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↠Parte Seis↞

Parecía fuera de sí, como el pasado viernes, iba de una esquina de la oficina y regresaba hacia la otra, como leona enjaulada, como si esperara alguna salida o salvación, inquieta, indefensa. 

Supresores.

Eso detendría la hiperactividad de esa loba incontrolable.

Se pasó el cabello de un lado del hombro, al otro como acto de nerviosismo. Apoyó los codos sobre su escritorio y se tomó la cabeza con ambas manos, buscando una salida a todos esos sentimientos que la invadían. Las imágenes llegaban como lluvia de meteoritos, así de rápido, así de brusco, así de invasivo.

"La omega jadeante tenía los ojos y los labios entreabiertos mientras observaba atentamente cada acción de la alfa. Intentaba mantener las manos sobre su cabello, una vez Nayeon le indicó que le gustaba que este estuviera recogido y no estorbara la vista que tenía de sus hermosos pechos desnudos. 

—Te ves gloriosa, eres mi sueño más húmedo Jeonnie... —Musitó contra la piel de su vientre.

No tenía razonamiento para responder a sus palabras, su celo había enloquecido cada fibra de su ser y eso había provocado una sed insaciable en la alfa castaña que no disimulaba en lo absoluto sus deseos de recorrerla por completo con su boca. Jeongyeon jadeó removiendo la cadera con impaciencia.

—Mírame omega, ve lo que le hago a tu cuerpo... —Musitó la alfa, golpeando su aliento contra su centro, mientras alternaba mordiscos en la unión de sus piernas y digitaba su clítoris con aquel largo y curioso dedo índice. 

Los ojos tan oscuros como penumbra se sostenían sobre la omega atenta, buscando que jamás dejara de atender a sus movimientos. En los intereses de esa alfa, solo estaba en colmarla con recuerdos y sensaciones inolvidables, como sola ella lograba hacerlo. Sí, era una maldita y estaba disfrutando de corromper su hermoso cuerpo y penetrar en su dulce mente desde la primera vez.

—Ah-ah Nayeon, Naymhm.... —Jadeó la rubia, sintiendo sus pechos removerse al ritmo de los movimientos incesantes de la mayor que se hundían en lo más profundo de su interior, buscando, tanteando su objetivo. Jeongyeon alzó la cadera una vez más, exponiéndose ante Nayeon, quien disfrutaba de cómo se retorcía entre sus brazos, entregada a sus caricias bruscas, se complementaban tan bien.

—¿Te gusta? Dime cariño, me encanta cuando pierdes la cordura Jeonnie, puedo verlo en tus ojos, eres completamente mía ahora... —Sonrió victoriosa, posesiva, determinada y eso solo provocó que la omega se excitara mas. Era de Nayeon, y para nada era un maldito problema —Como puedes gustarme tanto omega... —Gemía contra su muslo, mientras mantenía sus piernas abiertas con la mano en su muslo derecho, hincando sus dedos allí para sostenerla en su lugar, magullando su sensible piel.

Las mejillas de Jeongyeon eran de un rojizo intenso, cuando la alfa hundió su rugosa lengua sobre su hinchado clítoris, y se obligó a echar la cabeza hacia atrás cuando la alfa mordisqueó la sensible piel de su sexo. Su cuerpo bullía cada vez un poco más, si eso fuera posible, Nayeon lo supo cuando la omega la tomó del cabello y tiró contra su sexo, uniéndose más contra su boca.

—Nayeon, ¡Nayeon! —Exclamó cuando la alfa chasqueó con sus labios en su humedad y apresuró las caricias de su lengua, incesante.

No sabía exactamente qué era lo que extasiaba más a su loba, si el modo en el que la alfa mordisqueaba su sexo mientras la devoraba, como presionaba la piel de su cintura y luego se deslizaba por su estómago para tomar su pecho con firmeza como si todo de ella fuese de su posesión y solo ella conociera de su función, el instante cuando se impregnaba y bebía de sus fluidos sin pena alguna, o como gemía y gruñía contra su piel, mientras se hundía insistentemente en su interior con dos de sus dedos expertos, buscando que se reviente como una deliciosa fruta madura, pero todo lo que Nayeon le hacía siempre acaba siendo memorable..."

La omega jadeó tomándose el cabello con más brusquedad, mientras los recuerdos la agobiaban. Esos habían sido demasiado gráficos apenas puso un pie en esa oficina, lejos de su alfa. Esa imagen que su esposa había relatado con un solo propósito la perseguía, ¿Cuál era el propósito? Im Nayeon sabía, que para Jeongyeon no sería dificultad imaginarla, a toda horas, en cada paso que diera y en cada espacio que habitara, porque ella era su lugar seguro. 

Jeongyeon lamentó que su alfa tuviera todo ese poder sobre ella, para hacerla sentirse como una pervertida que no sabía otra cosa, más que imaginarla en su interior, pues todo lo que hacía con Nayeon a corto plazo quedaba en su mente durante horas, a veces lo sentía a viva voz durante días. En cada nuevo encuentro, ella se volvía más inolvidable, inquebrantable, así había sido desde el primer día en que la había visto y había dormido, pensando en su aroma, en su tierna sonrisa de dientes sobresalientes y esa picardía de alfa que iluminaba su hermosa mirada oscura. Quizás por eso había sido tan sencillo perderse en sus travesuras y dejarse llevar por ella... 

La omega se puso en pie un instante, su aroma invadiendo todo el espacio, su aura pesada y quejumbrosa, no deseaba tomar más supresores, su loba rugió cuando lo consideró, más no había otra solución y ella lo sabía muy bien, si quería recuperar la lucidez y dejar de pensar en regresar a casa y adherirse a Nayeon, tenía que detener a esa loba indomable que habitaba en ella y aliviar sus instintos.

¡Por amor al cielo! Ella quería estar sólida para Nayeon, aún tenían tanto de que hablar, y mentiría si dijera que quería caer nuevamente en los efectos de un supresor, porque su alfa estaba en toda su piel y disfrutaba de sentirla, aún cuando ya pasaba de la primera hora lejos suyo.

La omega sollozó con frustración, no quería ignorar su aroma tostado y sensual impregnándola por completo, ella quería seguir embriagándose en la marca de aroma que insistió en dejar sobre ella, mientras se abrazaban al amanecer, esa misma mañana. Quería seguir sintiendo su mandíbula contra su cuello y hombro, quemando su piel. Haciéndola sentir viva y tan conectada con esa loba extasiada, con su alfa que sentía una mezcolanza entre alegría y melancolía que la confundía tanto. 

Sabía que Nayeon se sentiría así, porque esa alfa deseaba que se dedicara a ser su devota en cuerpo y alma, pero ni aunque fuera una maravillosa idea, podría darle ese gusto. No quería dejar de sentir su lazo, pero Nayeon abrumaba tanto cada uno de sus pensamientos, ella no servía bajo los efectos de Im Nayeon, porque en eso se convertía, en la selección de su droga más personal, pura y únicamente suya, que la colocaba y la desorientada de la realidad, una realidad en la que ella, era la CEO de esa empresa de bienes raíces. Cierto.

—¡Ya basta! —Regañó cuál desquiciada hacia la nada y se masajeó las sienes, buscando un poco de claridad.

¿Había un motivo por el cual una omega huiría de una alfa tan maravillosa? Jeongyeon estaba segura de que habían omegas que matarían por estar en su lugar, bueno, ella mataría por poder estar con Nayeon y desentenderse de su implacable destino laboral. Vaya, desde hacía unos meses deseaba enviar todo al mismísimo infierno y vivir pegada a su pecho. 

Maldición, ¡había cazado a la alfa más atractiva de la ciudad sin esfuerzo alguno! Ella, una sencilla recién graduada, que sólo sabía comentar sobre planos y proporciones de tierra ideales, sobre los libros que le gustaba leer y su muy limitado talento para hacer amistades nuevas. Había logrado enamorar a la mujer con más popularidad en el edificio.

"¡Veme! ¿Te gusta lo que le hago a tu cuerpo? Eres mía, siempre serás solo mía Jeonnie... —Jadeó contra su oído mientras la sostenía de espaldas sobre el desayunador.

Después de haberla arrojado al límite de la locura, Nayeon se rodeó la cintura con sus largas piernas y tanteó su entrada húmeda y ansiosa por recibirla al fin, con el glande de su ansioso pene.

—¿Te gusta eso, verdad? ¿Te gusta ser mía en cada espacio de la casa, cariño? —Musitó ahora sobre sus labios, a la vez que se expandía en su estrecho interior. —Demonios Jeonnie, podría seguir hundiéndome en ti todas las veces que quiera, pero seguiría sintiéndose igual de increíble como la primera vez... —Gimió con satisfacción cuando ella se comprimió y se humedecio aún más de solo oír sus palabras."

Jeongyeon respiró calma y exhaló el valor del que se armó para tomar una decisión. 

De acuerdo, seré honesta contigo, había un motivo. Sino, ¿cómo haría esa omega, para estar alejada tanto tiempo de su predestinada? Además del uso excesivo de supresores, la causa era: La culpa. 

Yoo Jeongyeon lo había jodido todo y lo había jodido fuerte.

La omega de cabellos claros como trazos de ceniza de papel, se tomó el pecho una vez decidió tomarse el supresor. Ansiosa, esperaba un efecto, algo que le permitiera descansar de los reproches de su loba herida a causa de su culpabilidad, de su lejanía voluntaria con su alfa, de no haberse resistido a sus instintos y quedarse en casa. 

Amaba a Nayeon, pero odiaba no tener el poder de sus sentimientos, en parte, ese era uno de los motivos por los cuales tomaba supresores, porque esa alfa no la dejaba pensar con claridad, porque abarcaba todos sus pensamientos, sus deseos, sus sueños, ella no era dueña de sí por causa de Im Nayeon. 

Se sentó observando la pila de carpetas y exhaló un largo suspiro desanimado, ya estaba cansada, era más felíz cuando proyectaba y diseñaba el mantenimiento de edificios antiguos. Si bien, ese era su área antes de que su padre hubiera perdido la vida, ella tan siquiera había logrado hacer una construcción desde cero jamás. Y el hambre de aquello aún estaba en su conciencia, era uno de los pocos sueños que no involucraban a Nayeon, uno de los pocos objetivos personales que le quedaban. 

Había renovado estructuras urbanísticas completas, pero jamás pudo darle vida a espacios desde cero, como el que había diseñado para ella y su alfa. La omega recordó cada espacio, cada esquina, cada abertura, cada sócalo, ella había detallado con Nayeon hasta los picaportes de todas las puertas. 

Pero no era lo mismo. Ella quería crear. Nunca soñó con firmar papeles administrativos y responder a reuniones millonarias, ella tan siquiera aspiraba a eso, definitivamente. 

Diablos, ya había vuelto a ser la Arquitecta Yoo, aunque siquiera haya hecho su propio proyecto aún. 

Jeongyeon se rió irónicamente de sí misma, antes de comenzar a revisar lo que firmaba. Su destino laboral le daba lastima, la joven omega que comenzó la universidad con tanta ilusión estaba decepcionada. Figuraba a su loba, la cual reprochaba por su lejanía con la alfa, rodeada de barrotes como en una cárcel cuando se encerraba en esa oficina. Pronto todo lo que la constituía como ella misma, se veía consumida por la Arquitecta Yoo.

La culpa picó en su mente otra vez, tambien lo hacía para que Nayeon no presienta lo que estaba sintiendo, o quizás porque ya estaba llena de remordimientos que ni siquiera ella misma los soportaba. 

Haber tomado esa estúpida decisión le estaba pasando demasiado y tan siquiera sabía cuánto tiempo más podría sostenerlo, estaba navegando en mares oscuros, estaba a punto de tocar fondo...

—Arquitecta, ¿Puedo pasar? —Preguntó la alfa pelinegra y Jeongyeon canceló todos sus pensamientos ante la interrupción.

—Adelante Hirai. —Habló, regresando su atención a ciertos papeles de la pila.

—Arquitecta, le traigo el nuevo proyecto, ¿lo recuerda? Ya nos trajeron los primeros planos... —Señaló Hirai.

—¡A ver, a ver! —Exclamó, con emoción y sonrió al ver la amplia extensión de tierra —Vaya, si que es grande... —Momo sonrió ante su asombro —¿Ya hicieron los ajustes y correcciones? 

—Está todo listo, solo debe aprobar el proyecto y comenzarán la obra de inmediato.

—¿Pu-puedo... —Comenzó a hablar, pero rápidamente su lado racional le recordó todos su pendientes. Ella no disponía del tiempo suficiente para hacerse cargo de ese proyecto, ni aunque quisiera.

—¿Si?

—Claro, que comiencen ya —Habló dibujando su firma allí y presionando su sello distintivo —¿En donde rayos está Sana? Este es su proyecto... —Musitó con la expresión irritada. 

Hirai alzó los hombros, no atreviéndose a nombrar el retraso de su compañera, más segundos antes de hablar, la alfa pelimiel ingresó por la puerta sin siquiera llamar en esta.

—¡Aquí estoy! Sabía que estarías aquí Hirai, te estaba buscando...

—¡Minatozaki! ¿Acabas de llegar? —Consultó la omega de cabellos claros, asombrada. 

Sana abrió la boca, sin saber exactamente qué decir, pero Momo decidió que podría intervenir por la pelimiel, quien se halló demasiado ruborizada y apenada, bajó la mirada de la omega.

—Le pedí... que se ocupara de unos datos importantes, para estar más seguros con el presupuesto, usted entiende. —Señaló la alfa pelinegra y Jeongyeon alzó las cejas desconcertada, una vez Sana se mantuvo cabizbaja, como una pequeña cachorra sorprendida en plena travesura.

—¡Oh sí! —Habló la alfa de inmediato, Momo sonrió de lado. —Solicité una entrevista con el cliente para desarrollar los últimos detalles y asegurar el presupuesto final... —Señaló la alfa, llegando con decisión y extendiendo la carpeta con los datos recolectados. De todos modos había hecho la entrevista, el día anterior, pero la había hecho. Momo detuvo la sonrisa al notar el nerviosismo de Sana.

—Vaya, ese es un presupuesto excelente Minatozaki. Muy bien hecho. —Señaló Yoo, observando el informe con suma adoración. Sana sonrió de lado y buscó su atención, acomodando la voz. 

—¿Por qué no toma el proyecto, Arquitecta? —Señaló la pelimiel, ahora con sus derechos de cuñada para tomarse ese atrevimiento. Jeongyeon alzó la mirada hacia ella, con los ojos demasiado extendidos y por primera vez miró a Sana con atención. Las grandes ojeras que bordeaban sus bonitos ojos la sorprendieron tanto o más que sus palabras.

—No puedo... —Susurró meciendo la cabeza. —Eso me tomaría tiempo del que no dispongo, y te quitaría de tu puesto... 

—Siempre puedo tomarme vacaciones. —Comentó la atractiva alfa, simpatizando con su jefa. Jeongyeon sonrió ante el imperioso esfuerzo de la alfa.

—¿De lo que dure el proyecto? Sana, por favor. —Le miró Jeongyeon con una ceja en alto. Había sido un buen intento. 

—Puedo ser un apoyo... —Intentó.

—Ese es el trabajo de Hirai —Señaló Jeongyeon con aquella sonrisa de gratitud. Sana volteó los ojos.

—Está poniendo excusas Arquitecta... —Le regañó la pelimiel y la omega no pudo evitar reír, aunque evidenciando su tristeza en su hermosa mirada.

—Basta Sana, no puedo, y tu sabes lo que pensaba mi padre sobre involucrarse demasiado en el trabajo de los empleados. —Comentó, acabando por presionar sus labios en una línea repleta de lamentos.

—Auch. —Bromeó y Jeongyeon extendió los ojos como respuesta.

—Qui-quiero decir, tu sabes que si quiero, pero no quiero acostumbrarme o acabaré prestando atención a áreas que ya no me corresponden... —Respondió sin poder evitar el largo suspiro que acompañó a sus palabras.

—No se como les puede gustar estar presente en demoliciones, excavaciones y esqueletos de edificios. Yo prefiero estar ahí, cuando el lugar está listo para habitar, el polvo me provoca tanta alergia... —Comentó la omega pelicorta, ingresando por la puerta y rodeando el escritorio para acercarse a su hermana mayor. Jeongyeon alzó una ceja interesada ante el evidente modo en el que su hermana 'evitó' a su alfa. 

—Hyo. —Sonrió Jeongyeon al recibir su cálido saludo. De pronto y sin premeditarlo, los integrantes más importantes de su organismo de trabajo estaban allí.

—Hola Jeongyeon-ah, yo puedo tomar tu lugar si quisieras... —Susurró junto a su oído. Jeongyeon meció la cabeza por centésima vez, ya no sabía si intentaba convencer a los demás con la respuesta o a sí misma. Su interior se encogió una vez más, esa melancólica mañana.

—Al final, creo que es la decisión de la Arquitecta, no es necesario que la presionen, Señorita Yoo. —Señaló la alfa pelinegra frunciendo el entrecejo, al ver la incomodidad de su jefa.

—¡Tu no conoces a mi hermana más que yo, Hirai! Sus sueños no eran ser la que toma las decisiones y se responsabiliza de todo aquí, ¿verdad Jeongyeon-ah? —Consultó la omega de ojos grandes y Jeongyeon sonrió al sentir su dulce y particular aroma a coco, antes de asentir.

—Pero eso no quita que lo sea y, suponiendo que ella tomara sus sugerencias, solo ganaría agregar responsabilidades a su agenda. Por favor. —Comentó la pelinegra, intentando salvaguardar el rendimiento de su jefa.

—¡Pero...! —Jihyo detuvo sus réplicas, cuando Jeongyeon la detuvo tomándole un brazo.

—Ella tiene razón Jihyo, la que debe cumplir aquí soy yo y tengo que concentrarme en mi trabajo, que cada día parece crecer más y más... —Dió un largo suspiro que hizo a la loba de Jihyo retorcerse de tristeza. Su hermana estaba sufriendo, podía verlo fácilmente debajo de esa sonrisa frívola y demasiado ensayada.

—Te he dicho que puedes hacerlo sin matarte aquí, tu sabes que nada de esto es estrictamente necesario... —Musitó la omega menor, pero se vió interrumpida por aquella pregunta.

—¿Quieres tomar mi puesto, Hyo? —Algo en su sonrisa sarcástica, guardaba más dramatismo del que dejaba ver.

—Sabes que lo haría, pero mamá y Seung no estarían de acuerdo con eso, porque no terminé mi carrera aún y porque papá decidió que tu te ganaste ese puesto... —La omega volteó el rostro, solo le faltaba unas tontas materias para terminar su carrera. Jihyo se sintió apenada al ser el centro de atención al haber empezado ese debate.

—Oh Hyo, soy la que más espera el día en el que te gradúes. Si alguien está lista para este puesto, esa eres tu. —Asintió Jeongyeon y la esperanza brilló en la mirada que conectó con la nombrada.

—Su padre decía que quien es líder, nace siéndolo y no necesita un título para eso. —Comentó Mina, ingresando por la puerta sin ser vista, ni solicitada. Jihyo y Momo gruñeron apenas percibieron la presencia de la fastidiosa omega japonesa. 

—Ash, me largo, no permitiré que tu opines sobre mi vida. —Dejó un apretón sobre el hombro de su hermana mayor y dejó la oficina, sin cruzar la mirada con su alfa, para asombro de Jeongyeon quien detalló en aquello, por segunda vez.

—Limítate a tocar asuntos que te incumban, por favor Myoui. —Señaló Momo, ganándose una carcajada desvergonzada de la joven omega. 

—Vaya, hay muchas alfas malhumoradas aquí dentro, apesta a malas vibras. ¿Sabe Arquitecta? Debería encender un incienso o algo así... —Musitó burlona, mientras dejó unos papeles en la pila y presionaba la nariz entre sus dedos.

—Mina, por favor... —Musitó Jeongyeon, dejando ir un suspiro agotado. Apenas comenzaba el día, y ya Myoui y Hirai se estaban destripando frente a ella, tan normal. 

—Espero su llamado, cuando quiera que comience la obra, Arquitecta. —Señaló Minatozaki, volteando los ojos ante el pequeño cruce de palabras que comenzaron Mina y Momo.

—El tiempo corre desde ayer, debe comenzar de inmediato Sana. Cuanto antes, mejor. —Determinó Jeongyeon, tan acostumbrada como su cuñada a las delicadas muestras de afecto de aquel par.

—De acuerdo. —Aceptó Sana con una breve reverencia, una vez miró a las presentes y dejó la oficina. 

Jeongyeon le miró ir con preocupación, más acabó cuando la irritante risa de su secretaria, llamó toda su atención obligándose a regresarse de sus pensamientos referidos a su cuñada y su hermana.

—Métete en tus asuntos, Myoui, haz el favor. Estoy segura de que hay mucho que hacer en la secretaría. —Señaló la alfa, presionando la mandíbula.

—Siempre hay cosas que hacer Momorin, estoy segura de que estás en lo correcto —Decidió darle la razón aquella omega, como si tratara con una desquiciada.

—Mina, déjame con Hirai por favor. —Intervino Jeongyeon, sin detenerse a verlas y reanudado con su interminable papeleo.

—Claro, las dejo "a solas" —Resaltó la omega, sin preocuparse con disimular. Momo gruñó ante su ironía y Jeongyeon pestañeó ante aquella escena. ¿Qué rayos significaba eso? 

—No le haga caso Arquitecta, esa omega está cada día más irracional. —Comentó la pelinegra, sumamente despectiva.

—Mhm, eso sin duda. —Bromeó Jeongyeon, con una sonrisa de lado.

—Recuérdeme porqué rayos seguimos soportándola... —Comentó Hirai, tomando asiento frente a Jeongyeon, para comenzar a organizar su agenda semanal y los pendientes de los días que la omega se ausentó.

—Es buena en su trabajo, hace muchos años que está aquí y... extrañamente mi padre la quería como a una hija. —Recordó Jeongyeon, cayendo brevemente en los recuerdos lejanos.

—Arquitecta, usted sabe que respetaba muchísimo a su padre, pero Myoui no lo vale. Hay estudiantes mucho mas competentes que ella que facilmente podrían... —Jeongyeon alzó una mano frente a la alfa, para detener sus palabras.

—Hirai, hemos tenido esta discusión infinidad de veces y sabes cual es la respuesta. Que su partida de esta empresa sea su entera responsabilidad, no la nuestra. —Canceló la omega. 

—¿Usted sabe que la que manda aquí es usted legal y moralmente, verdad? —Presentó la pelinegra con demasiado determinación. Jeongyeon sonrió de lado y asintió en su dirección.

—Lo sé... 

—Su padre ya no está —No se abstuvo a señalar la japonesa.

—Él la quería, Hirai... 

—¡Pero ella no la quiere a usted! —Insistió Momo con demasiado ímpetu. Jeongyeon suspiró antes de asentir.

—Lo sé. —Asintió con los labios presionados. Eso era obvio, también sabía porque y esa asquerosa fijación que la omega japonesa tenía con su alfa.

Cuando la joven de lunares y fuerte aroma a lavanda ponía sus ojos admirados sobre su hermosa Nayeon, sentía que tenía todo el derecho de arrancarle los malditos ojos, ¿Cómo rayos estaba apta para ser parte de la sociedad, si tenía esos pensamientos a causa de Nayeon? Más motivos por los cuales tomaba supresores, autodominio, si.

—¿Es usted feliz? —Consultó de pronto la nipona, regresándola a tierra firme. Jeongyeon arrugó la frente y unió las cejas al analizarlo. 

—¿Y esa pregunta? —Respondió de pronto buscándola con sus ojos. La alfa se removió en su asiento y bajó la cabeza como respuesta.

—Lo siento. —Habló luego de un instante de silencio escabroso. 

—No te perdono Hirai. Explícame. —Ordenó la omega, viéndola fijo y sin pausa. Momo la buscó con sus imponentes ojos y Jeongyeon respiró su fuerte aroma a menta, cuando la alfa pura la recorrió sin pudor

Cada centímetro de esos delicados labios, de la curva de su nariz, de sus pequeñas pecas y su atractiva mandíbula. La japonesa parpadeó intentando detener su intenso aroma y respiró apenada cuando notó como sus instintos la abandonaron sin su consentimiento, su aroma, su imponente presencia. 

—Simplemente me provocó curiosidad el saber, ya sabe, usted es tan buena persona... —Tartamudeó la alfa sin poder regresar la mirada a ella.

—Ah... —Aceptó Jeongyeon, luego de haber regresado su atención a los papeles frente a ella. Los supresores suavizaban sus instintos, Momo sabía que ella pocas veces podía ver el modo en el que su interior se descomponía a causa de su indiferencia —Estoy bien, y por supuesto que soy feliz, con Nayeon. —Admitió y su respuesta fue tan espontánea, que la alfa apresuró el impulso que la puso en pie y se fue sin esperar una respuesta. 

Tan normal, pensó Jeongyeon al sentir como cerraba la puerta, sin siquiera notar el instante en el que se había puesto en pie. 

Su rutina comenzaba, su mente humana ya se había programado a empezar con sus responsabilidades y estaba lista para comenzar, aunque fuera hasta la noche. 

La omega pelinegra estaba a punto de beber un sorbo de café cuando fue interceptada por la tormenta de actitud que era esa alfa pura. 

—¿Qué rayos ganas jugando a este estúpido juego, huh? —Habló estruendosa, provocando que la omega pierda el equilibrio de la taza y esta desborde sobre el pequeño plato. Si este último no hubiera estado, su pobre teclado hubiera sufrido las consecuencias.

—¿A qué te refieres exactamente? —Habló con aquella sonrisa cínica y natural en sus labios. Momo rugió antes de responder, sin molestarse en bajar el tono de voz.

—¡Tu estúpida opinión que nadie te pidió! ¿Quieres hacer el maldito favor de sostenerla dentro de tu venenosa boca y dejar de exponer conspiraciones inútiles en el aire? Gracias. —Ladró, con toda la intención de verse molesta e imponente.

—Se nota a leguas lo que sientes por ella y solo quise ayudar, nada más... —Habló con aquel suave y sereno tono de voz que tanto irritaba a la temperamental alfa pelinegra, que la veía con fuego en los ojos —Discúlpame por querer ser de ayuda, alfa. —Comentó regresando a dar el sorbo que no pudo beber, hacía unos segundos.

—¿Ayudar a qué? ¡Ella está casada! ¿Puedes lograr que esa información penetrante en tu estúpido cerebro, Myoui? —Señaló con demasiada brusquedad en el movimiento de sus manos y Mina respiró de su fuerte aroma de alfa con aquella estúpida sonrisa, que Momo quería deshacer de su rostro.

—Pero te gusta... —Insistió, ahora descubriendo su sonrisa hasta sus encías.

Momo creyó que su sonrisa completa, solo la irritaba más ¿Qué estaba mal en esa omega? Jamás había coincidido con una tan obsesionada con su maldita voluntad.

—¡Por Dios sí! ¡Me encanta! ¡Ella me encanta Myoui! —Admitió alzando los brazos al cielo —¡Pero es la omega de alguien más! Y a diferencia de ti, siento que merezco algo mejor. Asique quiérete un poco y medítalo, porque con tus actitudes, solo logras dar lástima. —Golpeó la pelinegra con aquella voz gruesa e imponente de alfa pura.

Mina jadeó al oír sus palabras. Aunque no quisiera, su omega se sintió herida por lo dicho. Hirai era valiente, tan predecible de su naturaleza. En cambio ella era una maldita cobarde que no sabía renunciar a sus caprichos, porque eran lo único que la mantenían viva al final del día.

Minatozaki palmaeaba sus piernas y luego el estómago, impaciente, preguntándose que es lo que sucedía en su interior. Tristeza, angustia, dolor, multiplicado, ese lazo tenía la culpa, pero la colmaba de nervios y perturbaban su tranquilidad, no sabía como detener la oscuridad de su interior. Todo se pausó en el aire cuando oyó la llamada entrante en su teléfono.

—Necesitamos hablar —Jadeó una vez atendió. Sana volteó los ojos, aunque agradecida de su irrupción o habría caído en un maldito ataque de pánico.

—A mi jefa no le gustará esto... —Comentó la pelimiel, ganándose un gruñido del otro lado.

—Ya deja el drama, ¿ahora ella revisa tus llamadas privadas Sana? No jodas. —Gruñó y la nipona supo que del otro lado había tanta o más tensión que la que había en su oficina.

—Bueno, eso si Mina no está oyendo nuestras conversaciones ahora. Esa omega te huele llegar... —Carcajeó. Nayeon gruñó nuevamente.

—¡Ahg, ella está loca de remate! Si me está oyendo me da completamente igual. —Ladró para diversión de la pelimiel.

—¿Han podido hablar? Esas mini vacaciones me han venido de diez, debo admitir... —Musitó con aquella sonrisa triste de lado.

—¿Hablar? Esa omega está fuera de control Sana, ¿Sabes lo que sucedió? No podrás creerlo, ni siquiera yo sabía que podía suceder... —Hablaba y gruñía sin parar. Sana se asombró de notar que, ni aún por sobre el interminable fin de semana, su estado de ánimo había cambiado.

—No me digas, se durmió en medio de la acción... —Se burló, Nayeon se había quejado de sus negativas varias veces las últimas semanas. 

—Cállate idiota, deberías agradecer que tu Jihyo es un ángel. Aún no me cabe en la cabeza, ¿qué rayos me hizo esa omega para tenerme en sus pies? —Jadeó con tal indignación. 

—Ni tan perfecta... —Comentó sin poder detener las palabras, para asombro de Nayeon quien se apuró en exclucar.

—¿Por qué lo dices? ¿Tienes problemas con Jihyo? —Consultó, ahora preocupada por su extraña falta de entusiasmo normal.

—Sígueme contando que sucedió... —Gruñó y Nayeon supo que era mejor no preguntar. Al inverso de Nayeon, Minatozaki era sumamente celosa de su intimidad.

—Ella... entró en celo. —Comentó luego de titubear. Sana alzó ambas cejas del otro lado.. 

—¿De veras? Ha estado reprimiendo demasiado a su loba... —Lamentó Sana, ante los enormes esfuerzos de su cuñada por mantenerse firme en su puesto, de lo cual era testigo.

—Entró en celo apenas le di su primer orgasmo Sana, y es una condenada sexy que se entrega a mi con tanta facilidad, no voy a poder resistir esto toda la vida... —Lamentó Im, mientras se servía una medida, necesitaba algo fuerte para sobrellevar lo que estaba admitiendo en voz alta.

—Mantén esas feromones en línea, amiga... —Alzó las cejas al imaginar la tensión que cubría a esa alfa. Nayeon sonrió.

—Mi omega es maravillosa Sana, aún... —Tragó —Aún por todo lo que pudimos hacer los últimos días, no...

—Cariño sabes que sería genial compartir ideas, pero es mi jefa y se convierte en algo completamente incómodo cuando tengo que verla luego... —Comentó la pelimiel, provocando la carcajada en la alfa castaña.

—Nada cambiará, ella siente esa insoportable presión, además algo oculta, cuando estábamos hablando, luego de cansarnos de hacer el amor, pues... —Siseó —Ella dijo algo como que... —Pensó sus palabras. Sana le puso atención, cuando dejó de dar detalles. —Bueno no sé que es lo que dijo exactamente, pero creo que ella ya no puede con todo esto...

—Ella jamás pudo con todo esto, Nayeon. —Contestó, para asombro de la alfa mayor. 

—¡¿A qué te refieres con esa mierda?! —Exclamó Nayeon, ahora poniéndose sobre sus pies.

—Oh vamos, sí que eres una idiota Im. Te dije que le pusieras atención y dejaras de pensar con tu pene la última vez que hablamos sobre esto, en la fiesta de cumpleaños de Jihyo. —Señaló la sensible alfa, haciendo que la mayor volteara los ojos.

—Sana... 

—Haz pasado demasiado tiempo lamentando su ausencia y reclamándole silenciosamente, pero no te haz detenido a ver los detalles, alfa tonta. —Lamentó Sana.

—¿A qué te refieres? ¡Ya sé clara Minatozaki! —Gruñó evidenciando su hastío.

—Nayeon, Jeongyeon tiene largo rato intentando... ya sabes, ejercer. —Señaló con una mueca —El ingeniero perdió la vida en una etapa de su carrera, en la que ella sólo era una novata. —Compartió —Tu haz logrado tus objetivos, haz sido perseverante y haz conseguido lo que te propusiste, cariño —Señaló con gran lentitud —Pero tu omega pues, apenas y ha logrado hacer un proyecto por si misma, ¿Sabes cual fue?

—Nuestro hogar. —Musitó Nayeon, pálida como una hoja.

—Exacto Nayeon, no se trata solo de ti, ni de su matrimonio, se trata de que ella también sacrificó demasiado para tomar el puesto que tiene hoy. —Resaltó —Deberías apoyarla, no he dicho que no lo haces porque sé que ha sido duro para ambas —Señaló cuando la alfa pelilargo quiso defenderse —Yo estuve aquí, cuando ella no se permitió tenerte a ti, junto con Jihyo y Momo... —Le recordó.

—Esa alfa... —Graznió y sus colmillos saltaron de solo imaginarla cerca de su omega. Sana sonrió de lado.

—Ella es indefensa Nayeon. Jeongyeon solo te quiere a ti, ella quizás no hable demasiado sobre su vida personal, pero cuando se refiere a su vida contigo, ni siquiera nota la facilidad con la que puede hablar sobre ti... ella jamás podría dejar de amarte, porque ni siquiera imagina algo similar. —Musitó Sana, haciendo que Nayeon imagine a su hermosa omega refiriéndose a ella con tanto amor y pasión. 

—¿Lo crees? ¿Ella habla sobre mi? —Consultó con entusiasmo, robándole una risilla tierna a la alfa pelimiel. 

—Mira Nayeon, los problemas de tu esposa no son falta de interés. Son esa maldita presión que se autoimpuso y pues, le está jugando una mala pasada. No te dejes vencer por su ausencia y sus largas jornadas de trabajo, porque eso no significa nada más, que su propia inseguridad. 

—¿Inseguridad? Jeongyeon no es insegura, jamás lo fue. Siempre fue valiente, decidida, perfecta en absolutamente todo lo que hace... Es maravillosa. —Insistió. Sana se alegró de oír a su amiga aún tan intensamente enamorada.

—Teme a equivocarse y perder el control, la empresa sigue siendo algo demasiado grande para ella. —Comentó y Nayeon jadeó de asombro.

—Eso jamás podría suceder, ella es excelente Sana. —Comentó sin dudar. Sana asintió, de acuerdo con ella.

—Lo se, lo demostró increíblemente. Aún con el bajón de accionistas ante la muerte de su padre, ella logró convencer a los socios e incrementar los activos con tanta facilidad, bueno, lo era para ser una novata... —Analizó por un instante —Pero eso no quita que esté un poco desorientada, ya sabes, tiene miedo a perder sus propios objetivos.

—Ni siquiera noté que ella aún no ha podido comenzar a ejercer, después de tantos años y de tanto esfuerzo que ponía con cada proyecto. —Lamentó Nayeon y su loba se sintió triste por su omega.

—Ponle de tu atención, Nayeonnie. Hallarás la otra cara de la Arquitecta que representa a esta empresa, su puesto es verdaderamente imponente y, si checas de más cerca aún, pues la responsabilidad es más grande de la que uno puede dimensionar, yo no querría tomar su lugar. —Admitió sin pesar. 

—Las miles de familias que depende de los puestos de trabajo de sus empleados de bienes raíces... —Comenzó a musitar Nayeon, mientras imaginaba sus responsabilidades, ante su limitado conocimiento.

—Vaya, eres lista. El mío, el de todas las áreas dependen de su desempeño, si ella no lo hace bien, todo se puede ir al demonio fácilmente, es verdad... —Comentó Sana, pensando en ello también.

—Diablos, no me digas eso Sana, me siento realmente culpable ahora. Ella allí sufriendo con toda esa presión y yo en casa, agregándole más presiones en vez de aligerar su carga, así fuera un poco... —Sollozó al recordar su rostro, aquel jueves que la rechazó por el agotamiento. Sus mejillas se ruborizaron de la pena. 

—Bueno, tampoco puedes vivir con su ausencia. Pero como su alfa y esposa, deberías intentar ayudarla a hallar el punto medio, que no se atosigue con lo banal en esta empresa, pero que tampoco permita que se le escape de entre las manos y créeme que eso no suena nada sencillo, amiga... —Analizó no queriendo estar en su puesto. 

—Eso suena malditamente imposible Sana... —Murmuró sintiendo que se ahogaba de solo pensarlo. 

—No lo es Nayeonnie, Piénsalo bien. Si trabajara de lunes a viernes como las personas normales, solo ganaría espacio para ti y para su propia vida. 

—Comprendo. —Habló —Admito que no quise invadir su espacio de trabajo con mis opiniones, no quise, ya sabes, hablar de lo que no sé...

—Tienes derecho a hablar con ella Nayeon, eso no te hace una entrometida. Además, ella es tu omega y necesita de ti aunque no se pare a admitirlo y la respuesta estuvo en la repentina llegada de su celo. 

—Yo la necesito también Sana, no soporto la distancia, siento que me está haciendo mucho daño...

—Lo entiendo Nayeonnie, sé de que hablas, pero hablen sin hormonas y sin sexo. 

—Sin sexo. —Musitó con un suspiro. —¿Cómo hago para no tocarla Sana? La extraño a todas horas y con un poco más de distancia, mi loba se encapricha más...

—Pues te tomas unos supresores o no sé Im, pero hablen correctamente. La comunicación es la base de toda relación sana, ¿si puedes entenderlo?

—Lo sé... —Susurró como respuesta. Hubo un instante de silencio que recordó a Nayeon que tenía otras dudas —Oye... ¿tu estas bien? ¿Tu relación...

—Tengo trabajo Im, luego hablamos sobre eso. —Canceló y apresuró a colgar el teléfono. 

—¡Pero! ¿Acabas de colgarme el teléfono Minatozaki? —Cuestionó sin poder creerlo. —Que alfa idiota... —Gruñó Nayeon, buscando en el despacho que ocupaba en su casa, para saber exactamente como abordaria aquella falta de comunicación con su omega y la distancia que había descubierto entre su mejor amiga y ella. Conocía a Sana y sabía que algo andaba mal.

En este capítulo no hubo Sahyo pues, estoy escribiendo aún esa escena. La verdad es que, el capítulo está completo, si me esperaba a que acabe mi Sahyo, pues me tardaría más en publicar y quería que leyeras porque soy ansiosa jajsjs

Coméntame tu opinión pofavó, me hace feliz que comentes.

Hice separadores nuevos porque me encantan esas imágenes, ¿si te gustaron? Estoy enamorada de ellos.

Te quiero, tu JazUnnie🌻

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