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21. Ni se te ocurra parar

- ¿Estás segura?

Me muerdo el labio y miro a Rodri asintiendo. Aparto mi mano de su calzoncillo y las voy deslizando hacia arriba hasta llegar al primer botón de su camisa. Uno a uno los voy desabrochando hasta quitársela del todo. Mis manos acarician su musculado abdomen recorriéndolo de arriba a abajo. Llego hasta la cintura de sus pantalones y suelto también ese botón. Bajo la cremallera lentamente y alzo mis ojos para mirarlo. 

Rodri no pierde detalle de lo que hago. Me está dejando a mi la iniciativa, y aunque estoy nerviosa, deseo muchísimo estar con él. Le bajo un poco el pantalón para ver sus calzoncillos negros. Él me da la vuelta poniéndome de nuevo frente al espejo. Sus manos se posan en mis caderas y lentamente me va subiendo la camiseta  hasta quitármela del todo. Estoy sin nada de ropa frente al espejo. No es la primera vez que estoy medio desnuda delante de él, pero ahora, y sabiendo lo que va a pasar, estoy más nerviosa. 

- Eres perfecta Luna. ¿Estás bien? - las yemas de sus dedos repasan la piel desnuda de mi hombro subiendo y bajando muy lentamente

- Lo estoy... solo algo nerviosa

- No te preocupes. Iremos despacio nena. Quiero que disfrutes. No pienses en nada más

Rodri pone sus labios en mi hombro dejando tiernos y pequeños besos hasta llegar a mi cuello. Lo ladeo un poco para darle más acceso mientras intento respirar lentamente. Sus manos se posan en mis pechos agarrándolos y estrujándolos a su antojo. Sus pulgares frotan mis erectos pezones arrancándome pequeños gemidos que hacen que todo mi cuerpo se revolucione por su contacto. Una de sus manos se desliza por mi vientre hasta alcanzar mi sexo. Sus dedos me acarician, me torturan, me tientan, deseando más y más de él. 

- Rodri -le digo apenas en un susurro. 

Su boca sigue besando mi cuello. Su mano sigue moviéndose en mi clítoris en caricias lentas y provocativas. Trazan círculos y se mueven de arriba a abajo empapándose bien de mi humedad. Abro y cierro mis piernas moviéndome al ritmo de sus dedos. Tengo unas enormes ganas de correrme, de estallar en miles de pedazos. Me sube un calor por todo el cuerpo, fuego diría yo. Y sé que sólo él puede conseguir apagarlo, o, hacer que me encienda más todavía.

Rodri aprieta uno de mis pechos cuando siento ese cosquilleo que nace en mi vientre y que pide a gritos que me libere. Aprieto mis piernas y mi trasero se mueve poco a poco de delante a atrás pegándome cada vez más a él. La dureza de su pene se clava en mi culo y por instinto, lo busco para sentirlo de nuevo. 

- Córrete nena. Porque después te voy a llevar a mi cama y vas a ser mía

Joder. Su voz. Esa voz que me vuelve loca. Que me habla con esta tono tan sexy, es el detonante para que no pueda aguantarme más y me deje llevar por el orgasmo. Giro mi cabeza para encontrarme con su boca que me besa ansioso de mi y de mis labios. Le muerdo el labio inferior. Un pequeño mordisco que hace que sus dedos se muevan más deprisa en mi sexo. Son besos salvajes, duros, brutales. Me hacen no querer separarme de su boca y querer morderlo aún más.

Me separo de él intentando recuperar la respiración, la  que él me quita cada vez que me besa. Rodri quita las manos de mi cuerpo y me coge en brazos para llevarme a la cama. 

No deja de besarme. De arrasar con su lengua toda mi boca. Me pone en mitad de  la cama y empieza a quitarse los pantalones y los zapatos sin dejar de mirarme. Apoyo mis codos en la cama disfrutando del espectáculo que es verlo desnudo. Porque lo es. Trago saliva al verlo moverse por la habitación. Va a su mesita y abre un cajón cogiendo un preservativo de una caja. Y no sé porqué, me da por pensar a cuantas habrá traído a ésta cama para hacer lo mismo que vamos a hacer nosotros ahora. 

Perfecto. La Luna insegura acaba de aparecer en el momento más oportuno. De puta madre vaya. Rodri se acerca a la cama y se pone el preservativo deslizándolo por toda su dureza. Sus ojos estás oscurecidos. Me mira con deseo y con algo más. Y si, soy tan idiota que me cuesta creer que esté así por mi. 

- He tenido que mirar la caja por si estaba caducada -me dice medio riéndose y algo avergonzado- hace mucho que...bueno, que eso...

- ¿Has traído a muchas chicas aquí?

Rodri me abre las piernas y se coloca entre ellas. Se acerca a mi y apoya sus brazos a ambos lados de mi cabeza. Me mira durante unos segundos sin decir nada. Sólo me mira. Como si quisiera aprenderse de memoria cada rasgo de mi cara. 

- Eres la primera que está en ésta cama Luna. Y, quiero que seas la última

Rodri baja su cabeza hasta que sus labios están de nuevo unidos a los míos. Nos devoramos. Nos besamos con ansías. Hambrientos uno del otro. Estoy derretida de deseo por él. Porque lo deseo. Quiero tenerlo dentro de mi. Ya no aguanto más. Mi cuerpo lo quiere, yo lo quiero. Su lengua acaricia cada parte del interior de mi boca haciendo que me estremezca y que un lento cosquilleo se instale en mi  vientre. 

Su boca está en mi cuello. Empieza a darme húmedos besos en cada trozo de mi piel. Baja hasta mis pechos y su lengua los va lamiendo como si fuera un helado. Primero uno y luego el otro. Me duelen las tetas. Me duelen porque estoy muy excitada. Rodri se entretiene en ellos dandoles pequeños mordiscos acompañados de suaves lametones. Muevo mis caderas y su pene roza mi entrada. Levanto un poco más mi trasero para rozarme más con él. No puedo aguantar más. La espera me está matando. Rodri me mira arqueando una de sus cejas y yo me muerdo el labio presa del deseo que siento por él. 

- Preciosa. Si te duele, me lo dices y paramos ¿vale? no tenemos prisa Luna

Asiento mirando a Rodri y a punto de llorar. Está siendo tan dulce y tan delicado conmigo que por eso me dan ganas de derramar unas buenas lágrimas. Me besa de nuevo, y lentamente se va deslizando en mi interior. Aprieto mis labios porque duele un poco. Sólo una vez lo he hecho y fue hace tiempo. Me agarro a sus hombros  y Rodri me mira algo preocupado.

- ¿Estás bien?

- Si. No te preocupes. Sigue

Rodri va moviéndose muy despacio dándome tiempo a acostumbrarme a él. Entra y sale con mucha delicadeza y cada vez  que lo hace yo aprieto mis dientes por el roce de su cuerpo contra el mio. Duele, claro que duele.

Llega un momento que el dolor casi ha desaparecido, y ha sido sustituido por otra cosa, por las ganas que tengo de él. Porque no quiero que pare. Porque mi cuerpo lo reclama. 

- Si quieres paramos Luna

- Ni se te ocurra parar Rodri -una de mis manos va a su mejilla y lo atraigo hacia mi para besarlo. Nuestras lenguas bailan un baile que es sólo nuestro. De los dos

Cada vez quiero más de él. Arqueo mi espalda para que se entierre más profundamente. El roce de su pene en mi interior desata una locura en mi cuerpo. Mis dientes le arañan la piel desnuda de su hombro y tengo que sujetarme a él por el vaivén de sus embestidas. Cada vez que sale de mi, estoy deseando que vuelva a entrar. Que vuelva a llenarme por completo. 

En la habitación sólo se escucha el roce de nuestros cuerpos. Mis gemidos con su nombre. Los besos de Rodri por mi cuello. Él no deja de moverse. Siento que de nuevo quiero estallar. Que quiero tener ese orgasmo que tanto necesito. 

-  No puedo más Rodri

-  No lo hagas nena. Córrete conmigo

Su boca exigente busca la mía. Nos besamos cada centímetro de nuestros labios. Siento ese orgasmo que nace en mi vientre y consume todo mi cuerpo. Estallo de nuevo abrazada a él y con su boca engullendo mis gemidos. Siento como Rodri se tensa también y dice mi nombre mientras se corre. Sonríe cuando lo hace. Cuando me mira. Esa sonrisa, esa mirada es lo que me está haciendo sentir especial ahora mismo. Porque él me hace sentir así.

- Dime que estás bien Luna -sus labios dejan pequeños besos en los míos mientras me mira con algo de preocupación

- Estoy bien. Tranquilo, no te preocupes

- ¿De verdad? Si te he hecho daño o me he pasado...

Callo sus palabras con mi boca. Con mis besos. Recorro su espalda con mis dedos  y me separo de él mirándolo emocionada. No lo puedo evitar y una lágrima se desliza  por mi mejilla. 

- Oh, dios. Te he hecho daño. Estás llorando

Rodri se levanta de encima de mi y yo lo sujeto por la cintura. 

- No estoy llorando por eso Rodri -le digo algo avergonzada- es que estoy feliz. Sólo es eso

- Yo también estoy feliz nena -sus dedos acarician mi mejilla y me aparta esa lágrima mientras yo lo miro sonriéndole- ha sido increíble estar contigo Luna

- ¿Te digo un secreto? -le pregunto susurrándole al oído

- Claro

- Quiero más veces increíbles

Sábado. 11.30 de la mañana. Urbanización Chamberi. El Palmeral

Abro mis ojos y me giro en la cama. Rodri no está. Como en las películas. El tío te echa un polvo y se va. Con la diferencia de que, él no es de esos, y yo soy la que estoy en su casa. Me molesta un poco ahí abajo. Es normal. Sólo he tenido una relación sexual en mi vida y fue un desastre. Nada como Rodri. Aunque mucho me temo que si me hubiera acostado con más de uno, nadie se podría comparar con él.

Estiro mis brazos decidiendo si me levanto o no, y decido que mejor que no. Me doy la vuelta y agarro un cojin para volver a dormirme. El ruido de la puerta al abrirse me quita esa posibilidad.

Rodri aparece bandeja en mano y en cuanto me ve me guiña un ojo.

- Buenos días preciosa. ¿Has dormido bien?

- De maravilla. ¿Que traes ahí?

- Pues el desayuno, como en las películas

Me muerdo el labio aguantándome la risa. Rodri se acerca a la cama dejando la bandeja sobre ella. Me da un largo beso y se sienta a mi lado señalandome todo lo que ha traído.

- ¿Que te apetece?

Aprieto mis labios y le doy una larga mirada cargada de deseo.

- Me apetece tú

Rodri suelta una pequeña carcajada. Ambos nos miramos sabiendo perfectamente lo que queremos.

- El sexo mañanero también es la hostia Luna

- También quiero probarlo

- Nena, vas a probarlo todo una y otra vez. Eso te lo prometo yo, como me llamó Rodrigo Hernández

Y como dicen, una vez que lo pruebas, ya no puedes parar. Y eso fue lo que nos pasó a nosotros. Cualquier momento a solas que teníamos era para hacer el amor. En cualquier sitio y a cualquier hora... algo de lo que Rodri, por fin, pudo vengarse de Marco

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