↠Parte Catorce↞
¿Cómo comenzó? Para aquella alfa era realmente inconcebible pensar que sus ojos estaba muy lejos de ella desde un inicio, pero el lazo había sido tan preciso desde aquel primer encuentro en la oficina del ingeniero, que todo cobró un significativo sentido desde que Sana se halló en esos férreos y transparentes ojos grandes.
Desde entonces siempre se había estado preguntado ¿Qué rayos había estado haciendo de su vida que no notaba lo miserable que era sin Jihyo en ella? A la alfa no le importaba a donde fueran a parar pues, era consciente de que la vida era muy incierta, para Minatozaki nada importaba, siempre y cuando estuviera junto a su hermosa omega.
—¿Si lo sientes? Esto es lo que me haces sentir Jih, puedes enojarte todas las veces que tu quieras, pero no puedes dudar que lo que siento por ti cuando te veo, es muy claro. Todo enloquece cuando me miras con esos ojos que tanto amo... —Susurró la alfa tomando ambas de sus manos contra su pecho, para que sienta su acelerado corazón con las suyas y ser partícipe de ese maravilloso sentir.
Sana solo necesitaba que ella fuera la única testigo del jodido caos en el que se convertía todo en su interior por ella, por su linda chica de ojos grandes como la luna.
—Te amo. —Murmuró Jihyo como respuesta y una suave sonrisa se marcó sobre sus labios.
—Diablos sí, y yo a ti, tanto que no sé si quiero reír o llorar de la emoción, omega... —Murmuró la pelimiel, recorriendo la frente de la pelicorta con los labios.
—Ya no pediré nada más, contigo es suficiente para ser muy feliz Sana —Jihyo se tomó de sus rellenitas mejillas que tanto le gustaba besar y buscó sus lindos ojos rasgados —Contigo soy tan feliz, que me provocaba mucho miedo que así fuera, sin motivo alguno...
—Oh cielo, te entiendo muy bien, pero no está mal que seamos felices, solas tu y yo, no debes temer, no te dejaré jamás Jihyo, no podría hacerlo. —Se negó la japonesa con tanta honestidad reflejada en su rostro.
—Creí que era una ilusión, creí que debía hacer más, que debía haber más para las dos, que... —Las palabras de la coreana se detuvieron en sus labios cuando la alfa la detuvo con sus dedos.
—Tendremos más, mucho más, solo debes permitir que suceda a su debido tiempo. El jodido tiempo no necesita de nuestra ayuda para darnos más Jih. Cariño, solo ten paciencia ¿está bien? —Suplicó la alfa, aún afectada por ese asunto que había provocado toda esa distancia entre ambas.
Sana se sentía morir cada vez que reconocía la hinchazón de sus lindos ojos. ¿Cuánto tiempo tenía llorando su omega? La sola idea hizo enfurecer a su loba una vez más, esta vez contra Yoo Sunmi y los inútiles juicios que levantaba contra su hermosa Jihyo.
—Oh no, ya no quiero nada más alfa, solo te quiero a ti... —Jadeó cuando Sana descubrió sus suaves besos sobre su cuello y se abrazó a su cintura.
Sana la acercó contra su cuerpo y Jihyo respondió, ladeando la cabeza para darle más acceso a la profunda búsqueda que hacían sus suaves labios contra su cuello, cerrando los ojos y dejándose llevar por la inigualable sensación de sentirse amada por su alfa. Sólo eso necesitaba, sentirla de su lado, sentirla siendo su apoyo y su refugio, como lo había sido desde el principio.
Sana ronroneó cuando percibio de su aroma a coco cremoso, sin prisa, como antes, cuando un encuentro entre ambas significaba esa necesidad de hallarse íntimamente en la otra, y no como una frívola responsabilidad marital.
—Omega, de—déjame... —Tragó la alfa cuando no pudo detener el impulso de sus colmillos ansiosos. La loba de Jihyo enloqueció y se vio reflejado en el incremento de su aroma, que solo provocaba más a la loba de Sana.
—Oh cielos, ¿estás... —Las palabras se detuvieron en su boca cuando la alfa se fundió contra su cuello con sus afilados colmillos y en su lugar, un quejido se escapó de sus labios entreabiertos.
La había marcado. Diablos, ¿cuánto tenía que no la marcaba sin haberle tocado un solo pelo antes? Jihyo veía ese hábito en Sana, como algo tan íntimo y desinteresado entre las dos, pero tambien sabía que se debía a que la alfa adoraba darle seguridad cada vez que remarcada su lazo. Para la alfa, la unión de sus lobas le daba una muestra más clara de la magnitud de su amor, ponia en evidencia lo que significaba para ella su entrega espiritual y le recordaba que era mucho más importante que lo que pudiera darle con la entrega de su cuerpo. Para Sana, unirse en su lazo lo era todo.
La primera vez que su alfa la marcó, Jihyo estaba tan nerviosa, que Sana podía sentir el temor en cada temblor de sus extremidades, pero su bella alfa japonesa no había buscado arrancarle la ropa, invadirla con su brusquedad, ni penetrarla con fuerza como su hermana mayor le dijo que sería, Sana la había marcado apenas la oyó gemir contra sus labios y como respuesta a esa decisión le había dicho junto al oído:
"—Esperó que ahora puedas sentir todo lo que me haces sentir desde que has aparecido en mi vida, omega. Porque nadie me había hecho sentir así y quiero que lo sientas, solo tú..."
Jihyo descubrió una versión de Sana que provocó que su corazón encandilado explote de emociones nuevas, incluso más que cuando descubrió que no podría dejar de vivir sin ella, una vez la conoció.
¿Qué más podía esperar de aquella maravillosa alfa? ¿Qué importaba si hubía salido con otras omegas antes? ¿Qué importaba que su madre no la aprobara como la única relación que ella quería en su vida? ¿Qué importaba que existiera la probabilidad de que no pudieran ser madres? ¿Qué diablos importaba si se tenían la una a la otra entera y profundamente tal y como esa primera vez que su alfa la marcó? Nada importaba realmente, el valor de su relación estaba ahí, en ese preciso instante en el que Sana le volvía a recordar el verdadero significado de su hermosa relación, su lazo inquebrantable.
—Oh dios, lo volviste hacer... —El interior de aquella omega no sabía cómo expresar su satisfacción, estaba más que conmocionada.
—Te necesito Jihyo, te necesito más de lo que piensas, más de lo que imaginas, te necesito en todo momento, solo a ti... —Murmuró la alfa, tan comprometida con cuidar de su nueva marca, la que le había estado negando desde que habían comenzado la terapia.
Sana se extasió de solo recordar lo maravillosa que era su omega y se vio fascinada con que ella hubiera accedido ante sus ideas ciegas, casi que sin refutar. Jihyo lo había intentado tomada de su mano, sin siquiera cuestionarse si realmente fuera bueno o no, sin saber si realmente sería positivo o si pudiera significar posible fracaso, ella solo la acompañó a terapia y la respuesta fue fascinante. Sana volvió a marcarla y Jihyo tembló ante el dolor que poco a poco se convertía en lo que su alfa sentía y las unía allí, en el poder de su lazo.
Jihyo quería sentir que el dolor era malo o dañino, pero lo que sentía era tan valioso para su relación y su loba. La dejaría hacerlo toda la vida si fuera necesario, con tal de sentir a su predestinada profundamente lo que dure su vida.
—Oh Sana... —Se entregó la omega, sin siquiera preocuparse por moverse un céntimo de su firme agarre, hipnotizada por el incremento de su delicioso aroma a mora que la envolvía con su calidez de verano.
Sana siempre la tomada de ese modo y sabía que lo hacía para que ella pudiera sentir la garantía de que nada ni nadie podría hacerle daño si estaba aferrada allí, entre los fuertes brazos de su alfa.
—Te amo Jihyo... —Ronroneó con la boca y la nariz hundida contra su cuello, adornando la marca con sus lamidas y sus besos. Disfrutando de tenerla allí, cernida contra su cuerpo, entregada completamente a lo que fuera a hacerle, como la primera vez, como todas las veces que lo hicieron, sin temor alguno, sin límites.
—Tu eres todo lo que necesito, omega... —Su voz de mando solo sabía provocar escalofríos y espasmos a la omega, quien se mantenía inerte contra su agarre, como si de una pintura del tiempo del renacentismo se tratase y Sana no podía dejar de hallarlo condenadamente íntimo y hasta erótico para su loba.
—Tu eres todo lo que necesito, alfa —Repitió su voz de omega como la devota que era y Sana sonrió contra la suave piel de su cuello.
—Bésame omega.
Jihyo se incorporó cuando la oyó hablar con aquella voz tan ronca y demandante que ocultaba para las paredes de su habitación, y se llamó a ser consciente de tiempo y espacio. Por un pequeño y mínimo instante se permitió olvidarse de todo lo que la agobiaba y se redujo a ser la amada omega de su alfa.
Cuando la pelicorta se halló en esos ojos tan oscuros, su corazón estalló de la emoción, su hermosa alfa la amaba y todo de ella lo gritaba, la abrazó contra su cuerpo y comenzó aquel suave y significativo beso, intentando demostrarle lo que sentía aún sabiendo que su lazo también se lo haría saber.
Sana sonrió cuando Jihyo se acercó a ella, para besarla con más comodidad, y se entregó a la suave amabilidad de su toque casi tan tímido como la primera vez.
—Extraño todo de ti, siento que cada espacio de mi piel te extraña Jih, por favor, deja de pensar que no es así... —Le regañó Sana cuando la omega comenzó a perder las manos dentro de su camisa de oficina para acariciar la extensión de su espalda y recorrer su piel —Omega...
—Necesito hacerte sentir bien, tu alfa me necesita. Estás en celo... —Insistió Jihyo, percibiendo la respuesta inmediata de su cuerpo.
—No-no le hagas caso a-a mi alfa... —Bramó, Sana nerviosamente.
—¿Cómo podría ignorarte? Puedo sentirlo claramente, cariño...
—Nada se trata sobre eso, ahora. Y tú estabas... —Presionó los labios cuando la omega presionó sus suaves manos en torno a su cintura con sus dedos firmes. Sana no pudo evitar jadear.
—Solo quiero hacerte sentir bien, ¿tú no confías en mí? —Murmuró la omega, recorriendo su tensa mandíbula con sus suaves y amables besos. Por supuesto que si lo hacía y ella lo sabía muy bien.
—¡Como en nadie más! —Gruñó Sana como reproche y Jihyo lanzó una risilla antes de comenzar a quitarle las prendas que la cubrían.
Sana estaba derrotada por la perseverancia de su hermosa omega. Diablos, siquiera era un esfuerzo dejarse llevar por esa mujer, entregarse a ella era una jodida fortuna.
—Déjame hacerte sentir bien cariño... —Ofreció la omega. Desprendiendo los botones de su blusa.
—Oh Jihyo, no quiero que... —Sus labios se vieron silenciados por esos besos hambrientos que inicio la omega. Sana no pudo detener el jadeo que le provocó la exigente búsqueda de su lengua.
—Shhh, déjame cuidar de ti, cariño —Murmuró la omega recorriendo sus manos sobre su torso ahora cubierto solo por el sujetador.
Sana cerró los ojos y recorrió la deliciosa espalda de su omega, esa espalda que le gustaba recorrer con sus labios, para dejarla tomar todo el control. Su loba deseaba seguir mordiendo su marca, pero le encantaba que Jihyo tomara el control de su celo, así como también el de toda su vida.
Pudo ver a la linda omega de mejillas esponjosas que se avergonzaba cada vez que le veía lavarse los dientes en aquellos primeros años de convivencia en ese pequeño apartamento, la halló en esa misma rubia de tiernos ojos tristes de cachorro y sólo deseó llorar.
Nayeon respiró con angustia cuando sostuvo esa preciosa mirada ámbar y falló en su deseo por huir del poder que tenía sobre ella. Su loba danzaba con alegría de solo tenerla a su alrededor y ella, bueno, ella sentía que al fin podía respirar con normalidad por primera vez en varias semanas.
—Lamento llegar así. Mi loba me trajo hasta aquí, creí que era porque... —"te estuve necesitando demasiado" era la respuesta, pero decidió callar como una cobarde. —No sé porqué... —Señaló llamándose cobarde esta vez.
—Oh... Quizás sea mi loba. He tenido un día muy largo. Lo siento, Nayeon. —Murmuró la menor, sin poder evitar las lágrimas que cayeron en el parpadeo de sus hermosos ojos.
Nayeon intentó ignorar que su corazón enloquecía ante su sola presencia, aún más ante las lágrimas cayendo por sus lindas mejillas, pero no podía dejar de sentir su dolor un solo instante.
—Oh no... —Parpadeó la alfa ante el aleteo constante de su corazón alterado al ver llorar a su omega.
Al parecer traía haciéndolo mucho antes de verla llegar y eso comprimió todo en su interior.
—Lo siento, no quería molestarte... —Murmuró cuando regresó sus ojos a ella, después de limpiarse las lágrimas con las manos.
Nayeon contuvo el aliento al reconocer el dolor en su hermosa mirada. Algo en ella... había algo en ella que se le hacía irresistible con cada segundo que transcurría lejos suyo y que le exigía regresar a su lado. Su loba le exigía que permaneciera a su lado, que no la dejara sola un solo instante, su alfa necesitaba cuidar de su omega.
Había pasado un instante en el que Jeongyeon se había puesto en pie. El silencio era ensordecedor entre ambas, pero la omega lo cortó un instante en el que su loba habló por ella.
—Por favor, necesito... de-déjame olerte... solo... déjame... —Tartamudeó la omega cuando se acercó a la castaña, arrastrada por los deseos de su corazón y loba inconsolable.
Nayeon no pudo evitarlo, se quedó muy quieta ante su imprevisto acercamiento, rígida cómo un muro de concreto cuando su alfa desprendió feromonas de calma para su omega. Jeongyeon respiró junto a su hombro y apoyó su mejilla en un sollozo, mientras se frotaba contra su hombro, intentando tomar un poco del aroma que le brindaba la calidez que solo sentía con su alfa.
—Espera Jeongyeon... —La sostuvo de sus muñecas suavemente, cuando ella intentó liberar su cuello cubierto bajo su chamarra muy grande y mullida.
—Por favor Nayeon —Sollozó la rubia —¿No lo sientes? Estoy desesperada, solo quiero olerte... —Suplicó apoyando la frente contra su hombro. —Solo déjame olerte alfa, no quiero nada más.
Nayeon alzó los ojos al techo, buscando paciencia divina para que sus ojos no desbordaran ante su desesperante deseo por recogerla entre sus brazos y no soltarla jamás.
—Jeongyeon... —Intentó negarse una vez más. La rubia interrumpió sus réplicas.
—Por favor, no me dejes otra vez, Nayeon. —Murmuró allí, muy cerca de su rostro.
La alfa tragó cuando ella le vio con esos hermosos ojos y se tragó el incesante deseo de llorar contra su pecho como ella lo estaba haciendo, en su lugar. Al final decidió soltarla suavemente y se despojó de su abrigo con una lentitud que hizo a Jeongyeon temblar mientras admiraba sus acciones en silencio. La omega dio un respingo de éxtasis cuando se apoyó contra su cuello descubierto y se abrazó a su cintura apoyándose contra su pecho, para sentir el ritmo calmo de su corazón.
—Perdóname por favor... —Murmuró tan bajito, que si no fuera tan permisiva a cada uno de sus sentidos, Nayeon estaba segura de que no la hubiera oído. —Lo siento tanto, tanto mi amor. —Meció la cabeza reiteradas veces, con la frente y la mejilla pegadas contra su hombro.
Nayeon mantenía la mirada aguada contra el techo, intentando no interrumpirla, pero su alfa solo deseaba decir si y regresar a ella sin más rodeos.
—Lo que hice... fue tan desconsiderado de mi parte, pero jamás tuve intenciones de herirte. Me equivoqué... —Musitó tan molesta consigo misma —Como una tonta, me equivoqué creyendo que tenía el derecho de tomar esa decisión sin hablar contigo primero. Estuve tanto tiempo tomando decisiones por mí misma, que creí que si lo retrasaba unos meses podría ganar un poco de tiempo sin que esto pudiera afectarte. Me equivoqué tanto, amor. Cielos yo quiero cachorros contigo Nayeon, solo contigo, alfa, debes creerme...
Jeongyeon se detuvo ante el semblante entregado e inexpresivo de su alfa, quien se había mantenido en silencio. La omega se miró a sí misma cuando notó lo que hacía, obligando a la castaña a soportar sus palabras que ya no tenían sentido alguno, y sollozó cuando se obligó a apartarse de ella, porque no quería hacerlo. Su llanto se extendió de alivio cuando Nayeon detuvo su escape, rodeándola con sus brazos de regreso, impidiéndo que se aparte de su agarre. Jeongyeon hipó cuando la alfa apoyó su mejilla contra la suya y cerró los ojos para sentir su primer acercamiento cálido después de todas esas semanas.
Estuvieron varios minutos allí, agarradas fuertemente en su abrazo, dejando que aquella cercanía hablara por ellas en el cálido silencio, donde solo se podían oír los sollozos de Jeongyeon, quien se apretaba al abrazo con su alfa por temor a que la dejara nuevamente y sin explicación alguna. Vaya, con ese incesante temor a perderla para siempre, a causa de su torpeza.
Nayeon respiró el aroma de su cabello cuando descubrió que ya la había perdonado, deseaba hundirse contra su cuello, estrecharla con mucha fuerza hasta que no tuviera más remedio que abrazarse a ella para siempre y dejar todos los errores atrás, deseaba besarla hasta que le queden grabados sus respiraciones, sus gemidos y el sabor de sus labios suaves. Tragó y sintió lo que colmaba en su interior, ese tono de rencor que odiaba habló por ella.
—¡¿Qué tienes, huh?! —Exclamó la alfa con la voz graznida, irrumpiendo en el silencio. Se podía oír la furia de su voz, Jeongyeon parpadeó para detener las lágrimas, pero no pudo detenerlas. —¿Qué tienes tú, que no puedo dejar de pensarte, de desearte, de adorarte? ¡Explícamelo Yoo Jeongyeon! —Exigió en su dirección, sin poder dejar de admirar sus largas pestañas húmedas, su sonrosada nariz redondita, la forma de sus labios que tanto adoraba, todo en ella parecía perfecto y agresivamente atractivo para su loba, quien estaba tan deslumbrada como la primera vez. Todo en su omega parecía ser un elixir para su tonto corazón.
—Lo siento tanto, cariño... —Murmuró la omega, bajando la mirada, apenada de ver cuánto le afectaba aún a su alfa aquella su estúpida actitud y el modo incorrecto en el que había manejado las cosas entre ambas.
—Mírame. —Gruñó Nayeon con la voz grave. Jeongyeon presionó los ojos, más lágrimas cayeron de ellos, empapando sus tiernas mejillas y Nayeon las tomó con sus grandes manos —¡Mírame, omega! —Exigió con necesidad y Jeongyeon obedeció de inmediato.
Los centelleantes ojos de Jeongyeon se llenaron de ella, y la vieron con ese color ámbar que la enloquecía, la vieron después de tanto tiempo, fijo y sin disturbios. Todo en el interior de Nayeon vibró como la primera vez que la vio. La amaba profundamente.
—Oh Luna, eres preciosa omega... —Jadeó la alfa, no pudiendo resistirse a la calidez y dulzura de su omega.
—Te amo Im Nayeon —Sollozó ahora viéndola con suplicante necesidad, siendo ella quien no movía un solo dedo en su dirección, dejándose querer con todos sus reclamos y su infinito orgullo difícil de quebrantar —Lo siento, lo siento... lo siento mucho, alfa. Siento... —Se sorbió la nariz, entregada a esa mirada penetrante —Siento que ya no puedo, que me ahogo sin ti... por favor Yeonnie, no me dejes sin ti.
Cuando la omega repitió una nueva súplica, la alfa la tomó contra su cuerpo y le regresó al abrazo fuerte. Jeongyeon suspiró de alivio cuando la castaña la presionó contra su cuerpo esta vez, deseosa de su contacto, de su agarre, de su calor y de su olor. Nayeon buscó los labios de su omega desesperadamente y todo lo que podía percibir era el cálido tono rojizo del atardecer y su dulce y generoso aroma a arándanos que comenzaba a llenarla de ella, una vez sus suaves labios correspondieron al llamado amable de los suyos.
Jeongyeon sollozó cuando sintió la caricia tierna de la punta de sus dedos largos deseosos de su piel, de su calor, de su contacto, puntuando suavemente su mejilla. Cielos, todos los sentidos de esa omega se redujeron al suave racimo de sus dedos largos y la mera caricia que su alfa le estaba dando por beso, solo eso necesitaba, que ella la besara una vez más, porque estaba desesperada, porque podía intentarlo cien mil veces, pero en todas las oportunidades, la solución a todo solo serían los brazos y los besos de Im Nayeon.
—Oh no... soy tu maldita esclava Jeongyeon, todo de mi te pertenece con tanta fuerza que me aturde... —admitió la castaña, sin poder despegar la boca de sus suaves labios húmedos, dejando caer sus lágrimas al fin.
—¡Tu no sabes cuanto te necesito! —Lloriqueó Jeongyeon con la voz aguada de reproche, antes de buscar sus labios nuevamente con los suyos y enredar a su alfa con sus brazos alrededor de su cuello, en un nuevo beso más ansioso y apasionado que el anterior.
—Mi Jeonnie, yo ya te perdoné hace mucho tiempo... —Musitó Nayeon cuando se apartaron para recuperar el aliento, mientras Jeongyeon hundía su nariz contra su cuello para sentir su particular aroma a almendra, siempre seco y atractivo el cual poco a poco se iba intensificando tanto o más que el suyo.
—Mi alfa, no sabes cuanta falta me haces. Por lo que más quieras Nayeon, no me dejes otra vez, no pertenezco a ninguna parte que no sea a tu lado, no tengo nada sin ti... —Sollozó, tomando el abrazo con fuerza.
—Oh cariño, no digas eso, soy yo quien debe disculparse por haber sido tan orgullosa, no podía soportar la idea de que dejaras de amarme Jeongyeon, de que dejaras de confiar en mí... —Sollozó la alfa dejando que la omega le tomé el cabello del rostro, con sus manos descubriera su lindo rostro empapado de lágrimas.
—¿Cómo podría mi amor? Nunca dejaré de amarte Nayeon, perdóname, ya no haré absolutamente nada sin consultarlo contigo, ya no deseo respirar si no es junto a ti, ¿puedes creerme? ¿Tú puedes creerme una vez más, alfa? Por favor... —Buscó su mirada, con sus manos de tiernos nudillos hundidos como un bebé.
Nayeon amaba el toque de esas manos, amaba sus ojos cuando la miraban, amaba su voz grave y sus besos desinteresados. La alfa tomó su mano izquierda para dejarla sobre su rostro, y besó y olfateó su mano derecha antes de asentir como respuesta a todas sus palabras, mientras la tomaba nuevamente por la cintura y la unía contra su cuerpo, buscando su contacto.
—Lo haré omega, lo haremos todas las veces que sean necesarias, no te dejaré jamás.
—Oh Luna, creí que jamás regresarías Nayeon... —Lloriqueó la rubia, dejando que su corazón se descomprimiera de alivio —¿Cómo logras ser tan orgullosa Im? ¿Como? —Sollozó en su tierno reproche, sin apartarse un solo milímetro de su cuerpo.
—Lo siento Jeonnie, no volveré a dejarte, no volveré a permitir que nos apartemos de este modo ¿está bien? Lo prometo.
—No te vas a arrepentir, no te vas a arrepentir Yeonnie... —Masculló la omega, regresando su rostro al hueco de su cuello, para respirar nuevamente y embriagarse de ella, como había estado deseando desde hacía largos días y noches.
—Oh cielos no se que es lo que pasaba por mi mente entonces, sólo deseaba que sintieras lo que yo por haberme engañado y me encegueció el rencor... fui una mala alfa Jeongyeon, lo siento. —Sollozó escondiendo su rostro contra su cuello.
—Cuanto lo siento, alfa... —Lloriqueó Jeongyeon, pues sabía que en parte era su culpa que Nayeon se viera tan desorientada después de que tomó sus decisiones y acciones sin hacerla participe de las mismas.
—Yo también lo siento, por no comprenderte a ti, por no escuchar, ni atender tus palabras en todo este tiempo. Sé que siempre has querido ser honesta conmigo, lo siento, nunca quise hacerte daño omega, lo siento. —Sollozó Nayeon, abrazando la cintura de la rubia, deseando que no se aparte jamás de su lado.
Jeongyeon suspiró con alivio cuando era su alfa quien escondía la mejilla contra su cuello para llorar y ella apoyó su mentón contra su frente.
Pasaron unos largos minutos en silencio, sollozando, olfateando y susurrándose disculpas mutuamente. Ahora Nayeon estaba sentada contra la cama y Jeongyeon le rodeaba la cadera con sus piernas, agarrada a ella con todo su cuerpo como una pequeña indefensa, mientras la abrazaba sin descanso. En su interior aún sentía temor a perderla de vista.
—El jodido edificio se ha vuelto un maldito desastre Yeonnie, con sus chismes y sus especulaciones, ¿Sabes lo que sucede entre Sana y Jihyo? Si mi madre no lo hubiera descubierto, no lo hubiera creído jamás... —Lamentó Jeongyeon afectada por lo que había descubierto que sucedía entre su hermana y su alfa.
—¿Con Sana y Jihyo? ¿Qué sucede con ellas? —Se alertó la alfa, buscando que su omega le comentara más al respecto.
—Han robado los estudios de fertilidad de Jihyo para convertirla en la burla de los empleados de planta baja. ¿Tú entiendes lo que eso significa? Diablos alfa, no he dejado de pensar en lo que debería hacer, están haciéndole daño a mi hermana y siquiera sé a quién reclamarle, ¿entiendes que no puedo despedir a mis empleados por un chisme?
—Solo son chismes tontos cariño, ellas están bien, estuve hablando con Sana hoy... —Habló Nayeon en su intento de animarla.
—Hablé con Jihyo también, ella me comentó la situación. Ellas están yendo a terapia Nayeon. —Buscó su mirada, Nayeon la miraba con calma —¿Tú lo sabías? —La castaña asintió, acariciando su largo cabello rubio.
—Sana vino hoy a verme al restaurante. La he visto tan enamorada como siempre, por si deseas saber... —Se burló la alfa, haciendo reír a su omega. Nayeon suspiró al oír la particular risita de Jeongyeon y la abrazó con más fuerza.
—Es un jodido edificio tan grande que no me he dado cuenta que perdía el control... —Murmuró con la voz mermada y Nayeon la sostuvo entre sus brazos. —Hasta mi madre lo supo antes que yo, Nayeon. Tiene razón, soy una incompetente, no he podido hacer nada bien y ahora mi hermana está sufriendo.—Su voz tembló.
Nayeon presionó los párpados en una réplica. La señora Yoo no era ni un solo rastro de la mujer amable y comprensiva que había conocido cuando el ingeniero aún vivía, pero también comprendía que cuando un omega perdía a su alfa, o viceversa, su corazón se enfriaba y sus sentimientos perdían la calidez que solo le brindaba su lazo. Nayeon estaba segura que esa omega era una loba muerta en vida y tembló al abrazar a su omega.
—Oh no... —Razonó Nayeon ante sus últimas palabras —¿Sunmi habló con ella? —Pudo sentir el dolor en la mirada de su omega cuando asintió como respuesta y su loba aulló, estaba demasiado cansada de verla sufrir y no tener una solución para ello.
—Jihyo... Ella... Nunca la había visto tan lastimada Yeonnie, nunca la había visto tan rota como cuando enfrentó a nuestra madre esta tarde y siquiera pude...
—Oh diablos, pobre Jihyo, ¡Pobre Sana! —Tragó Nayeon cuando su omega lloriqueó ante la expresión de frustración que halló en ella.
—Ellas me preocupan mucho, alfa. —Murmuró la omega, en medio de su llanto.
—Estarán bien Jeonnie, Sana adora a tu hermana y tu hermana la adora a ella, no debes temer...
—Necesito saber como están, pero cuando llamé hace un rato, Sana dijo que Jihyo estaba muy agotada para recibir llamadas. Me preocupé tanto por ella cuando dejó el edificio y se fue sin decir nada que no pude dejar de buscarla aunque me alegra de que su alfa esté con ella.
—Sana salió muy preocupada por ella esta tarde, ahora entiendo, fue por su loba.
—Mi hermana no puede tener sus propios cachorros Yeonnie y no hay una explicación científica para lo que le está sucediendo... —Sollozó Jeongyeon abrazando con fuerza a su alfa. Nayeon se asombró ante la información. Sabía que Sana estaba ocultando cosas, la conocía muy bien.
—Oh no... —Lamentó Nayeon cayendo en cuenta de las posibles preocupaciones de Sana. Ahora su actitud y lo de la terapia comenzaba a tener un sentido más claro, pero seguía necesitando respuestas.
—Mi madre... —Sollozó Jeongyeon con angustia al recordar el enfrentamiento de aquella tarde —Le ha dicho cosas terribles a Jihyo, Yeonnie. Jamás la he visto tan mal, ella se veía tan triste. —Gruñó de pronto —¡Y luego ella y Seungyeon unnie decidieron que debería dejar el puesto de asistente del departamento de arquitectura y dárselo a Myoui. —Gruñó una vez más con desagrado —Ahg, ¡nadie ha hecho un mejor trabajo que Jihyo en ese lugar!
—¿A Mina? —Exclamó Nayeon, tan asombrada como su omega.
—¡Es una estupidez! Jihyo trabajó duro para organizar todo aquello cuando mi papá falleció... Estarán cometiendo un grave error si se atreven a destituirla.
—Hablaré con Sunmi, estoy segura de que ella escuchará a alguien más que no sea a Seungyeon. Tranquila cariño.
—Ella solo debe oírse a sí misma mientras se ve al espejo o no sé qué demonios la llevó a ser tan despiadada con nosotras. Si la hubieras visto alfa, no podrías creerlo, jamás había llegado tan lejos con sus palabras, cada vez está peor, ella es otra persona. —Gimió la rubia omega, hundiendo su rostro en el cuello de la alfa, quien no tardó en reconfortarla en sus brazos.
—Tranquila cariño, tu madre entrará en razón pronto.
—Lo hará porque.. —La omega tragó cuando buscó la mirada de su alfa. —Por-porque le dije que si se atrevía a quitar a Jihyo de su puesto, yo dejaría el mío. Y hablaba en serio —Musitó aún sosteniendo la mirada de su hermosa alfa, quien la miró atónita.
—Todo estará bien cariño. Nada de eso sucederá, tu madre sabe que eso sería una insensatez de su parte. —Meció con la cabeza, mientras seguía recorriendo su lindo cabello entre sus manos.
—Oh cielos, me hacía tanta falta oírlo de ti... —Lloriqueó y Nayeon suspiró cuando la omega la abrazó con fuerza y ella la arropó contra su cuerpo.
—Ya no llores más omega, no me iré ¿está bien? —Murmuró junto a su mejilla, sin dejar de acariciarla y besarla. Jeongyeon se limpió los ojos con el dorso de sus manos y luego la miró.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Jeongyeon sonrió cuando Nayeon la besó por el cuello y la presionó nuevamente en el abrazo para que descansara sobre su cuerpo.
Mentiría si dijera que alguna pudo dormir de inmediato esa noche. Pasaron un tiempo largo sintiendo y disfrutando la presencia muy cerca de la otra. Nayeon atendió cada una de las palabras que salieron de la boca de su omega, recordaron y rieron de todos los recuerdos que almacenaban en aquel pequeño apartamento, juntas. La alfa no se sintió tan completa hasta ese preciso instante en el que decidió que oír a su omega era la mejor opción.
Algo bueno estaba comenzando.
Myoui Mina siempre había sido una coqueta insolente, no era raro para nadie verla coquetear con alfas bonitas, pues era una omega irresistible, con ese modo de hablar tan desenvuelto y esa apariencia seductora que podía llenar los ojos de cualquier alfa.
Pero Momo podía ver más allá en esa tonta actitud con la que quería entretenerla esa omega. La alfa japonesa se tensó completamente cuando la omega se acercó a aquella alta alfa de facciones extranjeras, haciéndola reír con su atrevimiento mientras se extendía sobre su escritorio, tan atrevida como de costumbre.
Momo lo sabía, era un ridículo modo de luchar contra su inseguridad, por eso cuando pasó a su lado, mientras ella reía a carcajadas con los ridículos chistes de la alfa Jeon Somi, la joven alfa recepcionista de planta baja, la nipona frunció los labios con acidez.
Era una niña y sus juegos eran estúpidos. Pero, ella podía jugar a sus juegos estúpidos porque le gustaba jugar, también. Momo siquiera respiró cuando pasó a su lado y le picó el trasero con sus dedos disimuladamente.
Mina se tensó cuando la nipona siguió el paso sin inmutarse, mientras Somi hablaba de aquellos asuntos que ella fingía que le importaban.
Cuando Momo se volteó una vez dentro del elevador, la omega le mostró el dedo medio y ella se rió con regocijo.
La alfa respiró la calma del piso en donde trabajaba con la arquitecta y volteó los ojos al ver el llamado inmediato del elevador, estaba segura que intentaba ir detrás de ella para reclamarle.
Momo miró hacia un lado y luego hacia el otro, segura de que no había nadie en el piso aún. Imaginaba que Jihyo no vendría después de la situación que vivió el día anterior con la señora Yoo, del cual no había tardado en enterarse. También supuso que Sana estaría con ella y la arquitecta, bueno, había avisado que llegaría un poco más tarde. Si, las cosas con su jefa también estaban muy bien después de que hablaron aquella vez.
Bueno, todo lo bien que podían estar en su sana distancia.
Flash
Momo bufó cuando estuvo frente a la oficina principal, respiró unas cuantas veces y se limpió las manos sudorosas contra los muslos para lidiar con su incomodidad, cuando llamó en la puerta.
Pocos segundos después de que la omega le dio el acceso, se hizo dentro de la habitación con los nervios alterándole el pulso cardíaco.
—Huh, Hirai. —Bramó la omega evidenxiando que esperaba a cualquiera menos a ella.
Momo arrugó la nariz ante el agrio de su aroma. Nada estaba bien con esa omega y la sola idea de ser la responsable le estrujó el corazón.
—Bu—buenos días arquitecta. —Musitó la alfa con la cabeza baja después de haber hecho una extensa reverencia.
—Hirai. —Respiró Jeongyeon evidenciando su agotamiento. Momo no hizo por mirarla un solo instante.
—Lo sé, lamento mucho lo que dije arquitecta, lo de ayer, eso no estuvo bien... —Balbuceó la nipona realmente apenada.
Jeongyeon se puso en pie, provocando que la alfa detenga sus palabras torpes y se estremezca ante la incomodidad que había entre ambas, a causa de lo que dijo.
—No me interesan tus lamentos y tus disculpas Hirai. —Masculló la omega y se oía fúrica —Escúchame muy bien, no sé quien demonios te dió el jodido derecho de creer que puedes decir lo que te da la gana. Pero esta estúpida situación y tus estúpidas palabras me provocaron muchos problemas con mi alfa. Y créeme que ya tenía bastantes —Bufó volteandose nerviosamente y luego regresando para insistir. La alfa seguía cabizbaja y en un silencio atroz. —Mira no tengo problemas contigo Hirai, siempre has sido una empleada responsable y honesta, no me desagradas para nada. Pero has abusado de mi confianza, y eso no lo puedo tolerar. ¿Si entiendes? —Insistió Jeongyeon con los dientes presionados.
—Si—si—si lo—lo siento, arquitecta. —Señaló la nipona.
—Esto no puede volver a ocurrir Hirai. No entre tu y yo, no ahora mismo. No cuando todo parece que se va ir al demonio. Así que ponte en tu jodido lugar y solo... has tu trabajo. —Masculló la omega con la voz tan dura como nunca la había puesto antes.
—Si arquitecta, lo siento. —Insistió la pelinegra aceptando su falla.
—Ya dijiste eso varias veces. Será mejor que vayas a preocuparte por tu trabajo. Nuestro contacto a partir de ahora será estrictamente profesional. —Esperó la omega removiendo saliva. Jeongyeon no sabía porqué, pero el aroma de aquella alfa le provocaba unas náuseas tan desagradables como cuando sabía que estaba por ver a su madre y a su hermana nuevamente. Era rechazo. —Eso es todo.
Momo asintió, hizo una nueva reverencia y salió de la habitación con los ojos cargados de impotencia. Sabía que ella no tenía derecho, lo que hizo estuvo mal y se había merecido todas esas palabras.
Lo increíble para la nipona, fue descubrir que no sentía nada más allá de una jodida vergüenza que le enrojecía hasta el último cabello, porque esperaba sentirse más devastada. Algo en ella sencillamente había perdido esa especial admiración por su jefa y creía que quizás los motivos fueran que por fin su mente había aceptado la adoración de aquella omega por su alfa.
O quizás hubieran otros motivos que aún no podía comprender.
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La nipona divisó a las desagradables betas que trabajaban en la recepción del piso y caminó hacia su oficina en su espera.
Quizás Momo era muy observadora o quizás esa omega era muy predecible, pero no se equivocó. El fenómeno destructor Myoui hizo su entrada en la habitación algunos segundos después de que ella.
—¡Me dirás en este instante quién diablos te crees para tocr...! —Las palabras de Mina se detuvieron cuando una expresión de asombro la abordó.
Momo la tomó de la cintura, apareciendo por detrás de la puerta y Mina se crespo a la defensiva de inmediato.
—¿Me extrañabas preciosa? —Susurró contra su mejilla, dejando un beso allí. Mina se retorció con fingido desprecio.
—Diablos, eres una obsesiva Hirai me das asco...
Momo la dejó contra la puerta, por si quisieran interrumpir por allí, al menos nadie lograría abrirla, o quizás porque le fascinaba tenerla contra su cuerpo sin que tenga otra salida, y la buscó con esos ojos que intimidaban a la omega como ningunos otros.
—¿Qué haces aquí, entonces cariño? —Susurró la alfa cuando percibió el instante en el que la omega contenía el aliento.
A Momo no le había tomado mucho tiempo darse cuenta que le era muy fácil descubrir a esa omega, aún incluso cuando esta ocultaba lo que sentía muy bien debajo de sus palabras bruscas y esa sensual y tan besable sonrisa cínica que la seducía tan bien.
—Debes comprender cuando te digo que no me interesas, alfa tonta. —Gruñó la menor, resistiéndose de rogar por la firmeza de su toque.
La alfa tenía sus manos a cada lado de ella y la presionaba con su cuerpo para que no huyera, pero aunque lo negara, Mina prefería sus manos en ella también.
—Te hice una pregunta omega, responde. —Insistió la alfa, haciendo de su acercamiento y del aliento de sus palabras el único contacto, además del agarre de su cuerpo. Mina se remojó los labios.
—Eres despreciable, ¿acaso crees que intimidándome vas a lograr que te quiera? Diablos, que gran ego tienes... —Se burló la omega.
Momo presionó la mandíbula ante sus palabras tontas. Muy a su parecer, si había alguien que tenía un gran ego, tenía que ser ella.
—¿Qué quieres? Fue lo que pregunté y aún no me sabes responder, claramente. —El tono de su voz era despiadado y Mina se retorció contra su cuerpo sin descanso.
La menor comenzaba a sentirse frustrada por el modo en el que su cuerpo y su loba no sabían resistirse a ella.
—Quie-quiero que me dejes en paz... —Habló tan poco convincente, que hasta a ella le dio pena.
—Diablos omega, pero si no te he llamado siquiera, ¿qué más quieres que haga por ti, que renuncie a mi empleo, para que puedas ser feliz? —Se burló Momo. Mina asintió vigorosamente como toda la descarada que era.
—Eso sería ideal e intenta dejarme tu puesto por favor y por escrito. —Siguió la ironía de la alfa, con un tono suave que iba dirigido al orgullo de la alfa.
Mina estaba equivocada si creía que podría doblegar a Hirai Momo tan fácilmente, y quizás fue un poco consciente cuando la oyó reír como una niña como respuesta.
—Oh cielos, qué mala persona tendría que ser con la arquitecta, si te dejara a ti en mi puesto... —Se rió Momo, meciendo la cabeza ante aquella suposición.
—Diablos, no puedes vivir sin nombrarla, ¿aún te gusta, verdad? ¡Que idiota eres Hirai! —Se quejó la omega resistiéndose a su agarre.
Momo atendió esa actitud de inmediato y al incesante incremento de su floral aroma que evidenciaba su desagrado.
—¡Oh sí! Si es una belleza ¿como no iba a gustarme? —Señaló la alfa siguiendo el juego, ganándose un gruñido y algunas patadas.
—¡Suéltame, asquerosa! —Gruñó la omega, removiendose en su agarre mientras Momo reía con ganas.
—Vaya, vaya, vaya ¿Estás celosa, omega? —Se maravilló Momo y de solo pensarlo su alfa revoloteaba de la emoción.
—¿Celosa? —Carcajeó Mina sin piedad, como siempre lo hacía —¿De quién? ¿De ti? —Señaló la omega de modo tan despectivo que hizo retorcer a la alfa de la nipona mayor, pero esta vez del disgusto —Que huevos Hirai, de veras... —Rió con todo ese cinismo que siempre cargaba.
—Como te atreves a mentirme en la cara, que ridícula te ves. —Gruñó la alfa ante su facilidad para mentir, mientras deslizaba su nariz por la suavidad de su cuello, deseando hundir sus colmillos allí para hacerle entender que podía fingir todo lo que le diera la gana, pero que sabía que su omega le pertenecía muy bien.
—¿Ridícula yo o tú que sigues como perro faldero detrás de esa rubia estúpida? Me caes jodidamente mal, fui muy tonta al acostarme contigo... —Lamentó Mina con aquella desagradable indignación que no sentía en lo absoluto.
—Cuando eres necia, me gustas más, ¿lo sabes? —Musitó la alfa con esa increíble voz que hacía que las bragas de Mina se mojaron de inmediato, más cuando hacía caso omiso a sus tontos esfuerzos por resistirse a ella.
Diablos era increíblemente perfecta. Mina meció la cabeza para quitarse los pensamientos de la mente.
—Eres una imbécil, ¡Suéltame Hirai! —Insistió en apartarse de su agarre. Momo no se inmutó y se mantuvo con la cadera muy apretada contra su fina cintura.
—Ohhh bonita, tranquila, nadie quiere hacerte daño aquí... —Se burló Hirai haciéndola gruñir y resistirse con más brusquedad.
—¡Eres una maldita imbécil! ¿Quién crees que eres? ¡Suéltame idiota!
—Tienes una boquita muy sucia... —Murmuró la alfa contra su mandíbula, tan calma y sensible. Mina cerró los ojos ante su acercamiento y tragó una vez más. —Eres una jodida mentirosa también, omega, no puedes esconderte de mí...
Momo detuvo las réplicas en su boca como le gustaba hacerlo, tapando esa boca sucia con la suya, dispuesta a que la destrozara con su demoledora presencia y jadeó cuando ella correspondió al instante atrapando su relleno labio inferior para morderlo con brusquedad.
—Cuando estás molesta me sabes mejor... —se burló Momo, evidenciado que no le había molestado en lo absoluto con su brusquedad. Mina gruñó en desacuerdo.
—Eres una maldita, Hirai. —Se quejó Mina cuando se apartó de su agarre. Momo se reía entre dientes cuando ella dejó la oficina dando pisotones.
Ahora esa omega debía pensárselo dos veces, porque ella no le iba a creer a sus tontas palabras fácilmente, no cuando podía sentir como temblaba por qué la tocara con sus manos.
Momo había hallado una respuesta, Myoui Mina no era absolutamente nada de lo que salía por su boca, ni lo que decían sus actitudes y se sintió satisfecha por descubrirlo.
Sí, Hirai Momo era una alfa pura muy paciente, pero ¿hasta que punto?
¡Hey al fin llegué! Hola Tu Ü
¿Te gustó mi nuevo capítulo?
El 2yeon se reconcilió al fin, aunque tienen mucho, mucho que solucionar juntas aún, pero es un alivio ¿o no?
Y Mi sahyo bueno, esa escena es una de mis escenas favoritas, la mas linda de todas. Originalmente tendría smut pero no quise arruinar la calidez y la intimidad de esas dos. Además estuve analizando la cantidad de ese "asunto" que hay en este libro y decidí que me lo tomaré con más calma. Aún así si decides que quieres saber más de esa escena puedo describir algo en capítulos futuros, quizás como un recuerdo.
Dime aquí tu respuesta: ¿Ampliamos smut del sahyo o no?
En cuanto al Mimo, bueno, esas dos aún tienen bastante camino que recorrer, pero me encanta esa química ayúdame, soy adicta jajsjs
En fin Tu, espero que haya sido tan emotivo para ti como lo fue para mi♡
Te quiero mucho, ya pronto regreso con mas, tu JazUnnie🌙
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