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Capitulo 61 💜

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Capitulo 61

Nicolle

Mis manos tiemblan a un ritmo incontrolable, al igual que mis piernas. Quiero salir corriendo. Suelto un sonoro suspiro mientras limpio mis manos sudorosas en mi pantalón. Paso saliva con fuerza y mojo mis labios resecos. Estoy tan nerviosa, y mi corazón late tan deprisa que siento que colapsaré en cualquier momento. Ha pasado una semana desde que pelee con mi madre y creo que estar lejos de casa ha sido lo mejor para mi. Estar sola ha sido aterrador, pero también reconfortante. Me ha ayudado a pensar mejor las cosas. Mi mente ya esta en total control, ya no es un completo caos. Solo espero que mi madre no vuelva a insultarme, o que al menos, esté sobria. No se si soportaría verla ebria de nuevo. Mi madre es la única familia que tengo, no soportaría perderla. Ya perdí a mi padre y no se que sería de mi vida sin ella.

Y, aqui estoy, frente a mi casa, con ganas de salir corriendo. Una mano cálida y acogedora sostiene la mía: la de Stanley, quien se encuentra a mi lado. Aprieto su mano con fuerza mientras que mi corazón late desesperadamente a causa de mi nerviosismo. Me giro hacia él buscando sus ojos; esos ojos que calman mi tormenta. Y los encuentro. Él me mira y poco a poco mi cuerpo deja de estar tenso. Que el esté conmigo es reconfortante. Ha pasado una semana desde aquella noche de tristeza, pero Stanley, como prometió, ha cambiado mi tristeza por muchas sonrisas. Y tenerlo a mi lado es algo que le agradezco a la vida.

-¿Estas bien?.

Suelto una risa amarga.

-No.

-Todo va a salir bien, ya lo verás.

-Pero, ¿Y si no, y si no sale bien? ¿Y si mi madre no quiere verme? ¿Y si...?

Me corta.

-¡Shh! No digas tonterías, Nicolle. Es tu madre, de seguro está preocupada por ti.

-¿Cómo lo sabes?.

-No lo se. Pero yo lo estaría en su lugar.

Nos quedamos viéndonos por algunos segundos. Hasta que yo rompo el contacto visual y bajo la cabeza.

-De seguro me odia. -suspiro.

Acorta los pocos centímetros que nos separan y levanta mi barbilla con su mano para que lo mire. Yo lo hago y sus ojos encuentran los míos.

-Nadie podría odiarte, Nicolle.

Mi corazón empieza a latir con fuerza e inesperadamente sonrío de lado ante sus palabras.

-Tú me odias. -afirmo.

El se encoge de hombros divertido.

-Supongo que soy la excepción.

Yo golpeo su hombro con fuerza entre risas.

-¡Eres un idiota!.

El se carcajea con fuerza mientras que yo lo observo. Creo que nunca me cansaré de verlo sonreir genuinamente.

-¿Hasta cuando vas a llamarme idiota?

Se acerca a mi y rodea mi cintura con sus manos con su rostro cerca del mio.

-Hasta que me muera.

Besa mis labios suavemente y en ese instante mis latidos se vuelven frenéticos.

-Me gusta que me llames idiota.

Susurra en mis labios.

-Y a mi me gusta que me beses cuando te de la gana.

El sonríe y vuelve a besarme. Cuando se aparta de mi, lo escucho susurrarme:

-A mi también.

Muerdo mi labio inferior aun observándolo. El se aparta lentamente de mi, pero aun sostiene mi mano con fuerza dandome ánimos.

-Estoy muy nerviosa. -confieso mientras observo la puerta de madera frente a mi y suelto otro suspiro. -Creo que mejor...

El parece notar mi intenciones de dar marcha atrás e irme, pero me corta inmediatamente

-Ni siquiera lo intentes, Nicolle. Huir no es la solución.

Paso saliva.

Él tiene razón. Tengo que dejar de huir de todo el mundo y enfrentar los problemas. Si no lo hago seguiré siendo una cobarde. Porque eso es lo que he sido siempre, aunque odie admitirlo.

Suelto un suspiro nervioso y asiento con mi cabeza.

-Bien.

Vuelvo a mirar al frente justo a la puerta. A pasos lentos empiezo a subir los pequeños escalones. Cuando llego al último me giro de nuevo. Stanley me observa desde la distancia.

-¿Estarás aquí cuando vuelva?.

-Siempre.

Le sonrío. Es justo lo que quería escuchar. Saber que él me apoya se siente jodidamente bien. El me devuelve la sonrisa y con eso abro la puerta y entro de nuevo a casa.

El olor a lavanda se impregna de inmediato en mis fosas nasales. Trato de calmar mi acelerada respiración. ¡Es mi madre! Ni siquiera se por qué estoy nerviosa. Me abrazo a mi misma tratando de calmar mis pensamientos también. Mi madre no se ve por ningún lado de seguro está en su habitación. Camino por la sala de estar observando lo vacía y silenciosa que se siente esta casa, cuando anteriormente solíamos reirnos de los chistes malos de papá. No se si puedo llamarlo hogar ahora, esta casa me recuerda tanto a mi padre que estar aquí hace que una profunda tristeza se instale en mi pecho. Paso saliva tratando de deshacer el nudo que se ha formado en mi garganta. ¿Podré superar su muerte algún día? ¿Podremos volver a ser felices de nuevo sin él?. Quisiera pensar que si, pero hay cosas que simplemente son insuperables. Me acerco al estante donde se encuentran las fotos familiares. No recuerdo cuando fue la última vez que las vi. Cada vez que veo fotos de papá sonriendo hace que se me parta el corazón. Tomo un retrato entre mis manos. Sonrío al ver la foto donde estamos los tres juntos mientras sonreímos sin parar. No puedo evitar que una lágrima escape de mis ojos. Pero las limpio rápidamente cuando escucho pasos bajar las escaleras. Dejo la foto en su sitio y camino hasta las escaleras. Mi madre se sorprende al verme y nuestras miradas se conectan al instante. Ni siquiera que decirle. Tal vez debería de empezar con un: "Lamento no ser la hija perfecta que mereces, Mamá". Pero en vez de eso, no digo nada. Sin embargo, mi madre tampoco dice nada sino que baja las escaleras se acerca a mi y me estrecha entre sus brazos tomándome desprevenida. La escucho sollozar mientras le devuelvo el abrazo. Cierro mis ojos dejando que mis lágrimas desciendan por mis mejillas. Antes odiaba llorar, porque siempre he pensado que me hacía sentir débil. Supongo que, siempre he estado equivocada.

-Te he echado mucho de menos, Cariño.

Muerdo mi labio tratando de evitar que escapen mis sollozos. Abrazo a mi madre con fuerza. Sus palabras suenan sinceras y eso me hace sentir aliviada.

-También yo, Mamá.

Mi voz sale entrecortada mientras mis lágrimas parecen ser infinitas. Ella se aparta de mi y me sostiene las manos entre las suyas. Nos miramos fijamente y me doy cuenta de que se ve ojerosa y despeinada. Sus ojos están rojos, pero creo que los míos deben verse aun peores.

-Lamento lo que te dije, Cariño. Tú...tu no tienes la culpa de nada. Perdóname por ser una madre terrible. Lo lamento tanto. -vuelve a abrazarme con fuerza. -Se que he sido egoista contigo, por eso quiero que me perdones. Eres lo único que tengo en la vida y te amo tal y como eres. Perdóname por hacerte sentir mal, hija. Yo...lo siento.

Llora y yo escondo mi rostro en su cuello dejando que esas palabras se instalen en la profundidad de mi alma. Ahora me siento tan aliviada. No recuerdo cuando fue la última vez que nos hablamos con sinceridad, como lo hacemos ahora y creo que eso era justo lo que ambas necesitábamos.

-Todos cometemos errores, Mamá.

Murmuro con sinceridad. Porque no le guardo ningún rencor. Es mi madre y seguirá siéndolo siempre, así posea miles de defectos. Ella vuelve a apartarse de mi mientras limpia sus lágrimas con el dorso de su mano.

-¿Me perdonas?.

-Claro que te perdono, Mamá.

Vuelvo a abrazarla y dicho gesto que me reconforta el alma, me hace sentir viva. Porque creo que no existo nada más bonito que sentir que eres especial para alguien. Y que esa persona, a pesar de que estás jodida, sigue estando para ti.

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Stanley

Me recuesto sobre la puerta del auto de brazos cruzados. Ya han pasado cinco minutos desde que ha entrado a su casa. Y no he escuchado ningún ruido o tipo de gritos. Supongo que todo va bien o eso espero. Aunque Nicolle siempre está sonriendo por cualquier cosa que le digo, se que en el fondo se siente frustrada con la situación de su madre. Solo espero que puedan arreglarlo porque verla triste.

Pasan los minutos y doy un respingo cuando Nicolle y su Madre salen de casa cada una con una sonrisa en los labios. Vaya, al parecer han arreglado sus problemas. Me enderezo y la mirada de Nicolle se encuentra con la mía, ella me sonríe y yo le devuelvo el gesto. Borro mi sonrisa al instante cuando su madre me observa fijamente. Debería actuar como normalmente lo hago, pero no dejo de estar nervioso en su presencia después de lo que pasó aquella vez con la revista.

Nicolle y su madre se colocan frente a mi y la incomodidad se hace presente en mi cuerpo.

-¿Todo bien?

Me dirijo hacia Nicolle totamente nervioso y ella me sonríe divertida.

-Si. Por cierto, aqui mi madre tiene algo que decirte. -la susodicha le da una mirada a Nicolle y luego posa su mirada sobre mi. Me tenso. ¿Que querrá decirme esta vez? Solo espero que no vuelva a insultar...

-Quiero disculparme contigo, Stanley.

¿Que?

Eso no era lo que me esperaba. Alzo las cejas realmente sorprendido mientras que Nicolle me mira con una sonrisa. No se que decir al respecto. Así que Verónica, la madre de Nicolle añade:

-Lo que te dije estuvo mal. -suena realmente sincera. -Nicolle es lo único que tengo en la vida y como entenderás me preocupa lo que le pase a mi hija. Lamento haberte juzgado sin conocerte.

Me rasco la nuca totalmente nervioso.

-Ah...yo...no se preocupe. Yo la entiendo. También me preocupo por ella.

Miro a Nicolle y ella me devuelve la mirada. Puedo notar un pequeño brillo muy diferente en sus ojos. Mi corazón late muy fuerte debido a su mirada.

-¿Estas enamorado de mi hija?.

Su pregunta me toma desprevenido sacándome de mis pensamientos. Nicolle ha dejado de sonreir y ahora me mira con una intensidad abrumadora esperando mi respuesta. Pero yo estoy paralizado, nervioso y siento que el corazón se va a salir de mi pecho. La mujer me lanza una mirada interrogativa y yo abro mi boca para decir algo, pero Nicolle se me adelanta.

-Mamá, esto es incómodo.

Pero su madre la ignora por completo y sigue mirándome fijamente. Trato de calmar los furiosos latidos de mi corazón y paso saliva con fuerza. Ni siquiera se por qué estoy tardando tanto en responder si tengo mi respuesta mas que clara en mi mente.

-Si...lo estoy. -le digo con seguridad. Nicolle me mira sorprendida y no se que le sorprende, si perfectamente sabe que estoy loco por ella. La mujer por primera vez, me sonríe y yo me sonrojo al instante. Paso saliva y actúo normal como si nada de esto me afectara.

-Gracias por cuidar de ella, Stanley.

Le sonrío de boca cerrada.

-Lo haré con mi vida si es necesario, Señora.

-Por favor, dime Verónica ahora eres de la familia, ¿No?

Ni siquiera se que responder. Nicolle muerde su labio como si quisiera decir algo pero mejor se lo guarda para ella. ¿Debería decirle que Nicolle y yo...? Mierda. Ni siquiera se lo que somos realmente, no tenemos ninguna etiqueta aun. Solo somos ella y yo, y nada más. No se necesitan etiquetas para estar con las persona que quieres, ¿O si?.

Me aclaro la garganta.

-Claro.

-Pareces ser un buen chico, Stanley. Lamento todo lo sucedido.

-No se preocupe. Yo lo entiendo. También quería...disculparme, por lo de la revista.

-No es tu culpa. -me sonríe de boca cerrada y yo asiento devolviéndole el gesto. Ella se gira y se queda mirando a Nicolle.

-¿Volverás a casa?. -Le pregunta. Nicolle me mira por encima de su madre y yo asiento con mi cabeza dándole mi apoyo. Vuelve a mirar a su madre.

-Lo haré, Mamá.

Vuelven a abrazarse y la escena me causa un poco de nostalgia. Nicolle es casi idéntica a su madre: su piel, su cabello, hasta la personalidad. Pero sus ojos...sus ojos son diferentes a los de su madre. Nunca conocí a su padre, pero por las fotografías que vi en Instagram, tiene sus mismos ojos. Cuando se separan Nicolle le dice a su madre que irá a casa de Camilla para hablar con ella y luego volverá. Se prometen estar juntas nuevamente y luego Verónica se despide de mi y entra a su casa. Quedamos Nicolle y yo a solas. Ella sonríe y llega a mi lado. Rodea sus manos en mi cuello y nos miramos a los ojos.

-Me alegra que ya todo este bien entre ustedes.

-A mi también. Ya no me siento tan vacía, ¿Sabes?. Tengo de nuevo a mi madre...

-También me tienes a mi. -añado y ella sonríe con fuerza.

-Exacto.

Le sonrío y beso su frente.

-¿Eres feliz?

Le pregunto porque ahora sonríe con mas fuerza y seguridad. Se ve diferente a cuando la conocí. Ella me mira con suspicacia y muerde su labio rápidamente.

-Contigo lo soy. -su respuesta hace que se me acelere el pulso. -Gracias.

-¿Por qué?.

-Los motivos sobran, Einstein.

-No tienes que agradecerme nada, Morrison. Me gusta verte sonreir y haré todo lo que esté en mis manos para que tu sonrisa nunca se borre.

Ella levanta una ceja divertida.

-¿Y si te pido que me bajes la luna?

-No pidas imposibles, Nicolle.

-¿Las estrellas?

-Para que bajarlas si puedo llevarte a ellas.

Moja sus labios.

-Eres un pervertido.

-¿Yo? Eres tú la que tiene un cerebro retorcido.

-Oh vamos, ¿Cuando vas a admitirlo?.

Pongo los ojos en blanco.

-¿Admitir que?

-Que eres un pervertido.

-Nunca. Aqui la única pervertida eres tú, Morrison.

Ella deja un suave beso en la esquina de mi boca que hace que se me erice la piel al instante y mi pulso se acelere.

-Asi me quieres, Einstein.

Me susurra con malicia y yo sonrío.

-Eso si puedo admitirlo. -termino de acortar los pocos centímetros que nos separan y acaricio sus labios con los míos. Cierro mis ojos sintiendo como mis hormonas se descontrolan inevitablemente y me dejo llevar por su boca. Me besa con lentitud pero con una intensidad que me desarma el cuerpo entero. Aferro mis manos en su cintura y la atraigo hacia mi para sentir su cuerpo cálido junto al mio. Aparto mi boca de la suya un instante y nos miramos a los ojos. Sus ojos brillan lujuriosos y sus labios se ven suaves, rojos e hinchados. Mi pecho sube y baja con fuerza, con desesperación. Puedo notar el fuego en su mirada y se que si pudiera ver mis ojos en este momento vería lo mismo. Muerdo mi labio lentamente pero ella estira su mano al mismo tiempo y acaricia mi labio con su pulgar para deshacer mi agarre.

Paso saliva y coloco un mechón de cabello detrás de su oreja. Ella me mira fijamente con deseo y yo siento que la piel me cosquillea.

-¿Quieres cenar conmigo esta noche?.

Ella levanta una ceja y me sonríe.

-¿Acaso quieres tener una cita conmigo, Stanley Montgomery?.

Muchás, en realidad. Todas las que sean posibles, pero no se lo digo. Le sonrío con suspicacia.

-Tal vez.

Ella muerde su labio de nuevo y yo repito su acto: estiro mi mano y aparto su labio de sus dientes.

-Entonces, debes pedírmelo como se debe.

Yo sonrío.

-¿Quieres que me arrodille ante ti?

Ella sonríe de lado, pero no es una sonrisa común, sino de esas sonrisas maliciosas llenas de perversión muy típica de ella. Yo me tenso. Cada vez que me mira de esa forma no se como reaccionar, me vuelvo idiota.

-Es lo que mas quiero en este mundo, Einstein.

Paso saliva con fuerza ante la expectativa. Entonces me imagino arrodillado frente a ella, acariciando sus piernas, besando sus muslos, y...

Mierda, mierda, mierda. ¿Por qué se me vino eso a la mente? No fue a propósito. Joder, debo controlar mis pensamientos. Después de todo creo que Nicolle tiene la razón: soy un pervertido.

Ella se carcajea.

-¿Por qué estás rojo, Stanley?

-¡No estoy rojo!. Deja de reirte, Morrison.

Pero ella sigue riendo. Moja sus labios y se acerca a mi oído para susurrarme:

-¿Cumplirías mi deseo, Einstein?. -mi cuerpo se tensa al instante y esa parte necesitada de mi anatomía comienza a palpitar con ansias. Mi piel se eriza cuando deja un beso en mi cuello y luego vuelve a hablarme al oído: -Tenerte arrodillado entre mis piernas es una de mis mas grandes fantasías, Stanley.

Siento la garganta seca y mi cuerpo tiembla desesperado. Se aparta de mi oído y nos desafiamos con la mirada.

-Saldré contigo solo con una condición.

-¿C-cuál?

-Quiero que te arrodilles ante mi.

Trago con dificultad y lo hago: me pongo me rodillas ante ella. Se exactamente a lo que se refiere pero prefiero hacerme el idiota.

-Aqui me tienes arrodillado frente a ti, Morrison.

Ella sostiene mi barbilla y acaricia mi labio inferior.

-Exactamente. Asi quiero tenerte esta noche, pero con menos ropa. -abro mi boca para decir algo pero no puedo. Porque es que no puedo replicar, no puedo ni quiero decirle que no. Definitivamente quiero hacerlo. -Entonces, ¿Aceptas?.

-Estas jugando con fuego, Nicolle.

Ella me sonríe de lado.

-Y yo quiero arder contigo, Einstein.

Nuestras miradas se vuelven aun mas intensa y la tensión en el aire se vuelve más pesada. Mi corazon late frenéticamente mientras mi pecho sube y baja con rapidez. Y aunque quiero controlar mis emociones no puedo hacerlo, no cuando se trata de ella.

-Y tu, ¿Quieres arder conmigo, Einstein?.

-Esa es mi única fantasía, Morrison.

Me sonríe, acerca sus labios a los míos y deja un pequeño beso en mis labios.

-Entonces nos vemos esta noche.

Me guiña un ojo y se va dejándome de rodillas en la calle, con el corazón enloquecido y con ganas de que la noche, llegue lo más rápido posible.

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Holisss💕
Se que he estado perdida,
¡pero ya volví!
Ahora cuentenme, ¿Que tal les pareció el capitulo?
Se que dije que ya no habrían mas capitulos +18, pero ya me arrepentí. El próximo capitulo será +18.
¡SE VIENE LA FOLLACIÓN, GENTE! 🔥😆

PD: Si ya saben como soy pa que me leen.

Hablenmeeeee
Dejen sus voto y sus comentarios. Amo leer sus opiniones ❤

Gracias por la paciencia.
Ya falta poco para que esta historia se termine asi que espero que la hayan disfrutado tanto como yo.

Los quiero un montón
Espero poder subir pronto el siguiente capitulo 🔥

¡Muchísimas gracias!
Los quiere siempre con toda su perversa mente y su oscuro corazón

Patrixia gómez
IG: @patrixia_escritora

❤❤❤

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