Seven: "Respuesta Incondicional" 🌙
—Mami, ¿dónde estás?
Mina regresó a casa dos días después y nuevamente acompañada de su tía Jihyo.
—¡Estoy en la cocina, cachorra! —Señaló la omega con una sonrisa ensanchada, de oírla llegar.
Mina saluda efusivamente a su madre cuando llega tras la puerta. Después de haber pasado casi una semana con su tía, regresaría a casa al fin.
—Buenos Días, Nayeon-ah, te traje a tu bebé... —Musitó una sonriente Jihyo, al ver a la joven alfa abrazar a su madre con fuerza.
—Buenos Dias, Jihyo-yah, ¿Y como lo pasaste con esta pequeña alfa? ¿Provocó muchos problemas? —Consultó con una sonrisa traviesa mientras veía a su hija quejarse.
—Claro que no, aunque ya estoy hecha una experta en los juegos de pc, pero estaré bien... —Carcajeó la omega dejando un beso sobre la mejilla de la menor.
—¿Cómo que se la pasaron jugando? —Carcajeó la omega mayor.
—Jugamos algo, la tía Jihyo no aguanta nada... —Se quejó la chica viendo a la madre hacer un mohín —Pero no estes celosa mami, contigo hablé casi todas las noches. No sabes cómo te extrañé. —Apretando el abrazo nuevamente.
—Bueno, me despido que tengo que compromisos con Sejeong y si no regreso pronto, los niños la atarán a las escaleras y harán con ella toma de rehén —Volteó los ojos ante la poca autoridad de su nueva alfa.
—Mándale saludos a Sejeong de mi parte. —Dedicó Nayeon, dejando un beso en la mejilla de su hermana antes de que se fuera. Algún instante luego se volteó a reencontrarse con su hija —Minari... me hiciste mucha falta, yo también te extrañe —Dándole besos apretados en el rostro.
—¡Mami! ¿Ya estás bien, verdad? —preguntó haciendo notar su preocupación.
—Ya estoy recuperada, el próximo lunes regreso a mis clases bebé, todo está muy bien. —Dejó un beso sobre su frente y la dejó ir.
—Me alegra mucho, aunque no me dejaste cuidar de ti eh... —Reprochó la adolescente con fingida indignación.
—Mi amor, estaba durmiendo la mayor parte del tiempo y Jeongyeon se ofreció a cuidarme para que tú no te ausentaras a clases.
—Que bueno que podamos contar con unnie... —Asintió Mina, pensativa.
—Mina... sabes, estuve hablando con unnie... —Señaló la omega bastante nerviosa, haciendo a la adolescente verla dudosa.
—Yo sé que unnie es bastante seria, pero ella me agrada mami, es buena persona y estoy muy agradecida con ella... —Musitó la joven con una sonrisa genuina al recordar a su mayor.
—E-ella me propuso matrimonio, cielo... —Despidió la omega, bastante insegura de su reacción.
—¿Qué? —Preguntó la chica ahora asombrada y su madre frunció los hombros como si lo que estuviera diciendo fuera algo que pudiera esperar —¿Y tu la aceptaste? ¿Pelearon por eso? —Preguntó alarmada.
Nayeon se preguntó ¿por qué la necesidad de Mina de mantener la armonía entre Jeongyeon y ella?
—Yo... acepté, Mina. —Admitió al fin y la chica le miró con los ojos muy abiertos.
—Vaya... —Tragó hallando el bonito anillo que su madre tenía en el dedo anular de su mano y tratando de asimilar. —¿Tú la amas? ¿Están saliendo desde hace tiempo? —Consultó aún sorprendida —¿Y no me dijiste? —preguntó ahora con reproche.
—No cielo, ella y yo queremos hacer una familia a partir de ahora, desde aquí. —señaló al suelo y la adolescente entendió que hablaba del tiempo.
—¿Pero la quieres? —preguntó entonces, confundida.
—Si la quiero Mina, no te preocupes por esto, mi amor. —Nayeon le tomó de los hombros para buscar su mirada. La chica halló algo extraño en la expresión de su madre y eso la hizo dudar.
—¿Es por lo de la abuela? Si quieres, puedo ir a trabajar de medio tiempo mami, a mi edad otros alfas lo hacen ya... —Se ofreció de inmediato, provocando en su madre grandes deseos de llorar.
Ninguna jovencita de su edad debería sentir que debe hacerse responsable de los problemas de su madre.
—Oh no mi amor, no digas eso. —Le detuvo Nayeon ahora tomando sus mejillas. La mirada preocupada de su joven hija le oprimió el corazón. —No es por eso, Jeongyeon y yo... nos queremos Mina. Ella y yo nos queremos mucho. —Admitió sabiendo que quizás no estaba mintiendo del todo, ellas si se querían mucho.
—Ma... —Dudó Mina y la omega le acarició la mejilla.
—Si la amo Mina, yo la amo te lo prometo. —admitió y sus entrañas se contrajeron al decir esas palabras en alto.
Rayos, no tenía porque mentirle a su hija de ese modo, pero tampoco quería que Mina creyera que se estaba sacrificando de algún modo y se llenara de cargas sin sentido por su causa.
Después de todo, ser la esposa de Yoo Jeongyeon jamás sería un sacrificio para ella, por el contrario, se sentía muy afortunada y su trato era uno justo y equitativo, nada podría salir mal, ¿verdad?
—Bueno... —La chica bajó la mirada cuando su madre le besó en la frente —Al menos no me sentiré mal cuando vaya con papá o con tía Jihyo, porque ya no vas a estar sola otra vez. Además estoy segura que unnie nos hará sentir muy bien, ella es amable... —admitió aunque al instante llegó la imagen de la pequeña Chaeyoung.
—No sabes el peso que me quitas de encima Minari, me alegra que estés de acuerdo con nuestra decisión de unir esta familia, estaba muy preocupada por ti... —admitió la omega.
—Entonces ¿Nos iremos a vivir con ellas? —preguntó con los ojos muy abiertos nuevamente, cayendo en cuenta de ese detalle.
—Bueno, las personas casadas deben vivir juntas, cielo. —señaló Nayeon con una sonrisa nerviosa y Mina jadeó al apartarse de su madre.
—Entiendo. —Musitó con la voz demasiado baja y su aroma se intensificó en el aire. Nayeon se preocupó por su expresión. —¿Cuándo será la boda? —preguntó la joven ansiosa.
—En dos semanas. —Musitó como respuesta, con una sonrisa en los labios al recordar la conversación en la que definieron aquello con Jeongyeon.
—¡Qué! Pe-pero... ¿no crees que van como que... muy rápido? No será que unnie y tú... —Señaló tomándose el vientre entre sus pensamientos.
Su madre le miró con los ojos muy abiertos y el rubor intensificando en su rostro.
—¡Mina! ¿Cómo vas a pensar que estoy, que estoy...? —Señaló y le dió un manotón a su hija haciéndola carcajear. —Niña traviesa. —Le regañó cuando la chica seguía riendo.
—No te enojes mamá, creo en ti y confío en unnie... —Respondió, dejando de reír aunque su sonrisa seguía en sus labios.
—Estoy segura de que es así. Ella y yo decidimos vender esta casa por lo que vamos a vivir todas juntas en su casa por el momento.
—¿Entonces... —Dudó —... nos mudaremos después de la boda? —preguntó resignándose a la idea de que debería compartir el techo con Yoo Chaeyoung.
—Antes, de hecho —Señaló su madre y la chica asintió ante esa respuesta. Rayos, tenía menos de dos semanas para adaptarse a la idea de que viviría con las Yoo, eso si que eran noticias, pensó la adolescente.
Por la noche, disfrutaron de la primera cena familiar y Jeongyeon aprovechó la ocasión para oficialmente pedirle a Mina la mano de su madre en matrimonio y le prometió hacer de esa unión algo muy bonito y especial.
Tanto Dahyun como Chaeyoung aceptaron la integración de Nayeon y Mina a su familia, aunque a decir verdad, a Chaeng se le vio aceptar el compromiso con menos alegría de la que esperaban, no tanto así como Dahyun quien había aceptado la noticia con la efusividad y emoción de una niña de su edad.
—Entonces, ¿Nayeon unnie también vendrá a ver mis presentaciones como las otras madres, cuando tu no puedas mami? —preguntó con gran entusiasmo en sus pequeños ojos brillosos.
—Pero claro que sí, pequeña... —Prometió la omega, conmovida por la sencillez de su petición. Sin embargo, no pasó inadvertida la mueca de emoción en la cara de la niña —Y gritaré de emoción cada vez que te toque bailar. —Sonrió con todos sus dientes cuando Dahyun rodeó la mesa y abrazó a su unnie.
Algún rato más tarde y mientras acomodaban la cocina, Jeongyeon se volteó en búsqueda de Nayeon. La omega puso atención ante su insistente mirada sobre ella y no se equivocó, la alfa tenía una duda.
—Dahyun nunca había dicho una palabra acerca de sus presentaciones y que a veces... a veces no me da el tiempo... —Musitó la alfa tomándose el labio inferior.
Nayeon le sonrió, intentando aliviar su aparente preocupación sobre el asunto.
—Su mundo todavía es muy concreto. Carecer de una madre le convierte en diferente Jeongyeon. Que Momo no esté, para ella siempre estará presente, y a los niños les importa mucho ser diferentes. Te casas conmigo para cambiar esa situación, ¿lo recuerdas? —El decirlo en voz alta le oprimía el corazón de una manera que no acertaba a explicar, pero lo ignoró y se obligó a actuar con naturalidad ante la alfa.
Nunca le había ocultado los motivos que tenía para querer convertirla en su omega, se dijo, debía sentirse feliz, se llevaba una fortuna, había conseguido todo lo que siempre había deseado sin tener que arriesgar su corazón. Eso era exactamente lo que ella quería. ¿O no?
La primera semana pasó en un abrir y cerrar de ojos y al viernes siguiente, el corredor de bienes raíces tenía tres personas interesadas en la casa, aun antes de que hubiera salido al mercado de forma oficial. Jeongyeon no le permitió a Nayeon que empaquetara nada, puesto que todavía estaba en periodo de convalecencia, sin embargo hizo una infinidad de listas, de modo que todas las tardes Jeongyeon, Mina y Chaeyoung se encargaban de empaquetar y trasladar lo necesario que ella les había solicitado. También separaban los muebles y equipo que habían decidido vender.
Una tarde en que estaban trasladando cajas de libros a la casa de las Yoo, Chaeyoung quiso aclarar las dudas que le atormentaban desde la noticia del matrimonio de Nayeon y su madre.
—Unnie, ¿tendré que llamarte mamá a partir de ahora? —preguntó la jovencita en el silencio y por primera vez, Nayeon percibió una intención desafiante dirigida hacia ella de parte de la niña.
—No, Chae. A no ser que tú elijas llamarme así —Admitió ella sin alarmarse —Puedes seguir llamándome unnie, o Nayeon si hace que te sientas más cómoda. Tienes a tu madre y tenías a una a la que querías mucho. Creo que sería poco razonable de mi parte esperar que empieces a llamarme con un nombre que reservabas sólo para ella. —Meditó la omega.
—Algunas veces la echo mucho de menos. —Habló Chaeyoung en un susurro y la omega halló que tenía lágrimas en los ojos, mientras cogía un libro grueso y lo metía en una caja de cartón. —¿Por qué tuvo que morir?
—Ojalá tuviera una respuesta para eso, cielo... —Dijo la omega, arrodillándose en el suelo junto a ella —La vida es muy dura a veces. ¿Sabes? Yo también echo de menos a tu madre, ella era mi mejor amiga, jamás podré hablar con alguien más, como lo hacía con ella. —Admitió la omega, con todo su corazón y Chaeyoung dudó. Al final, se secó las lágrimas con la manga y le dedicó a Nayeon una sonrisa desamparada.
—Unnie, puedes hablar conmigo. —Musitó tomando la mano de la mayor —Y de vez en cuando, podríamos hablar sobre ella y recordarla. A veces temo olvidar su voz... —Expresó su preocupación.
—Gracias, cielo. —dijo Nayeon, corriendo una lágrima de la mejilla de la jovencita —Claro que podemos hablar y recordar a tu madre, Chaeyoung. Ella siempre vivirá dentro de ti. Espero que tú y yo seamos capaces de hablar siempre... —Nayeon creyó por un momento que habían transitado su primera discusión seria, pero la expresión preocupada volvió a aparecer en el rostro de la niña.
—Unnie, tu si me agradas. Pero me siento... un poco rara al pensar que vas a casarte con mi mamá. ¿Está mal sentir como si ella se estuviera olvidado de mi mami? Si ella viviera, tú sólo serías nuestra vecina... —Analizó la jovencita y Nayeon sonrió con tristeza.
—Me parece que es muy normal que te sientas un poco rara. Crees que voy a intentar suplantarla, ¿verdad? —Preguntó, dejando una caricia en su cabello.
—Sí, algo parecido. Ahora que mamá te quiere a ti, ¿se olvidará de mi mami para siempre?
Aquella pregunta era más difícil de lo que parecía. ¿Cómo podía explicarle a una niña de trece años que Jeongyeon no la amaba? ¿Cómo decirle que sólo se casaba por esa incesante tensión sexual que las unía y para dejar de estar sola por las noches? Y ni nombrar lo de sus complicaciones financieras.
—Ninguna de nosotras podrá olvidar a tu madre nunca, Chaenguie. Vivirá en nuestros recuerdos aún cuando no la busquemos, y eso nos llevará a compartirlos para que nunca se aleje de nosotras. Pero ella no puede estar aquí para acompañar a tu madre y hacerle ver si está siendo una madre excelente o un poco ruda contigo... A eso sí le puedo ayudar yo. Y luego está la soledad, que es inquebrantable cuando nos hallamos a solas por la noche... —Comentó con la mirada fija sobre el libro que tenía en sus manos.
—¿Te refieres al sexo? —preguntó tan directa y cuando la buscó con la mirada, Nayeon casi se ahoga de la pena, pudo ver a Momo en su mirada analítica. Ni modo, ya sabía por experiencia propia lo que es vivir con una adolescente, aquello no le sorprendía para nada. ¡Cielos!
—Eso también cuenta, pero yo me refería a que necesita a alguien que la apoye, alguien con quien compartir su vida al final del día cariño, ¿entiendes? —Hubo una pausa mientras Chaeyoung digería sus palabras. Nayeon se preparó mentalmente para darle más explicaciones, sin embargo la jovencita sonrió como respuesta.
—Nunca lo había visto de esa manera. Supongo que mamá debe sentirse muy sola desde que mami se fue. Yo también me siento así a veces, porque creo que ella comprendería cosas que mamá a veces no entiende. —Lamentó la jovencita —Será genial que vivas con nosotras, así podré contar contigo cuando discutamos... —Conspiró la chiquilla y Nayeon sonrió débilmente.
Le pareció que el silencio era la más sabia de las respuestas. Jeongyeon entró en la habitación en ese momento y ella estuvo a punto de saltar a abrazarla de puro alivio. Empezaba a tener dudas.
¿En qué rayos se estaba metiendo?
Nayeon regresó a la escuela el lunes siguiente. Al principio del día se sintió muy repuesta y entusiasmada, pero al llegar la tarde estaba totalmente exhausta, más por el asedio curioso de sus colegas ante el anuncio de su inesperada boda, que por el vigor inagotable de treinta niños de nueve años.
El miércoles anterior a la boda, Jeongyeon acompañó a la omega al refugio para ver a su madre. Nayeon le había llamado para decirle que se casaba y le prometió que iría a visitarla antes de la boda. Después, el médico de su madre se había puesto en contacto con ella para pedirle una entrevista.
Nayeon se había apresurado a concretar la cita para la tarde del miércoles, en cuanto acabaran las clases.
—¡Vaya! —Exclamó la alfa mientras aparcaba su auto —Si el interior es tan impresionante como lo es el estacionamiento, ahora comprendo por qué es tan importante para ti mantenerla en este sitio.
—Es un lugar encantador, te va a gustar. La parte de la izquierda es un jardín rocoso con senderos y bancos para los residentes que todavía pueden andar y valerse por sí mismos. Dentro, hay un recinto cerrado para los pacientes que pueden perderse.
Jeongyeon le abrió la puerta y la dejó pasar primero. Nayeon vio a través de los ojos de la alfa, las plantas ornamentales y el mobiliario exquisito. Un sentimiento de gratitud la inundó.
—Tenías razón. Es un sitio muy agradable y tampoco huele como un hospital.
—Gracias. Para mí significa mucho que mi madre pueda estar aquí. —Habló, una vez la rubia le tomó la mano y entrelazó sus dedos con los de ella.
Mientras atravesaban el vestíbulo de camino a la habitación de su madre, Nayeon saboreó la sensación de ir de su mano. Jeongyeon la había tocado con frecuencia durante las últimas semanas y se había acostumbrado fácilmente a la excitación que le provocaba la menor de sus caricias.
Habían disfrutado de muy poco tiempo a solas, ya que habían tenido que compartirse con las niñas. La mayoría de las noches, Jeongyeon se despedía de ella con un breve beso en los labios, que era seguido con interés ávido por Chaeyoung y Mina y con disgusto infantil por Dahyunnie.
La noche anterior había sido la única ocasión en que la alfa había perdido el control. Como Mina se había quedado en casa de una amiga, la rubia había mandado a las niñas a casa para que empezaran a bañarse antes de dormir y apenas habían salido por la puerta, tomó a la omega entre sus manos para besarla en la boca, con una exigencia absolutamente voraz que ella fue incapaz de resistir.
Cada vez estaba más segura de que la intimidad con la alfa no tendría nada que ver con la pasión tibia de su primer matrimonio. Sus besos provocaban un incendio en sus entrañas que sus manos no dejaban nunca de alimentar. Todo su cuerpo ardía de deseo, apenas podía respirar, y se descubría a sí misma mirando al vacío y pensando en lo que podría hacerle cuando estuvieran a solas al fin y no tuviera que detenerla.
La idea de su alfa llenándola, moviéndose contra ella y dentro de ella, provocaba entre sus muslos una sensación de fuego líquido y conjuraba una necesidad tan urgente y anhelante que se veía lanzada a un precipicio para poder pensar en otra cosa.
—¿No teníamos que hablar con el médico primero?
Nayeon salió de su ensimismamiento, para descubrir que se habían detenido frente a la puerta del médico. Miró a Jeongyeon y vio que la contemplaba con una mirada tan intensa que la hizo sonrojarse.
—¿En qué estabas pensando, omega? —preguntó ella con un tono divertido, aunque no sonreía.
Nayeon sabía que se había ruborizado hasta las orejas. Que ella pudiera adivinar la dirección de sus pensamientos con tanta facilidad, no la hacía sentirse mejor en modo alguno. Al final decidió no contestar, mientras abría la puerta, para no darle la oportunidad a la alfa de insistir.
El médico que atendía a su madre era un beta con quien le resultaba fácil conversar. Aunque era lo bastante joven como para ser su hermano menor, tenía mucha confianza en sí mismo, lo que reforzó la idea que tenía Nayeon sobre que su madre se encontraba en buenas manos, y lo que era más importante, a su madre le agradaba.
—Buenas tardes, señorita Im —Dijo el médico estrechándole la mano y mirando expectante a la alfa a su lado quien le veía con su frívola mirada habitual.
—Oh, claro. Doctor Jeon, le presento a Yoo Jeongyeon, mi prometida. —El rubor se extendió en sus mejillas nuevamente. Era la primera vez que tenía que presentarla de aquella manera y las palabras le sabieron raras, como si estuviera mintiendo a viva voz.
Jeongyeon le dió la mano al médico como respuesta, aunque no del todo absorta a esa intensidad en el dulce de su aroma.
—¿No quería hablar con nosotros sobre la madre de Nayeon antes de que la viéramos? —Consultó la alfa, apenas obtuvo la atención del joven hombre.
—Eso mismo —Dijo el médico con expresión preocupada —Bien, el comportamiento de su madre ha sido un poco... digamos que irracional, durante esta última semana. Quiero que se preparen para esperar cambios de humor repentinos, respuestas inusuales, e incluso estallidos de ira.
—Se refiere a que ése se ha convertido en su estado normal, ¿no? —Nayeon sabía que su cara reflejaba su desánimo. El médico le sonrió compasivamente.
—Me temo que sí —Dijo antes de dirigirse a la alfa —¿Le ha explicado la señorita Im que su madre puede ser... una persona bastante difícil? —Jeongyeon asintió, ya que el Doctor Jeon parecía esperar una respuesta. El médico se volvió hacia Nayeon. —En nuestras sesiones de asesoramiento familiar del año pasado, usted nos indicó que la hostilidad de su madre parecía ir en aumento. También nosotros hemos verificado el comportamiento de ella con las enfermeras y los demás integrantes del personal. Tras revisar el historial de su madre, me gustaría recomendar unas pruebas para averiguar si su comportamiento tiene un componente psicológico o es progresivo debido a alguna enfermedad.
—¿Cree usted que hay un motivo para que cada vez sea más agresivo su comportamiento? —La pregunta de Nayeon era un tanto brusca, pero el médico asintió. —¿En qué clase de pruebas está pensando? ¿Serán muy molestas o incómodas? —El doctor hizo un gesto negativo casi de inmediato.
—No, no serán intrusivas en el sentido de que no invadiremos su cuerpo de ningún modo. Pero es probable que exista la posibilidad de que su madre sufra algún síndrome que tenga tratamiento.
—¿A ti qué te parece? —Nayeon miró a Jeongyeon en busca de apoyo.
—Que si existe una posibilidad de mejorar el comportamiento de tu madre, habría que averiguarlo.
La omega asintió lentamente como respuesta a sus palabras.
—Tienes razón. De acuerdo, Doctor Jeon. Firmaré los permisos que considere necesarios —Ella sin poder evitar una sonrisa amarga —Pero me gustaría saber cómo va a explicárselo a mi madre. Todavía cree que es ella quien toma las decisiones. ¿Qué ocurrirá si no está de acuerdo con que la sometan a esas pruebas? —El doctor sonrió mientras sacaba unos documentos de la carpeta que tenía delante.
—Creo que puedo presentarle esto a su madre de tal forma que lo encuentre aceptable. Deje que lo intente antes de empezar a preocuparse por una situación que quizá no se dé nunca. Me pondré en contacto con usted cuando haya hablado con ella y concretamos una fecha. Si se niega, tendremos que volver a hablar antes de tomar una determinación.
Cuando terminaron, Nayeon guió a Jeongyeon hasta la habitación de su madre. La alfa la había tomado de la mano deliberadamente nada más salir del despacho del médico, podía sentir su tensión en la manera en que se agarraba a ella desesperadamente y en su aroma intenso a limón cítrico y amargo.
Conforme se aproximaban a la habitación, Nayeon le fue agarrando con más fuerza hasta llegar a hacerle daño, aunque Jeongyeon dudaba de que fuera consciente de eso. Una vez llegaron al pasillo donde estaba la habitación, ella intentó soltarle la mano y la alfa no permitió que ella se apartara del contacto, pero aquel gesto hablaba a gritos, no quería dejarla sola. Antes de entrar, se puso de puntillas para poder susurrarle al oído.
—Ten cuidado de no hacer ningún comentario sobre el dinero delante de ella. Aunque me confirió poderes de custodia por recomendación del médico cuando ingresó, todavía cree que dispone del dinero de la venta de la casa y de su pensión.
—No te preocupes —Dijo ella, apretándole la mano —Te seguiré la corriente a ti.
Jeongyeon sintió remordimientos. ¿Cómo habia podido llegar a dudar alguna vez de la lealtad de Nayeon hacia su madre? Había sobrepasado su propia capacidad con tal de darle la impresión de que todavía sujetaba las riendas de su vida. No le costaba trabajo darse cuenta de lo importante que debía ser eso para una persona mayor y enferma.
—Gracias. —La omega le devolvió el apretón. Era evidente que todavía temía presentarle a su madre. Enderezó los hombros y llamó a la puerta. —¿Lista para meterte en la boca del lobo? —Susurró a Jeongyeon, tocando la puerta de la habitación de su madre.
—No está cerrado —Respondió una voz quejumbrosa desde el interior de la habitación.
Nayeon empujó la pesada puerta y Jeongyeon entró detrás de ella. Dentro, la alfa vio a una mujer mayor, muy parecida a su omega, sentada junto a una pequeña mesa. Un suave y casi imperceptible aroma se sentía a lo lejos pero que no supo identificar. En realidad se trataba de un apartamento, aunque reducido, y algunos de aquellos muebles tenían que haber llegado con su ocupante. Otra vez, los esfuerzos que Nayeon había hecho por asegurarse del bienestar de su madre, se le hicieron presentes.
—Hola, mamá —musitó Nayeon, arrodillándose y dándole un beso en la mejilla —Oye, quería presentarte a mi alfa, ella es Yoo Jeongyeon, mi prometida... —Comentó la omega alzando la mano para que la misma se acercara.
Jeongyeon obedeció al llamado mientras unos ojos negros y cansados que se parecían mucho a los de Nayeon, la estudiaban de pies a cabeza.
—Me alegro de conocerla, señora Im. Nayeon me ha hablado mucho sobre usted. —Habló la rubia con toda su limitada habilidad para tratar con amabilidad frente a las personas mayores, ella solía tratar demasiado con ellos. La mujer entornó los ojos ante sus palabras.
—Nada bueno, estoy segura. —Respondió la señora con la voz despectiva.
—¿Cómo te has sentido esta semana, madre? —Intervino Nayeon, antes de que la alfa pudiera contestarle —¿Quieres que te traiga algo la próxima vez que venga a verte? —Nayeon busco en dirección en donde la omega señaló con mano temblorosa un montón de libros que estaban sobre una mesa junto a la puerta.
—Ya he leído todos ésos. Podrías traerme algunos más. Supongo que no te habrás acordado hoy. Tu nunca te acuerdas de mí, ¿verdad? Ahora que estoy encerrada aquí, vives tu vida como si ya estuviera muerta y enterrada.
Nayeon se puso pálida y se le saltaron las lágrimas, más las retuvo con una fuerza admirable que hizo al estómago de Jeongyeon anudarse.
—En realidad, Nayeon ha estado muy enferma, señora Im. —Intervino la alfa, casi sin expresión.
Nayeon le miró con una súplica en los ojos. Sin embargo, Jeongyeon no estaba dispuesta a que la ofendiera verbalmente de aquella forma frente a ella, no después de que se había sacrificado tanto para sostener su bienestar.
—Estuvo a punto de que la hospitalizaran y sólo hace un par de días que ha vuelto a la escuela —Dijo mientras dejaba una bolsa donde la anciana pudiera verla —Aquí tiene algo para leer que Nayeon le ha traído. Nos sentiremos muy a gusto de traerle más en nuestra próxima visita.
La cara de la Señora Im se distendió en una sonrisa de deleite mientras que el veneno y la contrariedad se evaporaban en un segundo.
—¡Vaya! Muchas gracias, chica.
Jeongyeon tuvo la molesta breve impresión de que la Señora Im, estaba siendo irónica con ella.
—Quizá este matrimonio si sea bueno para Nayeon después de todo. Es usted tan buena como Taehyung. Ya sabrá que ella no fue capaz de retenerle. Nadie diría que le enseñé todo lo que sé, sobre cómo lograr que una casa fuera agradable para su alfa.
A Jeongyeon ese comentario le hubiera molestado de no ser por las advertencias del Doctor Jeon. La señora Im no estaba consciente de todo lo que decía y ella se dio cuenta de que, mostrarse cortés le facilitaría mucho las cosas y se dedicó a interrumpir la conversación cada vez que ella se dirigía a Nayeon.
Al final, Jeongyeon supo por el tono en su voz que Nayeon se hallaba al límite de su resistencia y la obligó a ponerse en pie.
—Tenemos que irnos ya —Notificó la alfa, con notable prisa —No sé si Nayeon se lo habrá comentado, pero tengo dos hijas y quedamos en buscarlas a ellas y a Mina para cenar. —Para su sorpresa, la mujer le tendió la mano.
—Espero conocerlas muy pronto. Porque no creo que Nayeon me dé otro nieto, ya está muy vieja para eso.
"Eso ya lo veremos", pensó Jeongyeon fingiendo una sonrisa amable hacia la señora. Aquel pensamiento la dejó asombrada y hasta imaginó con ternura a Nayeon amamantando a un recién nacido. ¿De dónde había salido aquella imagen? No lo sabía, pero la había llenado de una ambición descomunal.
—Gracias por haberla traído, chica —Dijo la anciana con una mirada malévola a su hija —Quizá puedas persuadirla de que venga a verme más a menudo.
Era una queja bastante injusta considerando que Jeongyeon conocía los desvelos de Nayeon para asegurar el bienestar de su madre. De nuevo, se obligó a recordar los consejos del doctor.
—No será necesario, Señora. Nayeon se acuerda de usted todos los días, le puedo asegurar. —Y antes de que la anciana pudiera lanzar otro dardo envenenado contra su propia hija, Jeongyeon la sacó de allí casi que a rastras.
Ya en el pasillo, Nayeon apoyó la espalda en la pared. No parecía darse cuenta de su presencia, y la alfa se dio cuenta de la enorme batalla que libraba en su interior para no echarse a llorar allí. Al cabo de unos segundos, la omega dejó escapar un suspiro y le miró a la cara. Tenía los ojos brillantes por las lágrimas reprimidas, pero también una expresión inescrutable.
—Siento que te haya tocado presenciar el debate de ahí dentro. Hoy se ha levantado con el pie izquierdo... —Justificó la omega con la voz demasiado baja y una sonrisa repleta de desolación.
Jeongyeon deseaba estrecharla entre sus brazos, acariciarle el cabello y prometerle que nunca más tendría que volver a soportar aquel suplicio. Pero presentía que ella nunca podría aceptar algo así.
—No importa. Me alegro de que no tuvieras que pasar por esto tú sola. —Tenía la clara sensación de que Nayeon no la estaba escuchando.
—Esto es lo que te espera si te casas conmigo. ¿Estás segura de que estás preparada para aceptar esta responsabilidad, Jeongyeon?
—Completamente segura. —Respondió sin dudarlo un segundo —Además, te recuerdo que me caso contigo y no con ella. Gracias al cielo. —No pudo evitar agregar y la omega sonrió entonces.
—Nunca la había visto tan mal. Por lo general, sus insultos consistían en referencias dirigidas a mis defectos, pero hoy no se ha andado con miramientos.
—Me alegro de haber sabido que está enferma... —dijo ella mientras la tomaba del brazo y caminaban hacia la salida —Sentí ganas de gritarle cuando estuvo a punto de hacerte llorar. —Sonrió cuando aquello arrancó una risilla breve de la omega.
—Te confieso que a mí me pasa lo mismo de vez en cuando. Sin embargo, hoy me ha resultado más fácil. Saber que no es responsable de lo que dice y que puede haber una razón médica, facilita mucho las cosas. No sé si me explico.
Ya habían llegado al estacionamiento y la alfa se detuvo por el lado del pasajero para abrirle la puerta.
—Perfectamente, pero esta visita me ha quitado todas las dudas sobre pensar en que viva en la casa. —Nayeon asintió vigorosamente ante sus palabras.
Al pasar junto a ella, Jeongyeon se vio asaltada por una conciencia clara y repentina de su aroma dulce y más sereno de su esencia. Tan fuerte fue aquella sensación que tuvo una erección instantánea. Le puso las manos en las caderas y la apretó contra sí, disfrutando del calor de su cuerpo que anticipaba promesas más dulces y abrasadoras. La omega se sorprendió, pero como siempre, se relajó y descargó el peso de su cuerpo contra ella mientras le ponía las manos en los hombros.
Parte de su atractivo estaba en su respuesta incondicional, decidió la alfa mientras inclinaba la cabeza para buscar su boca. Desde la primera vez que Jeongyeon la había besado y la omega había apelado a su sentido de la decencia, había notado que su cuerpo se apretaba contra ella en una muestra clara de que disfrutaba con el contacto y ella nunca había podido olvidarlo.
Jeongyeon la besó profundamente, exigiendo una respuesta que la omega le brindó de buen grado. Mientras perseguía su cuerpo con sus manos, le abrió la chaqueta para acariciarle los senos por encima de la blusa, la otra mano abarcó sus nalgas y la apretó con fuerza contra su cadera, sintiendo que se asfixiaba dentro de los pantalones.
—¡Qué rayos! ¡Jeongyeon-ah! —Exclamó ella, apartando los labios de su boca —Estamos en un estacionamiento público ¿Qué crees que estás haciendo? —Jadeó la omega sin salir de su asombro, el deseo parecía remotamente espontáneo con esa alfa.
—No sé si pueda esperar hasta el sábado Nayeon... —Dijo con una voz tan ronca que no parecía la suya —Te necesito en mi cama ahora. Deseo destrozarte la ropa, desnudarte y sentirte bajo mi cuerpo. Quiero besarte entera. Quiero hacerte...
Nayeon le acalló poniéndole una mano sobre sus labios. Jeongyeon se sonrió al notar el temblor de sus dedos y sus mejillas encendidas como respuesta. Luego de un breve instante, Nayeon dejó caer la cabeza sobre su hombro hasta que Jeongyeon pudo ver su nuca.
El cuerpo le exigía una satisfacción inmediata que la liberara de aquella excitación que llegaba a ser dolorosa, pero al final se resistió. Sólo eran tres días más y podría pasar la noche adorando aquel delicioso cuerpo de la omega, vertiéndose en el cáliz caliente entre sus piernas. Luna, ¡Se estaba volviendo loca! Sacó las manos del interior de la chaqueta y depositó un beso sobre su nuca.
—Vámonos a casa, cariño.
Ya en el auto de camino a casa, Nayeon le comentó a Jeongyeon que Minari tenía un ensayo muy importante de la próxima muestra anual esa misma tarde.
—Mina hará su solo completo por primera vez y quiere que lo vea... —Comentó Nayeon, descansando la cabeza contra el asiento.
—Pues, ¿qué te parece si buscamos a las chicas y vamos a verla? —Consultó sin apartar los ojos del camino.
—A Mina le va alegrar mucho verlas ahí y que la apoyen durante su práctica, últimamente no disponía de mucho tiempo para acompañarla e ir a verla. —Suspiró con desánimo —El otro día oí que Dahyunnie le estaba pidiendo que le ayudara con sus giros... —Se sonrió al recordar la energía de esa hermosa niña.
—Ah, es por esa razón que me pidió zapatillas de punta. Ella dice que quiere seguir los pasos de Mina unnie... —Sonrió Jeongyeon, visualizando a su pequeña niña como un cisne en el escenario.
—Dahyun realmente la ve como su hermana mayor y Mina la aprecia tanto. Me alegro de que las tres se estén llevando tan bien...
—Mina siempre está al pendiente de ambas. Y debo admitir que me da algo de tranquilidad que haya quien le ponga un ojo a Chaeng el próximo semestre que comenzará la escuela con ella.
—Jeongyeon, no quiero pensar que estes al pendiente excesivamente con Chaeyoung, porque no me dejaras más remedio que darle la razón en todo...
—Cariño siempre estaré al pendiente de todos, y si es preciso, de Mina también. —Determinó la alfa.
—Mina es muy tranquila para su edad, para ella el baile y salir con sus amigas son lo que más le apasionan, estoy muy tranquila de que sus intereses no...
—Porque no lo has visto hablando con Chaeyoung... ¿Sabías que ella pudo percibir su aroma? —Señaló con una mueca demasiado seria.
—¿Chaeyoung ya tiene aroma? —preguntó la omega realmente asombrada.
—A fresas, huele a fruta como Momo —Señaló con una sonrisa maravillosa que hizo a Nayeon bajar la mirada. Los ojos de la alfa brillaron ante la información y supuso que por los recuerdos.
—Será omega, como ella... —respondió Nayeon con una sonrisa de lado y regresó la mirada a la ventana.
—Pienso lo mismo, pero también es mi primogénita, así que puedo esperar cualquier cosa de ella... —Señaló la alfa con la mandíbula nuevamente presionada —Puede que Mina haya puesto sus ojos sobre Chaeng... —Señaló la alfa, nuevamente sería. Nayeon le miró con duda.
—¿Tú crees?
—Su conexión es... llamativa de ver.
—Voy a estar de ojo visor.
—Ahora eres tú la madre sobreprotectora. —Señaló la alfa con una sonrisa de lado.
—Bueno ¿qué esperas?, siempre voy a estar al pendiente de todos. —Puntualizó con intención, haciendo reír a la alfa.
En la academia de baile, Mina estaba por ponerse en posición, cuando ve acercarse a su madre acompañada de Jeongyeon, Dahyunnie y Chaeng. Mina respiró profundo y tragó al hallar los ojos de Jeongyeon sobre ella.
—Mami, ¿cómo está mi abuelita? —preguntó una vez estuvo muy cerca de ellas.
—Ella está bien cariño. Te traigo más público. —señaló hacía atrás de ella y Jeongyeon alzó su mano para saludarle. Curiosamente Dahyun hizo lo mismo, pero Chaeyoung solo sonrió desanimada como saludo.
—Me alegra de que estén aquí, podrán ver mi solo completo hoy... —Musitó con ánimos la joven alfa.
—Tan pronto como salimos de visitar a tu abuela, fuimos a buscar a las chicas para venir a verte.
—Gracias por venir unnie, sé que podrías estar haciendo cosas más importantes ahora...
—Mina, no importa cualquier cosa que pueda estar haciendo ahora, lo importante es que estamos aquí para apoyarte... —Sonrió la alfa, como respuesta.
—Gracias, y ustedes, que bueno que también hayan venido. —Habló tomando a Dahyun entre sus brazos una vez la chiquilla se abrazó a su cintura.
—Bueno, por lo menos es más interesante que las piruetas de Dahyun... —Señaló Chaeyoung sabiendo que haría molestar a la pequeña y efectivamente su hermanita gruñó como su madre lo hacía cuando estaba molesta.
—¡Oye! Dahyunnie ya está en niveles más avanzados que las piruetas. Ya hace giros por sí sola, ¿o no campeona? —Preguntó Mina, alzando cinco para ella una vez la dejó sobre sus pies y la niña respondió aunque sacándole la lengua a su hermana.
—En realidad en el grupo de Mina unnie, baila Jennie unnie, la chica más popular de su curso, y a Chaeng le gusta... —Señaló la niña sabiendo que molestaría a su mayor.
—¡Dahyun! Jennie unnie y yo somos amigas desde kinder —Exclamó Chaeyoung, molesta por las palabras de su pequeña hermana.
—¿Cómo? Chaeng es muy pequeña para tener novia, si tan siquiera se presentó... —Se quejó la joven alfa viendo a su unnie, quien meció la cabeza con desaprobación.
—No tengo novia... —Musitó la menor con los dientes apretados. Dahyun sonrió triunfante al haberle generado problemas a su hermana mayor.
—Voy a tener que mantener observada a la pequeña Jennie... —Señaló con el mentón.
—¡Deja yaaa de cuidarme! —Se quejó la jovencita haciendo una rabieta que Mina regresó negando con su cabeza.
—Vaya... al menos cuida de ti. —Musitó Jeongyeon con expresión de desconcierto.
—¿De que... —Musitó Nayeon sin entender hacia dónde se dirigían los pensamientos de cada quien.
—¡Voy a cumplir catorce pronto! ¡Ya no necesito que cuiden de mi! —Se quejó Chaeng enrollando sus brazos sobre su pecho, molesta.
—Tranquila unnie, yo me ocuparé de echarle un ojo a Jennie... —Señaló la pequeña alfa a su mayor, quien le miró alzando una ceja.
—Eso es un buen gesto de tu parte Minari... —Ironizó Jeongyeon sonriendo de lado, aunque estaba perturbada por la valentía de la jovencita.
—¿Pueden dejar los celos de lado, por favor? —Pronunció Nayeon entre las risas de Dahyun.
—No. —Dijeron ambas alfas a la vez y Mina se ruborizó al tener los ojos de su mayor sobre ella, ahora con firmeza.
—Basta. Mejor tomemos un lugar, que Mina no tarda en prepararse para su práctica. —Regañó Nayeon, dirigiendo a una divertida Dahyun y a una molesta Chaeyoung en búsqueda de un buen lugar.
—Detente ahí jovencita —Musitó la alfa mayor, deteniendo a Mina del gorro de su sudadera. La misma bufó al notar que no había podido escapar de las garras de su unnie. —Tengo pocas palabras para ti. "Te-estoy-vigilando" —Enumeró con sus dedos —Recuerdalas, siempre. ¿Entendido? —Murmuró junto a ella.
Mina se apartó para hallar la mirada penetrante de su mayor y asintió reiteradas veces.
—S-si unnie... —Y en cuanto pudo huyó, no sin antes divisar la mirada de Jeongyeon quien le hizo una señal de que la estaba viendo.
Después de la increíble muestra del solo de Mina, el cual había sido más que increíble, Jeongyeon las invitó a cenar y pasaron una agradable cena en familia.
Buenos días, espero que te haga feliz que haya llegado 😊
Yo también te estoy vigilando, te dejo beso apretado, tu JazUnnie 🌻
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