Al volver
Advertencias: Ninguna.
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Dazai salió de su vivienda arrastrando los pies, tener veintidós años lo desgastó rápidamente volviendo torpes sus pasos.
No tiene auto, así que tomó un taxi que lo acerca al territorio de la mafia, lo demás sería a pie y le molestó tener tantas dificultades para llegar, pero nada es imposible para el gran detective Osamu Dazai.
Por otro lado, un pelinaranja salió tropezando de su departamento con una botella de vino. Subió a su auto solo para fracasar en prenderlo. Está tan enojado que golpeó el volante con desesperación.
Con su habilidad no le costaría llegar, pero en ese estado es más probable que llegará a Tailandia. Suspiró profundamente centrando su mente, el antiguo departamento de Dazai queda a quince minutos de ahí, sabe el camino y es difícil que alguien lo ataque dentro de su territorio.
-Te odio- murmuró empezando su trayecto. Tardó más en decidir cómo entrar que en hacerlo, subió gracias a la gravedad y rompió una ventana.
El ser discreto no le importaba, ese era el único lugar donde quería estar. Se escabulló hasta la tina de baño polvorienta para quitar el plástico que la cubría y se acostó derramando un poco de vino, pero no le dio importancia.
-Probablemente ya me olvidaste- dijo dando un largo trago a la botella verdosa. Así pasaron veinte minutos que se sintieron como una eternidad cortada por el ruido de pasos acercándose.
-Que raro verte aquí, chibi, pensaba que odiabas este lugar- dijo la voz del intruso, seguido de eso se mostró a Osamu sin su gabardina.
-No más vino- pronunció con dificultad-. Me gusta recordar cosas, pero no tiene caso decirlo, estoy seguro que eres otra alucinación...Vete de mi imaginación.
-Es mi cumpleaños y la pasas mejor que yo, que injusto eres- se acercó obligándolo a hacerle un espacio en la superficie de porcelana-. Piensas mucho en el ayer...también lo hago.
-Como si algo de tus palabras fuera real- replicó pero el consuelo de verlo en su imaginación fue suficiente para acurrucarse con Dazai en la tina de baño. Ninguno se quejó del vino debajo de ellos-. Te extraño, sé que ya debería olvidarte, pero aún eres insufrible.
-Lamento hacernos eso, es mi más grande arrepentimiento- hizo una pausa para tomar valor-. Ambos estamos de acuerdo en una cosa, merecías algo mejor y no pude hacerlo. Te quiero mucho y eso no cambiará porque no estemos juntos.
-También me disculpo por no haberte dejado antes, quizá así habrías dicho lo que sentías y te hubiera ayudado- dijo con burla-. Cómo sea, no te odio por dejarme, siempre he creído que mereces ser feliz y si yo no lo era pues no modo.
-Gracias- murmuró con vergüenza-. Sigues como el día que me fuí, tan directo.
Los ojos de Chuuya se abrieron con rapidez-. ¿Eres real?.
-Esa pregunta es complicada...si porque pienso pero de manera metafórica no...
-Si eres la caballa real- susurró más asustado que confundido-. ¿Qué demonios haces aquí?.
-Lo mismo que tú, recordando cosas que me ayuden a sentirme más vivo- por primera vez se contradijo pero ni lo notó.
-Eso es malo, porque de ser real debo matarte- dijo con amargura tratando de levantarse pero los brazos vendados de Dazai lo acercan más a él-. Vete a la mierda.
-Es mi cumpleaños... Por favor, Chuuya- su tono era suplicante y logró su objetivo, pues Nakahara no pataleó-. Es un fastidio ser menor que tú por unos meses...
-¿Qué demonios quieres? no tengo nada para darte- el más bajo lo interrumpió.
-¿Me odias?.
-Si, más que a nada- mintió y ambos lo sabían.
-Yo también, tenemos muchísimo en común- sonrió de lado acariciando su cabellera naranja-. Por eso estamos aquí, porque nos odiamos tanto como para no olvidarnos de los buenos recuerdos.
-Es suficiente- se enderezó con dificultad por el cuerpo ajeno. Dazai se abalanzó rodeándolo en un abrazo.
-Este es el mejor cumpleaños que he tenido, gracias por eso, Chuuya- sintió las manos de Nakahara en su cuello esperando ser ahorcado pero la presión era leve.
-Pues deseo que no cumplas más años...
-¡Yo también te amo!- dió un rápido beso en sus labios antes de ser golpeado con la botella en la cabeza. Los fragmentos de vidrio eran lo último que Chuuya necesitaba para ponerse de pie.
-No era con buenas intenciones- sacudió su ropa pero todavía estaba mojada. Atravesó la puerta en silencio y giró sobre sus talones para verlo-. Feliz cumpleaños, bastardo.
-Gracias, Chuuya- sonrió agitando su mano ignorando el líquido que caía por su frente.
El de ojos azules salió tambaleando por la puerta principal, y Dazai se recostó riendo nuevamente pues metió en el bolsillo de Chuuya su nuevo número escrito en un papel.
Notas de la autora:
Aquí termina este pequeño relato.
Mis ojos están hinchados de tanto llorar, así que hay faltas ortográficas. Gracias por leer.
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