↠Parte Cuatro↞
Sus aromas siempre habían sido demasiado compatibles, una fruta seca y la otra tan poco común, se podía degustar fácilmente con yogurt natural, o en un rico waffle y crema chantilly, pero Nayeon siempre se había dado el gusto de probar en ella, desde la fuente y beber desde el centro de su ser.
En ese instante la mezcla era demasiado embriagante para su loba, quien disfrutó de cada matiz. Podía sentir el calor entumeciendo sus mejillas, el modo en el que la temperatura subía sin siquiera darle chance a digerirlo, y pronto todo su cuerpo deseaba tomarla y podía percibir como su omega deseaba entregarse sin tapujos, si más prisa.
Jeongyeon cerró los ojos por un breve instante y, en la misma nada se figuró como una abundante fuente que estaba a punto de desbordar, si no le brindaba a su alfa la atención que necesitaba.
Los ojos de la castaña se concentraron en ella, detallando el modo en el que su cuerpo reaccionaba con tanta naturalidad a su mínimo acercamiento, como se calentaba al percibirla en el mismo ambiente, una mano tomando su hombro y la otra picando sus yemas contra su cuello, masajeando el borde de los vellos de su nuca, mientras su aliento se pegaba contra su sensible piel, enviando espasmos por toda la extensión de su cuerpo, tan solo con ese mero roce.
—Oh joder... —Jadeó presionando los muslos. Ni siquiera se daba cuenta que mantenía los ojos cerrados ante la intensidad de todo lo que la recorría, y su alfa solo estaba de pie a su lado, poniendo unas cuantas caricias sobre ella.
—¿Quieres que te tome aquí o en la cama? —Consultó la alfa, mientras alcanzaba y acariciaba su cabello, luego hundía su sedosa lengua en la unión de su oreja y cuello, haciéndola estremecer un poco más. ¿Como diablos sabía donde besarla, para que sintiera punzadas en su centro de ese modo tan violento? Eso no era normal.
—Y-yo... —Jadeó cuando ella mordisqueó la delicada piel de su cuello, deseando marcar cada centímetro como suyo. —No lo sé, no lo sé... —Se recordó responder, totalmente abrumada.
—¿Quieres que lo haga duro o que me tome mi tiempo? —Ahora dibujando hileras húmedas en dirección a su marca débil.
—A-alfa, n-no lo sé... —Jadeó abrumada y Nayeon le miró con desaprobación.
—Mira nuestro lazo descuidado omega, ¿cómo pude permitir que te me escaparas de ese modo? Tu eres mía, Jeonnie y siempre será así... —Murmuró con precisión, mientras arrimaba su pecho contra el suyo, saboreando el instante en el que la tuvo contra su cuerpo, y se rodeó de su calor.
—Yo no soy un objeto alfa... —Se las apañó para responder, a pesar de que a fuerza parecía haber perdido el control de todo su cuerpo.
—Claro que no lo eres, tu sabes a que me refiero... —Le reprendió con la voz demasiado grave. No hubiera querido hablarle con ese tono, pero se sentía tan molesta en ese instante.
—¿Qué te hace pensar que es así? —La provocó, sintiéndose tan tonta por sentir el deseo de entregarse de ese modo tan abrumador, como cordero en sacrificio. Cualquiera diría que estaba loca, pero no, ella sabía muy bien lo que hacía.
—Puedo hablar fácilmente del asunto durante horas Jeonnie, porque eres totalmente mía y este mismo instante es el mejor ejemplo. —Susurraba la alfa jadeante, contra su oído —Ahora cuando tomo tu cabello entre mis dedos, deslizo mi boca en tu piel y tomo tu cuerpo de un modo en el que nadie lo hará jamás, mientras tu te entregas a mi por tu propia cuenta ¿no crees que es suficiente? —Musitó ronca, con aquella voz tan posesiva que hacía temblar las rodillas de la omega.
—S-si, e-es un buen punto... —Aceptó la omega, intentando mantenerse en pie por sí misma.
—Dime, ¿tu no crees que me perteneces cuanto tomo tu cuerpo hasta que sientes deseos de lagrimear de tanto placer y convulsionas hasta que te vienes debajo de mi? ¿No lo extrañas? Porque yo sí, amor... —Jeongyeon se tomó las manos temblorosas, asintiendo como una pequeña obediente, ante la información de la cual no había tenido una imagen antes... hasta ese instante.
—Mierda, estás tan molesta ahora mismo... —Musitó ante el modo en el que Nayeon le recorría la espalda y alcanzaba su trasero para tomarlo en torno a su mano, haciéndola jadear más pesado.
—¿No crees que una marca descuidada por una omega ausente, es motivo suficiente para estar molesta, cariño? —Rugió tirando de su cabello, para exigir su mirada. Nayeon admiró el brillo del deseo en ese par de orbes color ámbar y jadeó al hallar las respuesta que deseaba justo ahí, en el iris de sus ojos. —Contéstame, omega.
—Perdóname...
—Oh no, tendrás que hacer mucho más que pedir perdón cariño, tendrás que rogar clemencia al maldito cielo y rezar...
—Nayeon...
—Sube a la habitación, voy a cenar y tu iras a la cama, te desnudarás para mi y me esperaras en posición de reposo hasta que regrese. —Musitó entre dientes sin poder apartar la nariz de su cuello. Respiró su aroma embriagante que tanto extrañaba y dió un paso hacia atrás para dejarla sola, sin su calor que la recogía tan solo segundos atrás.
Jeongyeon tembló ante la espectacular sensación que extendió cada una de sus palabras, más su loba aulló por su distancia, estaba deseosa de ella, de sus manos, de sus besos, eso sucedía cuando recuperaba la conexión con su loba, se volvía la omega de Im Nayeon a tiempo completo.
—Pe-pero Nayeon... —Caminó detrás de ella, una vez notó que la alfa la había dejado junto al umbral.
—Haz lo que digo, omega... —Nayeon caminó por la cocina, sintiendo a la omega verle en la corta distancia en la que la había dejado.
—¿Por qué lo haces? —Musitó con confusión y frustración. Si su cuerpo sentía frustración ¿Cuánto más el de la alfa en celo? Imaginó Jeongyeon, sin poder dejar de inhalar su delicioso aroma y sus feromonas de deseo.
Nayeon sonrió de lado, como respuesta. Si esa omega pensaba que le dejaría pasar fácilmente todos esos rechazos, que a su parecer, habían sido tan inútiles e innecesarios, estaba muy equivocada.
—Porque estoy molesta y deseo joderte hasta saciarme de ti, omega. Ahora haz lo que te pedí. —Respondió al notar que Jeongyeon realmente deseaba una respuesta y para Nayeon jamás había sido difícil ser completamente honesta y directa con ella en sus respuestas.
—No seas imbécil. —Jadeó la rubia, frunciendo el entrecejo ante sus estúpidas palabras.
—Lo soy. Así te enamoraste de mi omega... —Notó que Jeongyeon replicaría una vez más y la buscó con sus ojos, para detenerla con su voz —Obedece. —Señaló hacia las planta alta con sus mentón y mirada.
Jeongyeon le miró con los ojos muy abiertos, más no tardó en voltearse para seguir sus órdenes, su omega estaba demasiado colocada percibiendo su esencia, como para detenerse a hacer una rabieta.
Nayeon exhaló y pasó una mano sobre su pecho para sentir el repiqueteo constante de sus latidos acelerados. Su loba aulló inquieta y deseosa, y la castaña gruñó cuando abrió la nevera buscando que comer y no halló absolutamente nada. Merodeó sobre la nada misma intentando retenerse para no salir corriendo detrás de Jeongyeon, hasta que recordó lo que su omega había dejado sobre la mesa y se dirigió hacia allí, con prisa.
La alfa se tomó el labio inferior, cuando encontró el sándwich con la marca de sus dientes, y se lo acabó para hacerle el favor y que no se echara a perder pues, sabía que no dejaría salir a Jeongyeon de su habitación lo que restaba del fin de semana. En el trayecto, divisó la respuesta que su omega estaba dando a un email, para Hirai.
Nayeon gruñó con recelo al recordar a la alfa japonesa que nunca perdía oportunidad de poner los ojos sobre su esposa, desde aquella vez que la había hallado comiéndosela con los ojos, se había vuelto más incontrolable que nunca y había hecho un gran esfuerzo por no agarrarla a golpes. Esa idiota siempre que podía estaba viéndola. Cerró la pantalla, negándose a caer en la inseguridad otra vez, no deseaba dudar de Jeongyeon y sabía que tampoco existían motivos de parte de su omega. Su imaginación ya le había jugado una mala pasada todo ese tiempo que traía dudando si realmente era suficiente para esa omega. ¿Acaso era la alfa correcta para su omega perfecta? El perfil de Hirai llegó a su mente, era del gusto de su esposa, estaba segura, pero ¿Acaso amaría a Jeongyeon como ella la amaba? Por supuesto que no. Su loba le pertenecía a la suya y la suya a su loba, y eso no cambiaría ni aunque Hirai volviera a nacer.
Se puso en pie intentando imaginar cuanto tiempo había estado perdiendo mientras comía del sándwich de su omega y había recordado cuan mal le caía Hirai.
—¡Ahg! —Se quejó removiendo a esa pelinegra de su cabeza, no tenía sentido seguir pensando en excusas. Y con ese pensamiento, se dirigió a paso lento a su habitación.
Mas cuando la erección se pronunció en los pantalones de su pijama, y se había agitado demasiado subiendo un par de peldaños, comprendió que estaba fuera de control y temía perder la cabeza.
Aún así supo que, si podía estar segura de algo, eso era de que jamás le haría daño a su omega. Con ese pensamiento tomó el pomo de la puerta y empujó, decidida a entrar.
Rápidamente su aroma dulce la arropó y la alfa quiso acercarse a ella dando saltitos como conejo feliz. Pero todo se eclipsó demasiado al hallar en sus ojos repletos de desafío y prepotencia, todo lo que deseaba reclamarle, regresando a su memoria como por arte de magia, su ausencia injustificable e inaudita.
Jeongyeon estaba sentada sobre la cama, con la mirada baja, su exquisito cuerpo tenso y desnudo, y ese rubor que la seducía tanto... Nayeon quiso morder sus mejillas, sus labios, sus hombros. Tragó cuando se le aguó la boca y tensó la mandíbula al recordar todas las veces que esa omega le dijo que 'No'.
La alfa deseaba morderla por todas partes, hasta que se retractara por cada una de esas veces que le negó su atención.
—Alfa, lo siento, perdóname por favor... —Murmuró con la voz demasiado baja.
—Hablaremos de eso, mientras me lleno de ti omega, recuestate. —Señaló tomando el borde de su camisa de dormir y deslizando los pantalones de su cuerpo. —Acomódate en el centro de la cama y mantente quieta. —Indicó y sonrió de lado, al notar aún las calcetas en sus pies.
¿Cómo rayos se las apañaba esa omega siempre, para ser así de dulce? Nayeon quería comérselas a besos hasta que no pudiera dejar de reír. Pero lo haría luego, cuando no estuviera en celo y con una jodida erección incontrolable por su maldita culpa.
—Yeonnie... —Murmuró alzando su cuello y notando como la alfa se acomodaba en el borde de la cama, junto a sus pies y dispuesta a quitarle las calcetas una a la vez.
—Mantente en silencio omega, a menos de que vayas a gemir mi nombre, o gritarlo... —Murmuró aquello último contra la piel de su pantorrilla.
Jeongyeon retuvo la respiración al sentir como sus labios subían por la sensible piel detrás de su rodilla y luego por todo el largo de su muslo derecho, mordiqueando, deslizando esa lengua humeda y cálida que hacía sentir escalofríos en todo su cuerpo.
—Me di cuenta que siempre empiezo besándote el cuello, pero nunca empiezo besándote los pies, omega... eres perfecta desde aquí —Señaló si dedo pulgar de su pie izquierdo con sus besos —... hasta el último de tus cabellos. —Murmuró cuando se regresó, para hacer el mismo recorrido, después de quitar la otra calceta.
Jeongyeon se removía, jadeante y temblorosa, cuando la mayor le impidió que presionara los muslos.
—Te haz estado portando muy mal omega, asique quiero que analicemos algo juntas, mientras te como los pechos, ¿tu crees que puedas prestar atención? —Murmuró contra la piel de su vientre, después de haber mordisqueado sus muslos y de haber esquivado su sexo palpitante, para la frustración de la omega, quien ansiaba de su inigualable toque.
—¿A-ah qué te refieres? —Llorisqueó sin desearlo, más supo que sería inútil luchar contra su deseo, su loba la había consumido por completo. En ese preciso momento era de su posesión, y estaba disfrutando maravillosamente de serlo.
—¿Tienes problemas de comprensión, omega? —Preguntó viéndole desde su vientre en donde sus besos ahuecaban la sensible piel de su estómago. Nayeon mordisqueó el hueso sobresliente de sus costillas derechas y la omega gimió. —No lo creo...
—¿Qué es lo que quieres de mi? —Gimió quejumbrosa. Aunque no debiera, temía de la actitud de su alfa quien se veía muy molesta y excitada, como no la había visto antes, al menos no en esa fusión.
Nayeon avanzó con sus besos, subiendo por su entrepecho, deslizando su lengua por su piel, saboreando su delicado aroma y sabor. Sus papilas gustativas reaccionaban a ella y lo mucho que había extrañado cada centímetro de su ser. La miró un largo instante, una vez apoyó la mejilla contra su pecho derecho y sonrió encantadora.
Jeongyeon quiso saber como rayos hacía para verse tan encantadora mientras la manipulaba de ese modo tan delicioso.
—Te quiero a ti... —Musitó como respuesta, dejando un beso sobre su mentón. —Sin interrupciones, sin llamados, sin viajes, sin horarios interminables, te quiero toda para mi... —Musitó dejando suaves besos de labios cerrados contra su pecho, seduciendo su piel —Solo para mi...
Jeongyeon huyó de esa erótica imagen y de sus dulces palabras, pero no pudo huir de la sensación de la suave piel de su mejilla, contra su pezón hurgido. La omega presionó los labios y asintió.
—Soy tuya. —Tomó aire y cerró los ojos cuando sintió esos húmedos y calientes labios cerrarse en torno de su pezón derecho, más no pudo evitar el jadeo que se le escapó.
—Por supuesto que eres mía. Mírame omega, te estoy hablando a ti... —Musitó pegando su aliento por allí en donde empleaba su lengua, hábilmente.
La omega se removió temblorosa, antes de acatar la orden y abrir sus ojos. Nayeon era tan buena con su lengua, siempre sabía dónde y como presionar con ella, para que sus terminaciones nerviosas punzaran deliciosamente. La imagen que halló al obedecer sus palabras, envió oleadas más intensas por todo su cuerpo, que desembocaban allí, en el centro de su ser y empapaban su ansiosa entrada.
—¿Recuerdas cuantas veces haz dicho que no, omega? —Preguntó Nayeon, mientras decidía mover su mano derecha en torno a su muslo y presionar la piel de allí para mantener sus piernas abiertas, pues Jeongyeon había intentado nuevamente unirlas, para aliviar brevemente su frustración.
—Mmno, no lo recuerdo. —Se recordó de responder cuando Nayeon presionó su muslo, exigiendo una respuesta.
Jeongyeon veía la acción que lograba el estruendoso chasquido y gimió su nombre cuando ella le marcó y mordisqueó el entrepecho, para alcanzar el pezón izquierdo.
—Te ayudaré a hacer memoria... —Musitó sonriente, mientras pescaba un sendero con los dedos de su mano derecha desde su rodilla hacia su muslo, tanteando entre ida y vuelta, un poco más y más cerca de su centro, sin terminar de alcanzarlo.
—La primera vez fue el viernes pasado, por la noche, después de que llegaras de la oficina ¿lo recuerdas? —Jeongyeon meció la cabeza con los labios y ojos entreabiertos —Si cariño, te recibí en la puerta de la casa con un beso. Mierda, ese beso que hasta hoy recuerdo, tu sabías a pastillas de menta y dijiste que tenías un viaje de negocios por la mañana, que no podías entrenarte y te volteaste para dormir. —Gruñó acomodándose entre sus piernas para que sintiera su erección. La omega jadeó al sentir su miembro duro y firme para ella —Desde entonces vengo percibiendo que mi celo iba a llegar, y no he dejado de buscarte, para recibir puras respuestas negativas de tu parte... —Murmulló entre sus dientes presionados y Jeongyeon se retorció debajo de su cuerpo, sin voluntad.
—Lo siento... —Susurró la menor, intentando, más fallando, en deshacerse del agarre que ella sostenía sobre sus manos y que ni siquiera supo cuando las tomó.
—El sábado por la mañana, ¿lo recuerdas? —Musitó alcanzando nuevamente su pecho izquierdo. Jeongyeon gimió agudo cuando ella se apartó luego de presionar su pezón entre sus labios, dando un delicioso tirón —Te esperé junto a la puerta del baño, durante hora y media, te bañaste, te vestiste y te largaste, sin siquiera darme una respuesta... —Rugió de solo recordar el aroma de su shampoo y de lo sexy que se veía esa mañana, su falda, sus piernas, su perfume, todo de ella la atraía con tanta violencia, decidió Nayeon.
—Yeonnie...
—El domingo, te llamé, cuando no regresabas por la noche. ¡Maldita sea omega! Ni siquiera por teléfono fuiste capaz de... —Presionó los dientes contra su labio superior, para no hacerle daño a sus preciosos pezones los cuales deseaba morder hasta dejarlos sensibles —Intenté probar algo nuevo, llamar tu atención de algún modo, hacerte llegar la maldita señal... —Musitó entre dientes, mientras alcanzaba su centro y lo masajeaba en suaves y finos trazos. Jeongyeon se removió contra su cuerpo, sus labios calientes y una de sus manos la sostenían contra la cama, a la vez que la otra tanteaba su estrecha entrada. —Solo necesitaba de ti, tanto como tu necesitas de mi ahora mismo, estas tan mojada y alerta... —Jeongyeon gimoteó entre labios cerrados otra vez. No sabía si disfrutar de su actitud, o llorar por sus movimientos malditamente lentos e inciertos.
—Basta alfa... —Suplicó con dificultad en su voz. Nayeon tiró de su otro pezón ahora entre sus dientes, haciéndola gemir más alto.
—Apenas estoy comenzando omega... —Musitó ahora contra su cuello y jadeó cuando sus dedos se resbalaron con tanta facilidad. —¿Cómo pasaste de ser una torre de concreto, a ser esta omega tan humeda y dispuesta para mi, cariño? Me confundes, tanto... —Suspiró Nayeon, sintiendo como su loba suplicaba que la tomara con tanta prisa como pudiera, que estrellara su cadera contra ella y la hiciera gritar su maldito nombre como si fuera una jodida blasfemia. Claro que no, aún tenía tanto para rememorar con ella.
—Los supresores... —Intentó hablar, más sus palabras se perdieron entre sus jadeos, pues Nayeon seguía deslizando sus dígitos con tanta lentitud.
—Los malditos supresores. —Gruñó Nayeon rechinando los dientes, mientras distribuía de su abundante humedad hacia su clítoris palpitante, dando suaves y largos círculos sin fin. —Me tomé unos el lunes, cuando regresaste y te fuiste directamente a la oficina, para ir por ti. —Meció la cabeza —¿Cómo rayos pude creer que podría ser la excepción a todo para ti? —Jadeó con depresión.
Jeongyeon gimió con los labios cerrados, esta vez sintió algo más que placer, era una sensación extraña entre placer y melancolía que ya no le estaba gustando.
—N-no quise... —Habló ronca. Nayeon la detuvo, soltando sus manos para tapar su boca con ella.
—Tu nunca quieres cariño, lo sé. ¿Y pero que hay de lo que yo quiero? ¿Acaso no importa lo que yo quiero? —Murmuró la pregunta contra su cuello y Jeongyeon intentó mantener la presión de sus manos, ahora contra las sabanas. —Hablé de lo que quiero el martes, por la mañana, intenté hacerte saber que necesitaba más de ti. Obvio que siempre caes ante mis besos, porque sé que de algún u otro modo tu loba se rinde ante la mía, así como la mía no puede vivir sin ti... —Musitó junto a su pezón derecho, antes de fundir esos dos dedos largos que la estimulaba tan malditamente lento, dentro de su interior.
La omega dejó ir un gemido tembloroso, y Nayeon sonrió, aliviada de estar en su interior al fin, así sea de ese modo, había extrañado esa estrecha hendidura que siempre la recibía con tanto entusiasmo.
—Mmm-Nayeon... —Jadeó su nombre entre sus labios secos.
Nayeon se tomó el labio inferior admirando sus expresiones de placer, quería humedecer sus labios con su boca y dejarla sin aire de una sola estocada. Nayeon detuvo los deseos de su loba un poco más.
—No sé de que modo tomarte primero, si con mi boca, si con mis manos o si enterrarme en ti de una maldita vez y aprovechar esta oportunidad... —Suspiró —Y es porque temo que vuelvas a abandonarme de nuevo después, o despertar y que haya sido todo un sueño. —Musitó contra su mentón, disfrutando de recorrerla con sus labios y sus dientes, mientras abandonaba su interior y propiciaba aquellas lentas y frustrantes caricias en su clitoris que solo sabían llenarla de deseo y frustración.
—Nayeon, por-por favor... —Se removió nuevamente debajo de su cuerpo y Nayeon se retuvo con más esfuerzo.
—Cállate omega. No me supliques, porque estoy disfrutando de cada detalle... —Susurró la castaña, hundiéndose nuevamente en ella, en un movimiento preciso.
Nayeon admiró el modo en el que su cuerpo parecía perder toda cordura cuando ella la tomaba, así fuera con el mero roce de sus dedos, su cuerpo siempre era tan generoso de recibirla y contraerse tan bien.
—Yo también extrañaba estar dentro de ti Jeongyeon. Oh cielos, no puedes imaginar lo que lo extrañaba...
—Lo siento... —Lloriqueó y Nayeon rodeó sus labios con su mano libre.
—Déjame hablar, necesitamos hablar... —Musitó cuando Jeongyeon le miró asombrada. —¿Recuerdas el modo en el que te me escapaste el martes y como fui por ti? Creí que deseabas correrme de tu oficina... —Murmuró ronca —Jihyo y Sana me dijeron que tu te molestaste con ellas porque las visité primero. Omega ¿Acaso ya no tengo permitido visitarte? ¿Tanto te desagrada mi presencia allí? —Gruñó entre dientes, mientras entraban y salían sus largos dedos de su interior, tan lento como el lapso que había tardado en regresar a ella.
—Oh no, por supuesto que no. No pienses eso... —Sollozó la rubia. Nayeon detuvo nuevamente su boca con su mano libre, sabía que si la dejaba hablar caería en sus disculpas y en sus promesas.
—¿Entonces qué es? —Exigió mientras poco a poco aceleraba sus embestidas. Jeongyeon se agarró de sus hombros y jadeó con decepción cuando Nayeon bajó el ritmo de sus embestidas. —¡Dime!
—Tu-tu me desconcentras... —Susurró respirando su delicioso aroma y tragó cuando sintió aquella insoportable sensación de frustración tensionando todo su cuerpo. —S-solo quise asegurarme de que no...
—No tienes una maldita excusa válida. Eres una celosa Jeonnie, no querías que estuviera allí por Mina, ¿verdad? ¡Admítelo! —Señaló Nayeon, sabiendo que no había otro modo.
—Oh diablos, ¿por qué tenías que nombrarla ahora? —Reprochó la omega, con la voz aguda y distorcionada. Nayeon sonrió de lado ante su evidente reacción.
—¿Y el miércoles? ¿También había una excusa para que me dieras la espalda cuando estabas tan húmeda y tan lista para recibirme?
—¡Estábamos desayunando Nayeon! —Exclamó perdiendo la paciencia, aunque apenada de recordar como la había hecho sentir.
—Baja la maldita voz, omega. —Chasqueó entre dientes, mientras Jeongyeon temblaba nuevamente por las sensaciones que recibía en su cuerpo, cuando ella utilizaba su voz de mando.
—¿Y el jueves? Admito que esa fue mi maldita culpa, no debí provocarte al verte tan exhausta, quizás deba pedir una disculpa por eso... —La alfa meció la cabeza, al recordar cuan cansada se veía su omega esa noche.
—Perdóname alfa, no quería que te sintieras rechazada, mucho menos que creyeras que había dejado de amarte...
—No quiero oírte Jeongyeon, lo haremos luego cuando haya acabado de llenarme de ti. Ahora terminaré mi maldito reproche y te cogeré tan duro que no querrás olvidar esta noche... —Jadeó con dificultad, mientras hallaba el pinto exacto que la haría gritar y comenzaba a presionar allí con demasiado entusiasmo. Jeongyeon presionó los labios y asintió con tremulidad, aprobando sus acciones.
—No... —Llorisqueó cuando la alfa detuvo sus dedos y se apartó para incorporarse junto a la cama.
—Ponte en cuatro, te tomaré de pie. —Jadeó la alfa, sabiendo que no podría detenerse, ya había sentido su caliente y humedo interior entre sus dedos.
Sabía que no había terminado de recordar todas las veces que la rechazó, pues estaba muy segura de que olvidaba detalles, pero la deseaba tanto, su cuerpo la deseaba, su mente la deseaba, su loba la deseaba y ya no podía soportar un segundo más lejos de ella, necesitaba unirse a su cuerpo y que su loba se uniera a su alma de una jodida vez.
Jeongyeon abrió las piernas y empinó su culo para ella sin dificultad. Nayeon se relamió nuevamente sus labios y se acomodó para perseguir la extensión de su centro expuesto y lubricado, con su lengua, haciéndola gemir alto y fuerte.
—¿Recuerdas hoy en la tarde? ¿Cuándo dijiste que no? —Jeongyeon asintió cuando Nayeon se inclino sobre su cuerpo, tomó su cuello y pegó su espalda contra su pecho. —Te voy a relatar la imagen que jodió en mi mente, para que, cuando decidas rechazarme otra vez, esa imagen te acompañe hasta en tu oficina omega, entonces desearas venir a mi, antes que negarte... —Musitó jadeante, mientras acariciaba su muy lubricado centro con la cabeza de su gran y henchido pene.
—Ah-ha, Nay-Nayeon... —Se removió contra sus palabras, contra el agarre casi brusco de su cabello entre su mano izquierda, del modo en el que hundía los dedos de su mano derecha contra su cuello y su longitud resbalaba contra contra vulva, casi alcanzando su clítoris.
—Te imaginé, en esta misma posición sobre tu escritorio, Jeonnie. Tan mojada, tan apretada y tan ansiosa por recibirme dentro de ti, con tus mejillas resplandecientes y tu pecho sonrosado, por esa hermosa boca gritando mi nombre y suplicando que te tome hasta que te quedes sin aire. Jeongyeon adoro todo de ti, a tal punto de que nada ni nadie me sacia del modo en el que solo tu lo haces...
—Ah, alfa... —Jadeó removiendo su culo contra ella —¡Mételo ya! —Gruñó la omega entre dientes y Nayeon rodeó su cuello con su mano de dedos largos antes de fundirse en su interior de una maldita vez.
—¡Oh-sí! —Gimoteó la rubia, contorcionando todo su rostro de solo sentirla en lo más profundo de su matriz. Rayos, ella era tan grande y sabía como moverse para estremecer cada centímetro de su piel con cada uno de sus movimientos certeros.
—¿Cómo puedes vivir sin mi? —Gruñó Nayeon, moviéndose en su interior en un estallido brusco. Jeongyeon gimió sonoro y agudo como respuesta —¿Cómo puedes vivir sin esto? Explícame, porque yo, omega, no puedo vivir sin ti... —Rugió contra su oído, antes de acomodarse mejor entre sus piernas, y dirigir su cuerpo para que apoyara su pecho contra el colchón y comenzar con las estocadas más firmes, más rudas y con prisa.
Jeongyeon obedeció la silenciosa orden agarrándose de las cobijas de la cama que compartían cada noche, antes de sentir como con cada nueva estocada, todo en su cuerpo parecía encenderse más y más.
Nayeon detuvo el ritmo cuando sentía que su omega se contraía a su alrededor, casi llegando al orgasmo.
—No-o... —Lloriqueó Jeongyeon, cuando Nayeon se detuvo en su interior y esa deliciosa sensación se detenía, lenta y agonizante.
Nayeon lamentó tener que ser tan cruel con su omega, pero necesitaba que ella fuera consciente de cuan frustrante era para ella también, vivir con su ausencia.
—¿Lo sientes? Eso vivo a cada instante que me dices no, que prefieres que me joda en la soledad, una soledad que yo no deseo omega...
—Alfa...
—¿Me amas? —Preguntó deslizando besos sobre su espalda, mordisquendo sus hombros. —¿Aún me amas, cariño?
—Oh mi amor, cla-claro que sí... —Bramó Jeongyeon con la voz mermada, sintiendo como su cuerpo se cernía debajo de ella, disfrutando de su intrusión y cuando retomó el ritmo ante su respuesta, su cuerpo estalló en éxtasis sin más, provocando el orgasmo instantáneo de la alfa, quien había fallado en no venirse, mientras su dulce Jeongyeon seguía contrayéndose alrededor de su falo y provocaba el nudo.
Nayeon aprovechó esa oportunidad para fundirse en su piel y retomar la marca que poco a poco iba perdiendo su nitidez.
Jeongyeon gritó ronca, al sentir los colmillos lacerando en su piel. Jodida perfección, la omega se sentía masoquista de disfrutar del instante en el que su alfa la mordía y la tomaba como suya, aunque doliera como la mierda, todo de Nayeon satisfacía su ser, por completo.
Nayeon admiró la reacción de su cuerpo, el modo en el que su omega siempre se regocijaba al recibir su marca, y en ese instante pensó que Jeongyeon dejaría de ser suya, solamente sobre su cadáver.
—Dímelo, para poder oírte... —Exigió Nayeon, mientras atendía la reciente marca, limpiando la sangre que brotaba y cubriendo el rojizo surco que había dejado su mandíbula, con sus besos de nube.
—Te amo alfa, siempre te amaré... —Musitó con aquella dulce y deliciosa voz. Su voz de omega.
Nayeon salió de su interior, al sentir como el nudo se aliviaba, y buscó su hermosa mirada acuosa, repleta de emociones intensas y abrumadoras.
—Mi hermosa omega, te extrañaba tanto... —Sollozó la alfa, antes de hundir su mejilla contra sus pechos, en donde siempre se refugiaba para sentir su aroma y su calor.
Jeongyeon la oyó sollozar con todo sentimiento y la abrazó contra su cuerpo, sintiendo tanta culpa y tanto alivio a la vez.
—Te amo Jeongyeon, lo-lo siento mucho... —Susurró dejándose caer, una vez la omega la recibió contra su cuerpo.
Pronto estuvieron acostadas sobre la cama, la mayor aun con su mejilla ardiente contra el pecho de su omega, sintiendo su piel afiebrada y la leve capa de sudor que la cubría. Nayeon adoraba lo sedoso en su piel clara y su fricción le relajaba tanto. El aroma de la omega había incrementado tanto, que apenas y comenzaba a sentirse como en casa otra vez.
—¿Te sientes mejor? —Consultó Jeongyeon, sabiendo que no le prometería silencio, pues deberían de hablar sobre lo ocurrido, pero deseosa por alargar aquel instante en el que se reencontraban como si hubiera dado un largo viaje de negocios, pues sabía que había sido expresamente culpable de todo ello.
—Si tu estas aquí, siempre estaré bien, mi amor, siempre... —Musitó, sin sentir deseos de apartarse de su agarre. —No te hice daño, ¿verdad? —Preguntó, con temor en su voz.
—No cariño, no me hiciste daño —Musitó dejando ir un suspiro largo y profundo.
Su loba se echó a un lado, extasiada y ella supo que, por más complicaciones que hubiera de por medio, haberse decidido por su alfa, esa vez había sido la mejor decisión del día, de la semana, del último mes, e incluso, del último maldito año.
Yoo Jihyo era una omega persistente, había logrado todo lo que se había propuesto. Más cuando se trataba de Minatozaki Sana, sus sentidos se veían tan ciegos e irreverentes que lo único real que quedaba se ella, eran sus sentimientos fuertes, incesantes y definidos por ella. Porque Jihyo amaba a su alfa y daría lo que fuera por hacerla feliz, aunque este concepto de felicidad no fuera el que su esposa realmente deseara y ella se negara a aceptarlo.
—¡No Jihyo! ¡He dicho que hoy no! —La apartó de un suave empujón y se levantó de la cama —¡Estoy cansada de tener que desvelarme para complacerte en tus caprichos porque tu no me oyes! —Respondió molesta y lanzó el libro que traía leyendo con tranquilidad.
Ella había vuelto a las mismas actitudes, dos escasos días después de esa cena y Sana estaba tan molesta de haber caído en sus manipulaciones, y peor, estaba agotada de tener que seguir soportando aquella actitud en la omega que amaba, que ya no sabía disimular ante aquella actitud tan impropia de ella que la confundía y la frustraba demasiado.
Jihyo, se quedó en la cama desconcertada y dolida, por esa reacción. La alfa estaba de pie junto a la cama, viéndola con expresión de reproche y la mirada demasiado dura.
—Si tan harta estás de mi ¿por qué no lo dijiste antes de casarnos, huh? —Sin su permiso, una lágrima salió de sus ojos y Sana se tensó al ver sus ojos lagrimear. Su llanto dolía tanto o mas que una patada en la entrepierna —Sólo quiero hacerte feliz, ¡pero tu te resistes a ser feliz Sana!
Minatozaki le miró como si le hubiera propiciado la maldita patada, al fin.
—¿Hacerme feliz? ¡Tu solo quieres salvar las apariencias Jihyo! ¡Y eso no está para nada bien! —Se pasó las manos por el flequillo nerviosamente, mientras respiraba con molestia —¿Sabes lo que sucede omega? Que cuando nos casamos, yo le jure todo mi amor a una mujer que me correspondía con seguridad. Pero ahora mismo, ya no sé quien es la persona con la que duermo cada noche, y estoy muy segura que no es la misma con quien me casé. —Terminó diciendo la alfa con notable decepción.
A Sana le afectó notar la tristeza en los ojos de su omega, su loba le veía con reproche pues deseaba arrullarla y mimarla para que dejara de llorar, pero esta vez decidió que pondría un límite a aquella situación que se había vuelto caótica y hasta obsesiva.
—Es todo mi culpa... siempre es así, ¿verdad? No debimos casarnos. —Murmuró entre sollozos, apenas dándose cuenta de sus propias palabras —No soy lo suficientemente buena para ti, alfa... —Dejándose caer junto a la cama, derrotada —Al parecer no soy capaz de tener hijos propios, todos lo saben. Y por eso siempre se preguntan porque te casaste conmigo, no es lógico que sigas estando aquí...
—¡Me casé contigo porque te amo Jihyo! ¿Qué es lo malditamente ilógico? —Se sobresaltó, viéndola con evidente molestia —¿Acaso me mentiste cuando dijiste que estabas segura de casarte? ¿Acaso me amaste alguna vez omega, o solo querías esto... un hijo de apariencias? —Ya mas que molestia, angustia y dolor se removían en su interior cuando la enfrentó.
Jihyo la miró esta vez con ojos entrecerrados.
—Nunca quise cachorros. Ni en mis más remotos sueños, sólo los quiero contigo —La veía mientras sus lágrimas brotaban como ríos de sus grandes ojos, sin parar —Porque te amo, porque quería que existiera una prueba tangible de nuestro amor y tu no pones de tu parte, alfa... nunca quieres estar conmigo, todo siempre es tan forzado y con prisa... —Se limpió las lágrimas pero sus mejillas estaban aún empapadas de tristeza —Ya estoy cansada, no sé como luchar por esto. —Jadeó intentando retener el llanto.
—Te empeñas mas en luchar por esto, que no haz puesto atención en, tan si quiera, preguntarme si yo quiero todo esto... —Se acercó hasta la puerta —Y coincido contigo, si por no poder darte un hijo y... no ser la alfa ideal con la edad y el estatus social que tu necesitas, pues yo tampoco soy buena para ti Jihyo —Murmuró las ultimas palabras y salió de la habitación, dirigiéndose al sofá de su perfecta casa.
Jihyo abrazó sus piernas y apoyó sus mejillas sobre su rodilla. Su aroma intenso a enojo y tristeza quedó en la habitación, y la omega pelicorta supo que era mejor no ir detrás de ella, conocía a Sana y sabía que a veces era mejor dejarla sola.
—Tu eres demasiado para mi, perdóname por no poder darte nada de lo que tu mereces... —Murmuró con arrepentimiento.
Jihyo estaba segura que esa no era una crisis sencilla de sobre llevar, porque en el fondo sabía que más que un bebé, lo que necesitaba era ayuda y pronto o perdería su matrimonio y todo lo que le daba sentido a su vida, su hermosa y perfecta alfa japonesa.
Oye tu, ¿de donde nació este capítulo? De mis deseos de dejar de fallarte siempre con mi ausencia.
Quizás me pierda poquito después de esto, pero espero que lo disfrutes mucho.
No te olvides de dejarme tus comentarios y opiniones ¿de acuerdo? Sabes que me encanta leerte.
Estaré aquí pronto, tu JazUnnie🌻
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro