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18. La clase de Civil

Lunes. 15.30. Piso de estudiantes. Calle Central

Estoy terminando de peinarme en el cuarto de baño. Rodri vendrá a buscarme en diez minutos para ir juntos a clase. Desde que estuve en su casa hace un par de semanas, me he quedado a dormir muchas más veces, incluso entre semana. Mientras él se va a entrenar, yo aprovecho y estudio o bien en su cuarto o en la salita de arriba. Y la verdad es que se agradece tener tanta tranquilidad. Estoy muy a gusto en su casa y con él... ¿Qué puedo decir? Se me ocurren un montón de cosas y todas son buenas.

Termino de recogerme el pelo y voy a la cocina para coger una botella de agua pequeña. Anabella y Elba están sentadas comiéndose una ensalada mientras se ríen.

- Ya que tú no me quieres dar el teléfono de Rodri, me las he tenido que arreglar yo sola para conseguirlo -me giro para mirar a Anabella, la cual me sonríe de manera triunfal.

- Ya te dije, que yo no voy por ahí dando teléfonos de nadie sin su permiso -le contesto de manera seca.

- Da igual. Me lo ha dado un compañero suyo. No te necesito para nada, Lunita.

- Ni yo a ti, Bellita -le respondo en el mismo tono. La imbécil saca su teléfono y marca lo que creo que es el número de Rodri. Y yo, como buena novia celosa que soy, me quedo a escuchar lo que pasa mientras me hierve la sangre.

- ¿Rodri? Si, hola, soy Anabella, la azafata... ¿Cómo estás?... yo bien... esto -Anabella se muerde los labios mientras habla con mi novio y a mí me dan ganas de pegarle una buena hostia. Aunque, tengo la incertidumbre de sí él será capaz de quedar con ella y no decirme nada. Que como posibilidad...- te llamaba por si te gustaría que quedáramos el viernes por la noche, los dos solos, claro...

Anabella empieza a sonreír, y yo a maldecir. De pronto, su cara cambia frunciendo el ceño y empieza a ponerse como un tomate.

- Vaya, no sabía que tenías novia. Llevarás poco en ella, ¿no? -sigue diciendo Anabella mientras a mí me dan ganas de reírme en su puta cara- pues nada, otra vez será. Si la dejas me avisas. Chao.

Anabella cuelga el teléfono y yo cojo mi botella para largarme intentando aguantarme la risa.

Luna 1 - Anabella 0 patatero.

- ¿Tú sabías que Rodri tenía novia? -me pregunta ella con la voz furiosa.

- Yo no llevo su vida social -le respondo con ironía.

- Necesito que averigües quien es la zorra que está con él -abro mis ojos alucinada y aprieto mis puños a ambos lados de mis caderas. No sé quién me sujeta para no arañarle la cara de puta que tiene.

- Y yo necesito que me dejéis dormir por la noche... todas tenemos problemas.

Salgo de la cocina y cojo mi bolso que está encima del sofá. Escucho el arrastrar de la silla y como Anabella viene detrás de mí muy enfadada.

- No te quejes tanto que apenas duermes aquí -me dice ella cruzando sus brazos- a lo mejor a tu padre le interesaría saberlo.

Me doy la vuelta y ella me hace un gesto con la boca mientras Elba se carcajea detrás de ella. Pero, estoy aprendido de Marco a ser una cabrona y a que estas dos no me den miedo.

- A lo mejor yo también llamo a mi padre y le cuento que me tenéis la vida amargada y lo convenzo para que no haga negocios con vuestros padres porque sois malas personas...

Ellas dos abren sus bocas sorprendidas y las veo tragar saliva. El que estén aquí, depende de sus padres, y ellos, dependen del mío. Sé que mi padre no me haría ni caso y pasaría de mí diciéndome que son chiquilladas, pero, el susto en el cuerpo se lo estoy metiendo.

- No me toquéis el coño las dos y dejadme en paz.

Camino por el pasillo y abro la puerta de la calle saliendo de casa con la sensación de que, por fin, les he ganado yo, por primera vez desde que vivo con ellas. Me monto en el ascensor y segundos después llego a la planta baja. Salgo de el, y camino los breves pasos que me separan de mi portal. El coche de Rodri está esperándome ya abajo, y ahora mismo tengo la gran duda de si me contara o no lo de Anabella. Que vamos a hacer, sigo siendo la misma Luna insegura.

Abro la puerta del coche y recibo por su parte una sonrisa. Me acerco y nos damos un breve beso.

-Hola, bonita. ¿Cómo estás? -me pregunta mientras arranca el coche.

- Bien, y tú.

- Hasta que la imbécil de tu compañera de piso me ha llamado, bien. No sé qué coño se cree esa tía. Le he dicho que tenía novia y me ha dicho que la llame cuando te deje. ¿Es subnormal o que le pasa?

- De todo un poco. Estaba yo delante cuando te ha llamado. Y créeme, me han dado ganas de arrastrarla por los pelos.

- ¿Celosa, Luna? -Rodri me guiña un ojo y se echa a reír mientras yo siento que me suben los colores por la cara.

- No quiero ser celosa Rodri, de verdad que no. Porque ser celosa significa que aún sigo siendo insegura contigo, y no quiero. Confío en ti. Supongo que si yo no te gustara, no estarías conmigo. Puedes tener a la tía que quieras y me has elegido a mí, será por algo, ¿no?

- Ay Luna. Joder, ni que yo fuera un partidazo.

- Lo eres -le digo asintiendo. Mi boca hace una mueca nerviosa y me quito el pelo de la frente.

- Luna, estoy contigo porque me gustas mucho y por millones de razones más. La última relación que tuve fue con una tía de mi pueblo. Llevo casi un año sin salir con nadie porque no había nadie que me llamara tanto la atención como para querer salir con ella. Hasta que has aparecido tú, claro. Que estés un poquito celosa, no es malo, quiere decir que yo te importo

- Sí que me importas. Un año sin salir con nadie, ¿y el sexo? -Rodri suelta otra carcajada y le da una palmada al volante.

- ¿De verdad quieres saberlo?

- Nop. Creo que no -miro a Rodri y le saco la lengua mientras él sigue riéndose. Aparca el coche cerca de la facultad. Me quito el cinturón y siento su cuerpo casi encima de mí. Levanto mi mirada para posarla sobre la suya.

- Y aún sin habernos acostado, nadie puede compararse a ti, Luna. Y estoy seguro de que cuando lo hagamos, va a ser una puta locura

16.45. Clase de Derecho Civil

En serio que más aburrida no puedo estar hoy en clase. Estamos con las herencias y aquí, como cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre, tiene que dar su opinión todo el mundo. Contando tal o cual caso. Me llevo el bolígrafo a la boca resoplando. De pronto, siento la mano de Rodri en mi muslo y pego un respingo disimuladamente. Lo miro de reojo y veo que está prestando atención a las explicaciones de Pilar mientras va moviendo su mano de arriba a abajo.

Vale, esto es una puta fantasía. Me está metiendo mano en clase. Y encima hoy llevo una falda porque estamos ya a mediados de abril y tengo calor. Sigo inclinada con los codos sobre la mesa. Giro un poco mi cabeza para mirar a Rodri. Él se gira también y me guiña un ojo volviendo a prestar atención a la pizarra. Algo que hago yo también.

Su mano acaricia mi rodilla haciendo que la piel se me ponga de gallina y que mi vientre sufra un pequeño espasmo. Sus dedos trazan círculos sobre ella, abarcando cada vez más. Sube lentamente su mano, cada vez más arriba, y más arriba. Trago saliva nerviosa y llevo mi mano al cuello sintiéndome cada vez más excitada. Él sigue a lo suyo mientras la clase se ríe ante un ejemplo de Pilar. La mano de Rodri se pierde entre mis piernas y por instinto las cierro.

Me giro para mirarlo y él me hace un gesto con sus ojos para que las abra. Me muero de la vergüenza de que nos vea alguien. Miro a mi alrededor y nadie nos está prestando atención. De hecho, nadie se sienta a mi lado y todos están pendiente de como Pilar explica la herencia de Rocío Jurado.

- Rodri -le digo con la voz entrecortada. Él se relame los labios mirándome y eso hace que hasta mis pezones se pongan como piedras- estate quieto.

- No -me dice él casi en un susurro- abre las piernas.

Niego con mi cabeza y él me pega un pequeño pellizco en el muslo que hace que las abra. Aprovecha y cuela su mano dentro de mi falda alcanzando su objetivo, mis bragas. En cuanto sus dedos hacen presión en mi sexo, suelto un pequeño jadeo que me lleva a apretar los labios con fuerza. Giro un poco mi cabeza y él hace como que está leyendo los apuntes mientras sigue acariciándome.

Me muerdo los labios cuando sus dedos se mueven en círculos por encima de mi clítoris. Cojo aire con fuerza porque a la vez, esto es lo más excitante que me ha pasado en la vida, y estoy muerta de miedo de que alguien nos vea. Rodri se acerca hacia mí como si fuera a preguntarme algo de los apuntes. Tengo sus labios muy cerca y solamente quiero besarlos para que calle los gemidos que quieren salir de mi garganta.

- Córrete rápido, te recuerdo que estamos en clase.

- Me cago en la madre que te parió -le digo con la voz entrecortada.

Rodri suelta una pequeña carcajada únicamente perceptible para nosotros dos. Vuelve a ponerse como estaba sin dejar de mover su mano. Una oleada de calor invade todo mi cuerpo y siento la necesidad de gritar bien fuerte. Sus dedos siguen presionándome, moviéndose a su antojo, mientras yo creo que me voy a hacer sangre como siga mordiendo tanto mis labios. Siento una oleada que recorre todo mi cuerpo y tengo que agarrarme a la mesa cuando mi vientre sufre un espasmo de placer. Cierro mis piernas con su mano aún dentro de mi falda. El orgasmo me posee por completo, hace que pierda la razón y que un sudor frío baje por mi espalda. Pequeños jadeos salen de mi garganta y cierro mis ojos unos segundos. Los abro y giro mi cabeza para encontrarme la profunda mirada de Rodri sobre la mía. Madre mía. Estoy teniendo un orgasmo en plena clase. Que locura.

Termino de correrme aún sujetada a la mesa. Rodri saca sus manos de mis muslos justo a tiempo de que Pilar nos ponga un ejercicio. Intento recuperar la respiración e inclino mi cuerpo para hablar con Rodri.

- ¿Todo bien, Luna?

- Me las pagarás -Rodri casi roza su nariz con la mía. Su voz, con un tono más sensual cuando me habla, cosquillea en mi oído, en un pequeño susurro.

- Estoy deseando que lo hagas.

Digamos que aquella tarde, los baños de la Facultad, fueron testigos de como "castigaba" a mi novio. Y no fue esa la primera vez que nos dejábamos llevar y acabábamos haciéndolo en los sitios más inesperados.

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