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«El precio de perderse»

05 𝖉𝖊 𝖘𝖊𝖕𝖙𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊 𝖉𝖊 2019



—Charlie, ¿a dónde vas? —últimamente escuchaba seguido esa misma pregunta, y para todo, la respuesta era una única persona

—Solo... No tardo, esperen aquí —les regaló una sonrisa a sus amigos para tranquilizarlos, para posteriormente comenzar su camino hacia el punto más alto del parque Rotary St-Anselme. Era sábado del mediodía y el cielo se encontraba nublado, su nariz roja por el frío, y su mirada verde tan brillante y cautivadora como siempre


Charlie Gillespie no se detuvo hasta que sus piernas alcanzaron la colina, pasando desapercibido de su alrededor. Y es que siempre que se sentía perdido (lo cual solía pasar continuamente), iba a su lugar secreto en busca de respuestas, de un poco de calma en la tormenta; claro está, por años fue que se ausentó de ello. 

Soltó un largo suspiro, recargando sus manos en el helado barandal oxidado. La vista era preciosa a cualquier hora, pero su favorita sin duda era el atardecer desde ahí; sin embargo, era temprano y debería esperar hasta otro día en el que visitarlo.


—¿Sabes? A veces me siento perdido y no sé qué hacer —comenzó a decir aparentemente a la nada; su voz trataba de hacerse notar entre el silbido del viento que revoloteaba su largo y castaño cabello. Lo que nadie sabía, era que Charlie tenía el poder de ver más allá de las cosas, de un atardecer anaranjado... de una mirada azul —No sé qué estoy haciendo ahora, o si estoy tomando el camino correcto... No lo sé —sonaba decaído y, en parte, desesperado —Dame una señal, por favor. Lo que sea —pero su mente solo podía ver un mismo color. Su concentración se vio interrumpida por el crujido de unas ramitas, el ruido llamó su atención, percatándose de los detalles que dejó pasar —¿Qué haces aquí? —murmuró tratando de ahuyentar las lágrimas de sus ojos, no le avergonzaba llorar frente a alguien (lo consideraba algo muy humano), más bien le impedía ver a la persona

—E-En r-realidad llevo un buen rato, y te vi llegar... p-pero no... no te quise desconcentrar —dijo la joven tartamudeando. Trató de esconder su rostro entre la maraña de cabello castaño sin peinar —Ya me iba, de todas formas —esbozó una mueca antes de darse vuelta para bajar

Fue cuando Charlie reaccionó —¡No! Espera —la detuvo rápidamente para evitar que se fuera. Martha se giró a verlo, confundida. Su mirada azul claro se desvió a los moretones que continuaban sobre la pálida piel del chico, algo dentro de ella se estrujo. Quizá era ver de esa manera a un buen muchacho que no lo había merecido... Sí, seguro era eso —No te vi en toda la semana, quería hablar contigo, pero nadie sabía nada de ti.

—Charles, creo que cuando alguien se desaparece de esa forma es porque quiere estar sola —jadeó con sequedad una sonrisa. Las mejillas de él se colorearon, avergonzado; era como cuando la maestra de matemáticas te pasaba al pizarrón y no sabías la respuesta, así se sentía... y eso que Charlie llevaba años sin hacer siquiera una ecuación

Parpadeó repetidas veces para espantar aquellos pensamientos —Escucha, lamento lo que sucedió en la escuela. Sé que debí permanecer al margen...

—Nada Charlie, solo déjalo así —le pidió Martha con un ademán —Y por favor, deja de recurrir a Bonny, suficientes molestias ya le causo yo.

—Martha, solo quería asegurarme que estabas bien —el ojiverde frunció el ceño, desconcertado por el cambio de actitud —Entiendo que estés molesta, ¡pero no podía quedarme de brazos cruzados! Ese tipo te iba a pegar, y no me arrepiento de haberlo hecho... aunque no te parezca —dijo con seguridad, cruzándose de brazos —¿Cómo puedes dejar que alguien te trate así? Mira, desconozco si es tu amigo y sé que no meincumbe, pero...

—¡Ya te dije que no tengo amigos! —exclamó de vuelta, luciendo aún más molesta —Adam es mi exnovio, y no es la mejor persona del mundo, pero al menos es algo. Él es lo único que me queda de mi pasado —su tono cambió a uno rudo y quebradizo, al igual que sus ojos se aguaban con dolor —Es como volver a casa.

—Un lugar donde te humillan y no saben apreciar tu valor, donde te lastiman con intención solo para romperte. Donde apagan tu luz sabiendo que temes a la oscuridad. Eso Martha, nunca va a ser casa.

—¿Tú qué sabes de eso? —negó dejando las lágrimas caer. Charlie tuvo que aguantar las ganas de estirar su brazos y secarlas

La mandíbula de Charlie se tensó, malditos recuerdos —Sé más de lo que te imaginas.

Martha se rindió ante esos ojos verdes preocupados, estaba demasiado cansada de luchar sola, aunque no lo admitía a nadie. Quizá era momento de dejarlo de lado, pero es que no quería involucrar a nadie en su desastre —Ella está muerta por nuestra culpa.

—¿Qué? —si antes estaba confundido, ahora se encontraba más perdido que la chinita en el bosque

—Su nombre era Ariana, y éramos mejores amigas desde que tengo memoria —la tensión entre ambos, y la forma en que citaba los recuerdos, dejaban en claro que era una vieja historia, empolvada en la mente desde la última vez que fue contada —Estuvo cuando mi papá nos abandonó a mi madre y a mí, y nosotras estuvimos para ella y su mamá cuando su padre murió. Irónico, ¿no? Tan parecidas, sin amor paternal y un sinfín de preguntas sin contestar. Compartíamos el mismo sufrimiento —sonrió con dolor —Queríamos crecer, como cualquier niño idiota que piensa ser adulto será el mejor favor que la vida puede hacerle. Pensamos que todo será más sencillo, que nosotros seremos libres. Cuando lo único que causaremos, es que los demonios lleguen antes de tiempo.

—Martha...

—Déjame hablar, Charlie. Es lo que querías, ¿no?

—No de esta manera.

Pero ella lo ignoró —Yo tenía quince y ella dieciséis, compartíamos el mismo grupo de amigos, entre ellos Adam. Él no siempre ha sido un idiota, bueno... quizá un poco, pero conmigo era diferente —negó para sí misma, con tristeza —Ari estaba mal, y le dimos la espalda esa noche. Yo estaba molesta porque descubrí que se había metido con Adam; él y yo habíamos terminado hacía cosa de seis meses. —Martha tragó grueso, preparándose para lo siguiente. Las palabras aún quemaban —Estábamos en una fiesta, las detestábamos, pero por alguna razón, esa noche en particular decidimos ir a una. Después de verlos juntos, discutimos y me fui, ella se quedó llorando. Para eso, habíamos ido juntas así que la dejé ahí botada. Adam estaba drogado, ni siquiera le importó lo que ocurrió; no la culpo a ella realmente, sabía que él también tenía la misma carga. Y quizá no debí molestarme, ya no éramos nada, pero ¿por qué ella nunca me dijo lo que sentía por él? Nunca lo entenderé, quizá eso fue lo que me lastimó, que no tuvo esa confianza de decirme las cosas —la castaña se recargó en el tronco más cercano de un arbolito ralo en la colina —Cuando comencé a andar con Adam él ni siquiera me gustaba tanto, y era extraño pensar que yo le gustaba a él. Era... raro, Adam es raro. Nunca nos quisimos como tal, y ella jamás demostró interés en él.

—Todos los seres humano somos ciegos.

—No lo sé. Yo fui a casa y me quedé dormida, desperté con dolor de cabeza, así que me levanté porque escuché la puerta de la casa abrirse. Eran ¿qué? Las seis de la mañana tal vez. No recuerdo bien, dicen que cuando sucede algo doloroso y malo, bloqueas los recuerdos, hasta los detalles más insignificantes —se aferró a su sudadera, la cual se encontraba raída y vieja, como gran parte de la ropa que usaba los últimos meses. La situación económica no era la mejor, especialmente desde lo que sucedió con su madre —Mi mamá estaba con la suya en la sala. Mamá me había dado pastillas para dormir, pero desperté con mareos y escuché por accidente, la garganta la tenía seca y olvidé subir mi vaso con agua; entonces oí que la vieron salir llorando de la fiesta, estaba con Adam, pero terminaron peleando y ella le aventó una taza de la cocina. Le partió el labio, y ella se fue. "Tomó la bicicleta de alguno de los presentes y pedaleó hasta casa... pero nunca llegó, Mallory. Un coche la embistió en la avenida principal, Ariana está muerta" —Martha jamás olvidaría esa noche, tanto que aún tenía pesadilla —Si tan solo hubieras escuchado el llanto de una madre que perdió a su hijo... Es lo peor. Sientes que tú también te estás muriendo en vida. Kate ni siquiera podía hablar.

—¿Piensas que es tu culpa?

—¡Adam y yo la matamos! Si yo no hubiera reclamado nada, si ese idiota no la hubiera dejado... Ariana no habría huido, ni pensado precipitadamente, o estado distraída.

—Los accidentes ocurren, Martha, y ese lo fue.

—Todos los accidentes pueden evitarse, Gillespie —lo corrigió con dureza, teniendo en mente los ojos rasgados de su difunta amiga —Unos meses después fue el turno de Hansel, otro de nuestros amigos. Se empastilló y lo encontraron en su departamentos horas más tarde. Tuve que enterrar a dos de mis mejores amigos en menos de medio año, ¿entiendes eso? Así que no me digas cómo actuar. De ese grupo de cuatro solo quedamos Adam y yo, él se mudó primero —desvió su mirada de la de él, pues ya había comenzado a llorar —Y todo por culpa de los malditos detalles.

—¿Realmente vale la pena arruinar algo por cosas pequeñas y estúpidas? Pueden parecer insignificantes... pero son lo que más lastima si no les das el cuidado necesario. Es como una flor.

Martha volvió a mirarlo —Habla por ti. Eres afortunado, aún te tienes a ti mismo.

—¿Eso crees tú?

—Si no fue el caso, pareces haberte encontrado luego de perderte —contestó con indiferencia, inútilmente tratando de espantar su llanto —Quiero rendirme, lo haré.

—Aquello que se pierde una vez, no se vuelve a recuperar, Martha. Nada es lo mismo que en algún momento fue. —solo quería hacerla cambiar, pero parecía ser más complicado de lo que creyó. Charlie se relamió los labios. —¿Recuerdas que me preguntaste si me he sentido vacío? Te sorprendería la respuesta, no eres la única que la pasa mal. No hables antes de tiempo. Déjame demostrártelo, que no tienes por qué ser solo una nube gris —casi le suplicó, extendiendo una mano en su dirección, justo como la primera vez. La ojiazul lo contempló por largos segundos antes de negarse y dar vuelta, sin aceptarla. 

Bajó la colina lo más rápido que pudo, buscando la salida, sin embargo, parecía que sus planes no funcionarían, pues tres adolescentes de casi su misma edad la vieron. Y dos de ellos se acercaron hasta ella —¡Hey! Tú eres Martha Taffinder, ¿cierto? —supo identificarlo como Jeremy Shada, uno de los jóvenes con mayor influencia dentro de la Academia de artes

—Sí, emmm... ¿me das permiso, por favor? Tengo que irme —pero una castaña de perfecta estatura y ojos claros la abordó, obstruyendo su paso

—Soy Carolynn, un gusto, Charlie te invitó esta noche ¿cierto? —la mirada de esa chica se perdió a espaldas de Martha, deduciendo que el ojiverde se encontrada detrás —Será divertido, vamos.

—Carolynn... —pero ella lo calló nuevamente

—Quizá, no lo sé. Perdón, de verdad tengo que irme —se disculpó con la joven que lucía muy amable y sincera, tanto que se sintió mal por evadirlos. Y aunque caminó lejos de ellos, alcanzó a escuchar cómo el chico de ojos verdes continuaba excusándola del mundo



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—¡Ya va a iniciar, andando! —Carolynn y Jeremy se tomaron de las manos, sin dejar de sostener las varias chucherías que compraron para ver el espectáculo. A pesar de que Savannah no les dirigía la palabra, siempre continuarían apoyándola, especialmente en algo que tanto le apasionaba

Big G, ¿qué esperas? Nos van a ganar los lugares —Owen utilizó el apodo para hacer molestar a su otro mejor amigo, quien no pudo replicar puesto que su novia ya los había hecho entrar al auditorio. El lugar se encontraba repleto de personas de todas las edades, lo que auguraba éxito a la recaudación de fondos —Compré papitas, tus favoritas —el rubio continuó lamiendo su helado a un costado de Charlie —¿Estás esperando a alguien? Oh ya entiendo —dijo captando la idea —Charles, en serio, deja de pensar en esa niña rara. No te hizo caso y no vendrá, ahora, tienes la opción de disfrutar la noche comiendo todas las frituras que tu madre no te permite por la ansiedad que te causan los dulces, y después iremos a comer pizza. Y con tus amigos, ¿lo ves? Has ganado la lotería —lo tomó del hombro, dándole a este un apretón para reconfortarlo

Charlie lo miró apretando una sonrisa agradecida, que Owen pudo descifrar —Creo que tienes razón, y te haré caso —el rubio casi se pone a bailar ahí mismo, ya que pocas veces el ojiverde aceptaba sus consejos. Pero justo cuando se daban la vuelta, una tímida joven abrigada con un suéter floreado, miraba a todos lados con inseguridad —Espera.

—¿Ahora qué...? No lo creo, ¿de verdad vino? —para sorpresa del castaño, Owen no sonaba molesto, sino sorprendido —Santa mierd...

—Owen calla, eso no es moral. No mezcles mierda con una palabra religiosa.

La ojiazul distinguió a las dos figuras de clara diferencia de estatura, parecía que Charlie estaba regañando al rubio. Escondiendo una sonrisita, se acercó a ellos —Hey.

—Hey —susurró Charlie también, haciendo que Owen arqueara las cejas mirando la situación —¿Viniste? Es decir, viniste. Digo, es obvio p-porque... estás aquí, justo enfrente de nosotros —Martha comenzó a reír, era gracioso verlo nervioso, aunque no entendía el por qué se ponía así

—Mucho bla bla bla —tapó la boca de este —Lo que Charlie quiere decir es que le agrada que hayas aceptado nuestra invitación grupal para un evento abierto al público. Y ahora yo también estoy hablando demasiado, Charlie eres un imbécil, convivir contigo me está afectando —maldijo por lo bajo —En fin, a mí también me alegra verte aquí. Car y Jer están dentro aguardando por nosotros, prometo que esta noche te gustará. Bienvenida al Caos, literalmente.





"Pensé que, si lograba sanar mi herida, podría curar la tuya... pero lo único que hice, fue rompernos a ambos. Y lo sentiré por siempre."








꧁· Por esta noche — Charlie Gillespie ·꧂


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Frida

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*cualquier error ortográfico/de dedo será corregido posteriormente

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