción.
—No seas tímida conmigo, Nayeon-ah... —Habló con una voz increíblemente sexy —Estás tan suave, tan húmeda... ¿Me deseas? —Preguntó junto a su oído mientras sus dedos jugaban a un juego erótico, creando sensaciones con las que ella no había soñado jamás sobre su intimidad y haciéndola gimir.
—Solo deseo hacerte feliz... —Logró decir al fin y Jeongyeon sonrió, pero era algo más que un mero mostrar los dientes.
—Oh, ya me haces muy feliz... —Respondió retirando la mano de su intimidad —De hecho, me haces sentir demasiado bien. No puedes imaginar cuánto...
—¿Cómo es posible que te sientas demasiado bien? —Insistió y la alfa contuvo el aliento cuando la castaña se movió en su regazo para verle mejor la cara.
—Ya sabes a lo que me refiero. Hay algo que nos une Nayeon, ¿no sientes que rebosa cuando estoy junto a ti? —Analizó rápidamente y para su tranquilidad ella asintió como respuesta.
—Si... Es solo que, realmente mis experiencias sexuales se redujeron a cero mucho antes de mi divorcio. No quisiera desilusionarte, ¿comprendes? —Admitió, tragando saliva con dificultad.
La alfa se quedó muy inerte. Por un momento, su expresión se endureció tanto, que Nayeon incluso dudó de haber visto aquel gesto de ira que desapareció en un fugaz instante. Jeongyeon acabó de retirar su mano y le arregló la ropa para al final, descansar la mano abierta sobre su abdomen.
Nayeon se preguntó si ella habría parado debido a lo que acababa de decir, pero la alfa le puso una mano sobre el pecho izquierdo, justo encima del corazón.
—Nayeon, puedes estar completamente segura de que jamás me desilusionarás. Hay mucha pasión aquí dentro y juntas vamos a descubrirla, te lo prometo...
Reconfortada por sus palabras, aunque no convencida del todo, puso su mano sobre la suya, pero agregando una suave caricia de esquimal, antes de apoyar su frente sobre la de ella.
—No tenías por qué parar... —Comentó la omega sin apartar el contacto y aún en ese tono suave de voz.
—Sí. Me he prometido a mí misma a esperar a que estemos casadas y te advierto que corro un serio peligro de romper mi promesa cuando estoy tan cerca de ti...
—Pero no pasa nada si tú quieres... si las dos queremos.
—Claro que quiero. —Jeongyeon se apartó para darle un beso en los labios, un tierno beso que se convirtió en algo más grande que las dejó jadeantes para cuando consiguieron separarse.
—Pero, de todas formas, vamos a esperar hasta después de la boda. Cuando hagamos el amor por primera vez, quiero tener todo el derecho a saborear tu hermoso y maravilloso cuerpo, Nayonnie. Además quiero demostrarte y enseñarte lo mucho que nos compenetramos. Tampoco quiero tener que preocuparme por que quedes en cinta. Si ocurre, no quiero que nadie pueda contar hacia atrás con los dedos para ver sí nuestros cachorros nacen o no luego del matrimonio, aunque en realidad eso último me da verdaderamente igual... —Musitó entre dientes mientras sostenía con presión el abrazo que las mantenía unidas. —Es esta maldita sociedad...
Nayeon volvió a ruborizarse, no podía describir hasta qué punto la avergonzaba que hablara de un posible embarazo. La idea de llevar un cachorro de su alfa en sus entrañas era tan abstracta que no la consideraba real. Vaya, ella sería su alfa después de todo, el lazo sería irremediable.
—Jeongyeon-ah, me gustaría quedarme embarazada ahora mismo... —Confesó cuando la alfa pintaba suaves caricias con sus labios entreabiertos sobre su cuello.
Jeongyeon le dio un beso intenso y breve en los labios antes de mecer la cabeza.
—Primero tenemos que casarnos. ¿Qué te parece si nos casamos dentro de dos semanas?
—¡¿Dos semanas?! ¿Te haz vuelto loca? Es imposible que nos casemos con tanta rapidez...
—Por supuesto que es posible —Respondió la alfa riéndose de su expresión asombrada —Sólo necesitamos una licencia y un juez.
—¿Y qué me dices de Mina, Chaeyoung y Dahyun? ¿No deberíamos darles tiempo para que acepten la idea?
—Si tu estas de acuerdo, mañana podemos cenar en casa y le informamos a las tres. Nayeon, estoy más que segura que nos apoyaran en nuestra decisión.
—Lo sé, pero no le debemos decir la verdadera razón de nuestro matrimonio, ¿de acuerdo?
—Si tú entiendes que no les digamos a nuestras hijas sobre nuestro acuerdo, te apoyo en eso.
Tenía razón. Aquel era el segundo matrimonio para las dos, nada más que un matrimonio de conveniencia. Los arreglos de una boda formal eran innecesarios. No necesitarían más invitados que las chicas y, sin embargo...
—¿Y qué haremos con esta casa? ¿La venderemos? Tendré que revisar todas mis cosas y las de Mina para decidir qué quiero conservar.
—Lo haremos juntas, ¿de acuerdo? Mañana llamaré a un corredor de bienes raíces para que venga a darnos una tasación sobre el precio de venta e incluirla en el mercado.
Tenía sentido. ¿Qué motivo había para esperar? Pero Nayeon nunca había sido una persona impulsiva y había hecho demasiado para desmentirse la última hora, era mejor no abusar de ello.
—Además, cuanto antes vendas la casa, mejor te sentirás respecto a tus finanzas, ¿no crees, cariño?
Nayeon tampoco encontró argumentos para discutir aquella lógica aplastante. Jeongyeon hacía que se sintiera como si nadara contra una corriente poderosa. La omega dejó escapar un suspiro y volvió a apoyar la cabeza en su hombro.
—Muy bien. En dos semanas nos casaremos Yoo Jeongyeon.
Aquí dejo el capítulo para ti y me voy lentamente...
Buenas madrugadas, tu JazUnnie 🌻
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