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«Preguntas sin respuestas... ¿respuestas sin preguntas?»

15 𝖉𝖊 𝖔𝖈𝖙𝖚𝖇𝖗𝖊 𝖉𝖊 2019



Aunque ninguno de los dos se encontraba revisando su teléfono en ese momento, el reloj de Dieppe, con el suave tintineo de sus manecillas doradas, marcólas once. Charlie, aún con ojeras y el estómago vacío, dejó su bicicleta en el parking del sitio adecuado junto a las demás, y la aseguró antes de comenzar a caminar; un fresco paseo entre los pinos solía ser liberador... a excepción de ese día, en el cual los nervios lo carcomían vivo, una clara muestra eran sus uñas mordidas.

Pensándose muy bien las cosas, media hora más tarde llegó a su clásico destino: la colina entre el bosque. Desde que era pequeño, se convirtió en su lugar favorito, a pesar de que en la actualidad el ambiente en ese cambió. Y justo como lo creyó, una silueta menuda y de cabello encrespado estaba sentada cerca del barandal, con sus piernas colgando al vacío, aunque la barra metálica (y oxidada por el tiempo) impedía que su cuerpo pudiera caer.

La ojiazul sintió los pasos a sus espaldas, y con el viento enviando a sus fosas nasales aquel conocido aroma a manzanilla, no se molestó en voltear. Sabía quién era, y a qué venía. El castaño se sentó a su lado, entonces sus miradas se encontraron y volvieron a sentir esa chispa contenida; Charlie le regaló una sonrisa seria, misma que Martha le devolvió, para luego ambos girarse hacia el pálido paisaje que tenían frente a ellos. 


Tuvieron que pasar largos y fríos minutos hasta que él se decidiera por hablar —Yo... no lo sabía. Lamento si ayer te incomodó mi presencia —se disculpó de manera sincera, dejando escapar una bocanada de aire saliendo en forma de vaho; al menos aquel peso se comenzaba a desvanecer. Martha ladeó la cabeza y, negando con la cabeza, le restó importancia. Gillespie no estaba seguro si debía de preguntarlo... pero lo hizo —¿Ella...?

—Le detectaron un tumor en la cabeza hace dos años —la voz de Martha salió rasposa (probablemente por no hablar desde el día anterior), sin embargo, sonaba segura y casi tan gélida como el aire que hacía esa tarde —Los síntomas eran fuertes para esa fecha, y le impedían trabajar. El seguro ha solventado ciertos gastos, más los ahorros que ambas teníamos... pero, como podrás notarlo, nuestra calidad de vida no es la mejor —con eso último tragó grueso, no obstante, el nudo en su garganta no se deshizo con la saliva —...realmente eso me da igual, solo me gustaría poder salvar la vida de mi mamá —admitió en un susurro, mirando a otro punto para evitar que sus ojos se empañaran

—¿No hay forma que...?

—Charlie —lo interrumpió mirándolo con compasión, pues parecía que él aún no captaba el problema. Su mano buscó la del ojiverde, dando un apretón a esta; fue cuando empezó a comprender la situación, sintiéndose mal de no poder hacer nada por ella... y aún peor, que fuera Martha quien estuviera reconfortándolo por la noticia —No tenemos dinero, y aunque lo hubiera, ningún doctor o medicina podría curarla —esa era la realidad de la chica todos los días y cada mañana, sin importar si era fría o cálida, se sentía ser congelada en el tiempo

—Martha... —entreabrió la boca dispuesto a hablar, a pesar de saber que él no diría nada insensible, se rehusaba a escuchar algo más —¿Por qué no lo dijiste?

—Te juro que no me avergüenzo de esto, Charlie. Pero... ¡es frustrante que todos me miren con lástima! 

—No tienes que jurarme nada, no a mí —pudo notar la desesperación en Martha —Yo no te tengo lástima, por si eso te interesa, pero no está de más que te ofrezca mi ayuda en caso de ser necesario. Puede que no sea un doctor, sin embargo, un amigo sí soy.

—Sé que no era tu intención hacerme recordarlo —soltó su mano aun sonriendo; quizá era buena para fingir expresiones, pero Charlie sabía que detrás de esa sonrisa ella estaba doliendo, y estaba seguro de eso porque él también lo había sentido alguna vez de su niñez

—Claro —sonrió de lado, considerando que quedarse callado debía ser lo indicado; ella se veía más relajada que de costumbre, y para ser un tema de ese tipo, su humor era admirable

—La llevamos mejor de lo que creíamos, y también lo hemos aceptado, el tratamiento tan solo ha prolongado su tiempo de vida —le aseguró con un asentimiento de cabeza que le llevó algunos mechones a su cara, mismos que ella quitó rápidamente para continuar hablando —El día que recibimos la noticia ha sido el peor de todos los que puedo tener, que son varios, por cierto —dijo bromeando, como si quiera sacar un lado bueno donde no lo había... es decir, su madre estaba muriendo, ¿se suponía que debía haber algo positivo? —Hemos sabido acoplarnos, y ella sigue al pie de la letra el proceso, Amelia fue asignada a nosotras después del diagnóstico así que ha sido parte fundamental para nosotras. En un principio le dije que podía aceptar no someterse si yo era el problema... sigo pensando que lo hace por mí. Siempre hemos sido solo ella y yo en contra del mundo, ahora somos tres porque tengo que contar doble, por mamá cuando no tiene fuerzas para salir de la cama.

—Tu madre me dijo que la hacía sentir fenomenal que fueras a Pete's, ella está orgullosa de ti.

—Lo sé —bajó su mirada azul a sus pies, con el pecho estrujándose en su interior —¿Sabías que particularmente ella fue quien me enseñó a tocar el piano?

—Pensé que había sido tu papá.

—Solo un poco, pero mamá era pianista —Martha rebuscó en su mochila hasta dar con dos fotografías viejas; una era de dos jóvenes sonrientes posando en lo que parecía un restaurante. La otra era de los mismos, solo que esta vez, una pequeña de aproximadamente seis años sonreía con dientes faltantes. Charlie sonrió enternecido, confirmando que la mujercita siempre había sido bella —Él viajó a Alemania porque la mitad de su familia son de allá, y en una de las cenas a las que asistió con ellos fue donde mi madre trabajaba. Ella dice que fue amor a primera vista, a mí no me gusta llamarlo así —comentó con una risita divertida. Los dos se acercaron mutuamente para ver mejor las imágenes desvaídas —Mi madre lo dejó todo por un hombre, por él, y regresó a Canadá con ella. A Mallory la música la apasiona, podría dejarlo todo, excepto a ella y a mí.

—No todos recibimos lo que merecemos, Martha.

Una lágrima escurrió por su mejilla, misma que limpió con el dorso de su mano —Ella está bien. En verdad, lo llevamos bien, hay días malos, pero también los hay buenos pese a que sean menos —sus ojos volvieron a buscar los de él, llenos de gratitud —Gracias, Charlie.

—¿P-Por qué? —la intensidad con que lo veía lo hacía sonrojarse; Martha sonrió al notarlo

—Porque en todo este tiempo desde que inició la pesadilla, nunca la vi tan viva... hasta ayer. Ojalá algún día pueda pagártelo.

Charlie extendió una mano al rostro de ella, apartando cabellos sueltos hasta dar con lo que quería. Un azul impresionante y cristalino fue lo que encontró, fue suficiente para hacerlo sonreír —Acabas de hacerlo —Martha frunció el ceño sin comprender, probablemente nunca lo haría



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—Pruébatelo, anda ya —Carolynn la empujó al baño más cercano de su casa, con Martha sosteniendo en sus manos un sencillo disfraz de gladiadora. Según la novia de Shada, aquel traje era perfecto para ella y el rojo le sentaba a su tono de piel

Car, luzco ridícula —esbozó una mueca al salir finalmente con el disfraz puesto, la ojiazul sonrió emocionada al verla

La bailarina se levantó, quedando detrás de la más corta de estatura —Dulzura, todos lucimos ridículos en Halloween —soltó unas risitas chillonas, acomodando el corsé con fuerza. La pobre Martha apenas y pudo dar un respingo al sentir su cintura apretar —Por algo lo es ¿no? Disfraces, maquillaje cargado, colmillos... aterradoramente bobos —continuó burlándose la chica mayor —Oh espera, ¿no lo celebras? ¿es tu religión, lo prohíbe? Dios santo, perdón, yo...

—No pasa nada, y tampoco es el caso —la cortó Martha sonriendo, pues Carolynn Rowland hablaba demasiado rápido, fácilmente podría ser la competencia de Eminem —No acostumbro a ir a fiestas porque... no me gustan, y no me lo tomes a mal, pero eso de usar disfraces me parece aburrido.

—Vaya que sí eres aburrida tú —Carolynn no tenía pelos en la lengua, y la ojiazul de pelo alborotado tampoco se lo tomaba a pecho. Su conversación se vio interrumpida cuando la puerta principal sonó —Yo voy, espera aquí y mira si prefieres otro —señaló con su mirada clara a la montaña de ropa de todos los colores que había sobre lo que era una elegante mesa de centro. Martha hurgó desinteresada entre el montón de prendas, descartando las alas desplumadas de ángel y, de paso, la falda que aparentaba ser cola de sirena. Escuchó una voz femenina en la entrada, hasta que se hizo más fuerte —Savannah, justo le decía a Martha que el papel de gladiadora con ese vestuario le queda fantástico, además puedes bailar y no es incómodo, ¿cierto?

La ojiazul sintió sus mejillas calentarse, pues dentro de todo, la ojimiel Lee May le intimidaba; no había sido solo una vez cuando la cachó mirándola, o los ojos molestos en ocasiones que estaba hablando con Charlie... pero él le había dicho que la castaña clara no tenía nada en contra de ella, ¿no? Charlie Gillespie no le mentiría, ¿verdad? —H-hola —saludó con timidez

Debatiéndose tras unos segundos, le sonrió de lado —Hola... Martha, ¿cierto? —asintió ante su pregunta. Savannah la contempló disimuladamente; no parecía una amenaza para sus amigos, de hecho, por el contrario, lucía normal y casi solitaria

Savy, ¿ya sabes de qué te disfrazarás?

—Estrella de rock —contestó con una sonrisa, tomando asiento del sillón. La madre de Carolynn, una mujer teñida de pelirroja, llegó hasta la sala ofreciéndoles un plato de botana y latas de refresco —¿Y tú? ¿O está prohibido decirlo porque eres la cumpleañera?

—Efectivamente —Carolynn sonrió con aires de suficiencia 

—Bueno... yo... creo que iré a cambiarme —Martha fue de regreso al baño y se cambió lo más rápido que pudo; se volvió a colocar la ropa que llevaba puesta y mirándose al espejo, trató de inútilmente arreglarse el pelo maltratado. Cerró con cuidado la puerta del baño, pero no había nadie donde solían estar las tres jovencitas, caminó por los pasillos de la casa hasta que las escuchó hablar; estaba a punto de hablar, cuando una frase en particular la detuvo del otro lado de la pared, una corazonada le advirtió que no debía dejar que la vieran... pero eso no significaba que no debía de husmear

—Creo que estás siendo muy injusta con Martha.

—Eso dijiste la última vez, Carolynn. ¿Y sabes qué ocurrió? —Savannah sonaba muy molesta, tanto que a las dos ojiazules les sorprendía 

—Ella no es como Ellis, ¿cuándo entenderás tú eso? —Car le respondió de la misma manera, aunque en un tono más quedito para que nadie dentro de la casa la su discusión que estaban teniendo en la cocina —Tienes que dejarlo ir, Savannah. El mismo tema no te deja vivir, tan solo mira cómo has cambiado. Esta no eres tú, y yo quiero a mi mejor amiga de vuelta.

—¿Quién te dice que esta no soy yo? Esa niña estúpida se fue hace mucho, Carolynn, así que aceptas a esta... o se irá.

—No puedes hacerme elegir, Savannah. —pero la ojimiel se cruzó de brazos adoptando una postura seria y amenazante; ni una pizca de titubeo se vio en su mirada clara, y aquello, fue lo que más aterró a la muchachita Rowland —Sabes que me duele esto, aún más no poder hacer nada para cambiar esa mentalidad tuya, pero tal vez es lo mejor.

—Si esa es tu decisión, la aceptaré. Solo recuerda que, si salgo por esa puerta, no volveré.

—Tomaré el riesgo —Carolynn era de las personas más sensibles que alguien pudiera conocer francamente, por lo que no tardaron en empaparse sus mejillas; esos magníficos ojos azules estaban sufriendo, ¿por qué nada podía volver a ser lo de antes? —Espero que no te des cuenta tarde de lo que estás haciendo, no haces daño m{as que a ti. —con una sonrisa falsa, Savannah le dedicó una última mirada a su amiga... ¿ahora examiga?


Caminó con paso seguro hacia la salida, sus botas de tacón resonaban en el suelo de mármol haciendo eco en las paredes. Entonces vio a Martha pegada a la pared, quien tontamente no fue lo suficientemente veloz para aparentar otra cosa que no fuera lucir como una completa metiche oyendo conversaciones ajenas. 

Carolynn también salió encontrándose con la misma escena, Savannah rodó los ojos y se apresuró a marcharse de la casa de los Rowland.


—Lo escuchaste todo, ¿cierto? —el silencio de la ojiazul fue una respuesta más que suficiente. La chica suspiró y miró a Martha con pesadez —Debes de estarte preguntando qué sucede, y créeme que te contaría todo lo que seguramente quieres saber, pero... no me pertenece esa historia, Martha, lo siento. —se sentía culpable de no poder explicarle la verdad, mas debía de respetar las decisiones y secretos de su grupo de amigos —Charlie, él es el único que tiene derecho a hacerlo y puede decírtelo.

—¿Por qué eso suena como solo un pedazo de la historia y que yo no debería preguntárselo?

—Porque lo mejor es que olvides lo que oíste allá dentro, y nunca le recuerdes a él ese tema —pocas veces se veía seria a la saltarina Carolynn Rowland que se especializaba en el ballet clásico

—Ni siquiera sé de qué tema hablas —escupió Martha sintiendo su cabeza dar vueltas por tantos fragmentos de información desconocida

—Y es preferible —los labios de la ojiazul temblaban al decir cada palabra, temiendo de decir algo de más —Nadie de los que lo sabemos lo menciona, es como... algo prohibido. Creo que ya es hora de que vayas a casa, Martha, se hace tarde y andar sola por las calles ahorita no es buena idea. Me avisas cuando llegues.


La castaña asintió y fue por sus cosas, colgándose la mochila al hombro y yéndose sin siquiera despedirse... Carolynn se quedó en la sala, bebiendo un trago de ron en un intento de controlar sus nervios alterador; si bien eran problemas ajenos a Martha, tenía la sensación de que estaba conectada a ellos, y eso solo interrumpía su fuerza de voluntad de no pensar en el lío que se había metido sin siquiera buscarlo.

Caminando a casa entre las calles oscuras, y cuidando de que nadie la siguiera, pues últimamente la vida en Dieppe era diferente y menos segura que antes, un sinfín de preguntas parecían revolotear en su mente como si de alas de mariposa se trataran, comenzando con ¿por qué Savannah Lee May estaba tan enojada? ¿qué era tan serio que ese grupo de amigos temía de decir? ¿qué tenía que ver Charlie en todo eso...? 

Y, ¿quién diablos era Ellis?




"¿Recuerdas los sueños que teníamos? ¿Las cosas que queríamos? ¿Esas veces que sonreír no dolía? Y entonces crecimos, y el tiempo se llevó todo eso, incluso a nosotros mismos."








꧁· Por esta noche — Charlie Gillespie ·꧂


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Frida

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*cualquier error de dedo u ortográfico será editado posteriormente

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