↠Parte Siete↞
*Flash
—¡Eres una alfa mujeriega! —Lanzó un perrito de peluche en su contra —¡Yo sabía que no tenía que confiar en ti! —Exclamó la dulce omega, con aquel ímpetu y el rostro cargado de decepción. Nayeon esquivó el perrito y luego un conejo de entre los tantos peluches que le había regalado a su omega en lo que llevaban de relación.
—Jeonnie no es lo que tu crees, hablemos por favor... —Suplicó la alfa, negándose rotundamente a perder la confianza que se había ganado de su omega.
—¡Cállate! ¡Tú solo piensas con tu pene! —Reclamó Jeongyeon, lanzando un unicornio.
—No creas en todo lo que ves, omega... —Nayeon lo detuvo con la mano, antes de respirar con fuerza.
—¡Ibas a besarla! ¡Yo te vi Nayeon! —Exclamó una vez más y sus ojillos brillaron al recordar aquella imagen. —Esa resbalosa sigue detrás de ti, ¡Lo sabía y tú decías que no! —Prosiguió con su postura, molesta —¡Porque te gusta que esten detras de ti! ¡Porque no puedes dejar de llamar la atención de cuanta omega se te atraviese! ¡Eres una...!
—Claro que no Jeonnie, solo me gustas tu, escúchame cariño... —Le interrumpió, pero la omega no parecía dispuesta a oír absolutamente nada que viniese de su parte.
—¡Mentira! —Hipó con aquel hermoso rostro ruborizado, dejando ir el llanto que retenía.
Nayeon sintió opresión al ver su reacción. Si no hubiera detenido a Mina, ella la hubiera besado de enserio, Jeongyeon estaba en lo cierto, pero sólo porque se vio abordada por la intensa omega, casi que no vió venir su avance, y luego Jeongyeon hizo su aparición allí. Todo fue tan rápido que apenas si comprendía lo que había sucedido y lo que podría haber sucedido si su omega no interrumpía con intenciones de matar a Myoui Mina.
—Jeonnie, es verdad que ella tenía esas intenciones, pero yo no...
—¡Tenía razón! ¡Alfa tonta eres una mentirosa! —Gruñó otra vez, lanzando más peluches.
Nayeon se regañó por haberle regalado tantos pues, en ese preciso instante estaba siendo demasiado contraproducente, pero no era su culpa que ambas fueran tan buenas en las maquinitas.
—¡Ya basta omega! —Exclamó la alfa, frustrada.
Jeongyeon se detuvo de inmediato, aunque no pudo detener el sollozo que se le escapó de entre los labios. Nayeon presionó la mandíbula al hallarla tan alterada y se acercó a ella, una vez parecía a punto de derrumbarse. Odiaba haber provocado que se alterara de ese modo. Definitivamente debía apartarse de Myoui, por el bien de su relación.
—Tu no me quieres, solo quieres utilizarme. Si me quisieras de verdad no dejarías que otras omegas te besen, Nayeon... —Musitó la omega con sus cabellos claros tomados en un moño ordenado, con la voz pequeña y quebrantada, con sus hermosos ojos derramando tristeza, sus labios inflamados y sus mejillas y nariz rosadas.
Nayeon se reprendió, estaba odiando verla tan afectada, ¿por qué demonios sentía que se podría echar a llorar a su lado? Respiró al notar su desesperación y se apresuró para intentar acercarse a ella.
—¡Suéltame, no quiero que me toques, déjame! —Intentó, pero no pudo detener la fuerza de la alfa, la cual la rodeó con sus brazos para tomar su rostro con ternura así poder buscar su atención.
—Escúchame, mírame cariño... —Suplicó buscando su mirada. Jeongyeon gruñó cuando sintió ese asqueroso aroma a lavanda sobre su alfa y Nayeon rió bajito al notar sus feromonas de furia.
—Eres una tonta Nayeon, a ti te gusta que te miren y te deseen otras omegas, eres una tonta muy... ¡Muy tonta! —Musitó con aquella tierna y curiosa dificultad para decir groserías. Nayeon rió, metiendo la nariz sobre su cuello para respirar aquel delicioso aroma frutal.
—Oh demonios, ningún aroma provoca en mí, lo que el tuyo me provoca Jeonnie, no sabes lo que dices... —Jadeó la alfa sacando el rostro del hueco de su cuello. La omega sollozó una vez más y ella corrió las lágrimas de sus mejillas suaves. —Veme, ¿crees acaso que alguien me podría gustar más que tu?
—¡Muchas omegas! ¡Todas quieren contigo y tu eres mía! —Gruñó, abrazándola con fuerza, rodeando su cintura con sus largos brazos y marcándola con su dulce aroma.
La alfa descubrió sus dientes, para morderse el labio inferior, ella era muy dulce incluso cuando estaba molesta. Su corazón latía con tanta emoción, mientras admiraba su belleza, el corazón parecía que se le fundiría en el interior del pecho, su loba ahullaba de la euforia y ella deseó morderla... sí, por primera vez en una relación, aquella alfa deseó morder a una omega y unirse a ella eternamente.
—Oh Luna... —Jadeó Nayeon, presionando las manos sobre sus mejillas para que la viera a los ojos —Tu eres mi omega, Yoo Jeongyeon —Jadeó la mayor, descubriendo el origen de su insoportable necesidad. Su alfa saltó de la emoción y sus feromonas aumentaron tanto que la omega suspiró y se calmó.
—Alfa... espera, no... —Meció la cabeza bajando la mirada de aquella conexión que parecía inquebrantable. Su pecho se oprimió y sintió aquel deseo insoportable que no la dejaba apartarse de ella, incluso en aquella ínfima posibilidad de que fuera una mujeriega incurable, sabía que la amaría de todas maneras. —Aún sigo molesta...
—No sabes lo que deseo marcarte en este momento... —Musitó la alfa, como si no hubiera oído lo que la omega decía.
—¿De qué hablas? Apenas llevamos seis meses, Yeonnie... —Sollozó, porque se había convertido en una omega demasiado sensible para su propio gusto. Nayeon volvió a sonreír, porque comprendió cuanto la había desequilibrado con aquellas tiernas palabras tan genuinas.
—Deseo marcarte, y no estoy en celo Jeonnie, te deseo a ti, mi loba te desea porque tu eres mi omega... —Musitó presionado aquel abrazo, para pegarla contra su cuerpo. Jeongyeon suspiró al oír sus palabras.
—Estas loca alfa, eso no puede ser posbl...
—Escúchame, nadie nunca me había importado como tú, te prometo que solo deseo que tu seas mi omega... —Le interrumpió la alfa tomando la mano de su omega. Jeongyeon se tensó cuando la castaña le miró muy seria y decidida y, extrañamente, supo más que nunca, que ella hablaba muy enserio.
—¿A que te refieres? —Le miró, algo confundida.
—Hagamos un pacto tu y yo. Si una lo rompe, pues habremos dañado nuestra relación...
—Pero Nayeon...
—Hablo muy enserio Jeongyeon, escúchame. Mi alfa te necesita y yo no quiero perderte. No te voy a engañar omega, me gustaba pasar el rato con las demás, pero no contigo, ¿Acaso no sientes lo que yo siento? Desde el momento en el que tu y yo nos vimos por primera vez, yo no he hecho otra cosa que pensar en ti y buscarte...
—Yo tampoco he hecho otra cosa que pensar en ti... —Admitió Jeongyeon, rodeando su cuello con sus brazos. Nayeon recorrió sus mejilla con sus labios antes de buscar su mirada.
—Te prometo, que nunca más pondré mis ojos en otra omega que no seas tu. ¿Y sabes porque? Porque no creo que pueda volver a sentir lo que siento por ti ahora mismo, omega, no podría amar a nadie como te estoy amando a ti... —Susurró y Jeongyeon lagrimeó conmovida, inevitablemente por sus palabras —No me engañarás jamás, ni yo a ti, ¿de acuerdo?
—Jamás —Aceptó la omega, hundiendo su pequeña nariz contra el cuello de la alfa, quien respiró con calma intentando compartir con ella de su serenidad.
—Te amo Jeonnie, eres mi omega y mi único amor..."
Back*
La alfa presionó los párpados cuando se recostó sobre el lado de la cama en donde acostumbraba a dormir su omega y respiró su dulce aroma frutal impregnado en su almohada.
De pronto detalles tontos llegaban a ella, como aquellos celos, y ese pacto demasiado cursi que se había inventado para intentar tranquilizar a su omega. Jeongyeon había aprendido a confiar en ella, con el tiempo y no la juzgaba la verdad. Era su culpa por haberse dejado llevar por el encanto y la belleza de las omegas que ocuparon su cama alguna vez.
Pero extrañamente Jeongyeon jamás olvidó ese pacto, y basó prácticamente toda su relación en lo que ello significaba, confianza.
Nayeon podía jugar a que sentía celos del evidente interés de Hirai por su hermosa omega, o que la agobiaba la intensidad de Myoui hasta la fecha, pero ella sabía que ninguna de las dos sería capaz de romper con su pacto. Porque Nayeon amaba, respetaba, consideraba, admiraba y confiaba en Jeongyeon, y sabía que era demasiado recíproco como para que pudiera suceder algo que interrumpa en su lazo.
Su relación iba más allá del interés ajeno por meterse entre ambas, la alfa era consciente de que nadie lograría acabar con su relación, a menos de que fueran ellas mismas quienes lo intentaran...
"¡Omega!"
Oyó en su inconsciente mientras intentaba recobrar la conciencia.
"Omega está aquí"
La alfa castaña abrió los ojos ante la penumbra que había devorado la habitación con la llegada de la noche y tragó al sentir la necesidad de un vaso de líquido, por haber bebido algunas medidas demás. Gruñó, al percibir ese delicioso aroma llegar por las puertas abiertas de la recámara matrimonial y parpadeó acomodándose a la oscuridad.
"¡Omega! ¡Omega está en casa!"
Nayeon se alimentó de ese delicioso aroma que la perturbaba hasta orillar el delirio y oyó los pequeños pasos acercarse con prisa. Divisó la hora en su reloj de mano y sonrió, faltaba poco para las seis, pero ya era de noche por la pronta llegada del invierno.
—¿Yeonnie? —Le llamó cuando oyó sus pasos más cerca de donde se estaba sentada sobre la orilla de la cama y la vio aparecer por la puerta, en pocos segundos.
—Mi omega, estas aquí... —Sonrió al verla acercarse a ella. Pero Nayeon ignoró sin querer, lo que había provocado en la que iba del día, en ella.
—Alfa, aquí estás... —Susurró ahora, con su dulce voz de omega y Nayeon percibió a todos sus sentidos intensificarse, como si su voz fuera un maldito reactivo a sus instintos más bajos.
—¿Jeonnie? —Jadeó al verla acercarse a ella con prisa, después de deshacerse de sus zapatos.
La omega le rodeó la cintura con sus piernas y Nayeon intentó anclar los pies sobre el suelo, para sostener su cuerpo contra el suyo en aquella posición.
—Me encanta como dices mi nombre, alfa... —Gimió cuando presionó su cadera contra la pelvis de la mayor, quien gimió como respuesta, al sentir su delicioso aroma impactar en sus fosas nasales con tanta intensidad.
—¿C-cariño? —Tartamudeó la alfa, sintiendo el calor encendiendo su cuerpo casi que de inmediato, por el poder que ejercía su esposa, ¿qué rayos significaba eso? Nayeon se sintió abrumada por la imponente aparición de la omega.
—No lo puedo detener yo, te necesito alfa, tómame... —Jadeó la omega, acercándose a tomar sus labios con los suyos y deslizar la humedad de su lengua alrededor de su cuello y oreja.
—Oh Jeonnie, espera, detente, ibamos, i-ibamos a hablar... —Gimió al sentir como ella rodeaba sus pechos con sus manos y los presionaba, sin detener el movimiento de su cadera. La omega musitó su nombre y Nayeon pudo sentir el deseo tiñendo sus mejillas, tanto como las de la hermosa mujer frente a ella.
—Luego hablaremos cariño, ahora hazte cargo de lo que haz provocado con esos estúpido mensajes...
—Cuales mensaj... —Se detuvo cuando la omega tomó su boca con la suya en un beso carnívoro y salvaje. Nayeon gimió sonoro cuando la omega la arrancó el labio inferior entre los dientes con suficiente fuerza para dejar marcados sus dientes. Su cintura se movía a un compás torturador que incitaba más a la alfa, quien no tardó el rodear su trasero con sus manos para sentirla más estrecho contra su cuerpo.
—¡Ah, esos mensajes! —Fingió haber recordado, los mensajes que habían atormentado la mente de la omega.
—Esos mensajes, alfa tonta... —Gruñó la omega, haciéndola reír por lo bajo.
*Flash
Era hora del almuerzo. La Arquitecta Yoo solía almorzar rodeada de su papeleo, las veces que lo tomaba fuera de la oficina, era porque estaba estaba mediodía una reunión importante o ya estaba demasiado agobiada de su rutina, pero ese día no era la ocasión.
Estaba bebiendo de una botella de agua mineral, cuando un mensaje parpadeó en la pantalla de su teléfono. Sonrió de lado al leer el nombre de su alfa y decidió atender primero a su esposa. Dejó la botella de lado, y puso su teléfono sobre los papeles que había estado leyendo, para abrir el mensaje entrante.
<¿No me extrañas?
12:33 p.m
>A todas horas, te extraño.
12:34 p.m
<¿Puedo seguir haciendo un intento para que desees regresar a casa temprano?
12:34 p.m
>A ver...
12:34 p.m
<¿Recuerdas que dije que tengo imágenes en tu oficina? Si quieres puedo ir a recrearlas contigo...
12:35 p.m
>Alfa, tu sabes que admiro tu imaginación, pero estoy trabajando ahora.
12:35 p.m
<¿Por qué eres tan malditamente estructurada Jeongyeon?
12:35 p.m
>¿Ya te molestaste otra vez? Bueno, si te vas a molestar como la noche del viernes, no pienso quejarme.
12:36 p.m
<Te gusta que sea posesiva...
12:36 p.m
>Me gusta todo de ti, Yeonnie.
12:36 p.m
<Omega, ¿Sabes cual es una de mis fantasías?
12:37 p.m
>Ansiosa por saber.
12:37 p.m
<Mi fantasía más deliciosa es poder tomarte en esa maldita oficina y joderte hasta que desees llevarme allá todos los días.
12:37 p.m
>No necesitas joderme, para desearte aquí todos los días, a todas horas...
12:38 p.m
<Deseo joderte todos los días.
12:38 p.m
>Deseo que me jodas todos los días como solo tu sabes hacerlo, Yeonnie...
12:38 p.m
<Jeongyeon, puedo estar en tu oficina en exactamente diez minutos, ¿lo sabes, verdad?
12:39 p.m
>Cariño, estoy trabajando aquí. Te veo en la tarde, ¿Puedes esperar hasta entonces?
12:39 p.m
<¿Puedes esperar tu, sin que tu conciencia me desee después de todo lo que podría hacerte en tu escritorio si dijeras que sí?
12:39 p.m
¡Maldita presumida hija de una gran...!
Back*
—Alfa mala... —Susurró contra su oído y Nayeon sonrió de lado al sentirla mover su cadera sin pausa. Su pene estaba tan duro por ella, y apenas hacía unos pocos segundos que la veía.
—Jeonnie, ¿cómo hueles tan condenadamente bien, cariño? —Jadeó mordisqueando la piel junto a la marca que había hecho hacia un par de días y que deseaba remarcar con fuerza y mas profundidad.
—Eres una mala chica... —Jadeó la omega presionando sus pechos sobre su camiseta deportiva y luego recorriendo su espalda por debajo de la tela, ansiosa de sentir su calor.
—¿Cuándo llegaste? —Consultó sonriéndose por el modo en el que la omega detallaba los trazos de su piel.
—Hace un momento, pero como no estabas abajo, imaginé que estabas aquí, hueles a alcohol otra vez... —Gruñó ante el aroma que opacaba el sensual aroma natural de su alfa.
—Lo siento... —Gimió cuando Jeongyeon presionó la mandíbula al analizar sus ojeras. Su mirada se encendió de furia y la detuvo cuando intentó desprender su blusa.
—Lo siento, pero es mejor que te quedes en tu sitio. —Musitó, cuando la sintió contra su piel, buscando desnudarla con besos en sus hombros. Nayeon gruñó en desapruebo y Jeongyeon la tomó del cuello buscando su mirada.
—Me alegra tenerte aquí tan temprano... —Se burló la alfa, y la omega presionó la cadera con más prisa. La alfa gimió cuando la omega se deshizo de lo que cubría su torso y alcanzó sus pechos desnudos, pues no traía sujetador alguno. Nayeon gimió alto otra vez sintiendo la humedad de la omega sobre la tela de sus pantalones y salivó al imaginar esas bragas mojadas.
—Ya estarás satisfecha, tuve que dejar todo para seguir mañana temprano, porque no podía dejar de pensar en ti... —Gruñó contra su pecho y Nayeon intentó mover sus manos, pero la omega había detenido ambas detrás de su espalda. La rubia se veía molesta y demasiado excitada. Nayeon no supo si sentir miedo o gusto.
—Lamento decirte que no irás a ningun lado mañana temprano, omega... —Ronroneó contra su cuello y mordisqueó con sus dientes, hundiéndose en su piel, deseando marcarla por milésima vez.
—¡Nayeon! —Gritó casi quedándose sin voz, cuando la alfa se mordisqueó en su piel y de un solo movimiento empujó, para que sintiera su pene rosando su húmeda entrada, solo cubierta por sus bragas mojadas gracias al delicioso acceso de su falda lápiz.
—Extrañé cada centímetro de tu piel, cariño, dime, ¿cuánto imaginaste mientras hablábamos? Me excita que pienses en mi lejos de casa, omega... —Jadeó estrujando sus nalgas entre sus manos.
La omega gimió ante el brusco apretón y, sin siquiera perfer tiempo en quitarse una sola prenda, se apresuró a liberar el pene de su esposa de los pants, hizo a un lado la fina tela de sus bragas y empujó, para tomarla por completo en su interior. Nayeon gimió al sentir sus calientes paredes rodeándola, y por un instante pensó que perdería la conciencia de lo bien que se sentía regresar a su estrecho, caliente, húmedo y sedosa interior.
—Todo el tiempo, a cada instante que paso lejos tuyo, no hago otra cosa más que pensar en ti, Nayeon... —Susurró con tanta facilidad, hundiendo sus hermosas cejas ante su deliocosa invasión.
Nayeon sonrió de solo oírla y empujó su cadera, sin soltar su esponjoso trasero, creando la primera estocada. Jeongyeon gimió más alto al sentirla muy profundamente y hundió sus rodillas contra la cama para impulsarse sobre la alfa y cooperar con ella. Nayeon jadeó ante su movimiento impaciente, realizó la falda para desnudar su trasero y le dió una nalgada dura y conciza que sabía encajaría perfecto para la ocasión.
—¡Nayeon! —Exclamó Jeongyeon al sentir las réplicas de aquella sensación por todo su cuerpo. Las dos manos de Nayeon igualaron la anterior acción pero esta vez para tomarla como apoyo, antes de hablar.
—Móntame omega y hazme pagar por haberte torturado todo el día... —Jadeó al sentir el insistente impulso de su cadera, de tomarla con prisa.
—Si te vienes antes que yo, te cortaré el pene Im. —Se quejó la omega, haciendo reír a la alfa. Aquella posición era un maldito descontrol para Nayeon, quien no podía dominar sus instintos y terminaba viniéndose sin control, la mayoría de las veces.
—Eso lo veremos, cariño... —Susurró la castaña sonriéndose divertida.
Cuando la omega empujó las rodillas y comenzó a brincar sobre su cadera, absorbiendo el pene de su alfa con jodida habilidad. Nayeon presionó los labios ante la deliciosa fricción y su piel se encendió aún más ante las sensaciones que recorrieron su cuerpo.
—Concéntrate Nayeon... —Alentó la rubia, tomándose de sus hombros desnudos para apoyarse con más comodidad.
—Cariño si me hablas con la voz tan ronca, me gusta más... —Se quejó la alfa, haciéndola reír.
—Te daré una recompensa si no te vienes... —Negoció la omega, mordisqueando su cuello con sus labios hinchados y el pene de la alfa palpitó en su interior ante la sensación de su boca caliente contra su punto sensible.
—¿Mejor recompensa? —Ronroneó la castaña, tomándose de su cintura para ayudarle con el ritmo de la embestidas. Sus pechos saltaron frente a su rostro y Nayeon quiso tomarlos con su boca, pero no había podido lograrlo, porque Jeongyeon se negaba a tenerla cerca se su marca.
—¿Cuántas veces piensas moderme alfa tonta? —Replicó la omega, resistiendo aún la marca tan abierta por todo lo que la había mordido Nayeon, el fin de semana.
—Ahora quería morderte los pechos, Jeongyeon. No me provoques o lo volveré a hacer... —Gruñó cuando la omega se desprendió los botones de la blusa y quedó solo en sujetador. —Mierda... —Gimió la alfa cuando ella le ofreció su cuerpo como una ofrenda, sin restricciones, una vez dejó que la blusa la abandone y se liberó del sujetador.
Nayeon tragó antes de tomar un pezón entre sus labios calientes y lo recorrió con su lengua, gustosa de percibir su delicioso sabor.
Jeongyeon apresuró el movimiento de su cadera y gimió alto cuando se abandonó a las sensaciones pulsantes que le provocaban aquella boca experta.
—Oh sí, lo haces tan bien Yeonnie, sigue así... —Suplicó, abrazando su cuello con un brazo, realzando sus pechos con esa posición y pegando su rostro a ellos para que la devore con comodidad.
—Cariño... no te detengas... me encanta como te mueves y me tomas... —Habló la alfa jadeante, antes de llevarse el otro pezón a la boca.
Jeongyeon echó la cabeza hacia atrás dejando que su cabello se mueva figurando la cortina de un gran telón de terciopelo claro, mientras se meneaba cada vez con más prisa sobre su miembro. Nayeon no sabía que le gustaba más, si tomarlo o verlo caer hebra por hebra y moverse al compás de sus arremetidas, al igual que sus hermosos pechos.
—Me-me voy a venir Yeonnie... —Jadeó respirando por sus labios entreabiertos y los ojos cerrados.
Nayeon mordisqueó la delicada piel entre sus pechos que tanto adoraba y ayudó con sus movimientos sintiendo como poco a poco su vagina se estrechaba, casi asfixiando a su pene en su caliente interior.
—Eso es mi amor, hazme tuya Jeonnie... —Gruñó contra su oído y la omega gimió alto al oír el ronco de su voz de mando.
A Jeongyeon le excitaba que la usara mientras hacían el amor, por esa causa no tardó en liberarse, gritando su adorado nombre sin más.
La alfa castaña golpeó en su interior unos pocos instantes más tarde, disputando de su estrechez, del abundante lubricante que le regalaba su orgasmo y se derramó en el delicioso interior de su hermosa omega fascinada con cada espasmo de su delicado cuerpo.
Jadeante, Nayeon retiró algunos mechones que se pegaban por el cuello de la omega y obstruían en su rostro, para buscar la satisfacción que tomaba su hermosa mirada color ámbar después de la liberación, compartieron un beso largo, suave y de labios generosos cuando se acariciaban, sudorosas y extasiadas, mientras el nudo se expandía y Jeongyeon acomodó su mejilla contra el pecho de la alfa.
La alfa posó un dedo delante de su nariz, Jeongyeon miró en su dirección, buscando que señalaba con él y Nayeon presionó la punta en su nariz haciéndola reír como una pequeña cachorra, mientras se acurrucada contra su cuerpo, hundiendo su nariz contra su cuello. No podía ser tan malditamente tierna y hacerla tan feliz.
—Eres perfecta, toda tu lo eres, todo en ti me encanta, mi omega... —Susurró la alfa con toda honestidad brillando en el orgullo de sus ojos y el amor en sus palabras honestas.
Jeongyeon quiso sollozar cuando la alfa la besó nuevamente con toda adoración, mientras acariciaba su espalda desnuda.
—To-tomaré un baño, cariño... —Susurró la omega como respuesta, una vez sus palabras golpearon en la culpa que la corrompía sin descanso.
Nayeon admiró a la omega medio desnuda que abandonó su cuerpo y la devoró con sus ojos.
—Jeonnie... —La llamó cuando la omega estaba lista para ocultarse en el baño y la buscó en la oscuridad de la habitación.
—Si alfa, dime.
—¿Puedo acompañarte? —Suplicó juntando las manos en un ruego y Jeongyeon sonrió sin poder evitarlo, ante esa adorable imagen. Asintió como respuesta y se volteó para ir a la ducha, esperando que Nayeon llegara detrás de ella.
La mujer revisó su horario con pesadumbre, antes de colgarse la bolsa en el hombro y caminar a paso lento y elegante hasta donde dejaba aparcado su auto.
Hirai Momo había aprendido con el tiempo, que si quería lograr un lugar privilegiado en ese empleo, debía trabajar duro y sin descanso, por eso era muy normal que ella fuera la primera llegar y la última en salir de allí. Recordó sus metas y sonrió de lado, solo quería tener un bonito hogar propio, lo demás, viajar por el mundo, hallar a su predestinada, formar una familia, tenía el tiempo por delante para concretarlo.
Un gemido ahogado y un sollozo llegaron desde alguna esquina del parking y la alfa se tensó cuando su loba se alertó casi que de inmediato. Había peligro, podía sentirlo, eran feromonas de temor. Respiró y cerró los ojos para agudizar todos sus sentidos. Cuando abrió los ojos, supo a donde debía dirigirse.
Sigilosamente hizo su llegada entre los pocos autos que quedaban en el parking y la escena fue más clara frente a sus ojos.
Un beta sostenía a la joven Mina contra el inmenso muro que constituía el edificio, y los ojos llameantes de la omega le miraban con odio en su contra.
—Tsk, tsk, detente ahí dulzura. Es inútil que luches, no iras a ninguna parte, hasta que hablemos. —Determinó el beta sin pesar, sosteniéndola del cuello, presumiendo de una fuerza que claramente ponía en desventaja a la omega, presionando su cabeza contra la pared, falto de gentileza y la vista de la alfa se abrumó por un instante ante la ira que la invadió.
La omega abrió demasiado los ojos cuando el hombre murmuró algo junto a su oido ¿Cuándo había sucedido aquello? De pronto estaba bloqueada por el amplio pecho de un maldito desquiciado que, más que una aventura, había sido un torpe error. Mina presionó la mandíbula y le devolvió una clásica sonrisa cínica.
—Suéltame, o gritaré, idiota. —Jadeó con los labios entreabiertos y la tensión endureciendo cada espacio de su cuerpo. El hombre rió de aquel modo cínico que a ella tanto la gustaba emplear.
—No iras a ninguna parte hasta que me devuelvas mi dinero pequeña perra... —Ladró el hombre, muy cerca de su rostro.
La alfa japonesa, que estaba demasiado anonadada con la escena, entendió que el motivo por cuál Mina comenzaba a ponerse demasiado roja para su gusto, se debía al modo en el que aquel hombre la sostenía contra su voluntad y supuso que, por más de que aquella omega fuera el ser más extraño e irritante con el que hubiera coincidido jamás, no merecía trato similar. Pero eso no era lo peor, lo peor era el modo en el que su loba había intentado atacar desde el primer instante.
—¿Todo bien, Myoui? —Consultó Momo, sin detenerse ante la idea de que Mina respiró de alivio, al sentir como el hombre la soltaba, al verse sorprendido por su presencia.
—Cla-claro. —Asintió recorriéndose el cuello con las manos, por donde le sostenía aquel hombre antes de la llegada de la alfa e intentando recomponer la respiración.
—¡Bueno y tu qué! —Estalló el joven hombre, ahora molesto con su interrupción.
Momo no le dió el gusto de dirigirle su mirada, de pronto, solo sentía como sus intintos deseaban proteger a la omega, podía percibir sus feromonas de temor que enloquecían a su alfa, aún por sobre esa expresión de cinismo y autosuficiencia. Ella estaba asustada, lo sabía, su loba no paraba de levantarse en contra de aquel inservible beta.
—Mina... —Le llamó Momo, esperando una respuesta de parte de la omega, quien reparó en como aquel estúpido hombre refunfuñaba ante la imponente alfa quien se había erguido demasiado en su lugar, a la defensiva.
—¡Ella está muy bien! ¿Acaso no la ves? —Ladró aquel perro, pero Momo no estaba interesada en perder su tiempo poniéndole de su atención.
—¡Mina! —Insistió Momo, buscando que la omega hable un poco más. Si de algo estaba segura, era de que no la dejaría sola con ese sujeto.
—Estoy bien Momorin... —Musitó con aquella sonrisa en sus labios, más aún con dificultad en su voz. —Será mejor que hablemos luego. —Comentó hacia el hombre, quien se mantuvo en su lugar como un buen cobarde y la alfa se mantuvo firme, al entender que la omega, efectivamente, no lo deseaba cerca.
El hombre se quiso acercar a Mina una vez más, pero se detuvo cuando escuchó el gruñido de la alfa. Una alfa pura, olió y eso lo detuvo de inmediato, como el maldito cobarde que era.
—Estate segura de eso, estúpida omega. —Comentó regresándose al que, al parecer, era su auto y rechinando las llantas en su huida.
Mina tragó con dificultad una, dos y tres veces hasta que notó que la alfa seguía con sus ojos sobre ella, al percibir de su aroma.
—Está todo bien Momorin, ya puedes irte. —Señaló temblorosa, mientras intentaba recuperar su rumbo.
Momo admiró el modo en el que ella se contuvo para no largarse a llorar. Aquella omega la sorprendía una vez más con sus salidas. Una omega promedio se habría derrumbado ante un ataque semejante, pero ella pudo ver en el frío de sus ojos, que parecía estar acostumbrada al trato similar.
—Claro que no omega, hasta que te deje en tu casa. —Señaló la mayor, señalando en dirección de su auto. La menor meció la cabeza más, no llegó a quejarse de la hospitalidad, que la alfa habló. —Sígueme. —Ordenó sin siquiera esperar que ella se hubiera recuperado por completo y Mina suspiró, antes de dirigirle una mirada cruda, para al final obedecer.
¿Porqué lo hacía? ¿Porqué la ayudaba? ¿Porqué la quería a salvo y porqué insistía para que así fuera? Momo se vió realmente abrumada con esa actitud de su parte. No estaba segura de lo que estaba haciendo, solo estaba segura de que no dormiría tranquila, si no dejaba a Mina en su casa y a salvo.
Era la primera vez que no se veía con su omega durante tanto tiempo en el día, después de dos años de matrimonio Minatozaki Sana entró en casa después de un día de trabajo, ansiosa por ver a Jihyo, y había sido el maldito día más largo de su vida. La alfa se apresuró a liberarse del corbatín que rodeaba su uniforme de trabajo, caminó dejando el portafolio en el que movilizaba sus planos de la oficina a casa, y su bolsa, lista para buscar a su hermosa omega para hablar.
La extrañaba mucho, su loba no dejaba de llorar, de identificar su angustia que la llenaba de remordimiento, la necesitaba, su loba estaba igual de triste y angustiada por esa tonta distancia, ella no podía vivir sin Jihyo, de eso estaba muy segura.
La buscó por toda la extensión de la casa y al final imagino que en el único lugar en donde podría estar, era en la recámara de huéspedes, la pregunta en ese caso sería ¿Porqué estaba ahí y no en la que compartían juntas? Tocó en la habitación al notar que la puerta estaba con seguro y esperó, moviendo el pie con impaciencia.
—¿Si? —Se oyó su hermosa voz mermada, desde adentro de la habitación y el corazón de Sana se oprimió en su lugar.
—Cariño soy yo. Sal por favor, hablemos. —Suplicó la alfa y tragó cuando no hubo una respuesta inmediata.
—¿Ya se te pasó el enojo? —Consultó sin poder evitar oírse con reproche y la alfa supo que lo merecía, había perdido el control con su actitud malhumorada.
—Vamos Ji-, ¿podemos hablar sobre eso, por favor? —Intentó, más dentro de sí sabía que esa omega no lo haría tan sencillo esta vez.
—Será mejor que hablemos mañana Sana, estoy intentando descansar, mañana tengo mucho trabajo que atender y supongo que tu también, no quiero entretenerte... —Musitó desde adentro y la loba de la alfa se volvió incontrolable, como sus deseos por echar la puerta abajo.
—Oh, vamos omega, abre la puerta por favor... —Intentó una vez más.
—Mañana hablaremos, Sana. Es mejor que vayas a descansar. —Señaló con una sonrisa triste.
—Al menos, ¿puedes venir a la cama? —Suplicó la nipona pelimiel, apoyando la frente contra la puerta.
—Será mejor que por ahora mantengamos la distancia. —Señaló con la voz trémula, mientras se abrazaban las piernas y apoyaba el mentón en su rodilla derecha. Sana bufó al oír su respuesta.
—Por favor Ji-... —Suplicó la alfa, apoyando ambas manos sobre la robusta madera de la puerta. —Perdóname, me exalté un poco, pero eso no quiere decir que pueda dejar de amarte fácilmente.
—Lo haz puesto en duda Sana, y estamos casadas y enlazadas ¿lo entiendes? No puedes dudar de ese modo, me haces daño... —Sollozó y Sana intentó detener las lágrimas que colmaron en sus ojos. No lo logró.
—Tu sabes todo Ji, sabes que te amo y eres la única verdadera testigo de lo que mi corazón siente. Vamos omega, perdóname...
—Sé perfectamente lo que sientes, por ese mismo motivo no puedo entender como eres capaz de hablar con tanta crudeza...
—Jihyo... —Sollozó ahora, haciéndo que Jihyo sienta el dolor latiendo en su marca y en su interior. Su loba aulló y ella escondió el rostro entre sus piernas, estaba siendo descomunalmente difícil poner una distancia, pero esa vez supo que era más que necesario.
—Será lo mejor, solo será unos días, hasta que podamos acomodar nuestras ideas...
—Yo no necesito acomodar mis ideas, te necesito a ti. —Habló la pelimiel tan ronca y desanimada, buscando su atención. Jihyo jadeó cuando sintió su dolor, agudo y punzante y las lágrimas se saltaron una vez más.
—Ve a dormir alfa, la cena está sobre la estufa. Trata de descansar por favor, todo estará bien... —Susurró la omega, aunque ni siquiera ella pudiera asegurar que aquello fuera a suceder.
Jeongyeon terminaba su relajante ducha, mientras Nayeon andaba por la habitación después de abandonar el baño, cuando el móvil de la omega nombrada comenzó a sonar desde su bolsa.
Nayeon prefirió no molestar a su omega y decidió que sería mejor si ella contestaba, metió la mano en la bolsa para tomar el teléfono pero, aunque no alcanzó a contestar, hubo algo que llamó su atención más que cualquier otra cosa y era la caja de pastillas que estaba dentro. Las analizó atentamente, temiendo que fuera lo que pensaba y lo confirmó, eran... pastillas anticonceptivas. ¡Eran pastillas anticonceptivas!
¿Acaso llevaba todo ese tiempo ilusionada con la posibilidad de que hubieran cachorros en camino, como una tonta, cuando eso jamás iba a suceder porque ella sólo le había mentido del modo más cruel? La alfa cayó sentada en la cama con las pastillas en la mano, con la mirada pérdida en la profunda decepción que desanimó a su loba.
Algunos pocos minutos más tarde, Nayeon seguía esperando a que su esposa por fin saliera para poder exigir una explicación, aunque en su interior no sabía si quería explicación alguna, porque estaba segura de que sólo había un motivo, y aquello involucraba al imperio de la familia Yoo. El solo pensamiento la hizo gruñir y lamentar lo que seguía. Sus ojos se empañaron cuando el aroma de su omega la abordó de golpe, más ella se sintió fastidiada con su presencia.
La omega salía del baño amarrada en una gran toalla y secandose el cabello con una mas pequeña, cuando notó a su esposa allí, sentada y muy callada. Extrañamente su aroma había incrementado y algo se podía sentir en toda la habitación.
—¿Estaba sonando mi teléfono? ¿Atendiste la llamada cariño? ¿Yeonnie... estás bien? —Terminó preguntando, cuando la alfa la buscó con una expresión sumamente extraña.
—No y la verdad no creo volver a estarlo, omega... —La miró decepcionada, sólo eso, no había más en su interior, ella y su loba estaban muy dolidas —Cuando la persona que más amas te engaña de este modo es simplemente triste, tu... tu me mentiste Jeongyeon... —Musitó, descubriendo la caja que tenía en su mano para que ella la pudiera ver.
Jeongyeon abrió la boca buscando que decir, pero no existieron palabras adecuadas para responder, su aroma estaba cargado de algo profundo que ella no conocía, de algo que su esposa no había sentido antes y que ella desató con esa tonta decisión, su alfa sentía decepción, profunda y lacerante.
—Y-Yeonnie... —Intentó, más no supo que decir a continuación.
—Me mentiste de la peor manera y jugaste con lo que más quería omega, una familia contigo. —Musitó con la voz entrecortada, evidenciando todo esos sentimientos que la invadieron. Sus lágrimas se cargaron de golpe y Nayeon se cubrió el rostro para que no la viera llorar.
Jeongyeon no halló la fuerza para mover un solo músculo y solo la miró con aquel gran temor oprimiendo su pecho, creciendo junto a la inmensa culpa e invadiéndola con aquel interminable sentir que enfermaba a su alfa.
¿Por qué Yoo Jeongyeon lo había jodido fuerte, esta vez? Porque no sólo le había mentido a su alfa, sino que había roto con su pacto, uno en el que se prometieron que jamás se engañarían a la otra, por ninguna causa o motivo.
Hola tu, esta actualización se la dedico a ohyonista porque hace unos días fue su cumpleaños. La realidad es que lo iba a publicar ese mismo día, pero necesitaba algunos detalles, asique preferí esperar a que estuviera terminado completamente... ¡Te adoro mi Milanesa con puré!💜
Bueno, a veces pienso que los capítulos no transmiten absolutamente todo lo que deseo, pero bueno, le doy mil vueltas y queda terrible asique espero que tu lo disfrutes como lo publico...
Buenas noches tu, extrañaba mucho este fict. Te quiero mucho, tu JazUnnie🌻
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro