↠Parte Ocho↞
Nayeon bajó la cabeza, después de que dejó a un lado la tira de pastillas anticonceptivas, junto al mueble que acompañaba el cabecero de la cama.
—Yo... —Musitó la omega con la voz mermada —Y-yo, no quise... no es lo que tu crees —Susurró, alargando un suspiro pesado, buscando palabras con valor, buscando justificativo, buscando...
Pero Nayeon no alzó la mirada para enfrentarla ni un solo instante, se mantuvo muy quieta y en silencio con las manos sobre el rostro. Su loba se sentía rechazada y herida, sus feromonas de amargura se extendieron por la habitación con tanta prisa, que Jeongyeon no tardó en brincar al presentir la carga emocional que la invadía por la cantidad de cosas que sentía su alfa, todas a la vez y todas tan duras.
—Oh no-no, no llores Yeonnie, no-no es lo que tu crees, de-dejame explicártelo por favor... —Tartamudeó la omega, acercándose lentamente hacia ella e intentando tomar su rostro. Jeongyeon se tambaleó cuando la alfa la apartó con un gruñido y su sola mirada.
—Contigo nunca nada es como yo lo creo, Jeongyeon —Se quejó la alfa, ahora viéndola de una manera tan fría, que la omega sollozó, evitando el gran impulso de tocarla. —¿Cómo no quieres que piense qué...? Rayos, ¿qué es lo que debo pensar? ¿que no quieres que tengamos una familia y me habías estado mintiendo todo ese tiempo? ¿Acaso fingías ser feliz, omega? —Lloró ante su reproche. Estaba muy herida y su loba estaba tan a la defensiva que la hizo sentir una extraña sensación de opresión y dolor físico/palpable en el centro del pecho que casi la deja sin respiración.
Jeongyeon meció la cabeza reiteradas veces y las gruesas lágrimas se cayeron por sus ojos al fin, ella decía la verdad. Rayos, a Nayeon siempre le era tan sencillo decir lo que sentía y eso la confundía tanto, ¿Cuando había dejado de ser así con ella también? ¿Qué había cambiado? ¿Cuándo?
—No, por-por favor Yeonnie, espera hablemos sobre esto, podemos solucionarlo...
—¿Podemos? ¿Tu crees que tenga solución? —Insistió avanzando hacia ella.
Jeongyeon se encogió y la alfa se apartó de inmediato al ver su expresión. La había intimidado demasiado, su loba se sintió oprimida y eso la angustió más, jamás le había hablado de ese modo a Jeongyeon, jamás habría sido capaz. Pero ¿Acaso algo más cambiaría entre ellas? Esa respuesta le daba tanto miedo.
Jeongyeon sollozó al sentir su temor y sus ojos se cargaron aún más, en ese preciso momento no sabía que era peor, si ver como le afectaba cada sentimiento o sentirlo por sí misma.
—Me duele aquí en el pecho cuando descubro que todo esto sucede porque ya no eres capaz de hablar conmigo —Se presionó el pecho —Y me duele mucho... —Musitó sin poder verla a los ojos.
Era la decepción, abarcando duro y fuerte como todos los sentimientos que le provocaba esa omega desde que la había conocido. Lo que no sabía era que así como había hecho crecer sentimientos grandes y bonitos, tambien tenía el poder para romperla en un millón de pedazos en cuestión de insignificantes segundos.
—Oh no, no, no digas eso mi amor, espera, déjame explicarte... —Se apresuró la omega a intentar solucionar aquella dramática problemática que se había presentado y que pronosticaba diluvio intenso, espeso y abundante entre las dos.
—Lo cierto es que ya no sé con quien comparto mi vida, la omega que eras cuando te conocí, hace mucho que se fue, supongo que exactamente cuando comenzaste a priorizar otro plan de vida, quizás todo se perdió cuando simplemente dejaste de sentir remordimiento al engañarme. —Lamentó Nayeon, dominada por aquella incesante decepción cruda y lacerante.
Jeongyeon no halló palabras ¿que debía decir? Si sólo estaba diciendo la verdad, no se había puesto a pensar en lo que significaría cambiar de planes sin mencionárselos a su alfa, vamos... ¡Lo sabíamos desde que había comenzado este relato! ¿O no?
—Me engañaste omega, con tal de tenerme a gusto, preferiste omitir ¿verdad? para que haga silencio y deje de reclamar, como una esposa renegada. Haz llegado demasiado lejos esta vez, Jeongyeon... —Señaló la alfa con aquel semblante que se armó de pronto.
Jeongyeon sintió que su corazón se comprimía, no solo porque su alfa estuviese siendo tan cruda y que hubiese cambiado de verse como una cachorra lastimada a una alfa rigurosa en cuestión de pocos segundos, sino porque muy en su interior, su marca le indicaba que ni siquiera podía dejar de sentirse tan triste y decepcionada, eso era lo peor, poder sentir su angustia y no ese aparente rencor que quería demostrar esa engañosa mirada suya.
—No, mi amor... —Tragó estirando la mano, intentando alcanzarla, deseando mimarla con sus caricias y detener toda ese manojo de sentimientos insoportables que comprimían a la alfa y que ella podía sentir perfectamente.
Nayeon se apartó de su alcance y supo que la brecha se había hecho monumentalmente grande esta vez.
—¿Ahora si hablaremos?
—Escúchame Yeonnie, deja de reprocharme —Respiró intentando detener las lágrimas —Sé que sí, sé que tienes toda la razón, pero por favor compréndeme no puedo con un cachorro ahora... —Musitó apenada y la amarga risa irónica de Nayeon la estremeció, desde adentro.
—Oh vaya, demasiado tarde omega, ¿no lo crees?
—Iba a hablarlo contigo cuando acabara la temporada alta y llegara el invierno, te lo juro Nayeon... —Aunque quiso, no pudo evitar que el llanto la invada y le tomó las mejillas con sus manos, una vez logró acercarse un par de céntimos a ella —Yeonnie, debes creerme...
Nayeon se apartó de inmediato de su toque, pues en ese instante se le hacía insoportable. Y aquel sentir llegó hasta la loba de Jeongyeon quien se alarmó ante su rechazo. La alfa la miró de tal modo que la omega se encogió bajo su mirada prepotente, una vez más.
—¿Vacaciones? ¿Haz dicho vacaciones omega? Desde que eres la encargada de esa empresa, eso no existe para nosotras, apenas y te tomas libre nochebuena. —La alfa evidenció su tristeza y reproche en cada matiz del tono en su voz —¿Sabes? Lamento haber sido una villana para ti... —Señaló la alfa, cuando su omega la miró extrañada —Porque he de haber sido una mala compañera para que pienses que no tomaría en cuenta tus decisiones, y que no comprendería si me dijeras que no podías o no querías tener cachorros, pero... —Meció la cabeza aún muy afectada, mientras se lamentaba. Vaya, aquello le había afectado más de lo que hubiera esperado.
—Oh no, jamás dije que tu me obligaras a tomar esa decisión cariño, yo te amo y deseo cargar tus cachorros, no pienses que no...
—Es que si serán solo míos, haz tomado una buena decisión. La verdadera pregunta es, ¿Por qué no me lo dijiste antes? Yo te hubiera comprendido si tan solo hubieras tenido la gentileza de hablarlo conmigo, no puedo decidir por ti y por tu cuerpo omega, pero hacerme esperar y mantener esperanzas, es muy cruel... —Hizo un mohín y se limpió las mejillas con brusquedad por sentirse tan dañada —Vivía con la ilusión de que un día llegaras y me dijeras que estabas cargando con nuestro bebé, te hubiese perdonado el no desearlo, pero no la mentira y el engaño. Ahora no puedes con uno de mi sueños, y, ¿sabes que es lo que pienso yo? Que tampoco puedes con esta relación y yo tampoco puedo vivir esperando por que, alguna vez, decidas tomar la decisión de confiar en mi... —Aunque se le partiera el corazón era verdad, así la hacía sentir la ausencia de Jeongyeon y su falta de compromiso con su lazo, con sus proyectos en común a futuro, vaya, con todo lo que las hacía una.
—Yo te amo Nayeon, te amo mucho, no puedes pensar que no confío en ti...
—Si confiaras en mi, me lo hubieras dicho en el instante en el que decidimos que comenzaríamos a conformar una familia, hace tres meses, ¿qué digo tres meses? Hace años venimos hablando sobre esto, creí que eran nuestros sueños, creí... rayos, creí demasiado... —Sollozó cuando se reprochó aquello a sí misma, y sus feromonas invadieron a la omega, haciéndola sentir una insoportable tristeza.
—Si quería, no pienses eso mi amor, si quería. Si lo quiero Yeonnie... —Hipó la omega, buscando acercarse a la alfa, quien no tardó en pedirle que se aparte de ella.
—Déjame por favor, no deseo que me toques ahora mismo, mi loba está muy molesta... —Musitó con la voz demasiado grave y baja.
Jeongyeon se tapó los labios de la impresión, ella la estaba rechazando a viva voz, eso había hecho sentir tanta frustración a su loba, la cual aulló por su rechazo.
—Pero alfa, no puedes apartarme de ti...
—¿Yo quiero apartarme de ti, Jeongyeon? —Consultó la alfa y su expresión era de desconcierto puro —Pero si yo no he hecho otra cosa que buscarte omega, y quien se ha encargado de rechazarme y apartarme una y otra vez sin aparente problema, fuiste tu...
—No me lo reproches otra vez mi amor, sabes que no tenía otra opción, he intentado lidiar con todo, pasar tiempo de cálidad junto a ti, seguir con nuestros planes, y todo ha sido malditamente difícil, pero...
—Estas justificándote otra vez, ¿y sabes porque es así? Porque puedes con todo, incluso pasar semanas y meses lejos de mi, pero no puedes con el rechazo de tu madre Jeongyeon...
—¡No! ¡Tu eres más importante! —Exclamó, alzando la voz.
—¡No mientas omega! ¡No te engañes de ese modo porque solo empeoras esta maldita situación!
—¡Nada cambiará entre tu y yo!
—¡Todo se fue al demonio desde que tu padre murió!
—¡Pues regrésamelo! —Exclamó con lagrimas en sus ojos.
—¡Y tu regresamos a mi esposa! —Gruñó la castaña, caminando por la habitación, intentando retener la impotencia. Su lado animal solo deseaba tomarla contra su boca y suplicarle que la priorizara, que regresara a ser su omega feliz, que regresara a ser su amor, primero.
—Perdóname, me equivoqué...
—No es que no lo entiendes porque no lo quieres ver Jeongyeon... —Lamentó
—¿Qué deseas que diga?
—¡¿Cómo deseas tu?! —Exclamó la alfa —¿Qué deseas que haga? ¿Hago silencio, finjo que nada sucedió y dejo que mi vida siga un curso lejano al tuyo? ¿De qué rayos sirve que seamos una pareja entonces? ¡Dime! —Se acercó para tomar sus mejillas entre sus manos, para que la viera. Jeongyeon no pudo sostener la mirada por mucho tiempo, la culpa y el remordimiento la vencieron ante la tristeza que habitaba allí —Ni siquiera puedes verme a los ojos durante un momento, ya no eres ese corazón dulce con el que me casé, ¿verdad Yoo? Haz madurado...
—Nayeon, no digas eso... —Le regañó ante sus palabras dominadas por el dolor. No era cierto, ella seguía siendo su dulce omega ¿verdad? Incluso en su interior dudó, al verla tan convencida de lo que decía.
—Tu ya no eres con quien yo decidí compartir mi vida, entendí que esa inocente, dulce y amorosa omega murió ahogada por esa maldita presión, ¿Sabes Jeongyeon? Detesto profundamente la voluntad de tu padre porque desde entonces nuestra relación no hizo más que agonizar... —El estallido fue demasiado repentino.
Jeongyeon sollozó cuando notó lo que había hecho, pero ya era demasiado tarde, había dejado su marca sobre la mejilla de su alfa, quien gruñó como respuesta y se apartó de ella, después de recibir el golpe.
Caminó a paso firme hacia el armario y regresó con una maleta.
En shock, así se sintió la omega mientras veía como su alfa seleccionaba sus pertenencias más cercanas para empacarlas, más no supo si estaba lista para dejarla ir, si no la empacaba a ella consigo. Se mantuvo allí, en la misma posición, observando sus movimientos casi que sin reacción.
"No te vayas alfa"
"No me dejes, alfa"
"No puedo vivir sin alfa"
—No puedes irte... —Susurró sin fuerza y cuando la miró, sus ojos se desbordaron con fuerza ¿Acaso eso había cesado en algún momento? Ni siquiera estaba segura de eso, de nada en verdad. Su hermoso y delicado rostro tomó expresión de dolor y empuñó una mano en la cobija —No puedes irte, no puedes abandonarme aquí sola..
—No estarás sola, tienes a Momo, a Sana y a Jihyo para que cumplan al pie de la letra cada uno de tus deseos, será un verdadero alivio para ti. —Evidenció su cinismo, pero no la miró. Aunque lo que más le dolía era presentir su angustia, ya había tomado su decisión y esta vez parecía definitiva.
—No puedo vivir sin ti...
—Créeme, tendrás mucho trabajo para entretenerte y apenas tendrás tiempo para pensar en esto.
—No me abandones...
—Yo no te abandono omega, eres tú la que hace mucho ya no vive aquí. —Empacó solo unas mudas más y con todo el dolor de su alma cerró la maleta.
¿Así era como terminaba su historia? ¿podría sobrevivir con esa decisión? ¿Podría sobrevivir sin ella?
Nayeon retuvo el llanto cuando su loba aulló ante lo inminente. Meció la cabeza no podía creer que la mujer con la que había soñado tener toda una vida, se estuviera riendo en su cara durante todo ese tiempo. No era la causa, sino la acción. No era que no quisiera, era que no hubiera hablado al respecto, no era que no quisiera, era que no la quisiera tanto como ella lo hacía...
¿Porqué rayos esperamos siempre que el otro nos quiera tanto como nosotros lo hacemos?
—No, no, no Nayeon... Yeonnie por favor, mi amor —Se acercó a la alfa y lo abrazó por la espalda. Negación. —Lo dejaré, lo dejaré todo por ti, pero por favor no me dejes aquí sola, no puedo vivir sin ti... —Suplicó entre ahogadas lagrimas y llanto, negándose a soltarla. Era la alfa que amaba, y no se había dado cuenta del daño que le estaba ocasionando con su silencio cuando la omitía, hasta ese instante en el que la ilusión se apagó de su hermosa mirada y todo parecía oscurecer a su alrededor.
—No Jeongyeon, ya lo has dicho tantas veces, tus promesas dejaron de tener valor cuando me mentiste descaradamente, me engañaste sin razón y perdiste la confianza en mi y en nuestro amor... —Tomó sus manos que la rodeaban y las apartó de ella, para poder tomar su maleta. Volteó para verla de nuevo un instante y la besó sobre la frente, como si fuera a ser la última vez que la viera, un beso de labios apretados y de lágrimas mediante. Quizás fuera así, porque estaba segura de que jamás volvería a verla como antes.
Antes de apartarse de ella y salir de la habitación, dedicó un instante para verla atentamente y su rostro no le mostró esa expresion dulce y enamorada que ella adoraba, solo una mujer repleta de angustia e inhibición.
Nayeon dejó la casa, su casa, esa que había sido su hogar durante unos largos años y que ahora parecían ser un cúmulo de paredes y columnas frías, y un gran suspiro le ayudó a detener el llanto que se agolpaba desde adentro, al cerrar la puerta detrás de ella.
A Jeongyeon le tomó algunos segundos decidirse a salir corriendo detrás de su alfa y cuando la encontró en su campo de visión, se encontraba cerrando la puerta de su auto, dispuesta a dejar la entrada de la casa.
—¡No puedes irte! ¡No puedes abandonarlo todo así como así! ¡Prometiste que sería en las buenas y en las malas! ¿Te vas a dar por vencida así de fácil? —Exclamó aquella desequilibrada omega, cuando le golpeó el vidrio del auto con sus nudillos. Pronto, sintió el fresco de la brisa golpeando contra su pecho y se dió cuenta de que solo la cubría una toalla y de que corría una fresca brisa de tarde noche, pero estaba muy molesta para detenerse a pensar en ello —¡Sal de ahí y ven a hablar sobre esto! ¡No seas una cobarde Im! —Le gritaba entre lágrimas y mucho dolor.
En su interior la omega sentía que no podía irse y abandonarla por un solo error, porque eso no quitaba jamas que la amara como lo hacía y que se arrepintiera por completo al no haber hablado con ella con anticipación sobre ese asunto.
La alfa bajó del auto, pero sin la misma calma que antes, ahora se notaba realmente furiosa.
—¿En las buenas y en las malas? ¡Yo no fui la que no respetó nuestra promesa Jeongyeon! ¡Tampoco fui la que te cambió por su maldito compromiso laboral! ¡Porque nunca jamás te engañé como lo hiciste tu conmigo! —Se exaltó utilizando un tono de voz alto —Estoy molesta Jeongyeon, no quiero dañarte mas con mis palabras sin sentido y decir cosas de las que después me arrepienta —Le advirtió tomándola de los brazos —Ahora no puedo estar aquí contigo, me dueles, necesito tiempo y tu también ¿No puedes comprenderlo? —La sacudió y la omega se apartó de su agarre con busquedad.
—¿¡Tiempo!? ¡No te doy tu maldito tiempo! ¡Te quiero aquí conmigo! ¿¡Quieres un cachorro!? Hazmelo ahora, no tome la maldita pastilla, ¡Que se vaya todo al demonio si tu no estas aquí! —La empujó y la abrazó, la soltó y lo volvió a empujar, estaba tan molesta por su reacción, sabía que no estaba haciendo las cosas correctamente, pero no había imaginado que fuera a abadonarla y mucho menos que le dolería tanto su decisión y la decepción en sus ojos, esos que hacía un rato le hacían el amor con tanta devoción. No podía aceptar que se fuera, no sin ella.
—¡Así no funcionan las cosas Jeongyeon! No estás pensando con claridad... —Se pasó las manos por el cabello, intentando no perder la compostura —Esto no es el final omega, pero necesitamos pensar en todo esto. Necesitas poner en orden tus prioridades y cuando estés lista, aquí voy a estar para hablar... —Abrió la puerta del auto nuevamente y se subió allí.
—¡Nayeon! ¡No te atrevas a sacar ese auto de la entrada! ¡Baja de ahí alfa tonta! —Exclamó la omega, haciendo a la alfa ignorar por completo sus palabras.
Jeongyeon no podía creer que la estuviera dejando, aún aunque fuera necesario para ambas.
Nayeon encendió el coche y contra todo pronóstico de la omega, salió de allí sin esperar tan siquiera a que pudiera ir a su lado... sin considerarla, como ella lo hizo la primera vez.
Jeongyeon se quedó con toda esa furia dentro de ella, pero aún rebosante de todo esa tristeza multiplicada por dos. La marca dolía y latía cuando entró en la casa buscando de que sostenerse para llegar a la cama así poder desahogarse de algún modo, sofocada, buscando respirar con calma e incluso cuando logró quedarse dormida sus lamentos no cesaban.
¿Había un final?
El silencio fue insostenible desde el principio del viaje, pero ninguna se había atrevido a terminar con él. La tensión parecía casi palpable y las miradas eran de todo, menos de cortesía entre ese par.
—¿No dirás gracias, omega? —Preguntó rompiendo al fin, cuando la omega estuvo a punto de bajar de su auto.
—No seas imbécil, yo no te pedí que me trajeras, tu me obligaste con tu voz de mando de alfa pura y posesiva, toda, dominante y así... —Señaló la menor, fastidiada por el episodio, por lo acontecido un rato antes con aquel idiota que se había atrevido a interceptarla en su trabajo y por su insoportable presencia.
—¿Y qué demonios querías que hiciera? ¿Te ibas a tomar el bus sola a esa hora de la noche? Mira si ese imbécil decidía regresar... —Analizó Momo, como si aquello fuera lo más obvio.
—En todo caso, ese no era tu problema, tu no tenías ningun der...
—¡No digas que no tenía ningún derecho, omega! —Exclamó la alfa con un gruñido y Mina le miró con los ojos muy abiertos.
—No me gruñas alfa tonta. —Espetó con desagrado en cada músculo tenso de su cuerpo.
—Lo siento —Aceptó Momo, sorprendida por como había perdido su serenidad tan fácilmente, la pregunta de siempre era ¿porqué rayos perdía la calma con tanta facilidad cuando estaba con esa omega?
—¿Qué rayos sucede contigo? —Gruñó Mina, cruzándose de brazos, una vez Momo la detuvo para que no se fuera, una vez más.
—¿Quién es él? —Insistió, cediendo ante los instintos de su loba posesiva.
—¿El quien? —Preguntó la omega, alarmada por sus palabras.
—Ese tipo, el beta, ¿quién es?
—Mi ex.
—¿Tienes un ex así de patán? —Gruñó con desagrado y Mina le tomó su brazo, con brusquedad.
—¿Y no te la pasas diciendo que soy una loca? Es como dicen Hirai, dime con quien andas y te diré quien eres... ¡ahora déjame en paz! —Exclamó con ironía y su aroma se intensificó dulce y floral, tanto que Momo tuvo que detener sus instintos más severamente.
El aroma de la omega había incrementado mucho desde que habían dejado el parking de la empresa y suponía que era por su incomodidad.
—Ya decía que eres bastante idiota a veces, Myoui... —Se burló la alfa sin poder resistirse.
—Te creo, compartimos la misma característica alfa idiota —Aceptó con aquella sonrisa cínica que le irritaba tanto a la mayor.
—Oye... —Musitó balbuceó la alfa, después de otro lapso de breve silencio.
—¿Ya puedo bajarme, alfa?
—¿Cuánto dinero le debes?
—Eso no es de tu incumbencia Hirai. —Musitó brusca, ahora dirigíendole su mirada de horror. Momo volteó los ojos al cielo.
—Oh vaya, el tigre hablando de manchas... —Ironizó la alfa.
—¿Ya me puedo bajar? —Insistió la omega en un gruñido.
—Oh Luna, ¡ya lárgate de una vez, me estorbas! —Señaló la pelinegra, después de perder toda la paciencia.
Mina se apresuró a salir del auto y por supuesto que sin dejar de golpear su puerta, con toda intención y para más irritación de la alfa.
—¡Púdrete Hirai! —Espetó contra su ventana abierta, antes de dirigirse sus pasos lejos del auto.
—Estúpida, idiota, insensible y vulgar... —Espetó Momo, encendiendo su auto y largándose de la entrada del edifio en donde vivía aquella insoportable omega, pero llevándose consigo aquel delicioso e intenso aroma a lavandas recién florecidas.
—¡Nayeon-ah! —Musitó Sana asombrada cuando la alfa asaltó contra ella para buscar sus brazos. La pelimiel la abrazó con fuerza y la alfa se sacudió entre sollozos contra su pecho. —Oh no, ¿que sucede? ¿Sucedió algo con Jeongyeon? —Se preocupó al instante.
—Se acabó... —Gimió, cuando Sana la buscó con su mirada.
—Cálmate cariño, ¿qué se acabó?
—Mi matrimonio, se acabó...
—Oh Luna, ¿de que hablas Im Nayeon, acaso ya te drogas? —Carcajeó Sana con incredulidad, más detuvo la risa cuando la castaña llorqueó contra su hombro.
—No está vez Sana, se jodió todo, se jodió... —Musitó con tal angustia, que la alfa japonesa sintió la angustia de su mejor amiga en su piel.
—Shh no digas eso. Ven, vamos adentro, necesitas un té caliente y descansar. —Musitó, realmente alarmada por su estado, se veía lamentable con los ojos muy hinchados y aquel agrio y arenoso aroma a tristeza que colmaba todo el umbral de su casa.
Hola, ¡buenas madrugadas para ti!
No llores, ven te abrazo. Todo estará bien, lo prometo. ¿Crees en mi?
Te quiero, descansa, tu JazUnnie🌻
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro