Chuuya
Advertencias: Menciones a la violencia, intentos de suicidio explícitos, miedo al abandono.
Las relaciones deben terminar cuando dejamos de querer estar con nuestra pareja.
Dejar de querer estar con alguien no significa dejar de querer a esa persona. El afecto es difícil de borrar, y aún así queda una marca permanente en nuestra mente.
Dazai pudo hablar conmigo, decirme que se iría. No lo odio por dejar la mafia pues nadie debe quedarse en un lugar que no se siente como su hogar.
Las semanas antes de su escape fueron las más difíciles de nuestra relación, no era exactamente un romance, pero lo hubo en algún momento. Eso mismo me obligó a quedarme con él después de la muerte de Sakunosuke.
Hizo un funeral improvisado al que sólo asistimos nosotros dos. Tomé su mano porque a pesar de lo distintos que somos, él estuvo para mí en el momento más bajo de mi vida y me recordó mi humanidad. Esas cosas no se van cuando rompes una relación adolescente.
Apenas cerré la puerta se derrumbó frente a mí llorando. La sola imagen me causó ardor en los ojos, una extraña presión en el pecho y terminé en el piso con Dazai. Nunca fuí delicado con él porque no era necesario, pero no me aparté de él durante dos días.
Creo que algo cambió cuando volví del trabajo y tardé solo un poco más porque pase a comprarle comida y algo dulce. Es de mis memorias más vividas, podría olvidar mi nombre pero nunca esa noche.
Su departamento tenía las luces apagadas, lucía como si nunca hubiera sido habitado, entré y caminé por el pasillo llamando su nombre hasta que escuché el agua de la bañera desbordarse. No dudé en patear la puerta revelando una escena terrible.
Su muñeca izquierda sangraba, en la derecha guardaba la navaja de afeitar que ocultó de mí como si lo fuera a regañar.
“¡Te llevaré al hospital!” le dije tratando de sacarlo entre los muchos pataleos que lo evitaban "¡No te muevas, vas a morir!”.
“Eso quiero” sus palabras me helaron por segundos, pero rápidamente busqué una toalla y la apreté contra el corte “Déjame ir Chuuya”.
“Iremos al hospital, no me importa lo mucho que te quejes” y lo saqué de ese departamento sobre mi espalda. Ver a la persona que amas añorar la muerte es el equivalente a morir un poco más por las noches y no poder hacer nada.
Amenacé a todo un hospital de urgencias para que lo atendieran en secreto y sin llamar a la policía. Ese bastardo era la mafia misma y su nombre aún da miedo en los lugares más pútridos.
No pude hacer más por él, de haberlo hecho seguiría aquí.
“Todavía te quiero” le dije en esa camilla de hospital con olor a químicos.
Y me respondió, dijo “También lo hago, no he dejado de hacerlo, y ni dejaré”. Lloré un poco y el hijo de puta se rió pero no de esa mala manera. Era una risa encantadora “Eres una babosa desagradable”.
“Tú tampoco eres la compañía deseada, maldito loco” le dije con amargura. Tomó mi mano con su brazo sano y la llevó hasta su boca. Casi caigo a pedazos en ese hospital por ese jodido beso, inocente pero para mí lo fue todo.
Pensé que estaría mejor. Los días posteriores fueron más amenos, hasta creí que nos dariamos una segunda oportunidad y si me lo hubiera pedido, yo habría dejado la mafia. Ahora me arrepiento de pensar en traicionarlos, pero el amor nos vuelve idiotas alegres.
Un día antes de su partida lo lleve al balcón de mi departamento solo para distraer esa mente excéntrica “No soy religioso, pero si te mueres irás al infierno” le dije mientras bebíamos, él compró alguna cosa barata y yo vino.
“Seguro” fue su respuesta.
“Ni a tí te deseo ir al infierno, así que no mueras” trataba de persuadirlo, pero era un cretino astuto.
“Es una manera brusca para decirme que me quieres” pusó la cerveza entre sus labios con una media sonrisa.
“Hay una vida para mí, solo que quisiera verte. Creo que fuimos demasiado egoístas desde jóvenes, nunca me preocupé por tus deseos, pero ahora lo hago y sí quieres morir lo respeto” sentí un nudo en mi garganta “Pero si lo que quieres es acabar con esta vida, hagámoslo”.
“¿Qué te hace pensar que no me gusta esta vida?” me preguntó el infeliz “No sería mi favorita, pero apuesto que es la única donde chibi me pareció guapo. Pero tienes razón, creo que debo cambiar algunas cosas”.
Se fue, y lo único que dejó era una estúpida venda sobre mi cama. Siempre imaginé que en caso de morir me dejaría una nota, o algo así. Pero pude confirmar que no era esa clase de persona gracias a que abandonó la Port Mafia.
Creo que explotó mi auto para que no pudiera seguirlo esa noche. Así que abrí el vino más costoso que tenía y lo traté de beberlo todo…fallé pero sí quedé inconsciente después de llorar sobre la alfombra de mi oficina.
Pero yo soy de otra clase de idiota. Soy de la clase que aún guarda esa maldita venda y se aferra a ella cuando siente que todo está jodido. Aún guardo una taza extra para su maldito café cargado.
Todo sigue igual, para que al volver no encuentre nada extraño, que sea como ayer y no quiera irse.
El bastardo tiene mi aprecio, sin necesidad de ser dos mocosos enamorados. Es un genio y me salvó el trasero un par de veces, me robó algunos besos y nunca me los devolvió, al igual que una corbata.
Sigo yendo por la misma ruta por si llegamos a cruzarnos. Quiero que si nos encontramos otra vez vea que mis hábitos son los mismos.
Sé que pido demasiado, a veces olvido que terminamos esa extraña relación cuando cumplí dieciocho. Fue mi primer amor y quiero recordarlo así, pero de tener la posibilidad tropezaría con él más veces, las que sean necesarias para tener un mejor final.
Tengo estás ideas raras donde me ofrece una disculpa real, donde entiende que nos tratamos como perros durante años. Pero nunca volverá, lo sé bien.
Solo me queda beber otra copa en su nombre, por meras formalidades de la fecha. Es su cumpleaños y si todavía está vivo debió olvidarlo, también debe olvidarse de mí.
Se me olvidaba que esto ya terminó, que solo yo lo quise.
Notas de la autora:
Lloré con las rolas de mi mamá, y transforme mi dolor en un escrito para compartirlo porque soy muy zorrª
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro