
Capitulo 42 💜
Dedicado a todas mis nuevas y nuevos lectores.
¡Gracias por el apoyo! ❤
♡♡♡
Capitulo 42
Nicolle
Mi primera impresión al entrar a este lugar fue lo grande y elegante que era. Todo era extravagante, obstentoso y refinado. Era como un castillo moderno pero con muchos autos dentro y personas vestidas elegantemente caminando por el lustroso y brillante piso. Casi babeo el piso al entrar de la impresión. Nunca había estado en un concesionario, bueno, no así de lujoso y elegante. Ya veo porque es una de las compañías más caras y prestigiosas del país.
Stanley notó mi expresión de embobamiento y me dijo que cerrara la boca sino quería que me tomaran una foto con la boca abierta. Obviamente lo fulminé con la mirada al muy idiota y el solo sonrió divertido. Por lo menos me sonrió, eso es un gran avance. Él, por supuesto, no estaba impresionado para nada se le veía aburrido e incómodo. Se que lugares como este no encajan con él. ¡Pero vamos! ¿A quien no le encantaría estar rodeada de gente millonaria?. Él es un aburrido.
Mi segunda impresión fue ver una enorme fuente de agua dentro del lugar. ¡Una jodida fuente de agua!. Pensé que estaba soñando e incluso me pellizque disimuladamente, pero en efecto, no estaba soñando. Todo era muy real. Unas hermosas y grandes lámparas clásicas colgaban del techo dándole ese toque de antigüedad y elegancia a la vez. ¡Madre mía! Era un lugar impresionante. Tiene una estilo victoriano y antiguo, pero de una manera que te hace querer vivir en este lugar.
Subimos unas enormes escaleras al siguiente piso y allí hay mesas decorando el lugar donde muchas personas toman asiento. Me imagino que muy pronto comenzará la subasta. Me pregunto que autos subastarán me emociona la idea. Sonrío disimuladamente al notar las miradas de reojo de Stanley.
Tomamos asiento en una de las mesas y el señor Spencer, padre de Stanley se acerca a nosotros.
-Hijo, ven un momento. Quiero presentarte a alguien.
Stanley me mira y luego mira a su padre soltando un suspiro. Sí, odia tener que socializar lo he notado muchas veces, aunque no soy una chica muy observadora que digamos. Él se levanta y sigue a su padre quien se lo lleva a donde unos hombres de traje conversan. Se saludan mutuamente y Stanley les devuelve el saludo mientras finge una sonrisa. Sonrío divertida al ver su incomodidad.
Un chico se acerca con un bonito traje blanco y moño negro en su cuello, ofreciéndome una copa la cual yo acepto amablemente porque necesito alcohol en mi sistema. Le agradezco con una sonrisa, él se sonroja y se va. La madre de Stanley conversa con unas mujeres de vestidos elegantes y joyas caras, pero yo no les presto mucha atención solo me quedo mirando fijamente a Stanley mientras tomo sorbos de mi copa de Champán. Los hombres conversan y sonríen con su padre pero Stanley permanece mortalmente serio y aburrido, como si quisiera desaparecer de la faz de la tierra.
Lo observo descaradamente detallando cada unas de sus facciones y expresiones.
Se ve jodidamente bien con esa camisa, le queda tan ajustada al cuerpo que se me hace la boca agua. Él se arremanga la camisa hasta los codos dejando sus antebrazos a la vista. Odio que me guste tanto como sus venas sobresalen por su piel. Estoy empezando a pensar que tengo cierto fetiche con eso. Pero, es muy raro, nunca me había fijado tanto en los brazos de alguien. No como lo hago con Stanley. Ni siquiera está bueno, bueno si, pero tampoco es para tanto. Maldita sea, ¿A quien quiero engañar? Ese idiota me calienta el cerebro y lo que no es cerebro con solo mirarme.
Le doy un sorbo a mi copa de vino y sigo observándolo desde lejos. Él parece darse cuenta de mi intensa mirada ya que gira su cabeza a un lado y sus ojos encuentran los mios, yo le sonrío guiñando un ojo con picardía. El menea la cabeza negativamente y reprime una sonrisa, lo se porque tensa sus labios para no reir. No se porque se contiene, me gusta más cuando sonríe.
Mi sonrisa desaparece cuando alguien toma asiento en la mesa a mi lado. Dejo de mirar a Stanley y observo a la persona que está sentada a mi lado.
Casi escupo mi trago de champán en su cara.
¿Que hace este idiota aqui?.
-Harley.
Me saluda con una sonrisa y yo lo fulmino con la mirada.
-Ese no es mi nombre.
-Lo se, pero ese nombre falso me gusta más.
-¿Que es lo que quieres, Timothy?.
El sonríe divertido mirándome con esos desafiantes ojos azules.
-¿Asi es como tratas a tus amigos?. -dice, fingiendo estar ofendido.
Yo pongo los ojos en blanco.
-Tu y yo no somos amigos, Timothy. -respondo cortante y le doy un sorbo grande a mi trago.
-Si...-suelta un suspiro. -tienes razón, somos más que amigos.
Me carcajeo divertida y luego arqueo una ceja.
-¿Y que más soñaste?.
El muerde el interior de su mejilla y luego sonríe.
-¿Quieres hablar de mis sueños? Porque contigo he tenido muchos y no son muy decentes que digamos.
Pongo los ojos en blanco mientras el esboza una sonrisita burlona. Dejo de mirarlo y fijo mi vista al frente donde Stanley nos observa con el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Desvío la mirada de él y vuelvo a colocarla sobre Timothy.
-¿Que haces aqui?.
-Bueno...mi padre es socio de esta compañia asi que...por eso estoy aqui y para molestarte tambien, Harley.
-¿Podrías dejar de llamarme de esa manera? -le gruño molesta en un susurro y el sonríe con malicia.
-¿Porqué? ¿Prefieres que te llame pitufina?.
-Solo olvídate de mi puto nombre.
-Vaya, ese no es un vocabulario adecuado para una señorita. -dice en tono de broma.
-¿Porque no te mueres y dejas de joder?.
El me responde con otra pregunta.
-¿Porque sales con el rarito?.
-Ese no es tu jodido problema, Timothy.
-Calma, Fiera. Solo era una pregunta curiosa. -el coloca los antebrazos sobre la mesa y gira au cabeza a un lado para mirarme. - ¿Que le ves?.
-Te repito: No es tu problema.
-¿Ya le contaste lo que hay entre nosotros?
Suelto una risa amarga.
-¿Lo que hay entre nosotros?. -repito indignada. -No hay nada entre nosotros, Timothy. Nunca lo ha habido.
-¿Ah, no?. -sonríe. -Entonces, supongo que a el no va a molestarle que yo le cuente lo que no ha habido entre nosotros.
Abro mi boca para replicar pero vuelvo a cerrarla cuando Stanley llega a nuestro lado y su mirada se va fijamente hasta Timothy, éste le sonríe.
-Cuando me enteré de que eras hijo del socio de mi padre quedé bastante sorprendido. -le dice pero Stanley se mantiene impasible. -Después de todo no eres tan insignificante.
Stanley traga saliva y tensa aun más la mandíbula. Se nota que está molesto. Pero luego suelta una especie de sonrisa irónica.
-Pensé que el insignificante aqui eras tú.
Le responde Stanley y la sonrisa victoriosa de Timothy desaparece y lo mira fijamente asesinándolo con la mirada. Stanley lo ignora y me mira con una sonrisa en el rostro. Frunzo el ceño realmente confundida por su actitud. El me hace una seña con su cabeza.
-Ven, Novia. Te mostraré algo que te va a encantar.
Tenso mis labios para no reir. ¿Que mierda? Maldita sea, me ha dejado sin palabras. ¿Enserio me ha llamadoo novia delante de Timothy?.
¡Joder¡ Esto sí que no me lo esperaba.
Me levanto de mi asiento y miro a Timothy de reojo; tiene el ceño fruncido y nos mira como si le hubiésemos jugado una broma de mal gusto. Está sorprendido.
Llego al lado de Stanley y el me toma de la mano.
Bueno, por primera vez en la vida no se que decir o que hacer.
Timothy se carcajea.
-Es una broma, ¿Cierto?. Ustedes dos, ¿Novios?. -nos señala.
-Felicidades eres el primero en saberlo.
Pronuncia Stanley en un tono divertido. Timothy me mira.
-¿Es enserio? Pensé que tenías mejores gustos, Nicky.
No respondo, sino que es Stanley quien toma la palabra.
-Es una pena, Lester. Al final fui mejor que tú. Mejor suerte para la próxima.
Stanley le palmea el hombro divertido y me arrastra con él de la mano pasando por su lado. No puedo evitarlo, asi que sonrío.
-¿Porque hiciste eso?
Le susurro y soy consciente de que nuestras manos están entrelazadas pero no las aparto y el tampoco tiene la intención de hacerlo.
El se encoge de hombros mientras camina a mi lado tomados de la mano.
-Porque quise.
-Sabes que ahora todo el mundo va a enterarse de lo nuestro, ¿No?.
-¿Y?.
-¿No te importa?.
Le pregunto deteniéndome y el se gira para mirarme.
-No. Eso es lo que menos me importa en estos momentos, Morrison. Lo único que quiero en este preciso instante es alejarte de él.
Abro mis ojos sorprendida por sus palabras.
-No sabía que fueras tan posesivo, Stanley Montgomery. -bromeo. El vuelve a encogerse de hombros y chasquea la lengua.
-Es una de mis tantas cualidades.
-¿Ser posesivo es una cualidad?
-Si. Desde el punto de vista en que lo veas.
Muerdo mi labio y contengo una sonrisa.
-Es decir, que ser loca también puede ser una cualidad. -levanto una ceja divertida. El sonríe abiertamente sin dejar de mirarme.
-La locura es una enfermedad, Nicolle, no una cualidad.
-¿Me estas llamando enferma, Montgomery?.
-No he dicho eso. -se defiende, pero veo un pequeño brillo de diversión en su mirada. Y odio que me guste ese lado divertido que no sabía que tenia. Asi que le sigo el juego, solo porque quiero ver hasta que punto puede llegar.
-Todo ser humano tiene un poco de locura en su ser, Stanley.
-Lo se. Pero creo que contigo exageraron.
Abro mi boca indignada, pero al final termino sonriendo con malicia. El vuelve a tomarme de la mano.
-Vámonos. Ya va a empezar la subasta. -me hala de la mano y yo lo sigo. -Y por favor, no hagas ninguna locura.
-No puedo prometerte nada, Einstein. Ese es mi don.
-Te estoy hablando enserio, Nicolle.
-Si, si, no haré nada malo. Lo prometo.
Pongo los ojos en blanco y luego sonrío divertida mientras cruzo mis dedos en mi espalda.
♡♡♡
Cuando llegamos al lugar de la subasta, observo que hay muchas sillas en fila donde las personas comienzan a tomar asiento. Nosotros nos sentamos en la segunda fila y los padres de Stanley en la primera. No logro ver a Timothy por ningún lado y eso me alivia. Al cabo de unos segundos un hombre frente a un micrófono empieza a dar inicio con la subasta. Da la bienvenida al lugar y es cuando empieza la subasta. Sostengo en mi mano una especie de cartel blanco con el numero 50, se supone que quienes tienen los dichosos números son los que ofertan. Entonces se me ocurre una gran idea. Stanley va a matarme.
-Ferrari de color rojo. Empecemos con diez mil dolares. ¿Quien dice diez mil dolares?.
Un hombre levanta la mano con su numero correspondiente y luego otro oferta más, y así sucesivamente hasta que el precio llega a medio millón de dólares. Me quedo sorprendida, perpleja. Esta gente sí que tiene dinero. Un hombre de unos cuarenta años vestido de traje termina ganando la subasta por el ferrari. Es un auto impresionante, totalmente envidiable. Observo de reojo a Stanley quien tiene una expresión de aburrimiento y el me devuelve la mirada.
-¿Aburrido, Einstein?. -murmuro a su lado.
-Mas que nunca.
Lo escucho decir y yo le sonrío mientras cruzo mis piernas como toda una dama.
-No te preocupes falta poco para que comience la diversión.
El me mira con incredulidad.
-¿A que te refieres?.
Me pregunta en voz baja para que los presentes no nos escuchen. Yo le sonrío divertida.
-Ya lo verás.
-Lo que sea que vayas a hacer, no lo hagas.
-Prometo que será divertido.
-Nicolle...
Lo ignoro y sigo escuchando al hombre de la subasta.
-Continuamos con el último auto en esta noche: Un Mustang plateado.
Mis ojos se abren de par en par al ver el auto frente a mi. Es hermoso y se nota que es carísimo.
-Empecemos con diez mil dolares, ¿Alguien ofrece quince?
Un hombre canoso levanta su mano ofertando.
-¿Quien dice veinte mil dolares?.
Entonces yo levanto la mano con mi respectivo número.
-¿Quien ofrece treinta?
El hombre vuelve a levantar la mano. Stanley se gira y me mira molesto.
-¿Que diablos haces, Nicolle?.
-Divirtiéndome, Einstein.
Vuelvo a levantar la mano cuando el hombre aumenta la oferta.
-¡Te dije que no hicieras ninguna locura!.
Pronuncia entre dientes, mientras que yo sigo levantando la mano.
-Relájate, siempre he querido hacer esto. Lo he visto en la televisión.
-¿Y tienes dinero para pagar un auto de miles de dólares?.
-No. No me concedieron el don de la riqueza.
-¡Deja de levantar la mano, Nicolle!. -me ordena levemente frustrado.
-Ese hombre no quiere darse por vencido. Además, tu padre va a ganar mucho más dinero gracias a mi.
-Como si lo necesitara... -replica con obviedad y me sujeta la mano para que no siga levantándola. Yo sonrío divertida y dejo de levantar la mano. Él pone los ojos en blanco. -Eres frustrante.
-Pues para la próxima no me invites.
-Pues no habrá próxima.
-¿Cómo estas tan seguro de eso?.
Levanto una ceja, el suelta un suspiro y suelta mi mano.
-¡Vendido, por setecientos mil dolares al número 78!
Escucho decir al hombre y todo el mundo aplaude finalizando la subasta. Yo aplaudo y le sonrío a Stanley a mi lado. El solo menea la cabeza como si no tuviera remedio.
Nos levantamos de nuestros asientos y procedemos a bajar las escaleras de nuevo. Stanley habla con su madre y esta le pide que se quede para la fiesta. Él, obviamente dice que no, su madre lo reprende pero al final termina desistiendo. Stanley llega a mi lado de nuevo y suelta un suspiro de cansancio.
-¿Nos vamos?
-¿Tan pronto?
Le cuestiono.
-Este lugar es demasiado aburrido, Morrison.
-Habla por ti, cariño. Yo no quiero irme aun.
-Pero...
-Pero nada. Primero iré a ver los maravillosos y lujosos autos y luego nos vamos, ¿vale?.
El pone los ojos en blanco pero no protesta.
-Esta bien.
Caminamos por el amplio salón hasta que llegamos donde están los autos. Mis ojos se abren de sorpresa. Los autos brillan como el oro. Hay de diferentes tamaños y modelos, pero lo que más me llama la atención y me deja atónita es un Lamborghini de mi color favorito, el violeta.
Suelto un chillido y corro hasta el auto para verlo más de cerca.
-¡No puede ser!.
-exclamo emocionada. -¡Este es el auto de mis sueños!.
Coloco mis manos sobre el capo y acaricio la cubierta. Es impresionante y muy brillante. Sigo caminando sin apartar la vista del auto y sin apartar las manos de él.
-Disculpen. -la voz de un hombre me hace sobresaltar y me giro para ver de quien se trata. -No pueden estar aqui.
Lo observo con el ceño fruncido. Es un hombre de unos treinta años que lleva un bonito uniforme y un auricular en su oreja, debe ser un vigilante o algo así. Miro a Stanley y el me mira a mi.
-Ah...lo sentimos, Señor. -le dice Stanley apenado. -Ya nosotros nos íbamos, ¿Cierto?
Stanley me mira y yo me cruzo de brazos para ignorarlo y colocar mi mirada sobre el hombre de traje.
-¿Cual es su nombre, Señor?.
El me mira con el ceño fruncido pero al final me termina respondiendo.
-Gregory.
-Bien, Gregory. ¿Sabe usted quien es él?.
Señalo con mi cabeza a Stanley y el hombre observa al susodicho unos instantes para luego mirarme a mi.
-No. Y por esa razón deben irse. Este espacio es solo para personal autorizado.
Suelto una risita divertida.
-Nosotros estamos autorizados.
-Nicolle, es mejor que nos vamos.
Lo ignoro.
-¿Cuales son sus nombres? Tengo que reportarlos.
-Oh, por supuesto. Soy Nicolle Morrison y el Stanley Montgomery, hijo del dueño de este lugar.
El hombre frente a mi abre los ojos y palidece.
-Yo...no lo sabía.
-¿Sabe usted que podrían despedirlo por semejante ofensa a su superior?.
El hombre se aclara la garganta y yo tenso mis labios para no reir divertida. El pobre hombre parece que va a darle un infarto.
-Les pido disculpas de antemano. No quiero perder mi trabajo, Señorita.
-Bien. -hablo con superioridad. -Fingiremos que nada ha pasado y usted mantiene su puesto intacto.
El asiente con la cabeza.
-Puede retirarse.
Le ordeno como si yo fuera la dueña del lugar. Stanley solo me mira con seriedad.
-Si, señorita. Si no es mucha molestia, ¿puedo saber quien es usted?
-Su novia.
Señalo a Stanley y este se tensa en su lugar.
-Oh claro. Bueno, con su permiso.
El hombre se retira y cuando ya se ha alejado lo suficiente, me carcajeo divertida.
-¡Eso no fue divertido, Nicolle! Pobre hombre.
-Para mi si lo fue.
-Eres cruel.
-¡No exageres! Solo le estaba jugando una broma. ¡Eres un aburrido!.
Me alejo de él y sigo observando los autos lujosos a mi alrededor. Miro por sobre mi hombro que Stanley camina detrás de mi.
-Deja de ver mi trasero, Stanley.
-¿Que? ¡Yo no te estoy viendo el trasero!.
Se defiende avergonzado, como siempre, y yo sonrío divertida caminando a pasos lentos por el lugar. Me quedo parada frente a un McLaren clásico negro.
-¿Porque te gustan los autos?.
Me pregunta Stanley después de unos minutos de silencio, posándose a mi lado. Giro mi cabeza a un lado para mirarlo.
-¿Porque quieres saberlo?.
El se encoge de hombros.
-Simple curiosidad.
Sonrío y observo de nuevo el auto frente a mi. Suspiro y respondo a su pregunta.
-A mi padre le encantaban. Desde pequeña siempre estaba con él en su taller mecánico. Allí llegaban muchísimos autos de distintos modelos y diseños, y a mi me gustaba ver a mi padre trabajar en ellos. Hasta me memoricé la marca de los autos que llegaban al taller. -sonrío con nostalgia, pero continúo hablando: -Pero mi pasión no han sido los autos, sino las motocicletas.
-¿Enserio?
Asiento.
-Vaya, no pareces una chica de motocicletas. -lo miro. - Bueno, no te imagino montada en una, la verdad.
-¿A ti no te gustan?.
-¿Las motocicletas? No, no son lo mío. Son muy ruidosas y peligrosas.
Desvío la mirada de él, porque de cierto modo tiene razón: son peligrosas, mucho más que un auto. Hago una mueca al recordar que mi padre murió en un accidente de motocicleta.
-¿Pasa algo?
Me pregunta ya que me he quedado en silencio. Meneo la cabeza y finjo una sonrisa.
-No pasa nada. Supongo que tienes razón.
-¿Me estas dando la razón a mi?
Bromea y yo sonrío divertida.
-Por primera vez en tu vida, si.
El sonríe.
-Vaya, me siento realmente halagado. -dice sarcástico y yo sonrío pegándole con mi mano en el hombro.
-Idiota.
Me giro de espaldas y me siento sobre el capo del auto. Stanley me imita y se sienta a mi lado. Nos quedamos en silencio unos instantes solo escuchando nuestras agitadas respiraciones.
Suelto un suspiro.
-Murió hacen dos años.
-¿Eh?.
-Mi padre.
Le confieso. Es la primera vez que hablo de la muerte de mi padre con alguien, ni siquiera con Camilla o mi madre hablo del tema, pero no se, con él me siento extraña y confiada. Se que puedo confiar en el, aunque soy el tipo de persona que no confía en nadie.
-Yo...lo siento
Comenta con sinceridad.
-Esta bien. -me encojo de hombros restándole importancia al asunto. Al menos no hace preguntas al respecto y esta mejor así, no quiero sentirme débil delante de él.
El ambiente se vuelve realmente tenso, extraño, como si no quedara oxígeno en el lugar. ¿O soy yo que lo siento de esa manera?
Siento que el corazón que me palpita con fuerza en el pecho y no se que diablos me sucede, pero no puedo controlarlo. Me siento ansiosa, desesperada.
Trago saliva intentando calmarme.
-¿Quieres ir conmigo a un lugar?
Le pregunto a Stanley tratando de hacer tema de conversación e ignorar esta sensación abrumadora que se extiende por todo mi cuerpo.
-¿Dónde?.
-A un nuevo club.
-Odio los clubes.
-Lo se. Pero aun es temprano para dormir.
Ni siquiera es media noche, y yo necesito un trago con urgencia tengo la garganta seca.
-¿Vienes conmigo y voy sola?.
El me mira.
-Es peligroso que andes sola por la calle, Nicolle. Podrían propasarse contigo o que se yo.
Muerdo mi labio rápidamente.
-¿Estas preocupándote por mi?.
-Lo hago.
-Entonces ven conmigo.
El pone los ojos en blanco y suspiro.
-Esta bien, pero no por mucho tiempo. No me gusta estar en esos lugares.
-Ni siquiera con mi compañía.
El abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla y pasa saliva con dificultad. Sonrío victoriosa y me levanto del capó del auto para acercarme a él y quedar entre medio de sus piernas colocando mis manos a cada lado de sus hombros.
-¿Puedo hacerte una confesión?.
El moja sus labios rápidamente sin quitar la vista de mis ojos y asiente. Sus ojos brillan y se ven aun más oscuros que lo normal. Algo le sucede, lo se porque yo me siento igual o peor.
Lo miro directamente a sus ojos.
-Te confieso que muero por besarte en este jodido instante.
Él se tensa y sus labios se entreabren sin saber que decir. Puedo sentir el latir de su corazón desesperado bajo mi tacto. La piel me cosquillea y no puedo soportarlo, mi cuerpo entero se siente ansioso.
-¿Alguna confesión, Einstein?. -le susurro quedando a escasos centímetros de sus labios.
El vuelve a mojar sus labios y yo trago saliva inconscientemente. Quiero apretar mis piernas porque una necesidad latente se apodera de mi entrepierna, pero me obligo a controlar mis impulsos.
- ¿Sería una locura si te dijera...que quiero hacer la misma confesión?
Sonrío de lado.
-No. -le susurro. -Pero para que las confesiones sean escuchadas debes decirlas en voz alta y asi tus pecados te serán perdonados.
El esboza una media sonrisa que me descoloca.
-Bien. -traga saliva. -Debo confesar que me muero por besarte, Morrison. ¿Crees que me vaya al infierno por desearte?.
-Seguro que sí.
Termino de acortar el poco espacio que queda entre los dos y lo escucho susurrarme tan cerca de mi boca que hace que se me erice la piel inconscientemente.
-Estas completamente loca, Nicolle.
Sonríe de lado y cada músculo de mi cuerpo reacciona ante el; ante cada gesto, cada movimiento, cada palabra que sale de su boca, cada mínima cosa, y no puedo evitarlo. Porque el es, inevitablemente, mi perdición.
Cierro mis ojos sintiendo como mi cuerpo entero se electrifica al sentir su boca húmeda sobre la mía. Lo beso lentamente, dejándome llevar por la desesperación. Aferro mis manos a su cabello mientras las de él se aferran a mi cintura. Muevo mi boca tan lentamente sobre la suya que me tortura. Siento sus manos ejercer presión en mi cintura baja y ahogo un jadeo en su boca. Me excita la manera en que sus manos presionan mi cintura.
Me falta el aliento, pero no quiero dejar de besarlo. Su boca es adictiva, en una maldita enfermedad con la que podría morir en cualquier momento.
Y no me importaría morir en lo absoluto.
Mi corazón late freneticamente y siento que pierdo el control de mi cuerpo. Cada partícula dentro de mi se revoluciona, convirtiéndose en un completo caos. La desesperación me consume lentamente y si sigo besandolo no voy a poder parar. Y lo peor de todo, es que no quiero detenerme. Me gusta su boca, la manera en que me besa con cierta delicadeza; como si pudiera romper mis labios en cualquier momento. Aparto unos instantes mi boca de la suya porque me falta la respiración. Nuestros pechos suben y bajan a un ritmo imparable, como si hubiéramos corrido kilómetros de distancia. Me quedo con mi frente pegada en la suya, nuestras narices rozándose y nuestros alientos mezclándose. Sonrío en sus labios, con el corazón retumbandome en el pecho y le susurro con la voz entrecortada:
- Bienvenido al manicomio, Einstein.
============》♡《===========
¡Holaaaa!
¡Volví!
Se que me extrañaron, no lo nieguen ❤
¿Que les pareció el capitulo?
¿Loco? ¿Intenso? ¿caliente? ¿Bueno? ¿Malo?
HABLENMEEEEEEE
No me maten por dejar el capitulo hasta ahí, pero ajá, escribí 4000 mil palabras. No podía hacer el capitulo más largo. ¡Sorry! 🤓
Dejenme sus comentarios. Me encanta leer sus mensajes❤
Pd: Necesito ilustraciones de todas estas escenas ¡Por Dios!
Spoiler: Fiesta en el club en el próximo capitulo y...🔥+18
Por favor tengan paciencia conmigo. Hare lo que pueda para subir el próximo capitulo lo antes posible.
No olviden que los quiero. Ustedes son geniales ❤😍
¡Gracias por apoyar esta historia, y ser parte de mis locuras! 💘
Con mucho cariño, besos y abrazos💋
Patrixia Gómez
Redes sociales:
Instagram y Twitter:
@soypatrixiag
Pagina de facebbok:
Patrixia Gómez
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro