9. El Regreso A Casa
Mediados de febrero
Viernes. 17.00 de la tarde. Universidad de Almería
Mi última clase de hoy ha terminado hace uno minutos. Hoy voy a casa después de más de un mes sin aparecer por allí. Con la excusa de los exámenes no he tenido que ir, pero, ya no tengo más remedio que hacer acto de presencia. Serán sólo tres días, pero sé que se me van a hacer eternos. Voy a cruzar el vestíbulo para salir por la puerta cuando veo a Rodri en una esquina hablando con un par de chicos.
Joder, que guapo viene hoy. Bueno, todos los días está guapo. Desde el día de la fiesta hablamos más por teléfono y ya no sólo de cosas de clase, sino un poco de nuestra vida también. Incluso nos hemos tomado un par de cafés más. Pero, de ahí no ha pasado.
Camino hacia la puerta. No voy a llamarle la atención si él no me ha visto. Es que me muero de la vergüenza. Pero, él si se ha dado cuenta de que yo estoy pasando a su lado.
- ¡Ei, Luna! -me giro para ver como viene hacia mi y me paro casi llegando a la salida de la facultad- ¿Dónde vas?
-Me voy a mi pueblo. Ya va siendo hora de que mis padres vean que sigo respirando. Mi padre me ha amenazado con desheredarme sino voy este finde -le digo resoplando. Y diciendo la verdad. Siempre me amenaza con lo mismo. Que soy su heredera. Como si mi hermano Diego no existiera vaya.
- ¿Te vas en el autobús?
- Si. El primero que me lleve a la Estación de Autobuses.
- Anda, venga, que ya te llevo yo -me dice él poniéndose la sudadera que lleva en la mano.
- No hace falta, de verdad, el autobús está ahí al lado... -señalo la parada de bus que se ve desde aquí y cuando me giro para mirarlo él tiene uno de sus brazos en la cintura mirándome fijamente.
- ¿Otra vez, Luna? No seas pesada tía, venga, vamos.
Cuando esos ojos marrones me miran como él lo hace ahora es muy difícil decirle que no. Así que asiento porque sé que nos vamos a poner a discutir, y yo, voy a perder. Así que me dejo llevar hacia su coche mientras hablamos de cosas de clase.
Minutos después, y ya montados, Rodri pone rumbo hacia la estación de autobuses. En la radio suenan los últimos éxitos latinos y algunos son para volverse sordo.
- ¿No tienes ganas de ir a tu casa? - giro un poco mi cabeza y aprieto mis labios asintiendo.
- ¿Tanto se me nota, Rodri?
- Te lo noto yo que te conozco.
Una sonrisilla se instala en mi cara y me sube algo de calor por todo el cuerpo sintiendo hasta mis mejillas arder.
- Pues no, no tengo ninguna gana. Es que cada vez que voy allí tengo que soportar a mi padre y sus planes de futuro. Es agobiante.
Me llevo la mano al flequillo quitándomelo de la frente mientras suspiro fastidiada.
- Que mal Luna. Que no estés ni a gusto en tu propia casa tiene que ser una mierda.
- No sé Rodri. Es mi casa, mi familia, pero han puesto tantas esperanzas en mi, que no se dan cuenta de que lo único que hacen es ponerme peor.
- ¿Y porqué no se lo dices?
Rodri gira su cabeza un poco y se me queda mirando esperando mi respuesta. Algo que ni yo misma sé cómo hacer.
- Eso mismo me pregunto yo.
Aprieto mis labios y aparto mi vista mirando por la ventanilla. Me cuesta tanto hablar de mi familia. Porque me agobian, y porque mandan en mi, y yo, encima, los dejo. Estamos los dos callados unos segundos, y esto hace que me sienta mal.
- Lo siento, Luna, si te he molestado.
Quito mi vista de la ventana y me vuelvo para mirarlo a él. Se ha mordido el labio inferior mientras me habla y a mi me parece de lo más sexy verlo hacer eso.
- No estoy enfadada. Es que no me gusta hablar de ese tema. Me pongo triste.
Rodri pone su mano derecha en mi muslo dejándome algo descolocada. La aprieta un poco y yo bajo mi mirada hasta fijarme en como su mano se queda ahí mientras yo trago saliva algo nerviosa.
- Pues no hablemos más, cuándo vuelves?
- El domingo por la tarde supongo -si fuera por mi, iba y venía en el mismo día.
- ¿A qué hora más o menos?
- Pues a las 19.00 o así ¿por?
- ¿Quieres que venga a buscarte? Jugamos mañana aquí en casa, así que tengo el domingo libre
Miro muy sorprendida a Rodri. Se supone que domingo y que debería tener planes con amigos, o con amigas, pero a cambio, prefiere aprovechar su tarde para recogerme a mi en la estación de autobuses. Yo alucino, de verdad.
- Bueno, si no es molestia -le digo apretando mis labios intentando ocultar mi cara de alegría y de satisfacción.
- Tú nunca serás una molestia para mi, Luna, al contrario, me encanta pasar tiempo contigo.
Sábado. 21.00 de la noche. San Martín
Miro y remiro toda la ropa que mi madre me ha puesto encima de la cama y vuelvo a dar una pequeña patada de fastidio en el suelo. Lo de mis padres es increíble. Cuando ya pienso que no pueden sorprenderme más, ellos lo hacen.
- Los invitados están a punto de llegar hija, vístete de una vez -mi madre entra en mi habitación poniéndose uno de sus pendientes de perlas en la oreja.
- Es que no entiendo por qué tengo que estar yo también en vuestra estúpida cena de negocios -le digo enfurruñada.
- Es una cena familiar. Viene el socio inglés de tu padre con su familia, y va a ser una cena de familia. Por eso vamos a estar todos.
- Pues después de cenar seguro que me duele la cabeza -le digo a mi madre amenazándola.
- Lo mismo éste mes te meto menos dinero en la tarjeta y no te puedes comprar tus bolsas del Tiger.
Mi madre se da la vuelta y yo vuelvo a resoplar. No tengo otro remedio que ir a esa cena. Por lo que se ve, SierraSur va a exportar al Reino Unido varias variedades de conservas. El trato se cerró ésta semana, y mi padre ha invitado a su socio en Manchester para celebrar su futura sociedad. Por lo que se ve, éste señor viene con su mujer y sus dos hijos. Él es español, concretamente de un pueblo de Badajoz, y está casado con una ciudadana inglesa a la que según mi padre, le va más la vida española que la de su país.
Cojo mi móvil y miro la hora. El partido del Almería ya ha terminado con victoria nuestra. Gol de Marco, asistencia de Rodri. Abro whatsapp y decido mandarle un mensaje.
Enhorabuena por la victoria. Según he leído has hecho un partidazo
Bloqueo mi móvil mientras lo dejo encima de la cama. Me quito la ropa y me pongo unos pantalones negros palazzo y una blusa blanca cruzada. No quiero ir muy arreglada, pero tampoco ir con pintas. Mi móvil suena con un mensaje y lo cojo mordiendo mis labios, porque si, es él.
Gracias guapa. Pues si, ha sido un partidazo. Ojalá hubieras estado aquí
Vale, si, creo que me voy a desmayar. Me ha dicho guapa y que ojala estuviera con él en una sola frase. Mi corazón me late muy deprisa a la vez que le tecleo una respuesta. Nunca en mi vida había estado tan nerviosa escribiendo.
Seguro que me lo hubiera pasado mejor que en mi casa
¿Tan mal va la cosa?
Cena familiar con mi padre y uno de sus socios. Y me ha endiñado a su hijo porque tiene mi edad y según él SERÁ DIVERTIDO LUNA, TIENES QUE CONOCER A GENTE NUEVA
Tú ya conoces a gente nueva, no te hace falta
Tampoco conozco tanta gente, Rodri
Me conoces a mi y a Marco, con eso es suficiente
Bueno, don Modesto, eres un poquitín posesivo -me muerdo el labio después de decirle esto a Rodri. Pero, la verdad, es que él es el que ha iniciado la conversación
A lo mejor. Pasa de ese tío y si te aburres me llamas y voy a buscarte
¡Venga ya Rodri! Estoy a una hora y media de Almería
¿Y?
Que no hace falta tonto
Lo haría
Lo sé
- ¡Luna! ¿Puedes bajar ya cariño? -la voz de mi madre desde las escaleras me hace rodar mis ojos de nuevo y despedirme de Rodri muy a mi pesar porque la conversación se estaba poniendo interesante
Tengo que irme
Que te lo pases bien
Eres muy gracioso, Rodrigo
Buenas noches, Luna
Buenas noches
Bloqueo mi teléfono y lo dejo en silencio encima de la cama. Mi padre odia que tengamos el móvil durante la cena. Salgo de mi habitación después de haberme puesto mis zapatos de cuña. Bajo las escaleras escuchando voces en el salón. Cojo aire antes de entrar y sonrió cuando atravieso la puerta del comedor. Mi padre está con una copa de vino en la mano, hablando con un hombre moreno de la misma estatura que él. Mi madre está sentada en el sofá, con una señora rubia que debe ser la mujer del socio de mi padre.
- Luna, cariño -dice mi padre tendiéndome la mano. Voy hacia él con una media sonrisa acercándome lentamente- José, ésta es mi hija Luna. Cariño, saluda a José Valenzuela, nuestro nuevo socio.
- Es un placer -le digo acercándome para darle dos besos.
- Encantado -me dice él- te pareces mucho a tu madre, Luna.
Esbozo una pequeña y amable sonrisa y dejo que él me presente a su mujer, Fiona, y sus dos hijos, Jack y Phil. El cual, desde que me ha visto llegar no para de mirarme de arriba a abajo mientras se ríe. Incluso me guiña un ojo el muy idiota.
Nos sentamos a la mesa y a mi me toca al lado del imbécil éste que se cree muy guapo. No para de mirarme haciéndome sentir algo incómoda. Intento pasar la cena lo mejor que puedo admitiendo que la idea de Rodri no me parece tan mala. Aunque jamás le haría darse ese largo viaje por venir a buscarme.
- ¿Y tú tienes novio, Luna? -Fiona alza su copa y se la lleva a los labios mientras me mira fijamente.
- No, no tengo -le respondo cogiendo mi copa. Odio las conversaciones que siempre derivan en si tengo o no novio.
- Igual que mi Phil.
Miro al tal Phil el cual me guiña un ojo y a mi sólo me dan ganas de vomitar. Se creerá muy guapo el idiota éste. Además, que me he enterado que le gusta el Manchester City y yo lo odio a muerte.
- Antes, los negocios se sellaban también con la unión de los hijos de los socios -dice el tal José mirándonos a mi y a Phil. La copa de vino que me iba a beber se queda a mitad de camino cuando pienso siquiera en la posibilidad de acabar con el cerdo que está a mi lado, y al cual le he tenido que quitar la mano del muslo un par de veces.
- Eso era antes -le respondo yo bebiendo de mi copa.
-Bueno, a veces, si es necesario puede hacerse -contesta mi padre haciendo que yo pegue un respingo en mi silla. ¿Mi padre me está ofreciendo a su socio?
- Ya, pero hoy en día, las mujeres, por suerte, tenemos voz y voto -sigo diciendo yo. Miro a mi madre y ella desvía su mirada para cruzarla con la de mi padre. Yo flipo cada día más con ella. O pasa de mi padre o le hace la pelota a niveles máximos.
- De todas maneras, Phil no es mi mi primogénito -contesta José mirando a su mujer- es hijo del primer marido de mi Fiona.
- Bueno padre -le contesta el tal Phil- si Jack no quiere seguir tus pasos, tú ya sabes que yo estaré encantado de hacerlo.
- Lo sé cariño lo sé -le responde él- pero para eso habría que cambiar tu apellido, y tu padre no quiere.
- ¿Y cuál es tu nombre completo Phil? -le pregunta mi madre bebiéndose su tercera o cuarta copa de vino.
- Foden. Mi nombre completo es Phil Foden.
Por desgracia no sería la primera vez que vería a Phil en mi casa. Es más, su vida y la mía a punto estuvieron de estar unidas para siempre
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