Sendero y más sendero.

Ya llevaban caminando más de cuatro horas y eso es lo único que lograba divisar a su alrededor. No entendía como había dormido tantas horas en un bus que iba en movimiento sobre un camino lleno de baches. Debió haber estado muy cansado, pero ¿cansado de qué? Si lo único que hacía era repartir comida montado en una motocicleta todo el día.

Miró al abuelo que iba unos pasos más adelante y se sintió mucho más anciano que él. Porque mientras Jimin respiraba agitado y sudaba hasta por los codos, el Abuelo mantenía un paso constante sin siquiera detenerse a descansar.

—Paremos unos segundos, no quiero llegar con un cadáver a la estación de autobús— dijo el abuelo deteniéndose y girandose para mirarlo —Estos críos de hoy no aguantan nada— refunfuñó mientras se sentaba en un tronco de árbol con la ayuda de su fiel bastón de madera.

Jimin bufó y se tendió como una estrella de mar en mitad del camino, le daba igual si se llenaba de polvo, lo único que quería era descansar un rato —Me sorprende que usted resista tanto— le dijo al Abuelo mientras se quitaba el sudor del rostro con la manga de su playera.

El Abuelo sonrió y negó con la cabeza —No podemos retrasarnos mucho, el autobús pasa una vez al día.

Jimin lo miró con curiosidad —Pero...¿aparecerá por donde venimos caminando? O sea ¿por éste sendero?

El Abuelo volvió a negar y con su dedo índice señaló en dirección hacia lo que les faltaba por caminar —Dentro de una hora tendríamos que estar llegando a un camino que dobla hacia la derecha, de ahí vendrá el bus que te llevará a Busan avanzando por este mismo recorrido.

Jimin gruñó —¿Aún queda una hora?— se enderezó y se sacudió el polvo de su cabello —Ya me duelen los pies, odio caminar— se quejó con un puchero.

—Eres un niño muy llorón— lo reprendió el Abuelo mientras se paraba de su asiento y se tronaba los huesos de la espalda con un sonoro quejido. —Ya es hora de seguir caminando. Arriba.

Jimin se levantó a regañadientes, aunque no lo crean, se sentía tan cansado que incluso el suelo le parecía lo mas cómodo del universo.

Siguió caminando con el Abuelo, y justo como él dijo, después de lo que pareció ser una eternidad, llegaron hasta un camino que doblaba hacia la derecha, ahí se veía un solitario asiento de madera con un tejado del mismo material —¿Esa es la estación de bus?— preguntó un Jimin estupefacto —Creí que era...más grande.

El abuelo se dirigió hacia allí y golpeó levemente el asiento con el bastón —Pues no, pequeño, aquí pasa el bus que te llevará hasta Busan— y se sentó con toda la calma del mundo.

Jimin miró hacia el letrero que estaba ahí esperando leer "Busan" pero grande fue su sorpresa al ver algo totalmente distinto. —Abuelo, ¿estás seguro de que esto lleva a Busan— preguntó dudoso mientras miraba discretamente a su acompañante —Esto...no dice Busan, dice Gusan.

El Abuelo frunció el ceño y se levantó a mirar el letrero, con su mano libre lo limpió un poco, tratando de quitarle el polvo que cubría las letras. —Tienes razón, esto no dice Busan— se volteó a mirar a Jimin con expresión de culpabilidad total.

El mencionado sólo suspiró y se sentó en la banca que había ahí —¿Qué haré ahora?— se cuestionó con las manos en su sucio cabello por culpa del polvo. Tenía que encontrar una forma de volver, pero a quien sea que le preguntara...nadie conocía Busan. ¿Cómo era posible? Si él mismo venía de ahí, él creció y se crió en aquella ciudad.

—Quizás...sea la misma ciudad pero con un nombre distinto— le dijo el Abuelo mientras se sentaba a su lado. —Y si no es eso...de todas formas puedes ir hasta allí y preguntar si alguien conoce Busan— volvió a hablar tratando de arreglar el conflicto que provocó sin querer.

Jimin asintió —Puede que sí, podría intentar eso.

—Aunque...esa ciudad no es cien por ciento confiable— a Jimin le causó curiosidad el tono de voz que empleó el Abuelo, es como si tuviera suficiente desconfianza como para no poner un pie ahí. —Tienes que tener mucho cuidado ¿de acuerdo?— le dijo mirándolo completamente serio.

—¿Por qué?— inquirió Jimin. Se sentía como si estuvieran en otro mundo, o incluso en otro universo.

El Abuelo juntó ambas manos y las llevó hasta su mentón, pensativo. —Hace un par de años atrás llegó una chica americana que estaba buscando Daigu.

Jimin ladeó la cabeza y lo miró un poco extrañado. —¿Querrás decir Daegu?

—No...estoy seguro de que era Daigu, no conozco algo llamado Daegu— le respondió el Abuelo, probablemente aún mas extrañado que él.

Jimin soltó una pequeña risita —Está bien, no se preocupe, continúe la historia.

El Abuelo asintió —El tema es que a esa ciudad se llega desde Gusan, y pues...la chica también parecía muy perdida, no podíamos dejar que llegara sola— se aclaró la garganta —Yoongi se ofreció a acompañarla...y cuando él regresó, con Bae nos quedamos muy preocupados porque no quería salir de su habitación, era como si algo hubiera pasado en ese viaje que Yoongi no quería contarnos.

Jimin emitió un "mhm" en señal de asentimiento, para darle a entender que lo estaba escuchando con atención.

—Luego de un par de días de mucho insistir, nos reveló de que apenas llegaron a Gusan unos hombres los emboscaron e intentaron asesinarlos. Yoongi sabe pelear y logró liberarse, pero la chica cedió y se dejó matar— el Abuelo lo miró, intentando transmitirle la preocupación que sentía hacia él. —Desde ese entonces Yoongi no está de acuerdo con que alojemos a personas en nuestra cabaña...porque sabe que nos pedirán indicaciones para llegar a algún lugar, y él teme que necesiten llegar a Gusan, y...que tengan el mismo destino que esa chica llamada Irina.

Aquello podía explicar la actitud tan extraña que tuvo Yoongi hacia él, lo miraba con desconfianza y evitaba mantener alguna conversación fluida, siempre estuvo escabulléndose. Quería evitar a toda costa relacionarse con él para no tener que sentir ansiedad o algo parecido por lo que pudiera sucederle. De cierta forma era comprensible.

A lo lejos Jimin pudo divisar una kombi al estilo hippie que se venía acercando desde el fondo del sendero, oyó al abuelo suspirar y de inmediato supo que ese era el bus que lo llevaría a Gusan. —Por eso, Jimin, te pido que tengas cuidado ¿vale?

Jimin solamente asintió, la historia que el Abuelo le acababa de relatar lo dejó aún más nervioso de lo que ya se encontraba. —Gracias...por todo— le dijo mientras se colocaba de pie para detener el bus.

El Abuelo se levantó con ayuda de su bastón y le puso una mano en el hombro. —Puedes volver donde nosotros en cualquier momento ¿si? Aunque no se le note, sé que Yoongi estará feliz de volver a verte— Jimin sonrió y asintió, enternecido por lo gentil que estaba siendo el Abuelo con él.

Tendió su brazo para detener el bus y este se situó a su lado, abriendo sus puertas para permitirle la entrada. Se despidió del Abuelo con un abrazo y un triste y solitario suspiro. —Muchas gracias por su hospitalidad.

Una vez estando arriba del bus, le preguntó al conductor cuanto dinero tenía que darle por el pasaje de ida, éste se quitó los lentes de sol que llevaba puesto y frunció su entrecejo. —No tienes que darme nada, esto es gratis, ve a sentarte, comenzaré a andar.

«¿Gratis?»

Jimin, con mas preguntas que respuestas, caminó hasta el final del pasillo y se sentó en el lugar de la ventana. Cuando el bus comenzó a avanzar vio la silueta del Abuelo que iba doblando hacia la izquierda, de vuelta por donde ellos venían, mientras que el bus dobló hacia la derecha, directo a Gusan.

Se reclinó en el asiento, soltando un fuerte suspiro y cerrando los ojos de cansancio. No entendía como mierda fue a parar a ese lugar completamente aislado, donde no tenían celular, el transporte público era gratis y se vestían como en la época medieval. ¿Qué clase de mundo era ese? ¿Realmente estaba vivo? ¿o es que había llegado al cielo...?

«No, eso es imposible, dudo seriamente de que el cielo sea mi destino. He pecado lo suficiente como para que el diablo reclame mi pobre alma»

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