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—¿En coma?— repitió medio atontado, Jimin tenía el pergamino abierto frente a sus ojos y lo releía una y otra y otra vez. Quería creer que su hyung se equivocaba, quería creer que su hipótesis era errónea, pero todo parecía tener lógica, todas las piezas del maldito rompecabezas concordaban de una forma horriblemente aterradora. Los pinchazos en el cuello, sus desvanecimientos extraños, el que haya llegado a esta aldea sin saber cómo, los nombres desconocidos que tenían estas ciudades, Siul parecia ser Seúl -sin el tilde, claro-, Gusan era Busan.

Daegu...Daigu. Todo era un juego de palabras, un juego estúpido de letras. La e se transformaba en la i y así sucesivamente.

Por eso es que en ocasiones lograba escuchar a su amigo Taehyung cómo si lo tuviera al lado, él le estaba hablando desde el hospital, rogándole que responda, que su cuerpo responda, que su mente responda.

«Los mensajes en mi celular»

Eran como una versión escrita de las palabras de su amigo, era la forma en que su mente recepcionaba la voz humana cuando estaba completamente dormido y sin poder responder. Por eso es que la señal no tenía lógica.

—Jimin, estás pálido— advirtió Yoongi, parándose de su lugar e intentando quitarle el pergamino casi a la fuerza. —Espera, no te hiperventiles— lloriqueó cuando se dio cuenta de que Jimin había comenzado a respirar agitadamente y sus ojos tenían un leve carmín, indicio de que estaba a punto de colocarse a llorar sin remedio alguno.

¿Cómo no se iba a hiperventilar si recién se enteraba de que está en coma, y que éste maldito mundo en pañales es un limbo entre la vida y la muerte? Por eso es que por más que lo intentara no podía regresar a Busan, porque él realmente estaba postrado en una camilla, todo aquí es producto de su imaginación, un stop en el espacio-tiempo. ¿Qué sucedería si él moría? ¿A dónde iría a parar? Y si él está en coma, entonces ¿eso significa que Yoongi también? ¿Y Bae? ¿Y el abuelo? ¿Por qué los conoció en este mundo y no en la vida real?

¿Qué son ellos?

Volvió a reaccionar cuando sintió como el pelinegro pasaba sus pulgares por sus mejillas en un triste intento de frenar las lágrimas que caían como cascada por su rostro angustiado. —¿Usted también está en coma, hyung?— susurró a medida que sujetaba las manos de Yoongi y detenía cualquier movimiento que éstas hicieran. Por más que intentara negarlo, el tacto del pelinegro le daba seguridad, era como un calmante silencioso que se infiltraba en tu cuerpo sin tu consentimiento.

Su acompañante sonrió mínimamente, Jimin maldecía internamente ese efecto que tenía Yoongi, sonreír y alborotar todo su interior. Era como un huracán. —No creo, porque...a diferencia de ti, yo sé como llegué aquí. ¿Comprendes?

Jimin negó, su cabeza tenía demasiadas cosas que procesar, demasiada información que digerir, demasiadas situaciones que aceptar, y que Yoongi esté frente a él hablándole y sonriéndole e incluso tocándole...no ayudaba en nada. Su acompañante se frotó la frente y volvió a mostrarle el pergamino, y al ver ese pedazo de papel frente a él otra vez, Jimin reprimió las ganas de llorar. —Analízalo, Jimin, la primera parte dice que si llegaste hasta aquí sin saber cómo, es porque en el mundo real tú estás en coma— el mencionado sorbió su nariz y asintió —Luego dice que si llegaste aquí y sabes cómo, es porque formas parte de un proceso. Eso soy yo, yo sé como llegué aquí, yo no estoy en coma, pero tampoco sé...dónde estoy realmente, no sé a que línea de tiempo pertenezco.

Jimin hizo un puchero casi tan grande como sus labios —¿Por qué ahora me está hablando de líneas de tiempo, hyung? Logro entender una cosa y usted me sale con otras más enredadas.

El pelinegro sonrió con culpabilidad —Sí, eso es algo que tienes que entender. Pero prométeme que mantendrás la calma ¿De acuerdo?— Jimin lo miró con ojos rojos e hinchados productos de las lágrimas y Yoongi supo que no podía prometerle eso, no podía pedir calma en una situación tan complicada como esta. Suspiró y se resignó a contarle a su acompañante lo que sabía sin pedir nada a cambio. —Cuando fui a ver al vidente, él me dijo que tú eras un enviado especial para nosotros, un enviado especial para Bae, para el Abuelo...y para mí.

Jimin lo miró con curiosidad, nadie más que su madre le había dicho que era especial, se sentía extraño, pero era un sentimiento de extrañeza demasiado reconfortante.

—El que hayas llegado a esta cabaña en específico, se relaciona con el hecho de que tú compartiste, o compartirás, una línea temporal y un lazo con todos nosotros— continuó el mayor, tomando pausas para asegurarse de que Jimin le siguiera el hilo de la conversación —Un lazo sanguíneo, amoroso, o amistoso, da lo mismo. Estuve hablando con Bae, y ella me dijo que te conoció, que sabe quién fuiste en tu vida anterior. Eso significa que ustedes compartieron una línea temporal, ella existió, ya no existe en la vida real. ¿Ahora sí?

—Entonces...por eso es que ella...

Dejó la frase inconclusa y miró al pelinegro que asentía lentamente con la cabeza. —Por eso es que ella hablaba como si te conociera, porque realmente lo hizo.

Jimin soltó una risa histérica, no había nada que arreglar con los hermanos Min, porque no era un problema de actitud, sino que era un problema de mal entendimiento, Bae lo recordaba, pero él no la recordaba a ella ¿por qué? —Entonces ¿ella está muerta? Pero si está nuerta, no debería estar aquí.

Yoongi lo miró ofendido, seguía siendo su hermana después de todo —Realmente no sé si está muerta. El tema ahora es averiguar a qué línea de tiempo pertenece el Abuelo, y a qué línea de tiempo pertenezco yo. Uno de los dos pertenece junto a ti en la vida real, en la línea de tiempo actual— Jimin le sostuvo la mirada y su corazón se ablandó, comprendió que el pelinegro tenía miedo, miedo de cómo terminaría toda esta encrucijada en la que se habían visto envueltos en contra de su voluntad. Con sumo cuidado de que Yoongi no se alejase, tomó la mano de su acompañante que reposaba tranquilamente sobre sus piernas y la sujetó entre las suyas, el contraste de tonalidades lo hizo sonreír, el pelinegro era tan blanco como un fantasma, mientras que su piel estaba levemente bronceada por el sol.

—Creo que hubiera preferido no entender ¿sabe? siento que me va a explotar la cabeza— y al ver la pequeña sonrisa de encías y dientes asomarse en los labios de su compañero, Jimin supo que había logrado disipar ese sentimiento de temor que lo embargaba aunque sea en una mínima cantidad. —No entiendo como es que puede mantener la calma, sabe más de mi situación que de la suya propia y aún así...está aquí pidiéndome que no me altere y ayudándome a entender— soltó una leve risita y acarició la mano de Yoongi, ambos bajaron la vista hacia esa unión y un sentimiento de calidez se comenzó a instaurar en sus corazones. Si es que Jimin llegaba despertar...la partida iba a ser dolorosa.

—Jimin...¿no te sientes incómodo?— preguntó Yoongi aún con la vista sobre sus manos, no quería que su acompañante dejara de tocarlo.

—¿Incómodo en que sentido, hyung?

—Sigues con lodo por todo el cuerpo— dijo con un poco de diversión. —No lo digo para que te ofendas, es solo que...en lo personal, me incomoda estar sucio, cuando el Abuelo me lleva con él a buscar esa hierba, lo primero que hago al volver es darme una ducha, por eso pregunto.

Jimin rio con ganas, le encantaba la forma en que Yoongi intentaba expresarse sin ofenderlo, le resultaba tierno, no todos cuidaban sus palabras para no perjudicar sentimentalmente a los demás.

Min Yoongi era una persona hermosa en todos los sentidos.

—Al fin bajaste, pensé que tendría que ir a separarlos a punta de hachazos— lo saludó el Abuelo mientras le entregaba los cubiertos para que los colocara sobre la mesa. Era hora del almuerzo.

—¡Yoon!— su hermana saltó de la silla en la cuál se encontraba tejiendo un chal de lana y fue a colgarse de su cuello, le besó la mejilla con cariño y lo ayudó con los platos que le entregó el abuelo. —Estaba muy preocupada— puchereó.

—Creo que fue demasiada información para procesar en ese momento— le dijo, refiriéndose a cuando se desmayó, su hermana se removió incómoda en su lugar y lo miró de reojo, esperando a que continuara. —Le expliqué a Jimin el tema de que ustedes pertenecieron a una línea de tiempo. Creo que entendió todo, o al menos, la gran mayoría.

Bae asintió y se volvió a sentar en la mesa junto a Yoongi, al rato después se les unió el Abuelo con los platos de comida. —Bien, Min Yoongi, tendrás que contarnos todo, esta vez no te dejaremos ir tan fácil— el pelinegro bufó, pero aún así comenzó a relatarles todo lo que sabía, estaba conciente de que este proceso no lo podían llevar ellos dos por separado, necesitaban la ayuda de sus personas cercanas, sobre todo después de lo que le dijo el vidente, Bae era un cofre lleno de información valiosa.

—Yoon ¿tu recuerdas la forma en la que llegamos aquí?— preguntó su hermana y el mencionado asintió, el Abuelo siempre les contaba la historia de que los encontró en una canasta de mimbre cuando solo eran unos bebés, los crió en la cabañana y les proporcionó la mejor educación que pudo, les enseñó todo lo que él sabía. Yoongi había vivido toda su vida ahí. —Bueno...ese recuerdo no es real. Es...un implante del vidente.

—¿Que es un qué?

—Un implante, el vidente te hace creer algo que no es, ese recuerdo no es real, nosotros compartimos el apellido y algunas características físicas, pero no somos hermanos, pertenecemos a líneas de tiempo distintas, tú estás vivo. Eres parte de un proceso, llegas aquí mediante el sueño.

—Pero...yo, es decir, toda mi vida he estado con ustedes— balbuceó, totalmente confundido.

—El abuelo y yo estamos muertos, Yoongi, es imposible que hayas estado toda tu vida con nosotros— al oír lo que dijo Bae, vieron al Abuelo escupir un pedazo de papa que recién se había llevado a la boca, y oyeron a Jimin deslizarse torpemente por las escaleras mientras gritaba un "yo sabía" alargando la última a, mostrando de esa forma su extraña emoción por haber descifrado una pista en esa adivinanza que tenían por vida.

«Vaya forma de almorzar en esta casa» Pensó Yoongi con diversión mientras veía como su hermana se limpiaba con un pañuelo de algodón la baba que le saltó al rostro.

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