Advertencias: Dazai es su propia advertencia.

Chuuya fue el único hombre al le dije que lo amaba de forma romántica. 

Es lindo, sus ojos son como dos lagunas cristalinas y su cabello tiene los colores del atardecer. Sin importar nuestras diferencias, admito que es precioso. También predecible, testarudo y por mucho impulsivo pero todos esos no son defectos, solo deben ser apreciados. 

No recuerdo con exactitud un momento que no estuviera plagado de insultos, o golpes. Quizá cuando nos escapamos a fumar hierba en un almacén. Le dí un beso a modo de burla, pero Chuuya se sonrojo porque era su primer beso; después de eso me dejó noqueado, entonces si, definitivamente no hubo ninguno.

Sé todo de él porque seis años no han sido en vano. Le gusta el vino costoso con un certificado de autenticidad, pero su comida favorita es el pan, la razón: fue lo primero que comió en toda su vida. Su extraña afición a los sombreros creo que es para disimular su estatura, o porque siente una conexión con sus orígenes.

Su música favorita es el jazz, pero su gusto culposo es cantar pop en la ducha y su shampoo no tiene fragancia porque es hipoalergénico. Usa una colonia de doscientos dólares que llegó a ser mi favorita de su colección.

Solo hace promesas que puede cumplir; prometió que me mataría así que estoy seguro que moriré en sus manos. Quisiera haberle dicho que me hacía un favor porque la idea de morir por él me resulta fascinante.

Esperó más de lo que pude darle. Yo no le doy esperanza a las personas, se las quito y ni siquiera es adrede.

Pero él es distinto a mí. Merece ser feliz y como todas las personas, debe ser a su modo. 

"Bastardo Dazai, caballa, idiota" sin duda usaba un repertorio extenso para dirigirse a mi. En ninguna ocasión me dijo "cielo, amor, o cariño" aunque no lo necesitaba. Nos confiamos la vida en muchas ocasiones, a veces por decisión propia.

De nuestro desliz quedaban unas cuantas miradas, gruñidos y a veces besos. Por eso terminamos.

Él me insultaba mientras yo bajé la cabeza porque no tenía nada que decir, tal vez no me atreví a decirle que era lo que me obligaba a levantarme de la cama. Éramos muy jóvenes para sentir eso y tan cobardes para admitir que solo importamos nosotros. Éramos todo.

Quiero creer que de haber coincidido en otro momento y lugar, seguiríamos peleando pero con esa inocencia que ninguno tiene ahora. 

A veces lo extraño, sus atenciones y gestos amables. Otras lo maldigo por no buscarme, pero no lo culpo porque yo también me mantendría alejado de mí. 

Hoy es mi cumpleaños y nadie me ha felicitado. No hablo de esas cosas con la agencia porque no me gusta, no sé relacionarme con nadie.

Una vez Chuuya me compró un pastel, pero al llegar resultó ser solo el pan y los glaseados en mangas para decorarlo. Cumplí diecisiete años y nos besamos con sabor a glaseado porque no sabíamos usar las mangas pasteleras y Chuuya hizo un desorden con sus manos. Entonces tomé un trapo y comencé a golpearlo diciendo que debía ser un buen perro y limpiarse.

Ahora recuerdo que si hubo buenos momentos donde tuvimos una comunicación respetuosa.

"¿Sabes manejar?" Le pregunté sabiendo que recién había terminado sus lecciones de manejo. Robamos un auto y me llevó hasta un supermercado solo para comprar alcohol.

Le ordené detenerse frente al puerto y bebimos apreciando la inmensidad del mar. Me dijo algo precioso que recordaré con mi último respiro. "Eres importante para mí". 

Lo arruiné todo con Chuuya, lo reconozco. Pude salvar lo que teníamos, pero fui egoísta. No se trataba de él, eran mis problemas y terminé arrastrándolo.

Fue lo único bueno que tuve, porque era mío tanto como yo era suyo. Mi única relación amorosa, mi primer compañero y confidente.

Admiro a Chuuya, aguantarme no debe ser cosa fácil, a mí me cuesta mientras que él lo hacía parecer soportable.

No sabía cómo demostrar todo mi cariño, pero nadie podrá decirme que no lo amaba porque aún siento mi corazón acelerarse cuando recuerdo su manos apretar las mías, buscar debajo de mis vendas alguna mancha particular para delinear con un plumón y su ceño fruncido por algún insulto mío.

Nunca quise que terminara así, quería darle algo que no lo marcará de por vida. Sé lo rencoroso que es, lo obsesivo que se puede volver cuando algo va mal. Ahora mismo debe rechazar la idea de mostrar los sentimientos que valen la pena ver. Por mi culpa.

Chuuya fue mi primer amor. El único hombre al que he amado con necesidad, la única persona que se ha bañado conmigo, que intercambió ropa aunque no le quedará, mi primer oral lo cual fue divertido. Chuuya era mi todo.

Lo extraño y quisiera tocar su piel solo para alimentar este vago recuerdo de cuando me amó. 

Debería ir a ese departamento donde viví para quejarme de otro año vivo. Quiero todo lo que está ahí, todos esos besos, caricias y gritos. Los necesito.

Notas de la autora:

Si ven faltas de ortografía fue porque era de madrugada, ya tenía los ojos hinchados y ahorita no tengo tiempo de corregirlo.

Por cierto, esto se ubica cuando Dazai ya está en la agencia, recién cumple 22 años.

Nunca me ha salido bien narrar desde la perspectiva de Dazai, así que una disculpa si está medio OOC (?).

Aclaro que van a verse los novios, por eso el titulo de la historia.