❁•° T R E I N T A Y C I N C O °•❁
Los pies del rubio se detuvieron y de sus labios salió un largo y pesado suspiro.
Frente a él estaba la casa de la persona que alguna vez le lastimó y a la vez de la que más amaba.
Había escuchado la parte de Han Gil, y ahora, quería verificar si la versión del castaño tenía alguna relación con lo que había escuchado anteriormente. Porque a pesar del tiempo, aún no se lo podía creer; no podía creer que Min Ki, su Min Ki actuaría de esa manera tan irreconocible.
Está claro que a ninguna persona lo conocemos perfectamente, pero Chin Hwa si lo llegó a creer.
Y eso lo hacía sentir tan idiota.
Dentro de él, la combinación de tristeza y enfado no estaba ofreciendo una buena fórmula. Deseaba tumbar la puerta, ir a la habitación de Min Ki y tomarlo de la camisa hasta que soltará cada palabra, pero, por otro lado, solo quería abrazarlo y decirle que estaba para él. Sin importar lo que le había dicho Han Gil.
Sin embargo, podía mantenerse firme. Debía ser justo y ya actuaría dependiendo de cómo se den las cosas.
Lo que menos quería era pensar con el corazón.
Su vista se dirigió a la entrada y caminó lentamente hasta ella, escuchando como las piedritas me movían debajo de su calzado. Dándole algunos segundos de relajación.
Golpeó la puerta y espero que alguien abriera, tal vez había pasado alrededor de un minuto cuando la luz del interior iluminó el rostro del rubio.
La mujer mayor le sonrió cálidamente y lo invito a pasar, Chin Hwa siempre se mostró amable y respetuoso. No obstante, se sentía algo extraño ya que no podía ignorar el hecho de que cuando esta con ella, siente esa misma vibra con Min Ki.
Una vibra tan cómoda y llena de felicidad, pero al enterarse de la otra cara del castaño, ya no lo podía ver de la misma manera.
Se sentía tan... mal.
—Me alegra que hayas venido, últimamente Min Ki se la pasa encerrado en su habitación. No me ha querido decir mucho, pero me entere que tuvieron una pelea.
—Ah, sí... —comentó algo incómodo. —Hay algunas cosas por arreglar y no me he animado para hablar con él... Lo siento.
—No te preocupes, si estas aquí es porque lo quieres. Son amigos y siempre existe ese interés por si el otro está bien, mi hijo la ha estado pasando muy mal, no es esa misma persona como lo fue antes de todo este conflicto. Estaré muy agradecida de que charles un poco con él, seguro que se pondrá feliz.
Ahora el rubio estaba dudando, no quería crear malas esperanzas a la señora Kang, porque esa tal platica no se iba a basar en palabras de ánimo o abrazos. Sino que se buscaría una sola verdad y desconocía que tan bien saldrían las cosas.
—Subiré... —añadió luego de unos segundos en silencio.
Al ver como la mujer asentía, emprendió su caminata hacía uno de los pasillos. Desde lejos lograba notar como la luz artificial iluminaba una parte de las paredes del exterior, así que no le fue tan difícil en pisar aquellas esquinas. Levantó la mano y golpeó tres veces, esperando que la otra persona diera permiso a su visita.
Escuchó unos pasos acercándose y de un momento a otro la puerta se abrió por completo. El rostro de Min Ki reflejaba sorpresa y por algunos segundos se quedó en silencio, el rubio podía notar que, hacia un esfuerzo por hablar, pero lamentablemente no era capaz de articular una palabra.
—¿Puedo pasar?
El castaño bajo la mirada y se hizo a un lado. Su amigo no lo hizo esperar e ingresó sin ningún problema, después tomó asiento en la cama.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó sin dirigirle la mirada, luego de cerrar la puerta se fue a su closet para empezar a ordenar algunas camisas. Camisas las cuales estaban en perfectas condiciones.
Cuando Chin Hwa vio aquello, sabía desde un inicio que lo hacía con el propósito de evitarlo. Algo dentro de él lo hizo sentir tan extraño.
—He notado algunas cosas... primero que todo, ni siquiera le hablas a Han Gil.
—¿Y por qué no se lo preguntas a él? Al final de todo ustedes tienen una mejor relación.
—Han Gil no me quiere decir nada. —Mintió. —Pero en su rostro puedo notar tristeza y dolor, ¿Qué fue lo que paso para que ustedes se comporten así? Porque tenía entendido que la pelea sólo se trataba de nosotros dos.
Min Ki tragó duro y apretó una de sus camisas, intentaba pensar rápido, pero lo único que llegaba a su cabeza eran las imágenes de aquel día. De cómo Han Gil le dijo sus verdades para después irse sin importarle nada más.
Nunca en su vida se había sentido tan solo.
Además, sentía como su felicidad se iba apagando poco a poco.
—Si te lo digo... Tu odio hacia mí será más grande, y es lo que menos quiero. —Murmuró. Sin embargo, fue suficiente como para haberlo escuchado, la vista del rubio se había nublado y un pequeño nudo en su garganta lo había puesto tan incómodo. Cuanto deseaba abrazarlo, pero no podía.
—¿Entonces quien me dirá la verdad? ¿Acaso esa persona será Dong Sun?
Los ojos del castaño se abrieron como platos y la muda de ropa cayó enseguida de él, pero no fue capaz de bajar la mirada por la sorpresa. Comenzaba a tener miedo, así que, contando con poca valentía, se giró en dirección a Chin Hwa. Este tenía el ceño fruncido, pero a la vez llevaba en su rostro una mueca de tristeza.
No sabía cómo actuar o que decir, estaba ahí de pie conteniendo las lágrimas. Ahora quería estar solo, quería llorar bajo las sabanas, quería morir.
—¿Qué fue lo que hiciste, Min Ki?
—Y-yo...
—¿Por qué? —Esta vez se puso de pie y lentamente comenzó a caminar hacia el castaño. Al darse cuenta de esto, retrocedió hasta que su espalda chocó con la puerta del armario. Sabía que no tenía escapatoria, así que bajo la mirada. —¿Por qué fingiste que no conocías a Han Gil? ¿Por qué mentiste cuando sabías desde un inicio que no tenías oportunidad con Dong Sun? ¡¿Por qué?! —Gritó.
Min Ki pegó un pequeño brinco y la primera lágrima cayó. Estaba sintiendo como el aire le faltaba.
—Mírame.
El chico negó lentamente.
—Min Ki, mírame.
—No puedo.
—¿Por qué?
Esta vez no contestó.
—¡¿Por qué?!
El castaño rompió a llorar. —¡Porque debes sentir asco de mí! Ni siquiera puedo verme al espejo sin sentir vergüenza, mi madre es más insistente para conocer la verdad, pero no tengo los pantalones para decirle todo. ¿Cómo reaccionará cuando se de cuenta que soy un maldito hijo de perra? ¿Eh? ¿Qué cara debo ponerle? ¿Cómo serán esos días luego de decírselo? —El rubio tragó duro. —Chin Hwa, no estoy cómodo conmigo mismo, no sabes la infinidad de veces que he pensado con desaparecer...
—No digas eso. —Lo interrumpió.
—Han Gil nunca me perdonará, ni siquiera Dong Sun o tú. Estoy solo...
Su frase volvió a ser interrumpida cuando sintió que sus labios fueron capturados por los del contrario. Las manos del blanquecino habían parado en las mejillas del chico, aquel chico que aparecía en algunos de sus sueños, el único culpable que hacía que su corazón latiera más rápido y a la vez le causara dolor por no ser esa persona que le gustase.
Chin Hwa podía sentir como sus piernas temblaban por la emoción.
Cuantas veces había soñado para que ese momento llegara, aunque su escena no era nada comparada con lo que estaba ocurriendo, eso no le llegaba a importar. Por fin estaba con él, por fin podía tocarlo y besarlo.
Sin embargo, Min Ki permanecía en shook, sus manos habían quedado en el aire, cerca de los codos de su amigo.
Tenía pensado separarlo, pero ese sentimiento lo estaba confundiendo, provocando que sólo sintiera su rostro caliente y como los golpes internos eran cada vez más constantes.
El castaño podía notar como el contrario permanecía con los ojos cerrados, disfrutando de los segundos y de su sabor. El menor estaba asustado, pero luego dejo que sus párpados bajaran. Dejando que los movimientos de Chin Hwa lo guiaran poco a poco.
Se sentía tan bien...
Hasta que el rubio se detuvo.
Dejando al chico con ganas de más.
Luego de eso se disculpó en bajo y salió de la habitación lo más rápido posible.
Min Ki escuchó la puerta cerrarse y algunos pasos alejarse. Su corazón no dejaba de latir alocadamente cuando tocó sus labios.
Esa noche, ninguno de los dos pudo dormir.
HyunJack.
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