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IX .━━ Fiori, fiori e ancora fiori

“Ni las margaritas se ven tan bonitas
como tú, tal vez porque no
fueron lo primero perteneciente
a aquí arriba que ví ”

—no esperaba verte aquí —habló Bianca al encontrar a Luca inspeccionando un montón de flores — y mucho menos a ésta hora de la mañana.

El mayor, quien estaba sentado en el suelo y encorvado, se encogió de hombros y volvió a observar las flores, la morena apoyó su hombro en el tronco de un árbol y se cruzó de brazos, esbozando una sonrisa al ver cómo el rizado tocaba con delicadeza los pétalos de las flores que tenía frente a él.

—puedes arrancarla, no pasará nada —dijo ella —, solo se reducirá el tiempo en que se vea así de fresca.

Luca paseó la vista entre la niña y las flores, dudando en si creerle o no. Lo hizo, arrancó la bonita flor que crecía en el suelo, no iba a desconfiar de su amiga y sus conocimientos, además, quería ver con sus propios ojos qué le pasaba a la flor.
En cuanto la tuvo en su mano, no supo qué hacer con ella, simplemente la miró con los ojos bien abiertos y dándole vuelta para ver que era igual fuera por el ángulo que la mirase, por lo que no era demasiado interesante en ese momento.

Volvió la vista a la morena y le devolvió una pequeña sonrisa que ella ya le había dedicado y estiró el brazo hacia ella. La niña también la estiró para recibir la flor pero, en lugar de ello, el rizado la tomó del brazo que ya tenía extendido, la sentó a su lado para soltar su cabello que estaba atado en ese moño apretado de siempre y puso la flor que tenía en mano detrás de una de las orejas de la menor.

—se ve mejor en tu cabeza que en mi mano, es mejor que su vida termine en una cascada de hilos negros tan hermosa como la tuya —mencionó él al alejarse para ver la expresión se sorpresa de Bianca.

Ella se ruborizó y apartó la vista, ocultando la radiante sonrisa que se había plasmado en su rostro.
El pecoso tomó la mano de la femenina con delicadeza, provocando que se sonrojara aún más, y la tomó por una de sus mejillas, obligándola a mirarlo.

En cuanto Bianca se encontró los hermosos ojos del castaño, él le sonrió con ternura. Cuánto quería a ese niño después de dos meses de haberlo conocido.

—yo también te quiero —expresó él como si hubiese leído el pensamiento de la menor.

Bianca sostenía el gran cuchillo de mango blanco en alto, contemplando cómo eso podía acabar con su vida en un instante si ejecutaba correctamente los movimientos.
Que tremendas ganas tenía de enterrarlo en su estómago o cortar su garganta y desangrarse en la cocina de la casa. Más que doloroso, sonaba como algo extremadamente lindo, una muerte instantánea.

Que bonito sonaba en su cabeza el hecho de que iba a poder dormir eternamente y no tendría que volver a sufrir, iría al cielo con Dios y por fin tendría tiempo para ella.

Todo se escuchaba como algo emocionante, no obstante, sabía que no era normal y mucho menos a su edad.
La niña no sabía por qué tenía esos pensamientos, no quería tenerlos, era sumamente abrumador el saber que tenía esa clase de ideas en su cabeza de niña de seis años.

¿A qué edad, promedio, las personas comenzaban a tener pensamientos suicidas o ensoñaciones trágicas que terminaban con su muerte? No lo sabía, de lo único que tenía certeza era que necesitaba un psicólogo y un psiquiatra. Tal vez necesitaba que la internaran en un hospital de enfermos mentales.

La pelinegra guardó el arma que tenía en manos en su lugar correspondiente, deseosa de haber sido más valiente y no una cobarde como había resultado las otras cinco veces, terminar con todo y abandonar el mundo de una vez por todas. Ya no soportaba estar ahí, ni el infierno podía ser peor que su hogar o su familia disfuncional de cuatro integrantes que padecían de ansiedad.

—¿Por qué nunca puedo ser valiente? —se preguntó con aflicción, mirando los blancos mosaicos que cubrían el piso de la cocina, en los cuales se podía apreciar su reflejo —¿Es mucho pedir la valentía para terminar con todo?

Miró su reflejo y supo la respuesta al instante. No podía hacerlo por más que quisiera, era una cobarde. Nunca podría estar rodeada de hermosas flores silvestres mientras todos lloraban su muerte.

La pelinegra salió de sus pensamientos y sacudió la cabeza al percatarse de que Luca aún estaba ahí y acariciaba su cabello con delicadeza.
Suspiró con suspicacia y comenzó a jugar con la caracola que llevaba colgando del cuello, pasándola por entre sus dedos y disfrutando de lo fría que estaba, además, hacía calor, lo cual le daba una sensación satisfactoria.

En cuanto el rizado notó que la femenina había abierto los ojos, paró de jugar con su cabello y hacerle piojito, le daba un poco de pena que se diera cuenta de los mimos que le estaba dando. Ella le miró y elevó las cejas como si le sorprendiera el hecho de que él parase por vergüenza.

—por favor, continúa —pidió la pelinegra casi en forma de súplica —. No estaba dormida, de hecho, disfrutaba de ello, mamá lo hacía para que me quedara dormida. Aunque, debo admitir que que tú lo haces mucho mejor.

El pecoso sonrió levemente, sintiendo como su rostro se iba a ruborizar en cualquier momento, decidió apartar la mirada antes de sonrojarse para intentar que ella no se diera cuenta y continuó con la serie de mimos. Bianca lo notó al instante, su sonrojo cubría todo su rostro hasta su clavícula, a lo que rió por lo bajo y reprimió una carcajada.

Después de unos minutos, la morena se levantó del regazo de Luca y comenzó a buscar flores entre el césped que había alrededor para cortarlas y comenzar a trenzarlas. Luca la miraba, tentado de qué era eso que estaba haciendo, intrigado por lo que llegaría a ser cuando ella terminara, no esperaba poco viniendo de la grandiosa e inteligente niña que era. Finalmente, Bianca terminó hacer una corona con las flores, se volvió hacia el castaño y acercó el aro que tenía en manos a su cabeza pero se detuvo a mitad del trayecto.

—¿Te la puedo poner? —preguntó avergonzada, sus mejillas se pusieron rosadas e intentó evitar el contacto visual con el mayor.

Al escuchar esa pregunta, el rizado palideció y después se sonrojó.

—cla-claro —tartamudeó y sonrió de manera inconsciente al sentir como la corona de flores se posaba en sus rizos, seguida de una sonrisa de parte de Bianca.

—también pienso que las flores deberían morir en un lugar así de acogedor como tu cabello esponjado —opinó la niña después de apartarse para contemplar al niño, bajó la mirada y se apartó un mechón que cubría su rostro, pasándolo por detrás de su oreja, dejando a la vista la bonita margarita que llevaba en la cabeza.

El pecoso, en un repentino impulso de agradecimiento, tomó a la femenina por las mejillas, Bianca aún no se sentía capaz de mirarlo por lo que él respetó esa opinión, y comenzó a acercarse lentamente, esperando que ella no se apartara. No lo hizo. Rozó su nariz con la mejilla de la oji-verde, a lo que la niña se estremeció por lo helada que estaba, y plantó un corto y delicado beso en ésta. Automáticamente, el rostro de Bianca ardió y abrió los ojos como platos.

En ese instante, Luca salió corriendo pues ya era hora de volver a casa, dejando sola a la niña que aún estaba estática, y se lanzó al océano al llegar a la costa.

La pelinegra aún no se movía, estaba pasmada y aún no procesaba lo que acababa de pasar. Llevó su mano a la mejilla que había sido besada por el de tez blanca y era como si aún pudiera sentir la calidez de sus labios en ella. Dejó que su mano acariciara su rostro y se hizo bolita, apoyando su espalda en la torre de piedra, comenzando a llorar de felicidad. Cuánto le hacía falta un beso.

Menos mal que su mamá no estaba, los hubiera matado a ella y a Luca, pero en verdad le había gustado que le dieran un beso en la mejilla, en especial de parte de su amigo y no podía negarlo por más que quisiera.

Bianca volvía a sostener el cuchillo en alto, con lo ojos inundados en lágrimas y la respiración agitada.
Su madre había salido a trabajar y ella quedado encerrada en casa, era sábado y no había forma de salir, después de haber derramado un vaso con agua al piso, ensuciando el área recién limpiada.

—¿Y si lo hago y a ella no le importa? —se cuestionó mientras miraba su reflejo en la hoja del objeto —¿Y si sobrevivo y solo me regaña por haberlo hecho?

Un par de lágrimas corrieron rápidamente por sus suaves mejillas y la respiración se le agitó aún más. Sentía que se asfixiaba, como si tuviera un ataque de asma.
¿Y si se moría pero no lograba encontrar la paz?, ¿Y si no lo hacía y le tocaba algo mucho peor? ¿Por qué no podía hacerlo y ya, sin pensar?

La niña se tiró al suelo, de rodillas, al sentir cómo todo su cuerpo comenzaba a temblar y las lágrimas comenzaron a resbalar por toda su cara para terminar en el suelo.
Lo único que hacía era llorar mientras yacía en el suelo, respirando con dificultad y sin poder controlar lo que sentía. Era tan horrible esa sensación de no poder tener el control de sus emociones.

El cuchillo fue a parar a una de las esquinas de la cocina, a lo que la italiana no le prestó atención, siendo consumida por sus emociones y desesperación.
Ella terminó por recostarse en el suelo en posición fetal, como un ovillo de lana, buscando protección y alivio en su propios brazos. No lo había. Sus delgados y cortos brazos no alcanzaban para contenerla a ella y todo lo que había dentro. Ese torbellino iba a salir e iba a causar destrucción a su paso y no lo controlaría.

Bianca, desesperada por tranquilizarse, comenzó a acariciar su propio rostro, como si fuese alguien más quien le estuviese brindando ese afecto. Recorría su piel con delicadeza, de la mejilla hasta la barbilla y viceversa con el dorso de su mano.

Todo en ella comenzaba a calmarse.

Continuó dándose mimos a sí misma hasta que se quedó dormida. El llanto y sus sentimientos la cansaban más que la actividad física y lo que buscaba con ese acto que no era capaz de realizar era ya no sentir ese cansancio mental.

Acabar con ese sufrimiento.

Como deseaba ir a una fiesta donde todos estuvieran vestidos de negro, tomaran café, hubiera muchísimas pero muchísimas flores y ella fuese el centro de atención, a quien fueran dirigidas todas esas flores.

Pidoperdon por haber desaparecido,  volveré a actualizar pero tal vez cada quince días debido a la escuela y otros asuntos que no mencionaré.

No olviden votar y comentar.  ¡¡¡Los amo!!! ♡

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