𝘁𝗲𝗻.
Para Cher los cambios no eran algo nuevo.
A los diez años, le dijeron que se mudarían de Inglaterra—donde nació— a Estados Unidos. A los trece años, sus padres se separaron. A los catorce su padre empezó a salir con Beatriz.
Y a los quince, conoció a Percy Jackson.
No sabría decir cuál de todos—y aún faltan— de esos cambios en su vida fueron peor, pero si tuviera que decir el primero que se le viniera a la mente, sería conocer a Percy. Aún recordaba ese día con total claridad, como si hubiera sido ayer, aún que ya habían pasado meses. Recordaba la manera en la que la miraba, como si él nunca hubiera deseado que Cher se enterara de la verdad. Recordaba lo traicionada que se sintió al saber la realidad. Recordaba como le pidió con la voz cortada que la olvidara.
Recordaba todo muy bien.
Sus padres estaban como locos cuando les avisaron que su hija estaba en el hospital. Despertó con sus padres discutiendo en voz baja frente a ella. Le pidieron explicaciones de todo lo que pasó. No pudo darlas. ¿Como le dices a tus padres que el chico que empezaba a gustarte era hijo de un dios y gracias a él casi te matan? No podías. Sus lagrimas fueron más que suficiente para que ellos supieran que no quería hablar.
Ellos decidieron que lo mejor fuera cambiarla de colegio y ella no pudo estar más de acuerdo. Cher les pidió ir a la misma academia a la cual asistían sus amigos, y para su sorpresa ellos aceptaron. En serio debía verse mal para que aceptaran.
Los primeros meses de adaptación no fueron fáciles. Saber que lo que tú creías en realidad era todo una farsa era complicado, más si veías cosas que te llegaban a provocar pesadillas.
Con la ayuda de sus amigos todo era más fácil, ya ni siquiera pensaba en Percy Jackson, todo era como antes de conocerlo. Cher cumplió lo que dijo.
Fingía que Percy no existía.
Y eso era lo mejor para ella.
•••
Thalia limpió los cristales empañados del coche y escudriñó el panorama con los ojos entornados.
—¡Uf! Esto promete ser divertido.
Westover Hall parecía un castillo maldito: todo de piedra negra, con torres y troneras y unas puertas de madera imponentes. Se alzaba sobre un risco nevado, dominando por un lado un gran bosque helado y, por el otro, el océano gris y rugiente.
—¿Seguro que no quieres que los espere? —preguntó Sally.
—No, gracias, mamá. No sé cuánto tiempo nos va a llevar esto. Pero no te preocupes por nosotros.
—Claro que me preocupo, Percy. ¿Y cómo piensan volver?
Percy rogaba no haberse ruborizado. Bastante incómodo era ya tener que recurrir a ella para que lo llevase en coche a sus batallas.
—Todo irá bien, señora Jackson —terció con una sonrisa Annabeth, que llevaba el pelo rubio recogido bajo una gorra—. Nosotras nos encargaremos de mantenerlo a salvo.
—Es cierto, Señora Jackson—le siguió Olympe con una sonrisita, con su elegante ropa oscura resaltando su blanco cabello—. Lo cuidaremos muy bien, no dejaremos que le suceda nada.
Sally pareció calmarse un poco. Annabeth y Olympe eran para ella las semidiosas más sensatas que ha conocido alguna vez en su vida. Está convencida de que, si no lo han matado, más de una vez ha sido gracias a las chicas. Lo cual es cierto, pero eso no significa que le guste reconocerlo.
—Muy bien, queridos —dijo—. ¿Tienen todo lo que necesitan?
—Sí, señora Jackson —respondió Thalia—. Y gracias por el viaje.
—¿Jerséis suficientes? ¿Mi número de móvil?
—Mamá...
—¿Néctar y ambrosía, Percy? ¿Un dracma de oro por si tenéis que contactar con el campamento?
—¡Mamá, por favor! Todo va a ir bien. Vamos, chicas.
Pareció algo dolida por mi respuesta, lo cual le sentó mal a Percy—quien odiaba las miradas dolidas de parte de las chicas que quería—, pero ya tenía ganas de bajarse del coche. Antes que oír otra historia sobre lo mono que estaba en la bañera a los tres años, prefería excavar una madriguera en la nieve y morir congelado.
Olympe le dio una mala mirada.
Olympe, Annabeth y Thalia le siguieron. El viento atravesaba sus abrigos con sus dagas heladas.
—Tu madre es estupenda, Percy —dijo Thalia en cuanto el coche se perdió de vista.
—Pse, bastante pasable —reconoció—. ¿Qué me dices de ti? ¿Tú estás en contacto con tu madre?
Percy se arrepintió en cuanto lo dijo. A Thalia se le dan muy bien las miradas fulminantes. Cómo se le iban a dar mal con toda esa ropa punk que lleva — chaqueta del ejército rota, pantalones de cuero negro, cadenas plateadas—, y sobre todo con esos ojos azules maquillados con una gruesa raya negra. A Percy le recordaba de una manera escalofriante a su antigua amiga, Cher.
—Eso no es asunto tuyo, Percy...—se interrumpió así misma cuando escucharon estruendosas risas. Hizo una mueca al divisar a los dueños— Ugh, como pueden estar jugando en la nieve con este frío. No entiendo a los mortales.
Percy siguió con confusión la mirada de Thalia y cuando vio a que se refería, sintió como su corazón se detenía, no de la manera buena cuando ves algo emocionante y lindo, sino de la forma mala cuando lo que estás viendo es increíblemente doloroso.
Ahí estaba ella en todo su esplendor, se veía hermosa con su ropa negra. Lo primero que notó Percy fue que su cabello ya no era negro, ahora era completamente de un tono morado oscuro y lo tenía hasta los hombros. Se veía como una completa preciosura. Jamás había dejado de pensar en ella, en su despreocupada forma de ser, su delicioso aroma y sus suaves labios.
Recordaba todo muy bien de ella.
A pesar de que ella le pidió que olvidara su existencia no pudo hacerlo, ¿como olvidas a alguien como Cher? Fácil, no puedes. Créeme, Percy podía confirmarlo.
Tampoco pudo dejar pasar el hecho de que mientras se tiraba bolas de nieve con sus amigos, Jake—ugh— la miraba con una tonta sonrisa. Claro, Percy ya sabia que ese tipo siempre la miraba así. Aún que, en ese momento se veían más cercanos que de costumbre, algo que le dio un muy mal presentimiento.
Y lo termino de confirmar cuando ocurrió algo que le rompió el corazón.
Mientras Cher se reía por haberle dado en la cara a uno de sus amigos, Jake se acercó a ella y la tomó de la mejillas para unir sus labios. Percy deseaba con todas sus fuerzas que ella se separara y le diera un puñetazo, pero no ocurrió. Cher simplemente puso sus brazo en los hombros de Jake, a la vez que todos sus amigos gritaban a su alrededor. Si, estaban bastantes alejados como para que ellos pudieran ver a Percy y a las chicas, pero él estaba seguro que cuando ellos dos se separaron, Cher tenía una bonita sonrisa adornando sus labios.
Percy suspiró, mientras Cher fuera feliz, todo estaría bien. Con Jake, ella sería feliz y estaría segura, por mucho que le doliera.
—Será mejor que entremos ya —interrumpió Olympe mirando con preocupación a Percy—. Grover debe de estar esperándonos.
Thalia echó un vistazo al castillo y se estremeció.
—Tienes razón. Me pregunto qué habrá encontrado aquí para verse obligado a pedir socorro.
Percy corrió la vista de esa imagen tan dolorosa, sintiendo su garganta cerrarse.
—Nada bueno, me temo.
the author's notes
no me maten
pq si me matan ya no hay mas capítulos 😝
bueno pasan que cosas
cher y jake 🥰 JAJAJAJAJ
XOXO
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro