32. No subestimes al Señor Sierra
Días después. San Martín
- Me voy a Madrid a vivir con Rodri
- Por encima de mi cadáver Luna
Esa fue la última conversación que tuve con mi padre hace...¿dos? ¿tres días?. La verdad es que no tengo ni idea. He perdido la noción del tiempo.
Recuerdo llegar a casa de Madrid y como mi madre ya tenía planes para mi. Quería que la acompañara a una merienda benéfica con sus amigas. Algo que no me apetecía nada. Y mi padre quería que nos fueramos a Manchester en dos días para visitar a su socio.
Les dije que no a todo. No me pude aguantaré más. Les conté a mis padres mis planes de futuro y tuvimos una gran pelea. Diego no estaba y no pudo defenderme en ese momento. Lo que mi padre soltó por su boca, lo peor que me ha dicho en la vida. Desagradecida, mala hija, y de puta para arriba. Si señor, ahora resulta que soy una puta por irme a vivir con mi novio.
Subí a mi habitación sin cenar y llamé a Rodri para contárselo. Y decidí en ese momento que al día siguiente me iría a su piso de Almería, y cuando Nuria volviera de sus vacaciones con sus padres, me iría a Madrid a esperar a mi novio de su regreso de China.
Recuerdo que una de las chicas de servicio me subió un sandwich y un vaso de leche. Mientras hacía la maleta me tomé la leche y me entró tanto sueño que me tumbé en la cama.
Cuando desperté, ya no estaba en mi habitación. Estaba en uno de los cuartos que mi padre tiene en el sótano para los peones del invernadero cuando es la temporada de la siembra. Me habían encerrado. No, me habían secuestrado.
Creí volverme loca. Esto era irreal. Mis padres no podían encerrarme, ¿o si?.
Chillé, patelee y grité como nunca. Pero, nadie vino en muchas horas.
Mi padre apareció mucho tiempo después. No sé si fueron horas o minutos, porque ni tengo reloj ni forma de saberlo. Sólo hay una pequeña ventana con rejas desde donde puedo ver si es de día o de noche. Y digo que he perdido la noción del tiempo porque descubrí, días después, que mi padre estaba drogándome con la comida. Tanto sueño no era normal. Bueno, es que nada de esto es normal.
La conversación que tuvo conmigo aún resuena en mi cabeza y me hace temblar todo el cuerpo así como darme unas enormes ganas de vomitar.
- Olvídate de todos tus planes Luna. No vas a joderme la vida porque te hayas abierto de piernas con el chutabalones ese. Te quedarás aquí hasta el día de la boda
- ¿Boda? ¿de qué estás hablando? -le pregunté levantándome del camastro muy confundida con sus palabras
- Te vas a casar con el hijo de José Valenzuela
- ¡Ni loca! No puedes obligarme a casarme con nadie papá. Me tienes secuestrada. Es un delito -le dije alzando mi dedo. Mi padre me miro impasible y soltó una carcajada
-Luna, harás lo que yo digo. Te casarás con Phil y te olvidarás de Rodrigo, o juro por dios que consigo un juez que te incapacite y paso a ser tu tutor legal
- ¿Y que diferencia habría? Me tienes encerrada. Eres un puto monstruo. ¿Cómo puedes hacerle esto a tu hija?
Él me miró y se puso en pie esbozando una fría sonrisa.
- Quizás porque no eres mi hija, y por eso para mi sólo eres un negocio
Me llevé las manos a la boca sin poder creerme lo que me decía. Retrocedí un par de pasos y caí en el camastro presa de las lágrimas. Lo que me estaba diciendo mi padre no podía ser verdad.
- No es verdad -le dije ya llorando- me estás mintiendo
- No, no te miento. Pregúntale a la puta de tu madre. Ella te contará la historia de como su rico marido no le hacía caso y acabó follando todo un verano con el capataz de uno de los invernaderos. Y cuando la amenacé con dejarla en la puta calle si seguía con su adúltero romance, dejó al pobre infeliz y volvió a casa suplicando que la perdonara. Lo hice, pero a cambio de sumisión por su parte y de que todo esto no lo supiera nadie nunca. Y meses después, llegaste tú. Te di mis apellidos porque comprendí que la hija de un argentino desgraciado, algún día me serviría de algo...
Miré a mi padre, bueno, al que creía que era mi padre. No sabía que creer. Sólo que tenía unas ganas enormes de vomitar y frio, mucho frio.
- Así que, vas a estar calladita. Igual que tu madre, que mira que bien se porta la cabrona. Y dentro de una semana vendré a por ti para acompañarte como un orgulloso padre al altar
- ¡Jamás! ¡Me oyes! Jamás me casaré con Phil. Si no eres mi padre, no tienes ningún derecho sobre mi
- Te equivocas Luna. Una palabra mía y tu madre, tu hermano y tú lo pasareis mal, francamente mal. No me subestimes Luna. No te conviene cabrearme
Dicho esto, salió por la puerta. Fui al pequeño servicio y lo eché todo. Estuve días llorando. No veía a nadie porque me dejaban la comida en la puerta y se iban. Beber no bebía nada porque sabía que los somníferos me lo echaban en el zumo o en el líquido que me trajeran en ese momento.
Quería ver a mi madre y que me contara si lo que me había dicho mi padre era verdad. Pero ni eso me merezco al parecer.
Hace unos días vinieron dos hombres de mi padre y me dejaron un vestido de novia encima de la mesa para que me lo probara. Lo destrocé con mis propias manos y lo devolví en la bandeja de la cena. Mi padre bajó echo una furia y me dijo que en tres días me casaba, y que podía estar tranquila porque me pondría el vestido el mismo día de mi boda. Le tiré un vaso de agua a la cara, y por primera vez, él me pegó. Fue un bofetón, pero me arrojó literalmente al suelo y me hice daño en un codo.
Ha pasado un día y yo estoy cada vez más desesperada. No paro de llorar. Me falta el aire y creo que me han dado un par de ataques de ansiedad. Esto es irreal. Mi propia familia me tiene secuestrada para que me case con alguien a quien detesto. He pensado en miles de formas de escapar, pero, ninguna ha salido bien. Mi padre tiene a varios guardias de seguridad rondando por aquí y la primera vez que lo intenté acabé tirada en el suelo, magullada y con la rodilla destrozada.
Sólo puedo pensar en Rodri. Es lo que me mantiene cuerda de ésta locura. Espero que se haya dado cuenta de que algo ha pasado y me esté buscando. Que no se haya rendido por mi. Pero como no tengo ni idea de lo que está ocurriendo fuera, hasta dudo de eso.
Por la noche cuando me acuesto, sólo pienso en él. En todo lo que hemos vivido y en los miles de planes que aún nos quedan por hacer. Aunque a medida que pasa el tiempo, empiezo a darme cuenta de que, puede que todo lo que yo esté pensando para nosotros, nunca llegue a ocurrir.
Me tumbo en la cama y siento de nuevo las lágrimas caer por mis mejillas. No puedo creerme que me esté pasando esto. No es justo. Yo siempre he sido buena. Nunca me he metido en líos y no les he dado ni un disgusto a mis padres. Y él...él estaba esperando el momento justo para llevar a cabo sus maquiavélicos planes.
Sólo he sido un peón a manos del señor Sierra.
La puerta de la habitación se abre con un gran chirrido y yo ya no tengo ganas ni de incorporarme. Me doy la vuelta en la cama porque no quiero ni ver ni hablar con mi padre, bueno, con mi supuesto padre.
- Luna
Me doy corriendo la vuelta para ver a mi madre con la cara desencajada acercándose hacia mi cama. Me pongo en pie y me lanzo hacia sus brazos desesperada. Ella se queda algo inmóvil pero acaba abrazándome.
- Tienes que decirle a papá que me saque de aquí -le digo abrazada a ella- todo esto es una locura
- Luna cariño...yo...
- Me ha secuestrado y quiere que me case. No pienso hacerlo mamá
- Lo harás
Me deshago del abrazo de mi madre y la miro. Por primera vez la miro bien. Me trago las lágrimas y lo que veo en su fría mirada me deja desilusionada. Mi madre siempre ha sido una mujer que ha vivido por y para las apariencias. Vestir bien, comer de lo mejor y que todos la vieran orgullosa del brazo de mi padre.
- No, no lo haré -le digo desafiante- no pienso casarme porque le vaya bien a sus planes. De todas formas no tengo porque obedecerlo, no es mi padre, ¿verdad?
Mi madre baja su mirada al suelo. Pasan unos segundos y vuelve a mirarme con la barbilla alzada y con algo de altivez.
- No tenías porqué enterarte Luna. Pero bueno, así me ahorro el tener que explicártelo. No, no eres su hija. Cometí un desliz y punto. Tampoco pasa nada. Tu padre lo hace constantemente y aquí seguimos hija
- Oh, dios -me llevo las manos a la cabeza y la miro aún con las lágrimas en mis mejillas- ¿pero en que clase de mentira he estado viviendo? ¿nunca ibas a decirme que él no era mi padre?
- No lo veía necesario Luna. No tengo ni idea de donde está el tuyo de verdad, así que... -mi madre hace un gesto encogiendo sus ojos y levanta una de sus uñas para mirarse la recién estrenada manicura
- ¡Eres la hostia mamá! Tu hija encerrada en un sótano y tú te vas a hacerte las uñas, pero ¿acaso yo te importo en algo?
Mi madre aprieta su mandíbula y se muerde la lengua mirándome. Casi ni la reconozco. Bueno, es que nunca he conocido a mi madre. Desde que tengo uso de razón, a mi me han criado entre la cocinera y la nanny inglesa que contrató mi padre.
- Luna, no lo hagas más difícil. En dos días te casas con Phil. Vivireís aquí, en casa. No hará falta que sigas estudiando. Podrás hacer un curso on line y si te portas bien, podrás tener algunos privilegios, pero mientras, no podrás salir de casa...
- ¡Jamás! ¿Me oyes bien? ¡Jamás haré lo que vosotros digáis! Antes me muero
Mi madre me mira sin mover un sólo dedo de su mano. Se da la vuelta casi sin mirarme y veo como abre la puerta de la habitación para darme una última gélida mirada.
- Si tantas ganas tienes de morirte, en uno de los cajones del baño hay cuchillas. Piensa muy bien lo que vas a hacer...y Luna, bienvenida al infierno, yo hace mucho que estoy ahí
Infierno. Eso era estar en la familia Sierra. Eso era lo que sería mi vida a partir de entonces. Tenía que haberle mandado ese audio.
Capitulo dedicado a NoheliaRH6
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