Epílogo
*Desde antes de iniciar la novela, yo ya sabía que esta era la canción de Charlie. Bienvenidxs al final de un gran comienzo<3
𝕯𝖊𝖘𝖕𝖚𝖊́𝖘 𝖉𝖊 𝖛𝖆𝖗𝖎𝖆𝖘 𝖕𝖗𝖎𝖒𝖆𝖛𝖊𝖗𝖆𝖘 𝖊 𝖎𝖓𝖛𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔𝖘...
𝔏𝔬𝔠𝔞𝔩𝔦𝔷𝔞𝔠𝔦𝔬́𝔫: ℭ𝔢𝔯𝔠𝔞 𝔡𝔢𝔩 𝔞𝔯𝔠𝔬𝔦́𝔯𝔦𝔰
La perspectiva de la muerte es distinta para todas las personas, pero si algo hay en común, es que es el destino que nos espera a todos. A unos antes que a otros, pero a fin de cuentas, a todos nos depara el mismo camino.
Unos la consideran preciosa "Nada puede suceder más hermoso que la muerte". - Walt Whitman
Otros, un amigo "La gente le teme a la muerte incluso más que al dolor. Es extraño que le teman a la muerte. La vida duele mucho más que la muerte. En el momento de la muerte, el dolor se acaba. Sí, supongo que es un amigo."- Jim Morrison
Y no faltan los que no saben a dónde deben ir. Si bien no puedo asegurar a dónde vamos realmente después de la muerte, es imposible evitar pensar en un cielo soleado a pesar de las nubes blancas y esponjosas. Quienes están en vida, son aquellos que realmente viven la muerte; pero a los muertos, ¿quién los podría molestar? Si son a quienes varios envidian.
En el alemán, existe una palabra muy especial: Augenblick. Su significado parecerá probablemente insignificante al resto, pero para mí no. Se utiliza para describir un momento cortísimo, y es que, viéndole desde esta perspectiva, es como un parpadeo. Donde veía todos los colores en los que mi mente pudiera divagar: el cielo oscuro de Dieppe, la nieve sucia escarchada en montos a un costado de las casas, el café de los pinos rodeando la ciudad, un intenso rojo floreciendo del vestido de mamá, el sol penetrando los rizos dorados de Savannah; y, muy al fondo de mi mente, a pesar de intentarlo esconder, justo donde mis pensamientos se nublaban de dolor, un intenso verde cruzaba mi pecho con una ráfaga de melancolía. A veces lo veía pasearse divertido entre los árboles de la colina, como si volara junto a los arrendajos; cuando el pasado no me cegaba, me permitía el pensar que así era.
Mi cielo es azul, el más brillante de todos; y cuando el atardecer se pierde en el horizonte, puede crear una explosión de colores que cegarían a cualquiera, incluso a aquellos que no tiene la capacidad de ver, pero irónicamente, son los que hallan algo más allá de un tono opaco. Cuando llueve, ese mismo cielo se oscurece convirtiéndose en tormenta, pero sigue siendo un perfecto caos. El gris forma parte de la gama de colores que existe, y para mí, es el más precioso, pues al oscurecer se convierte en un lienzo que nos regala un manto de estrellas.
Para mí, mi cielo es azul, el más brillante de todos; pero cuando miro más allá, veo dos luceros verdes. Por las noches subo al tejado y me pongo de puntillas. Estiro los brazos para atraparlos, así quizá pueda hacer que se queden. Sin embargo, lo único que logro es revolverlo en constelaciones decoradas con una luna llena de abril.
Sin pensarlo, ese verde que jamás pude encontrar en ningún lugar, se convirtió en el augenblick con el que medía el tiempo que te tuve conmigo. No importaba cuántas noches mezclara las acuarelas y el acrílico en mi pincel, simplemente no lograba dar con esa tonalidad. ¿Era acaso una clase de magia? ¿Un conjuro? El pincel estaba roto, pues ya no había más qué pintar... no ahí. Tenía que cambiar de hogar, pero en toda mi vida no conocí ninguno que no fuera ese pequeño y misterioso pueblo, que, por más insignificante y frío que pareciera, me regaló la calidez más humana que jamás pude sentir, emociones a flor de piel, y un hogar que no olvidaría en toda mi vida por más lejano que estuviese.
Aceptar significaba temer, y temer traía dolor, pero sanar era seguir.
Charlie, después de tu muerte, no tenía idea de lo que el destino me depararía esta vez; suficiente tuve que dejar ir, y ahora, también debía despedirme de ti. Me negaba a aceptar que tus luceritos, que por tanto tiempo me ayudaron a encontrar mi camino, se habían apagado. Estaba perdida de nuevo, en el borde del abismo. Era un agujero oscuro y deprimente al verlo que, en lugar de saltar, quería salpicarlo con una paleta de colores... quizá así dolería menos. Por más que rebuscaba dentro de mi ser, era como si no quedara nada por salvar.
Desde que te fuiste, los sueños no eran reales para mí. Me aterraba la idea de pensar en alguien más, porque no quería faltar a tu memoria. Simplemente no quería que nadie más me hiciera reír como tú lo hacías, detestaba pensar que alguien tomara tu lugar puesto que no sería suficiente... nadie jamás podría reemplazarte. Porque estaba segura que si encontraba a alguien como tú, el tiempo pasaría y poco a poco te iría olvidando sin poder evitarlo. Y no porque quisiera, sino porque los minutos nos hacen viejos, y los años, nos distraen del pasado. Algunos recuerdos se volverían borrosos, tu risa se iría apagando en alguna parte de mi mente, después ya no podría escuchar tu voz, y al final, no recordaría el color exacto de tus ojos. No eran como las hojas de los árboles, o la chaqueta de Jeremy, nunca pude encontrarlo en algo o alguien. Los tuyos eran diferentes al resto. Y no podía hacerle eso a los ojos que tanto me dieron. Eso me dolería más que aceptar haberte perdido.
No te mentiré, me costó mucho volver a escuchar tu nombre, era como una palabra prohibida entre todos; sé que no te sorprenderá saber que yo no era la única que se quebraba al recordarte, tu partida nos cambió para siempre a todos. Tampoco pude reír dentro de varios meses, mi voz se había apagado y el atardecer desde nuestra colina también. Me lastimaba ver paletas de caramelos con cientos de colores sabiendo que no podría probarlas con alguien que no fueras tú, abrazar un peluche no se sentía real. El color verde lo veía por todos lados (lo cual es lógico) pero ninguno era el tuyo; en ocasiones ayudaba un poco, pero siempre terminaba volviendo a casa y echarme a llorar en el rincón húmedo de mi habitación. Evitaba mirar las señales de stop (me habría encantado decir que las ignoraba pero Owen no lo permitió), mi cuerpo escapaba de la lluvia y el chocolate sabía simple.
No existía otra manera de describirlo: tenían tanto color en ti, cariño, que te habías llevado todos contigo. ¿No podías dejarme aunque sea un pequeño rayito? Ese reflejo verde del que tanto hablabas con tu padre. Recordaba haberlo tenido todo contigo, pero en esos momentos me sentía sin nada. Y dolía. Dolía mucho haberme reconstruido para terminarme rompiendo una vez más, sola.
Pero, ¿sabes qué era lo que me quemaba el alma? Que todo aquello solo eran trozos de recuerdos que habían quedado flotando en el tiempo... memorias que ya no podría seguir creando a tu lado, el único lugar en el que quería permanecer congelada. Porque este tipo de dolor no es solo una punzada en el corazón, Charlie. Tú lo conoces tan bien como yo. Esa es la razón porque te dejaste ir sin luchar, cariño, ambos lo sabemos tan bien.
Este dolor es una estocada en el pecho, una tras otra haciéndome sangrar; es de la clase que te hace caer sobre las rodillas, que hace crujir los huesos y mirar al cielo gritando tu nombre. La respiración te falla y te sientes morir, a veces eso habría querido yo. Quizá si hubiera sido yo y no tú... pero mi cielo, ahí está el problema, que no soy tan egoísta para permitirte que vivieras el mismo dolor una vez más. Este era nuestro precio por haber amado
Al final del día, vuelvo a tener la misma imagen; tu cabeza acostada sobre mis piernas. Algunas veces sigue estando en ellas intentando conciliar el sueño, con las comisuras de tus labios curveadas hacia arriba ocultando una sonrisa mientras mis dedos juegan sobre tu cabello... Pero en otras, la situación cambia. Ya no estás. Tus ojos ya no son más verdes, ahora me miran apagados, y mis manos manchados de escarlata sostienen tus mejillas sin dejar de moverte, mi voz no deja de rogarte que solo aguantes un poco, que por favor te quedes conmigo.
Cuando el día acaba, vuelvo al lugar de siempre: sigo sentada a un costado de la ventana junto a mi culpa. Repasando mis días contigo... contando los que pasaban sin ti. Al final me llevaba al mismo punto, que simplemente ya no estabas y solo quedaba despedirme.
Las veces que volvía a reír, cuando mis oídos se permitían detenerse en la plaza principal a escuchar a un hombre tocar la guitarra a cambio de dinero, o si decidía prepararme una taza de chocolate caliente para aliviar el frío... ese tipo de cosas me remordían, porque trataba de esforzarme sabiendo que tú no podrías hacerlo.
Por alguna razón, decidí comenzar a cuidar de mi cabello, me maquillaba para hacer resaltar esos ojos que tanto decías que te gustaban... hasta la fecha sigo mirándome en el espejo y preguntándome qué veías en ellos de especial si son de un azul común. Pero sobre todo, pintaba una bonita sonrisa que no era real. Supongo que ese fue uno de los primeros pasos que pude tomar seis meses después de tu muerte. Necesitaba graduarme y salir de Dieppe al menos un tiempo; ahí entendí lo que sentiste cuando Ellis murió.
Sé que te hará feliz saber que busqué ir a terapia por mi cuenta, y eso tan solo aminoró el dolor un poco. Entonces una noche fui a tu casa, y nuestra canción sonaba en el reproductor de música. ¿Recuerdas las señales de las que tanto hablabas? De solo saltar al vacío. Esa fue la mía, Charlie. Necesitaba seguir y cumplir lo que tanto querías, entonces yo habría saldado mi cuenta contigo. Deseaba que te sintieras orgulloso y supieras que tu muerte no sería en vano... estabas más roto que yo, y a pesar de eso, tus ojos continuaban brillando. ¿Cómo carajos podías hacerlo?
Charlie, ¡viajé por el mundo! Toqué el piano en cientos de lugares importantes, de esos de los que tanto conversábamos y veíamos imposibles, con los cuales tus ojos brillaban tan lindo. Miles de personas se reunían cada noche por y para mí, me cobijaban en el dolor y en la esperanza, el violín me acompañó en las presentaciones más melancólicas, pero tú... tú nunca me abandonaste.
... Sin embargo, ninguna de esas ocasiones me hizo sentir tan viva como el día en que lo conocí.
Sucedió Charlie, tanto como tú querías y yo me negaba.
Su cabello era negro y corto en ese entonces, ojos cafés y una sonrisa traviesa; me ofreció su ayuda para llevar las compras al carro, yo tenía un brazo lastimado y los botes de leche se había desparramado al salir del supermercado. Honestamente era una situación bastante vergonzosa para mí, supongo que me vio desesperada y al borde del llanto; culpar de mis desgracias al carrito del super me parecía una magnífica idea, o quizá la ardilla que se atravesó en mi camino una semana antes y me hizo chocar. En la cajuela llevaba unas partituras olvidadas, la excusa perfecta para tener un tema de conversación conmigo; no lo negaré, fui torpe al hablar y el pelo se me enredaba en la boca, mi participación fue patética.
Solo te conoce como un viejo amigo que vive lejos de aquí, no te conoce realmente, pero ¿por qué lo haría? Lo nuestro fue tan especial el tiempo que duró, que preferí conservarlo solo para nosotros. Supongo que este es mi secreto contigo.
Y entonces, cuando menos lo esperé, un rayito de sol se coló entre las nubes, y de un día para otro, el sol realmente volvía a salir, con un magnífico arcoíris brillando y un atardecer pintado de todos los colores.
Un atardecer pintado por ti, que me recordaba que nunca te irías aunque estuviéramos a una distancia infinita, pero, por alguna razón, cada que miraba al cielo me sentía más cerca de ti, más próxima al día en que nos volviéramos a encontrar al otro lado del arcoíris.
Sé que te gustará saber que pude sanar lo suficiente para vivir por ti, de lo contrario no te estaría escribiendo; hace tiempo que no tomaba una hoja de papel para volverte a escribir... y esa es la razón de esta carta. Mi intención nunca fue lastimarte o abandonarte, pero la vida es lo que pasa, Charlie, y me encerré en mí misma un tiempo. Pero tenía pendiente algo contigo ¿recuerdas? Mi despedida.
En algún punto tendría que hacerlo; han pasado tantos años en los que a diario, sin falta, solía escribir cartas para ti y enviar la correspondencia a Dieppe, a pesar de que sé nadie la recogerá nunca. Años en los que creí jamás podría seguir sin ti. Mismos años que han pasado y ya no recuerdo con claridad tu mirada, así que considero es un momento oportuno para decir adiós. Lo sabías ¿no? Que tendríamos que despedirnos por un tiempo, Charlie, esperar un poco más hasta nuestro encuentro.
Pero es un buena noticia, porque esto solo significa que estoy bien; tomó un tiempo, pero ahora lo puedo decir con firmeza, también puedo escribirte sin llorar y hablar de ti cuando Jeremy habla ocasionalmente... a él aún le cuesta un poco, pero es normal. Así es la vida cuando dueles por amor, es nuestro castigo pero también nuestra recompensa.
Sané porque cada herida la cubría con tu sonrisa, cada lágrima la limpiaba con un recuerdo, y tus ojos verdes aún ríen en mi memoria cuando me miro al espejo tratando inútilmente de arreglarme mi cabello enmarañado. Las mariposas besan mis cicatrices, y mis cicatrices me hacen fuerte. Añoraba ese hogar en el grisáceo pueblo de Dieppe, con paredes húmedas, suelo destartalado de madera y viejas pertenencias; ahí había quedado tu recuerdo. La mayoría no lo entendería si lo vieran, ¡pero qué hogar más hermoso y yo dichosa de tenerlo! El lugar al que siempre puedo volver cuando mi corazón pesa y la vida duele; un sitio frío que irónicamente me cubre lo suficiente para sentirme calientita y segura por más vacío que parezca.
La música nunca faltó en mi vida, la alegría tampoco y los amigos la hacían real; pero tú seguías sin estar ahí, y solo por eso, no me sentía completa. Después de un tiempo, logré llenar ese hueco con los mejores recuerdos que tenía de ti. Tu risa fue reemplazada por una de bebé. Los ojos que veía ahora eran de un chocolate oscuro. Y tu voz la sustituí por canciones de cuna sobre arrendajos grises y protectores de almas gemelas. Creé mi propio Jardín de las Hespérides y lo compartí con las personas más importantes en mi vida, para poder disfrutar del frühlingsgefühle, otra palabra fantástica de mi repertorio que describe la emoción al llegar la primavera, cuando el sol sale por nuestra añorante Bahía de Fundy, los árboles se tiñen de tonos deliciosos, las frutan brotan frescas de la tierra y las floreces se pavonean entre sus ricos colores.
Debes saber que se remodeló el Parque Rotary St-Anselme; no lo he visto con mis propios ojos, pero Owen envío algunas fotos a nuestro viejo grupo. Los juegos infantiles fueron pintados de un azul brillante y las áreas verdes se extendieron, cancelando cualquier proyecto de urbanización; sin embargo, lo único que no cambió del todo fue nuestra colina, ahora posee un mirador abierto al público, y se nombró Arllieschiel.
Entendí que cada uno debe de vivir una vida que cueste pero que el precio valga la pena, después de todo tú eres el único que va a cargar con ella.
Encendí una vela para ti, y me dije que si no se apagaba, es que tú habrías logrado encontrar la luz. Y entonces, yo también lo habría hecho... Nunca vi una llama tan flamante como esa, bailaba tanto sobre su base que temí quisiera saltar contra las cortinas. Charlie, de corazón deseo que tampoco te falte a ti nada de eso, donde quiera que estés. Eres mi cielo infinito, aunque sea del azul más brillante, y recuerda esto, siempre lo compartiré contigo.
No, no era la vida que esperaba, porque no se suponía que debía ser sin ti... no había razón para conocer una después. Se suponía que un día tú serías quien trazaría cada una de mis arrugas en un lienzo, y cada una de ellas estaría rellena de la vida que pasé junto a ti, pero no podemos tenerlo todo, y en ocasiones, aún me enfurece pensar en lo que pudimos ser.
Cientos de veces miré el atrapasueños verde colgado en lo alto de mi ventanal; no me servía de nada en contra de los malos sueños, pues ya vivía en uno. Mi vista pasó entonces a la tarta frente a mí. También tuve pasteles de mango, con treinta y cinco velas en total brillando entre las llamas, sin embargo, por más que cerrara los ojos y soplara por deseos, ninguna de ellas me llevaría de vuelta a ti. Esa noche, lloré y lloré luego de que el chico de ojos miel se marchara.
Mi vida ahora es tan ocupada que me es complicado visitar alguno de nuestros recuerdos juntos, de hecho, es extraño, pero tengo que admitir pesadamente que no te pienso tanto como antes. Sin embargo, al final del día, cuando ya casi he olvidado mencionar tu nombre, busco ese rayo verde en el atardecer, o cualquier cosa que me recuerde a ti, y entonces puedo volver a la noche en que nos conocimos.
Esta es la última carta que te escribo contando más de treinta dedos para medir mi tiempo en la Tierra.
Tú habías muerto por mí. Y yo viví por ti.
A fin de cuentas, teníamos un trato ¿no? Un intercambio de cosas buenas.
El rocío cayó sobre mi cuerpo, y preciosos tonos se formaron en el cielo. Mi cielo que ahora eres tú, y me cuidas desde él.
"Si pudiera regresar el tiempo, siempre me llevaría al día en que nos conocimos. Ninguna noche será un desperdicio siempre que tú estés en ella para acompañarme a recorrerla. Bajando lunas, pintando estrellas"
Te amo hasta con el corazón roto
—Tu Azul
—¿Sabes para qué fueron hechos los arcoíris? —le pregunté cuando llegó hasta mí con esa carita adorable que hacía para que aceptara jugar con ella, aunque no era necesaria, pues siempre lo hacía gustosa
Sus ojitos chocolate me miraban con curiosidad, le encantaba escuchar las historias que mamá le contaba, la mayoría de fantasía mezcladas con un poco de realidad —¿Para qué? —cuestionó de vuelta, jugueteando con sus manitas llenas de pintura seca para pintar corcholatas, justo como la de ruiseñor que colgaba en un collar que yo misma le hice. Mi pequeña, en sus antebrazos, había intentado imitar los míos, decorándolos con delicados tatuajes de mariposas que los cubrían... uno por cada persona que se había marchado antes de tiempo; claro está, los de ella no eran permanentes
Palmeé el asiento a mi lado, mirando a través de la ventana luego de que la lluvia se desvaneciera —Para saber que después de la tempestad, siempre nos podemos volver a colorear, sin importar los tonos grises que tengamos en ella; porque es válido brillar con el alma rota. Para recordarnos que la vida es buena y debe seguir su curso, y que al final lo cruzaremos, encontrando todo lo que alguna vez buscamos y perdimos.
—¿Algo así como los deseos? —me preguntó muy interesada, sonreí como respuesta ladeando la cabeza
—Sí, algo así.
—Entonces un día encontraré el final del arcoíris, y el hada de los deseos estará ahí, ¿crees que me conceda uno?
Puse una expresión pensativa en mi cara que duró unos segundos antes de responder —Si te portas bien, ella misma me dijo que tal vez te pueda conceder hasta tres.
Lo que contestó me dejó sin palabras... lo hace hasta la fecha, cada que lo recuerdo —Te daré uno, para que sanes lo que te dolió, y si un deseo se te perdió, yo te lo regalaré para que regrese a ti. —me prometió acariciándome las mejillas sonrojadas. —Mamá, tú eres mi persona arcoíris.
—Y tú la mía —afirmé con seguridad, besando su frente —Te quiero, Elyn.
—¿Por qué? —miré a mi pequeña con una extraña expresión de desconcierto —¿Por qué me dices que me quieres?
Sonreí enternecida, acariciando sus colitas que pronto terminarían desechas cuando se pusiera manos a la obra con los pastelitos de barro —Porque siempre es importante hacérselo saber a las personas que amas, siempre se tiene algo que dar. Una flor, un libro, un recuerdo, un beso... y en ocasiones, el corazón. —le piqué el pecho haciéndola reír —Nunca te vayas sin decir te quiero.
—Lo prometo, pero ¿podemos ir afuera a jugar? Ya dejó de llover — la acompañé al jardín, donde teníamos nuestro propio huerto y sembraba flores de todos los colores —¡Mira, la primavera está llegando! —dijo al tiempo que unas mariposas blancas la rodeaban, bailando alegremente
—¡Y mira! —no pude evitar soltar un grito asombrado cuando un rayo verde apareció en el horizonte donde el sol se ponía. Elyn comenzó a gritar "¡Verde! ¡verde!". Pronto un ojimiel llegó a mi lado, venía llegando del trabajo y yo poco me percataba.
—¿Qué ven?
—Es el rayo verde... Realmente existe —dije más para nosotros que para él. Extendí hacia el cielo mis brazos tatuados de mariposas al tiempo que lo miraba con los ojos llenos de lágrimas.
Él no lo entendió, pero sonrió por mí, porque eso es lo que hacen las personas que te aman; claro que se enamoran de ti y disfrutan cada una de tus locuras aún cuando no las comprendan... pero que estén ahí para tenderte una mano si lo necesitas, que te hagan ver todos los colores ahí arriba y haga que ellos vibren en ti... Ese es otro nivel de amor.
Ahí estabas Charlie, y yo al fin te veía. Después de años de desesperación buscando un poco de ti, venías en el momento indicado, a regalarnos a ambos de la manera más mágicamente bonita esa despedida que nos quedamos debiendo. ¿Recuerdas cuando te dije de aquel regalo que me había gustado tanto? Mentí, porque este era en definitiva el mejor que pudiste haberme hecho —Te veo, Charlie. Sí que te veo. Hoy la primavera ha llegado, y por esta noche pensaré en ti, y solo en ti. Hasta siempre, cariño —susurré antes de soltarte
.
.
.
Quizá no podía verlo físicamente, pero lo haría en cada regalo que la vida diera. Le prometió buscarlo en cada atardecer, en cada arrendajo gris, en el viento de la primavera, en una nota musical viniendo de guitarras acústicas...
Él sabía mirar al pasado con una sonrisa, sin importar que las lágrimas que este cargara fueran un peso encima. Y ella aprendió, que el presente también era importante aunque él no estuviera en este, y justo por ello debía aprender a sonreír al futuro. Porque quizá un día, a alguna hora y esta vez en el momento correcto, se volverían a encontrar.
Porque a veces las cosas más reales que hay en el mundo, son las que no se pueden ver. Pero ella podía diferenciar el verde. Y él podía contemplar su azul y gris. Porque su azul era de él, y el verde le pertenecía a ella, y eso nunca podría cambiar.
Y eso los convertía a ambos en algo real, aunque no fuera duradero.
El color verde solía ser común hasta que él llegó.
El color azul solía ser común hasta que ella llegó.
. · *✺ * ⊹* · . * . · *⊹˚ · . * .· * · . * . ✦*· .
"Ella aún podía ver verde en el cielo"
"Él tenía todo un cielo azul en el cual pintar"
꧁· Por esta noche — Charlie Gillespie ·꧂
¡AND THAT'S A WRAP!
Recuerden que me ayudarían MUCHO votando, comentando, compartiendo la novela y agregándola a sus bibliotecas y listas+
Frida
*cualquier error ortográfico/de dedo será corregido posteriormente
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro