↠Parte Once↞
Este es un capítulo especial para mí hermoso niño jyc8kies quien estuvo de cumpleaños.
Tqm muffincito♡
Se halló una vez más en esos ojos oscuros y se apartó de ella como si le hiciera daño su toque.
—¡Suéltame! Jodida pervertida… —Masculló la nipona menor, segundos después de que la puerta se cerró y que la señora Yoo había dejado la habitación.
—¿Por qué…? —preguntó la alfa, algo desencajada con sus palabras, mientras veía a la menor acomodarse la falda.
—Apártate Hirai, lo que sucedió, eso no… —Balbuceó en su confusión —Esto no volverá a ocurrir, ¿entiendes?
—Lo siento Myoui, acepto que me dejé llevar por… —Intentó justificarse. La mirada de Mina parecía dispuesta a atravesarla.
—Me importa una mierda si te dejaste llevar, tu no me interesas y menos de ese modo así que no te confundas. Eres una maldita perdedora, aléjate de mí. —Canceló la omega, volteándose y saliendo por la puerta sin remordimiento alguno.
La alfa se quedó viendo la puerta con incredulidad. La adrenalina era un torrente que no paraba de fluir en su interior, mientras se dejaba caer sobre la silla frente al escritorio de la Arquitecta. Su loba hiperactiva no dejaba de saltar y la japonesa respiró el aroma de la omega, que cubría la habitación como si se tratara de una jodida droga demasiado buena. Rayos, ¿qué significaba todo eso? La alfa respiró. Estaba fuera de control, ¿cómo había sido capaz de tocarla de ese modo? ¿En qué estaba pensando?
Momo se cubrió el rostro con ambas manos, asombrada de sí misma, confundida por su loba, por haberse saltado tantas bases con una omega como nunca antes lo había hecho. Así fuera la jodida omega que más la sacaba de sus casillas, Mina no merecía que ella perdiera la decencia de ese modo, en su lugar de trabajo, ¡Y en la oficina de su jefa!
—Que idiota eres alfa, que idiota eres, ¿cómo te atreves? —Se reclamó palmeándose la frente.
Bueno, no es cómo que ella se hubiera resistido demasiado. Su loba aulló al recordar la ternura de su labios, del temblor de su cuerpo ante la excitación haciéndose evidente en las facciones de rostro, en el calor que emanaba de su piel. Oh vaya…
—No seas así, Hirai… —Masculló la alfa, irguiéndose demasiado y buscando por el ventanal.
Había luna llena. Una jodida luna llena tan presente y tan vigorosa que le quitó el aliento.
—Me lleva el maldito satán, ¿qué rayos significa todo esto, huh? —Se quejó la japonesa en dirección a la misma Luna, como una loca incomprendida y bufó ante la falta de respuesta.
Lo que fuera, había provocado que sus ojos vieran a Mina de un modo que no hubiera creído que lo haría, ni en un millón de años luz.
La oficina de la Señora Yoo, porque sí, ella tenía una oficina en ese edificio inmenso, tenía las luces encendidas evidenciando su presencia allí.
La omega mayor exhaló un gemido extenso y su hermana le dio unas palmaditas en la mano, dándole ánimos.
—¿Crees que se dé cuenta?—Susurró la respuesta.
La loba de Jihyo dejó caer sus orejas ante el semblante de su hermana. La rubia se veía tan derrotada, que la menor deseó poder abrazarla muy fuerte y apartarla de todas esas estúpidas imposiciones, de las que seguro se había armado su madre antes de llegar hasta allí.
—¿De que has estado llorando? —No necesitó respuesta, pues supo que a eso se refería —Jeongyeon debes parar, esto ya no tiene…
La conversación se vió interrumpida por la llegada de una agitada alfa japonesa, quien se acomodaba el corbatín de su uniforme mientras se dirigía a su encuentro. El intenso aroma que traía consigo le provocó náuseas a la omega mayor, quien la buscó horrorizada.
—¡Pero qué diablos Hirai! —Respiró y contuvo la respiración, apartándola con sus manos.
La alfa miró a su jefa con los ojos muy abiertos y se apartó cuando ella la invitaba a hacerlo.
—Lo siento, Arquitecta, lo de hoy, eso no fue… —Intentó justificarse la nipona.
—¡Apestas! ¿Acaso estás en celo? —Cuestionó Jeongyeon y Jihyo la olió a la distancia.
—¿Qué? ¡No, no! Oh no, me quedé, mi-mi loba… —Tartamudeó cuando se vio muy observada por el par de hermanas.
—Bueno, sí te ves muy alterada. Debiste haber tomado supresores o algo, la señora Yoo no puede verte así, Hirai. —Determinó Jihyo con la voz clara y decidida.
Momo exhaló y asintió, antes de responder —Regreso en un par de minutos.
—Será lo mejor. —Comentó Jeongyeon, demostrándole así su incomodidad.
La omega había palidecido, cuando su hermana le puso su atención, segundos después de que la alfa hubiera encarado hacia su oficina.
—Oye tienes muy mala cara, ¿Necesitas un momento? —insistió Jihyo.
—Estoy segura de que mi oficina huele a ella, ha estado ahí con Mina cuando Nayeon se molestó. No quiero oler a nadie que no sea a… —Su voz se entrecortó cuando recordó a su alfa y lo sucedido después de aquella tonta discusión.
—Rayos Jeongyeon, te dije que esto te afectaría, ¿y tus supresores? —Le consultó, preocupada.
—Quise tomar uno hoy, pero me provocó náuseas. Mi loba ya no las recibe como antes, se resiste más… —Se quejó, bajando la mirada. Su loba gruñó ante la idea de un nuevo supresor y la maldita contradicción la hizo sentir más indispuesta.
—Estás muy afectada Jeongyeon-ah, es mejor que hables con Nayeon unnie, pronto. De en serio, escúchame por favor... —Intentó la menor, cuando Jeongyeon gruñó ante su insoportable insistencia.
—¡Ya déjame en paz Jihyo! Deja a Nayeon afuera de todo esto. La que debe hacerse responsable soy yo, y de los números que mueve esta empresa ahora que mamá está aquí...
—Bien. Entonces levanta la jodida cabeza, porque eres la responsable del funcionamiento de esta empresa, deberías sentirte orgullosa y no verte como una miserable. —Le regañó Jihyo y Jeongyeon alzó la cabeza para enfrentar a su madre.
Después de todo, su hermana tenía mucha razón.
—Oh, Jeongyeon-ah, Jihyo-yah, que gusto verlas. Las he buscado en su oficina, pero imaginé que estaban ocupadas en algún asunto.
La omega mayor analizaba balances y revisaba las últimas acciones realizadas en la firma. Mina estaba de pie, firme junto a su madre, extrañamente muy callada. Jeongyeon se sintió demasiado incómoda con su presencia, pero de un modo muy diferente a los de las ultimas veces, tenía un presentimiento diferente respecto a aquella omega japonesa.
—¿Y Nayeonnie? —preguntó la mayor, buscando a su hija de en medio. Jihyo miró hacia un lado, disconforme.
A su madre le encanta hacer evidente su preferencia por la pareja de su hermana, pues su unión con Sana nunca había sido de su agrado. Aunque Jihyo estuviera muy segura de que su padre hubiera estado encantado con esa unión pues, adoraba a Sana como a una hija más.
—Am… —Tragó, la rubia con incomodidad, fingiendo una sonrisa amarga —Ella tenía asuntos que atender en la sede de "Blueberry Sunset" en Gangnam. —Musitó Jeongyeon, estaba segura de eso. Nayeon siempre iba mucho por allá. El nombre del restaurante de su alfa le encogió el estómago.
—Siempre dices lo mismo… —Carcajeó la mujer mayor —¿Aún no han trabajado en mis nietos? Ya te estás poniendo mayor, cariño, con los años eso de procrear se pone… más difícil. —Musitó sin preocuparse por oírse mordaz y Jeongyeon tragó. Mina se sostuvo los labios, fingiendo que no deseaba carcajear. —¿O tú qué crees, Mina-ssi?
—Estoy en completo acuerdo con usted, señora Yoo. —Comentó la secretaria, con la expresión llana, una vez la omega la miraba con aquella soberbia.
—¿Lo ves? Es así. Por eso tuve a Seungyeonnie cuando aún tenía veintidós años, cuanto más joven eres, más cachorros le darás a tu alfa querida, deberías considerarlo…
¿Considerarlo? Jeongyeon tragó nuevamente cuando los ojos de su madre estuvieron sobre ella, implacables y Jihyo sostuvo la mano de su hermana con fuerza, antes de interrumpir.
—¿Y Seungyeon unnie? –Musitó la menor, con claro cinismo. La mayor la miró, como si acabara de darse cuenta de que estaba allí.
—Seungyeonnie ha estado muy ocupada presentándose en la semana de la moda de este otoño, no creo que venga hasta la próxima semana.
—¿Está saliendo con alguien? —Cuestionó la menor a su madre. Jeongyeon ladeó la mirada, apenada pues sabía que su hermana lo hacía por ella.
Así era cuando su madre hacía su presencia, ahora recordaba porque ya no deseaba visitarla. Nunca sabía qué responder y cuanto, porque ella se había vuelto un maldito panel de hielo.
Había un solo temor en ella, sobrepasarse con sus palabras. Sucedía que Jeongyeon se veía demasiado débil frente a su madre porque lo único que menos deseaba era hacerle más daño con sus palabras, no después de haberla visto tan destruida. Si había una realidad, esa era que su madre se había dejado morir con su padre y esa frivolidad lo evidenciaba.
Toda esa familia se había fragmentado demasiado desde entonces, como si el alfa hubiera sido los cimientos de lo que ahora solo eran escombros entre ellas y su madre.
—¿Seungyeon? —Habló la mayor, cuando notó que su hija menor esperaba una respuesta.
—Sí mamá, Seungyeon. —Insistió la omega menor, con la mirada filosa.
—¿Por qué lo preguntas, querida? —Cuestionó la mujer, con la mirada perdida entre los papeles, extrañada de que Hirai Momo aún no halla hecho su aparición.
—¿Te has dado cuenta que nos exiges nietos cuando trabajamos más de ocho horas diarias, pero "Seungyeonnie está de paseo por París"? —Ironizó la menor sin piedad. Jeongyeon presionó el agarre contra su hermana para que se detuviera.
—Prestar el rostro públicamente no es estar de paseo, Jihyo-yah… —Le regañó su madre. Jihyo estuvo a punto de gruñir a su madre, pero Jeongyeon la detuvo.
Hubo un extenso silencio, de esos en los que su madre siempre creía que ganaba la razón, pero sólo obtenía a dos hijas resignadas, que preferían ceder a contradecirla.
—Mamá, la administración está de acuerdo con que Jeongyeon unnie necesita vacaciones —Musitó la menor con todo atrevimiento. Jeongyeon la buscó con los ojos extendidos.
¿Cómo se atrevía?
—Jihyo… —Le regañó la rubia, viendo a su madre con el rubor asomando en sus mejillas.
—Lleva más de tres años aquí, no puede seguir así. —Insistió la menor.
—Jeongyeon querida... —La mujer alzó la mirada hacia su hija de en medio, quién le miró tan tiesa, como siempre —¿Necesitas vacaciones?
¿Qué debía responder? Siempre se veía desafiada la señora Yoo. Por más de que quisiese decir "sí" o "no", ella la veía con esos ojos que parecían ponerla a prueba. Era una jodida manipuladora, supo ver Jihyo.
La rubia se irguió con decisión y se alimentó de la mirada retadora de su madre.
—No es necesario. —Respondió con firmeza, y se obligó a ignorar a su loba.
—¡Jeongyeon-ah! —Exclamó Jihyo viéndola con horror.
Después de haber visto a Nayeon, Jeongyeon prefería mil veces ahogarse en su papeleo, más no en esa estúpida autocompasión.
Jihyo tuvo un mal presentimiento ante la actitud de su hermana y la estúpida inconsciencia de su madre, solo esperaba que cuando ambas se dieran cuenta, no fuera demasiado tarde para buscar soluciones a lo que parecía ser el preludio de un gran derrumbe.
Jeongyeon caminaba con fatiga, intentando seguir el paso de su hermana menor.
Agradecía que Momo no halla hecho su aparición hasta que ella estaba dejando la oficina de su madre. La alfa agachó la cabeza cuando pasó junto a ellas y quedó con la omega mayor para explicar ciertos detalles en el funcionamiento de la empresa, la ganancias y sus fallos. Aún quedaba pendiente esa conversación y desde ya, se sentía tan incómoda con ello.
—¿Cómo te atreves Jeongyeon? ¡Acabarás con tu matrimonio! ¿Estás loca? ¿Quieres perder a Nayeon?
—De todos modos ella no quiere verme, ¿qué quieres, Jihyo? ¿Que me deprima sola en esa enorme casa?
—Unnie… —Intentó replicar.
—Ha dicho las cosas más tremendas que me ha dicho jamás... —Comentó la rubia al recordar aquella estúpida discusión. Su loba chilló y ella deseó ceder al llanto, también.
—¡Porque le has mentido, Jeongyeon!
—¡Ya lo sé! Pe-pero… ¡Eso no le daba el derecho a lastimarme como respuesta, Jihyo! —Masculló, impotente —Quizás y esta relación no sea lo que deseábamos que fuera, quizás sea lo mejor…
Jeongyeon sollozó sin poder detenerlo, su loba quería que se retracte, y diablos, ella estaba segura de que no era tan así, pero estaba tan dañada por sus palabras, también.
—Claro que sí, ahora díselo a tu omega, porque al parecer no está muy conforme con tus deseos, hermanita… —ironizó la menor. —Eres una terca, Yoo Jeongyeon…
—¡Bueno ya déjame en paz Jihyo! —Exclamó, ahora fastidiada. Negación. Esa omega estaba tomando la negación como hábito. Uno muy malo.
—¡Por supuesto! A mí si me gritas y me gruñes, pero a mamá la dejas decirte lo que le da la gana y la dejas manipular tu vida como mejor le parece, ¿no es así? —Reprochó, despectiva.
—Jihyo te lo advierto… —Gruñó la omega mayor con un dedo en alto como advertencia.
—¿Qué vas a hacer, unnie? —Le desafió la pelicorta.
Se vieron enfrentadas como nunca antes y Jeongyeon bajó su dedo, antes de atacar a su hermana menor. Era obvio que ella no era la responsable de su incompetencia para con su propia madre y su jodida relación que se caía a pedazos insulsos.
—Lo siento… —Susurró Jeongyeon, bajando la mirada y tomando asiento en su escritorio.
Jihyo exhaló y se acercó a su hermana, corrió su silla para que pudiera verla. Jeongyeon se negó a enfrentarla, apenada por su necedad.
—Mírame unnie, hablemos por favor…
—Ya no quiero hablar, Jihyo.
—¿Por qué?
—Porque eres la única que me dice lo que no deseo oír, ahora mismo. —Musitó con la voz débil.
—Eres una tonta… —Se sonrió con ternura.
—¿Lo ves? Siempre lo haces… —Sollozó tapándose el rostro.
—Hueles muy mal, ella debe de haberlo percibido…
—Está muy extraña desde que él ya no está Jihyo, ha sido tan dura y tan estricta como nunca antes.
—Tú le has dado ese lugar. ¿Por qué crees que conmigo no es así? Si fuera por ella, no me hubiera casado con mi alfa… —Desaprobación la omega menor.
—¿Cómo lo revierto? Quiero que me dejé en paz, quiero que todos me dejen en paz, estoy muy cansada de todo esto… muy cansada —Se quejó entre lamentos. Jihyo acarició su espalda, mientras la abrazaba.
—Ponle límites, aquí la que manda eres tú, no ella, unnie…
—No sé como hacer eso —Sollozó —Ella está tan dañada, ya no huele como antes, no huele como mi mamá…
—Ella está deprimida Jeongyeon-ah, pero no por eso podemos permitir que nos maneje la vida a su antojo. —Tomó a su mayor por las mejillas y la buscó con su mirada —Tienes que ponerle un límite, o perderás lo más importante, a ti misma y a tu amor.
—Ella no quiere verme, Jihyo y mi omega se retuerce cada vez que ella me rechaza, no lo voy a soportar una vez más… —Sollozó y volvió a cobijarse en los brazos de su hermana menor. Jihyo suspiró con desánimo.
—Ella lo que más quiere y desea es verte y estar contigo, pero entiéndela…
—Me pidió un tiempo…
—Oh vaya, que bruta es esa alfa tonta —Masculló Jihyo con desaprobación.
—Ella jamás se había alejado de mí de ese modo Jihyo, me siento morir sin ella. Sé que me equivoque, pero… —Estalló en llanto nuevamente y su hermana acarició su lindo cabello largo, mientras mecía la cabeza en desacuerdo.
—Haces bien en dejar los supresores unnie, conectarte con tu omega, te hará sentir a tu alfa y eso aclarará tu mente.
—Ella parecía estar despidiéndose de mi, Jihyo…
—Eso no sucederá Jeongyeon...
El sol estaba pronto a ocultarse cuando ambas ingresaban en aquel consultorio, listas para el siguiente paso en su relación.
Se dice que lo más importante en medio de un conflicto, es admitir que hay problemas, porque luego se vuelve más sencillo hallar una solución.
Pues allí iba ese par, tomadas de la mano, aferradas a eso que tenían y que tanto adoraban de la otra, ese infinito amor que las unía y las enlazaba, colmándolas de fuerzas para poder seguir "hasta las últimas instancias" como había dicho Sana.
—Bienvenidas, mi nombre es Bae Joohyun. Pueden ponerse cómodas para que podamos comenzar con la sesión.
Señaló la omega coreana con aquella expresión amable acompañando sus rasgos felinos.
Jihyo tuvo que admitir que la mujer era hermosa y que si aquel cálido anillo no estuviera adornando su dedo anular, sentiría celos de ella. La omega se veían del tipo de Sana: madura, exitosa y despampanante.
Una vez se habían presentado y habían pasado unas breves palabras amables con la profesional, se puso a analizarlas.
—Bien, comenzaremos con un ejercicio sencillo. Primero harán una descripción breve de su pareja, para yo conocer la perspectiva de cada quien y bien sea de paso, conocer más sobre ustedes. —Comentó aquella omega con amabilidad.
Sana respiró con nerviosismo y Jihyo presionó el agarre que las unía en sus manos.
—¿Ya comenzamos? —Consultó la alfa pelimiel.
—Cuando quieran.
—Jihyo es una omega preciosa. Su facilidad para mantener una conversación alegre incluso en su propia incomodidad, es admirable y me cautivó con eso desde el principio. Tiene una increíble facilidad para oír a las personas y atender cada detalle. Adora hacer feliz a su familia y a quienes ama. —Murmuró la alfa y sonrió con incomodidad. Jihyo la miró con aquellos grandes ojos iluminados de ilusión.
—Sana es maravillosa... —Irrumpió la omega —Aún por sobre su perfeccionismo en el trabajo, ella es tan sencilla y enérgica. Iluminó mi vida con su liviandad. Además de que siempre es tan divertida y sabe cómo aprovechar cada momento al máximo, supongo que no podría haber coincidido con alfa mejor, ella está hecha para mí y yo para ella. —Admiró la omega con voz clara, sin poder apartar la mirada de aquella atractiva japonesa que amaba.
—Perfecto, me encanta esta vibra, aquí hay mucho amor… —Comentó la profesional con emoción y la pareja suspiró, como si les hubiera confirmado una gran duda —Ahora, daremos un paso más, quiero que cada quien señale las cualidades y defectos de la otra, primero de modo individual, luego en la pareja.
—¿Las cualidades y defectos? —Preguntó Jihyo con tremulidad. Bae presintiendo la incomodidad en aquella omega pelicorta y sonrió, intentando calmarla.
—Solo se trata de recaudar datos sobre las dos y conocer cómo se perciben entre sí. Es importante para esta primera sesión que pueda conocer más de cada una.
—Todo estará bien, cariño… —Murmuró Sana, dejando un beso sobre los nudillos de su omega, quien sonrió con tremulidad. —Empieza tu, destripa a esa alfa tonta… —Las tres rieron ante el comentario de la nipona.
—Las cualidades de Sana… —Musitó la omega, bajando la mirada —Sana es maravillosa, es tan amable, tan atenta, siempre me considera en absolutamente todos sus planes, por más insignificantes que sean, ella siempre piensa en mí… —Murmuró Jihyo y alzó la mirada para verla —Pero su peor defecto es que huye en cada enfrentamiento. Cuando hay una discusión, preferiría que me grite en vez de salir corriendo, creo que eso nos aleja un poco, en los desacuerdos.
–Eso estuvo muy bien Jihyo. Ahora es tu turno Sana. —Musitó la terapeuta, buscándola con su mirada.
—Oh claro. —Tragó la alfa —Jihyo es muy alegre, es práctica, siempre está dispuesta a ser increíblemente comprensiva incluso cuando es tan impaciente, además de que es sumamente organizada y detallista, tiene cabeza para pensar en absolutamente todo. Ella es genial —Musitó con la voz trémula, Sana no fue tan valiente de enfrentar a su omega —Pero es una jodida terca, no es capaz de admitir que no es capaz de ver más allá y, a veces pienso que prefiere agarrarse los dedos con la puerta, a admitir que está equivocada.
—Cielos… —Murmuró Jihyo como respuesta.
Bae tomaba nota de cada reacción, aquel objetivo era no sólo que ella pudiera conocer la percepción de sí mismas, sino que ellas conocieran la percepción de la otra, también.
—Puede ser un poco incómodo en un principio, pero les aseguro que es completamente normal tener defectos, eso no nos convierte en peores o mejores personas.
—Lo dice como si fuera tan sencillo… —Masculló la omega, con su tono de reproche.
—Lo es, cariño. —Musitó la alfa ante el reproche de su omega.
Jihyo la buscó de inmediato con su hermosa mirada apenada y la alfa se sonrió de ese modo irresistible.
—Aún con todos tus defectos no podría dejar de amarte jamás, Yoo Jihyo…
—Sana… —Murmuró la omega y no pudo detener la lágrima que se le escapó de sus ojos.
Bae escribió con gusto. Estaba segura de que habría grandes resultados entre ese par, porque la clave estaba en el desear oírse y ambas estaban muy dispuestas a ello, admiró la profesional.
Ya pasaban de las ocho cuando aquella omega hizo su salida del edificio. Muy a su pesar y aunque a una mayoría les encantaba decir que no hacía bien su trabajo, no siempre disponía de tiempo para fastidiar a Yoo Jeongyeon, a veces le tocaba terminar con sus pendientes porque no podía con su propio genio. No por nada había sido la escogida para dirigir la recepción del edificio y ser la secretaria de presidencia, por el mismísimo ingeniero Yoo.
La omega alzó la mirada cuando estuvo fuera y la brisa le golpeó el rostro, y allí la halló. Toda firme, abnegada y con esa expresión de cachorro regañado. La omega bufó cuando se acercó a ella a paso lento.
—Espera Myoui, hablemos por favor. —Suplicó aquella pelinegra.
—Tu y yo no tenemos que hablar Hirai, quítate de mi camino.
—Espera —La tomó del brazo, pero la menor se apartó con demasiado impulso —Solo déjame disculparme contigo, sé que lo que hice estuvo mal. Pero créeme que no tenía intenciones de aprovecharme de ti o algo parecido...
—Por supuesto que no ibas a aprovecharte de mi, eres una pobre idiota que no eres capaz de hacer absolutamente nada que dañe a tu débil conciencia.
—Oye ¿por qué diablos eres así conmigo?
Momo la detuvo, ahora con más firmeza y Mina no pudo apartarse fácilmente esta vez, haciendo del acercamiento algo inevitable entre ambas.
—¿Así como? —Se burló la menor, haciéndose la desentendida, con aquella sonrisa cínica en su rostro atractivo.
—Así de brusca y agresiva. —Enumeró la alfa.
—Siempre ha sido así entre tú y yo.
—Precisamente, porque te comportas como una idiota. —Comentó la mayor, perdiendo los ojos en esos suaves y deliciosos labios que parecían atraerla como un imán.
—Aquí la única idiota eres tu —Presionó el índice contra su pecho, de ese modo atrevido con el que siempre traspasaba todo los límites. —Momoring, porque eres tan cobarde que no eres capaz de admitir que te gusto…
—¿Cómo ibas a gustarme, si eres la omega más desquiciada con la que me he cruzado, jamás?
—Entonces suéltame, maldita bipolar.
—Me gustas…
—Hirai… —Se asombró de pronto del increíble acercamiento que había provocado.
¿Porque todo parecía cambiar tan de prisa entre ambas? Lo que parecía ser un enfrentamiento habitual, pasó a ser un peligroso duelo de miradas demasiado íntimas.
—¿Deseas que te bese? ¿como hoy en la oficina, verdad? —Musitó la alfa, ahora muy cerca de sus bonitos labios y la omega se vio intimidada por su alfa.
—Oye, espera…
—¿Tienes miedo de lo que pueda hacerte? Pero si solo soy una alfa de conciencia débil, omega, tu lo has dicho… —Su voz se oía baja y rasposa, cuando se acercaba a su cuello.
—Detente… —Susurró, cuando Momo se abrazó a su estrecha cintura y la arrimó contra su cuerpo.
—¿Quién es la débil ahora, Myoui? —Se burló la pelinegra cuando la acorraló contra su cuerpo.
Ahg, ese exquisito acercamiento parecía arder con cada segundo que pasaba si no la besaba de una vez. Mina se vio llena de su hermoso rostro mientras pensaba en replicar, más su loba solo deseaba que la tome sin más miramientos.
—Sigues siendo una maldita perded…
El silencio se hizo en el ambiente, la alfa se apoderó de sus suaves labios rojos y todo lo que se podía oír era el burlón sonido de sus bocas deseando devorarse entre sí.
Momo la soltó, dispuesta a dejarla ir, muy a pesar de las réplicas de su loba, una vez el aire comenzaba a escasear entre ambas, pero cuando se hallaron con sus ojos, la menor no se pudo aguantar y la reclamó en un nuevo beso que le dio acceso a la alfa, a codiciar mucho más que un simple beso en frente del edificio en donde trabajaban.
Se veía y sentía pésimo, también.
Su estado de ánimo era tan bajo que, de sólo pensar en ello, no hacía más que provocar que se viera y se sintiera peor.
Una noche más sin ella, cenar sola, dormir sola. Supuso que esa era su paga, lo que se había ganado con haber sido tan necia y distante.
—¿En qué demonios estoy convirtiendo mi vida? —preguntó la omega de pronto cuando caminó completamente descalza hacia las escaleras de su casa en aquel sórdido silencio. —¿Para qué rayos me esfuerzo tanto, si al final siempre acabo siendo una perra insensible e incompetente? —Lanzó el portafolios contra el sofá de la sala con mala gana y siguió quejándose de su mala suerte contra las paredes de su hogar.
—Eres la perra insensible más adorable que he conocido, Yoo Jeongyeon… —Irrumpió aquella voz en el silencio.
—¡Cielos! —Exclamó la omega completamente asombrada, cuando se volteó y la halló allí, con sus ojos tristes sobre ella.
—Solo vine a recoger algunas cosas que necesitaba y te oí llegar.
—Oh, entiendo —Musitó la rubia con la voz baja.
—Llegaste temprano. —Comentó la alfa con la voz seca.
—¿Podemos hablar? —Consultó la menor, cuando el silencio se había vuelto tan largo que comenzaba a incomodarla.
—¿Crees que sea conveniente? —Dudó la castaña, negándose a ver aquellos hermosos y suplicante ojos color ámbar.
—No lo sé…
—Ni yo…
—Te extraño.
—Y yo a ti…
—Entonces quédate esta noche, por favor...
Aquella súplica tan sentida llenó el corazón blando de Nayeon, quien no tardó demasiado en dar una respuesta afirmativa.
Aunque quisiera negarse, la alfa era muy consciente de lo débil que podía llegar a ser ante esa pequeña omega rubia pues, al final solo ella lograba llenar su corazón vacío.
¡Hola Tu! Estoy aquí con un nuevo capítulo de este hermoso fict Ü
¡Admira esos hermosos gráficos! Los detalles son tan increíbles, estoy tan feliz♡
Espero que hayas disfrutado el capítulo de hoy, personalmente le estoy poniendo mucho empeño a eso del drama de pareja, pero la verdad es que ya extraño que se besuqueen mucho ;-;
Seguiré trabajando duro para hacerte sentir con mis palabras, ten una increíble semana, te quiero mucho, tu JazUnnie🌻
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