19. El vestido color champan
Martes. 18.30. Universidad de Almería
Una semana después...
Salgo de clase móvil en mano. Mi hermano Diego me ha dicho que en unos días me va a dar una sorpresa, y por más que he insistido, no ha querido contarme nada. Miedo me dan sus sorpresas. La última vez que me dio una, fue para presentarme a su novio. En ese momento descubrí que mi hermano era gay, y a día de hoy, sigo siendo la única de la familia que lo sabe. Y por cierto, ese novio ya no existe. Bloqueo el teléfono para guardarlo en mi bolso cuando siento los brazos de Rodri en mi cintura. Su olor invade mis fosas nasales y me hacen esbozar una sonrisa.
- Como te vea mi novio abrazarme te va a dar una buena hostia -le digo dejando que bese mi cuello.
- Merecerá la pena la hostia.
Rodri me abraza con fuerza casi levantándome del suelo ante mis risas. Me giro hasta quedar frente a él poniendo mis brazos en su cuello.
- ¿No tienes clase? -le pregunto rozando mi nariz con la suya.
- Si, pero paso. Nos vamos de compras -Rodri me agarra de la mano y tira de mi llevándome en volandas fuera de la facultad.
- ¿Qué tienes que comprar?
- Un traje. Mi madre me ha recordado que mi prima se casa en junio y aún no tengo ropa. Así que por fin hoy, me he decidido. Y necesito una opinión sincera de mi chica.
Nos montamos en su coche y Rodri me cuenta que su prima es casi de la misma edad que él. Se casa con un chico que es Ingeniero y según él, lo hacen porque al novio le han ofrecido un trabajo en Brasil y la madre de su prima no quiere dejar que se vaya con él a menos que estén casados.
- Y me quejo yo de mi padre -le digo a Rodri cambiando la música- por lo menos él no me obliga a casarme con nadie.
- Ni que lo haga -me contesta Rodri- o te juro por dios que te secuestro. Tu novio soy yo, Luna, y espero que por mucho tiempo.
Siento una oleada de calor recorrer todo mi cuerpo sobre todo por la larga mirada que compartimos. Me muerdo el labio inferior aguantándome una sonrisa de satisfacción. Dios, ¿Dónde hay que firmar para estar toda la vida con él, por favor?
- Por cierto -le digo- Anabella no me habla.
- ¡Aleluya! ¿y qué has hecho para tener esa suerte?
- Quería que investigara quien es tu novia...y le he dicho que yo no me meto en la vida de nadie y menos en la tuya, así que, lleva dos días ignorándome.
- Esa es un poco tonta, ¿no crees?
- Dime algo que no sepa -ruedo mis ojos porque si, mi compañera de piso es idiota y se cree que yo estoy a sus órdenes.
- En algún momento tendrás que decirle que salimos juntos...
- Lo sé. Sólo estoy esperando una buena ocasión para restregárselo en la cara
- Eres malvada, ¿lo sabías?
Le saco la lengua a Rodri y él se ríe. Minutos después, aparca en uno de los parking cercanos a la zona comercial del Puerto. Antes de salir del coche, sus labios buscan los míos en un largo beso que me deja casi sin aliento. Bueno, es que él me deja sin aliento. Salimos del coche y caminamos cogidos de la mano. Paseamos entre las tiendas y yo me quedo mirando los escaparates. Me encanta ir de compras. Y si encima es gastándome el dinero de mi padre, mejor. Le merece que le funda la tarjeta por pesado.
Rodri me lleva hasta una enorme tienda. Es tanto de caballero como de señora. Leo el nombre que hay en la puerta, Daniel Cerdán. Lo conozco. Es un diseñador de moda de aquí de Almería. Sé que mi madre le ha comprado por lo menos un vestido para una cena que fue a Londres con mi padre.
Entramos dentro de la tienda y una chica nos recibe con una amable sonrisa. La tienda es bastante grande y lujosa. De las que le gustan a mi madre.
-Hola, ¿os puedo ayudar? -nos pregunta ella aún con esa sonrisa
- Si, tenía cita con Dani. Soy Rodri Hernández -le dice Rodri.
- Está arriba. Voy a llamarlo. ¿Queréis tomar algo mientras?
Ambos negamos con la cabeza. La chica se pierde por unas escaleras mientras a mi se me va la vista por la parte de los vestidos. Me acerco un poco para ver un increíble vestido color champan de tirantes caídos que es una maravilla. Tiene una abertura en la parte delantera y algo de cola por detrás. Una pasada vaya.
- ¿Te gusta? -Rodri pone su cabeza en mis hombros mientras me abraza por la cintura. Siento como su aliento cosquillea en mi mejilla y me agarro a sus manos.
- Es bonito -le confieso por no decirle que el vestido me ha dejado tonta.
- Pruébatelo, y te lo pones para el cumple de David.
David Cuenca es uno de sus compañeros. El sábado va a celebrar su cumpleaños en una discoteca del puerto. Rodri ha insistido para que vayamos juntos. Dice que soy su novia y que quiere tenerme con él. Y no me he podido negar. Es la primera vez que voy a ir a algo del equipo y estoy un poco nerviosa.
Miro el vestido y tuerzo el gesto. Debe valer una pasta. Y a ver como le explico yo a mi padre porque me lo he comprado. Tendrá dinero, pero, es un poco rácano, y me mira lo que gasto con lupa.
- No, de verdad. No hace falta -le digo alejándome del maravilloso e increíble vestido.
Rodri me mira haciendo un gesto con sus cejas. La chica de antes baja las escaleras y nos sonríe de nuevo.
- Si me seguís, Daniel os espera en el showroom - nos hace un gesto y yo adelanto mis pasos para seguirla.
- Perdona -le dice Rodri- ¿podrías llevarte ese vestido para que se lo pruebe mi novia?
- Rodri, no hace falta -le digo entre dientes- seguro que no es ni de mi talla.
- De hecho si lo es -responde ella ante mi desesperación- ¿la 42?
- Si, bueno no, la 44 más bien -le respondo resoplando
- 42 cariño. Créeme, de tallas sé un poco -se me queda mirando de arriba a abajo pero sin hacerme sentir incómoda- Tenemos unas sandalias de color marrón oscuro que te quedarían ideales. ¿Qué número de pie tienes?
- Un 38.
La chica me sonríe satisfecha y se marcha hacia el fondo del local. Rodri coge mi mano y me lleva a la parte de arriba de la tienda.
- Me has pillado a traición - le digo algo fastidiada mientras subimos las escaleras.
- Es que si no lo hago así, no te lo pruebas.
Rodri sube nuestras manos y se lleva la mía a la boca para dejar un tierno beso en ella.
- No protestes más, Luna, que eres muy protestona.
Le hago burla y chasqueo mi lengua en respuesta. Llegamos arriba y un chico de unos 40 años o así nos recibe muy alegre.
- ¡Rodri tío! ¡Me alegro de verte!
Este debe ser el tal Daniel. Él y Rodri se saludan muy efusivamente y se ponen a hablar, como no, de fútbol. Miro la sala donde estamos por distraerme un poco. Recuerdo que mi madre me llevaba de pequeña a estos sitios. Me hacía sentarme en un sofá mientras interminables modelos desfilaban con sus caros vestidos para que ella los eligiera. La mayoría de las veces, yo, me quedaba dormida en el sofá.
Daniel se va con Rodri hacia un perchero que hay hacia el fondo y empieza a enseñarle chaquetas, camisas, corbatas... Mi novio se gira y me tiende su mano para que vaya hacia él.
- Ven, Luna. Ayúdame a elegir por favor.
Camino los pocos pasos que me separan de Rodri cogiendo su mano. Él pasa la suya por mi cintura dejando un pequeño beso en mi mejilla. Me presenta a Daniel y charlamos brevemente. Me cae bien. Se nota que sabe de moda. Tiene que saberlo cuando vistió a mi madre, la cual, es una persona muy exigente.
- La duda está si traje negro, azul marino o gris oscuro -dice Rodri enseñándome los colores de los diferentes trajes- ¿tú que piensas?
- A ver -le digo frunciendo mis labios- es que yo soy más de negro. Me gusta más un traje negro que otra cosa, pero quien se lo va a poner eres tú, Rodri.
- Yo también había pensado en negro, pero es que este azul marino también está bien -me contesta enseñándome la chaqueta de uno de ellos. Tengo que darle la razón porque también se ve bonito.
- Haz una cosa, Rodri -le dice el diseñador- pruébatelos los dos y eliges. Y el gris también, no descartes nada.
- Aquí traigo el vestido.
Me giro para mirar a la dependienta en cuyas manos viene ese vestido champan que tanto me ha gustado, con un par de zapatos de color marrón oscuro que son una monería.
- ¿Es para ti? -me pregunta Daniel. Asiento mirándolo y él me mira de arriba a abajo poniéndome algo nerviosa- Cara, tráele las sandalias chocolate de Pura López, creo que esas le van a sentar mejor.
Pura López. Esos putos zapatos son dos meses de alquiler de mi piso. Como mínimo. No sé como coño voy a decirle a mi padre que me he gastado una pasta en unos zapatos. Algo inventaré porque no puedo dejar que Rodri me lo compre todo. La chica se da la vuelta, aunque deja los zapatos que traía encima de una mesa.
-Empezamos con Rodri y luego contigo ¿ok? -dice Daniel a lo que yo asiento sin discutirle.
Me hace sentarme en un sofá mientras él ayuda a Rodri a probarse el traje. La chica de antes, Cara, me trae las sandalias, las cuales son una fantasía, y una botella de agua fresca. Saco mi móvil para mirar los mensajes y tengo un par de memes de mi hermano y un enlace de Elba a un nuevo video de su canal, ese que ven cuatro gatos.
Minutos después, Rodri aparece saliendo del vestidor llevando un traje negro, con camisa blanca y corbata negra. Trago saliva al verlo y siento como todo mi cuerpo sufre un escalofrío al mirarlo. El traje le sienta demasiado bien. Que digo, le sienta de puta madre. Está guapo a rabiar. Le hace un cuerpazo que te mueres. Y además, está muy elegante con él. Se acerca hacia mi y se da la vuelta para que lo mire bien.
- ¿Qué te parece, Luna? -me pregunta Daniel o creo que es él el que me habla porque yo no puedo dejar de mirar a mi novio. La chaqueta se le entalla al cuerpo como una segunda piel, y el pantalón le marca el culo teniéndome babeando. Alzo mis ojos para encontrarme la mirada de Rodri clavada en la mía. Mi lengua repasa mi labio superior sin dejar de mirarlo.
- Me llevo el negro Daniel -le dice Rodri al diseñador muy convencido.
- Pero...¿no te vas a probar los otros? -le pregunta él algo sorprendido.
- ¿Estás viendo su cara? -le dice medio riéndose. Siento mis mejillas arder ahora mismo de la vergüenza que tengo.
- ¿Tan evidente he sido? -le pregunto a Rodri mientras él viene hacia mi. Se agacha y deja un pequeño beso en mis labios.
- Para mi si, nena.
Rodri me guiña un ojo y se da la vuelta para volver al probador dejándome aún con esa sensación entre deseo y lascivia por su cuerpo. Joder, es que yo no tengo la culpa de que mi novio esté muy bueno.
- Ahora te toca a ti, Luna -me dice Daniel alargando una de sus manos- si me acompañas
Me levanto del sofá y le sigo hasta otro probador que hay al fondo de la sala. Me abre la puerta y el vestido, el impresionante vestido, está en una percha con los dos pares de zapatos. Cara está también por allí y me sonríe al entrar.
- Quítate el sujetador -me dice ella- el vestido tiene unos cascos que los adaptaremos a tu pecho.
Daniel se va, y Cara se queda fuera mientras me desvisto. Me quito la ropa y suelto un largo suspiro. No quiero ni mirar el precio que pone en la etiqueta. A pesar de que mis padres tienen dinero y nunca nos ha faltado de nada, en casa siempre nos han inculcado que el dinero hay que ganárselo. Mi padre no soportaba tener dos hijos malcriados, y así nos educó a Diego y a mi.
Cojo el vestido y su suave tacto me hace soltar un pequeño jadeo. Lo deslizo por mi cuerpo y me permito mirarme en el espejo. Lo que veo me gusta. Me gusta demasiado. Me queda mejor de lo que pensaba. Abro un poco la puerta para que entre Cara y ella lo hace. Al verme con él puesto me muestra una sonrisa complacida.
- Vaya. Te queda espectacular, Luna -me dice ella mirándome de arriba a abajo con una sonrisa complacida.
- Dime la verdad, anda. Voy a ir a un cumpleaños con mi novio que es futbolista y voy a conocer a sus compañeros por primera vez. No quiero hacer el ridículo.
- ¿Porqué ibas a hacerlo? -Cara se pone detrás mía y me agarra de los brazos- ¿tú te has visto? tienes una buena talla de sujetador, tienes cintura y unas caderas que pueden llevar cualquier cosa. Este vestido te sienta de escándalo. Y si eso chico de ahí fuera no quiere entrar contigo al probador a ayudarte a bajar la cremallera...es que no es el hombre de tu vida.
Miro a Cara y ella alza una de sus cejas riéndose. Me ayuda con los zapatos y saca de no sé donde, una goma del pelo. Me hace un recogido en dos segundos y me da el visto bueno para que salga. Abro la puerta algo nerviosa.
Rodri está hablando con Daniel y riéndose de algo que el diseñador le ha dicho. El repiqueteo de mis tacones les hace callarse y voltearse para mirarme. Mi novio abre la boca mirándome boquiabierto. Siento de nuevo mis mejillas enrojecerse ante la mirada de Rodri recorriendo mi cuerpo.
- Nos lo llevamos Daniel, y las sandalias también -le dice Rodri categórico.
- ¿Me queda bien? -le pregunto a Rodri dándome una pequeña vuelta para que él me vea. Él se acerca a mi y coge una de mis manos para darme él mismo un giro. Cuando termino, nos quedamos los dos mirándonos y una pequeña sonrisa se forma en sus labios.
- Luna, estás condenadamente sexy con ese vestido -Rodri se acerca hasta que su boca está cerca de mi oído- espero que sea de cremallera fácil.
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