
𝟏. 𝑵𝒐 𝒋𝒖𝒆𝒈𝒖𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒅𝒊𝒂𝒃𝒍𝒐.
Era una mañana tranquila de fin de semana cuando la dulce chica de cabellos negros—Le Chaewom—, salió del baño apresurada al escuchar el teléfono de la sala de estar resonar por todo su departamento. ¿Quién podría ser a aquella hora?, se preguntó para sus adentros, mientras tomaba el teléfono con su mano libre—ya que con la otra aguantaba la toalla que envolvía su cuerpo desnudo—, para que no cayera al suelo.
—Diga.—Respondió simplemente, esperando a que hablaran al otro lado de la línea.
—Te estoy observando.—Chaewon escuchó al otro lado: una voz baja y sombría, en un tono ronco que erizaba la piel. Para cualquiera podía ser tenebroso escuchar aquello en aquél tono, pero ella simplemente rodó los ojos sabiendo quien era el que intentaba asustarla.
—Muy gracioso, Heeseung.—Le dijo ella, sin una pisca de gracia en su voz.
Heeseung chasqueo su lengua y se puso en modo defensivo:
—No seas aburrida Chae, ¿donde quedó tu espíritu de Halloween?—Inquirió el pelirrojo en un tono burlón.
—Era verde y se lo comió una vaca.—Respondió Chaewon en un tono sarcástico.
—¡Lee Chaewon, eres la reina del aburrimiento!—Él exclamó en un un tono divertido y luego se acomodó un poco mejor sobre la superficie de la encimera de su casa, en donde estaba sentado.—¿Qué te parece si hoy por la tarde voy a tu casa y nos vamos de fiesta?, ya sabes, debe haber un montón por Halloween; seguro nos colamos en alguna sin problema.
Chaewon puso los ojos en blanco como minutos antes lo había echo y finalmente contestó:
—Suena como un plan que no haría.—Dijo Chaewon, en un tono molesto y finalmente volvió a hablar:—Heeseung, cada vez que acepto alguna de tus locas ideas, termino metida en algún lío.—Se quejó ella aguantando la toalla en su cuerpo con un poco más de fuerza.
—¡Venga ya, Chaewon! ¿Que es lo peor que puede pasar?—Preguntó Heeseung con obviedad rodando él esta vez sus ojos como si la chica pudiera verlo y como si él tuviera la razón en cada una de sus palabras.
Chaewon bufó y se acomodó mejor en su lugar lista para explotar finalmente.
—Te recuerdo que la última vez que dijiste eso terminé en una celda de comisaría.—Dijo Chaewon en un tono afilado, sediento de quejas contenidas por años.—¡¿O quizá te guste que te recuerde la vez que en el baile de primavera, tu exnovia me tiro su bebida encima y casi me arranca los cabellos porque intente defenderte cuando te dejo plantado y se fue a bailar con otro?!
Las palabras de Chaewon estaban cargadas de resentimiento y algo de enojo. Heeseung intentó justificarse, pero fue interrumpido por ella:
—¡Casi olvido la vez que acepté hacer una fiesta exótica en mi departamento para la despedida de soltera de la esposa de Jake y los bailarines que contrataste, resultaron ser unos asaltantes y terminamos encerradas en mi baño casi con un tiro en la cabeza!—Chaewon le reclamó aquello sin pelos en la lengua.
Era como si cada vez que Heeseung creaba un plan con ella, todo terminaba con la pobre chica metida en algún lío que la llevaba a las situación más extrañas y humildes que un ser humano común puede tener. Se concideraba asi misma la reina de la humildad y a Heeseung su amuleto de mala suerte.
Pero que más podía hacer Heeseung era su mejor amigo desde que usaba pañales y no lo dejaría nunca a pesar de que fuera su mala suerte andante. Porque si lo era.
—Bueno... No es para tanto.—Heeseung soltó una risa nerviosa.—De todas formas la policía logró atrapar a los ladrones antes de que escaparan y la esposa de Jake dijo que había sido la experiencia más alocada de su vida... Aunque Jake se enojo un poco y ahora no me deja organizar sus fiestas por esa razón.—El tono de Heeseung iba apagandose con cada plabra que salía de sus labios.
Porque hasta él sabía que a veces la mala suerte lo perseguía de una forma muy extraña.
—Heeseung, no te justifiques.—Hablo ella seriamente, sacándole un suspiro de resignación al chico.
—Quizá tengas razón, pero juro que esta vez no va a pasar nada raro, ni peligroso, tampoco te van a robar o vas a terminar en prision. Lo juro, di que sí, por favor, Chae.—Pidió Heeseung con súplica.
Chaewon suspiró rendida de su insistencia, de todas formas no sabía decirle, 'no' a su amigo de la infancia.
—Bien... Pero te juro que si algo más pasa nunca jamás te vuelvo a aceptar otra salida ni otro de tus planes locos.—Chaewon recalcó lo último hablado en un tono serio y decidido.
—Lo juro, nada malo va a pasar. Es una promesa.
Así fue como Lee Chaewon y Lee Heeseung terminaron en una fiesta a la que ni siquiera habían sido invitados, pero que de alguna forma el chico logró convencer al guardia de seguridad para que los dejara pasar.
—Ves te dije que nada malo iba a pasar.—Grito Heeseung como pudo en medio de la multitud y la música alta.
—Ni lo digas, tengo un mal presentimiento.—Murmuró Chaewon dándole un trago a su bloody marry.
—Tú y tus malos presentimientos.—Heeseung rodó los ojos y tomó a Chaewon del brazo sacándola a la pista de baile.
El chico comenzó a bailar de forma animada frente a su amiga, sacándole unas cuantas risas. Chaewon se cruzó de brazos sin muchas ganas de bailar, pero sintiéndose animada al ver a su amigo tan feliz.
—Baila conmigo, Chaewon.—Heeseung le regaló una sonrisa y dio vueltas a su alrededor sacándole risas divertidas.
Al final, Chaewon terminó contagiándose con la alegría de su mejor amigo y bailando con él en aquella pista de baile hasta que sus pies no dieron más.
La noche continuó con su ritmo lento y despistado, entre el calor y la multitud que bailaba sin control alguno con el alcohol hasta la cabeza. Aquellos dos jóvenes que se divertían sin control alguno terminaron de una forma u otra dentro de una cabina obscura rodeada por luces tenues. ¿Cómo llegaron allí?, ni ellos mismos lo sabían, lo único que sabían era que habían encontrado una botella de vino tinto y una tabla de ouija.
—¿Invocamos al diablo?—Preguntó Heeseung mientras se tambaleaba agitando la tabla de ouija en una mano y con la otra sosteniendo la botella de vino a medio tomar.
—¡Te volviste loco!—Le grito Chaewon riendo y tirándose a la gran cama de sábanas de terciopelo rojo que se encontraba en aquella habitación.
—¿Que tiene?, de todos modos, no va a funcionar.—Heeseung se encogió de hombros y le dio un trago a la botella.—¿La probamos?—Sonrió con picardía agitando la tabla de nuevo frente al rostro de Chaewon.
Chaewon solto una risa y nego cerrando sus ojos. Sabía que algo horrible iba a pasar, pero aun así se dejó llevar sin importarle las consecuencias y solo guiandose por el alcohol en sus venas.
—Heeseung, esto no va a funcionar.—Se quejó Chaewon, sentada a su lado en el suelo, recostando su cabeza en el borde de la cama detrás de ella.
—¿Seguro que echaste la sangre donde era?, prueba de nuevo.—Le pidió Heeseung, apuntando al centro de la tabla.
—¡Por un demonio Heesueng, no voy a cortarme de nuevo, hazlo tú!—Chaewon frunció el ceño.
—No voy a cortarme, eso duele como la mierda.—Se quejó él haciendo una mueca extraña con su rostro.
Ambos jóvenes siguieron peleando en su estado de borrachera sin percatarse de que el ambiente a su alrededor comenzó a cambiar y la poca luz tenue que había en la habitación se apagó de golpe.
—¡Oh, mierda!—Heeseung soltó un leve grito aferrándose al hombro de su amiga.
—Seguro se fue la luz, relájate.—Chaewon rodó los ojos y apartó a su amigo para encender la linterna de su celular.
Chaewon apuntó hacia un punto fijo de la habitación donde se comenzó a formar una sombra deforme y demasiado grande para ser la de un humano, cubriendo casi toda la pared. Una neblima espesa e inexplicable comenzo a esparcirse, con una mezcla de colores grises y negros, erizandole la piel a ambos amigos. Poco a poco la sombra tomó un color rojo, tan intenso como la misma sangre y se esparció por la pared haciendo que Chaewon soltara un grito ahogado al ver que era sangre real, que comenzaba a correr por los bordes de la pared y se desbordaba por las esquinas del suelo.
Murmuros incomprendibles resonaron por todo el lugar, gritos desgarradores y voces distorcionadas. El espacio se sentia asfixiante y el holor desagradable a podrido se mezclaba con el aire y la sangre dándole una escencia nauseabunda que revolvía el estómago de Chaewon. Una figura de alas negras como el azabache y cuernos tan puntiagudos como la punta de una aguja se rebeló frente a ellos. Con ojos inyectados de rojo y un rostro deforme como si hubiera sido quemado inumerables veces hasta no distinguirse sus facciones. La piel de aquél ser era roja brillantes, con un aura cargada de obscuridad. Las almas se aferraban a su cuerpo intentando salir ante el nuevo mundo pero parecían quemarse y desaparecer entre gritos.
Entonces Chaewon supo que debía correr, aquél juego estúpido había resultado y solo tenían dos opciones: Quedarse a observar y esperar su muerte o huir en un intento de salvar sus pellejos.
—¿Quién ha solicitado la presencia del Diablo?—La voz macabra salió de aquella criatura y ambos jóvenes no pudieron evitar sobresaltarse.
—El diablo existe.—Murmuró Heeseung aferrándose de nuevo al brazo de su amiga, quien maldecía por lo bajo.
En aquel punto el alcohol en el cuerpo de ambos había desaparecido. La criatura empezó a derretirse, su carne roja comenzó a erocionar como si fuera una seripiente que estaba mudando de piel. Sus alas se volvieron humo exparciendose en plumas negras por toda la habitación, sus puntiagudos cuernos comenzaron a encogerse hasta desaparecer y sus ojos antes inyectados de rojo se encogierom hasta su iris, dandole una apariencia más humana.
En un abrir y cerrar de ojos aquella apariencia terrorífica comenzó a trasformarse en la de un joven apuesto de unos veinte años, quizá. Con un cabello azabache que caía sobre su frente, piel pálida que parecía la de una muñeca de porcelana, una altura intimidante que le daba aires de grandeza, nariz fina pero no demasiado puntiaguda, labios pomposos que parecían ser hechos para besar, con un traje negro que le daba un toque elegante y a la vez lo hacia ver como un joven señor burgues. Pero aun así había algo en él, sus ojos afilados como los de un dragon que acecha, esos que antes estuvieron inyectados de rojo por completo, ahora ese intenso rojo solo esta cubriendo su pupila; como un recordatorio de que sigue siendo la obscuridad y que con una simple mirada puede penetrar tu alma y convertir tu cuerpo en una marioneta sin vida.
—¿Por qué me llamaron humanos insignificantes?—Exigió aquel ser mirándolos a ambos con ojos penetrantes.
—Dios mío, es real.—Dijo Heeseung tapándose la boca con sorpresa.—Es el diablo.
—¡No menciones a Dios en mi presencia! ¡¿Entendido?!—La voz de aquel hombre resonó por todo el lugar y Heesueng asintió sobresaltádose.—Y para responder tu pregunta si lo soy, se me conoce por muchos nombres, Lusbel, Lucifer, Belzebu, El diablo. Pero ustedes seres inferiores llámenme Riki.—Dijo aquel ser de forma simple posando su mirada en Chaewon, que había estado callada por todo ese tiempo.
Chaewon al sentir su mirada penetrante, levantó la suya y lo encaró.
—¿Y que quieres?—Dijo ella simplemente, sin inmutarse antes el miedo que crecía en su cuerpo, sacándole una risa sin gracia al pelinegro.
—Ustedes fueron los que me llamaron. El trato es simple un deseo por sus almas. Cumpliré cualquier cosa que sus corazones obscuros deseen, pero a cambio me quedaré con sus almas y me encargaré de que se quemen en el infierno por toda la eternidad. Simple, ¿verdas?—Explicó él de una forma arrogante y socarrona. Como si toda esa situación fuera una rutina divertida para él.
—Pero mira la hora, son las tres de la mañana y mi novia me dijo que fuera a verla antes de las cinco.—Heeseung solto una risa nerviosa y se levanto del suelo limpiandose el polvo de su pantalón.—Nos vemos mañana, no te olvides de contarme como te fue con El Diablo.—Heeseung tropesó con sus propios pies al casi salir corriendo de la habitación forzando la manija de la puerta para abrirla y salir de allí como un rayo de luz sin mirar atrás.
Chaewon se levantó también a punto de seguirlo, entreabriendo sus labios desconcertada por la traición de su mejor amigo.
—¡Vuelve aquí, maldito, cobarde de mierda!—Le grito Chaewon en un tono enojado.—¡Ni siquiera tienes novia!
Chaewon estaba dispuesta a seguirlo y gritarle sus verdades pero cuando se acercó a la puerta para salir esta se cerró en un golpe seco que la dejó desconcertada con su cuerpo temblando por el miedo de estar en la misma habitación que ese ser.
—Tú no vas a ir a ningún lado, bonita.—Susurró él en su oido haciendo que la piel de Chaewon se erizara por el sutil roce cargado de calor y maldad.—Jugaste con El Diablo y ahora no tienes a donde huír.
Otro susurro escapó de sus labios en un ronroneo cargado de tensión. El cuerpo de Chaewon temblaba y era incapaz de girarse a ver que podía encontrar detrás de ella. Estaba aterrada.
Sin dudas Chaewon estaba más que jodida y lo sabía. Pero lo mejor de todo, es que no tenía ni la menor idea de como salir viva de esa situación.
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