𝔣𝔬𝔲𝔯𝔱𝔢𝔢𝔫𝔱𝔥 𝔠𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯
Aunque solo era mediodía, los exámenes para la Prueba estaban en plena marcha. Cada uno de los desafíos consistía en asesinar a malignos príncipes fantasma, que atacaban a las chicas con rostros como zombis y gritos aterradores. De hecho, todas las profesoras no mostraban estar en desacuerdo, incluso la profesora Anemone aprobaba las muertes más feroces y las felicitaba. Ahora había vidas en juego, y ellas tenían todas las esperanzas puestas en el mejor equipo que podrían conseguir.
Violet, Sophie y yo actuamos con entusiasmo para que no sospecharán de nosotras, ni que la Decana tuviera sospechas sobre sus planes de fuga inminente.
Los síntomas de la bruja no le habían afectado a Sophie, había vuelto a ser como la de antes y actuaba como si nuestra visita con los chicos no hubiera sucedido, en cierta parte, era extraño, pero, me alegraba que no tuviéramos problemas.
En cambio, Violet intentaba de mostrarse un poco más animada, no hacía nada más que estar distraída, ir a la biblioteca a investigar un poco y estar en nuestro cuarto. Quisimos ayudarla, pero ella decía que estaba bien y que se le pasaría.
— Los ancianos no nos lastimarán si los ataques terminan, iré a sus casas, no a la mía - reflexionó Sophie - ¡Después de todo, quizá hasta tenga mi propio espectáculo!
— Siempre y cuando no me incluyas a mí - suspire, pero la sonrisa de Sophie nos hizo soltar una risa.
Para la tercera prueba, todas tuvimos que matar a los príncipes, esta vez Violet se vio mucho más decidida y le toco uno que se parecía a Tedros, al principio le costó un poco, pero luego lo mato sin piedad. Nos dijo que solo pensó en todas las cosas que le desagradaban de Tedros, su inmadurez, sus caprichos, su necesidad de estar al mando y su inmadurez... sin embargo, parecía aún estar pensando en algo...
Al igual que Dot, pensaba que Tedros podía ser un tonto y estúpido, pero no hubiera atacado a Violet, faltaba algo...
Sophie aún seguía con sus heridas en la muñeca, parecían estar hechas de pérfidas. Un tipo de piedra extraña. ¿Dónde se pudo haber cortado por pérfidas?
Se habrá hecho en el bosque, eran recientes...
Tenía que confiar en mi amiga, sobre todo después del caso de la verruga.
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En el centro de salón del Mal había doce ataúdes blancos en fila; casa uno contenía el cuerpo de un profesor de la Escuela del Mal. El profesar Espada, de esgrima; el profesor Manley, de afeamiento; el profesor Lukas, de Caballerosidad; Cástor, a cargo de Entrenamiento de Secuaces, y Albemarle, el pájaro carpintero que tallaba las calificaciones de los Siempres.
Tristan estaba tirado en el suelo frente a ellos, rodeado de libros de hechizos que sacamos de la biblioteca.
— Estuvimos despiertos toda la noche. — dijo el pelirrojo con un bostezo - La magia de la Decana es demasiado fuerte.
— Pues entonces todos seremos esclavos, a menos que rompamos el hechizo - murmuré - ¡No tienes idea ni idea de lo que son capaces esas tres chicas! Nos harán picadillo en la Prueba. Necesitamos a los profesores si queremos tener alguna probabilidad de ganar.
— ¿Y si voy a ver cómo está el Cuentista? - se apresuró a decir Tristan - Solo para estar seguros...
— Mira, es una maldición de sueño, tiene que haber un cura.
— No a menos que tengas a un hombre lobo para que dé un aullido. — resopló Tristan. Y odio tener que recordarte lo que Sader nos dijo el año pasado. Solo hay hombres lobo en Bloodbrook...
— Qué curioso. ¿Hort no es de esa ciudad?
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Llegamos al salón para Historia de Heroínas junto a Dot, Violet y Alex, a Sophie le tocó Talentos Femeninos junto a Hester, Anadil y Mich.
— ¿Encontraron algo? - preguntó Alex asomando su cabeza desde el asiento detrás del de Violet.
— No, no hay nada en los libros que pueda ayudarnos - suspiró Vi
Kiko asomó la cabeza desde el banco detrás de mí.
— ¡Ey! ¡Por fin van a venir a la mejor clase! Ojalá hubieran estado la primera semana. Entramos a la historia de Cenicienta, ¿sabían que solo se casó con su príncipe cuando él le cedió todo su reino? Luego lo metió en el calabozo y ella gobernó sola, fingiendo que su matrimonio era feliz. Resulta que los chicos han estado tapando la verdad sobre los cuentos de hadas para que las chicas parezcan débiles y estúpidas. Después entramos en la historia de Ricitos de Oro y vimos cómo domaba a los tres osos y los convertía en sacos de piel. También entramos al de Blancanieves, cuando envenenó a esos enanos machistas con manzanas...
— Espera, ¿qué? - preguntó Violet, desconcertada
— Nada de lo que dijiste suena ni cerca de la «verdad». Y ¿cómo entran a los cuentos?
Kiko sonrió con picardía.
— ¡Ya verán!
La Decana entró taconeando por las puertas dobles y el eco resonó en las piedras. Alex y ella se miraron por unos segundos.
— Además de atacar a nuestro equipo, los hombres no dudarán en llenar el Bosque Azul de trampas mortales. — explicó la Decana - Pero la mente de un hombre es quizá la trampa más mortal de todas, chicas. Cuando su dignidad está en juego recurren a tácticas desesperadas, perversas e inimaginables. Tienen que estar preparadas.
Sacó un libro enorme: "Historia del bosque, libro de texto, por Augusto Saber", lo abrió a la mitad, en eso se oyó la voz incorpórea de la Decana, retumbando por el vestíbulo como si saliera del libro:
«Capítulo 26: Apogeo y caída del Rey Arturo»
Miré rápidamente a Violet, parecía que se quería morir ahí mismo.
En medio de una diminuta nube de niebla encima de la página del libro, se desplegó una escena tridimensional. Una réplica viviente de Arturo con su corona de oro y su bata, rondando por los pasillos de Camelot.
A penas se podía ver desde los últimos bancos.
— Es muy pequeño...
— Espera... — dijo Kiko a mis espaldas.
La Decana levantó el libro y, con una sonrisa, sopló la escena fantasma. La escena se quebró en miles de añicos y cayó sobre nosotras como una tormenta de arena de cristal. Me protegí los ojos, sintiendo que flotaba en el espacio, hasta que mis pies tocaron el suelo.
El Salón del Bien desapareció, junto a las demás chicas. Estaba parada en una recámara de madera oscura y la atmósfera era densa y neblinosa, lo que hacía sentir como si fuera irreal.
Vi a un hombre barbudo y canoso, de complexión robusta, con una bata de lobo y corona de oro que se acercaba a mí.
Di un grito ahogado. Kiko tenía razón. Estaba dentro de la escena del libro.
Extendí la mano a través de la neblina por una pared, mis dedos la traspasaron como si fuera un fantasma. El rey Arturo pasó junto a mí. Lo reconocí por su mandíbula angulosa y los ojos azules que había heredado su hijo, como por la espada que tenía. Era muy similar a Tedros, solo que esté era rubio y Tedros tenía el cabello azabache.
«Arturo conoció a Ginebra en la Escuela del Bien y el Mal antes de convertirse en rey», narró la voz de la Decana, «Desde que se conocieron, él supo que ella lo despreciaba. Sin embargo, la obligó a casarse, porque los hombres son criaturas brutales y despiadadas, ninguno lo es más que Arturo»
¿Algo sería verdad? ¿O solo era un relato más manipulado por la Decana?
Observé como Arturo se acercaba sigilosamente a la última puerta del pasillo, con cuidado de no hacer ruido...
«Sin embargo, Ginebra tenía una condición: que todas las noches ella y el rey durmieran en cuartos separados. Arturo no pudo negarse a su pedido, pues Ginebra se comportó como una esposa perfecta y le dio al desdichado hijo que siempre había querido. A pesar de eso, el rey no podía dormir. Noche tras noche, Arturo trataba de ver en el interior del aposento de la reina, pero la puerta siempre estaba cerrada con llave. Hasta que una noche...»
Esa noche, la puerta de la reina estaba entreabierta. Seguí a Arturo, me incliné a ver lo que él estaba viendo.
Justo a tiempo para ver cómo Ginebra salía a hurtadillas por la ventana, bajaba por la cortina y desaparecía en medio de la noche.
«A la mañana siguiente, la reina estaba en el desayuno, sonriente y agradable como siempre. Arturo no mencionó lo que había visto.»
La escena desapareció alrededor mío. De inmediato fue remplazado por una cueva polvorienta, repleta de vasijas de laboratorio, cuadernos escritos a mano. Ahora Arturo discutía con un anciano que tenía la barba blanca y larga que le llegaba al estómago.
«Arturo intentó hacerse invisible, seguirle los rastros, mogrificarse, todo lo que había aprendido en la escuela, pero aun así no pudo descubrir adónde iba Ginebra todas las noches. Su consejo de toda la vida, Merlín, se negó a ayudarlo, ya que insistió en que los asuntos del corazón estaban más allá de la magia...»
Merlín abandonó su cueva. Arturo lo siguió y se detuvo repentinamente, agarrando uno de los cuadernos.
«Arturo vio algo que Merlín había estado fabricando en su guarida. Algo tan audaz, tan peligroso, que supo que era su única oportunidad»
Con las manos temblorosas, arrancó la página.
La escena cambió a una silueta con capucha en un bosque, que pasó galopando sobre un caballo negro, escondido en la oscuridad.
«Esa noche, Arturo hizo que los guardias taparan las ventanas de Ginebra. Envuelto en una capucha, salió del cuarto adyacente y encontró un caballo que lo esperaba...»
El caballo se detuvo. Un hombre delgado, en sombras, salía de detrás de un árbol lejano y se acercaba lentamente al jinete, el rey Arturo desmontó. Solo esperó que el hombre misterioso se acercara más... cada vez más... Ninguno podía ver al otro... hasta que vi que como la luz de luna se posaba sobre la piel morena del hombre en sombras, sobre su armadura de caballero.
«Era Lancelot, el amigo que Arturo amaba tanto que lo consideraba su hermano. El hombre al que Ginebra visitaba todas las noches.»
Lancelot se acercó al caballo. La capa todavía ocultaba el rostro de su jinete. El caballero vació, percibiendo que algo no estaba bien, pero luego vio unos delicados pies blancos calzados. Eran los pies de una mujer, mientras Lancelot sonreía enamorado y se acercaba al caballo, el extendía su mano, apartando la capucha del jinete. Dejando al descubierto los ojos azules de Arturo...
Casi me atragante.
Sus ojos ya no eran los de un hombre.
En un instante, Arturo desenfundó su espada y apuñalo a Lancelot en el estómago. El caballo salió corriendo y el rey volvió a su castillo.
La escena se evaporó y estaba de vuelta en el Salón del Bien junto a la clase silenciosa y asombrada.
— ¿El hechizo convirtió al rey Arturo en mujer? - grito Beatrix horrorizada
— Solo el tiempo suficiente para que el rey se diera cuenta de que su reina lo había engañado - respondió la Decana - Pero cuando Arturo volvió del hechizo y regreso a Camelot, Ginebra se había marchado. Envió a sus hombres para acabar con Lancelot, pero el caballero también había desaparecido. Nadie volvió a verlos.
Estaba llena de preguntas por lo que acaba de pasar, Violet se veía sorprendida y preocupada. Ese hechizo era lo que necesitamos para salvar nuestra vida.
— ¡El hechizo! - grite, poniéndome de pie - ¿Dónde está el hechizo de Merlín?
— Perdido como el resto de sus hechizos, por supuesto. - respondió la Decana - Pero el hechizo no es lo importante, querida. Lo importante es que un hombre fue privando la libertad de una mujer, y que llegan consecuencias.
Me desplome en mi asiento, todas estaban analizando cada momento de nuestro viaje a través del tiempo.
— Te dije que la clase era buena - murmuró Kiko detrás mío.
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— Quiero estar en el equipo de la Prueba. — dijo Hort, todavía en interiores - Esa es mi condición.
— Lo lamento, Hort, pero necesitamos a los hombres más fuertes - le expliqué, después de haber enviado a Tristan para una negociación - Por esa razón trajimos a los príncipes, Aric, Jackson y yo somos los únicos que no debemos de dar examen...
— ¿Necesitas un grito de hombre lobo? ¿Necesitas mi talento de villano? Entonces dame un lugar en el equipo - replicó Hort - Y un uniforme nuevo.
— Mira, es solo un grito...
— ¡No, tu mira! Mi padre me dijo que los villanos no pueden amar, y yo intenté amar. — suspiro Hort, sus ojos estaban clavados en el suelo - Perseguir a Sophie como si fuera un Siempre cuando soy solo... bueno, mírame. Me hizo quedar como un tonto... a mí y a mi padre. Lo menos que puedo hacer es ganar el tesoro y enterrarlo. Lo entiendes, ¿verdad? Intento que mi padre se enorgullezca de mí, aunque esté muerto.
Lo entendía, igualmente quería sentir orgulloso a mi padre...
— Nadie peleará como yo. — rogó Hort, que parecía una ardilla temerosa - Nadie.
— Hort, estas chicas nos quieren ver muertos. No es como el año pasado. Esta es una Prueba de verdad; todas nuestras vidas están en juego, y yo soy el líder en esta escuela, el responsable de la seguridad de esta escuela. Ya se están revelando ante la posibilidad de ser esclavos...
Hort sollozaba como un cachorrito desamparado, Jackson fue a consolarlo y me pidió que lo considere.
— Aric va a matarme - suspiré.
Hort sonrió, al igual que Jackson.
El Nunca giró hacia los profesores durmientes y soltó un grito tan primitivo que su cuerpo se sacudió como si estuviera teniendo convulsiones; un grito tan fuerte que los tres temblamos y nos apoyamos contra la pared, tapándonos los oídos. Cuando levanté mi mirada, Hort había dejado de ser humano.
Estaba parado sobre dos patas, rugiendo y gruñendo hasta quedarse sin aliento.
— Te dije que duraba más - refunfuño Hort, orgulloso, al oír los gritos de terror de los chicos, arrancados de su sueño.
Pero no fueron los únicos que despertaron.
Lentamente, los profesores comenzaron a moverse en sus ataúdes, uno por un. Manley fue el primero en despertarse.
Sonreí y extendí mi mano.
— Profesor, bienvenido a la Escuela de Chico...
— Es lindo lío te has metido. Un castillo repleto de desconocidos mugrientos. Una Prueba con términos irrisorios. Términos en los que quedamos atrapados una vez que las chicas los aceptaron - dijo Manley con desdén - ¿Esclavos de las chicas? Imaginen cómo se verían los cuentos con el Cuentista en manos de la decana Sader. Los hombres morirían al final de todos los cuentos de hadas.
— Y, sin embargo, será un aspecto positivo si ganamos - opinó el profesor Espada - Si ganamos esta Prueba, esas tres malditas Lectoras morirán. Su cuento de hadas se deshará y nuestras escuelas volverán a ser las de siempre.
— Tenemos diez días para enderezar el barco, entonces - dijo Albemarle, el pájaro carpintero y los siguieron el resto de los profesores - prepararé los horarios.
— Y yo acondicionaré las aulas - expresó el profesor Lukas
— ¡Y YO DESPERTARÉ A LOS LAMENTABLES PERDEDORES! - rugió Cástor, sacudiendo su pelaje.
— Pero... pero... ¿Y yo? - pregunté, intentando de seguirlos
— Tú puedes competir en el equipo de la Prueba junto a los demás - replicó Manley
— ¿Competir? - pregunté
— ¿Y qué hay de mí? - farfulló Hort - Él dijo...
— Él ya no es el que da órdenes
Hort me miró con odio, al igual que Jackson.
— Pero, ¿cómo... cómo supieron?
Castor se dio la vuelta con sus ojos inyectados en sangre.
— QUE ESTEMOS DORMIDOS NO SIGNIFICA QUE NO LO HAYAMOS ESCUCHADO TODO, ESTUPIDOS.
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Habíamos tratado de encontrar una manera de llegar al Cuentista, siempre nos reuníamos en el Club del Libro para hablar. Estábamos yendo justo allí cuando...
— Tenemos un problema - Hester vio el cartel pegado sobre el Club del Libro.
El cartel anunciaba las audiciones para la obra de teatro.
— Es el único lugar al que no van las mariposas. Ya vamos a perder una semana. Necesitamos un plan esta misma noche.
— Supongo que todas nos presentaremos a las audiciones de Un desfile por la historia de los logros de las mujeres - suspiré. Luego vi el entusiasmo de Sophie y fruncí el ceño - A ti no te darán un papel.
Diez minutos más tarde, Sophie retozaba frente al telón sobre un escenario provisional en el Salón Comedor, dando un monólogo inexplicable con un acento incomprensible.
— ¡Escúchame prrrrrrrrríncipe Humperdink! ¡Que mi belleza y encanto no te engañen! Soy una simple mujer. De mente y corazón simple... pero no creas que mi espíritu también lo es.
— Creo que es muy buena - murmuró la profesora Sheeks
— Fue increíble - lloriqueo Pollux - Lo sentí tan real, me siento igual...
— ¡Siguiente!
— ¿Fue demasiado sutil? - preguntó Sophie, observando la fila de chicas que seguían
— Lo único sutil es tu posibilidad de sobrevivir - respondió Hester, furiosa - Vamos a decidir un plan ya mismo. Que cada una presente su mejor opción.
— Yo encontré un hechizo de telaraña que te pega a los techos - ofreció Anadil - Podrían esconderse en los conductos de ventilación durante algunos días.
— ¿Y dónde me baño? - quiso saber Sophie - ¿Dónde almuerzo?
— ¿Acaso comes?
— Podríamos enviar a mi demonio para robar la pluma. — reflexionó Hester - Seguro que él podría pasar el escudo.
— ¿Y si lo atrapan? Si él muere, tú también. — replicó Sophie
— ¿Y si nos convertimos en hortalizas?, los chicos no comen hortalizas - propuso Dot a lo que todas la miramos
— Creo que no se podrá hacer, Dot - suspiró Mich
— Seguro que encontraste algo, Aggie.
— No hay ningún plan seguro, no importa cuál escojamos. — opine
— No vamos a morir. No ahora que volvimos a ser amigas - dijo Sophie
Vi algo que paso al otro lado de la ventana.
— ¿Aggie?
Mire por la ventana a lo que se acercó Violet y Sophie.
— Solo es Helga - resoplo Sophie - pero es raro, está más delgada, no sabía que los gnomos hicieran dieta. ¡Y su cabello también luce diferente! Parece...
Ahora todas se acercaron a la ventana asombrada.
— No puede ser - dijo Alex en un grito ahogado
Porque después que Helga entrara a una madriguera, su rostro dejo de ser el de siempre.
— Era una mujer durante las clases, todos los días. — susurro Mich
— ¡Es imposible! - exclamo Dot
Pero no lo es. Porque ahora el hechizo de la clase era real.
Un hechizo que había escondido Yuba todo este tiempo.
El hechizo que ahora nos ayudaría a mí, Violet y Sophie, a hacer lo mismo.
೫
Hola, ¿cómo estan?
Subí el "fan art" en Tik Tok, pronto subiré cómo un especial por los 5K de algunas interacciones.
No se olviden de votar, comentar y tomar agua <3
PDT: Espero que se encuentren bien <3
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