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—Explícame eso de que estoy muerto, mocosa, con lujo y detalle— luego de que Bae soltara esa bomba gigante, todos acordaron que lo mejor era hablar aquello en paz mientras daban un tranquilo paseo por la orilla de la bahía que se veía por el gran ventanal del living hacia abajo. Claro, tranquilo dejando de lado el hecho de que el Abuelo insultaba a quien sea que se le cruzaba por enfrente. Enterarse de que realmente estaba muerto no le sentó para nada bien.
—Abuelo— comenzó Bae mientras pasaba una de sus manos por el brazo del hombre mayor y caminaban en conjunto, seguidos muy de cerca por Yoongi y Jimin. —El vidente vio el accidente de Jimin con un mes de antelación, y como tal, supo que iba a llegar aquí. Todas las personas que sufren un accidente y llegan al mundo decisivo necesitan la ayuda de sus seres queridos para atravesar este proceso, porque eso es, un proceso, y no hablo de sus amigos, familiares, o compañeros. Hablo de almas.
Al ver lo cabizbajo que estaba Jimin, el pelinegro posó su mano sobre la cabeza del menor y acarició con cariño los rubios y esponjosos cabellos. De alguna u otra forma tenía que hacerle ver que él estaba ahí, que lo tenía a él para apoyarse en caso de que sintiera que se derrumbaba. Bajó su mano hasta el cuello de su acompañante y lo acercó un poco mas hacia su cuerpo, los ropajes de nilo blanco que ambos llevaban revoloteaban fuertemente producto de la brisa marina que había ahí. Jimin lo sentía irreal, lo veía todo como una broma de mal gusto, pero muy en el fondo, sabía que algo de aquello -alguien, mejor dicho- sí era real, y valía la pena conservar la esperanza.
—Almas como tú y como yo, que alguna vez estuvimos o estaremos conectados con Jimin. Yoongi no es una alma, Yoongi es una conciencia del mundo de los vivos que llega a esta aldea mediante el sueño involuntario guiado por el vidente ¿y para qué? Para acompañar, guiar y sostener a su soulmate, al otro extremo de su hilo rojo, como la leyenda Japonesa— al oír la palabra "soulmate" Jimin casi se ahogó con su propia saliva, era demasiado pronto como para asegurar algo como eso, pero Bae parecía estar muy cuerda y segura con lo que hablaba —Nosotros estamos aquí porque Jimin nos necesita, y una vez que él sepa quién ganó esta pelea -si la vida o la muerte- nosotros volveremos al cielo a la espera de nuestra reencarnación. ¿Ahora si comprendes, Abuelo?
El mencionado murmuró unas cuantas maldiciones mientras se sacudía un poco de arena que se infiltró clandestinamente en su zapato —Sí, cría. Aunque sigo sin entender eso del implante del recuerdo.
Bae suspiró y se golpeó la frente con la palma de la mano. —El vidente lo hace de esa forma para que las personas que suelen tomar el papel de Yoongi o el tuyo, eviten hacer preguntas antes de tiempo, y...para evitar colapsos mentales. Por eso es que mi hermano comenzó soñando con Jimin ¿lo entendien?— se volteó y los miró con entusiasmo, a Jimin le recordaba a uno de esos sujetos un tanto chiflados que intentaban hacer que la sociedad viera qué clase de personas los gobernaban —Todas las cosas, todas las pistas están manejadas por el vidente, con el único fin de llevar este proceso lo mejor posible— Bae pareció pensar un momento sus siguientes palabras. —Y también para que Jimin no se sienta solo en este camino, para que no se sienta traicionado, porque no solo él está descubriendo cosas, sino que ustedes dos también lo hacen.
—Ese vidente es muy astuto, tiene todo muy bien controlado— gruñó el abuelo. Yoongi sabía que no le agradaba que le oculten cosas o sucesos.
—Entonces...— habló Jimin, captando la atención de todos los presentes —Si la única persona que está viva es Yoongi hyung, ¿significa que él es quien pertenece a mi línea de tiempo?
Bae asintió —Él es tu soulmate, Jimin. Por eso es que lo encontraste precisamente en este momento de tu vida— la pelinegra liberó el brazo del Abuelo y caminó hacia Jimin, acunando sus regordetes mejillas —Luego de haber vivido un episodio tan fuerte como lo fue tu accidente, la vida te da un obsequio. Si es que logras despertar y volver a tu mundo...sabrás quien es tu destinado—. Bae los miró con infinito cariño, por más que Yoongi no sea su hermano real, no pudo evitar encariñarse con alguien así de dulce. Ella ya tuvo su oportunidad con Jimin, ahora debe soltar su mano y entregársela a quien será su amor eterno. —Sólo será cosa de que se encuentren nuevamente, pero esta vez, en la vida real.
—Pero si es que despierto...¿voy a recordarlos?— la cálida mano de la persona frente a él acarició su mejilla con dulzura.
—Realmente no lo sé...puede que recuerdes a Yoongi, pero lo más probable es que al Abuelo y a mi nos olvides. Nosotros somos temporales.
Con esa simple frase, su corazón dolió más de lo que se imaginó, él no quería olvidar nada de esto, ni mucho menos a aquellas personas increíbles que indirectamente, también eran parte de su familia.
Él quería recordarlos, a pesar de que no los volviera a ver nunca más.
El suave ronroneo de las olas marinas que llegaban y se deshacían justo en la orilla de la bahía creaba un ambiente de calma inaudita. Jimin mantenía sus rodillas abrazadas contra su pecho y disfrutaba del olor a agua salada que emanaba de aquel lugar, le recordaba a esos días sábados en los cuales lo único que hacía era caminar por la orilla de la playa de Busan con Taehyung y Hoseok. Extrañaba a sus amigos, sus ocurrencias y sus abrazos.
—¿Entonces...estamos destinados a estar juntos?— preguntó a la persona que se encontraba junto a él. Yoongi se mantenía sentado con ambas manos en la arena y las piernas estiradas, el viento agitaba sus cabellos violentamente, no conocía la opinión qué tenía su mayor acerca de la homosexualidad, pero aquello no parecía ser tema de conversación para él.
—Así parece...pero realmente es decisión nuestra si queremos que eso pase— conectó su afilada mirada con la de Jimin y le regaló una pequeña sonrisa. —Aún no nos conocemos, no sabemos casi nada del otro. Ni siquiera sabemos quiénes somos en la vida real— cambió de posición su cuerpo y ahora estaba sentado con las piernas cruzadas. Jimin no podía dejar de observarlo, el blanco de sus ropajes le daba un aspecto puro y pacífico, casi angelical. Se veía hermoso.
—Yo recuerdo que era repartidor de comida rápida en Busan.
—¿En serio?
Jimin asintió, sintiendo el entusiasmo crecer en su pecho por hablar con alguien acerca de su vida —También en Seúl trabajo en una biblioteca, o bueno, trabajaba, no sé si me habrán despedido por ausentarme, quizás ni siquiera sepan que tuve un accidente— Yoongi lo miró extrañado ¿dos trabajos a la vez? ¿En ciudades distintas? Jimin notó el rostro de confusión del pelinegro y soltó una suave carcajada. Relajó sus piernas y se volteó, quedando frente a frente con su acompañante. —Lo que sucede es que yo vivo en Seúl con mis padres, hace un par de meses postulé a la universidad y mientras espero que me llamen -para saber si quedé o no- tomé dos trabajos de medio tiempo. Uno fue en Busan, en el local de comida rápida de la hermana de mi madre. Y otro fue en una librería de Seúl que encontré por ahí.
Yoongi formó una o con sus labios, dando a entender que había comprendido la información a la perfección —Entonces tu accidente tuvo que haber sido mientras repartías la comida.
—Puede ser, conducía una moto.
El pelinegro fangirileó en su interior, siempre añoró conducir una motocicleta, pero su vida agitada nunca le dio el tiempo suficiente para hacerlo, y claramente estaba el tema del dinero, no era algo que le faltara, pero tampoco que le sobrara. —Te debes ver muy genial arriba de ese transporte.
—Jimin— el mencionado frunció el ceño y giró la cabeza ante la repentina voz que apareció en sus oídos, no había nadie más que Yoongi, pero estaba seguro de que él no lo había llamado —¿Me escuchas?
—¿Te sientes bien?— Jimin volteó su cabeza hacia Yoongi y este comprendió que absolutamente nada estaba bien. Se paró como un resorte de su lugar y sostuvo el rostro del rubio entre sus manos —Está bien, pase lo que pase estoy aquí, tranquilo.
—Te extraño tanto, Jimin— sujetó con aprensión las muñecas del pelinegro al comprender que era la voz de Taehyung, su vista comenzó a tornarse borrosa, su respiración se agitó. Le estaba sucediendo lo mismo que le había sucedido con el tipo alto mientras aún buscaba Busan. —Hobi hyung no para de llorar. Piensa que nunca vas a despertar.
Jimin cerró los ojos con fuerza y soltó un hipido de desesperación e impotencia al saber que estaba oyendo a su mejor amigo y no podía hacer absolutamente nada por responderle. Yoongi sintió su corazón doler y un sentimiento de protección floreció en su interior. En respuesta a sus instintos aferró el cuerpo de su menor contra su pecho y lo abrazó lo más que los limites coorporales le permitían. Por él se habrían fundido en una sola persona.
—Yo también te extraño, Tae...— susurró Jimin mientras apretaba la camisa de lino del pelinegro y dejaba escapar más lágrimas. No podía creer que todo se haya tergiversado tan rápido, segundos antes estaba conversando sobre cosas cotidianas con su mayor, y ahora sentía que en cualquier momento se rompería en mil pedazos sólo por escuchar la voz de su amigo llamándolo.
—Sé que tal vez no puedas oírme, pero yo realmente tengo esperanzas de que algún día me respondas— el eterno optimista. Por muy mal que estuviera una situación, Jimin sabía que su amigo siempre buscaría una esperanza a la cual aferrarse, por mínima que fuera. —El viaje desde Seúl hasta Busan diariamente es agotador...pero todo vale la pena si puedo ver tu rostro y saber que sigues respirando.
Sintió la voz de Taehyung quebrarse al pronunciar las siguientes palabras. —Los amigos no se abandonan, estaremos contigo aún así no despiertes nunca.
—Tae...— Yoongi no entendía quién era la persona a la que Jimin llamaba con profundo dolor, pero aún así se sentó en la arena con el cuerpo del menor entre sus piernas y lo abrazó fuertemente. La brisa seguía inundando el ambiente, sólo era un murmullo silencioso en comparación al llanto desesperado del menor, pero podía tener la misma fuerza de impacto en una persona.
El mar no abandona al sol cuando este quiere ocultarse, él no iba a abandonar a Jimin justo cuando se estaba destruyendo.
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