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↠Parte Tres↞

La puesta de sol se veía maravillosa y sublime como una postal desde esa altura y más precisamente desde esa oficina, pero aquella omega solía darle la espalda a los ventanales y sumirse entre papeles, proyectos, pendientes y replicar su firma una y otra, y otra vez durante las interminables horas de sus jornadas de trabajo. 

Seis años de carrera en los que se quemó las pestañas, se esforzó el doble para seguir a rajatabla el plan de estudio, promocionar cada materia con excelentes calificaciones y todo ¿para qué? ¿Para estar leyendo y firmando papeles administrativos de una gran empresa? ¿Qué tipo de treta le había jugado la vida, cuando su padre decidió que ella era la más indicada para ese puesto? Parpadeó insistentemente para detener las lágrimas que se agolparon en sus ojos.

En aquel último tiempo se había estado sintiendo tan vulnerable y al borde del llanto en cualquier momento del día, por cualquier tonto motivo e incluso, a veces sin motivo alguno. 

Tragó el nudo que se formó en su garganta y que parecía querer dañarle la laringe, estaba tan cansada de simular que nada le afectaba, que estaba lista para el futuro que su padre aseguró para ella, estaba realmente agotada de fingir que estaba de acuerdo con él, pero no podía desistir tan fácilmente, había tenido el honor de que el gran y exitoso Ingeniero Yoo, su padre, la hubiera elegido de entre sus tres hermanas y debía asumir la responsabilidad, sobretodo por su madre. 

Diablos, su madre, había estado tan distante de la vida de la omega que le había dado la vida, y de todos al fin. ¿Acaso no era obvio? Estaba en modo automático, estaba intentando llevar todo en la dirección correcta y del modo correcto, porque sabía que no tenía permitido fallar. 

Las lágrimas la abordaron nuevamente y apartó el supresor de entre sus dedos temblorosos. Ya no quería detener los instintos de su loba, ya no quería ocultar su aroma, ya no quería seguir reprogramándose cada día para enfrentar su jornada, y así sentirse digna del puesto que le habían transferido, pero la presión era tan grande que simplemente no podía ignorarla, amaba a su familia y confiaban en ella plenamente.

Su corazón palpitó con prisa, una breve humedad surcó sus mejillas y nariz, nuevamente las lágrimas se agolpaban en sus ojos pues su debilidad había llegado a su mente.

Entonces estaba su hermosa y amorosa alfa quien le había dejado una culpa tan pesada esa tarde en especial, que sencillamente no había pasado de leer y releer el mismo párrafo una y otra vez desde que dejó la oficina. Su loba aulló, estremeciéndola y se tomó de la blusa para sentir mas de su aroma, poco a poco los efectos iban cediendo y se sentía más como ella misma, como la omega que amaba a Nayeon y no como la Arquitecta Yoo, la cual debía de mantenerse firme para poder sobrellevar toda la presión y dar lo que se esperaba de ella.

Nayeon la había marcado con su aroma cuando la tomó para besarla, identificó en el modo en el que su omega vibró al percibir de su aroma en su ropa, ese era tan amable, repleto de esperanza, de alegría e igual de fuerte como lo recordaba. Definitivamente no se comparaba con el que se colmaba en la habitación, el cual era todo lo contrario y debió de haberse impregnado antes de que dejara el lugar, así de molesta como se veía.

Consultó el horario, ya era hora de renovar el supresor o pronto su aroma se extendería por la oficina tan dulce y excesivo como cuando se acordaba de todo lo que extrañaba de su alfa.

Lloró. Por primera vez en tres años se dejó llevar por un instante, le dijo que no al supresor, le dijo que no a ese modo en el que se reprimía, a la falta de sueño, de apetito, de ánimos y lloró intentando liberarse de esa opresión que la hacía sentirse tan ahogada. 

Su loba corrió en círculos cuando ella sollozó. Su lado animal estaba la mayor parte del día, un poco aturdida por esos estúpidos supresores y perdía un poco la conexión, por poner más atención a sus responsabilidades laborales. La loba parecía tomarla en cuenta cuando los supresores cedían por la noche, pero para ese entonces ya estaba tan agotada físicamente, que apenas y lograba llegar a casa y descansar la mente de todo lo que la abrumaba.

Jeongyeon deseaba ser una buena hermana, una buena hija y asumir su responsabilidad, pero le dolía descubrir que aquello no la hacía felíz en lo absoluto, y que sólo obtenía abrir más y más la brecha que se había creado entre su alfa y ella.

Jeongyeon había descubierto un mundo maravilloso de sensaciones nuevas junto a Nayeon, y juntas crearon tantos sueños y metas, como el de tener una hermosa casa, la cual había diseñado con mucha ilusión, tener algunos niños y conocer más profundamente la conexión que habían encendido al hallarse por primera vez entre la multitud. Pero todo se había visto abruptamente interrumpido, cuando su padre se vió atacado por un paro cardíaco fulminante y su puesto vacío pasó a su mando, entonces se había dejado absorber por su pérdida.

Su alfa había sido sumamente comprensiva desde el primer instante, y la incentivó a seguir los deseos de su corazón. Jeongyeon se sintió segura con esa respuesta, y junto el dolor por haber perdido a su padre, la llevó a creer que, seguir sus últimos deseos sería un modo muy sencillo de honrar su memoria. Pero había sido muy ilusa al creer que sólo se trataba de un trabajo como cualquier otro, lamentó. 

Deslizó aquellos pensamientos, pues recordar a su padre le ponía aún más triste. Se acarició el pecho como si de ese modo pudiera conectar con esa loba perdida, y la misma arremolinó todos sus sentidos al reencontrarse con ella. Una insistente oleada fríocalor la recorrió desde los pies hacia los hombros y rápidamente la irrupción de media tarde llegó a su mente con más claridad.

Sus mejillas se ruborizaron mientras recordaba las firmes manos de su alfa recorriéndola de ese modo tan insolente, con tanta posesión como si su cuerpo le perteneciera y solo funcionara entre sus brazos al mando de sus caricias. Efectivamente, Yoo Jeongyeon dejaba de ser dueña de sí misma y de su loba cuando Im Nayeon entraba en escena, pues todo racimo de razonamiento la abandonaba y se entregaba sumisamente a su ímpetu, a esa férrea pasión con la que le había paralizado desde la primera vez que se toparon una con la otra. 

¿Qué le sucedía? De pronto su cuerpo la anhelaba más que antes, más que siempre y recordó ese aroma, lo percibió seco y amargo, más de lo que lo había sentido jamás, su omega estaba hiperactiva e incontenible, mientras ella olfateaba nuevamente el aroma en todo el lugar, añorando su presencia.

Su alfa estaba molesta y agresiva, percibió, pero diablos, Nayeon se había molestado muchas veces antes y aún así, nada se comparaba con ese aroma. Su corazón se aceleró de preocupación. Había una increíble mezcolanza de ira, rencor, deseo y ansiedad en ella que la llevó a recorrerse la marca que le había hecho hacía... ¿Hacía cuanto? 

Su loba gruñó y ella se removió sobre su asiento. Tres meses. ¿De verdad había pasado todo ese tiempo? Su omega aulló y ella tembló manoteado el supresor, pero una vez tuvo la pastilla sobre sus manos, dudó por milésima vez. Cielos, ella ni siquiera había notado que los días se habían ido tan de prisa, había estado tan ocupada entre documentos y posibles nuevos inversores, que estaba demasiado exhausta para pensar en nada más. 

"—Tienes razón, te veré en casa luego, Jeongyeon. ¡Regresa cuando te de la gana!" 

Las palabras se repitieron en su mente una vez más mientras intentaba entender lo que la abordaba y detener el estremecimiento que recorría su piel, más se detuvo al sentir la marca punzarle con intenso dolor.

—Sss... Luna, ¿qué sucede conmigo? —Siseó, cuando sintió el insistente rubor y la insoportable inestabilidad que la mantenían tan incómoda. 

Su cuerpo y su mente estaban con esa alfa inoportuna, ahora que había conectado con su omega. Nayeon había dejado un sabor amargo a culpa, arrepentimiento y anhelo que no podía seguir ignorando. 

¿Qué era lo que la tenía tan inquieta? El aroma amargo e intenso de Nayeon había quedado en su oficina, tenía que ser eso. Ella se puso de pie y sus piernas aún temblaban como la primera vez que su alfa había tomado su cuerpo. Recordaba perfectamente que esa misma sensación la había recorrido por días y le había dolido la vagina por algunas horas, pero quitando aquello se la había pasado juntando los muslos para intentar dominar el deseo que tenía por ella y que no parecía desear ceder un solo instante. 

Sí, aquella era la interminable sensación, era un insoportable deseo. Su marca palpitó como si le diera la razón y la realidad cayó sobre ella como un rayo. Su perfecta y maravillosa alfa estaba en celo. ¡Pero claro que sí! ¿Cómo había sido tan idiota de no reconocerlo? Estaba en su aroma, en sus cambios de humor, en el abrupto entusiasmo de sus besos, de sus caricias. De seguro era a causa de esos malditos supresores que nunca dejaba de tomar.

La omega deslizó la mano que tenía sobre su marca, en una caricia muy similar a la que Nayeon le propiciaba cuando adoraba su cuerpo, jadeó ante su ausencia, y presionó los muslos otra vez. Su cuerpo estaba listo para recibirla, porque ella la necesitaba, su alfa la necesitaba y ella no estaba en casa para consolarla.

—¿Toc-toc? —Llamó la carismática Hirai Momo y se extrañó de ver a la arquitecta tomando sus cosas con una prisa que evidenciaba el nerviosismo de sus trémulas manos —¿Arquitecta? —Habló la nipona, al ver su semblante inestable en ella.

Cuando la rubia la buscó, su alfa se removió en su interior, parecía estar en celo, pero no lo estaba, su aroma estaba en la habitación pero era suave y amable, como lo recordaba. 

La japonesa se sintió algo abrumada por esa expresión, su labio inferior temblaba, su manos también, su fleco desordenado estaba algo húmedo y su expresión era de... de tristeza, olió.

—Momo... —Se irguió y alizó su falda con la mirada vidriosa —Lo-lo siento, pero no firmo, no leo, no puedo y ya me tengo que ir. —Advirtió con la voz repleta de nerviosismo. 

Momo arrugó la frente cuando alzó sus cejas y se miró confundida con Mina, quien estaba justo detrás de ella, con el entrecejo fruncido. 

—¿Ya se va, Arquitecta? —Consultó la menor, apoyando la carpeta sobre su pecho, sin creer sus palabras. 

—S-si, si. Tengo... tengo un asunto urgente que atender y no puede esperar un segundo más. —Admitió en un susurro, intentando dejar todo lo más ordenado posible, mientras guardaba su laptop para llevarla a casa.

—Pero tenía una cita que... 

—¡Pues la cancelas! —Determinó alzando demasiado la voz. Ambas mujeres le miraron más que asombradas, cuando ella respiró y acomodó su semblante con una mano sobre su estómago. —Lo siento. —Musitó obligándose a recuperar la calma, antes de terminar de tomar lo que realmente era de su utilidad en fin de semana. Estaba segura de que no regresaría porque Nayeon la necesitaba y eso no era algo que negociar, no cuando acababa por ser consciente de ello. Su alfa necesitaba de ella y ya no iba a incrementar esa distancia, no después de tanto tiempo. Su loba saltó de la emoción, aprobando esa decisión.

Momo le miró ahora con la boca abierta y Mina alzó una ceja disconforme, ella sabía lo que sucedía, pues lo había percibido muy bien. 

—Arquietecta, ¿le puedo enviar estos papeles por email, para...?

—Hirai, déjame en paz. —Musitó con la voz apresurada. 

La japonesa detalló la expresión que detonado la omega, sin creer aún su atropello. Entre tanto y tanto su rubor, el modo en el que respiraba por la boca con prisa y el aroma que poco a poco se iba intensificando a su alrededor y su alfa se vió peligrosamente abordada por su amabilidad en cada una de las notas acidas en ella, exquisito.

Sí. Le había encantado esa omega alguna vez, pero comprendía que Yoo Jeongyeon había tomado una decisión y ella no era quien para cuestionarla, ni siquiera habían sido amigas antes. La nipona había dado por hecho que, admirarla en la distancia, era lo mejor. 

—Dile a mi hermana y a Sana que regresen a casa, nadie trabajará este fin de semana. —Ordenó con firmeza.

—Pero...

—¡No puedo regresar Mina! —Le detuvo y respiró con dificultad al notar que no podía controlar su agresividad. 

—Lo que usted diga, Arquitecta —Respondió la alfa, como era debido y Jeongyeon le respondió con una sonrisa demasiado forzosa, de agradecimiento.

—Que no se te olvide notificar a mi hermana. Es todo por hoy. —Determinó y Mina fue quien abrió la boca esta vez.

—Yo misma les avisaré Arquitecta, estoy segura de que les dará mucho gusto. 

—Muchas gracias. —Dió un largo y profundo suspiro —Bueno. Que tengan buen fin de semana. Lárguense de aquí, si me entero que alguien quedó en el edificio, les despediré. —Señaló pasando junto a ambas. Momo alzó un dedo y se detuvo al notar que tan siquiera esperó por una respuesta. 

—¿Qué rayos le sucede a esta mujer? —Murmuró sin poder apartar los ojos desde donde la rubia había abandonado la oficina y las había dejado allí con esa breve estela de su delicioso aroma.

—Ya se estará volviendo loca quizá... —Se burló con una sonrisa, luego de dejar la carpeta que traía sobre el escritorio y apoyó el trasero sobre este —Le advertí al Ingeniero que sería demasiado para ella, Seungyeon unnie estaba más lista para este puesto. —Comentó la omega japonesa, con expresión de suficiencia.

—¡Ella es actriz! —Masculló Momo, horrorizada por sus tontas palabras. 

—¡Pero es alfa! Y tiene el carácter innato, en cambio ella es una omega demasiado... débil... —Habló con naturalidad. La alfa junto a ella volteó los ojos.

—La Arquitecta Yoo ha llevado muy bien el funcionamiento de esta empresa desde la pérdida del Ingeniero. Además, ha sido muy generosa de seguir el proyecto conforme al de su padre. De hecho gracias a ella aún conservas tu trabajo. Todos están de acuerdo que deberías de regresar a archivos. —Comentó con la misma expresión de disconformidad.

—Me importa una mierda lo que piensen sobre mi, el Ingeniero no creía lo mismo y nadie tiene derecho de criticar su criterio. —Habló la omega entre dientes.

—Todos sabemos los motivos por los cuales él te... 

—¡Cierra la maldita boca Hirai! —Le detuvo, haciendo carcajear a la alfa pelinegra, quien le dió una caricia sobre el hombro con sarcasmo y algo de ternura.

—Solo deja de presionar a la administración, porque no eres santo de la devoción de nadie, y deja de jugar con ella, porque acabarás en la calle Myoui... —Determinó una seria Momo, antes de regresarse por donde llegó. 

—Eso es lo que tú crees idiota... —Murmuró una molesta omega. —Pero yo te vi primero Im Nayeon... —Musitó con una sonrisa cínica, antes de dirigirse por la oficina que olía al impregnante aroma de la alfa. —Tu eras para mi alfa... Ya encontraré mi oportunidad de hacértelo entender a ti y a esa tonta omega rubia... —Musitó con una sonrisa de lado, una vez tomaba asiento en la silla de la dueña de la oficina.

Jihyo se limpiaba algunas lágrimas de sus ojos, se miraba en el espejo y luego bajaba la vista al cesto de basura donde acababa de tirar una nueva prueba de embarazo. Negativo. Siempre era ese el resultado. Se retiró el maquillaje pues su esposa no tardaba nada en llegar y quería lucir impecable. Después de todo, no era necesario que Sana lo supiera esa vez, estaba cansada de darle malas noticias. 

Unos minutos mas y bajó al comedor para esperarla ahí pues, la mayor solía regresar a casa una o dos horas después que ella. No pasó mucho cuando la alfa dejaba su bolsa en la sala y se acercaba a ella para rodearla con sus brazos. 

—¿Me extrañabas? —Preguntó la alfa con su habitual tono de broma y complicidad. Jihyo sonrió al rodearle su cuello con sus brazos, buscándola con su boca. 

La pelimiel recibía el beso con demasiado entusiasmo del que esperaba, pero rápidamente se tensó al sentir como Jihyo iba aflojando el nudo de la corbata del uniforme de la empresa que aún traía puesto. 

—Te extrañe mucho, ¿Tu a mi no? —Susurró contra su cuello, y la alfa tragó ante sus insistente caricias. No otra vez... 

—Hyo, yo tambien te extrañé pe-pero... —Suspiró al sentir sus persistentes caricias. 

Ella se veía perfecta como cada día, pero los rumores se volvían cada vez menos discretos y la exigencia de Jihyo en cuanto a un bebé, cada día más intenso.

—...pero hoy no, cariño. —La detuvo, apartándose de ella lo más suave que pudo y caminando hacia la cocina buscando que cenar. 

Sana podía oír y sentir como la seguía de cerca, pero por más tentada que se sintiera, su cuerpo estaba demasiado cansado para las exigencias de su omega. Su loba le gritaba que la tome, pero su lado racional le hacía notar que ese comportamiento no era correcto en su hermosa Jihyo y no podía ignorarlo más.

—Sólo quería que te sintieras cómoda... que pasáramos un rato tu y yo —dijo entre triste y desesperada, tomando su brazo intentando detener sus pasos. —Perdóname —La buscó con sus grandes y bellos ojos —Sólo quiero hacerte feliz y quiero que tengamos una familia feliz, para eso nos casamos ¿verdad? 

—¿Que insinúas Jihyo? —Se volteó la alfa con demasiado impulso, ¿a poco ella comenzaba a creerse los rumores? 

Sana la miró fijo, esperando siquiera una expresión que le explicara sus dudas, pues, no podía creer que luego de todo lo que hacía a diario para convencerla de ese amor, opciones que se iban agotando por insistir, intentando convencerla ¿Acaso no le bastaba con aquellas dos semanas seguidas que llevaba desvelándose para poder embarazarla? 

Minatozaki amaba a su esposa y el sexo con ella no era un problema en lo absoluto, pero aquel asunto la estaba agotando y estaba a nada de entrar en una crisis nerviosa, si ahora ella le indicaba que dudaba de sus sentimientos. 

—No, nada mi amor —Bajó la mirada, un poco aflijida e intimidada por la repentina mirada rígida de su alfa. Ese miedo que la carcomía por dentro la estaba llevando demasiado lejos —No te enfades por favor, pero es que... —Hablaba con nerviosismo, evidenciando sus inseguridades —Yo siento que ya estás cansada de mi, que ya no quieres estar conmigo y no quiero perderte... —Hablaba la pelicorta, ya con lágrimas en los ojos. 

—No... —Se acercó bajando por completo la guardia y la abrazó por la cintura acercándose a ella de nueva cuenta —No me perderás, porque estoy amarrada a ti, omega... —Le indicó acariciando sus labios —Te amo Jihyo, y quiero una familia contigo, pero debes dejar que el tiempo accione con su sabiduría —Tomó sus mejillas para que la viera a los ojos —¿Si comprendes? 

—Pero es que yo no tengo tiempo alfa, tiempo es lo que me falta ¿no entiendes? Si embarazarme ahora parece imposible ¿tu crees que más adelante será mas sencillo? —Dijo tan aflijida, que las lágrimas desbordaron de sus ojos —Ya no soy una niña y me da miedo no poder darte una familia, porque si es así, entonces no podré darte nada... —Se hundió en su pecho, destrozada, porque así se sentía y no podía evitarlo. 

—P-pero... —Podía percibir el dolor en sus bellos ojos y en el intenso agrio de su aroma —Pero Jihyo-ssi, mi amor... —La abrazaba con mas fuerza acariciando su espalda y su cabello. La sentía tan pequeña e indefensa en sus brazos —Cariño, lo lograremos. Solo debes relajarte ¿recuerdas lo que dijo el médico? si sigues así, nunca lo lograraremos y no queremos eso ¿verdad? —Intentaba convencerla, porque por mas que quisiera un hijo, mas que cualquier otra cosa, amaba a su esposa y ella siempre sería su prioridad. Levantó nuevamente su mirada y le dió un breve beso de labios cerrados —Por favor Hyo... 

—Haré todo para embarazarme pronto alfa, te lo prometo... —Murmuró un poco más tranquila, pero aún insistente con el asunto, como si en aquello se basara su vida —Voy a poner todo de mi para darte la familia que quieres, mi amor —La besó de nuevo y luego se fundió en un abrazo, ocultando su nariz en su cuello, donde le demostraba todo su amor pero también todos sus temores —Te amo Sanari... —dijo en un pequeño susurro tembloroso. 

Sana cerró los ojos al sentir su cuerpo estrecho contra el suyo. Esa omega acabaría con ella.

—Jihyo, mi amor... —Le decía con frustración en su corazón, lanzando un fuerte suspiro. Su esposa no sabía pensar en otra cosa, ¿qué podía hacer para hacerla cambiar de opinión? Se preguntó por enésima vez. Se apartó de ella y caminó en dirección contraria. —Necesito descansar un poco... 

—Si, claro ¿Quieres que te prepare algo de cenar? ¿O te irás a dormir ya? —Fue tras de ella y luego esperó a que le diera su respuesta. Lucía como una mujer desesperada y necesitada de atención, con cero autoestima y tal vez lo era justo en ese momento —Sé que hoy no pasará nada... sólo quiero estar contigo, como cuando éramos novias ¿no quieres?

Al fin, algo de cordura salió de esa hermosa boca, porque en realidad Sana extrañaba su noviazgo, cuando ninguno de esos problemas las invadía y solo podía pensar en la carcajada estruendosa de esa omega y los interminables temas de conversación de una alegre Jihyo, su Jihyo. 

Así halló la debilidad de su esposa, el pasado. Ese pasado en donde nadie las juzgaba y no había nada de todo lo que las perturbaba en aquel presente, ese pasado en donde solo eran Jihyo y ella. 

—Yo tambien quiero estar contigo como antes... —Se quitó el saco y lo dejó a un lado, antes de quitarse la corbata y acercarse a ella para besar su mejilla y acariciar su espalda y cabello —Vamos a cenar. —Le sonrió y tomo su mano. 

Como si la Jihyo histérica y necesitada la hubiese abandonado, tomó su mano sin que le importara nada del mundo real o más bien del mundo que ella se había creado, y juntas alistaron la cena, entre besos, mimos y risitas tiernas.

—¿Puedes creer lo que la jefa dispuso hoy? Eso fue sin duda un milagro del cielo, después de que nos ha tenido a todos de aquí hacia allá, no tenía mucho de haber llegado cuando cruzaste la puerta... —Refiriéndose a su hermana en tono de burla, una vez estaban sentadas en la mesa.

Entre miradas y bromas, de nuevo florecía esa calida relación que solían ser y que poco a poco, en medio de la rutina y las complicaciones, había quedado en el olvido. Sana rió y meció su cabeza como respuesta. 

—Mi cuñada es todo un amor, tu la mareas... —Dijo dándole un suave beso en la mejilla.

—¿Yo o Mina? —Señaló con sarcasmo.

—Estoy segura de que cuando Jeongyeon sea realmente consciente de la obsesión de Mina por Nayeon, le arrancará los pelos uno por uno... —Carcajeó Sana y Jihyo le miró con duda pues, sería raro ver a su hermana en esas circunstancias tan violentas. —Créeme omega, cuando se meten con tu destinada...

—Realmente crees que Nayeon y Jeongyeon son destinadas... —Comentó ahora. Ellas jamás había admitido tal asunto, pero Sana siempre había estado muy segura de ello, pues para ella era muy evidente que así lo era.

—Jamás vi a Nayeon tan entregada a una relación, cariño, es obvio que algo se encendió en ella al conocer a tu hermana... —Respondió con total seguridad.

—¿Lo crees? ¿Y tu y yo, lo somos también? —Preguntó ahora sosteniéndo sus grandes y hermosos ojos sobre ella.

—Por supuesto que sí, mi loba no piensan en nada que no sea hacerte feliz, besarte y mimarte a todas horas... —Musitó buscando su mano y dejando un beso sobre su anillo de matrimonio.

—Eres la mejor alfa del universo Sanari... —Musitó la omega haciéndose un espacio sobre sus piernas.

Sana rió ante aquella necesidad de su omega de estar sobre ella a todas horas y extrañó sus días de noviazgo, una vez más, pues Jihyo no podía estarse lejos de ella un solo instante y eso siempre la había colmado de ternura, a la vez que hacía bailar a su loba de la emoción.

Cuando la amena y sencilla cena había acabado, ambas caminaban hacía la recamara que compartían. Jihyo iba delante de Sana subiendo las extensas escaleras, moviendo sus caderas frente a sus ojos. La alfa se sonrió como idiota, observando sin pena alguna cada centímetro de sus piernas sin que ella lo notara, o eso le gustaba creer. 

Jihyo podía notar sobre ella la mirada de Sana así como también notaba el modo en el que su aroma se intensificaba a su alrededor arrullándola, pero tampoco le hacía caso pues no quería hartarla, no esa noche. 

—Ahg, los tacones me están matando cada día un poco más, pero sino luego no te alcanzo... —Bromeó la omega al entrar a la habitación, para luego dejarse caer en la cama —¿Me pasas el camisón, por favor? —Preguntó sin mirarla mientras se masajista los piel adoloridos.

—Claro —Respondió oyéndose más ronca de lo que imaginaba, ¿Qué tenía de pronto esa noche, que la atraía tanto? ¿Sería por esa deliciosa cena que compartieron como hacía un tiempo antes no lo hacían? Tomó su camisón y se acercó, dejándolo a un lado. Pero decidió accionar al ver que su blusa se había movido y su falda subida la estaba seduciendo —¿Te ayudo, querida? —Le preguntó con una sonrisa seductora a la vez que rodeaba su cintura y bajaba el cierre de su falda. Jihyo tomó su bata y se incorporó, para darle un beso. 

—No, gracias mi amor —La dejo ahí y se metió al baño, con esa sonrisita tierna, para despojarse de su ropa y ponerse su bata. 

Una vez lista, Jihyo salió del baño, dispuesta para dormir, era muy sexi pues le gustaba lucir bien y eso a su alfa la volvía loca, lo sabía. Pero esa noche, la misma había dicho que no quería, así que no lo intentaría porque deseaba respetar a su alfa, ya no quería hacerle daño con sus insistencias.

—¿Qué tanto me ves Sanari? Es la misma pijama de ayer y de siempre... —Volteó los ojos con humor. 

—¿Qué... no puedo verte? —Preguntó quitandose la camisa y acercándose a ella como lobo feroz —Sé lo que tramas cariño y dejame admitir que... —Habló sobre su mejilla mientras subía una mano por su trasero hacia su espalda apretandola contra su cuerpo —... está funcionando. —Abrazó su cintura por completo.

Cuando la alfa alcanzo su boca, le arrebató un delicioso beso mientras la deslizaba hacia la cama. Volver a sentir a su omega, la había atraído y observar cada detalle en ella, le tranquilizaba mucho su repentino cambio de actitud. 

Para Jihyo, volver a sentir sus caricias esas llenas de pasión y de deseo y no aquellas por obligación, la hacían sentir viva de nuevo. 

—No tramo nada... —Habló entre besos, recorriendo su ya desnudo y marcado abdomen con sus finas manos —Creí que íbamos a descansar... —Soltó una risilla por que en realidad le había creído —Me encanta tu concepto de "hoy no", alfa... 

—Sabes que no sé decirte que no... —Le murmuró sobre los labios estirándolos y levantando el camisón, para acriciar la sedosa piel de sus muslos —Cielos, Jihyo... —Gruñó cuando sintió sus suaves manos sobre su cuerpo y estiró la tela para descubrir sus pecho y poner su atención en ellos —¿Quieres descansar aún? —Preguntó deslizando y trazando con su húmeda lengua sobre su piel —Dime... —Presionó sus bonitas piernas alrededor de su cintura haciéndole sentir su deseo por todo su ser. 

Jihyo apenas y se acordaba de respirar después de tremendas caricias, sentirla como hacía mucho no lo hacía la estaba volviendo loca. 

—Es lo que menos quiero, amor —Pudo alcanzar a decir antes de apresurarse a tomar sus labios entre los suyos y saciarse de ellos, mientras sus manos desabrochaban el pantalón de su esposa después de sentirla en sus manos. 

Sana se apresuró a quitarse la prensa que comenzaba a estorbar y luego a deshacerse de su sensual pijama, para dejarla por completo desnuda y a su merced.

—Eres la omega mas bella que he conocido Jihyo... —Dijo sin acabar de contemplarla —Eres todo lo que necesito ¿comprendes? —Dijo cuando sostuvo sus piernas y se ingresó en ella. Las sensaciones florecieron en la superficie de la piel alterada y pronto luchaban juntas por llegar a la cima. 

—Te amo —Repetía una y otra vez agitada por el vaivén de sus caderas y el ir y venir de Sana dentro ella. 

La habitación se había colmado de gemidos llenos de placer y ella con sus uñas aruñaba la espalda de su alfa mientras sus piernas la abrazaban por la cintura. 

—Tu eres todo lo que necesito —Repitió por fin llegando a lo más alto.

Jihyo solo cerró los ojos para disfrutar de cada sensación que la abordaba, sintiendo todo de la alfa en su interior, llenándola en todos los sentidos. 

—Te amo Jihyo... Te amo —Repitió con la respiracion agitada, antes de volver a besarla y acariciarla con sus manos y su piel. Cuando se echó a un lado y la arrastro junto a ella, besó su frente y la sostuvo entre sus brazos. 

Todo parecía haber cambiado y eso relajaba todo dentro del cuerpo y la mente de Sana, pero no parecía sentir lo mismo aquella omega junto a ella, que mentalmente hacía cuentas sobre sus días de ovulación, sin poder evitarlo.

Ingresó por la puerta con la ansiedad y la emoción aprisionado su corazón y acelerando su ritmo. Tenía aún la boca tan seca, la piel tan sensible y la marca le enviaba una sensación casi dolorosa que le quitaba el aliento. Jeongyeon sabía que no era un dolor físico, sabía que era el dolor que sentía su alfa ¡Y por amor al cielo! Necesitaba detenerlo con urgencia.

Con prisa, dejó caer la bolsa junto a la puerta, al igual que sus tacones y sin tiempo a pensar en donde, comenzó a buscar a su alfa. Su aroma estaba bastante agrio, fuerte, seco y no daba la mejor de las señales extendiéndose en su pequeña y discreta casa. 

La omega sentía que el corazón le atravesaría el pecho si no hallaba a esa alfa pronto, lo bueno es que no tardó más que un recorrido por las escaleras para hallarla en su habitación. 

—¿Por qué ya no me amas omega? ¿Qué mierda fue lo que hice para perder tu amor? —Balbuceó la castaña, con aquella voz entrecortada.

Jeongyeon jadeó y se tomó la boca al verla echada sobre su cama como una gran equis sin voluntad. Su marca pulsó nuevamente y un gemido se le escapó al presentir el dolor de Nayeon. Oh Dios, lo que menos deseaba era hacerle daño a su alfa ¿Qué diablos sucedía con ella? ¿Cómo había permitido que sucediera algo como eso?

—¿Pero qué rayos sucedió mi amor? —Consultó al correr hacia ella. Se asombró de notar que el aroma insoportable de su alfa no era ese tostado, cálido y atractivo, sino que estaba muy seco, arenoso y agrio. La culpa se removió en su estómago, tanto que quiso vomitar.

—Esa omega ya no me ama, ¿Lo sientes aquí? Ella me odia porque no soy el maldito matemático con el que ella soñaba y solo soy una imbécil soñadora... rayos, debí haber seguido la carrera de abogacía, yo sabía que hacía mal, pero ella me dijo que no sería un problema y le creí... —Lloriqueó mientras se movía de costado y se acuclillaba. 

—¿De qué hablas Im Nayeon? Tu eres todo lo que necesito... —Musitó dejando algunos besos por sobre su mejilla notando el calor de su cuerpo. —Oh Luna, mira como estás... 

—Omega, ya no me mientas, tu distancia me hace tanto daño... —Tembló sintiendo la angustia recorrer su cuerpo. Jeongyeon jadeó al sentir esa sensación de dolor presionando la marca. 

—Basta Yeonnie, no digas eso... —Le regañó intentando despojarla de sus jeans.

—Debiste de haberle hecho caso a tu padre, quizás Kang Daniel era mejor para ti... —Lloriqueó haciendo punzar la marca otra vez. Jeongyeon siseó ante esa insoportable sensación que se intensificaba cada vez un poco más.

—Basta Nayeon, tu sabes que él no era más que un narcisista, además sus ojos estaban sobre Jihyo... —Le recordó inútilmente, pues sabía que esa alfa estaba muy herida para analizar nada en ese momento.

—Pero él estaba destinado a ti, tú eres demasiado perfecta omega, eres perfecta para cualquiera menos para mí, yo soy una imbécil que no sabe hacerte felíz... —Gruñó haciendo remover a la loba de su omega.

—Cariño, me haces sentir tan culpable ahora mismo, nadie me hace más feliz que tu Nayeon... —Lloriqueó Jeongyeon buscando su toque, aquella marca que materializaba el lazo, dolía por su rechazo. Y dolió aún más cuando Nayeon la apartó. 

—No soy suficiente para ti Yoo Jeongyeon, eres una perfecta rosa de jardín y yo soy un maldito potus... —Escupió intentando apartarla. Jeongyeon no pudo evitar reír ante esas tontas palabras.

—Eres una tonta dramática. Ven aquí alfa, coopera por favor. —Suplicó la omega, intentando sostener a su pesada alfa. 

Pese a su altura promedio, su larga cabellera castaña, su dulce sonrisa tierna y el rubor de sus mejillas, su alfa tenía unos brazos fuertes y unas piernas muy pesadas con las que siempre la sostenía contra sus cuerpo. 

Al mantener el contacto que las unió, cuando Jeongyeon la abrazó para poder dirigirse hacia el baño, la alfa la sostuvo contra su cuerpo, buscando contacto. La rubia se quedó sin palabras al hallarse en esa mirada oscura y diladata, que destilaba todo su amor por ella.

—Dame una noche más omega, una noche más y te dejaré libre... —Nayeon sollozó de un modo demasiado tierno que hizo a Jeongyeon cargar los ojos de angustia —¡Oh no! No puedo ni pensar en la idea de dejarte ir, soy una maldita egoísta... —Meció la cabeza, apoyando el rostro contra sus pechos y Jeongyeon se rió ante el lamento de su alfa. 

—Que tonta eres Yeonnie, no puedes dejarme ir porque no es lo que deseo tampoco, amor. Anda, ponte en pie así te puedo dar un baño, ¿de acuerdo? —Preguntó con su dulce y sereno tono de voz.

—Me bañe por la mañana... —Puchereó la alfa.

—Estas ebria. —Le remarcó la omega sintiendo el fuerte aroma a vino.

—¿Te gusto ebria? —Preguntó en un ronroneo y Jeongyeon suspiró aún entre sus brazos. Su cuerpo reaccionó a su acercamiento y sintió el lubricante rodear su centro. Mierda, esa respuesta fisico—espiritual había sido demasiado espontánea.

—Tu... tu me gustas de todos los modos alfa, ¿tomaste supresores? —Consultó abrazando su cuello y extrañándose con la falta de intensidad en su aroma y la poca respuesta de su loba. La alfa asintió contra su pecho. 

—Creí que de ese modo podría soportarlo, pero no puedo dejar de pensar en ti de todos modos. Entonces comencé con una botella de vino y todo se jodió más... —Sollozó aún en aquella bochornosa posición. 

Jeongyeon recorrió el largo de su cabello, intentando tranquilizarla con su aroma. Un instante después, desprendió su cara de su pecho, para buscar su mirada. 

—¿Aún con supresores? —Preguntó con ternura. La alfa asintió apenada.

—Estoy jodidamente enamorada de ti... y—y... —Insistió con aquella expresión disconforme de dolor, tristeza, angustia y aquello que palpitaba en su marca. —Estoy en celo...

—Mierda, mhm... —Jadeó Jeongyeon deseando saber que era lo que tanto le dolía a Nayeon. —Lo sé, y me estás haciendo daño, ¿puedes decirme que es lo que te angustia tanto? Mi amor, s—solo estuve un poco ocupada, pero te prometo que... 

—No me hagas más promesas, ya no te creo nada, nada... —Meció la cabeza nuevamente contra su pecho, intentando huir de su mirada la cual siempre la convencía —¿Acaso no me habías prometido una familia? —Aquellas palabras pusieron en tensión todo el cuerpo de la menor —¿A dónde están mis cachorros omega? ¿A dónde está nuestra familia? Ya tengo treinta y dos años y aún no tengo mi gran familia junto a ti... —Sollozó exponiendo su dolor ante ella.

—Y—ya hablamos de eso Yeonnie... —Musitó sin detener las caricias que propiciaba sobre su cabello. 

—Haz dejado de tomar esas pastillas desde hace meses, y sé que estos últimos no hemos podido, pe—pero... 

—Todo a su tiempo amor... 

—¡No! —Exclamó —No quiero que pase más tiempo, yo quiero mis pequeños bebés contigo ahora, quiero tener muchos cachorros contigo Jeongyeon, ¿tu no quieres tener a mis bebés? Te prometo que la pendejez no se hereda omega, y estoy segura de que todos serán tan listos, hermosos y perfectos como tu... 

Jeongyeon sollozó cuando la marca volvió a punzar. El dolor de su alfa era el suyo, sin duda alguna había dañado más de lo que esperaba a su Nayeon.

—Basta... —Suplicó la omega, devolviendo el abrazo a su alfa. 

—Te necesito Jeonnie, te necesito, por favor, regresa a mi... —Sollozó presionado el abrazo contra su cintura, para pegarla contra su cuerpo. 

El dolor había cedido y supo que poco a poco Nayeon se había calmado, algunos minutos luego. La presión contra su cintura ya no era tan dura, su respiración era más tranquila, no tanto así como la de ella, pues su cuerpo estaba listo para corresponder y saciar las necesidades de su alfa.

El efecto como tal, había cedido tan lento que Jeongyeon había tenido tiempo de darle un baño y dejarla descansar en lo que el efecto del alcohol abandonaba su cuerpo.

La oscuridad y algunos reflejos de las luces de afuera ingresaban por las cortinas abiertas de las ventanas de la recamara, cuando Im Nayeon parpadeó resintiendo un intenso dolor de cabeza y la boca tan reseca como su aroma.

La alfa gruñó al ponerse en pie y dirigirse al baño, ansiosa por beber el agua que tuviera más cercana. Una vez más espabilada, se halló en el espejo toda ruborizada, caliente, inquieta y enferma, cuando ese aroma llegó como un relámpago por la puerta y su loba enloqueció de solo percibirlo. 

Nayeon olvidó todo lo que la molestaba y, como atraída por el canto de una sirena, comenzó a perseguir los rastros de su omega. Olfateó por el pasillo, hacia las escaleras, y el aroma se intensificaba en dirección al comedor. Nayeon apresuró el paso y jadeó de gusto de hallarla. Efectivamente allí estaba, no era una ilusión óptica.

Jeongyeon estaba sentada sobre la mesa del comedor, con su laptop atendiendo algunos emails, luego de haber tomado un largo baño de tina. Un vaso de jugo y un sándwich a medio morder estaban sobre la mesa, más ella no le ponía mucha atención.

Como si le hubiera llamado con sus pensamientos, la omega alzó la mirada y se quedó sin respiración cuando la halló viéndola desde el umbral que dividía los ambientes de la casa. Su loba enloqueció y ella se inmovilizó en su lugar al recibir su aroma, tan tostado, tan intenso, tan cálido y tragó, preguntándose si era conveniente decir alguna palabra.

—¿T—te sientes mejor, cariño? —Consultó al notar el semblante extrañamente poco afectado de su esposa.

—Ponte de pie. —Ordenó la alfa haciéndose dentro de la habitación más esperando por ella junto al umbral. El cuerpo de la omega tembló antes de obligarse a obedecer. —Diablos, como te extrañaba... —Murmuró al verla ponerse en pie para ella.

En calcetines y envuelta en una fina, cómoda y ligera bata que adornaba su estilizado cuerpo por encima de sus muslos desnudos. Nayeon tragó cuando descubrió tantos sentimientos en esos preciosos ojos ámbar que tanto adoraba, y su cuerpo reaccionó al instante a su presencia. Todo de ella la necesitaba, a gritos.

—Ven aquí, omega... —Le llamó esperando por ella. Su delicioso aroma se intensificó para su delite y la alfa respiró de su delicioso arándano, dispuesta a tomarla, estrujarla, marcarla y devorarla hasta saciarse de ella como tanto había deseado en lo que había durado su larga ausencia. 

Es que si le sigo se hace muy largo el capítulo, ayuda...

Bueno, ¿esperas conmigo a que acabe el que le sigue? Será este fin de semana sin falta, lo prometo.

Te quiero, tu JazUnnie🌻

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