El chico no podía negar que aquel rostro se le hacía conocido, se interesó un poco por la actitud del joven y qué tipo de información llevaba respecto a su antigua vida.

Porque sí, aunque pareciera bastante tonto respecto a confiar en un desconocido; las acciones del hombre le daban a entender que todo eso no era producto de una broma.

Su expresión dictaba más allá de lo que sus pensamientos podían formular. No sabía si sentirse feliz respecto a que posiblemente haya encontrado a un familiar o amigo, el cual posiblemente le resuelva todas las dudas que ha llevado a cabo debido a su pérdida.

Quería hablar, pero lamentablemente el miedo le estaba ganando así que sólo se dio media vuelta y emprendió su caminata, ni siquiera se le paso por la mente mirarlo a una distancia exageradamente lejana. Dong Sun tampoco había cooperado, su triste vista quedó clavada en el cuerpo diminuto.

Dejando que se le escapara de las manos, sin poder articular una palabra y que su vista se volviera borrosa. Se sentía confundido y herido.

Su único amor lo había rechazado, lo trato como un desconocido e idiota. ¿Cómo debía actuar ante esto? Ni siquiera se había percatado que los llamados de su amigo se hacían escuchar por toda la plaza. Para él, solo existía el silencio y un camino totalmente vacío.

—¡Dong Sun! —Cuando lo encontró no tardo en correr para ayudarlo. —¿Qué paso? ¿Al final diste con él? —Preguntó agitado, pero al ver sus lágrimas optó por tomarlo de los hombros haciendo que lo mirara. —¿Dong Sun?

—Él... —Hipó. —Él... Jung Hee, no sé qué le sucede; está diferente.

—¿A qué te refieres?

—Me trato como una persona más, se notaba asustado y confundido. Como si él. —Tragó duro. —Es como si nunca nos hubiéramos conocido.

—Tal vez, él está actuando.

—¿Actuando? ¿Por qué lo haría? Si en el tiempo que estuve con él nunca se mostró incomodo, él debería estar feliz de que por fin lo encontré. No lo entiendo.

—Creo que solo lo has tomado por sorpresa, deja correr el tiempo y vuelves a buscarlo.

—No, no quiero volver a perderle; demasiado por lo que he pasado para solo dejarlo como si poca importancia se tratara. Ni lo pienses.

—Entonces, ¿Qué tienes en mente?

—Encontraré respuestas.

🗻

Han Gil caminó rápido, su respiración se había agitado a tal punto que tuvo que descansar en una de las bancas de la plaza.

Tenía tanto miedo de lo que pasaría en un futuro, un chico como él buscándolo por todas partes y reclamando que tiene algún lazo sanguíneo o cualquier tontería de esas.

No sabía, ni siquiera si era correcto decirle a Yori y a su abuela. ¿Y si era un hombre malo? ¿Acaso buscaba venganza? ¿Era su primo? ¿Mejor amigo en su antigua vida?

Esas eran algunas de las preguntas que tenía en la mente, repitiéndose una y otra vez.

Miró a su alrededor para comprobar que aquel rostro no estuviera por ahí, se aferró a la bolsa y nuevamente siguió por el camino contrario. Estaba dispuesto a caminar el triple con la única razón de no volver a verlo.

No le importaba el tiempo tan caluroso o que sus pies dolieran, deseaba estar solo e intentar pensar con claridad sobre los hechos de hace un poco.

Buscaba alguna relación entre los pocos rostros que podía recordar, pero ninguno podía ser coherente.

Su trabajo había aumentado tanto que su cabeza le comenzaba a doler.

—¡Han Gil! —Exclamó sorprendido su actual hermano. —¿Dónde te habías metido jovencito? Nuestra abuela empezaba a preocuparse así que me pidió que fuera a buscarte.

¿Era el momento adecuado para decirle la verdad? —Se volvió a cuestionar.

—Lo siento, había fila en la tienda. —Murmuró cabizbajo.

De inmediato el mayor se dio cuenta del gran cambio de humor, pero prefirió guardar algo de silencio antes de averiguar el problema.

—Está bien, el almuerzo está servido; ve a darle compañía a la abuela y luego ve al colegio.

Este asintió y sustituyo sus viejos zapatos por las cómodas pantuflas, se dirigió a la cocina y al encontrarse con la mirada de su abuela rápidamente cambio su expresión a una más feliz.

—Abu, ¿Qué tal con la comida? ¿Está buena?

—Mhm... —Asintió con las mejillas llenas de comida. —Tu hermano es un experto en la cocina.

—Es bueno escuchar eso. —Rió bajo, dejando la bolsa negra de la mesa. Fue junto con ella y tras darle un pequeño beso en la frente tomó asiento.

A los pocos minutos apareció el chico y sonrió ante la escena tan tierna entre abuela y nieto. Quería quitarse de la mente sobre la actitud del chico, sin embargo, la curiosidad se lo comía por dentro.

—Llevaré a la abuela con el medico más tarde. —Interfirió.

Han Gil levantó la mirada y examinó el rostro del chico que se encontraba frente a él. De inmediato una gran preocupación se estableció cuando pensó lo peor.

—Oh, no te preocupes tanto. Solamente será un chequeo y nos proporcionarán algunas pastillas. Lo mismo de siempre.

—¿Puedo ir con ustedes?

—¿Podrás faltas a tu empleo?

Esta vez guardó silencio, tomando su palabra como la correcta.

—La próxima vez podrás venir, seguramente a la abuela no le va a incomodar.

—No es eso, si no que mis queridos nietos gastan de su valioso tiempo en una anciana torpe.

—¡Abuela! ¿Cómo puede decir eso? Por supuesto que no nos molesta, todo lo contrario. Es agradable pasar el tiempo con nuestra persona favorita. ¿No es así Han Gil?

—Por supuesto. —Sonrió. —Estoy tan agradecido con ustedes, de que me hayan rescatado y que me agregaran a la familia sin pensarlo dos veces. Si es que por alguna razón vuelvo a recordar todo, les prometo que no los dejare solos. Nunca.

Aquella mañana había sido muy especial, Yori notó las palabras y un tono diferente. Como si quisiera dar a conocer algo muy importante.

Algo que por supuesto, a todos les cambiaría la vida. Ya sea para un bien o un mal.

HyunJack.