❁•° C U A R E N T A Y C U A T R O °•❁
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El corazón de Han Gil latió rápidamente.
El tiempo se detuvo para él, podía ver como las hojas de los árboles, las aves, el césped y las personas se movían a una velocidad reducida, como si en ese mismo momento estuviera dentro de una película de fantasía. Todo parecía irreal.
No lo pensó ni dos veces cuando se giró sobre su propio eje y comenzó a correr lo más rápido posible, sin tener en la cabeza que su siguiente acción le traería una gran consecuencia, como pudo logró salir del instituto. Podía escuchar como un maestro maldecía muy en lo alto mientras que el sonido de un silbato se quedaba cada vez más atrás.
Han Gil al escuchar las pisadas detrás de él, se llevó la sorpresa de que su amigo ya no estaba con él, sólo se mantuvo en silencio desde su lugar con una esperanza que crecía con el pasar de los minutos. No sabía que significaba la sensación que comenzaba a manifestarse en su pecho, pero lo ponía tan relajado que una pequeña sonrisa salió de sus labios.
Sin embargo, cuando las palabras del rubio retumbaron en la cabeza del castaño, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, sentía un ardor en su garganta como en su pecho, quería arrancarse el corazón y botarlo en cualquier lugar que estuviera lejos de él. No obstante, cuando volvió a repasar esa frase, algo dentro de su cabeza hizo click y entendió una cosa.
No quería que Min Ki se fuera, porque lo seguía queriendo tanto, como el primer día que lo conoció.
Era cierto, lo que había hecho el castaño será algo que siempre se quedará en la mente de Han Gil por un largo tiempo, él le había mentido y por supuesto, lo lastimó más de lo que ambos se podrían haber imaginado. ¿Pero que Min Ki se fuera a la ciudad? ¿Han Gil sería capaz de soportarlo?
La respuesta era un simple no.
Sus pies se movieron con torpeza y una fuerte punzada llegó hasta su cabeza, sintió como la vista se le nubló, por lo que intentó apoyarse en algo duro e inmóvil, algo que le fue imposible. Su tobillo izquierdo se dobló y cayó con brusquedad sobre el gran camino de tierra. No se había dado cuenta que una gran nube de polvo se formó a su alrededor al mismo tiempo que su camisa blanca del uniforme se ensuciaba, sentía como sus manos ardían debido al gran número de piedritas que se habían clavado en sus palmas, no obstante, aquel dolor no se comparaba con el que estaba teniendo ahora mismo (cabeza). Apretó los ojos e intentó que su respiración volviera a la normalidad, algo que estaba empeorando cada segundo que pasaba.
Él estaba solo, nadie podía ayudarlo, quiso levantarse una vez más para continuar con su caminata, quería ser fuerte e ignorar el dolor de cabeza porque le aterraba la idea de que al momento de llegar a la casa de Min Ki, él ya no este, pero parecía ser mucho más fuerte (el dolor) que las otras veces que se le ha manifestado.
Sintió un escalofrió por toda su espalda y dejó que su cuerpo cayera por completo, sus ojos no se podían mantener abiertos por mucho tiempo debido a que los fuertes rayos solares caían directamente en su rostro, una fina capa de sudor comenzaba a surgir en su frente, sentía como su garganta estaba seca debido al cansancio y al calor. Necesitaba un poco de agua y sombra.
Con algo de dificultad intentó arrastraste hasta el árbol más cercano, tal vez se encontraba a unos seis o siete metros, por lo que, en su cabeza se formuló un éxito rotundo, al cabo de unos segundos, si ni siquiera había llegado a la mitad del camino cuando su frustración era tan evidente. No entendía porque su fuerza se había ido a la mierda, sólo quería llegar a la casa de Min Ki y pedirle que no se fuera.
—Han Gil, aquí cariño. —La voz de una mujer se escuchó.
El niño de tan solo ocho años levantó la mirada y una sonrisa en automático apareció en su rostro, no dudo y corrió en dirección hacia los dos adultos mayores. El hombre tomó en los brazos a su pequeño y le depositó un tierno beso en la mejilla izquierda, en respuesta, el infante rió a carcajadas.
—¿Cómo le fue a nuestro bebé? —Preguntó la mujer.
—La maestra me felicitó por haber participado en su clase, hasta le puso una estrellita dorada en mi cuaderno.
—¡Woah! Ese es mi campeón —dijo el mayor. —¿Qué tal si vamos a casa y nos enseñas tu premio?
—¡Sí!
Han Gil tragó duro, ¿Qué fue eso? ¿Acaso... eran sus padres? ¿Por qué los recordaba hasta ahora? ¿Por qué...? ¿Por qué no podía ver sus rostros?
—¡Feliz cumpleaños, Han Gil! —Un hombre se acercó a él mientras que en sus manos cargaba con un pastel pequeño. La mujer sonrió y le tomó una fotografía con una cámara un tanto vieja. Él menor no paraba de sonreír.
—No puedo creer que nuestro bebé ya tenga doce años.
—Cariño, ya no es un bebé —contestó el hombre con un toque de burla.
—Para mí siempre lo será, mi pequeño y adorable niño.
—¡Vamos, Han Gil, pide un deseo!
El chico volvió a sonreír y cerró los ojos mientras juntaba sus manos, podía sentir su rostro algo cálido debido a la llama de la vela, se sentía tan feliz y afortunado de tener a unos padres que lo amaran tanto.
Padres.
—¿Logras ver esa estrella? —Señaló el hombre hasta el cielo oscuro. Era una noche de verano y la familia Do había decidido tener un pequeño picnic en el jardín trasero de la casa. La señora se encontraba dentro de la casa (llevando algunos trastos sucios), mientras que el hombre se había quedado a fuera con su hijo, ambos recostado sobre la manta y esperando a la mujer.
—¿Cuál de todas? —Respondió confuso. Han Gil tan solo tenía cinco años.
—La más grande y bonita. Esta enseguida de la luna.
—Oh, pero... ¿Qué tiene esa estrella?
—Te contaré el secreto de mamá y yo, ¿Qué te parece?
—¡Si! Quiero escucharlo. —Sonrió.
—Bueno, cuando el pequeño Han Gil no está en casa, mamá y papá se van en automóvil hasta llegar a esa estrella, y desde el cielo te están cuidando para que no te pase nada malo.
—Pero... Las estrellas no están durante el día.
—Si están, solo que se hacen invisibles.
—¿Cómo?
—Uhm... Cuando estés más grande te lo dirán, seguramente en la clase de ciencias.
—Entonces, ¿Siempre estarán conmigo?
—Claro que sí, campeón.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo. —El hombre sonrió.
Su brazo derecho se levantó con un poco de dificultad hacia el cielo despejado, recordando una vez más la promesa que le había hecho su padre.
Las lágrimas resbalaban por el rostro del chico, ni si quiera se había dado cuenta del minuto que había empezado a llorar, pero una profunda tristeza empezaba a crecer en un rincón de su corazón. En ese momento se sentía tan solo, y a pesar de que ni siquiera lograba distinguir los rostros de esas personas, tenía la necesidad de recibir un abrazo, porque sabía que no debía tener miedo. Una de las ideas que se había formulado en un inicio (cuando recién llego a Japón) fue que sus padres lo habían abandonado, pero en estos momentos, sabía que eso ni se acercaba a la tonta idea del pasado, a pesar de que conocía la verdadera historia de su desaparición, se sentía tranquilo al darse cuenta de que sus padres era los seres humanos más cariñosos del mundo.
Y eso lo ponía tan feliz.
Poco a poco fue tranquilizándose y con un poco de esfuerzo, logró mantenerse de pie, tal vez se trataba del recuerdo sobre sus padres, pero sentí una energía positiva recorrer cada parte de su cuerpo. No podía desperdiciar la única oportunidad que le quedaba. Así que tomó su bolso y comenzó con su caminata hasta llegar a la casa de su amigo. Tocó la puerta un par de veces y la madre de Min Ki abrió un tanto sorprendida, lo invitó a que pasara y sin mucho diálogo le dijo que su hijo se encontraba en su habitación empacando.
No fue necesario que la señora Kang le indicara el camino, así que a paso lento se dirigió al cuarto que muchas veces ha visitado, y desde el pasillo vio al castaño frente a la cama mientras echaba algunas cosas en una gran caja marrón. Apretó los puños y abrió la puerta lentamente, Min Ki en ese momento sostenía una fotografía de sus tres mejores amigos, su expresión estaba llena de tristeza y melancolía, pero al escuchar la puerta moverse detrás de él, se giró sobre sus talones con la idea de que su madre lo esperaba en el marco de la puerta, sin embargo, se llevó la gran sorpresa de ver a Han Gil.
—Min Ki, tenemos que hablar.
HyunJack.
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