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Eleven: "¿Amor?" 🌙

Jeongyeon caminó hacia a un lado y luego al otro de la puerta mientras se tomaba las manos y se mordisqueaba la mejilla interna, con impotencia. Ese inoportuno e incontrolable instinto animal que vivía dentro de ella había desatado un huracán desastroso. 

Al final, y luego de tanto analizarlo, decidió entrar de repente a la habitación, quería obedecer, sabía que debía darle espacio y esperar a que las aguas calmaran, pero no podía soportar la idea de perder lo que habían creado en tan pocos tiempo.

Nayeon la vio ingresar e inmediatamente le dio la espalda, para que no viera lo mucho que la había herido el pequeño episodio, pero Jeongyeon pudo verla en el reflejo del espejo del tocador, mientras intentaba dominar su expresión de angustia.

Nayeon sabía que la alfa no tenía la culpa de que ella no fuera la omega que amaba. Pero rayos, no merecía esas estúpidas palabras y lo único que deseaba es poder olvidarlas. Era tan sencillo para ella tomar culpas que no le corresponden, y acarrear con la muerte de Momo no es lo que ella buscaba con ese matrimonio, ya bastante tenía con aquella idea absurda de amarla y de aceptar un maldito acuerdo con tal de estar a su lado. 

Jeongyeon se acercó a ella en silencio, sus miradas se encontraron en el reflejo y Nayeon le miró como si pudiera hacerle daño con su mirada. 

—No quiero pelear contigo. —Musitó con la voz calma y baja. 

—Yo tampoco. —Admitió la rubia, con la voz tomada, mientras se reclamaba haberla orillado a ese estado. 

—Nayeonnie... —Tragó al hallar todo lo que había dañado en su hermosa mirada que, ese mismo día, la había recibido con tanta luz —Por favor, ten un poco de paciencia conmigo. De verdad quiero que nuestro matrimonio funcione. Lo siento mucho, lo que dije, a veces no sé como... controlar lo que digo, yo... —Suspiró al final, sin acabar la conexión de sus miradas.

Silencio.

Nayeon reconoció la disculpa que había en sus palabras y su corazón se inundó de amor y de compasión. Sin tan siquiera preguntarle si quería perdonarle, ya la estaba perdonando con una espontaneidad que la absorbía.

Jeongyeon ubicó su mirada sobre ella, sobre sus jeans, su blusa entreabierta que dejaba ver su brasier de encaje blanco al descubierto, ¿desde cuando usaba encaje? De ese color en particular, tan suave, tan delicado y sugerente. La alfa tragó sin siquiera poder detener el vuelo de sus pensamientos y atender los sentimientos negativos que había invocado en su interior y sintió como si quisiera tomarse el cerebro y lanzarlo lejos, a esta altura creía que ya no le servía para nada.

La imagen de la alfa en el espejo, observándola con ese apremio, solo le provocó una oleada de deseo que surgió de lo más profundo de su ser. La rubia siempre tenía aquella mirada intensa y absorta cuando le hacía el amor, y a ella le desarmaba porque sabía que cuando la buscaba con aquella expresión avariciosa no pensaba en nadie más que en ella.

Eso le secó la boca de inmediato y se preguntó, ¿cómo demonios pasaba del incontenible deseo de patearle el trasero por hacerla llorar sin razón alguna, al deseo ardiente y furioso que avivaba todas las fibras de su piel y encendía por completo cada rincón de su cuerpo? Se sonrió abrumada, pero sin poder acabar con aquella deliciosa conexión. 

Jeongyeon la estaba mirando de esa misma manera. Se le endurecían los pezones sólo de imaginar lo que pensaba y podía hacerle. La alfa se dio cuenta y trazó círculos con la yema del pulgar sobre uno de ellos, justo cuando ella lo esperaba. 

Nayeon contuvo el aliento, sintiendo el fuego del deseo devorarle el vientre. En el espejo, la estatura de Jeongyeon la minimizaba tanto. Inclinó la cabeza para enterrar el rostro en el hueco de su cuello, le apartó el cabello y puso sus labios en la vena que latía junto a su garganta. La omega gimió e intentó darse la vuelta para abrazarse a ella de frente, pero se lo impidió de inmediato. 

—Espera un momento... —Murmuró, sin despegar los labios del cuello y sus manos que le acariciaban las muslos, fueron hasta el cuello de su blusa. 

Jeongyeon abrió un poco más, tiró por el borde y la deslizó por encima de su cabeza con suma paciencia, sin apartar los ojos del reflejo de su cuerpo un solo momento.

A Nayeon ahora le quedaba puesto ese sujetador y los pantalones, las manos de Jeongyeon buscaron el cinturón, desabrochando y desnudando de la misma manera que había hecho con la blusa. Nayeon oyó el sonido de la cremallera y al instante sintió que los pantalones bajaban por sus piernas, los cuales quitó sin prisa. 

Su mirada curiosa volvió al espejo. Jeongyeon seguía detrás de ella, contemplando sus formas desde su mayor estatura y podía sentir su aliento quemándole los hombros. Tenía las manos en sus caderas, presionando contra ella, sin aparente intención de apartarse. Hizo que sus manos recorrieran la piel clara de su torso, deslizando la punta de sus dedos desde sus muslos y recorriendo su vientre, hasta abarcar sus dos pechos. Cuando empezó a acariciarle los pezones por encima del sujetador, Nayeon dio un suspiro profundo y la alfa se echó a reír sin dejar de acariciarla. 

—¿Te gusta tanto como a mí, acariciarte? —preguntó sin apartar sus caricias con las dos manos. 

Nayeon sintió que entre sus piernas cobraba vida un anhelo apremiante. Jeongyeon aumentó en intensidad y ella comenzó a mecerse hacia delante y hacia atrás en un vano intento de encontrar algún alivio. 

Todavía estaba mirando al espejo, cuando una mano le soltó el sujetador. Gimió y movió su cabeza hacia atrás para apoyarla en su hombro cuando sus senos quedaron al descubierto, podía sentir los suyos contra su espalda y eso la excitaba aún mas. 

Jeongyeon se apoderó en seguida de ellos, acariciando, atormentando. Nayeon volvió a mirarla, a mirarse. Era una visión increíblemente erótica. La alfa estaba a su espalda, completamente vestida, su piel casi desnuda resplandecía a la luz de la lámpara de la mesa de noche. Podía detallar claramente como sus manos le recorrían todo el cuerpo y sintió que un calor húmedo florecía entre sus piernas. 

Como si Jeongyeon hubiera adivinado lo que estaba sintiendo, una de sus manos abandonó su pecho y trazó una senda cálida por encima de su vientre. Nayeon vio a través del espejo cómo introducía su mano bajo sus bragas y escondía sus caricias en su centro anhelante, pero no se detuvo allí y estuvo a punto de gritar cuando se separó de ella, aunque sabía que sólo quería quitarle la última prenda que tenía puesta. 

La omega sintió un abandono desinhibido al verse desnuda y sola ante el espejo, hasta que la rubia entró nuevamente en su campo de visión, se dio cuenta de que también se había desnudado y estaba excitada. Contemplar su miembro erecto le produjo una sensación de fuego líquido, la deseaba tan incondicionalmente, que ni siquiera ella podía soportarlo. 

Volvió a colocarse contra su espalda, obligándola a moverse hacia delante y hacia atrás, y Nayeon pudo sentir toda la longitud de su deseo presionando contra sus nalgas, mientras se movía contra ella. 

Jeongyeon se acompasó a sus movimientos, mientras una mano se deslizó hacia abajo para reclamar la carne tierna del interior de sus muslos y la omega se relajó, mientras abría las piernas en una invitación muda, sin importarle la escena que componían ante el espejo. 

Jeongyeon sonrió deslumbrada por su entrega, jamás acababa de sorprenderle el poder que tenía sobre su delicioso cuerpo y eso la maravillaba completamente. 

—Nayeon, solo observa... —Susurró la alfa contra su oído y volvió a posicionar una mano sobre uno de sus senos, al tiempo que la otra reclamaba el interior de sus muslos con más exigencia. Nayeon miraba sin poder remediar su excitación, mientras Jeongyeon la acariciaba lentamente hasta extender los círculos húmedos y convertirlos en un fuego devorador que recorrió su cuerpo en oleadas turbulentas. 

Nayeon se arqueó contra sus manos y ella continuó su dulce tortura, demandando que ella le respondiera con toda su capacidad hasta dejarla jadeando entre sus brazos, entregada al extasis. La omega le apartó las manos con sus últimas fuerzas mientras su cuerpo seguía removiéndose, tembloroso. 

—Ya no más, por favor... —Suplicó ante esa incesante caricia y la alfa soltó una risilla nasal desde el fondo de su garganta. 

—¿Cómo puedes pedirme eso, si apenas vamos empezando? —Murmuró con su voz ronca —Aún hay más, omega...

Jeongyeon hizo que Nayeon se inclinara y apoyara sus brazos sobre el mueble que aún tenía delante de ella. Después se inclinó y le agarró un tobillo y antes de que ella pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, la penetró.

Una sensación de fuerza satinada contra su suavidad colmó a Nayeon con su firmeza, arrancando un jadeo sonoro de asombro de lo más profundo de su garganta. 

Sin perder más el tiempo, la alfa comenzó a moverse en su interior de un modo preciso que desencadenó que Nayeon sintiera que escapaba de la realidad, cuando se apoyó sin fuerzas contra el mueble mientras la alfa medía una y otra vez su receptividad. 

Un brazo le rodeó el vientre mientras que una mano acariciaba la humedad resbaladiza de entre sus piernas. Nayeon gimió alto, incapaz de soportar la intensidad de sus caricias. El mundo se oscureció por un breve instante y casi se dejó llevar.

—Veme. —Le ordenó con los dientes apretados y Nayeon obedeció de inmediato. La alfa tenía la mandíbula tensionada y una mirada abrasadora en los ojos. 

Nayeon sintió que su cuerpo se sacudía en un final espasmódico y de repente, un chorro de calor insospechado volvió a invadirla por completo y se convulsionó antes de quedar exhausta contra su cuerpo, arropada por su fresco e intenso aroma.

Jeongyeon la arrastró en brazos a la cama. Y, a medianoche, cuando la puso bajo su cuerpo, ella respondió con todo el amor que atesoraba en su corazón por aquella alfa que se negaba a aceptar otra cosa que no fuera su cuerpo y le hacía creer que la sombra de Momo aún seguiría interponiéndose entre ambas. 

Al día siguiente, cuando Jeongyeon llegó de la clase de Dahyun justo a tiempo para la cena, Chaeyoung salió corriendo a saludarla. La alfa buscó a Nayeon con la mirada, pero no la vio por ninguna parte. 

—Oye ma, me prometiste que esta noche hablaremos sobre lo de quedarme sola en casa. —Y le miró con sus ojos esperanzados y atentos. 

Se parecían tanto a los de su madre, que por un instante Jeongyeon tuvo la impresión de estar viendo a Momori. De una manera automática, se preparó para aguantar la punzada de dolor que le sobreviene cada vez que la recordaba. Sin embargo, le extrañó no sentirla. Al final decidió sonreírle amistosamente a su hija mayor. 

—Lo recuerdo. ¿Qué te parece si lo dejamos para después de cenar? Dahyun se irá a jugar y podremos hablar con más tranquilidad. ¿Te parece bien? —Consultó apoyando una mano sobre el hombro de su hija. 

—Genial. —Respondió casi de inmediato y Jeongyeon pudo respirar su aroma dulce y frutal. Chaeyoung llevaba el cabello suelto y se balanceaba sobre sus hombros, al darse la vuelta. 

—¿Dónde está Nayeon? —Consultó antes de verla desaparecer. 

—En la cocina. Está enseñándome a rebozar filetes de pescado. —Señaló con una sonrisa, perdiéndose hacia la habitación.

Por supuesto, ¿dónde más iría a buscarla? La alfa colgó su chaqueta en el perchero y contempló el pasillo vacío que llevaba a la cocina con una mirada especulativa. Esa era la primera vez en dos semanas, que Nayeon no salía a recibirla al llegar. Desde que se había despertado había intentado olvidar la fea escena de la noche anterior, pero al parecer Nayeon debía seguir enfadada con ella y sabía que, aunque así lo quisiera, no podría culparla. 

Bueno, demonios, había sido una gran estúpida y lo sabía perfectamente. No podía hablar de Momo sin que una rabia ciega le dominara y por alguna estúpida razón la había dirigido contra la omega. No había sido para nada justa con ella. Después, había intentado demostrarle lo mucho que significaba para ella, pero por lo visto, Nayeon no había captado el mensaje o ella era demasiado imbécil hasta para hacerse entender. Definitivamente, lo segundo. 

En la cocina, Nayeon levantó la vista de lo que estaba preparando y sonrió. Su rostro sólo expresaba la bienvenida habitual con la que ella solía recibirla, su sonrisa cálida y brillante, sus mejillas se teñían al instante al verla llegar y Jeongyeon dudó de toda su deducción algunos segundos atrás. 

—¡Hola! 

—Hola alfa. —Respondió con su sedosa voz relajada. 

Jeongyeon rodeó el mostrador y se acercó para besarla sin dejar de ver su rostro. Esperaba que ella se apartara pero, para su sorpresa, la omega se dejó caer contra ella, despertando de inmediato una sensación cálida en sus mejillas. Se sintió tan aliviada de que no estuviera enfadada con ella que se dejó llevar por aquella sensación... y olvidándose por completo de que Chaeyoung las observaba con toda atención. 

¡Oh, Luna! ¡Cómo deseaba a esa omega! Amaba tanto a sus hijas como a Minari, pero aquella era una de esas ocasiones en las que habría pagado una gran fortuna por poder quedarse a solas con ella. 

Profundizó el beso, buscando su lengua y gruñendo de placer al descubrir la facilidad con que ella se la entregaba para jugar. Ella se ciñó aún más contra su cuerpo, ofreciéndole toda la devoción y el amor que podía desear. 

¿A-a-amor? 

Ese pensamiento paralizó a la alfa casi de inmediato, pues le sorprendió tanto que se apartó de Nayeon murmurando una tontería sobre que debía recordarle a Dahyun que se lavara las manos antes de cenar y escapó escaleras arriba.   

Cuando se encontró a salvo, se permitió volver a pensar en la omega que estaba en la cocina y en “su” amor. Pensándolo bien, la idea le agradaba. ¿Nayeon la amaba? La verdad era que ella actuaba como si realmente la amara. Nadie que observara su matrimonio podría imaginar la proposición poco ortodoxa que lo había provocado. Se preguntó si ella no estaría actuando para guardar las apariencias. No, no podía tratarse de eso, si ése fuera el caso, tendría una actitud hacia ella en público y otra muy distinta en la intimidad. A menos que tratara de convencer a las niñas de que nada ocurría, pero, ¿y el entusiasmo con el que respondía a sus caricias? 

La semana anterior, Nayeon le había dado a Jeongyeon un masaje en los hombros y espalda, luego de que llegó de un día agotador en el juzgado que parecía no acabar. La alfa había estado tensa y distraída por el caso que la colmaba, un caso en el que los hijos del cliente que había muerto recientemente ni siquiera habían tenido la decencia de esperar al funeral para empezar a pelear para hacerse con el control de una considerable fortuna. No era la primera vez que veía una caso así, pero dudaba de que pudiera acostumbrarse nunca a la avaricia y la codicia de la que hacían gala ciertos parientes cuando había dinero de por medio. 

Nunca había hablado demasiado sobre su trabajo con Momo, pero con Nayeon las cosas eran muy diferentes. Ella demostraba total interés, compasión y preocupación por ella día con día. La hacía sentir que sus problemas eran importantes para ella, que todo de su vida era importante para ella. 

Apartó en seguida aquel pensamiento porque de algún modo se sentía desleal. También había sido importante para Momo, sólo que ella había sido una omega diferente. Había estado siempre tan comprometida en los proyectos de su propio interés, que siempre le había dado la sensación de que no la escuchaba cuando hablaba de los problemas que tenía en el trabajo, pero la había apoyado de igual modo y la había amado como sentía que lo hacía Nayeon. Porque aunque ella no había llegado a amar a Momo como ella lo merecía, la omega la había amado desde un principio hasta el último día de su unión y eso siempre se lo agradecería, la luna había sido generosa con ella. 

Aquello la llevó al mismo sitio donde se encontraba al principio, cuanto más lo pensaba, más segura estaba que Nayeon la amaba. Todos aquellos pequeños detalles que ella había introducido en su vida no eran sino señales de un sentimiento más profundo que la amistad que profesaba, aquella convicción hizo que se sintiera satisfecha y segura. No se había dado cuenta hasta ese momento de lo mucho que había necesitado sentirse así, y de lo correcto que le suponía sentirse amada por Nayeon, después de todo, sería natural incluso que ella llegara a amarla. 

Cuando Nayeon llegó para avisarle de que la cena estaba lista, Jeongyeon le tomó la mano y dejó un beso sobre el dorso de esta. 

—Nayeon, ¿qué opinas si vamos al cine con las chicas después de cenar? —Consultó con cierto nerviosismo sospechoso.

—Opino que esa es una gran idea que nació desde tus infalibles deseos de postergar la conversación que tienes con Chaeyoung... —Sonrió ella, con diversión. 

—Bueno... —Dudó —Admito que creo que aún no estoy lista, además no quiero discutir con ella. Solo quiero tener tiempo para asimilar que mi pequeña hija está creciendo... —Bufó la alfa con evidente desánimo que enterneció el corazón de Nayeon. 

—Vamos a cenar y decirle a las chicas. —Sonrió dejando un beso sobre su mejilla. 

Ambas bajaron a cenar junto a las niñas e informarles que después de la cena irían al cine. Primero las alfas querían ver una película bastante aburrida de ciencia ficción, pero Nayeon, Chaeyoung y Dahyunnie querían ver una comedia romántica, entonces ganaron porque era más familiar que constelaciones, guerras espaciales y misterios extraterrestres. 

Chaeyoung le preguntó a su madre sobre el instante en el que podrían hablar y esta misma le indicó que no se preocupara porque ella se iba a tomar libre la tarde del próximo día, para hablar de sus nuevas responsabilidades. 

—¿Qué les pareció la película? —preguntó Nayeon, una vez iban saliendo de la sala del cine. 

—Hacía tiempo que no veía una película de romance. Siguen siendo tan aburridas como el demonio. —Respondió la rubia hacia la pregunta de la omega. Nayeon volteó los ojos. 

—¿Unnie podemos venir a ver esa película tu y yo, luego? —Consultó Mina yendo a su par. 

—Definitivamente. —Musitó la mayor guiñándole un ojo a la jovencita, quien festejó alzando un puño.

—¿Yo también puedo ir, mami? A mi también me gustan esas películas... —Musitó la pequeña haciendo un mohín. 

—Claro que sí, entonces seremos tres. —Señaló la alfa con una sonrisa complacida que Nayeon detalló atentamente con su mirada. 

—Todas disfrutamos de la película, ¿verdad Chaeng? —Consultó Nayeon al notar que la niña no había comentado nada y le preguntó directamente a ella —¿A ti qué te pareció la película? 

—Me gustó mucho el cambio de actitud que tuvo la madre con su hija. Primero la trataba como a un bebé y luego se dio cuenta de que su hija había crecido y le permitió hasta tener novio. —Razonó y Nayeon se sorprendió de todo lo que había en común con la situación actual entre ella y la alfa. 

Jeongyeon al oír a su hija se quedó pensativa y Nayeon para cambiar de ambiente que se había tornado algo tenso, cambió de tema. 

—Bueno, ¿qué les parece si antes de llegar a casa, pasamos por helado? —La respuesta fue positiva de parte de las tres chiquillas quienes se adelantaron discutiendo que gusto elegirían primero. 

—Gracias Nayeonnie... —Murmuró junto a su oído y Nayeon hizo presión en el agarre con su mano y entrelazando sus dedos. 

—Ya habrá tiempo de tocar ese asunto mañana, ahora vamos a comer helado. —Repitió igual de contenta con la decisión, aunque había sido una idea inocente, le alegraba poder apaciguar los que inquietaba a su alfa. 

Como había prometido, al día siguiente Jeongyeon se había tomado el resto del día libre para compartir con Nayeon y las chicas, pero sobre todo tener esa conversación que su hija mayor tanto esperaba y de la que ella había estado huyendo. La alfa lo único que esperaba, era contar con la ayuda de Nayeon.  

La rubia pasó por la escuela para recoger a la omega y a las chicas, almorzaron fuera juntas y luego regresaron a casa. Jeongyeon le había pedido a Mina que se llevara a Dahyunnie a su práctica, lo cual la pequeña aceptó con todo gusto y de esa forma ellas podrían hablar con Chaeyoung a solas. Mina estaba encantada de enseñar a Dahyun técnicas nuevas. 

—Chae deja la mochila en tu recámara y regresa a la sala, ahí te espero. —Notificó a su hija quien aceptó de inmediato y se apresuró a dejar su mochila. 

Una vez se quedaron solas en la sala, Nayeon le rodeó por los hombros y le dió un suave beso sobre los labios, el cual la alfa no dudó en corresponder con tremulidad, estaba nerviosa, pudo notar la omega. 

—Por favor mantén la calma, recuerda que Chae está en proceso de cambio ahora, ella no se siente niña y tampoco es una adulta. Además el cambio es inminente, eso debe de estresarla demasiado. Sabes que cuando los cambios comienzan, confunden mucho... 

—Gracias, por apoyarme Nayeon, por apoyarla y ser esa figura materna que tanto vacío dejó la partida de Momo. Te aseguro que no sabría que hacer sin ti en estos momentos... —admitió meciendo la cabeza con agotamiento. 

Nayeon tenía abrazada a Jeongyeon contra su hombro, cuando Chaeyoung se acerca a ellas. 

—Creo que una jovencita nos está mirando con cara de desesperación. —Murmuró la omega con diversión. La alfa la buscó con la mirada y le sonrió de inmediato. 

Jeongyeon se sentó en el sofá y atrajo a Nayeon para que se sentara a su lado. Luego, palmeó el espacio libre que quedó al otro lado de ella. 

—Ven cielo, siéntate por favor. 

—Si —Susurró Chaeyoung y se sentó junto a su madre, con expresión de nerviosismo. 

—Chae... estoy muy consciente que, a raíz de la muerte de tu madre hace alrededor de tres años, tú fuiste la que más sufrió su partida. Me siento muy orgullosa de ti y de la jovencita en que te has convertido, aún con esa falta tan grande en tu vida... —Lamentó la alfa dejando un caricia sobre la mejilla de su hija.

—Ma... —Vaciló antes de hablar —Yo estoy muy agradecida de tenerte.. y a Nayeon unnie. —Tragó, bajando la mirada —Estoy segura que mamá, desde donde sea que se encuentre, está muy feliz por ustedes. Yo sé que muchas veces me comporto como una niñita caprichosa. Perdóname. Sé que tengo que ser un mejor ejemplo para Dahyunnie, pero a veces me siento tan cansada y extraña... 

—Vaya... —Jadeó la alfa intentando retener el torbellino de emociones que la recorrieron al ver a su hija abrirle su corazón —... mi amor, tu siempre serás para mí la pequeña que un día cargué en mis brazos y me hizo la persona más feliz del mundo, con su llegada. Chae tu fuiste la que le dio sentido a la palabra "mamá" a mi vida, pero también le diste una responsabilidad adicional. El verte crecer antes mis ojos me llena de orgullo, de verdad hija, no imaginas cuanto. 

—Chaeyounguie, para toda madre es difícil ver crecer a sus hijos tan de prisa. Y mucho más difícil es saber que algún día ya no estarán aquí con nosotros, y te lo digo como madre de Mina. Ya mi pequeña alfa está más cerca de la mayoría de edad, de lo que querría y no imaginas cuanto me aterra, pero al mismo tiempo me siento orgullosa de la jovencita en la que se está convirtiendo día con día. 

—Siento lo mismo Chae, cuando alguien crece no solo lo hace en edad o estatura, también crece en responsabilidad ante sí mismo como persona, hacia la familia, sus estudios y hasta en la sociedad.  

—Mami yo quiero que tu confíes en mí... —Dijo la jovencita bajando la cabeza y Jeongyeon la miró fijamente. 

—Cielo, la confianza se gana día a día, con acciones y las acciones se demuestran con hechos. Mi deber es darte privilegios cuando te los ganes con tus buenas acciones, sacando buenas calificaciones, ayudando en las tareas del hogar, y... supongo que así... 

—Te prometo que estoy dispuesta a mejorar mi comportamiento contigo, mantener buenas calificaciones y hasta ayudar a unnie con las tareas del hogar para que te sientas orgullosa de mi. 

—Mi amor, tu madre ya está muy orgullosa de ti y nada ni nadie va lograr que ese amor que siente por ustedes dos desaparezca. 

Chae se acomodó entre los brazos de su madre para abrazarla y antes de que la alfa pudiera reaccionar le dio un beso en la mejilla que la hizo sonreír de inmediato con los ojos tan abrillantados como los tuvo desde el primer instante en el comenzaron a hablar sobre lo afortunada que se sentía de ser su madre. 

—Te amo mami. —Musitó contra su cuello y Jeongyeon respiró su dulce aroma a fresas acariciando su cabello. Algunos segundos después, ella se apartó y su madre corrió las pequeñas lágrimas que saltaron de sus ojos. —A ti también te amo, mami Nayeon. —Musitó con la voz demasiado ronca y dicho eso saltó de los brazos de su madre para abrazar a la omega quien no impidió las lágrimas de emoción.

—Y yo te quiero a ti mi preciosa niña, eres perfecta como eres, que nadie te haga sentir lo contrario, jamás. —respondió Nayeon ante su abrazo y la chiquilla se apartó con una sonrisa felíz. 

—Chae, con relación a quedarte sola en casa. Preferiría que, si no es necesario porque tengas que hacer un proyecto de la escuela o estudiar para un examen, nos acompañes y le seas de apoyo a tu hermana. ¿Crees que podemos estar de acuerdo? 

—Estamos de acuerdo. —Dijo la jovencita luego de un largo suspiro —Si crees que es lo correcto, esta bien mami. —Musitó y Jeongyeon hubiera soltado un jadeo de alivio, si la chiquilla no se hubiera ido dando saltos en dirección a su habitación. 

—Rayos, creí que sería mucho más difícil... —Señaló la alfa boquiabierta y Nayeon musitó una risita divertida. Cuando Jeongyeon le dirigió su mirada incrédula aún, la omega le rodeó por los hombros. 

—Me alegra que se hayan puesto de acuerdo, espero que de hoy en adelante la relación entre ustedes sea mejor que excelente —Deseó con lágrimas en los ojos, conmovida por su felicidad. 

—Ya basta de lágrimas, omega, por favor... —Señaló entre susurros y le dejó un beso sobre sus labios esponjosos. 

—Son lágrimas de felicidad. Estoy muy orgullosa de ambas, en especial de mi pequeña, bueno ya no tan pequeña... —Musitó mirando en dirección hacia donde había desaparecido Chaeyoung. 

—Me siento tan afortunada de que estés aquí para apoyarme Nayeon, no sé qué hubiera sido de todo esto si tu no hubieras...

El silencio se hizo cuando la omega juntó sus labios con aquellos tan suaves y rojos. Jeongyeon se dejó seducir por ese par de labios perfectos y no tardó en corresponder con más entusiasmo del que Nayeon esperaba. 

Algún instante en el que no fue consciente, tenía la cabeza apoyada sobre el respaldo del sofá y Jeongyeon acariciaba su cabello oscuro, sin apartar el beso. 

En esos momentos, la puerta hizo un estruendo al chocar contra la pared y la alfa gruñó al ver en su dirección. 

—¡Ten cuidado con la puerta chiquilla! —Le reclamó Mina a Dahyun y la pequeña chasqueó la lengua.

—Lo siento Mina unnie —Habló antes de ingresar como torbellino por la sala —¡Mami! ¡No sabes todo lo que aprendí con Mina unnie! Pude hacer un grand jetté, y un développé de verdad, aunque no me salió muy bien... —Lamentó la pequeña —Las acrobacias se me dan mejor —Comentó con un mohín.

—Para ser la primera vez, lo hizo con fuerza, tiene buen equilibrio... 

—Me alegra que te guste pasar tiempo con Mina... 

—Al parecer llegamos en mal momento, pequeña... 

—No hija, ya está todo solucionado, ¿verdad? 

—Más bien llegaron en el mejor momento, el de los regalos... 

—¿Regalos? —preguntó Nayeon mirando a la alfa algo sorprendida. 

—Es un regalo para ti, voy a pedir la cena. Hoy, nadie va a cocinar. —Le detuvo alzando un dedo cuando Nayeon quiso refutar. 

—¡¡Pizza, pizza!! 

—Creo que las convenciste... Por favor, vayan a bañarse antes de cenar.

—¡Sí, mami! —Dijeron a la par y Mina miró a la pequeña, sin acostumbrarse aún a que alguien más que ella, llame de ese modo a su madre.

—Ya se fueron, ¿ya no nos oyen? —Se quedó nuevamente a solas con Nayeon, abrazándola por la cintura —Tengo un verdadero regalo para ti... 

—¿Para mí? —preguntó asombrada viendo a la alfa quien sonrió de un modo irresistible. 

—Si, pero te lo daré después, cuando estemos a solas —Susurró la rubia junto a su oído, dándole un beso tierno, que en segundos se convirtió en uno pasional que a la omega le costó horrores detener. 

—Para... para por favor... ¡Jeongyeon-ah! —Le empujó el hombro haciéndola reír —Las chicas pueden aparecer en cualquier momento... —Chasqueó la lengua al verla rozar uno de sus pechos con sus manos haciéndola ruborizarse por completo. 

—Bueno, mejor iré a ordenar las pizzas, antes de que me linchen tres mocosas encantadoras. —Musitó tomándole el labio inferior a Nayeon. —Diablos omega, eres irresistible, es mejor que me aparté de ti de una vez. —Refutó quejumbrosa haciendo reír a Nayeon.

¿Ahora estamos más a gusto tu y yo? Realmente me pesa estar tan atrasada con este fict, ya tendría que haberlo terminado. Si llego, publicaré uno más.

Gracias por seguir aquí, te adora, tu JazUnnie🌻

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